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Rosácea (enfermedad)

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Rosácea

Eritema telangiectático moderado y rosácea media papulopustular
Especialidad dermatología
eMedicine derm/377

La rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta los vasos sanguíneos y las unidades pilosebáceas de la parte central de la cara (mejillas, nariz, frente y mentón) y que se manifiesta con rubor frecuente, enrojecimiento (eritema) transitorio o permanente, telangiectasias, pápulas y pústulas con exacerbaciones y remisiones periódicas. Cuando la rosácea progresa, pueden desarrollarse otras alteraciones como compromiso ocular, descamación, edema, engrosamiento de la piel, especialmente notorio y característico cuando afecta a la nariz (rinofima).[1][2][3][4]

Clasificación

En abril de 2002 se constituyó un comité experto por parte de la National Rosacea Society el cual definió explícitamente la rosácea y estableció una categorización en cuatro diferentes subtipos y dos variantes:[4][5]

Los cuatro subtipos son:

  • Rosácea eritemato-telangiectática: rubor frecuente y coloración rojiza permanente (eritema). Puede presentar pequeños vasos sanguíneos visibles cerca de la superficie de la piel (telangiectasias).
  • Rosácea papulopustular: coloración rojiza permanente en el centro de la cara con granos enrojecidos (pápulas) que algunos pueden contener pus (pústulas).
  • Rosácea fimatosa: engrosamiento de la piel, con nódulos superficiales irregulares y aumento de tamaño. Puede afectar a nariz, mentón, frente, mejillas y orejas.
  • Rosácea ocular: sensación de cuerpo extraño en los ojos, con picazón y ardor; ojos y párpados enrojecidos, secos e irritados. Fotosensibilidad y visión borrosa. Telangiectasias en la conjuntiva ocular y palpebral, edema periorbital. Orzuelos frecuentes.

Las dos variantes son:[3]

  • Rosácea fulminans, con múltiples pápulas eritematosas, pústulas, nódulos y quistes con descarga purulenta.
  • Rosácea granulomatosa, con pápulas consistentes en las zonas perinasales y periorales.

Existen otros términos descriptivos aplicados a las presentaciones de rosácea, pero no son formalmente aceptadas como subtipos de rosácea:

  • La dermatitis perioral, que es mejor descrita como dermatitis periorificial, pero tratada similarmente con metronidazol tópico.
  • Edema persistente de la rosácea.
  • Rosácea conglobata.
  • El enrojecimiento persistente y edema de la mitad superior de la cara se llama «enfermedad Morbihan».

Epidemiología

La rosácea tiene una prevalencia de hasta un 10 % de la población (1,5 a 10); se da especialmente en personas de piel blanca con ascendencia de Europa septentrional y Oriental. Consecuentemente, es de ocurrencia común en la Unión Europea y en Estados Unidos. En otros grupos étnicos la rosácea es menos común, llegando a un 4 % en poblaciones de ascendencia africana, latina o asiática. La relación mujer:hombre es de 3:1. La edad de inicio de las primeras manifestaciones, principalmente rubor, es en torno a los 20 años; las manifestaciones más importantes comienzan su presentación a los 30 años, edad sobre la cual la enfermedad suele desarrollarse y manifestarse plenamente, siendo un problema de salud de relativa alta prevalencia entre los 40 y 60 años de edad.[2][3]

En Gran Bretaña e Irlanda se la apoda «la maldición de los celtas».[cita requerida]

Etiología y patogenia

La etiología es desconocida. La patogenia tiene los siguientes elementos:[2]

Cuadro clínico

Zonas comunes donde se presenta la rosácea.

La rosácea es una enfermedad crónica de la piel que se caracteriza por un compromiso marcado del área central de la cara, con presencia de un eritema transitorio o permanente, pápulas inflamadas o pústulas, telangiectasias e hiperplasia del tejido conjuntivo. El eritema transitorio o rubor dura usualmente menos de cinco minutos y se puede extender al cuello y el pecho, a menudo acompañado de la sensación de calor. Otras manifestaciones menos comunes incluyen placas eritematosas, descamación, edema, cambios fimatosos (engrosamiento de la piel debido a hiperplasia de las glándulas sebáceas). La rosácea se asocia a veces con baja autoestima, baja confianza en sí mismos, vergüenza fácil, tendencia al aislamiento, disminución en los encuentros sociales y, en definitiva, una calidad de vida disminuida. Hasta un 65 % de las personas que padecen rosácea también presentan algún grado de depresión.[4][5]

Las personas con rosácea presentan mayor prevalencia de ciertas enfermedades intestinales, incluyendo la enfermedad celíaca, la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa, el síndrome del intestino irritable, el sobrecrecimiento bacteriano intestinal y la infección por Helicobacter pylori.[6]

Los pacientes consultan habitualmente por el enrojecimiento facial, que suele presentarse en relación con alguno o varios de los siguientes factores desencadenantes, que la mayoría de las veces no ha sido reconocido:[3][4]

Los pacientes pueden experimentar distintas combinaciones de síntomas y signos, no obstante, la evolución natural es hacia un empeoramiento progresivo de las manifestaciones.[5]

Tratamiento

La rosácea es una enfermedad que todavía no tiene cura, por lo tanto, las medidas terapéuticas están orientadas a evitar los factores desencadenantes y a tratar el cuadro clínico. No hay algoritmos consensuados y los tratamientos son empíricos.[3]

Ya que la rosácea evoluciona naturalmente a un empeoramiento en sus manifestaciones y eventuales secuelas, especialmente las psicológicas, es importante el diagnóstico y tratamiento precoz.[5]

Existen varios tratamientos, todos los cuales incluyen medidas generales para evitar los factores desencadenares, a lo que se puede agregar fármacos de uso tópico, como el metronidazol, el ácido azelaico, la ivermectina, preparaciones sulfuradas (sulfacetamida sódica, jabón de azufre) o brimonidina y finalmente tratamientos sistémicos a tomar por vía oral, como antibióticos o isotretinoína, los cuales tienen como objetivo suprimir las lesiones inflamatorias, el eritema y en una menor medida las telangiectasias. Estas últimas, así como las complicaciones fimatosas, pueden ser tratadas por láser. Se deben considerar las medidas cosméticas de camuflaje.[5]

Medidas generales

  • Evitar el sol y usar bloqueador solar diario con SPF de 30 o más, de amplio espectro, contra el conjunto de la radiación solar (UVB-UVA)
  • Evitar calor y esfuerzo prolongado, ambientes con temperaturas cálidas o extremas.
  • Evitar el agua caliente o los baños de vapor y alimentos o bebidas muy calientes.
  • Dieta libre de aliños, alcohol y cafeína.
  • Consumir con moderación chocolates, nueces, almendras y quesos maduros.
  • Evitar exfoliantes, frotes y masajes de la piel, los paños para lavarse la cara, los peelings, limpiezas faciales con vapor. El uso de esponjas, cepillos, u otras herramientas abrasivas. Si lo hace, puede irritarse la piel.
  • Evitar situaciones de estrés; combátelo con técnicas de respiración profunda, relajación o visualización.
  • Evitar cosméticos que contengan alcohol, irritantes, aceite, fragancia o excesivos conservantes y resecantes. Asegurarse de que cualquier producto que se utilice en el rostro se anuncie como seguro para pieles sensibles.
  • Nunca utilices cremas con corticoides, se puede notar una mejoría inicial de las rojeces, pero al suspenderlos habrá un agravamiento. Vemos muchos casos de rosácea esteroidea tras la aplicación prolongada de corticoides.
  • Es importante que el paciente anote los factores que le desencadenan enrojecimiento (alimentos, actividades, medicamentos, etc.).

Personalidades afectadas

Galería

Referencias

  1. van Zuuren, Esther J; Fedorowicz, Zbys; Carter, Ben; van der Linden, Mireille MD; Charland, Lyn (2015). «Interventions for rosacea» [Intervenciones para la rosácea]. Cochrane Database of Systematic Reviews (en inglés) (4). doi:10.1002/14651858.CD003262.pub5. Consultado el 17 de marzo de 2017. 
  2. a b c Kutz E, Ana María; aavedra U, Tirza S (2012). «Lo que debemos saber sobre rosácea». Rev. Chilena Dermatol. 2012; 28 (1): 77- 84 (Chile) 28 (1): 77- 84. Consultado el 17 de marzo de 2017. 
  3. a b c d e Culp, Brittney; Scheinfeld, Noah (enero de 2009). «Rosacea: A Review» [Rosácea: una revisión]. P T (en inglés) (Estados Unidos: MediMedia) 34 (1): 38-45. PMID 19562004. Consultado el 17 de marzo de 2017. 
  4. a b c d Oge, Linda K; Muncie, Herbert L; Phillips-Savoy, Amanda R (agosto de 2015). «Rosacea: Diagnosis and Treatment» [Rosácea: diagnóstico y tratamiento]. Am Fam Physician (en inglés) 92 (3): 187-196. Consultado el 17 de marzo de 2017. 
  5. a b c d e Abokwidir, Manal; Feldman, Steven R (septiembre de 2016). «Rosacea Management» [Manejo de la rosácea]. Skin Appendage Disord (en inglés) (Karger Publishers) 2 (1-2): 26-34. PMID 27843919. doi:10.1159/000446215. Consultado el 17 de marzo de 2017. 
  6. Rodrigo L, Beteta-Gorriti V, Alvarez N, Gómez de Castro C, de Dios A, Palacios L, Santos-Juanes J (21 de junio de 2018). «Cutaneous and Mucosal Manifestations Associated with Celiac Disease». Nutrients (Revisión) 10 (7): pii: E800. PMC 6073559. PMID 29933630. doi:10.3390/nu10070800. 
  7. Burnham, Virginia (2003). The Two-Edged Sword: A Study of the Paranoid Personality in Action. Sunstone Press. p. 61. 
  8. a b Jane E. Brody (16 de marzo de 2004). Sometimes Rosy Cheeks Are Just Rosy Cheeks. New York Times. 
  9. La rosácea de Cameron Díaz
  10. I’ve got thighs and buttocks — I’m never going to be a size zero - Times Online
  11. Q&A|OMM|The Observer

Enlaces externos