Relaciones Alemania-Japón

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Relaciones Alemania-Japón
Bandera de Alemania Bandera de Japón
     Alemania      Japón

Las relaciones entre Alemania y Japón se iniciaron formalmente en 1860, cuando una tuvo lugar la primera visita a Japón de embajadores de Prusia, territorio a partir del cual se creó el Imperio alemán en 1871; sin embargo, los primeros contactos privados han sido documentados desde el siglo XVII. Japón había evitado contactos con el mundo exterior hasta la Restauración Meiji, cuando comenzó a dar la bienvenida a los contactos con otras naciones. Así pues, las relaciones tradicionalmente amigables, aunque ocasionalmente volátiles, se iniciaron con Prusia. Tras un período de intenso intercambio educativo a fines del siglo XIX, las políticas imperialistas de Japón y Alemania ocasionaron un enfriamiento de sus relaciones, debido a aspiraciones hegemónicas en conflicto en China. Tal distanciamiento llegó a su clímax cuando Japón se alió con el Reino Unido y le declaró la guerra a Alemania en 1914 como parte de la Primera Guerra Mundial, la cual resultó en la toma de colonias y posesiones alemanes claves.

En los años 1930, ambos países desarrollaron nuevamente intereses mutuos y adoptaron posturas decisivamente antidemocráticas y expansivas que llevaron a un acercamiento y, finalmente, a una alianza política y militar junto con la Italia fascista durante la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, esta cooperación de las potencias del Eje fue una amistad de conveniencia para todos los efectos y propósitos, a la vez que estuvo limitada por la gran distancia geográfica entre el Lejano Oriente y Europa. En su mayor parte, Japón y Alemania pelearon guerras separadas y se rindieron también por separado.

Tras la Segunda Guerra Mundial, las economías de ambas naciones experimentaron una rápida recuperación y las relaciones bilaterales, desde entonces enfocadas en temas económicos, fueron restablecidas con prontitud. Hoy en día, Japón y Alemania conforman la tercera y cuarta economías más grandes del mundo,[1]​ respectivamente (tras Estados Unidos y China); y, como tales, se benefician en gran medida de un amplio campo de cooperación política, educativa, científica y económica.

Primeros contactos y fin del aislamiento japonés (antes de 1871)

En los años 1820, se permitió a Philipp Franz von Siebold deambular libremente por Japón, lo que contribuyó ampliamente a la percepción europea del país.

Las relaciones entre Japón y Alemania se remontan a la época del shogunato Tokugawa (1603-1868), cuando varios alemanes llegaron a Japón a trabajar para la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC). Los primeros contactos bien documentados fueron aquellos de los médicos Engelbert Kaempfer (1651–1716) y Philipp Franz von Siebold (1796–1866) en los años 1690 y 1820, respectivamente. Siebold recibió el permiso de viajar por todo Japón, a pesar de la política restrictiva de aislamiento que el shogunato Tokugawa había implementado desde los años 1630. Siebold escribió Nippon, Archiv zur Beschreibung von Japan (Nippon: Archivo para la descripción de Japón), una de las fuentes de información más valiosas sobre Japón hasta bien entrado el siglo XX.[2]​ Desde 1979, sus logros son reconocidos con un premio alemán en su honor: el Philipp Franz von Siebold-Preis, otorgado anualmente a un científico japonés.[3]

En 1854, Japón fue presionado por Estados Unidos para firmar el Tratado de Kanagawa, el cual no solo puso fin al aislamiento de Japón, sino que también fue considerado un «tratado desigual» por el público japonés,[4]​ dado que Estados Unidos no correspondió a la mayoría de concesiones japonesas con privilegios similares. En muchos casos, Japón fue en efecto forzado a un sistema de extraterritorialidad que provocaba que los residentes extranjeros estuvieran bajo la jurisdicción de las leyes de sus propios consulados, en lugar del sistema legal japonés. Asimismo, se abrieron los puertos al comercio y, posteriormente, incluso se permitió que misioneros cristianos ingresaran al país a evangelizar. Poco después del fin del aislamiento japonés, en un período denominado "Bakumatsu" (幕末, "Fin del shogunato"), los primeros comerciantes alemanes llegaron a Japón. En 1860, el conde Friedrich Albrecht zu Eulenburg comandó la expedición Eulenburg a Japón como embajador de Prusia, en ese entonces un Estado regional líder de la Confederación Germánica. Tras cuatro meses de negociaciones, en enero de 1861, fue firmado otro «tratado desigual», oficialmente dedicado a la amistad y el comercio, entre Prusia y Japón.[5]

A pesar de ser considerada una de las varias negociaciones injustas a la que se vio presionado Japón durante esa época, la expedición Eulenburg, así como las consecuencias a corto y largo plazo del tratado de amistad y comercio, son honradas hoy en día como el inicio de las relaciones oficiales germano-japonesas. Para conmemorar su aniversario 150º, se planificaron eventos en Alemania y Japón desde el otoño de 2010 hasta el otoño de 2011, con la esperanza de «elevar los tesoros de nuestro pasado común para construir un puente al futuro».[6]

Misión diplomática japonesa en Prusia

En 1863, dos años después de la visita de Eulenberg en Tokio, una delegación del shogunato llegó a la corte prusiana de Guillermo I y fue recibida con una grandiosa ceremonia en Berlín. Además, inmediatamente después de que el tratado fuera firmado, Max von Brandt se convirtió en representante diplomático en Japón, primero de Prusia; luego, en 1866, de la Federación Alemana del Norte; y, finalmente, en 1871, del recientemente creado Imperio alemán.[7]

En 1868, el shogunato Tokugawa fue derrocado y se creó el Imperio del Japón bajo el Emperador Meiji. Con el retorno al poder de la dinastía Tenno, Japón demandó la revocación de los «tratados desiguales» con las potencias europeas y se inició una guerra civil. Durante el conflicto, el traficante de armas alemán Henry Schnell asesoró y suministró armas a Daimyō de Nagaoka, un señor leal al shogunato.[8]​ Un año después, la guerra terminó con la derrota de Tokugawa y la renegociación de los «tratados desiguales».[9]

Modernización de Japón e intercambio educativo (1871-1885)

El ministro japonés Ito Hirobumi estudió las constituciones europeas en Berlín y Viena en 1882, como modelos para una base legal japonesa.

Con el inicio de la Era Meiji (1868-1912), muchos alemanes llegaron a trabajar a Japón como asesores al nuevo gobierno, por lo cual fueron denominados oyatoi gaikokujin (お雇い外国人, "extranjeros contratados"), y contribuyeron con la modernización de Japón, especialmente en los campos de la medicina (Leopold Mueller, 1824–1894; Julius Scriba, 1848–1905; Erwin Bälz, 1849–1913), derecho (K. F. Hermann Roesler, 1834–1894; Albert Mosse, 1846–1925) y asuntos militares (K. W. Jacob Meckel, 1842–1906). Meckel había sido invitado por el Gobierno de Japón en 1885 como asesor y como profesor de la Escuela del Ejército. Pasó tres años en Japón, donde trabajó con personas influyentes, como Katsura Tarō y Kawakami Soroku, lo que contribuyó decisivamente a la modernización del Ejército Imperial Japonés. Meckel dejó un grupo leal de admiradores japoneses, quienes, tras su muerte, erigieron una estatua de bronce de él en frente de su Escuela Militar en Tokio; sin embargo, esta fue removida en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial.[10][11]​ En general, el Ejército Imperial japonés orientó intensamente su organización a la par que las líneas pruso-alemanas cuando construyó una fuerza de combate moderna durante los años 1880. El modelo francés que había sido seguido por el shogunato y el gobierno Meiji temprano fue paulatinamente reemplazado por el modelo prusiano bajo la dirección de oficiales, tales como Katsura Taro, Nogi Maresuke y otros.[12]

En 1889, se promulgó la Constitución del Imperio de Japón que había recibido una gran influencia de los juristas alemanes Rudolf von Gneist y Lorenz von Stein, a quienes visitó el oligarca Meiji y futuro Primer Ministro de Japón Itō Hirobumi (1841–1909) en Berlín y en Viena en 1882. A pedido del Gobierno alemán, Albert Mosse también se entrevistó con Hirobumi y su equipo de funcionarios gubernamentales y juristas y dio una serie de conferencias sobre derecho constitucional que convenció a Hirobumi de que la constitución monárquica al estilo prusiano era la más adecuada para Japón. En 1886, Mosse fue invitado a Japón con un contrato de tres años como "extranjero contratado" por el Gobierno de Japón para asistir a Hirobumi y a Inoue Kowashi en la redacción de la Constitución Meiji. Posteriormente, Mosse trabajó en otros proyectos legales, tratados internacionales y contratos importantes, se desempeñó como asesor de gabinete en el Ministerio del Interior y asistió al Primer Ministro Yamagata Aritomo en el establecimiento de los proyectos y sistemas legales para los gobiernos locales.[13]​ A su vez, docenas de estudiantes y oficiales militares fueron a Alemania a fines del siglo XIX para estudiar el sistema militar alemán y recibir entrenamiento militar en las instalaciones educativas y al interior de las filas alemanas, mayormente, en el ejército prusiano. Por ejemplo, el más tarde famoso escritor Mori Rintarô (Mori Ōgai), quien originalmente era un médico del ejército, recibió clases en alemán entre 1872 y 1874, pues esta era el idioma principal para la educación médica de la época. De 1884 a 1888, Ōgai visitó Alemania y se interesó por la literatura europea, por lo cual tradujo por primera vez al japonés las obras de Goethe, Schiller, Henrik Ibsen, Hans Christian Andersen y Gerhart Hauptmann.[14]

Enfriamiento de relaciones y la Primera Guerra Mundial

A fines del siglo XIX, las relaciones germano-japonesas se enfriaron debido a las aspiraciones imperialistas de Alemania y, en general, de Europa en Asia Oriental. Tras la conclusión de la Primera Guerra Sino-Japonesa en abril de 1895, fue firmado el Tratado de Shimonoseki que incluía varias cesiones territoriales de China a Japón, siendo las más importantes la isla de Formosa y la porción oriental de la bahía de la península de Liaodong que incluía Port Arthur; sin embargo, el Imperio ruso, Francia y Alemania empezaron a desconfiar de una cada vez más mayor esfera de influencia japonesa y, en su lugar, querían tomar ventaja de la mala situación de China para expandir sus propias posesiones coloniales. Las fricciones culminaron con la denominada «Triple Intervención» el 23 de abril de 1895, cuando las tres potencias «instaron» a Japón a abstenerse de adquirir los territorios adjudicados en la península de Liaodong.[15]​ Acto seguido, los temores nebulosos de Guillermo II de un «peligro amarillo» (una Asia unida bajo el liderazgo japonés) llevó a un mayor distanciamiento con Japón. Guillermo II también aprobó una regulación para limitar el número de miembros del ejército japonés de intercambio en Alemania para estudiar el sistema militar.[16]

Otra prueba de resistencia para las relaciones germano-japonesas fue la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, durante la cual Alemania apoyó fuertemente a Rusia; por ejemplo, mediante el suministro de carbón para las naves de guerra rusas. Esta circunstancia provocó que el Ministerio de Asuntos Exteriores japonés proclamara que cualquier nave que proveyera carbón a los barcos rusos en la zona de guerra sería hundida.[17]​ Después de la guerra, Alemania insistió en reciprocidad en el intercambio de oficiales militares y de estudiantes y, durante los años siguientes, varios oficiales militares alemanes fueron enviados a Japón para estudiar a los militares japoneses que, tras la victoria sobre el ejército zarista, se convirtió en una organización prometedora a ser estudiada; sin embargo, el creciente poder e influencia de Japón también ocasionó mayor desconfianza del lado alemán.[18]

Una litografía japonesa representa a las tropas japonesas atacando la colonia alemana de Qingdao en 1914.

El inicio de la Primera Guerra Mundial en Europa mostró realmente hasta qué punto las relaciones germano-japonesas se habían deteriorado. El 7 de agosto de 1914, solo dos días después que el Reino Unido le declarara la guerra al Imperio alemán, el Gobierno japonés recibió una petición oficial del Gobierno británico para la asistencia en la destrucción de los invasores alemanes de la Marina Imperial Alemana en y alrededor de aguas chinas. Deseoso de reducir la presencia de las potencias coloniales europeas en el Sudeste asiático, especialmente en la costa de China, Japón envió un ultimátum a Alemania el 14 de agosto de 1914, el cual quedó sin respuesta. A continuación, Japón declaró formalmente la guerra al Imperio alemán el 23 de agosto de 1914; y, con ello, entró a la Primera Guerra Mundial, como aliado de Gran Bretaña, Francia y el Imperio ruso para apoderarse de los territoriales coloniales alemanes del Sudeste asiático.[19]

La única gran batalla que tuvo lugar entre Japón y Alemania fue el asedio del puerto chino de Tsingtao en la bahía de Kiautschou. Las fuerzas alemanas resistieron por casi dos meses, de agosto hasta noviembre de 1914, bajo un bloqueo total japonés y británico, con barricadas de artillería y una relación de fuerzas de 6 a 1, un hecho que le dio una inyección de moral durante el sitio y, más darte, en la derrota. Una vez que las tropas japonesas tomaron por asalto la ciudad, los muertos alemanes fueron enterrados en Tsingtao y las tropas restantes fueron transportadas a Japón donde fueron tratados bien y con respeto en lugares como el campo de prisioneros de Bandō.[20]​ En 1919, cuando el Imperio alemán firmó formalmente el Tratado de Versalles, todos los prisioneros de guerra fueron liberados y retornaron a Europa.

Japón fue uno de los signatarios del Tratado que estipuló duras represalias para Alemania. En el Pacífico, Japón ganó las posesiones alemanas al norte del Ecuador (las islas Marshall, las Carolinas, las Marianas y Palaos) y la bahía de Jiaozhou en China.[21]​ Asimismo, el artículo 156 del Tratado transfirió las concesiones alemanas en Shandong a Japón en lugar de devolver la autoridad soberana a China, un tema que pronto fue conocido como el problema de Shandong. La indignación china sobre esta disposición dio lugar a manifestaciones y a un movimiento cultural conocido como el Movimiento del Cuatro de Mayo, que influyeron en que China no firmara el tratado. China declaró el fin de su guerra contra Alemania en septiembre de 1919 y firmó un tratado de paz separado en 1921. Este hecho contribuyó en gran medida a que Alemania confiara en China y no en Japón, como su socio estratégico en el Sudeste Asiático en los años siguientes.[22]

Nueva aproximación, el Eje y la Segunda Guerra Mundial (1920-1945)

Como embajador alemán en Tokio de 1920 a 1928, Wilhelm Solf inició el restablecimiento de buenas relaciones germano-niponas.

Después de que Alemania debiera ceder la mayor parte de la Nueva Guinea Alemana y Kiautschou/Qingdao a Japón y una cooperación sino-alemana más intensa, las relaciones entre Berlín y Tokio casi se extinguieron. Bajo una iniciativa de Wilhelm Solf, quien ejerció como embajador alemán en Japón de 1920 a 1920, el intercambio cultural fue nuevamente fortalecido, lo que culminó en el restablecimiento de la Sociedad Germano-japonesa en 1926, la fundación de la Sociedad Cultural Germano-japonesa el año siguiente, así como la creación del Instituto de Investigación Germano-japonés en 1934.[23]

A pesar de experimentar destinos distintos con respecto a la Primera Guerra Mundial, tanto Japón como Alemania cambiaron de dirección hacia sistemas democráticos de gobierno durante los años 1920, cuando las relaciones entre ambos países se limitaron al intercambio cultural; sin embargo, el sistema parlamentario no estaba lo suficientemente arraigado en ninguno de ellos, por lo que no pudo resistir las presiones económicas y políticas de los años 1930. Durante dicho período, los elementos antidemocráticos en Alemania y Japón cobraron una creciente influencia. Estos cambios en el poder fueron posibles, en parte, por la ambigüedad e imprecisión de la Constitución Meiji en Japón y de la Constitución de Weimar en Alemania, especialmente, en relación con las posiciones del Emperador japonés y el Reichspräsident alemán en las constituciones respectivas.[24]​ Con el ascenso del militarismo japonés y el nazismo en Alemania en la década de 1930, los lazos políticos entre ambos países se estrecharon nuevamente y se intensificó el intercambio cultural existente. Por parte de Japón, en particular el oficial del Ejército Imperial Japonés Hiroshi Ōshima abogó por una relación más cercana con Alemania y, junto con el ministro de Relaciones Exteriores alemán Joachim von Ribbentrop, trabajó en pos de una alianza cuando se convirtió en agregado militar en Berlín en 1934. En la siguiente década, Ōshima serviría dos veces (de 1938 a 1939 y de 1941 a 1945) como embajador en Berlín, permaneciendo siempre como uno de los más fuertes defensores de una estrecha colaboración del Imperio del Japón con la Alemania nazi.[25]

Véase también

Referencias

  1. Fondo Monetario Internacional. «October 2010: Nominal GDP list of countries». 2010 World Economic Outlook Database (en inglés). Consultado el 30 de abril de 2011. 
  2. Eberhard Friese: Philipp Franz von Siebold als früher Exponent der Ostasienwissenschaften. = Berliner Beiträge zur sozial- und wirtschaftswissenschaftlichen Japan-Forschung Bd. 15. Bochum 1983 ISBN 3-88339-315-0
  3. «Siebold-Preis». Tokyo.daad.de. Consultado el 9 de febrero de 2010. 
  4. Bert Edström, Bert. (2000). The Japanese and Europe: Images and Perceptions, p. 101.
  5. Cullen, Louis M. (2003). A history of Japan 1582–1941: internal and external worlds. Cambridge University Press, ISBN 0-521-52918-2
  6. Consulado General Alemán en Osaka-Kobe: 150 años. Alemania-Japón: Amistad con futuro
  7. Hiyama, Masako (2005). „Max von Brandt (1835–1920)“. En: Brückenbauer. Pioniere des japanisch-deutschen Kulturaustausches. Berlín: iudicium, ISBN 3-89129-539-1
  8. Adachi Yoshio 阿達義雄. Kaishō Suneru to Boshin Niigata kōbōsen 怪商スネルと戊辰新潟攻防戦. Niigata: Toyano Shuppan 鳥屋野出版, 1985.
  9. Keene, Donald (2005). Emperor of Japan: Meiji and His World, 1852–1912. Columbia. ISBN 0-231-12340-X; p. 142
  10. Kerst, Georg (1970). Jacob Meckel. Sein Leben, sein Wirken in Deutschland und Japan. Gotinga: Musterschmidt.
  11. Welch, Claude Emerson. (1976). Civilian Control of the Military: Theory and Cases from Developing Countries. Albany: State University of New York Press, p. 161. ISBN 0-87395-348-7
  12. Lone, Stewart (2000). Army, Empire, and Politics in Meiji Japan: The Three Careers of General Katsura Taro. Palgrave Macmillan. ISBN 0-312-23289-6
  13. Sims, Richard. Japanese Political History Since the Meiji Renovation, 1868–2000. Palgrave Macmillan. ISBN 0-312-23915-7
  14. Mori Ôgai (1998). A Bibliography of Western-Language Materials. Compilado por Harald Salomon, incorpora los descubrimientos de Rosa Wunner en Japonica Humboldtiana 2. Wiesbaden: Harrassowitz, 1 Abb. (Izumi 10)
  15. Kajima, Morinosuke (1976). The Diplomacy of Japan, 1894–1922. Tokio.
  16. Hashimoto, Yorimitsu (ed.). Yellow Peril, Collection of Historical Sources. Tokio: Edition Synapse, 5 vols., ISBN 978-4-86166-033-7
  17. Vogel, Barbara (1973). Deutsche Rußlandpolitik.
  18. Kajima, Morinosuke (1976). The Diplomacy of Japan, 1894–1922. Tokio.
  19. «Japan». Lcweb2.loc.gov. Consultado el 9 de febrero de 2010. 
  20. Schultz-Naumann, p. 207. La orquesta del campo de Naruto dio conciertos de Beethoven y Bach a lo largo de Japón usando sus uniformes.
  21. Louis (1967), p. 117-130
  22. Yat-sen, Sun (1953). The International Development of China. Taipei: China Cultural Service, pág. 298.
  23. Hiyama, Masako (2005). "Wilhelm Solf (1862–1936)". En: Brückenbauer. Pioniere des japanisch-deutschen Kulturaustausches. Hg. vom Japanisch-Deutschen Zentrum Berlin und der Japanisch-Deutschen Gesellschaft Tokyo. Berlín: iudicium, ISBN 3-89129-539-1
  24. Hane, Mikiso (1992). Modern Japan: A Historical Survey. Oxford: Westview Press, pág. 234.
  25. Boyd, Carl (1993). Hitler's Japanese Confidant: General Hiroshi Ōshima and Magic Intelligence, 1941–1945. Lawrence, Kansas: University Press of Kansas. ISBN 0-7006-1189-4. 

Bibliografía

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