Espiritismo

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El espiritismo es una doctrina originada en Francia a mediados del siglo XIX, cuyo máximo exponente ha sido Allan Kardec (1804-1869). Esta doctrina establece que los espíritus ―seres sin cuerpo material― pueden entrar en contacto con los seres humanos.

Kardec define al espiritismo, a la vez, como «ciencia» de observación ―aunque no utiliza el método científico― (ya que estudia el origen y el destino de los espíritus, así como sus relaciones con el mundo corporal) y como filosofía (porque estudia las consecuencias morales que resultan de esas relaciones).[1]

La doctrina espiritista tiene seguidores en varios países alrededor del mundo, incluyendo Alemania, Argentina, Brasil (el país con la mayor cantidad de espiritistas), Colombia, Cuba, España, Estados Unidos, Francia, Haití, Japón, Perú, Portugal, Puerto Rico, Reino Unido, Uruguay y Venezuela.

Etimología del término «espiritismo»

El término «espiritismo» (del francés spiritisme, de spirit: ‘espíritu’; e isme: ‘doctrina’) surgió como un neologismo (o más precisamente un porte-manteau), creado por el francés Allán Kardec para nombrar específicamente la doctrina de los espíritus, presentada por él en El libro de los espíritus (1857).[2]​ Kardec acuñó el término en la introducción de su Libro de los espíritus.

Muchos espiritistas hispanohablantes prefieren nombrar a la doctrina y a sí mismos con la palabra portuguesa espírita[3]​ (y no «espiritista»), que introdujo el traductor español Fernando Colavidas[cita requerida] en las primeras traducciones de la obra del francés al español.

Diferencias entre el espiritismo francés y el inglés

Vale la pena considerar también que el spiritisme francés y el spiritism inglés formaron instituciones independientes, aunque prácticamente iguales en sus principios y ambos términos se traducen al español indistintamente como espiritismo.[4]​ En la actualidad el spiritism inglés es totalmente indistinguible del spiritisme francés.[cita requerida]

Sin embargo, la utilización del término, cuya raíz es común a diversas naciones occidentales de origen latino o anglosajón, hizo que él fuese incorporado rápidamente al uso cotidiano para designar todo lo que tenía relación con la comunicación con los espíritus. Así por espiritismo, hoy se identifica a las varias doctrinas religiosas y filosóficas que creen en la supervivencia del espíritu (alma) después de la muerte del cuerpo físico, y, principalmente, en la posibilidad de comunicarse con ellos, causal o deliberadamente, por evocaciones o de forma natural.

De este modo la palabra se utiliza para referirse a dos conceptos, el espiritismo como contacto con los espíritus, y como la creencia que define el origen, el destino y la naturaleza de los espíritus.

Conceptos

Los principios del espiritismo contenidos en sus obras fundamentales son:[2][5]

  • La existencia y unicidad de Dios como primera causa inteligente. Dios es eterno, y por tanto, perfecto hasta el infinito.
  • La existencia de espíritus, seres individuales creado por Dios, sempiternos, con predisposición hacia la inteligencia, aptitud que desarrollan al evolucionar. Para encarnar en un mundo material, el espíritu se une a un cuerpo físico por medio de su periespíritu (envoltura cuasi material que rodea al espíritu).
  • Comunicabilidad espiritual (mediumnidad): el humano, denominado también alma o espíritu encarnado, puede comunicarse con espíritus desencarnados (entre ellos, espíritus correspondientes a fallecidos terrestres) a través de algún médium. El ejercicio medianímico requiere de un cuerpo material, por lo que solo los encarnados pueden ser médiums.
  • Ley de causa y efecto: el mecanismo de retribución ética universal a todos los espíritus, según la cual nuestra condición actual es el resultado de nuestros actos y decisiones pasados. La purificación de una falta se realiza mediante el arrepentimiento y la expiación necesaria para la corrección.
  • Reencarnación: es el proceso natural que permite al espíritu volver a encarnar como humano con el fin de evolucionar (sea para perfeccionarse en virtudes, para expiar faltas pasadas, para ayudar a sus semejantes a progresar, etc.). Por evolución intelectual, el humano solo puede reencarnar como humano, pero tanto hombre como mujer.
  • Dinamismo en la vida espiritual: los goces o penas relativos después de desencarnar los determina el estado de la conciencia del individuo, concibiendo su porvenir en algún mundo afín a su estado vibratorio.[6]​ Aún así, el ser tiende a la felicidad eterna por la misma eterna evolución que va desarrollando.
  • Pluralidad de mundos habitados: la Tierra no es el único planeta con vida en el universo. El espíritu encarna en diferentes planetas, progresando en todos los aspectos.
  • Responsabilidad individual: el estado de la vida presente del ser es debida únicamente a sí mismo. El mismo espíritu es quien, antes de encarnar, elige las pruebas y circunstancias por las que pasará, consolidando así la ley del libre arbitrio. Dios no establece premios o castigos individuales, pero sí leyes universales desde la eternidad.
  • Igualdad espiritual: Dios no privilegia a ningún espíritu, creándolos a todos simples e ignorantes, pero destinados invariablemente a la perfección, con aptitudes idénticas para el bien o para el mal según su libre albedrío.[7]
  • La conciencia como libro de vida: Las decisiones buenas solo surgen del sentido común dictado por la conciencia junto a la inteligencia, esto es, las intenciones verdaderas de bien común.
  • Universalidad de la filosofía: La relación humana-espiritual no necesita ninguna mediación institucional. Una espiritualidad natural es suficiente e incluso más apropiada para la realización del ser. Por ello, el espiritismo carece de rituales, culto, templos o personas con privilegios religiosos.

Nota: Jesús de Nazareth es considerado, aunque humano, el mayor modelo a seguir por su legado moral.[8]​ Su desnaturalización divina lo define merecedor de su evolución por medio de su propio esfuerzo, condición necesaria a todo espíritu para progresar. De hecho, cualquier espíritu que refleje una gran vida moral puede considerarse ejemplo a seguir (Sócrates, por ejemplo).

Caracteres de las reuniones espiritistas[5][9]

Si se compara el modelo espírita con las características generales de los sistemas religiosos más comunes, encontramos que la reunión espírita reúne las siguientes características:

  • Ausencia de jerarquía sacerdotal.
  • Ausencia de culto a imágenes, altares, etc.
  • Ausencia de cualquier ritual o sacramento: bautismo, casamiento, etc.
  • Incentivo al respeto y tolerancia de todas las religiones. Muchos espiritistas lo consideran su «segunda religión».
  • La práctica espiritista es gratuita y sin ánimo de lucro, aunque la participación en las instituciones espíritas se ajusta a los parámetros comunes a toda asociación civil.

De acuerdo a las legislaciones de cada país, las instituciones espíritas se adecúan a sus leyes internas para asociaciones civiles u otros marcos legales.[cita requerida]

Si se toma el modelo de la ciencia, podría considerarse que la reunión espírita en la que se desarrolla el método mediúmnico, reúne las siguientes características:

  • Es empírica en la medida que parte de la consideración de un fenómeno corriente denominado «fenómeno mediúmnico» o «fenómeno espírita», que debe ser diferenciado de manifestaciones similares en las que intervienen estados alterados de conciencia, o el animismo.
  • Existe una hipótesis sobre el fenómeno espiritista, que lo comprende y lo incluye en un sistema.
  • Existe un método mediúmnico, que permite operar e intervenir sobre el fenómeno.
  • Existe experimentación.

Estos aspectos en general suelen estar implícitos, ya que la doctrina espiritista no ha desarrollado un solo científico que la respalde.

Obras básicas[10]

Los historiadores Henri Sausse,[11]​ Francisco Thiesen y Zêus Wantuil,[4][12]​ coinciden con lo dicho por el codificador, Allán Kardec, el cual afirmaba no haber sido el autor intelectual de la mayor parte de lo contenido en las obras básicas. Él recibió en 1855 de Carlotti y de un grupo de seguidores, de distintas partes del mundo, 50 cuadernos conteniendo relatos de experiencias y comunicaciones mediumnicas diversas, obtenidas a través de diversos médiums, de almas que se decían personas muertas. Allán Kardec analizó, ordenó y completó, con la información concordante obtenida de los espíritus «a través de diversos médiums, desconocidos entre sí, y en distintas partes del mundo»,[2]​ organizando estos trabajos en cinco obras, consideradas básicas para el espiritismo.

Los espiritistas reconocen a Allán Kardec como el codificador de la doctrina espiritista, no como el creador de la misma. Los espiritistas consideran que los autores de la mayor parte de los textos espiritistas no han sido los médiums, sino los propios espíritus de personas muertas (que los espiritistas llaman «personas desencarnadas»).

Las cinco obras básicas, conocidas como «Pentateuco kardequista» son:

«El libro de los espíritus»

Primera edición: 18 de abril de 1857

En su primera página se lee: «Contiene: los principios de la doctrina espiritista. Sobre la inmortalidad del alma, la naturaleza de los espíritus y sus relaciones con los hombres, las leyes morales, la vida presente, la vida futura y el porvenir de la humanidad, según la enseñanza dada por los espíritus superiores con la ayuda de diversos médiums. Recopilada y puesta en orden por Allán Kardec».[2]

Este libro se ordena en forma de preguntas y respuestas abarcando los más diversos temas con sus 1019 preguntas.

«El libro de los médiums»

Primera edición: enero de 1861

En su portada se establece su contenido: «Guía de los médiums y de los evocadores. Contiene la enseñanza de los espíritus sobre la teoría de todos los géneros de manifestaciones, los medios de comunicarse con el mundo invisible, el desarrollo de la mediumnidad, las dificultades y los escollos que se pueden encontrar en la práctica del espiritismo. Continuación de El libro de los espíritus; por Allán Kardec».[13]

Esta obra trata de las manifestaciones espiritistas y de los médiums, por tanto, de la parte fenoménica del espiritismo, y lo caracteriza como «ciencia» de observación que analiza las relaciones entre el mundo corpóreo y el mundo invisible o espiritual.

«El Evangelio según el espiritismo»

Primera edición: abril de 1864

«Contiene la explicación de las máximas morales de Cristo, su concordancia con el espiritismo y su aplicación a las diversas posiciones de la vida».[14]

En su contratapa de la edición moderna (2001) se lee: «Esta obra define la esencia religiosa de la doctrina espírita, como verdadero cristianismo, restaurado por la interpretación que los espíritus dieron a los textos evangélicos. Ella muestra el poder del amor en las más diversas situaciones de la vida, cuando dejamos que ese sentimiento divino guíe nuestras manos y nuestros pasos, para servir al prójimo, resultando de ello que todo se equilibre a nuestro alrededor».

«El cielo y el infierno»

Título original: El cielo y el infierno o la justicia divina según el espiritismo Primera edición: agosto de 1865

«Contiene: El examen comparado de las doctrinas sobre el tránsito de la vida corporal a la vida espiritual, las penas y las recompensas futuras, los ángeles y los demonios, las penas eternas, etc., seguido de numerosos ejemplos sobre la situación real del alma durante y después de la muerte. Además entre otros como la revista espírita y algunos otros literarios en su doctrina espiritista».[6]

¿Cuál es el destino del hombre después de la muerte física? ¿Cuáles serían las causas del temor a la muerte? ¿Existen el Cielo y el Infierno? ¿Merece crédito la antigua creencia en los ángeles y demonios? ¿Cómo procede la justicia divina? Éstas y otras cuestiones relacionadas son debidamente esclarecidas, en la primera parte de esta obra, a la luz de la lógica y de las enseñanzas de los espíritus. En la segunda parte, titulada «Ejemplos Kardec» registra numerosas comunicaciones de espíritus: clasificados por categorías, tales como: felices, sufridores, arrepentidos, endurecidos y suicidas- que ejemplifican la doctrina expuesta anteriormente.

«La Génesis»

Título original: La génesis,[15]​ los milagros y las profecías según el espiritismo.

Primera edición: enero de 1868.

Trata asuntos como: Dios y la visión de los hombres sobre su existencia y naturaleza, la Providencia divina, el bien y el mal, el espacio y el tiempo, la formación de los mundos, la génesis orgánica y la génesis espiritual, los milagros y su explicación, la superioridad de la naturaleza de Jesús y la desaparición de su cuerpo, y muchos otros asuntos.[16]

Historia

Antecedentes

Desde la Antigüedad la humanidad ha creído posible comunicarse con los espíritus de los muertos. En la Grecia antigua, se daba por cierto que los difuntos habitaban en el Hades y era posible entrar en contacto con ellos mediante rituales mágicos. En la Odisea, de Homero, Odiseo llega al Hades y lleva a cabo un ritual, según lo indicado por la hechicera Circe, con lo cual logra hablar con el espíritu de su padre y con los de sus compañeros muertos en Troya. Asimismo, los chamanes de los pueblos originarios de Asia y Oceanía afirmaban tener la capacidad de comunicarse con los espíritus de los difuntos.

Durante la Edad Media, se mantuvo la creencia de que los espíritus regresaban regularmente al mundo de los vivos y se multiplicaron los cuentos de fantasmas. En Hamlet, el dramaturgo William Shakespeare presenta al fantasma del rey asesinado demandando venganza al protagonista, su hijo. Ese tipo de aparición estaba registrada en muchos relatos anteriores a la época de Shakespeare, pero no consta que hubiera una práctica propiamente espiritista para establecer la comunicación con los muertos.

El espiritismo en el siglo XIX

Durante el siglo XIX se suscitó en Estados Unidos una creciente oleada de fenómenos mediúmnicos que luego extendió sus prácticas y conocimientos a varios países europeos. En el año 1848, se registró en la localidad neoyorquina de Hydesville, Estados Unidos, el primer caso de un fenómeno poltergeist.

En 1854, en París, Francia, el espiritista Allán Kardec se abocó al estudio de este tipo de fenómenos paranormales, en particular, las manifestaciones de las llamadas «mesas giratorias». Las explicaciones de las causas de estos fenómenos, al igual que el sistema filosófico derivado de aquellas, sentaron las bases del espiritismo.

Sus investigaciones derivaron en la publicación en 1857 de El libro de los espíritus. Este volumen supone el comienzo del movimiento espiritista contemporáneo. En los años que siguen, Kardec publicó numerosos libros, como El libro de los médiums (1861), El evangelio según el espiritismo (1864), El Cielo y el Infierno o la justicia divina según el espiritismo (1865) y Génesis, los milagros y las profecías según el espiritismo (1868). En 1858 fundó la Revista Espírita, de la que fue director hasta 1869 (año de su muerte).

Muchas personas de renombre de Europa y los Estados Unidos gradualmente abrazaron el espiritismo como una explicación lógica de la realidad, incluso de temas relacionados con la trascendencia, como Dios y la vida después de la muerte. Miles de sociedades espiritistas fueron creadas en ambos continentes, y en algunos países como España, el espiritismo fue candidato a integrar los programas regulares de segunda enseñanza y de las facultades de ciencias, y de filosofía y letras.[17]

El espiritismo en los siglos XX y XXI

Con el despertar a la revolución industrial el hombre en occidente deja a un lado la espiritualidad por el inmediatismo de la industria. Con el correr de los años y el sentimiento de vacío interior, el hombre retoma el rumbo que le marca su conciencia.

En América Latina, el espiritismo se expande en una corriente que intenta mantenerse fiel al proyecto inicial de Kardec y otra de carácter netamente religioso.

La primera corriente, con foco en Argentina, postula al espiritismo como ciencia-filosofía-moral. La segunda corriente, con base en Brasil, es de grandes dimensiones y postula al espiritismo como ciencia-filosofía-religión. Su máximo exponente fue Chico Xavier.

Si bien ambas corrientes comparten el mismo nombre «espiritismo», sus desarrollos, proyectos y razonamientos divergen hasta el punto de constituir dos espacios diversos, pero en lo esencial, no contradictorios.

Críticas

El punto de vista bíblico

La Biblia menciona el contacto directo con los espíritus de las personas fallecidas:

No debería hallarse en ti nadie que haga pasar por el fuego a su hijo o a su hija, ni nadie que emplee adivinación, o practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un aub [alguien que habla con los muertos] o a un idoni [profetizador] ni a un drsh al-e·mthim [que hace preguntas a los muertos]. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable a Ieué.
Deuteronomio, 18:10-12[18]

El espiritismo como pseudociencia

El espiritismo es considerado una pseudociencia o superstición en los ámbitos científicos y escépticos. El físico y epistemólogo Mario Bunge (1919-), en su libro Investigación científica (1969), lo incluye en su listado de pseudociencias por no cumplir con los requisitos básicos de la metodología científica.

El exmago canadiense James Randi describe al escritor escocés sir Arthur Conan Doyle (célebre por sus historias sobre el detective Sherlock Holmes) como «un poco esnob». Y opina que su aceptación del espiritismo ―que Randi considera «increíblemente ingenua»― legitimó a esta creencia como religión.

La Iglesia católica, asimismo, ha condenado en repetidas ocasiones y con extrema dureza a la doctrina espiritista, aunque cree que los espiritistas realmente tienen contacto con los muertos.[19]

El espiritismo en la cultura popular

Muchas personas han tenido contacto con prácticas que intentan el contacto con los muertos a través de prácticas adivinatorias como el juego de la copa o la tabla güija. Los espiritistas ortodoxos, sin embargo, afirman que este tipo de técnicas no forman parte del cuerpo doctrinal del espiritismo.

Espiritistas célebres

Véase también

Referencias

  1. Allán Kardec: Qué es el espiritismo (preámbulo).
  2. a b c d El libro de los espíritus. Instituto de Difucion [sic, por Difusión] Espirita [sic, por Espírita]. 2001. ISBN 85-7341-288-7. 
  3. La palabra espírita no es una palabra del idioma español, según una búsqueda en el Diccionario de la lengua española.
  4. a b Zêus Wantuil: As mesas girantes e o espiritismo. Río de Janeiro: Federación Espírita Brasilera, 1994.
  5. a b Hu Rivas, Luis (2006). Doctrina espírita para principiantes. Consejo Espírita Internacional. ISBN 85-98161-15-2. 
  6. a b El Cielo y el Infierno o la justicia divina según el espiritismo. Instituto de Difusión Espirita [sic, por Espírita]. 2001. ISBN 85-7341-188-0. 
  7. Allán Kardec: El libro de los espíritus (libro segundo, capítulo 1). IDE, 2001. ISBN 85-7341-288-7
  8. Allán Kardec: El libro de los espíritus (libro 3, capítulo 1, pregunta 625). Sin datos: IDE, 2001, ISBN 85-7341-288-7
  9. Consejo Espirita [sic, por Espírita] Internacional (2005). «Conozca el espiritismo». Consultado el 5 de abril de 2009. 
  10. Federación Espírita Uruguaya. «Obras básicas». Consultado el 5 de abril de 2009. 
  11. Biografía de Allan Kardec. Victor Hugo. 1952. ISBN 980-6204-00-X, 9789806204003. 
  12. Allán Kardec. Federação Espírita Brasileira, Departamento Editorial. 1979. volumen 1 ISBN 85-7328-188-X, volumen 2 ISBN 85-7328-052-2, volumen 3 ISBN 85-7328-160-X. 
  13. Allán Kardec: El libro de los médiums. Instituto de Difusión Espírita, 2001.
  14. El Evangelio según el espiritismo. Instituto de Difusión Espírita. 2001. ISBN 85-7341-301-8. 
  15. El artículo femenino «la» se utiliza para diferenciarlo del Génesis bíblico).
  16. Allán Kardec: La génesis, los milagros y las profecías según el espiritismo. Río de Janeiro: Instituto de Difusión Espírita, 2001.
  17. Méndez Bejarano, Mario (1857-1931): Historia de la filosofía en España hasta el siglo XX. Capítulo «Espiritismo». Publicado en el sitio web Filosofía.org.
  18. Capítulo 18 del Deuteronomio en hebreo, con traducción palabra por palabra al inglés. En el sitio web Scripture for All.
  19. DE HERRERA Y DE LA IGLESIA, José Martín (arzobispo de Santiago de Cuba): El espiritismo - Carta pastoral contra adivinadores, agüeros, pitonisas, encantadores y nigrománticos. [Santiago de Cuba: Editora de Juan José Antequera Luengo, 1881]. Sevilla (España): Facediciones, 2010.

Enlaces externos

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