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=== La guerra contra los suevos ===
=== La guerra contra los suevos ===


==== Llegada de los suevos ====
Estando César en la asamblea de la Galia, los galos le informaron que, la tribu germana de los suevos, comandada por Ariovisto había cruzado el Rin para conquistar la Galia, ya que este terreno era más fértil que sus tierras en Germania. Además, los germanos se habían aprovechado de las diferencias entre heduos y secuános, para apoyar a estos últimos contra los primeros, pero, para luego conquistarlos también. Los celtas le rogaron a César que interceda por ellos; este, decidió ir a Vesontio, cerca del campamento de Ariovisto a negociar.


Tras la victoriosa campaña, varios aristócratas galos de casi todas las tribus acudieron a felicitar a César por su victoria. Reunidos en un consejo galo para discutir ciertas cuestiones, invitaron a César a acudir.<ref>[[Cayo Julio César]], ''De Bello Gallico'', Libro I <small>XXX</small></ref>
Al llegar César con sus legiones a [[Vesontio]], los habitantes de esta los recibieron cálidamente, ya que ellos sabían que los suevos, eran la tribu más poderosa de [[Germania]], y que ningún galo podría enfrentarlos y salirse con la victoria. César, le mandó emisarios a Ariovisto para establecer una negociación, pero este le respondió que, no consideraba prudente ir a la provincia sin su ejército, y que, en el momento este estaba ocupado devastando las tierras de los secuános.


En esta reunión los delegados se quejaron de que, debido a las luchas entre los heduos y los [[arverno]]s, estos últimos habían contratado a un gran número de mercenarios germánicos. Los mercenarios, liderados por [[Ariovisto]], rey de los [[suevos]], habían traicionado a los arvernos y tomado como rehenes a varios de los hijos de los aristócratas galos. Además, habían ganado distintas batallas, recibido muchos refuerzos, con lo que la situación estaba descontrolándose.
En Vesontio, los soldados romanos se acobardaron al saber sobre la brevedad de los germanos, al igual de que llegaban noticias de que otras tribus estaban cruzando en Rin para unirse a Ariovisto. Al notar esto César, anunció que partirían de inmediato de Vesontio, y si no lo seguían las legiones, iría solo con la legión décima, en la cuál tenía absoluta confianza. Esto produjo un cambio trascendental en los ánimos de todos, perdiendo los miedos que habían tenido en Vesontio.


==== Las negociaciones ====
Ya más cerca del campamento de [[Ariovisto]], [[César]] le propuso devuelta negociar, y esta vez, Ariovisto aceptó. En la entrevista, César le propuso que abandonase la Galia, y de no ser posible esto, que al menos devuelva los rehenes a los heduos y secuános, que deje de quemar los campos de los aliados de Roma y, por último que no siga atacando a los celtas. A esto respondió Ariovisto, que él hacía lo que se le antojaba, y que no le temía al ejército romano, ni a nadie.


Entonces, [[Cayo Julio César|César]] mandó emisarios a Ariovisto, diciendo proponiendole una reunión, para discutir el asunto, pero [[Ariovisto]] se negó, diciendo que no confiaba en [[Cayo Julio César|César]], y era muy costoso trasladar a su ejército al sur. [[Cayo Julio César|César]] le respondió diciendole, que entonces él pasaría a ser su enemigo, debido a los agravios que le había hecho a los aliados de [[Antigua Roma|Roma]], y haberse negado a entrevistarse con sus aliados, cuya alianza tanto él había pedido.
La entrevista se interrumpió cuándo la caballería de [[Ariovisto]] atacó a la romana, por lo que César se retiró a su campamento. El ataque a traición de los suevos terminó de cambiar los ánimos de los soldados, quienes ahora querían vencer a los suevos de una vez por todas. César perseguiría a los suevos y los vencería en la batalla de Vosgos, y, aunque Ariovisto y gran parte de los suyos lograron escapar, las otras tribus que iban a cruzar el Rin no lo hicieron, y estos aterrados, huyeron a Germania.

[[Cayo Julio César|César]] se enteró de que [[Ariovisto]] amenazaba con tomar [[Besançon]], la principal ciudad de los secuanos, que aparte es una plaza fortificada fácil de defender, por lo que este marchó con sus legiones e impidió que fuera tomada. En [[Besançon]], los soldados de [[Cayo Julio César|César]] comenzaron a temer a los germanos, a excepción de la legión décima, en la que [[Cayo Julio César|César]] confiaba, pero este temor se disfumó cuándo Ariovisto le pidió a [[Cayo Julio César|César]] una entrevista, bajo la condición de que ambos bandos llevaran únicamente jinetes, de manera de ser dificil preparar una emboscada.

Al llegar el día señalado, [[Cayo Julio César|César]] y Ariovisto se entrevistaron, pero la reunión fué inutil, ya que la caballería de [[Ariovisto]] atacó a la romana en el medio de la entrevista, por lo que [[Cayo Julio César|César]] se retiró, ordenandoles a sus caballeros que no disparen, para que después no circule el rumor de que él había comenzado con la batalla.

Luego de unos días, [[Ariovisto]] pidió a [[Cayo Julio César|César]] que mandara emisarios para seguir negociando, pero, a la llegada del emisario romano, este fué arrestado por [[Ariovisto]].

==== Batalla de Vosgos ====

Tras el fracaso de las negociaciones, [[Cayo Julio César|César]] ubicó sus legiones en dos campamentos, él cuál uno fué atacado sin éxito por la caballería de [[Ariovisto]], tanto al construírse como al instalarse las tropas. [[Cayo Julio César|César]] preguntó a los prisioneros por que [[Ariovisto]] no atacaba el campamento central con todo su ejército, y estos respondieron que era por que su religión no le permitía entablar combate antes de la luna llena.


Aprovechando la desventaja psicológica de los [[germanos]], [[Cayo Julio César|César]] marchó con sus legiones hacia el campamento enemigo, saliendo victorioso inmediatamente en su flanco izquerdo, pero tuvo que reforzar el derecho para conseguir la victoria total. conocida esta victoria al otro lado del [[Río Rin|Rin]], los [[suevos]] desistieron de cruzar el río y segiur conquistando la [[Galia]].<ref>[[Cayo Julio César]], ''De Bello Gallico'', Libro I <small>XXXI</small></ref><ref>[[Cayo Julio César]], ''De Bello Gallico'', Libro I <small>XL-LIV</small></ref>
Aprovechando la desventaja psicológica de los [[germanos]], [[Cayo Julio César|César]] marchó con sus legiones hacia el campamento enemigo, saliendo victorioso inmediatamente en su flanco izquerdo, pero tuvo que reforzar el derecho para conseguir la victoria total. conocida esta victoria al otro lado del [[Río Rin|Rin]], los [[suevos]] desistieron de cruzar el río y segiur conquistando la [[Galia]].<ref>[[Cayo Julio César]], ''De Bello Gallico'', Libro I <small>XXXI</small></ref><ref>[[Cayo Julio César]], ''De Bello Gallico'', Libro I <small>XL-LIV</small></ref>

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Guerra de las Galias

Vercingétorix arroja sus armas a los pies de Julio César por Lionel Noel Royer (1899)
Fecha 58-51 a. C.
Lugar Galia, Germania y Britania
Casus belli Migración helvecia
Resultado Victoria romana
Cambios territoriales La República Romana se anexiona Galia.
Beligerantes
República Romana Varias tribus galas
Comandantes
Julio César,
Tito Labieno,
Marco Antonio,
Quinto Tulio Cicerón,
Publio Licinio Craso
Vercingétorix,
Ambiorix,
Comio
Fuerzas en combate
Se estima que unos 120.000 (legionarios y auxilia) Se estima que varios cientos de miles, posiblemente millones
Bajas
Se estima que decenas de miles(30.000 segun algunas fuentes)[1] Según César, un millón de muertos; segun Plutarco de 1,5 a 3 millones de muertos; un millon de esclavizados

La Guerra de las Galias fue un conflicto militar librado entre el procónsul romano Julio César y las tribus galas entre el año 58 a. C. y 51 a. C. En el curso de las mismas la República Romana sometió a la Galia, extenso país que llegaba desde el Mediterráneo hasta el Canal de la Mancha. Los romanos también realizaron incursiones a Britania y Germania, pero estas expediciones no llegaron a transformarse en invasiones a gran escala. La Guerra de las Galias culminó con la Batalla de Alesia en 52 a. C., donde los romanos pusieron fin a la resistencia organizada de los galos. Esta decisiva victoria romana supuso la expansión de la República Romana sobre todo el territorio galo. Las tropas empleadas durante esta campaña, conformaron el ejército con el que el general marchó sobre la capital de la República.

Pese a que César justificó esta invasión como una acción defensiva preventiva, la mayoría de los historiadores coinciden en que el principal motivo de la campaña fue potenciar la carrera política del general y cancelar sus grandes deudas. No obstante, nadie puede obviar la importancia militar de este territorio para los romanos, quienes habían sufrido varios ataques por parte de tribus bárbaras provenientes tanto de la Galia como del norte francés. La conquista de estos territorios permitió a Roma asegurar la frontera natural del río Rin.

Esta campaña militar es descrita extensamente por el propio Julio César en su obra Comentarios a la guerra de las Galias, fuente histórica de mayor importancia acerca de esta campaña y obra más importante del general. El libro es también una obra maestra de propaganda política, puesto que César estaba sumamente interesado en influir a sus lectores en Roma.

Contexto político

En el año 58 a. C., Julio César terminó su consulado en Roma. El ex-cónsul estaba muy endeudado desde su edilato, sin embargo, siendo miembro del Primer Triunvirato (la alianza política compuesta por él mismo, Marco Licinio Craso y Pompeyo) se había procurado el gobierno de dos provincias: Galia Cisalpina e Ilírico. Cuando Quinto Cecilio Metelo Céler, gobernador de Galia Transalpina, murió de forma inesperada, César fue nombrado también gobernador de esta provincia. Mediante votación, llevada a cabo en el Senado, se dictaminó que César gobernara sobre estos territorios durante el sorprendente periodo de un lustro.

Inicialmente, César contaba con cuatro legiones veteranas bajo su mando directo: Legio VII, Legio VIII, Legio IX Hispana y Legio X. César conocía personalmente a la mayoría (tal vez a todas) esas legiones, puesto que había sido gobernador de Hispania Ulterior en 61 a. C. y junto a ellas había efectuado una exitosa campaña contra los lusitanos. Entre sus legados se encontraban sus primos Lucio Julio César y Marco Antonio, Tito Labieno, Décimo Junio Bruto Albino, Cayo Trebonio, Aulo Hircio y Quinto Tulio Cicerón (hermano menor de Marco Tulio Cicerón). Además, César tenía la autoridad legal para reclutar más legiones y tropas auxiliares si así lo creía conveniente.

Probablemente, la ambición de César era realizar una campaña que lo encumbrara y aliviara su situación económica, pero es discutible que hubiera elegido a los galos como objetivo inicial. Lo más probable es que César estuviese planeando una campaña contra el reino de Dacia, en los Balcanes.[1]

Por otra parte, las tribus galas eran civilizadas, ricas y se hallaban completamente divididas. Muchas de ellas comerciaban con mercaderes romanos y habían sido ya influídas por la cultura romana. Algunas incluso habían cambiado sus sistemas políticos, abandonando la monarquía tribal para instalar repúblicas inspiradas en la romana.

Los romanos respetaban y temían a los galos y las tribus germánicas. Hace apenas 45 años, en el año 109 a. C., Italia había sido invadida por una gran migración germana y rescatada tras varias sangrientas y costosas batallas lideradas por el general Cayo Mario. Hacía poco tiempo, la tribu germánica de los suevos había migrado al territorio de Galia encabezada por su líder, Ariovisto. Parecía que las tribus habían vuelto a ponerse en movimiento, y eso amenazaba de nuevo la existencia de la República.

El transcurso de la campaña

Guerra contra los Helvecios

Migración helvecia

Un mapa de Galia en el siglo I a. C. donde puede verse la posición relativa de los helvecios y los sécuanos.

En el año 61 a. C., instigados por Orgétorix, los helvecios comenzaron a planificar y organizar una migración masiva. Los líderes de los helvecios no estaban satisfechos con la extensión de su territorio, cercados por las tribus germánicas, los sécuanos celtas y los romanos de la Galia Narbonense. En materia diplomática, Orgétorix negoció con los sécuanos y los heduos, y estableció también contactos personales y una alianza con Cástico y Dúmnorix, llegando incluso a casarse con la hija del último. César acusó a los tres hombres de ansiar ser coronados reyes. Durante tres años, los helvecios se prepararon para la guerra, trazando planes y enviando emisarios a varias tribus galas para procurarse salvoconductos y alianzas.[2]

En 58 a. C. la tribu de Orgétorix se dio cuenta de su ambición y juzgaron a su líder. Aunque consiguió escapar, acabó muriendo y se sospechó que incluso pudo haberse suicidado. No obstante, todo este asunto no evitó que los helvecios continuaran adelante con sus planes. Debido a sus luchas constantes y distancia, los helvecios eran una tribu guerrera y su gran número de habitantes representaba una gran amenaza para cualquiera que se les opusiera. Cuando se pusieron en marcha, el 28 de marzo según los datos que aporta César, incendiaron todos sus pueblos y villas para eliminar cualquier tentativa de retirada. También se unieron a ellos otras tribus vecinas: los ráuracos, los tulingos, los latobicos y los boyos. Ante ellos, habían dos rutas posibles: la primera era a través del peligroso y complicado Pas de l'Ecluse, ubicado entre la cordillera de Jura y el río Ródano; la segunda, que era mucho más simple, los llevaría al pueblo de Ginebra, donde el lago Lemán desemboca en el Ródano y un puente permitía el cruce del río. Estas tierras pertenecían a los alóbroges, una tribu que había sido sometida por Roma y, por lo tanto cuyo territorio se encontraba bajo la esfera de influencia de la República Romana.[3]

En el Lago Lemán

Mientras, César estaba en Roma y una única legión se hallaba en Galia Transalpina y su provincia se encontraba peligro. Al ser informado de estos acontecimientos, inmediatamante apresuró su marcha hacia Ginebra y, además de ordenar la leva de varias tropas auxiliares, ordenó la destrucción del puente. Los helvecios enviaron una embajada bajo el mando de Nameyo y Veruclecio para negociar el paso de su pueblo por su territorio, prometiendo no provocar ningún daño. César estancó las negociaciones, tratando de ganar tiempo para que sus tropas fortificaran sus posiciones al otro lado del río mediante una muralla de casi cinco metros de alto y una zanja que corría paralela a esta.[4]

Mapa de la Guerra de las Galias.

Cuando la embajada regresó, César rechazó de manera oficial su petición y les advirtió que cualquier intento de cruzar el río por la fuerza sería contrarrestado. Se rechazaron inmediatamente varios intentos. Los helvecios regresaron sobre sus pasos e iniciaron negociaciones con los sécuanos para que los dejasen pasar pacíficamente. Tras dejar a su única legión bajo la dirección de su segundo al mando, Tito Labieno, César se dirigió rápidamente hacia Galia Cisalpina. Allí asumió el mando de las tres legiones situadas en Aquileya y reclutó otras dos nuevas legiones, la Legio XI y la Legio XII. Al frente de estas cinco legiones, César cruzó los Alpes por el camino más corto, atravesando territorios hostiles y enfrentándose a su paso a varias tribus.[5]

Persecución a los Helvecios

Mientras tanto, los helvecios ya habían cruzado el territorio de los sécuanos y saqueaban las tierras de los heduos, ambarros y alóbroges. Estas tribus, incapaces de enfrentarse a ellos, solicitaron ayuda a César como aliadas de Roma. César accedió y sorprendió a los helvecios cuando atravesaban el río Arar (el actual río Saona). Tres cuartas partes de los helvecios ya habían cruzado, pero el otro cuarto, los tigurinos (un clan helvecio), permanecía en la orilla oriental. Tres legiones, bajo el mando de César, emboscaron y derrotaron a los tigurinos en la Batalla del Arar, causándoles grandes pérdidas. Los tigurinos supervivientes huyeron al bosque cercano.[6]

Tras la batalla, los romanos construyeron un puente sobre el Arar para perseguir a los demás helvecios, estos enviaron una embajada liderada por Divicón, pero las negociaciones fracasaron. Los romanos mantuvieron su persecución durante quince días hasta que tuvieron problemas de suministros. Aparentemente, Dúmnorix estaba haciendo todo lo posible por retrasar la llegada de estos suministros, por lo que los romanos abandonaron la persecución y se dirigieron hacia la fortaleza hedua de Bibracte. La suerte había cambiado y los helvecios comenzaron a perseguir a los romanos, hostigando a su retaguardia. César escogió una colina cercana para plantar batalla y las legiones romanas se detuvieron para enfrentarse a sus enemigos.[7][8][9]

En la Batalla de Bibracte las legiones aplastaron a sus oponentes y los helvecios, derrotados, ofrecieron su rendición, a lo que César accedió. Sin embargo, 6.000 hombres del clan helvecio de los verbigenos huyeron para evitar ser capturados. Bajo órdenes de César, otras tribus galas capturaron y trajeron a los fugitivos, que fueron ejecutados. Los que se habían rendido recibieron la orden de regresar a sus tierras para reconstruirlas y organizar la provisión de suministros para alimentar a las legiones, puesto que eran un recurso muy útil como tapón entre los romanos y otras tribus del norte para permitir que migrasen a otra parte. En el campamento helvecio capturado se encontró un censo escrito en griego: de un total de 368.000 helvecios, de los cuales 92.000 eran hombres sin discapacidades, solamente 110.000 sobrevivieron para regresar a sus hogares.[10]

La guerra contra los suevos

Llegada de los suevos

Tras la victoriosa campaña, varios aristócratas galos de casi todas las tribus acudieron a felicitar a César por su victoria. Reunidos en un consejo galo para discutir ciertas cuestiones, invitaron a César a acudir.[11]

En esta reunión los delegados se quejaron de que, debido a las luchas entre los heduos y los arvernos, estos últimos habían contratado a un gran número de mercenarios germánicos. Los mercenarios, liderados por Ariovisto, rey de los suevos, habían traicionado a los arvernos y tomado como rehenes a varios de los hijos de los aristócratas galos. Además, habían ganado distintas batallas, recibido muchos refuerzos, con lo que la situación estaba descontrolándose.

Las negociaciones

Entonces, César mandó emisarios a Ariovisto, diciendo proponiendole una reunión, para discutir el asunto, pero Ariovisto se negó, diciendo que no confiaba en César, y era muy costoso trasladar a su ejército al sur. César le respondió diciendole, que entonces él pasaría a ser su enemigo, debido a los agravios que le había hecho a los aliados de Roma, y haberse negado a entrevistarse con sus aliados, cuya alianza tanto él había pedido.

César se enteró de que Ariovisto amenazaba con tomar Besançon, la principal ciudad de los secuanos, que aparte es una plaza fortificada fácil de defender, por lo que este marchó con sus legiones e impidió que fuera tomada. En Besançon, los soldados de César comenzaron a temer a los germanos, a excepción de la legión décima, en la que César confiaba, pero este temor se disfumó cuándo Ariovisto le pidió a César una entrevista, bajo la condición de que ambos bandos llevaran únicamente jinetes, de manera de ser dificil preparar una emboscada.

Al llegar el día señalado, César y Ariovisto se entrevistaron, pero la reunión fué inutil, ya que la caballería de Ariovisto atacó a la romana en el medio de la entrevista, por lo que César se retiró, ordenandoles a sus caballeros que no disparen, para que después no circule el rumor de que él había comenzado con la batalla.

Luego de unos días, Ariovisto pidió a César que mandara emisarios para seguir negociando, pero, a la llegada del emisario romano, este fué arrestado por Ariovisto.

Batalla de Vosgos

Tras el fracaso de las negociaciones, César ubicó sus legiones en dos campamentos, él cuál uno fué atacado sin éxito por la caballería de Ariovisto, tanto al construírse como al instalarse las tropas. César preguntó a los prisioneros por que Ariovisto no atacaba el campamento central con todo su ejército, y estos respondieron que era por que su religión no le permitía entablar combate antes de la luna llena.

Aprovechando la desventaja psicológica de los germanos, César marchó con sus legiones hacia el campamento enemigo, saliendo victorioso inmediatamente en su flanco izquerdo, pero tuvo que reforzar el derecho para conseguir la victoria total. conocida esta victoria al otro lado del Rin, los suevos desistieron de cruzar el río y segiur conquistando la Galia.[12][13]

Conflicto con los Belgas

En 57 a. C. César volvió a intervenir en un conflicto entre las tribus galas cuando marchó contra los belgas, quienes habitaban en la zona que hoy en día conforma aproximadamente el territorio de Bélgica y además habían atacado a un tribu aliada con Roma. Su ejército sufrió un ataque por sorpresa mientras acampaba cerca del río Sambre y estuvo a punto de ser derrotado, pero logró rearmarse gracias a su mayor disciplina y a la intervención de César en persona durante el conflicto. Los belgas sufrieron grandes pérdidas y finalmente se rindieron cuando vieron lo imposible de lograr la victoria.[14]

Expediciones punitivas

Un mapa de Galia donde pueden apreciarse todas las tribus y ciudades mencionadas en la Guerra de las Galias.

Al año siguiente, 56 a. C., César centró su atención en las tribus de la costa atlántica, principalmente en la tribu de los vénetos, que habitaban en la región de Armórica (la actual Bretaña). Esta tribu había reunido una confederación de tribus para combatir a Roma. Los vénetos eran un pueblo marítimo y habían construido una flota en el golfo de Morbihan, por lo que los romanos debieron construir galeras y realizar una campaña poco convencional por tierra y mar. Una vez más, César venció a los galos, saqueando el territorio de los derrotados.[15]

Entre el 56 y 55 a. C., las tribus germanas de los usípetes y téncteros (que sumaban de 150 a 180 mil personas, aunque según César eran 400 mil) cruzaron el Rin, estableciendo su campamento en el Mosa. Desde ahí, la caballería germana atacó un campamento romano y mató a unos 6000 romanos. César reunió su ejercito y comenzó las negociaciones con los germanos; pero cuando la caballería de estos se alejó a pastar, el romano atacó el campamento enemigo, matando o capturando a 100.000 de ellos, su mayoria mujeres, niños o ancianos. En consecuencia, ambas tribus germanas volvíeron a su país con los sobrevivientes.

César condujo sus fuerzas al otro lado del Rin en 55 a. C. para llevar a cabo una expedición punitiva contra los germanos, con cerca de 40 mil hombres construyó un puente y cruzó el río, los germanos se retiraron ante el avance romano y no presentaron batalla. El propio César estimaba en 430 mil guerreros germanos la fuerza a combatir aunque hoy se considera una exageración. No obstante los suevos, contra quienes principalmente se había dirigido la expedición, jamás llegaron a ser combatidos.

Posteriormente, César cruzó el Canal de la Mancha a la cabeza de dos legiones para realizar una expedición similar contra los britanos. La incursión en Britania casi finalizó en un desastre cuando el mal clima destruyó gran parte de su flota y la inusual visión de una inmensa cantidad de carros de guerra provocó confusión entre sus tropas. César logró desembarcar y venció en dos batallas a los britanos, pero al no tener su caballería como refuerzo y ante las cercanías del invierno, decidió retirarse del suelo britano para reorganizar sus fuerzas y planear una segunda expedición. De los britanos se aseguró una promesa de rehenes, aunque sólo dos tribus cumplieron con lo acordado. Tras retirarse, regresó al año siguiente con un ejército mucho mayor que venció a los poderosos catuvellaunos y los forzó a pagar tributo a Roma. El efecto de las expediciones no duró mucho, pero fueron una gran propaganda de las victorias de César. El pueblo de Roma consideraba a este general que había vencido a los extraños britanos y a los belicosos galos y germánicos como el mejor general de la historia, ensombreciendo a Pompeyo Magno, algo que finalmente se volvería en contra de César.[16]

Las campañas del año 55 a. C. y principios del 54 a. C. han causado gran controversia durante muchos siglos. Fueron incluso controvertidas en la época de los contemporáneos de César, y en especial entre sus opositores políticos, quienes las censuraron como un costoso ejercicio destinado al engrandecimiento personal. En épocas modernas, los expertos se han dividido entre quienes critican el claro plan imperialista de César y quienes defienden los beneficios generados en Galia por medio de esta expansión del poderío romano.

Consolidación y rebeliones

Un denario de plata romano con la cabeza de un galo cautivo en 48 a. C., luego de las campañas de César.

En el invierno de 5453 a. C. el descontento entre los galos subyugados provocó un gran levantamiento, cuando los eburones del noreste de Galia se rebelaron bajo su líder, Ambíorix. Quince cohortes romanas fueron aniquiladas en Atuátuca (Atuatuca Tungrorum, la actual Tongeren en Bélgica) y una guarnición comandada por Quinto Tulio Cicerón logró sobrevivir al ser socorrida por César justo a tiempo. El resto de 53 a. C. se ocupó con una campaña punitiva contra los eburones y sus aliados, de quienes se dice fueron prácticamente exterminados por los romanos.[17]

Sin embargo, el levantamiento fue tan solo el preludio de una insurrección mucho mayor liderada por Vercingétorix, líder de los arvernos de Galia central en el 52 a.C. , quien había tenido éxito en unir a los galos contra Roma. Reconociendo que los romanos contaban con ventajas en el campo de batalla, principalmente debido al hecho que los galos habían pasado los veinte años anteriores a la Guerra de las Galias combatiendo a varios enemigos dentro y fuera de sus dominios, Vercingétorix evitó el enfrentamiento directo y decidió realizar una emplear tácticas fabianas para evitar un enfrentamiento directo y una política de "tierra quemada" para privarlos de suministros. César se encontraba entonces en el campamento de invierno de la Galia Cisalpina, desconociendo la alianza que se había formado en su contra. Los galos esperaron a que César estuviera en Italia para rebelarse. Primero los carnutes se lanzaron sobre Cénabo, matando a los ciudadanos romanos que se habían establecido allí. Luego Vercingétorix logró reunir un ejército de diversas tribus, por toda la Galia, y se dirigió al territorio de los bituriges, quienes pidieron ayuda a los heduos, que quedaban al otro lado del Líger; pero éstos no se atrevieron a cruzar el río en su ayuda. Por su parte, el cadurco Lucterio intentó invadir la Provincia, marchando en dirección a Narbona, siendo su plan expulsar a los invasores de la Galia Transalpina y luego invadir la Narborense. Al conocer estas noticias, César desplegó a sus hombres, reclutó 10.000 nuevos legionarios (2 legiones) y marchó a Narbona para tomar el mando de la campaña, dándoles ánimos y organizando la defensa. César se aprsuró entonces en ir hacia Agedinco, pero lo hizo de manera inesperada dando un rodeo por el Este, cruzando el monte Cevena en pleno invierno. Dividió sus fuerzas (estimadas entre 45.000 y 70.000 hombres), mandando cuatro legiones con Tito Labieno a luchar contra los senones y los parisios en el norte. César en persona se dirigió en persecución de Vercingétorix con seis legiones y su caballería germana aliada. Se apresuró en acudir después a Viena de los alóbroges, y después de dejar Agedinco fue a Veloduno que rindió por asedio. Marchó luego a Cénabo, capital carnuta, que saqueó e incendió. Noviduno, plaza de los bituriges, también se rindió a César, que entonces marchó a Avárico (la actual ciudad de Bourges), que era la mayor plaza de los bituriges. Es entonces cuando Vercingétorix propone a los galos seguir la táctica de tierra quemada para vencer a los romanos, pero a petición de los bituriges, no se incendió Avárico. Cuando César capturó esta fortaleza, logró las provisiones que necesitaba en su interior y se produjo la matanza de sus habitantes. César pasó a la ofensiva, sufriendo una grave derrota en Gergovia, en donde Vercingétorix mantenía una posición defensiva muy fuerte. César se vio obligado a retirarse derrotado hacia la Narbonense, tras sufrir más de 700 bajas. En el verano de 52 a. C., hubo varios enfrentamientos entre ambas caballerías, con la victoria de César. Entonces fueron los galos los que huyeron a refugiarse en Alesia, la batalla final en la que César consiguió vencer a una fuerza muy superior en número mediante un doble sistema de fortificaciones.

En el año siguiente, 51 a. C., se produjeron campañas de pacificación contra los carnutes y los belóvacos. En el 50 a. C. persistió la resistencia, en Uxeloduno, que fue rendida por César después de cortar su aprovisionamiento de agua. Se trataba de tareas de "limpieza" y rebeliones menores, pero el control de Roma sobre Galia no se vio comprometido seriamente hasta el siglo II.[18]

Resultado de la contienda

Según Plutarco, los resultados de la guerra fueron 800 ciudades conquistadas, 300 tribus sometidas, un tributo de más de 40 millones de sextercios para César,[19]​ un millón de prisioneros vendidos como esclavos y otros tres millones muertos en batalla (se estima que la poblacion gala era de unos 3 a 15 millones de habitantes antes de la guerra). Aunque los historiadores antiguos son conocidos por exageraciones de este tipo, ciertamente la conquista de la Galia por parte de Julio César fue la mayor gesta militar desde las campañas de Alejandro Magno.

Análisis de la estrategia

El triunfo romano en la Guerra de las Galias se debió a una combinación de astucia política, campañas efectivas y una mayor capacidad militar que sus oponentes galos. César llevó a cabo una política de "divide y conquista" para acabar con sus enemigos, poniéndose del lado de tribus individuales durante sus disputas con oponentes locales. Reunió de forma sistemática información sobre las tribus galas para identificar sus características, debilidades y divisiones, lo que a su vez le permitía poder librarse de ellas.

Muchos soldados de las tropas de César eran galos, así que el conflicto no fue sencillamente una guerra entre romanos y galos. Ciertamente su ejército era una entidad cosmopolita en extremo. Su núcleo constaba de seis, más tarde diez, legiones de infantería pesada, con el apoyo del equivalente a dos más en campañas posteriores. Dependía de aliados extranjeros para su caballería e infantería ligera, reclutándolos entre las tribus numidias, cretenses, hispanas, germánicas y galas. César empleaba sus fuerzas de manera sumamente efectiva, estimulando el orgullo de las unidades individuales para que realicen un mayor esfuerzo.

Los oponentes galos de César eran considerablemente menos hábiles que los romanos en términos militares. Podían disponer de inmensos ejércitos pero sufrían falta de flexibilidad y disciplina. Los guerreros galos eran oponentes feroces y esto les reportaba la admiración de los romanos (véase el Galo moribundo), pero carecían de disciplina en el campo de batalla. Sus tácticas estaban restringidas a cargar en masa sobre sus enemigos, y su falta de cohesión los volvía incapaces de ser sofisticados durante los enfrentamientos. Tampoco tenían un apoyo logístico y no podían permanecer en el campo tanto tiempo como los romanos.

Por otro lado, también es posible que la derrota gala se debiera a la enorme debilitación sufrida por varias de sus generaciones a causa de la constante guerra contra los invasores germánicos, quienes eran sometidos a costa de la pérdida de grandes cantidades de guerreros.

La Guerra de las Galias en la literatura y la cultura

La principal fuente histórica acerca de la Guerra de las Galias son los Comentarios a la guerra de las Galias del propio Julio César, uno de los mejores ejemplos que aún se conservan de prosa en latín sin adornos. Con el paso del tiempo, se convirtió en objeto de intenso estudio por parte de los latinistas y una de las fuentes clásicas en prosa que se utilizan tradicionalmente como textos para la enseñanza del latín moderno.

La Guerra de las Galias se transformaron en un trasfondo popular para la ficción histórica moderna, en especial en Francia e Italia. Claude Cueni escribió una novela semihistórica, El druida del César, sobre un druida ficticio, sirviente de César, quien guardaba el registro de las campañas de César. Además, el cómic Astérix transcurre poco después de la Guerra de las Galias.

Julio César sólo menciona dos militares de baja graduación, dos «centuriones excepcionalmente valientes», Tito Pulón y Lucio Voreno (libro V, cap. 44). Estos dos personajes protagonizan la serie de televisión Roma, de HBO, cuyos eventos comienzan justo tras la batalla de Alesia: Tito Pullo y Lucio Voreno.

Notas

  1. Muchos eruditos discuten que los Balcanes fueran el objetivo inicial de César, incluyendo Adrian Goldsworthy. La base para la discusión estaría dada por las provincias que César reclamó primeramente para sí (Galia Cisalpina e Ilírico), y por el posicionamiento de tres de sus cuatro legiones en Aquileya.
  2. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I II-III
  3. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I IV-VI
  4. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I VII-VIII
  5. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I IX-X
  6. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I XI-XII
  7. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I XIII
  8. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I XIV-XV
  9. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I XXIII
  10. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I XXIV-XXIX
  11. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I XXX
  12. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I XXXI
  13. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro I XL-LIV
  14. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro II I-XI
  15. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro III VII-XVI
  16. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro II I-XXXIII
  17. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro V XXVI-LI
  18. Cayo Julio César, De Bello Gallico, Libro VII IV-XC
  19. «YouTube - Batalla de Alesia». Consultado el 2009. 

Fuentes

Bibliografía antigua

  1. Volumen I: Libros I-II-III. 2.ª ed. revisada. 2ª Reimpresión, 1996. ISBN 978-84-249-3547-4. 
  2. Volumen II: Libros IV-V-VI. 2ª edición, 1996. ISBN 978-84-249-1020-4. 
  3. Volumen III: Libro VII. 2ª edición, 1989. ISBN 978-84-249-1021-1. 
  • –. Guerra de las Galias. Obra completa. Traducción a cargo de Valentín García Yebra, 2 volúmenes anotados Latín. Madrid: Editorial Gredos. 
  1. Volumen I: Libros I-II-III-IV. 9ª edición revisada, 1999. ISBN 978-84-249-3388-3. 
  2. Volumen II: Libros V-VI-VII. 9ª edición, 1997. ISBN 978-84-249-3389-0. 
  • Plutarco. Vidas paralelas. Obra completa. Volumen VI: Alejandro & César; Agesilao & Pompeyo; Sertorio & Eumenes. 2007. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-2881-0. 

Bibliografía moderna

Véase también

Enlaces externos