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El origen de los humanos modernos se refiere al fenómeno por el cual nuestra especie, Homo sapiens, aparece y se expande a través de la Tierra, sustituyendo a todas las demás especies de Homo existentes.

Si bien la mayoría de antropólogos considera que el Homo sapiens evolucionó del Homo erectus, se han dividido respecto a si H. sapiens evolucionó como una especie interconectada con H. erectus (llamada la hipótesis multiregional o modelo de continuidad regional o poligenismo) o si evolucionó solamente en el Este de África y luego migró fuera del continente conquistando todo lo largo del viejo mundo (hipótesis fuera de Africa o modelo del reemplazo completo o monogenismo). Los antropólogos siguen debatiendo ambas posibilidades, pero la mayoría actualmente favorece la hipótesis segunda del origen africano.

Cráneo de Hofmeyr, Homo sapiens sudafricano de hace 36,000 años.

Hipótesis multirregional

Esta teoría tiene su origen en un trabajo de Franz Weidenreich en los años 1930s luego del estudio de los restos del hombre de Pekín. Defensores de este escenario (véase Frayer et al. 1993), citan como evidencia la continuidad anatómica en los registros fósiles en Europa Central Sur (Smith 1982), el Extremo Oriente y Australia (Wolpoff 1993) (la afinidad anatómica se toma para sugerir la afinidad genética). Argumentan que las grandes similitudes genéticas entre todos los humanos no prueban la ascendencia reciente común, sino que más bien reflejan la interconexión de las poblaciones humanas alrededor del mundo, resultando en un flujo genético relativamente constante (Thorne and Wolpoff 1992). También sostienen que este modelo es consistente con los patrones clinales (Wolpoff 1993).

El elemento más importante de este modelo es que permite un millón de años para la evolución del el Homo sapiens alrededor del mundo. Este tiempo es más que suficiente para la evolución de razas diferentes. Sin embargo, Leiberman y Jackson (1995) han subrayado que este modelo depende de varios descubrimientos relevantes para la raza: primero, que existen contrastes morfológicos marcados entre individuos encontrados en el centro y el perímetro del rango del Pleistoceno medio del género Homo; en segundo lugar, que muchas características pueden mostrarse en el borde de este rango antes de que se desarrollen en el centro; y por último, que estas características muestran gran tenacidad a través del tiempo. Las variaciones regionales en dichas características pueden entonces tomarse como evidencia de diferencias de largo plazo entre individuos del género Homo que prefiguraban diferentes razas entre los individuos Homo sapiens de hoy en día.

Hipótesis de la migración de África

La información sobre la historia de nuestra especie viene de dos fuentes principales: el registro paleoantropológico y las inferencias históricas basadas en las diferencias genéticas actuales observadas en los humanos. Aunque ambas fuentes de información son fragmentarias, han ido convergiendo en los años recientes en la misma historia general. Desde los años 1990, ha sido común el uso de genotipos multilocus para distinguir diferentes grupos humanos y para colocar individuos en grupos (Bamshad et al. 2004). Estos datos han llevado a una prueba de la validez biológica de las razas humanas como linajes evolucionarios y la descripción de ellas en términos cladísticos. La técnica de genotipar multilocus se ha usado para determinar patrones de la historia demográfica humana. Así, el concepto de "raza" proporcionado por estas técnicas se puede sustituir por el de ascendencia, entendido ampliamente.

Los estudios de la variación genética humana insinúan que África fue el origen ancestral de todos los humanos modernos, y que el Homo sapiens migró de Africa y sustituyó el Homo erectus entre 140.000 y 290.000 años atrás (Cann et al. 1987). Los aborígenes australianos se cree que son uno de los primeros grupos en migrar que se mantuvo aislado. La mayoría de los otros grupos, incluyendo a los europeos, asiáticos, y amerindios, resultaron ser un único grupo relacionado (monofilético), resultante de las últimas migraciones de África, que puede ser dividido razonablemente en los grupos euroasiáticos del oeste y del este.

Los datos existentes sobre la variación genética humana apoyan y extienden las conclusiones basadas en la evidencia fósil. Las poblaciones africanas muestran mayor diversidad genética respecto a las poblaciones del resto del mundo, insinuando que los humanos aparecieron primero en África y posteriormente colonizaron Eurasia y las Americas (Tishkoff and Williams 2002; Yu et al. 2002; Tishkoff and Verrelli 2003). La variación genética observada fuera de África es generalmente un subconjunto de la variación dentro de África, un patrón que se produciría si los migrantes de África fueron limitados en número y llevaron sólo parte de la variabilidad genética de África con ellos (Cavalli-Sforza and Feldman 2003). Los patrones de variación genética sugieren una expansión de población anterior en África seguida por una subsiguiente expansión en las poblaciones no africanas, y las fechas calculadas para las expansiones generalmente coinciden con el registro arqueológico (Jorde et al. 1998).

Mapa de las migraciones humanas creado a partir de la genómica mitocondrial de los seres humanos actuales. Los números de la leyenda representan milenios antes del presente. La línea azul rayada delimita el área cubierta de hielo o de tundra durante la última glaciación. Las letras englobadas por círculos indican los haplogrupos de ADN mitocondrial; los haplogrupos se usan para definir subpoblaciones genéticas, que frecuentemente tienen una correlación geográfica. Los principales halogrupos de ADNmt son: Africa: L, L1, L2, L3. Oriente próximo: J, N. Europa meridional: J, K. Europa (general): H, V. Europa septentrional: T, U, X. Asia: A, B, C, D, E, F, G (en el dibujo: M está compuesta por C, D, E, y G). Nativos Americanos: A, B, C, D y a menudo X en Norteamérica. Artículo principal: Haplogrupos de ADN mitocondrial humano.

Los aspectos de la relación entre humanos anatómicamente modernos y arcaicos permanecen discutibles. Los estudios de mtDNA (Ingman et al. 2000), el cromosoma Y (Underhill et al. 2000), porciones del cromosoma X (Kaessmann et al. 1999), y muchas (aunque no todas) las regiones autosomales (Harpending and Rogers 2000) apoyan la "hipótesis de la migración de África" de la historia humana, en donde los humanos anatómicamente modernos aparecieron primero en África oriental y entonces migraron desde África al resto del mundo, con poco o ningún cruce entre los humanos modernos y las poblaciones arcaicas que gradualmente reemplazaron (Tishkoff et al. 2000; Stringer 2002). Sin embargo, varios grupos de investigadores citan la evidencia fósil y genética para defender una hipótesis más compleja. Sostienen que los humanos relacionados con los rasgos modernos surgieron varias veces de África, durante un periodo extenso de tiempo, y se mezclaron con los humanos arcaicos en varias partes del mundo (Hawks et al. 2000; Eswaran 2002; Templeton 2002; Ziętkiewicz et al. 2003). Como resultado, aseguran que el ADN autosomal de poblaciones humanas arcaicas que viven fuera de África persiste en las poblaciones modernas, y las poblaciones modernas de varias partes del mundo siguen teniendo alguna semejanza física a las poblaciones arcaicas que habitaron esas regiones (Wolpoff et al. 2001).

Sin embargo, distinguir las posibles contribuciones al acervo genético de los humanos modernos desde los humanos arcaicos fuera de África es difícil, especialmente ya que muchos loci autosomales se fusionan a veces antes de la separación de poblaciones humanas arcaicas (Pääbo 2003). Además, estudios de mtDNA de humanos arcaicos y modernos y cromosomas Y existentes sugieren que cualquier contribución genética superviviente de los humanos arcaicos fuera de África debe ser pequeña, si realmente existe (Krings et al. 1997; Nordborg 1998; Takahata et al. 2001; Serre et al. 2004). La observación de que la mayoría de genes estudiados hasta la fecha se unen en poblaciones africanas apunta hacia la importancia de África como el origen de las variaciones genéticas más modernas, quizá con alguna subdivisión en la población ancestral africana (Satta and Takahata 2002). La secuencia de datos de miles de loci de poblaciones mundiales ampliamente distribuidas finalmente puede clarificar los procesos de población asociados con la apariencia de los humanos anatómicamente modernos (Wall 2000), así como la cantidad de flujo genético entre los humanos modernos desde entonces.

Primeros humanos modernos

La evidencia fósil existente sugiere que los humanos anatómicamente modernos evolucionaron en África, durante los últimos 200.000 años, de una población preexistente de humanos (Klein 1999). Aunque no es fácil definir "anatómicamente moderno" de una manera que incluya a todos los humanos vivientes y excluya a todos los humanos arcaicos (Lieberman et al. 2002). El acuerdo generalmente sobre las características físicas de la anatomía moderna incluyen un cráneo altamente redondeado, retracción facial y un esqueleto ligero y esbelto, en contra de uno pesado y robusto (Lahr 1996). Los primeros fósiles con estas características se encontraron en África oriental en el río Omo, siendo fechados en aproximadamente 195.000 años (Proyecto Genográfico; White et al. 2003; McDougall et al. 2005) y su antigüedad coincide con lo estipulado para la Eva mitocondrial. Estos primeros fósiles son conocidos como los Hombres de Kibish o restos Omo I-Omo II y se consideran los Homo sapiens más antiguos. En ese tiempo, la población de humanos anatómicamente modernos parece haber sido pequeña y localizada (Harpending et al. 1998). En cambio poblaciones de humanos arcaicos que fueron más grandes vivieron en cualquier parte del Mundo Antiguo, incluyendo los Neandertales en Europa y otras especies de humanos como el Homo erectus de Asia (Swisher et al. 1994).

Primeros pueblos

La evidencia genética a través del ADN mitocondrial y del cromosoma Y dan una idea aproximada sobre los primeros grupos de humanos modernos o primeras razas. La genetista Sarah Tishkoff, sugiere que los khoisan, actuales habitantes del Africa austral (por ejemplo los bosquimanos), son el linaje humano más antiguo, los cuales se habrían aislado bastante del resto de la población humana desde hace más de 100.000 años, tal vez por razones climáticas y la aridez de entonces; esto dio lugar al período más largo en que dos poblaciones humanas modernas han quedado aisladas una de la otra (Tishkoff 2007). En el extremo sur de Africa se encuentran restos humanos de más de 100,000 años (Cueva del Río Klasies) y son atribuibles a los khoisan. Descubrimientos más recientes de pinturas rupestres con ocre antiquísimas convierten a África en el lugar de las imágenes más antiguas del mundo.

Otros linajes antiguos son difíciles de identificar debido al mestizaje de los pueblos africanos prehistóricos. Sin embargo se pueden encontrar haplogrupos de ADN con más de 60,000 años de antigüedad en los pigmeos (Africa central) y en otras zonas de África Oriental como Sudán (los dinka), Tanzania (los hadza) y Mozambique. También en diversas etnias de Etiopía (aunque más mestizados) como en los oromo, amhara, falasha, etc. y en general a todo lo largo del África negra.

Primeras migraciones

La primera migración fuera de África se conoce por los fósiles encontrados de Homo sapiens arcaicos; son de dos sitios en Oriente Medio: Skhul y la cueva de Qafzeh cerca de Nazaret y datan de un periodo de calentamiento global relativo 100.000 años atrás; estos restos fósiles han sido atribuibles a tempranos homo sapiens, pero su real relación con los humanos modernos es aun discutida.[1]​ Estos hombres no llegaron aquí para quedarse, pues estas regiones fueron repobladas luego por Neandertales a medida que el clima en el hemisferio norte se enfriaba de nuevo (Lahr and Foley 1998).

Australia

Las primeras migraciones efectivas fuera de África de humanos modernos parecen de hace >60.000 años. Relativamente rápido atravesaron Asia a través de la costa hasta llegar a Australia. Uno de los primeros esqueletos modernos encontrados fuera de África es el Hombre de Mungo y ha sido fechado en 42.000 años atrás (Bowler et al. 2003), aunque estudios de los cambios medioambientales en Australia discuten la presencia de humanos modernos hace más de 55.000 años (Miller et al. 1999). Igualmente en Bobongara (Nueva Guinea) hay yacimientos de esta misma época glacial, en la cual Australia y Nueva Guinea formaban una sola masa continental llamada Sahul. Para llegar allí debieron cruzar el mar a la altura de la Línea de Wallace en pequeñas embarcaciones, convirtiéndose en el primer hombre pero también en el primer primate en llegar a Australia.

Asia

En Asia, el Homo sapiens encontró una región de praderas ininterrumpidas desde el Río Jordán pasando por Asia Central hasta Mongolia. Al poblar estos territorios y encontrarse con climas fríos construyó pequeños hogares o refugios improvisados, usaron armas más eficientes como flechas y lanzas, se vistió con ropas de pieles y apareció un gran invento: la aguja de coser. La persecusión de manadas de mamuts lo llevaron a colonizar el sur de Siberia desarrollándose culturas con 20.000 años de antigüedad como Mal'ta, Alfontova y más al este, como acercándose a Alaska los Dyuktai. Las diferencias genéticas entre las actuales poblaciones de China, India y Asia central se explican porque gran parte de la prehistoria asiática transcurre durante la Edad de Hielo en que el frío convertía en barreras inexpugnables al Himalaya y cordilleras relacionadas, igualmente los montes Urales aislaban Siberia de Europa; esto hizo que las poblaciones prehistóricas se vieran aisladas entre sí durante miles de años.

Europa

Los humanos modernos llegan a Europa hace 40.000 años provenientes del Medio Oriente y se les conoce como el Hombre de Cromañón. Hasta la fecha, el esqueleto más antiguo anatómicamente moderno descubierto en Europa viene de los Montes Cárpatos de Rumanía y está datado en 34.000–36.000 años atrás (Trinkaus et al. 2003). La colonización de Europa implicó la sustitución paulatina del Hombre de Neandertal hasta su extinción hace 27.000 años y la sustitución de su cultura musteriense por una más avanzada, la auriñaciense, que destacó en el tallado de hueso, cuerno y marfil; confeccionaba adornos como cuentas, pulseras y hacía pinturas rupestres. Terminando la Edad de Hielo, otras migraciones importantes llegaron desde el Medio Oriente y de las estepas del Asia Central durante el Neolítico, entre 5.000 y 10.000 años atrás, y es cuando se difunden las lenguas indoeuropeas; la genética actual de Europa revela una mezcla de todas estas migraciones. Sin embargo en la Europa más occidental, los descendientes de celtas (irlandeses, escoceses) y principalmente de íberos (vascos) preservan aún buena parte de la estirpe de los primeros pobladores de Europa.

América

Existe actualmente un debate sobre la antigüedad de los primeros pobladores americanos, unos piensan que tiene una antigüedad de entre 30.000 y 60.000 años según la Teoría del poblamiento temprano y otros que se empezó a poblar América desde hace 12.000 a 14.000 años según la Teoría del poblamiento tardío. En todo caso hay consenso mayoritario en que las migraciones básicas ocurrieron en la edad de hielo desde Siberia por el puente de Beringia donde está ahora el estrecho de Bering en dirección a Alaska, puerta de ingreso a América. El análisis genético relaciona efectivamente a todos los amerindios con muchos pueblos actuales de Siberia como los chukchis, selkupis, evenkis, ketis, etc. Según el Proyecto Genográfico de la National Geographic, la principal migración fue hace 14.000 o 15.000 años y la cultura más antigua fue Clovis, en Nuevo México hace 11.500 años. Se llegó hasta el extremo sur del continente (Tierra del Fuego) hace 9.000 años, donde habitan los Yámana y la primera civilización neolítica con agricultura y edificaciones de piedra fue Caral en Perú hace 5.000 años. Migraciones posteriores llegaron a América del Norte: los na-dené hace 6.000-8.000 años y los esquimales.

Islas oceánicas y migraciones marítimas

Varias islas fueron colonizadas durante la edad de hielo debido al descenso del nivel del mar de unos 100 metros, como es el caso de Gran Bretaña, Japón, Ceilán, Tasmania, Indonesia y Filipinas, esta última poblada hace más de 25,000 años por negritos antecesores de los Aeta. La verdadera migración marítima fue realizada por los malayos que se esparcieron por las innumerables islas de Indonesia llegando a Melanesia en el 1,600 a.C. y desarrollando allí la cultura Lapita (Clark, 2000); desde allí los grandes viajes se hicieron en sus piraguas dobles hacia Micronesia, Fiyi y Samoa. Hacia el oeste los malayos colonizaron Madagascar en el s.IV. El poblamiento de Polinesia se inició hacia el año 1000 a.C. a partir de Samoa, verdadero centro de dispersión de la cultura polinesia, llegando tan lejos como Hawaii (s.III), Pascua (s.V) y Nueva Zelanda (s.VIII). Los europeos inician sus colonizaciones marítimas al descubrir Islandia por irlandeses en el s.VIII (antes que los vikingos) y las expediciones españolas que redescubrieron América (1492), Lejano Oriente (1520) y el descubrimiento de la Antártida (1603).

Véase también

Referencias

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