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Diferencia entre revisiones de «Agricultura en Brasil»

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Revisión del 19:55 2 oct 2016

Brasil: Agricultura
Brasil, "el granero del mundo"[1]
Área cultivada 65 338 804 ha[2]
Tierra cultivable (% de área terrestre) 31%
Población rural 5 965 000 familias
Productos principales caña de azúcar, caaaaaaafé, soja, maíz. :v
Producción
granos (2008) 145,4 millones de toneladas[2]
Puntos principales
Caña y sus derivados (2007/08) 493,4 millones de toneladas
Soja (2008) 59,2 millones de toneladas[2]
Milho (2008) 58,9 millones de toneladas[2]
Participación en la economía - 2008
Valor de la cosecha R$148,4 mil millones[2]
Participación en el PIB 4,53%[3]
PIB agroindustria (industria y comercio rurales, ganadería y agricultura) 26,46%[3]

La agricultura en Brasil es, históricamente, una de las principales bases de la economía del país, desde los principios de la colonización hasta el siglo XXI, evolucionando de los extensos monocultivos a la diversificación de la producción.

Inicialmente productora de la caña de azúcar, pasando por el café, la agricultura brasileña se presenta como una de las mayores exportadoras del mundo en diversas especies de cereales, frutas, granos, entre otros.

Desde el Estado Novo, con Getúlio Vargas, se acuñó la expresión que dice "Brasil, el granero del mundo" - acentuando la vocación agrícola del país.[4]

A pesar de esto, la agricultura brasileña presenta problemas y desafíos, que van de la reforma agraria a la deforestación, principalmente en el Amazonas; del éxodo rural al financiamiento de la producción; de la red de drenaje a la viabilización de la economía de la agricultura familiar: implicando cuestiones políticas, sociales, ambientales, tecnológicas y económicas.

Para Norman Borlaug, Premio Nobel de la Paz de 1970, de visita en Brasil en el 2004, el país debe poner un mayor énfasis en la agricultura. Mientras los Estados Unidos ya explotan toda su área cultivable, Brasil aún dispone de cerca de ciento seis millones de hectáreas de área fértil disponible - un territorio superior a Francia y España juntas. [5]

Según resultados de la investigación hecha por el IBGE, en el año 2008, a pesar de la crisis financiera mundial, Brasil tuvo una producción agrícola récord, con un crecimiento del orden del 9,1% en relación al año anterior, motivada principalmente por las condiciones climáticas favorables. La producción de granos ese año alcanzó la cifra inédita de ciento cuarenta y cinco millones cuatrocientas mil toneladas.[2]

Esa producción fue la mayor registrada en la historia; hubo un aumento, en relación al año anterior, del 4,8% del área plantada que ascendió a sesenta y cinco millones trescientos treinta y ocho mil hectáreas. La cosecha récord generó ciento cuarenta y ocho mil millones de Reales, teniendo como principales productos el maíz (con un crecimiento del 13,1%) y la soja (con un crecimiento del 2,4%).[2]

Historia

Sin embargo la tierra en sí es de muy buenos aires, así frios y templados, como los de Entre Doiro y Minho, porque en este tiempo de ahora los hallábamos como los de allá. Aguas hay muchas, infinitas. Y de tal forma es graciosa que, queriéndola aprovechar, se da en ella todo, por bien de las aguas que tiene[6]
Pero Vaz de Caminha, Carta a El Rei D. Manuel

De los indígenas con su agricultura primitiva al gran proceso de agroindustria de exportación, Brasil viene expandiendo su vocación agrícola, hasta el punto de tener en la agricultura uno de los principales valores de su economía, con posibilidades de expansión, sobre todo por la mejora de la calidad productiva.[7]

Principios

Frutas brasileñas, en pintura de Albert Eckhout.

La agricultura era una práctica conocida por los nativos, que cultivaban la yuca, el cacahuete, el tabaco, la batata y el maíz, además de realizar el extractivismo vegetal para diversos otros cultivos de la flora local, como el babasú o el pequi, bien para la alimentación bien para subproductos como la paja o la madera, y también frutas nativas como el guapurú, el caju, el cajá y muchas otras.

Hasta la introducción del cultivo de exportación, la explotación del palo brasil fue el principal motivo económico de Portugal para poseer esas nuevas tierras.[8]

La tala y quema

La tala y quema es un problema aún presente en la agricultura brasileña.

Una de las prácticas utilizadas por los indígenas, en la limpieza de terrenos para el cultivo era la tala y quema. Con esta técnica se conseguía, además de la rápida limpieza del terreno, el aprovechamiento de las cenizas como fertilizante.

Al contrario de lo que preconizan los estudiosos y personas que, como Monteiro Lobato, consideraron la práctica como un legado nocivo de los indios, la tala y quema que realizaron a lo largo de los doce mil años de su presencia en las actuales tierras de Brasil, no afecto al equilibrio de la naturaleza - lo que, sin embargo, dejó de ocurrir con la incorporación de la limpieza del terreno mediante el fuego en la cultura europea introducida a partir de 1500, la división de la tierra en propiedades, el monocultivo, etc., que diezmarían la flora nativa.[9]

La gestión de los indígenas no estaba basada únicamente en el fuego: la formación de campos en zonas escogidas permitía la interacción con la naturaleza circundante, su preservación, obteniendo a cambio la caza, la protección contra plagas. Algo que fue perdido, como contrastó Darcy Ribeiro, al afirmar: "Así pasaron milenios hasta que surgieron los agentes de nuestra civilización provistos, también allí, de la capacitad de agredir y herir mortalmente el equilibrio milagrosamente logrado por aquellas formas complejas de vida".[9]

Brasil Colonia: el monocultivo de la caña

El azúcar atrajo al colonizador, hizo traer esclavos de África y provocó la invasión del territorio.
La imagen retrata un ingenio holandés, en la obra Historia Naturalis Brasiliae, de 1648.

Después del descubrimiento, las riquezas naturales de la tierra no se revelarían prometedoras, hasta la introducción de la caña de azúcar en la región región Nordeste. Eso obligó a los portugueses a introducir mano de obra esclava, capaz de realizar las duras tareas del monocultivo, sistemas muchas veces llamados cultivos de plantación. Esa fuente de riqueza, sin embargo, no sirvió para la promoción del desarrollo técnico o social.[10]

La concentración de la riqueza y la formación de latifundios generaron un sistema social casi feudal - contrariamente a lo que ocurrió, por ejemplo, en América del Norte, donde la tierra fue dividida en pequeñas propiedades. La economía brasileña era en su mayor parte dependiente de la exportación del azúcar, que a pesar de ser un treinta por ciento más barato que el producido en otras partes, no tenía acceso a los mercados, llegando su declive en la segunda mitad del siglo XVII. Muchas regiones productoras, entonces, pasaron a diversificar la producción, optando por la plantación del algodón o la del tabaco o del cacao en el Reconcavo Baiano, en la actual Microrregión de Salvador - aunque el legado negativo de ese periodo se ha mantenido: la estructura social arcaica y el bajo nivel de tecnología agrícola.[10]

Mano de obra esclava

En la ilustración de "O Fazendeiro do Brasil", de 1806, José Mariano da Conceição Veloso describe etapas y herramientas usadas en el cultivo del Añil, en Brasil.

El trabajo del indígena, procurado inicialmente por los colonos, no se reveló productivo. Las leyes prohibían su esclavitud, aunque en algunos territorios estas no fueran respetadas. Sin embargo, incluso esos trabajadores forzados, se rebelaban, huían o simplemente morían. Los colonos pasaron a exigir, entonces, la llegada de los africanos.[11]

En el primer siglo después del descubrimiento, la población esclava ya superaba a la de hombres libres. Tan necesaria era su fuerza de trabajo en la agricultura que el jesuita André João Antonil así lo describió: "los esclavos son las manos y los pies del señor del ingenio, porque sin ellos, en Brasil, no es posible hacer, conservar o aumentar la explotación, ni tener ingenios azucareros que funcionen".[12]

Los esclavos fueron, aún, los responsables de la limpieza de las nuevas fronteras agrícolas, en el Oeste Paulista. Al final del segundo reinado Brasil ya producía más de la mitad de la producción mundial de grano de café, que sustituía en la agricultura el papel anteriormente representado por la caña de azúcar.[11]

La Ley Áurea, según el historiador brasileño João Ribeiro, "más que toda obra humana y cristiana, amenazaba al trabajo y dañaba seriamente los intereses de los agricultores, en Brasil todavía había más de setecientos mil esclavos (...) Muchos de los agricultores se unieron al Partido Republicano o se mostraron indiferentes ante el ataque de las instituciones..."[13]​ Hecha sin considerar una distribución de tierras para los antiguos esclavos, la abolición acabó provocando el éxodo rural, tanto de los trabajadores como de los propietarios arruinados. Por otro lado, fue la raíz de problemas futuros, como la favelización de los centros urbanos, la violencia y pobreza.[14]

Brasil Imperio: dominio del café

Plantación brasileña de café, a comienzos del siglo XX.

El café fue introducido en el país al final del periodo colonial. Pero fue solo tras la independencia que la producción se consolidó en la región Sudeste, sobre todo en el estado de São Paulo. La exportación, que a comienzos del siglo XIX era de 3178 mil sacos de 60 kg, pasó a 51 millones 361 mil sacos, en las décadas de 1880 y 1890 - pasando de representar el 19% a cerca del 63% de las exportaciones del país.[10]

Ese enorme peso económico hizo surgir una nueva oligarquia dominante en Brasil, los llamados barones del café. Aceleró, todavía más, los movimientos migratorios, con el fin de la esclavitud, alcanzando su pico en las llamadas política del café com leite y política de los gobernadores, esta última durante el gobierno de Campos Sales, hasta la crisis de 1929, para cerrar este ciclo en la década de 1930 y con la industrialización del país - con el capital procedente de los excedentes del café.[15]

Ensacado para exportación, en el auge del ciclo del café.

La inmigración europea aumentó con la producción de café en el oeste paulista, con la llegada al país sobre todo de italianos. La riqueza generada por el producto acentuó las diferencias entre las regiones brasileñas, especialmente el Nordeste.[10]

Además del café otros cultivos tuvieron crecimiento aún en el siglo XIX, como el tabaco y el cacao en Bahía, y el hule en la Amazonia: en 1910 el hule representaba en torno al 40% de las exportaciones. El algodón experimentó un aumento temporal durante la Guerra de Secesión, en los Estados Unidos de América.[10]

Problemas internacionales

La producción brasileña de café, ya a comienzos del siglo XX, excedía a la demanda mundial. Esto llevó al conocido como Convenio de Taubaté, donde el Estado pasó a adquirir la producción excedente, que era destruida; fue prohibida la plantación de nuevas plántulas - con el objetivo de mantener un precio mínimo rentable del producto.[10]

También el hule sufrió la competencia externa: Inglaterra, en 1870, contrabandeó plántulas de árbol del caucho y en 1895 tendría inicio la plantación de plántulas en Asia. En las décadas de 1910 y 1920 esa competencia prácticamente hizo sucumbir la producción brasileña.[10]

Surgimiento de las escuelas de Agronomía

Entrada del Colegio Agrícola de Camboriú, de la UFSC.

Aún durante el Imperio tuvo lugar, en Bahía, el surgimiento de la primera escuela destinada a la formación de profesionales agrónomos. En el año 1875 fue fundado, en el poblado de São Bento das Lages, el primer curso, en la ciudad de Cruz das Almas.[16]​ En 1883, en Pelotas, en Rio Grande do Sul, fue creado el segundo curso.[17]

El reconocimiento del curso solamente se dio treinta y cinco años después de la creación del primer colegio, con el decreto 8.319/1910. La profesión de ingeniero agrónomo no fue reconocida hasta 1933 y actualmente son cerca de setenta las facultades de agronomía regulares en el país. El día 12 de octubre, cuando fue promulgado el decreto, pasó a ser el "Día del Ingeniero Agrónomo" en Brasil.[17]

El registro profesional se hace junto a los Consejos Regionales de Ingeniería y Arquitectura, integrados nacionalmente por el Consejo Federal de Ingeniería y Agronomía;[18]​ los alumnos de los cursos de Agronomía, a su vez, integran la Federación de los Estudiantes de Agronomía de Brasil.

Diversificación agrícola: años 1960 a 1990

El ex-ministro, Luís Fernando Cirne Lima, fundador da Embrapa, en una conferencia por los 35 años de la entidade. Brasilia, 2008, José Cruz/ABr.

Durante la dictadura militar de Brasil fue creada en 1973 la EMBRAPA (Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuária), con el objetivo de diversificar la producción agrícola. El órgano fue responsable del desarrollo de nuevos cultivos, adaptándolos a las condiciones peculiares de las diversas regiones del país. Tuvo inicio la expansión de las fronteras agrícolas para el Cerrado, y latifundios de monocultivos con la producción a escala semi-industrial de soja, algodón y habas.[10]

Entre los científicos de EMBRAPA que posibilitaron el incremento de la revolución verde en la agricultura brasileña, sobresale la investigadora checo-brasileña Johanna Döbereiner que, con sus investigaciones sobre los microorganismos fijadores de nitrógeno, por su importancia global, le valió en 1997, la propuesta para recibir el Premio Nobel de Química.[19]

En 1960 eran cuatro los principales productos agrícolas exportados; al principio de la década de 1990 pasaron a ser diecinueve. El avance en estos treinta años incluyó el tratamiento químico: en los años 60 los productos no tratados eran el ochenta y cuatro por ciento del total exportado, tasa que cayó a un veinte por ciento a principios de la década de los 90.[10]

Las políticas de fomento agrícola incluían créditos subsidiados, condonación de deudas bancarias y subsidios a exportaciones (que en algunos casos, llegó al cincuenta por ciento del valor del producto).[10]

Mecanización: años 90

Cosechadora en una plantación de algodón brasileña.

A partir de 1994, con la estabilización monetaria del Plan Real, el modelo agrícola brasileño experimentó un cambio radical: el Estado disminuyó su participación y el mercado pasó a financiar la agricultura que, así, vio fortalecida la cadena de la agroindustria, a partir de la substitución de la mano de obra por máquinas hubo una reducción de población rural brasileña, que cayó de veintiún millones setecientas mil en 1985, a diecisiete millones novecientas mil personas en 1995, pasando por la liberación del comercio exterior (disminución de las tasas de importación de los insumos), y otras medidas que forzaron a los productores brasileños a adaptarse a las prácticas del mercado globalizado. El aumento de la productividad, la mecanización (con reducción de costes) y la profesionalización marcan ese periodo.[10]

Cuestiones agrarias

Desde sus orígenes, Brasil ha poseído una gran concentración de tierras, primero en el sistema conocido como sesmarias, que estuvo vigente hasta 1822, y que dio origen a los actuales latifundios.[20]​ En 1850 (el mismo año de la ley que prohibía el tráfico de esclavos) fue promulgada la Lei de Terras, que mantuvo el sistema de concentración de la tierra en latifundios y que permaneció hasta 1964, cuando la dictadura militar preparó el Estatuto da Terra. El coste elevado de la producción agrícola durante las épocas de la Colonia y el Imperio, contribuyó a la formación de latifundios y en el país nunca hubo una gran reforma agraria, que solamente pasó a integrar pasó a integrar la política oficial y legal del país a partir de la Constitución de 1988.[21]

De los cerca de treinta y un millones de brasileños que viven bajo el umbral de la pobreza, más de la mitad está en las zonas rurales. En los últimos veinticinco años del siglo XX cerca de treinta millones de habitantes de las zonas rurales abandonaron o perdieron sus tierras, creando un déficit de cerca de cuatro millones ochocientas mil familias sin tierra. Durante ese tiempo, la gran mayoría de los recursos de financiación fueron a parar a las oligarquías y grandes propietarios, atendiendo al modelo de explotación intensiva de las propiedades, formación de grandes monocultivos y áreas de pastos, que con el fin de la llamada revolución verde, acabó por revelar una serie de problemas como el uso excesivo de plaguicidas, irrigación y deforestación descontrolas, agresión a la cultura nativa, entre otros.[22]

Con la redemocratización el país tuvo, entre 1985 y 1988, casi nueve mil conflictos sociales en el medio rural, como el asesinato de 1167 personas por cuestiones agrarias.[22]​ Durante este periodo comenzó un enfrentamiento que generó, de un lado, los sindicatos, movimientos sociales y la Iglesia Católica (entonces en el país orientada por la llamada "opción preferencial para los pobres", como las comisiones pastorales y, por otro lado, los grandes propietarios, reunidos en la Unión Democrática Ruralista (UDR) cuyo mayor representante era Ronaldo Caiado.[23]​ La más famosa víctima de esos conflictos fue el sindicalista Chico Mendes, en Acre, en 1988.

Integrantes del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), principal grupo representante de los trabajadores sin tierra, durante la clausura del 5º Congresso del MST en Brasilia, en 2007.

Según el investigador Bernardo Mançano, de la Universidad Estatal Paulista, los censos rurales realizados desde 1940 señalaban que la concentración de la tierra solamente podía ser revertida con el fin del éxodo rural y el asentamiento anual de ciento cincuenta mil familias. Durante el gobierno de Itamar Franco, el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) realizó cerca de cien mil asentamientos anuales; en esta administración fue instituido el procedimiento sumario para la expropiación, venciendo uno de los principales obstáculos para la medida, que era su retraso.[24]

Los conflictos alcanzaron su punto máximo en 1996 con la llamada masacre de Eldorado dos Carajás, en Pará, cuando el entonces gobernador Almir Gabriel ordenó la desocupación de una carretera ocupada por los sin tierra. La masacre que tuvo lugar a continuación - diecinueve muertos y cincuenta y un heridos - expuso aún más el problema agrario que tenía el país y la violación de los derechos humanos.[25]

En un artículo de 1996, la economista Maria da Conceição Tavares, una de las mayores críticas con el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, alertaba que "la importancia de hacer una reforma agraria había aumentado mucho y la disputa por la tierra, si no eran reguladas rápidamente las relaciones de dominio de la propiedad rural, llevaría a enfrentamientos crecientes".[26]

En 1998 los movimientos sociales en la lucha por la tierra provocaron cerca de quinientas ocupaciones de haciendas que consideraban improductivas. Como reacción a las invasiones, el presidente Fernando Henrique Cardoso editó la medida provisoria 2.027-38, que contenía la prohibición de destinar a la reforma agraria toda tierra que fuera ocupada.[24]

Irrigación

Arrozal gaucho: donde se utilizó por primera vez la irrigación en Brasil.

La irrigación en Brasil empezó a comienzos del siglo XX, en la región sur del país. En primer lugar en Río Grande del Sur y posteriormente en Santa Catarina. Sin embargo, esta práctica no tuvo un amplio desarrollo hasta los últimos treinta años del siglo XX.[27]

Mientras en las regiones del Sur y el Sureste la irrigación se desarrollaba lentamente mediante la iniciativa privada, en la región Nordeste era incentivada por los órganos oficiales, como el DNOCS y la CODEVASF (Companhia de Desenvolvimento dos Vales do São Francisco e do Parnaíba), a partir de la década de 1950. En 1968 fue instituido el Grupo Ejecutivo de Irrigación y Desarrollo Agrario (GEIDA), que dos años después implantó el Programa Plurianual de Irrigación (PPI). La mayoría de los recursos fueron destinados al Nordeste.[27]

Esas iniciativas burocráticas federales, sin embargo, no obtuvieron el éxito esperado. A partir de 1985 se le dio una nueva orientación al proyecto y, en 1996, se buscó ampliar el uso de la irrigación en la agricultura con el Proyecto Nuevo Modelo de la Irrigación, que contó con la participación de más de mil quinientos especialistas del país y del extranjero.[27]

El potencial de irrigación de Brasil es, según el Banco Mundial, de cerca de veintinueve millones de hectáreas. No obstante, en el año 1998, solo había 2,98 millones.[28]

Al final de la última década del siglo XX, el país tenía la irrigación de superfície como la principal forma de riego (59%), seguida por la aspersión (35%) y, por último, la irrigación localizada. La Región Sur era la que poseía una mayor superficie irrigada (más de 1,1 millones de hectáreas), seguida por el Sureste (890 000 ha) y el Nordeste (490 000 ha).[28]

Actualmente, el marco regulatorio de la actividad se encuentra en tramitación en el Congresso Nacional, a través del Proyecto de Ley 6.381/2005,[27]​ que substituirá la Ley 6.662/1979 , que regula la Política Nacional de Irrigación.[29]​ La Política Nacional de Recursos Hídricos está regulada por la Ley 9.433/1997, y gestionada por el Consejo Nacional de Recursos Hídricos.[27]

Infraestructura agrícola

Entre los principales elementos infraestructurales de importancia para la actividad agrícola están el transporte, las existencias reguladoras, el almacenamiento, la política de precio mínimo, la sanidad vegetal, etc.

Flujo de la producción

Transporte de la cosecha por carretera: ejemplo de atraso en la infraestrutura de Brasil.

El transporte de los productos agrícolas es uno de los problemas estructurales a los que se enfrenta la agricultura en Brasil.

Pedro Calmon registraba que, desde el Imperio, "el flujo de los productos agrícolas es difícil" e indicaba que "los viejos proyectos de ferrocarriles o calzadas, uniendo el litoral y las montañas centrales (...) a la que se resisten los estadistas escépticos, que emulan a Thiers, cuando en 1841, decía que las vías férreas no convenían a Francia.".[30]

En Brasil no existe una política de almazenamiento de los productos agrícolas en las propiedades. La mayoría del transporte se hace por carretera, gran parte en malas condiciones de tráfico, mediante camiones. El coste del transporte, que en general recae sobre el productor, es elevado y no se ajusta a los principios de la logística.[31]

En la temporada 2008/2009, por ejemplo, la Federación de la Agricultura y la Pecuaria de Goiás (FAEG) denunciaba el estado precario de las carreteras de la región Centro-Oeste, algunas con problemas desde 2005 y, a pesar de las peticiones a los organismos gubernamentales, no se hizo nada.[32]

A pesar de esto, el gobierno federal elaboró en 2006 un Plan Nacional de Logística y Transportes, destinado a proporcionar un mejor flujo de la producción.[33]​ La falta de inversiones en el sector continua siendo, sin embargo, el principal problema en la logística de flujo.

Existencias reguladoras y precio mínimo

Un buen ejemplo de la necesidad de creación de existencias reguladoras está en la producción de etanol a partir de caña de azúcar. La gran variación de precios a lo largo de la temportada, que varían por razones climáticas y fitosanitarias, justifican el almacenamiento de existencias.

Las existencias también tienen por objetivo asegurar la estabilidad de los ingresos de los agricultores, además de evitar la fluctuación de precios entre cosechas. Hasta la década de 1980 estuvo implantada en el país la llamada Política de Garantía de Precios Mínimos, que perdió importancia en la política agrícola a partir de los años 90, con la globalización. Uno de sus principales efectos es la inestabilidad de precios de los productos agrícolas.[34]

La gestión de las existencias, en el plano nacional, compete a la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab).[35]

Almacenamiento

Camiones transportando soja, reflejan la falta de silos.
Roosevelt Pinheiro/ABr.

El almacenamiento agrícola es una de las etapas de producción de la agricultura del país que presenta necesidades de inversión y ampliación, con el fin de proseguir el desarrollo del sector. Entre las acciones logísticas de producción, la capacidad de almacenamiento brasileña en 2003, era del 75% de la producción de granos,[36]​ cuando lo ideal es que sea un 20% superior al total de la producción.[37]

La producción, por falta de almacenes y silos, requiere ser comercializada rápidamente. Según datos del Conab, apenas el 11% de los almacenes están en las granjas (mientras que en Argentina lo están el 40%, en la Unión Europea el 50% y en Canadá llega al 80%). Esto fuerza al agricultor a servirse del servicio de terceros, para almacenar su producción. Los factores estacionales, como el fracaso de las cosechas y el desfase en el tipo de cambio, descapitalizan al productor, y ese año no consigue invertir en la construcción de silos. Con estos puede negociar su producción en condiciones más favorables, y no solamente cuando hay buena cosecha. La situación brasileña permite decir que los camiones se transforman en "silos sobre ruedas".[37]

Agricultura familiar en Brasil

Huertas, en régimen de agricultura familiar. ABr/Antonio Cruz.

La agricultura familiar, así considerada la que emplea apenas al núcleo familiar (padre, madre hijos y, eventualmente, abuelos y tíos) en las actividades de la tierra,[38]​ pudiendo emplear hasta cinco trabajadores temporales,[39]​ y responsable directa de la producción de gran parte de los productos agrícolas brasileños. Responde a la producción del 84% de yuca, el 67% de habas y el 49% de maíz.[38]

En la década de 1990 la agricultura familiar experimentó un crecimiento de su productividad del orden del 75%, frente a tan solo el 40% en la agricultura patronal. Eso se debe, en gran parte, a la creación del Programa Nacional de Agricultura Familiar (PRONAF), que abrió una línea especial de crédito para la financiación del sector. Según el Censo Agropecuario de 1995/96, del IBGE, había en el país 4 339 859 establecimientos familiares con un área de hasta 100 ha.[39]

Hasta el año 2009 se realizaron seis ediciones de la Feria Nacional de Agricultura Familiar y Reforma Agraria, siento las cuatro primeras ediciones en Brasilia y las dos últimas en Río de Janeiro. Su objetivo es divulgar la importancia del sector para la economía brasileña, pues responde al 70% de los alimentos consumidos en el país, lo que supone un total del 10% de PIB.[40]

Trabajo esclavo e infantil

Inspectores del Ministerio de Trabajo y agentes de la Policía Federal ante producción ilegal de carbón vegetal, donde tiene lugar la mayoría del trabajo ilegal.

En Brasil todavía se dan casos de esclavitud y explotación infantil. Según datos del Departamento de Trabajo del gobierno de los Estados Unidos, Brasil ocupa el tercer lugar del mundo en la práctica de esas modalidades ilegales de trabajo (empatado con India y Bangladés), teniendo lugar en la agroindustria ocho de las trece actividades en que tales irregularidades tienen mayor incidencia, destacando la pecuaria y los cultivos de sisal, caña de azúcar, arroz, tabaco y carbón vegetal. A pesar de esa posición, el país actuó en el combate de esa situación, en el período entre 1995 y 2009 fueron liberados cerca de 35 000 trabajadores que estaban en condiciones de trabajo degradantes.[41]

Según Lélio Bentes, ministro del Tribunal Superior del Trabajo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce el empeño brasileño en el combate a las prácticas de trabajo discriminatorias, mediante la aplicación de multas; de entre las causas apunta a la pobreza y la desinformación, haciendo hincapié en que la solución definitiva pasa por la vigilancia constante de las propiedades y también la posible aprobación del Proyecto de Enmienda a la Constitución (PEC), que prevé la pérdida de inmuebles para los propietarios que realicen prácticas ilegales.

Agricultura e impacto ambiental

Barranco en el estado de São Paulo.

En Brasil, el sector agropecuario y la deforestación responden al 75% de las emisiones de gases responsables del cambio climático. Debido a esto, están siendo adoptadas iniciativas, con el objetivo de minimizar ese impacto, sobre todo en la reducción de la deforestación para la expansión agrícola y pecuaria: la llamada "Moratoria de la Soja", la zonificación agro-ecológica de la caña de azúcar, y el uso de la fertirrigación en esta última, son ejemplos de esas acciones.

Erosión del suelo

Uno de los problemas a los que se enfrenta la agricultura brasileña es la falta de cuidados referentes al uso del suelo y al control de la erosión. Gran parte de las regiones Sudeste y Nordeste del país son de formaciones rocosas graníticas y de gneis, sobre las cuales se asienta una capa de regolito, bastante susceptible a la erosión y a la formación de barrancos. Autores como Bertoni y Lombardi Neto, apuntan a esas situaciones como uno de los mayores riesgos medioambientales del país, y gran parte de ellas son consecuencia de la acción humana.[42]

La erosión obliga a la reposición de nutrientes al suelo, a causa de la pérdida de los mismos, y también provoca la pérdida de la estructura, textura y la disminución de las tasas de infiltración y retención de agua.[43]

Los procedimientos usados comúnmente en la preparación de las plantaciones, como el arado y el uso de herbicidas para el control de las malas hierbas acaban por dejar el suelo expuesto y susceptible a la erosión - ya sea por el ataque a la capa superficial (y más rica en nutrientes), o bien por la formación de barrancos. Asimismo, la tierra arrastrada por el agua provoca la agradación de ríos y embalses, ampliando de este modo el impacto negativo en el ambiente. Una de las soluciones es la llamada siembra directa, práctica aun poco conocida en el país.[44]

Plaguicidas en Brasil

Existen cuatro mil tipos de plaguicidas, que resultan cerca de quince mil formulas diferentes, de los cuales ocho mil tienen licencia en Brasil. Son productos como insecticidas, fungicidas, herbicidas, antihelmínticos, y también disolventes y productos para el saneamiento de instalaciones rurales. Su uso indiscriminado provoca la acumulación de esas sustancias en el suelo, en el agua (manantiales, tablas de agua, embalses) y en el aire - y son ampliamente utilizados para mantener los cultivos libres de plagas, enfermedades, especies invasoras, volviendo así la producción más rentable.[45]

Brasil presenta una tasa de 3,2 kg de plaguicidas por hectárea - ocupando la décima posición mundial, según algunos estudios, y la quinta, según otros. El estado de São Paulo es el mayor consumidor del país, siento también el mayor productor (con cerda del 80% de la producción nacional). Para controlar los efectos nocivos para el medio ambiente del uso de esas sustancias es precisa la educación del agricultor, la práctica de la siembra directa, y también el esfuerzo de los órganos tecnológicos como EMPRAPA, con el desarrollo de especies resistentes, de técnicas que minimicen la dependencia de los productos, del control biológico de plagas, etc.[45]

En el año 2007 los productos que presentaron mayor índice de contaminación por plaguicidas fueron el tomate, la lechuga y la fresa, siendo el agricultor el principal afectado. Eso sucede por la baja concienciacion del productor y pocos son los que cumplen con los requisitos legales en el uso de esas sustancias, como la del Equipamiento de Protección Individual (EPI).[46]

Según informaciones de Anvisa con base en datos de la ONU y el Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio, los cultivos brasileños utilizan por lo menos diez tipos de plaguicidas considerados prohibidos en otros mercados como la Unión Europea y los Estados Unidos.[47]

Transgénicos en Brasil

Brasília, 2007: manifestantes piden la liberación del maíz transgénico.
Antonio Cruz/ABr.

El país ocupa la tercera posición mundial en el uso de semillas transgénicas. Los principales cultivos que hacen uso de esa biotecnología son la soja, el algodón y, desde 2008, el maíz.[48]

Diversas ONGs nacionales e internacionales, como Greenpeace, MST o Contag (Confederación Nacional de Trabajadores de la Agricultura), se manifestaron contrarias al cultivo de plantas genéticamente modificadas en el país, presentando argumentos como la devaluación de estos en el mercado, la posibilidad de un impacto ambiental negativo, la dominación económica por los grandes empresarios, etc.[49]​ Entidades ligadas a la agroindustria, sin embargo, presentan resultados de estudios efectuados por la Asociación Brasileña de Semillas y Plántulas (Abrasem), en los años 2007 y 2008, obteniendo como resultado "ventajas sociales y ambientales observadas en los demás países que adoptaron la biotecnología agrícola desde hace más tiempo".[48]

En el país, la Justicia Federal decidió que los alimentos que contuvieran más del 1% de transgénicos en su composición tenían que poner en sus etiquetas esa información de manera destacada, con el fin de informar al consumidor.[50]

Agricultura ecológica

Cultivo orgánico de berenjena.
José Cruz/ABr.

La llamada Agricultura ecológica pretende producir alimentos sin el uso de fertilizantes, pesticidas, agroquímicos, etc. El Censo Agrícola de 2006 del IBGE informó de la existencia de noventa mil establecimientos de ese tipo en Brasil, lo que equivale al 2% del total; de estos, sin embargo, apenas 5106 tienen el certificado de producción ecológica.[51]

Los cultivos ecológicos están presentes sobre todo en propiedades pequeñas y medianas, y la mayoría de esos productores están organizados en asociaciones o cooperativas. El estado con mayor número de productores es Bahía (223), seguido de Minas Gerais (192), São Paulo (86), Rio Grande do Sul (83), Paraná (79), Espírito Santo (64), etc.[51]

El programa Organics Brasil, constituido en 2006, tiene por objetivo promover las exportaciones del sector.[51]

Suelos brasileños

Suelo regolítico, sobre roca granulítica, Leblon, RJ.

El programa de cartografía y clasificación de los suelos del país se inició en 1953, con la elaboración de la Carta de Suelos de Brasil, dando como resultado la publicación del primer mapa por el IBGE en el año 2003. El conocimiento de los suelos fue uno de los factores que permitirían la ampliación productiva de la agricultura a partir de 1975. El Centro-Oeste tuvo una expansión efectiva gracias al uso de la tecnología; la región está constituida principalmente por oxisoles, este tipo de suelos favorecen la mecanización desde la preparación del terreno hasta la cosecha, aunque son pobres en nutrientes.[52]

La clasificación de los suelos del país, su estudio y sistematización son capitaneados por la Embrapa Solos, contando con la participación de diversas entidades, en el pasado y en el presente, tales como el Proyecto RADAM, la Universidad Rural (actual Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro) y diversos cursos de Agronomía.[53]

Evolución de la agroindustria brasileña

Maquinaria en la producción de soja.

Durante las dos últimas décadas del siglo XX, Brasil asistió a una brutal evolución en su producción agrícola: en un área aproximadamente igual a la del inicio de los años 80, la producción prácticamente se dobló al final del siglo.

En 2010, la OMS ha señalado al país como el tercer mayor exportador agrícola del mundo, solo por detrás de Estados Unidos y la Unión Europea.[54][55]

Varios factores llevaron a este resultado, tales como la mejora de los insumos (semillas, fertilizantes, máquinas), las políticas públicas de incentivo a la exportación, la disminución de la presión fiscal (como, por ejemplo, la reducción del impuesto de circulación de mercancías en 1996, la tasa de cambio real que permitió la estabilidad de los precios (a partir de 1999), el crecimiento de la demanda de los países asiáticos, el aumento de la productividad de los cultivos[54]​ y otros componentes, como la intercesión gubernamental junto a la OMC para derribar las barreras comerciales existentes contra productos brasileños en países importadores.[56]

Esta evolución del sector permitió que la agricultura pasase a representar casi un tercio del PIB nacional. Esta evolución tiene en cuenta no solamente la producción campesina en sí misma, también toda la cadena económica relacionada: desde la industria productora de los insumos hasta aquella relacionada con el procesamiento final, transporte, etc.[56]

En cuanto a la agricultura propiamente dicha presentó, en el periodo de 1990 a 2001 una caída en la oferta de empleos, el sector de la agroindustria prácticamente triplicó la oferta de empleos (que pasó de 372 000 a 1 082 000, en el interregno). El número de empresas era, en 1994, de 18 000, y en 2001 pasó a ser de casi 47 000. La relación productividad-empleo en la agricultura presentó un crecimiento significativo, en oposición a la disminución del número de trabajadores.[57]



Referencias

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