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Una sección de Moctezuma II[editar]

Creencias sobre Quetzalcóatl[editar]

Las dos formas de Quetzalcóatl: la Serpiente Emplumada (izquierda) y el dios del viento, según el Códice Laud, un códice prehispánico.
Quetzalcóatl (conocido entre los mixtecas como Nueve Viento) descendiendo del cielo a la Tierra, en el Códice Vindobonense, también prehispánico, de origen mixteco. Según el códice, esto ocurrió en el año 6 conejo, equivalente al año 978, y llegó a la isla de Chalchihuitlapazco (actual Isla de Sacrificios).

Quetzalcóatl era un dios asociado con varias cosas entre los mexicas. En la religión mexica, según la historia contada en el Códice Chimalpopoca, él fue uno de los creadores de la humanidad, siendo responsable de conseguir los huesos para crear los primeros humanos de la era actual, ofrecer su sangre para darles vida y encontrar maíz para que pudieran comer;[1]​ estaba relacionado con Tláloc, dios de la lluvia, al poseer la forma de Ehécatl, dios del viento; y, sobre todo, tenía una cercana relación con la humanidad, más cercana que la de otros dioses, pues pensaban que en algún momento fue hombre y sacerdote monarca de los antiguos toltecas, y a partir de esto también se le consideró como el patrón de las artes y sabiduría,[2]​ pues, aunque la palabra «toltecatl» significa «habitante de Tula» (Tollan, «lugar de tules» en náhuatl), también es sinónimo de «gran artesano».[3]​ La historia de Quetzalcóatl como hombre contada en las fuentes coloniales tiene varias versiones, las cuales son similares, pero tienen importantes diferencias.

Topiltzin Quetzalcóatl en forma de hombre como gobernante de los toltecas, en el Códice Durán. Durán dice que esta ilustración es una reproducción de una imagen de un códice prehispánico «bien biejo y antigo». Se han notado similitudes entre esta ilustración y algunas ilustraciones de códices prehispánicos mixtecos.
Quetzalcóatl como un dios, en el Códice Durán. Él es caracterizado por poseer piel completamente negra, una máscara roja en forma parecida a un pico, barba, un tocado cónico (característico de los huastecas del golfo) ya sea de piel de jaguar o truncado y de dos colores, y un collar con un amuleto pectoral de concha de mar.[4]

Las historias cuentan que Topiltzin Quetzalcóatl fue un rey tolteca de alrededor del siglo X (aunque exactamente cuándo vivió varía entre las fuentes, pues la cronología tolteca está llena de contradicciones)[4]​ nacido en el año Ce Ácatl (1 carrizo).[nota 1]​ Los Anales de Cuauhtitlan, documento contenido en el Códice Chimalpopoca, dicen que su madre, la diosa Chimalma, quedó embarazada de alguna forma tras tragar un pedazo de jade. Ixtlilxóchitl dice que se trató del último monarca de los toltecas.[6]​ Topiltzin se dice fue un hombre sumamente religioso, y tanto Ixtlilxóchitl como fray Bernardino de Sahagún dicen que fue posiblemente el hombre más rico de la región en su tiempo, aunque fray Diego Durán dice que fue un predicador que iba de lugar en lugar hasta que se quedó en el sitio de Tula por algunos años.[7]​ Tanto Sahagún como el Códice Chimalpopoca identifican a Topiltzin como el dios Quetzalcóatl en forma humana. Mientras era rey, Topiltzin Quetzalcóatl usó su fortuna para alimentar a la población bajo cualquier situación, levantó templos y altares en cualquier lugar al que iba, predicó sus creencias religiosas junto con varios discípulos suyos y prohibió los sacrificios humanos, pues él «amaba mucho a todos sus súbditos», y quedó satisfecho con sacrificar pequeños animales y bichos y usar su propia sangre para hacer ofrendas punzando sus propias piernas.[8]​ Esto último enfadó a su hermano Tezcatlipoca y a unos otros dioses y sacerdotes, quienes comenzaron a intentar arruinar su reputación y la de sus seguidores, transformándose ellos mismos en humanos para engañarlo y atormentarlo a él y a su gente. Los tormentos de Tezcatlipoca y sus colaboradores finalmente resultaron en Quetzalcóatl tomando la decisión de irse de Tula con varios de sus seguidores hacia el este, a un sitio llamado Tlapallan, en lo que actualmente se conoce como el golfo de México.[1]​ Ixtlilxóchitl dice que Topiltzin observó señales que anunciaban el fin de la civilización tolteca durante los últimos años de su reinado y que por esta razón se fue de Tula,[6]

Existen dos historias sobre lo que pasó entonces.[4]​ Según los Anales de Cuauhtitlan, cuando Topiltzin llegó al sitio se puso una máscara de turquesa ceremonial, penacho y otros objetos ceremoniales y entonces se prendió a sí mismo en llamas. De sus cenizas entonces surgieron todo tipo de aves hasta que finalmente el corazón de un quetzal voló al cielo y se dijo que se transformó en Venus. Murió en el año 1 carrizo, vivió exactamente 52 años.[1]​ Ixtlilxóchitl, por otra parte, ofrece dos versiones distintas de la historia, y dice que Topiltzin al momento de irse de dijo a la población que algún día iba a volver a estas tierras, en un año 1 carrizo, y que se fue por el océano «hacia donde el Sol sale, á unos reinos y señoríos de sus pasados muy prósperos y ricos, que de allí á quinientos doce años volvería de nuevo á esta tierra».[9]​ En la otra versión, sin embargo, Ixtlilxóchitl simplemente dice que nadie sabe lo que sucedió cuando se fue de Tula.[10]​ Ixtlilxóchitl también le da una descripción física inusual, asegurando que él era un hombre barbudo, alto y de piel blanca, de aspecto similar a los españoles.[11]​ Durán, por su parte, dice que cuando Topiltzin se estaba yendo de Tula le advirtió a la población sobre cómo en algún futuro iba a llegar una gente extranjera a conquistar la región. Durán basa su descripción física en códices antiguos: «demostraba ser hombre de edad: la barba larga, entre cana y roja; la nariz algo larga con algunas ronchas en ella, o algo comida; alto de cuerpo; el cabello largo, muy llano, sentado con mucha mesura».[12]

Pilastra 3 de la Pirámide B de Tollan-Xicocotitlan, Estado de Hidalgo. El hombre retratado muestra una barba y la Serpiente Emplumada encima. Jorge R. Acosta y otros la han identificado como un probable retrato de Topiltzin Quetzalcóatl.

Actualmente la mayoría de investigadores opinan que Ce Ácatl Topiltzin fue un personaje histórico que habrá vivido en Tollan-Xicocotitlan o en Teotihuacan, aunque es tomado por hecho que la historia contada por las fuentes de los siglos XVI y XVII son leyendas sumamente apartadas de lo que verdaderamente sucedió. En Mesoamérica, la leyenda de Topiltzin Quetzalcóatl fue una de las más importantes y sobresalientes, teniendo «tanta importancia como la tuvieron las obras de Homero para los griegos clásicos»,[13]​ en Tenochtitlan siendo enseñada a los jóvenes en el calmécac,[3]​ donde Quetzalcóatl era la deidad principal.[4]

A pesar de que Quetzalcóatl no era la deidad principal de los mexicas, habiendo varias que tenían más influencia, los reyes mexicas habrán dado una importancia personal a esta deidad notable, pues los los monarcas tenochcas pensaban ser descendientes de los toltecas y, por lo tanto, hacían a Quetzalcóatl un importante ancestro al tlatoani de Tenochtitlan. Los toltecas eran vistos por los mexicas como una sociedad ideal, adorando su arquitectura, arte, gobierno e historia, atribuyendo gran parte de los componentes de la vida diaria a ellos, asegurando que ellos fueron los inventores del calendario mexica, la lengua náhuatl y la medicina (a pesar de que esto contradice lo que actualmente es conocido por evidencia arqueológica).[3]​ También es de notar que el año 1 carrizo cayó durante el reinado de Moctezuma en el año de 1519. Se ha supuesto, por lo tanto, que la creencia de Moctezuma respecto a la asociación entre los españoles y Quetzalcóatl fue un producto de varias coincidencias que la volvieron una conclusión lógica para los teólogos tenochcas. La conclusión habrá sido entonces que Moctezuma pensaba que las profecías antiguas se habían cumplido; la gente de Quetzalcóatl regresó desde el lugar de donde él había partido, el golfo de México, y regresó en el año correcto a tomar el trono que le pertenecía por derecho divino, tomando a Cortés como su representante.[4]

El historiador estadounidense Ross Hassig describió que los mexicas pensaban, quizá no como hecho sino como una «espeluznante posibilidad», que el líder de los españoles era Quetzalcóatl regresando a su tierra, explicando que los mexicas habrán interpretado esto, no simplemente como resultado de las supuestas supersticiones de Moctezuma, sino como resultado de los mexicas intentando interpretar de manera significante una gente completamente desconocida con tecnología y características nunca antes vistas.[14]​ Todos estos argumentos, sin embargo, han sido refutados por varios investigadores en años más recientes.

Otra sección de Moctezuma II[editar]

Moctezuma en la literatura y representaciones a lo largo del tiempo[editar]

Representaciones contemporáneas[editar]

Restos del petrograbado de Moctezuma II en Chapultepec, uno de los únicos retratos que se hicieron del emperador en la época prehispánica.
Moctezuma II visitando las tumbas de sus antepasados por Daniel del Valle, 1895.

Durante el reinado de Moctezuma estaba estrictamente prohibido observar al rey en persona sin su permiso, con cualquier súbdito que lo viera siendo sentenciado a la muerte (lo cual es la razón de que nuestras descripciones físicas de él se basan en las fuentes españolas). Por ello, casi nadie sabía cómo se veía Moctezuma en su época. De hecho, cuando Hernán Cortés preguntó a un noble mexica sobre el aspecto del tlatoani, éste le respondió que no lo sabía porque nunca le había visto el rostro, y de haberlo hecho lo hubieran matado. Por ello, Moctezuma no era representado comúnmente durante su reinado con retratos, sino con el glifo nahua de su nombre, aunque hubo unas pocas excepciones, como en el caso del petrograbado de Chapultepec que lo representa. La tradición de realizar un grabado en piedra en Chapultepec de los gobernantes mexicas la empezó su bisabuelo Moctezuma I,[15]​ aunque los restos del petrograbado de Moctezuma II son los únicos que han sobrevivido hasta nuestros días. Se conocen otros dos artefactos aparte de este que también lo representan, siendo éstos el Teocalli de la Guerra Sagrada, que es una escultura hecha en honor a la ceremonia del fuego nuevo de 1507, y una caja de piedra actualmente ubicada en el Museum am Rothenbaum, en Hamburgo. Los demás artefactos que se conocen, que son cinco, sin embargo, solo representan el glifo de su nombre sin el acompañamiento de una figura humana.

Se piensa que estos artefactos representan específicamente a Moctezuma II, y no a Moctezuma I, porque durante los reinados de Ahuízotl y Moctezuma II se comenzó a cambiar el estílo artístico de los mexicas para ser más similar al visto en las antiguas civilizaciones de los toltecas, Teotihuacan y Xochicalco. A este estilo se le denomina el «estilo imperial tardío», y este es exhibido en los ocho artefactos mencionados.[16]

En la literatura hecha después de la Conquista[editar]

Bernal Díaz del Castillo[editar]

Bernal Díaz del Castillo, un soldado español que participó en la conquista de México, escribió varios años después del evento sobre sus experiencias y lo que investigó de ello en su obra Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, publicada impresa por primera vez en 1632. En ella, Díaz describe a Moctezuma con gran detalle, hablando de su aspecto, carácter, su corte y, en una ocasión, sobre su reputación en México según él supo y entre los españoles. Esto último lo describe después de hablar de la muerte del emperador, hablando de él como, según su entendimiento, uno de los mejores líderes en la historia mexicana:

Y Cortés lloró por él, y todos nuestros capitanes y soldados, y hombres hobo entre nosotros, de los que le conoscíamos y tratábamos, que fue tan llorado como si fuera nuestro padre, y no nos hemos de maravillar dello, viendo que tan bueno era. Y decían que había diez y siete años que reinaba e que fue el mejor rey que en México había habido, e que por su persona había vencido tres desafíos que tuvo sobre las tierras que sojuzgó.

A lo largo de su obra, Díaz habla de Moctezuma como un monarca noble y respetado, y que él personalmente siempre lo trataba como el monarca poderoso que era, de la misma manera que Moctezuma trataba con respeto a los soldados españoles prestigiosos, también diciendo que eran pocos los españoles que no lo trataban con el respeto que era debido, y que normalmente eran castigados por ello independientemente de su rango. Díaz habla sobre cómo Moctezuma ofrecía regalos prestigiosos a los españoles que le agradaban, como joyas, mantas y mujeres.[17]

Este comportamiento hacia los españoles sería apreciado por intelectuales novohispanos como Carlos de Sigüenza y Góngora, quien en su obra de 1680 titulada Teatro de virtudes políticas que constituyen a un príncipe, en la cual da ejemplos de las virtudes que un monarca debería tener usando de ejemplo a los reyes mexicas,

Bernardino de Sahagún[editar]

Fray Bernardino de Sahagún fue el escritor de la obra titulada Historia general de las cosas de Nueva España, una obra que dejó de escribir aproximadamente en 1580. Esta obra está dividida en doce libros, de los cuales el libro XII, el cual habla sobre la conquista de México, menciona la supuesta reacción que tuvo Moctezuma y los mexicas al recibir las primeras noticias sobre la llegada de los españoles a su imperio:

[Traducción de Bernardino de Sahagún al español del texto en náhuatl. Fragmentos de los capítulos 2 y 3]
Entraron luego en las canoas, y començaron a remar hazia los navíos, y como llegaron junto a los navíos, y vieron a los españoles besaron todos las pruas de las canoas, en señal de adoración; pensaron que era el dios Quetzalcóatl, que bolvía, al qual estavan y están esperando, según parece en la historia deste dios. (...) y luego se partieron para México donde llegaron en un día, y en una noche a dar la nueva a Motecuçoma, de lo que avían visto, y truxeronle las cue[n]tas que les avían dado los españoles, y dixeronle desta manera. Señor nuestro dignos somos de muerte, oye lo que emos visto; y lo que emos hecho. Tú nos posiste en guarda a la orilla de la mar emos visto, unos dioses dentro en la mar, y fuymos a recibirlos, y dimosles vuestras mantas ricas, y véys aquí lo que nos dieron, estas cuentas...
...
(...) y luego vinieron a dar mandado a Motecuçoma con gran priesa. Como oyó la nueva Motecuçoma despachó luego gente para el recibimiento de Quetzalcóatl porque pensó que era él el que venía porque cada día le estavan esperando y como tenía relación q[ue] Quetzalcóatl avía ydo por la mar hazia el orie[n]te y los navíos venía[n] de hazia el oriente por esto pe[n]saro[n] que era él...
[Texto original en náhuatl de la obra]
(...) niman ie ic vi in atl itic ommacalaquique, ommatoctique, quintlanelhuique atlaca. Auh in o intech ompachivito españoles: niman imixpan ontlalquaque acaliacac, in momatque, ca iehoatl in Quetzalcoatl Topiltzin, in oacico, (...) Auh in o tlalhoacca quiçaco: niman oallamelauhque in Mexico, cecemilhuitl, ceceioal in oalnenenque, inic quinonotzaco in motecuçoma, in melaoac in iveliaca quilhuico, quicaquitico: intlatqui oalmochiuhtia in oquicuito. Auh niman ie ic quinonotza. Totecuioe, notelpotzine, ma xitechmotlatlatili ca iz catqui otiquittaque, iz catqui oticchiuhque, ca in vmpa mitzonmotlapielilia in moculhoan, in teuatl ixco. Ca otiquimittato in totecuioan, inteteu in atl itic: in ixquich motilmatzin otiquinmacato: auh iz catqui techmacaque intlatquitzi.
...
Auh niman quinonotztivetzico in Motecuçoma; in oquicac, niman iciuhca tlaioa, in iuh quima, in iuh moma, ca iehoatl in topiltzin Quetzalcoatl in oquiçaco:ca iuh catca iniollo in çan oallaz, in çan quiçaquiuh, quioalmatiz in ipetl, in icpal: ipampa ca vmitztia, iniquac ia.
[Traducción al español de la moderna traducción al idioma inglés de James Lockhart del texto en náhuatl][18]
Entonces se embarcaron, zarparon, y se fueron al agua; la gente del agua remaba por ellos. Cuando se acercaron a los españoles, hicieron el gesto de comer tierra en la proa de los botes. Pensaron que era Quetzalcóatl Topiltzin quien había llegado. (...) Y cuando salieron sobre tierra firme, volvieron directamente a México, moviéndose en esa dirección por el día y por la noche para venir a informar a Motecuçoma, para decirle y reportarle la verdad [¿que habían visto?]. Tomaron las cosas que habían recibido. Entonces le dijeron: «Oh señor nuestro, oh amo, destrúyenos [si eso deseas, pero] esto es lo que hemos visto y hecho en el lugar donde tus subordinados hacen guardia por ti junto al océano. Pues fuimos a ver nuestros señores los dioses sobre el agua; les dimos todas tus mantas, y estas son las cosas preciosas que les pertenecen que nos dieron...»
...
Entonces los mayordomos vinieron rápidamente para decirle a Motecuçoma. Cuando lo escuchó, mandó rápidamente un grupo. El pensó y creyó que que era Topiltzin Quetzalcóatl quien había llegado, pues tenían la opinión que él regresaría, que aparecería, que volvería a su trono, pues él se había ido por esa dirección [al este] cuando se fue.

Sahagún fue un fraile franciscano que llegó a México en 1529 a bordo de un navío acompañado de dos hijos de Moctezuma, quienes habían sido enviados a España por Cortés en el año anterior. Es posible que los dos jóvenes hijos del fallecido emperador hayan conocido a Sahagún e incluso le hayan enseñado a hablar la lengua náhuatl. Él fue uno de los primeros profesores del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, uniéndose en 1536. Para 1547 se encontraba recolectando información sobre la cultura y religión de los indígenas y, con el propósito de facilitar la conversión de los indígenas al cristianismo, la orden franciscana le dio la tarea de hacer un compendio con información sobre este tema en 1558, escribiendo varias obras a lo largo del tiempo. La Historia general es la culminación de sus estudios.[16]

Fernando de Alva Ixtlilxóchitl[editar]

Uno de los historiadores más importantes del México colonial fue el mestizo Fernando de Alva Cortés Ixtlilxóchitl, quien fue descendiente de los reyes de Texcoco, siendo descendiente directo de Nezahualpilli e Ixtlilxóchitl II. Sus obras históricas dan gran detalle acerca del México prehispánico desde la perspectiva acolhua, usando tanto códices antiguos como tradición oral como fuentes de información. Sin embargo, las obras no solo tenían un propósito histórico, sino también político. Cuando su obra fue escrita, ya en el siglo XVII, los acolhuas ya habían perdido el prestigio que poseían en la Nueva España después de la conquista, habiendo pasado décadas desde entonces. Ixtlilxóchitl habrá querido escribir la obra para dar fama a los acolhuas en esta época y así recuperar este prestigio usando los hechos históricos, dando una imagen positiva de los acolhuas en la sociedad novohispana y justificando las acciones de sus ancestros.

En las obras, Ixtlilxóchitl habla de Moctezuma como un tirano que tenía la intención de obtener el control absoluto del imperio interfiriendo con la soberanía de los otros miembros de la Triple Alianza, particularmente con la de Texcoco, hablando de episodios de su reinado en los cuales conspiró en contra de la corona acolhua:

Era tanta y tan insaciable la codicia que el rey Motecuhzoma tenía de mandar y ser señor absoluto, que pareciéndole menos valor tener compañeros en el imperio é iguales á él, iodo se le iba en maquinar y buscar modos, ardides y trazas para conseguir su intento...

Algunas de las historias contadas en la obra de Ixtlilxóchitl, como su supuesta conspiración con los tlaxcaltecas para acabar con la nobleza de Texcoco, han sido consideradas como de desconfianza entre historiadores más recientes, como Alfredo Chavero a fines del siglo XIX, quien observó que la obra «trata siempre de ponerlo [a Moctezuma] mal».[19]​ Las obras de Ixtlilxóchitl han sido relativamente controvertidas entre historiadores desde hace siglos, siendo consideradas como obras de gran importancia por José Fernando Ramírez a mediados del mismo siglo, mientras que Chavero vio estas obras como de «exagerada» importancia. Ya desde fines del mismo siglo en que se escribiieron estas obras, Carlos de Sigüenza y Góngora anotó en el segundo volumen del Códice Chimalpahin, que contiene el Compendio histórico de los reyes de Tetzcoco de Ixtlilxóchitl: «El autor de este compendio histórico de los Reyes de Tetzcoco es D. Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, el cual se debe leer con grande cautela porque por engrandecer a su Progenitor D. Fernando Cortes Ixtlilxóchitl, Señor De Tetzcoco, falta en muchas cosas a la verdad». Desde mediados del siglo XX se ha avanzado la investigación de la vida personal de Ixtlilxóchitl (al igual que las de otros autores de su época), que antes era en gran parte desconocida, y actualmente su importancia para el estudio del México prehispánico es generalmente reconocida, a pesar de la influencia de sus intenciones políticas en su obra.[20]

Reputación moderna[editar]

Siglo XIX[editar]

En el siglo XIX existía un fuerte sentimiento nacionalista entre historiadores mexicanos a causa de la aún reciente guerra de independencia, en la cual México consiguió su independencia después de 300 años de dominación española, con varios historiadores intentando forjar una identidad nacional con la historia del México prehispánico. Esto llevó a un gran aumento de investigación sobre la historia prehispánica del país y avances en el ámbito de la arqueología, los cuales se intensificaron durante el Porfiriato a fines del siglo XIX y principios del XX, también en colaboración con los artistas mexicanos que surgieron a partir de la República Restaurada,[21]​ pero también llevó a la creaciòn del llamado «mito precolombino», bajo el cual se retrataba el pasado mexica como un periodo glorioso y representativo de «la auténtica alma nacional».[22][20]

El historiador Manuel Orozco y Berra habla en el tercer tomo de su monumental obra titulada Historia antigua y de la conquista de México, publicado en 1880, sobre Moctezuma como un líder inepto que, a causa de sus supersticiones y egolatría, terminó fragmentando su imperio de manera fatal, debilitándolo con una guerra civil a causa de su despotismo, el descontento en gran parte de su territorio por sus políticas económicas instaladas para satisfacer su egolatría y los rivales que creó a causa de sus campañas militares hechas por su orgullo, acusando estos factores de haber sido entre las principales causas de la caída del imperio ante los españoles:

Para aquellas circunstancias difíciles, ninguno menos á propósito que el malhadado Motecuhzoma. Las partes más salientes de su carácter las constituyen los dos vicios más ingratos de la humanidad, el orgullo y la superstición. (...) Abandonó en seguida á sus generales los cuidados de la guerra, por lo cual se rebajó en el concepto de su pueblo. Se entregó á las prácticas religiosas con fervor ascético; el culto absorvió sus pensamientos; se encenagó en una superstición absurda, pueril, estúpida. No era rey, que era sacerdote, y sacerdote que al humillarse delante de las divinidades, se creía de la misma talla que ellos. (...) Pero la convicción religiosa del ministro luchaba contra el orgullo del déspota. En su ánimo indeciso no sabía, si resignar el mando ó defender el trono ganado por sus abuelos. Vacilaba, entre el deber que tenía que cumplir, y la vergüenza de bajar al polvo. Sin voluntad firme, pasaba de la angustia de flaca mujer que llora y gime, á la ciega confianza de un insensato. Era un menguado. (...) Ante los embates de la fortuna se doblegó como frágil caña; ante la desgracia quedó fascinado como el pájaro ante la boca de una serpiente; el orgulloso, el omnipotente, el dios, perdió la energía, bajóse él mismo de su alta dignidad, tornándose débil, cobarde y aun villano.

Aunque Orozco también menciona la idea de la asociación entre los españoles y Quetzalcóatl como una de las supersticiones de Moctezuma que causaron el fin del imperio,[23]​ una idea que ha sido popular desde hace siglos, pero que historiadores desde principios del siglo XXI, como Matthew Restall, han cuestionado.[24]

Similarmente, el primer tomo de la enciclopedia México a través de los siglos, escrito por Alfredo Chavero y dirigido por Vicente Riva Palacio, habla de Moctezuma como un hombre que desde joven era supersticioso y fanático religioso, atribuyendo su educación militar y religiosa como lo que debió «formar su carácter» como «fanático y supersticioso» y déspota orgulloso, y que esto provocó el surgimiento de los tlaxcaltecas como poderosos rivales peligrosamente cercanos a su imperio y la división su nación por violentos conflictos religiosos, aparte de la caída del imperio ante los españoles por la supuesta creencia del regreso de Quetzalcóatl. También atribuye sus políticas relacionadas con la división social entre los nobles y plebeyos a su orgullo, aunque a excepción de Orozco, Chavero no habla sobre la guerra civil, pues él considera que esa historia es de dudosa autenticidad. La enciclopedia dice respecto a su estilo de vida: «Tanta suntuosidad y tanto despotismo apenas pueden imaginarse en los grandes imperios del antiguo Oriente».[25]

Siglos XX y XXI[editar]

En décadas más recientes, ya alejándonos de las ideas nacionalistas del México del siglo XIX, las perspectivas sobre el carácter de Moctezuma han cambiado conforme se ha analizado la veracidad de las fuentes antiguas. Aun así, varias de las leyendas que continuaban afectando la percepción sobre Moctezuma continuaban siendo comunes entre historiadores hasta tiempo todavía más recientes, tal sería la supuesta creencia de Moctezuma en la cual asoció a los españoles con dioses, particularmente con Quetzalcóatl. Aún en 1994, por ejemplo, el historiador Ross Hassig escribió en su libro Mexico and the Spanish Conquest (México y la conquista española, en inglés) que la interpretación de la conquista más aceptada era que los mexicas —aunque no solamente Moctezuma— pensaban que el líder de los españoles era Quetzalcóatl.[14]

Aún en la época de la segunda mitad del siglo XX, sin embargo, la imagen de Moctezuma en la imaginación del público continuó siendo la de un mal líder. Un ejemplo de esto es en la obra de Barbara Tuchman The March of the Folly (La marcha de la locura), obra de gran éxito comercial escrita en 1984 que trata de decisiones absurdas hechas por líderes a lo largo de la historia, donde se le culpa a Moctezuma de haber causado la conquista por su propia superstición acerca de la identidad del líder de los españoles como Quetzalcóatl, que describió como un «temor peculiar» de él, y que no hizo ningún intento para detener a los españoles, en su lugar haciendo «la peor cosa que pudo haber hecho en las circunstancias» al ofrecerles lujosos regalos y mensajes que mostraban su debilidad al pedirles que se fueran. Llegó ella incluso escribir que «el caso de Moctezuma nos sirve para recordar que la locura no siempre es explicable».[26]Matthew Restall, escribiendo en su obra del año 2003 titulada Seven Myths of the Spanish Conquest (Siete mitos de la conquista española), atribuye semejantes representaciones de Moctezuma a las obras de figuras franciscanas y tlatelolcas, como el Códice Florentino, y a las cartas de Cortés, obras que son influenciadas por motivaciones políticas y religiosas (véase arriba). En su obra, Restall cataloga la idea de Moctezuma pensando que Cortés era Quetzalcóatl como parte del «mito de desolación nativa», la cual pretende que América tras la conquista se volvió un lugar apocalíptico que fue lemantado por toda la población indígena y que dicha población aceptó su destrucción ante las fuerzas europeas como inevitable, ignorando, por ejemplo, a las poblaciones que se aliaron con los españoles para derrotar a los mexicas.[24]

Moctezuma como símbolo de resistencia indígena y héroe trágico[editar]

Desde los siglos XVIII y XIX, la historia del contacto entre los españoles del conquistador Hernán Cortés y los indígenas mexicas del emperador Moctezuma ha sido una de las más famosas de la colonización de América, lo cual se ve reflejado en la gran cantidad de obras literarias e históricas que se hicieron en esta época sobre el tema,[27][28]​ por lo que ha habido varias veces que el nombre de Moctezuma ha sido usado como un símbolo de resistencia indígena. Por ejemplo: entre los años de 1708 y 1713 hubo movimeintos religiosos entre poblaciones mayas de Chiapas bajo los cuales se promovieron ideas de resistencia hacia las autoridades de la Nueva España con el apoyo divino de santos católicos. Esto empezó tras supuestas apariciones marianas y otros milagros sucedidos en pueblos distintos a lo largo de este periodo cuya autenticidad fue rechazada por las autoridades católicas españolas, llevando a actos de resistencia por estas poblaciones. En uno de estos movimientos, empezado en el pueblo de Cancuc, se dice que se intentó resusitar a Moctezuma para ayudar a los indígenas a derrotar a los españoles. Más tarde, en 1761, Jacinto Canek, líder de la rebelión de Quisteil, Yucatán, de ese año y que también recibió una educación historica entre frailes franciscanos, se llamó a sí mismo «Chichán Motezuma» («Pequeño Moctezuma» en español) cuando fue coronado como el líder de la rebelión. También, de acuerdo con el testimonio de un indígena mensajero capurado en noviembre de ese año, a un cacique de Tabí llamado Francisco Uex, un líder de la rebelión, se le cambió el nombre a Moctezuma.[29]

Moctezuma como es interpretado en la ópera de Carl Heinrich Graun y Federico II. Diseño de Christian Gottlob Fechhelm.[30]

En la literatura y teatro del siglo XVIII, una gran cantidad de obras dramáticas se hicieron sobre el encuentro entre Moctezuma y Cortés. Se ha hecho una amplia cantidad de obras musicales dramáticas basadas en la vida de Moctezuma desde entonces hasta la actualidad, empezando por la ópera seria veneciana de 1733 titulada Motezuma, compuesta por Antonio Vivaldi y cuyo libreto es típicamente atribuido a Girolamo Giusti (aunque otros, como los musicólogos Reinhard Strohm y Michael Talbot, lo atribuyen a su sobrino Alvise Giusti).[31]​ Según el profesor A. Robert Lauer de la Universidad de Oklahoma, se han hecho al menos 20 piezas musicales dramáticas sobre su vida desde la obra de Vivaldi hasta la actualidad, sin contar las varias otras que se centran en Cortés. En obras como Montezuma de 1755, compuesta por el alemán Carl Heinrich Graun y escrita por el rey Federico II de Prusia (originalmente en francés, luego traducida al italiano por Giampetro Tagliazucchi), y la tragedia Motezuma del español Bernardo María de Calzada, de 1784, a pesar de haber muy grandes diferencias en ambas obras, Moctezuma es representado en ambas como un héroe trágico quien murió en defensa de una causa noble, la diferencia principal siendo que en la ópera de Graun fue asesinado por los españoles en defensa de su fe indígena, su imperio y su esposa, mientras que en la tragedia de Bernardo María de Calzada fue asesinado por un sacerdote por su amor a la fe católica. Todas las obras antes mencionadas, a pesar de mostrar historias muy diferentes a la del verdadero Moctezuma, están basadas en la Historia de la conquista de México del historiador español Antonio de Solís y Rivadeneyra (1684), la cual se basa en las obras de Bernal Díaz del Castillo, Francisco López de Gómara y las cartas de Cortés. La visión de Solís sobre Moctezuma es, por esto, favorable, y por ello se ve retratado de esta manera en estas obras.[27]​ La historia del histórico encuentro también se popularizó en Estados Unidos con obras como la de William H. Prescott titulada History of the Conquest of Mexico (Historia de la conquista de México), publicada en 1843, considerada en el siglo XIX como una de las más grandiosas e importantes obras literarias estadounidenses.

Ya desde el siglo XVI había fuentes las cuales trataban a Moctezuma como un héroe trágico. La Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme de Diego Durán, quien nació en España pero había vivido en México desde su niñez, es, según la interpretación de Gordon M. Sayre, profesor en la Universidad de Oregón, uno de los más notables ejemplos de esto. Su obra está basada en relatos de indígenas quienes presenciaron la conquista, sus descendientes que preservaron sus recuerdos y fuentes manuscritas, probablemente incluyendo una actualmente perdida que también habrán usado otros autores (la «Crónica X»). Durán, en su historia, expresa sus dudas respecto a las decisiones de Moctezuma descritas en las obras de Bernardino de Sahagún y Díaz del Castillo que serían posteriormente descritas como absurdas por autores futuros. De varias formas, Durán expresa la historia de la conquista de manera considerablemente dramática y resalta como justicia poética el hecho de que, ya habiendo pasado años desde entonces, varios de los conquistadores de México y sus hijos vivían en pobreza, según la interpretación de Sayre del texto.[28][32]

Guerra tepaneca - nuevo artículo[editar]

Guerra tepaneca

La batalla de Azcapotzalco, según el Códice Tovar.
Fecha 1427 - 1430
Lugar Imperio tepaneca, valle del Anáhuac (actual México)
Resultado

Victoria de la Triple Alianza:

Beligerantes
Fuerzas rebeldes de la Triple Alianza: Azcapotzalco
Comandantes
Itzcóatl
Tlacaélel
Nezahualcóyotl
Maxtla 

La guerra tepaneca o guerra de Azcapotzalco fue una guerra civil librada en el año de 1427 entre las fuerzas lealistas del Imperio tepaneca y las fuerzas rebeldes mexicas y acolhuas. Fue una de las guerras más importantes en la historia de mesoamérica, ya que resultó en la formación de la Triple Alianza entre los altepeme (estados) de México, Tetzcoco y Tlacopan, formando así el Imperio mexica, el cual prontamente se convertiría en la nación más importante de la región por casi un siglo hasta que los españoles lo conquistaron en el año de 1521.

Hasta la primera mitad del siglo XV, el Imperio tepaneca poseía el control de la mayoría del valle del Anáhuac, poseyendo a México como un estado tributario y militar y conquistando territorios a lo largo del sur, norte y este del valle. En el siglo XV, sin embargo, las tensiones dentro del imperio aumentaron a causa del surgimiento de posibles rivales, particularmente conforme México se volvía más independiente durante el gobierno de Chimalpopoca y el príncipe acolhua Nezahualcóyotl planeaba retomar los territorios conquistados por los tepanecas. Estas tensiones finalmente resultaron en el inicio de una violenta guerra tras el asesinato de Chimalpopoca, la toma de poder de Maxtla, y la alianza entre Nezahualcóyotl y el sucesor de Chimalpopoca, Itzcóatl, que permitió a los mexicas y acolhuas recuperar su poder.

Antecedentes[editar]

Coronación de Acamapichtli ilustrada en el Códice Azcatitlan. Tezozómoc y Cuacuauhpitzáhuac se observan en el extremo derecho de la lámina.

El primer tlatoani (rey) de México-Tenochtitlan en ser elegido fue Acamapichtli, pero él no era nativo de México, sino un príncipe de Colhuacan, aunque fue considerado legítimo por ser descendiente de la dinastía de los antiguos toltecas. Los mexicas consideraron importante volverse una monarquía, adoptando el sistema de tlatoanis, para poder tener una sociedad más militarizada y centralizada, al igual que legítima ante los otros pueblos del valle del Anáhuac, pues Tenochtitlan solía tener un gobierno descentralizado que los hacía vulnerables ante los otros pueblos del valle. Sin embargo, tras el inicio de la monarquía México se vio subordinado ante la nación más poderosa del valle en este periodo, el Imperio tepaneca, gobernado por el tepanecatecuhtli (señor tepaneca) de Azcapotzalco, Tezozómoc. Dicho imperio tenía subordinado a la mayor parte de los pueblos del valle, incluido Colhuacan, y por lo tanto México comenzó a ser gobernado en gran parte por los tepanecas, pagando tributos de manera anual a la ciudad de Azcapotzalco y realizando campañas militares para expandir los dominios de los tepanecas, siendo las primeras conquistas realizadas por los mexicas por parte de Azcapotzalco. Aun así, los mexicas gozaron de varios privilegios otorgados a lo largo de los años, y bajo el dominio tepaneca recibieron varios beneficios por sus campañas militares, tal sería la expansión del comercio en la región.[33]

Durante el gobierno de Acamapichtli, varios territorios al suroeste del valle fueron conquistados, entre ellos Xochimilco, Mixquic y Tláhuac. Durante el gobierno de su sucesor, Huitzilíhuitl, la importancia de México en el imperio creció; el pago de tributos se volvió insignificante y se hicieron grandes cambios a la estructura militar de Tenochtitlan, tal sería la introducción del rango de tlacochcalcatl (equivalente a general) y la práctica de batallas navales en canoas de guerra en el lago de Texcoco, lo cual aumentó la movilidad del ejército mexica y facilitó la logística de las campañas a lo largo del valle. Durante su gobierno el imperio se expandió hacia el norte, invadiendo los territorios de Xaltocan y otros pueblos cercanos, y también algunos territorios al sur, tal sería el caso de Cuauhnahuac (actual Cuernavaca). La última camapaña hecha durante el reinado de Huitzilíhuitl fue la invasión de Acolhuacan.[34]

Invasión tepaneca a Acolhuacan[editar]

Expansión territorial del Imperio tepaneca en comparación con los territorios del México actual. Los territorios en rosa son los sometidos en 1418.

En 1418, después de cuatro años de guerra con los chichimecas, Tezozómoc decidió realizar una tregua entre ellos y los tepanecas, enviando embajadores a Ixtlilxóchitl para informarle que se haría la paz con él y se harían celebraciones en el cerro de Chicunauhtla. Ixtlilxóchitl entonces retiró las tropas que se encontraban en Azcapotzalco. Sin embargo, esto se trató de una trampa astuta. Al llegar a Chicunauhtla, durante las celebraciones, envió a sus tropas, entre ellas estando mexicas bajo su mando, a esconderse en el bosque de Temamatlac para prepararse a atacar a Texcoco y matar a Ixtlilxóchitl. Para empeorar la situación, algunos nobles importantes de Texcoco se aliaron con los tepanecas y se unieron a la conspiración. Ixtlilxóchitl recibió esta noticia demasiado tarde y no tuvo tiempo para fortificar a la ciudad ni recibir suficientes aliados.[35]

En la noche del 23 de septiembre de 1418, Ixtlilxóchitl llegó a una barranca llamada Queztlachac, donde se refugió con dos comandantes, unos pocos soldados y su familia. A la mañana siguiente, Ixtlilxóchitl fue informado por un soldado llamado Tezcacoacatl que un gran número de tepanecas estaban llegando al sitio. En ese momento ordenó que todos se retiraran y aseguraran que su familia estuviese a salvo, y que él habría de morir. Nezahualcóyotl se despidió de su padre entonces y se ocultó en un árbol no muy lejano, donde pudo ver entre las ramas a su padre morir.[36]

Reinado y muerte de Chimalpopoca, y el ascenso de Maxtla[editar]

Tras la muerte de Huitzilíhuitl, su hijo de diez años de edad, Chimalpopoca, se hizo tlatoani.

En 1427, Tezozómoc falleció y empezó una crisis de sucesión entre sus hijos. Poco antes de su muerte, Tezozómoc repartió las tierras de su imperio a sus ocho hijos, y la ciudad de Azcapotzalco quedó bajo el cargo de uno llamado Tayauh o Quetzalayatzin, para ser su sucesor como gobernante del imperio, pero el hijo que nombró como señor de Coyoacán, Maxtla, usurpó el trono y mató a su hermano menor para volverse rey.

Representación en el Códice Telleriano-Remensis de la muerte de Chimalpopoca, el ascenso de Itzcóatl al trono tenochca y el inicio de la guerra contra Maxtla.

Conforme Tenochtitlan se volvía más poderosa en la región a causa de los beneficios recibidos a lo largo del tiempo, el gobierno de Azcapotzalco comenzó gradualmente a ver a México menos como un aliado y más como un posible rival. Como resultado de la crisis de sucesión que ocurrió, Chimalpopoca eventualmente fue asesinado. La historia de la muerte de Chimalpopoca tiene varias versiones, tradicionalmente se ha favorecido a la versión narrada en las crónicas de Fernando Alvarado Tezozómoc y Diego Durán, fuentes tenochcas, ambas derivadas de una sola fuente actualmente perdida conocida como la «Crónica X». Estas fuentes aseguran que su muerte fue ordenada por Maxtla. Sin embargo, las fuentes acolhuas, como las obras de Fernando de Alva Cortés Ixtlilxóchitl y el Códice Xólotl, ofrecen una versión distinta en la cual Chimalpopoca fue asesinado en un golpe de estado por sus rivales políticos. Ninguna de las fuentes de que relatan esta historia son completamente verosimiles y se contradicen de manera constante, lo cual ha causado suma confusión respecto a los eventos que resultaron en la muerte del tlatoani.[37][38]


La guerra[editar]

Tras la muerte de Chimalpopoca, Itzcóatl fue elegido como el nuevo tlatoani de Tenochtitlan. A pesar de que Chimalpopoca no dejó descendientes legítimos, Itzcóatl tenía más experiencia que cualquier otro familiar cercano. Irónicamente, una fuerte ventaja que poseía México era su pequeño tamaño, pues al no haber muchos posibles rivales para ocupar el trono tras la muerte de Chimalpopoca, Itzcóatl podía asegurar su posición a partir de su experiencia, mientras que Maxtla se veía con muchos potenciales rivales a lo largo del masivo imperio, y prontamente hubo varios estados que se aliaron para atacar a Maxtla. Nezahualcóyotl, heredero legítimo de Ixtlilxóchitl Ome Tochtli, prontamente recibió varios aliados tanto de tierras acolhuas dominadas por los tepanecas; como Chalco, Coatlinchan y Huexotla; y tierras independientes; como Tlaxcala, Huejotzingo, Cholula, etc. Después de las varias campañas, todo Acolhuacan había sido reconquistado, aunque Nezahualcóyotl permaneció en Chiauhtla.[39]

Bibliografía[editar]

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  33. Hassig, 1988, pp. 125—128.
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