Diferencia entre revisiones de «Diversidad sexual en Chile»

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La caleta de [[Horcón]], sin embargo, se convirtió en una imagen emblemática de dichas situaciones, transformándose durante gran parte del siglo XX en un lugar frecuente de encuentro sexual entre homosexuales y pescadores, quienes practicaban usualmente el rol activo. Horcón era una de las localidades más pobres de los alrededores de Valparaíso, y a ella llegó el acaudalado empresario Federico Claude, heredero de [[Federico Schwager]] y sus compañías de carbón, a instalar su residencia de veraneo. Junto a Claude arribaron varios de sus amigos, quienes usualmente tenían sexo con los pescadores a cambio de beneficios, como alimentos o variados enseres, ejerciendo una suerte de [[prostitución]] implícita y que las mujeres de la caleta debían soportar para poder subsistir.<ref>{{cita web|título=Caleta Horcón: Mezcla de sueños y realidad|url=http://www.cybertour.cl/modules.php?name=News&file=article&sid=41|autor=Reuss, Eduardo|fecha=12 agosto de 2003|fechaacceso=21/11/2009}}</ref> La llegada del [[hippie|hippismo]] durante los [[años 1960]], las mejoras en la calidad de vida de los habitantes de la localidad y el aumento de las libertades para homosexuales en el país, produjo un declive en las actividades homosexuales en Horcón, convirtiéndose actualmente en un tabú para dicha caleta.<ref>{{cita web|autor=Caleta Horcón|url=http://www.caletahorcon.cl/reportajes/reportajes_unatrampa.htm|título=¿Una trampa llamada Horcón?|fechaacceso=21/11/2009}}</ref>
La caleta de [[Horcón]], sin embargo, se convirtió en una imagen emblemática de dichas situaciones, transformándose durante gran parte del siglo XX en un lugar frecuente de encuentro sexual entre homosexuales y pescadores, quienes practicaban usualmente el rol activo. Horcón era una de las localidades más pobres de los alrededores de Valparaíso, y a ella llegó el acaudalado empresario Federico Claude, heredero de [[Federico Schwager]] y sus compañías de carbón, a instalar su residencia de veraneo. Junto a Claude arribaron varios de sus amigos, quienes usualmente tenían sexo con los pescadores a cambio de beneficios, como alimentos o variados enseres, ejerciendo una suerte de [[prostitución]] implícita y que las mujeres de la caleta debían soportar para poder subsistir.<ref>{{cita web|título=Caleta Horcón: Mezcla de sueños y realidad|url=http://www.cybertour.cl/modules.php?name=News&file=article&sid=41|autor=Reuss, Eduardo|fecha=12 agosto de 2003|fechaacceso=21/11/2009}}</ref> La llegada del [[hippie|hippismo]] durante los [[años 1960]], las mejoras en la calidad de vida de los habitantes de la localidad y el aumento de las libertades para homosexuales en el país, produjo un declive en las actividades homosexuales en Horcón, convirtiéndose actualmente en un tabú para dicha caleta.<ref>{{cita web|autor=Caleta Horcón|url=http://www.caletahorcon.cl/reportajes/reportajes_unatrampa.htm|título=¿Una trampa llamada Horcón?|fechaacceso=21/11/2009}}</ref>


[[Archivo:Gabriela Mistral-01.jpg|thumb|200px|La poetisa [[Gabriela Mistral]], cuyo lesbianismo fue confirmado en [[2009]] al desclasificar parte de su correo personal, generó múltiples debates respecto a su sexualidad.<ref>{{cita web|autor=Rompiendo el Silencio|url=http://www.rompiendoelsilencio.cl/2009/09/04/una-madre-lesbiana-para-la-nacion/|título=Una madre lesbiana para la nación|fecha=4 de septiembre de 2009|fechaacceso=21/11/2009}}</ref>]]
En los círculos artísticos y literarios chilenos, radicados principalmente en Santiago, la homosexualidad era vivida libremente e incluso diversos homosexuales eran sumamente influyentes. Diversos autores heterosexuales, como [[Enrique Lafourcade]] y [[Alejandro Jodorowsky]], compartieron con homosexuales quienes impulsaron sus carreras.<ref name=jodor /> La literatura de mediados de siglo también comenzó a desarrollar profusamente historias de temática homosexual, las que se iniciaron con ''[[Pasión y muerte del Cura Deusto]]'', publicada en [[1924]] por [[Augusto D'Halmar]], quien recibiría el primer [[Premio Nacional de Literatura de Chile|Premio Nacional de Literatura]] en [[1942]], y que narraba el trágico amor de un sacerdote por otro hombre. Aunque la novela fue publicada inicialmente en España, es considerada como la primera que habla explícitamente de la relación entre personas del mismo sexo en Latinoamérica. Lafourcade dedica importantes roles a la homosexualidad dentro de sus primeras obras, como en ''Pena de muerte'' ([[1952]]) y ''Para subir al cielo'' ([[1959]]), mientras que en ''[[La chica del Crillón]]'' ([[1935]]) de [[Joaquín Edwards Bello]] aparece un personaje lésbico, tema que fue pocas veces mencionado. La relativa apertura del tema en los círculos aristocráticos y artísticos, influida por los sucesos en Europa, permitió la publicación de diversas obras extranjeras que también trataban el tema.<ref name=literatura />
En los círculos artísticos y literarios chilenos, radicados principalmente en Santiago, la homosexualidad era vivida libremente e incluso diversos homosexuales eran sumamente influyentes. Diversos autores heterosexuales, como [[Enrique Lafourcade]] y [[Alejandro Jodorowsky]], compartieron con homosexuales quienes impulsaron sus carreras.<ref name=jodor /> La literatura de mediados de siglo también comenzó a desarrollar profusamente historias de temática homosexual, las que se iniciaron con ''[[Pasión y muerte del Cura Deusto]]'', publicada en [[1924]] por [[Augusto D'Halmar]], quien recibiría el primer [[Premio Nacional de Literatura de Chile|Premio Nacional de Literatura]] en [[1942]], y que narraba el trágico amor de un sacerdote por otro hombre. Aunque la novela fue publicada inicialmente en España, es considerada como la primera que habla explícitamente de la relación entre personas del mismo sexo en Latinoamérica. Lafourcade dedica importantes roles a la homosexualidad dentro de sus primeras obras, como en ''Pena de muerte'' ([[1952]]) y ''Para subir al cielo'' ([[1959]]), mientras que en ''[[La chica del Crillón]]'' ([[1935]]) de [[Joaquín Edwards Bello]] aparece un personaje lésbico, tema que fue pocas veces mencionado. La relativa apertura del tema en los círculos aristocráticos y artísticos, influida por los sucesos en Europa, permitió la publicación de diversas obras extranjeras que también trataban el tema.<ref name=literatura />



Revisión del 14:47 5 abr 2010

Bandera gay.
Bandera de Chile.

La homosexualidad en Chile ha sido históricamente un tema tabú dentro de la sociedad chilena, caracterizada generalmente como conservadora incluso en comparación con otros países latinoamericanos.

Durante gran parte de la historia chilena, la homosexualidad se mantuvo oculta al estar legalmente prohibida pero sin procedimientos específicos destinados a su represión. La principal excepción fue la persecución de homosexuales durante el primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo y la promulgación de la "Ley de Estados Antisociales" de 1954 que afectaba específicamente a vagabundos, locos y homosexuales. En los últimos años, especialmente tras el inicio de la Transición a la democracia en 1990, la sociedad chilena ha comenzado a ser más abierta con respecto a la homosexualidad: la penalización de la sodomía fue derogada en 1998 y en 2003 fue presentado en el Congreso Nacional un proyecto de ley para establecer un pacto de unión civil entre personas del mismo sexo.[1]​ En 2008, un grupo de parlamentarios presentó nuevamente un proyecto de ley pero destinado a legalizar el matrimonio homosexual y la adopción por parte de familias homosexuales.[2]

A pesar de la apertura que ha vivido la sociedad chilena, aún existen casos de homofobia en diversas instituciones y organismos, especialmente las Fuerzas Armadas de Chile, la Iglesia Católica y la Iglesia Evangélica.

Historia

Culturas precolombinas y época colonial

Catalina de Erauso se travestía como hombre para luchar en la Guerra de Arauco, siendo conocida como "la monja alférez".

Durante la época precolombina, la homosexualidad era un concepto considerado de diversas maneras por los diversos pueblos indígenas que habitaban el territorio. Para los mapuches, la sexualidad era igualitaria entre hombres y mujeres, por lo que un hombre afeminado no perdía ningún privilegio, poder o estatus, simplemente porque ser hombre no era distinto de ser mujer. Los machis antiguamente eran en su mayoría hombres, adornados y vestidos con elementos de características femeninas, puesto que el poder espiritual estaba asociado a dicho género. Según algunos investigadores, los machis weyes, como eran denominados en mapudungun, practicaban la pederastia de forma pasiva, siendo acompañados por jóvenes que actuaban como si fueran sus maridos;[3]​ otros en tanto consideran que la idea de que los machis eran homosexuales o pederastas surgió cuando los conquistadores españoles llegaron a Chile e intentaron comprender las actitudes de los machis desde su perspectiva completamente diferente a la mapuche.[4]​ El Imperio inca, que dominó gran parte del norte y centro-norte de Chile, tenía a la homosexualidad asociada a conceptos de carácter religioso y sagrado, siendo practicada normalmente; incluso, las relaciones lésbicas eran bien vistas.[5]

Con la Conquista de Chile por parte del Imperio español desde 1541 y la instauración del régimen colonial, la homosexualidad quedó prohibida y sancionada al igual que en la metrópolis, siguiendo los preceptos de la Iglesia Católica. A pesar de ello, no era la Inquisición la encargada de sus castigos, sino que los tribunales reales y el obispado.[6]​ En 1612, tras sus expediciones durante la Guerra de Arauco, el gobernador Juan de la Jaraquemada debió regresar al fuerte de Angol para juzgar y condenar a la hoguera a seis soldados acusados de sodomía y traición.[7]​ El influjo de la moral cristiana afectó también a las culturas indígenas: los machis fueron reemplazados en su mayoría por mujeres, e incluso Claudio Gay describiría siglos más tarde que los "indios de Chile", pese a su belicosidad, sólo practicaban la pena de muerte para los culpables de "sodomía y hechicería."[8]

Dentro de la época colonial destaca la historia de Catalina de Erauso, una joven española que se travestía para luchar en la Guerra de Arauco. Tras haber sido expulsada de un convento en San Sebastián, Catalina se embarcó al Nuevo Mundo como hombre para luchar contra las huestes mapuches en 1619. Por su valentía, fue condecorada con el grado de alférez, sin que nadie dudara de su sexualidad masculina. En 1623 confesó su verdadero género y, al comprobarse que era virgen, se la envió a España, siendo entrevistada por el rey Felipe IV de España y el papa Urbano VIII, quienes le permitieron ser tratada como hombre.

Siglo XIX

Pese a alcanzar su independencia a principios del siglo XIX, Chile mantuvo prácticamente invariable su rechazo hacia la homosexualidad. Sin embargo, la concepción existente de la homosexualidad cambió debido a las ideas que darían cuerpo a la nueva nación. Como forma de marcar una diferencia con el pasado colonial, el país recién constituido comenzó un proceso de modernización ideológica, pasando de una visión de carácter eminentemente religiosa a una de carácter científica. Así, la homosexualidad que antes era un pecado, comenzó a ser considerada una enfermedad. A esta visión se suma la idealización de los roles de hombres y mujeres en la sociedad, donde la virilidad se constituía como una virtud masculina que atravesaba y unificaba a las diversas clases sociales, mientras las conductas homosexuales o afeminadas atentaban contra dicho principio.[9]

Las conductas homosexuales fueron tipificadas como crimen bajo el alero del término «sodomía», aunque ésta se definía en general como penetración anal, sin distinguir entre violación, pedofilia y relaciones consentidas. Esta tipificación fue incluida a través del artículo 365 del Código Penal, vigente desde 1875, en que consideraba una pena de presidio menor en su grado medio, es decir, un rango entre los 541 días y los 3 años de presión. Durante el siglo XIX, las causas criminales por sodomía aumentaron con respecto a períodos anteriores y se concentraron principalmente durante el último tercio de dicha centuria. En los juicios realizados por sodomía, incluso se realizaban exámenes médicos del ano y el recto de los imputados para poder determinar la veracidad de las acusaciones de sodomía existentes en su contra.[10][11]​ La comunidad médica chilena consideraba la homosexualidad como una "aberración" y estaba al tanto de los estudios realizados a nivel internacional sobre el tema, aunque no le prestó gran importancia y lo relacionó principalmente con la masturbación.[9]

Como parte de la lucha anticlerical que se pone de manifiesto en el país desde mediados del siglo XIX, muchos críticos de la Iglesia Católica en Chile señalaron a ésta como un foco de homosexualidad a través de sus seminarios e internados, los cuales también atentaban contra la imagen de virilidad del hombre chileno producto del encierro y el celibato. Diversos pasquines existían en el país hablando, entre otras cosas, del desarrollo de la homosexualidad por parte de las congregaciones religiosas, destacando por ejemplo algunas citas de El padre Padilla.

Las verdaderas causas del incremento del mariconismo entre nosotros son las siguientes: la confesion i los internados, i entre estos, mui principalmente los seminarios, que son semilleros de maricones. Entiéndase que al hablar de confesion, no me refiero a la que hacen las mujeres, porque de ella resultan huachos, i nó maricas. Pero de los internados de monjas, cleriguitos i seglares, salen la mayor parte de los fabricantes de roscas y tortillas. I ello se esplica. Entre cien muchachas, entre las cuales no hai un muchacho ni para remedio, las pobrecillas se dicen: «Con lo que hai nos vamos»; i, a falta de carne, le atracan al pescado. Acabad con todos los internados i acabareis con el mariconismo, I tendreis una nacion de hombres mui hombres…
Juan Rafael Allende, "El mariconismo en Chile". El padre Padilla, Santiago de Chile, 13 de marzo de 1886[9]

De igual forma que con la Iglesia Católica, las acusaciones de homosexualidad cayeron sobre diversos grupos, como por ejemplo la burguesía, por parte de grupos de ideología marxista.[9]​ En otras ocasiones, las acusaciones de sodomía eran utilizadas como pretexto y catalizador para discusiones políticas de diversa índole. Entre 1904 y 1905 estalló una acusación de violación de un menor de 11 años por parte de un sacerdote en un exclusivo colegio perteneciente a una congregación católica, lo que pondría en la discusión pública la legitimización de la educación laica y el fin del financiamiento estatal a los colegios religiosos.[12]​ El sacerdote, en medio del revuelo público, sería condenado a 54 años de presidio, una pena bastante mayor a la que tenían otras situaciones de similares características pero de menor impacto público con el fin de ser una condena ejemplificadora.[9]

Siglo XX

Augusto d'Halmar, primer Premio Nacional de Literatura, escribió Pasión y muerte del cura Deusto, una de las primeras novelas hispanoamericanas de temática homosexual.[13]

A partir de los años 1920, la homosexualidad comenzó lentamente a ser aceptada en Chile, principalmente por parte de la aristocracia, producto de los procesos de liberalización que se vivían en Europa, principalmente en París, Londres y Berlín, los principales referentes culturales de la oligarquía.[13]

En el mundo aristocrático y en los ambientes culturales asociados, la homosexualidad era tolerada aunque reprimida. Muchos homosexuales mantenían matrimonios, pero eran habituantes frecuentes de encuentros con otros hombres de su entorno. Otra característica de estos hombres aristócratas eran los encuentros sexuales con personas de niveles inferiores en la escala social. Era común que los acaudalados de Valparaíso bajaran al puerto a tener sexo con marineros, mientras que la Plaza Yungay era el equivalente para los santiaguinos. El día del roto chileno se llegaba a convertir incluso para éstos en una festividad de corte homosexual. A lo largo del país, era habitual entre los pescadores tener sexo con aristócratas, incluso vanagloriándose de aquello como una entretención sin considerarse atraídos sexualmente por personas de su mismo sexo.[14]

La caleta de Horcón, sin embargo, se convirtió en una imagen emblemática de dichas situaciones, transformándose durante gran parte del siglo XX en un lugar frecuente de encuentro sexual entre homosexuales y pescadores, quienes practicaban usualmente el rol activo. Horcón era una de las localidades más pobres de los alrededores de Valparaíso, y a ella llegó el acaudalado empresario Federico Claude, heredero de Federico Schwager y sus compañías de carbón, a instalar su residencia de veraneo. Junto a Claude arribaron varios de sus amigos, quienes usualmente tenían sexo con los pescadores a cambio de beneficios, como alimentos o variados enseres, ejerciendo una suerte de prostitución implícita y que las mujeres de la caleta debían soportar para poder subsistir.[15]​ La llegada del hippismo durante los años 1960, las mejoras en la calidad de vida de los habitantes de la localidad y el aumento de las libertades para homosexuales en el país, produjo un declive en las actividades homosexuales en Horcón, convirtiéndose actualmente en un tabú para dicha caleta.[16]

La poetisa Gabriela Mistral, cuyo lesbianismo fue confirmado en 2009 al desclasificar parte de su correo personal, generó múltiples debates respecto a su sexualidad.[17]

En los círculos artísticos y literarios chilenos, radicados principalmente en Santiago, la homosexualidad era vivida libremente e incluso diversos homosexuales eran sumamente influyentes. Diversos autores heterosexuales, como Enrique Lafourcade y Alejandro Jodorowsky, compartieron con homosexuales quienes impulsaron sus carreras.[14]​ La literatura de mediados de siglo también comenzó a desarrollar profusamente historias de temática homosexual, las que se iniciaron con Pasión y muerte del Cura Deusto, publicada en 1924 por Augusto D'Halmar, quien recibiría el primer Premio Nacional de Literatura en 1942, y que narraba el trágico amor de un sacerdote por otro hombre. Aunque la novela fue publicada inicialmente en España, es considerada como la primera que habla explícitamente de la relación entre personas del mismo sexo en Latinoamérica. Lafourcade dedica importantes roles a la homosexualidad dentro de sus primeras obras, como en Pena de muerte (1952) y Para subir al cielo (1959), mientras que en La chica del Crillón (1935) de Joaquín Edwards Bello aparece un personaje lésbico, tema que fue pocas veces mencionado. La relativa apertura del tema en los círculos aristocráticos y artísticos, influida por los sucesos en Europa, permitió la publicación de diversas obras extranjeras que también trataban el tema.[13]

Pese a esta cierta apertura, el rechazo fuera de estos círculos era generalizado, por lo cual diversos autores de gran importancia ocultaron su homosexualidad del conocimiento público general. Es el caso de José Donoso y Gabriela Mistral, dos de los más grandes escritores de la literatura chilena. Solamente tras la muerte de ambos y la publicación de su obra epistolar personal a comienzos del siglo XXI, se pudo comprobar la compleja homosexualidad de ambos, las que habían sido un tema tabú históricamente.[18][19]​ Tanto Donoso como Mistral en sus cartas reflejaban el dolor de no poder vivir sus relaciones personales, que en el caso de la Premio Nobel de Literatura se reforzaban asociando su lesbianismo a su carácter feminista. Como contrapartida, María Luisa Bombal en El árbol reflejaba sus sentimientos por estar en un matrimonio, con el pintor homosexual argentino Jorge Larco, que carecía de amor y vida sexual.[13]

Una tarde estaba yo en casa de un amigo que siempre sospeché de ser homosexual, sin haberlo confirmado. Llegó entonces el ex marido de una prima mía, un muchacho muy buenmozo, y pude advertir que había algo entre ellos, algo que era amor. Me conmoví hasta los huesos, me dio una envidia, una desesperación, unas ganas de tener exactamente lo que esos dos tenían -y sin embargo, un deseo vehemente de no ser como ellos... Es esa envidia lo que está en la base de todos mis problemas, gorda. ¿De dónde viene, por qué es, qué significa? ¿Hasta dónde puede llegar a destruir nuestra vida, esa envidia mía por una situación homosexual? [...] La tentación es inmensa, terrible, pero resulta que eso (asumir una vida homosexual) me produciría tanto o más dolor que el no hacerlo. Mi neurosis es debida, ahora, a esa sensación de estar viviendo sobre arena movediza".
Carta de José Donoso a su esposa María Pilar Serrano, 30 de agosto de 1960.[20]

Represión estatal

El puerto de Pisagua, en el norte del país, fue utilizado por Carlos Ibáñez del Campo y sus sucesores como campo de concentración de homosexuales.

Al contrario de la apertura vivida en las comunidades aristócratas y artísticas chilenas, el resto del país estaba sumergido en un fuerte rechazo a la homosexualidad. Si bien la sodomía ya era penalizada por el Código Civil, la llegada de Carlos Ibáñez del Campo al poder en 1927 profundizó las políticas de persecusión contra homosexuales.

La dictadura de Ibáñez se caracterizó por una fuerte represión a sus opositores, muchos de los cuales fueron asesinados por diversos grupos paramilitares. Si bien no existen pruebas de que efectivamente se hayan realizado, dentro de las prácticas con que la dictadura atemorizaba a los detenidos estaban las de "fondamiento", que era lanzar a los opositores desde barcos en alta mar con un peso atado en sus piernas, de tal forma de que se hundieran rápidamente. Ibáñez, que era profundamente homofóbico (según algunos, debido a que su hijo homónimo era homosexual), ejecutó una serie de redadas contra homosexuales, deteniendo a una gran cantidad de ellos. En muchas oportunidades, aunque nunca se ha comprobado, se ha mencionado que el gobierno de Ibañez realizó razzias de detención de varios homosexuales en Santiago, siendo enviados posteriormente a barcos en Valparaíso para ser ejecutados de la forma descrita previamente.[21]

Lo que sí es cierto que varios de los detenidos por "sodomía" fueron enviados al puerto de Pisagua, en el norte del país, donde se estableció una especie de campo de concentración para homosexuales, lo cual no sólo fue realizado por Ibáñez, sino que también por sus sucesores, existiendo certeza de estas políticas hasta 1941, durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda.[21]​ Pisagua, rodeada por altos cerros y el océano, sufría en esa época un masivo éxodo de sus habitantes por lo que se convirtió en un lugar perfecto para la encarcelación de diversos reprimidos, lo cual sería posteriormente realizado también por Gabriel González Videla y Augusto Pinochet contra sus opositores políticos.[22]

En 1952, cuando Ibáñez regresó al poder, esta vez democráticamente como presidente, continuó con sus políticas represivas. Durante su gobierno fue promulgada la Ley N.º 11.625 de Estados Antisociales (1954), propuesta incialmente durante el gobierno de su antecesor González Videla, que establecía diversas medidas de seguridad (como internaciones curativas, multas y presidio) contra grupos de "peligrosidad social", incluyendo a vagos, toxicómanos y homosexuales, entre otros.[23]​ Esta ley necesitaba de un reglamento que permitiría su aplicación, pero que nunca fue dictado, quedando sin uso hasta su derogación en 1994; sin embargo, dicha ley habría tenido aparentemente una aplicación marginal, quedando registro de algunos homosexuales trasladados a localidades como Chanco y Parral.[21]

Quedan sometidos a las disposiciones del presente Título y sujetos a las sanciones que como medidas de seguirdad establece: [...] 5º. Los que por cualquier medio induzcan, favorezcan, faciliten o exploten las prácticas homosexuales, sin perjuicio de la responsabilidad a que haya lugar, de acuerdo con el articulo 365, 366, 367, y 373 del Código Penal.
Ley N.º 11.625 de Estados Antisociales, 4 de octubre de 1954.[24]
El presidente Jorge Alessandri fue víctima de ataques homofóbicos por parte de algunos medios de comunicación opositores.

La antigua libertad vivida en los círculos artísticos y en la aristocracia, junto a la predominancia homosexual en la cultura chilena, que existió hasta los años 1950 prácticamente desapareció como efecto de las persecusiones del gobierno de Ibáñez. Un ejemplo de ello fue el actor Daniel Emilfork, que se radicó en Francia.[14]​ Muchos prefirieron emigrar a Europa y los Estados Unidos en busca de mayor libertad.

En los gobiernos posteriores, aunque la represión por parte del Estado disminuyó considerablemente, no fue así en la de la sociedad. Un ejemplo de ello fue el trato dado por los medios de comunicación a los homosexuales o cómo utilizaban la homosexualidad como una forma de desprestigio.[25]​ El caso más claro fue el vivido por el Presidente de Chile entre 1958 y 1964, Jorge Alessandri. Alessandri fue el primer presidente soltero en la historia de Chile, lo cual generó una serie de rumores en un país tan conservador como Chile sobre su sexualidad; el mito de su homosexualidad fue utilizado por la satírica revista Topaze y por el periódico El Clarín, quienes denominaban al derechista Alessandri como «La Señora».[26]

Quizás el emblema más importante de la homofobia mediática fue El Clarín, de corte popular, sensacionalista y de izquierda, que continuamente publicaba notas sobre homosexuales de forma denigrante, titulando usualmente con notas de crónica roja cometidas por "colipatos", "locas" o "yeguas", como usualmente denominaba a los gays.[27]​ Esta homofobia realizada por parte de la prensa izquierdista se puede considerar como efecto de la idealización del prototipo de hombre durante los años de la Unidad Popular, correspondiente al obrero esforzado. Así, la izquierda levantaba a la virilidad como ideal de la revolución liderada por Salvador Allende, mientras la derecha aprovechaba la imagen de la femeneidad, visible en las manifestaciones de cacerolazos; la homosexualidad, por tanto, quedaba contraria a ambas concepciones, especialmente a la de la izquierda política.[25]

El 22 de abril de 1973 ocurrió en la Plaza de Armas de Santiago la primera manifestación de homosexuales en Chile. Cerca de unos veinticinco homosexuales y travestis que usualmente recorrían en las noches las calles Huérfanos y Ahumada en el centro de Santiago se reunieron para protestar por los abusos de Carabineros, que los apresaban continuamente por "faltas a la moral y las buenas costumbres", los golpeaban y rapaban la cabeza. Pese a esta represión, la manifestación se realizó con normalidad mas los medios de comunicación se encargarían de los ataques a través de sus crónicas. Incluso, el intendente metropolitano dijo que utilizaría "de la fuerza pública y de todos los resortes que [le] da el mandato constitucional" con tal de impedir una nueva manifestación programada esta vez en el Barrio Alto de la capital.[28]

Ostentación de sus desviaciones sexuales hicieron los maracos en la Plaza de armas
Las yeguas sueltas, locas perdidas, ansiosas de publicidad, lanzadas de frentón, se reunieron para exigir que las autoridades les den cancha, tiro y lado para sus desviaciones. Pese a que la reunión había sido bastante publicitada, la policía no se hizo presente. Entre otras cosas, los homosexuales quieren que se legisle para que puedan casarse y hacer las mil y una sin persecución policial. La que se armaría. Con razón un viejo propuso rociarlos con parafina y tirarles un fósforo encendido

Régimen Militar

Durante el Régimen Militar, liderado por Augusto Pinochet y existente entre 1973 y 1990, existió una represión y censura por parte de los militares hacia la comunidad homosexual y transexual,[30]​ donde hay evidencias de tratos denigrantes, detenciones, torturas y asesinatos por el solo hecho de ser homosexual.[31]

La represión impidió la creación de una asociación lésbica hasta 1984, fecha de la creación de Ayuquelén, el primer grupo de su tipo. El año anterior la visita de algunas feministas a la segunda Reunión de Feministas de América Latina y el Caribe, puso la semilla para su creación, aunque el punto de inflexión fue el asesinato a golpes de una mujer que había «robado» la novia a un policía. El asesinato lo realizó el mismo policía en plena calle y ante numerosos testigos, a grito de «¡Maldita lesbiana!», sin que nadie se atreviese a intervenir. La asociación estuvo desde sus inicios ligada al movimiento feminista, aunque sus relaciones fueron difíciles. En 1987 realizaron su primera entrevista en un periódico, que les dio visibilidad, pero produjo problemas con las feministas que temían una identificación de ambos movimientos. En esa época entraron en contacto con el ILIS y el ILGA y más tarde colaboraron con el MOVILH en algunos temas como la abolición de artículo 365 del código penal.[32]

Apertura en el siglo XXI

Pese al fin del Régimen Militar en 1990, los primeros años de la Transición chilena a la democracia no cambiaron los prejuicios contra la homosexualidad en Chile. Un ejemplo de ello fue el incendio que afectó a la discoteca Divine en Valparaíso, el 4 de septiembre de 1993, y en el cual las actitudes homofóbicas de la población se manifestaron tanto por parte de las víctimas como de las instituciones destinadas a proteger a éstas. Aunque se especuló de un posible atentado, la Justicia chilena cerró el caso sin culpables y sólo en 2008 logró ser reabierto.

A mediados de la década de los años 1990 comenzó un lento proceso de apertura. Recién en 1999, la Ley 19.617 modificó el artículo 365 del código penal chileno que sancionaba la sodomía, quedando únicamente penada la relación homosexual carnal con menores de edad.

Con el advenimiento del siglo XXI, la aceptación de la homosexualidad comenzó a aumentar rápidamente en la población chilena y las muestras públicas de homofobia comenzaron a declinar. La influencia de la televisión fue de gran importancia. Si bien un comienzo, éstos se concentraron con la salida del armario de personajes relacionados con el mundo artístico, pronto comenzaron a nacer programas que mostraban la realidad de personas homosexuales. El hito lo marcó la telenovela Machos, lanzada en 2003 por Canal 13 y que fue la primera en contar con un rol protagónico de un homosexual, dejando de lado la caricaturización tradicional de personajes gays en las telenovelas chilenas. Pese a que Machos no mostró explícitamente la vida homosexual del personaje interpretado por Felipe Braun, permitió la aparición de otros personajes sexualmente activos como en Los Treinta (2005), telenovela nocturna donde se mostró el primer beso entre dos hombres en la televisión chilena,[33]Cómplices (2006), donde aparece la primera pareja homosexual que tiene un rol de relevancia en una teleserie chilena, o ¿Dónde está Elisa? (2009), telenovela nocturna donde por primera vez se mostró a dos hombres en la cama.[34]Los exitosos Pells (2009) fue la primera telenovela chilena en mostrar un beso entre dos hombres en horario apto para menores.[35]

La sociedad chilena ha aumentado su tolerancia, aunque las expresiones abiertas de homosexualidad aún son pocas. De acuerdo a un estudio realizado en 2006, un 64% de los chilenos opinaba que la homosexualidad debía ser aceptada, contra un 31% de rechazo, cifras similares a la de países como Brasil, México e Italia, superior a Perú, Venezuela, Polonia y Estados Unidos, pero inferior a Argentina y gran parte de Europa Occidental.[36]​ La tendencia además aumenta en los jóvenes: un 76% de las personas entre 18 y 25 años está en favor de la aceptación de las conductas homosexuales, contra un 56% de los mayores de 40 años.[36]

Aunque tímidamente iniciadas durante los años 1990, en la década siguiente las marchas del orgullo gay y otras manifestaciones se han ampliado y desarrollado en libertad, especialmente en el centro de Santiago (como en el Palacio de La Moneda).

En Santiago se organiza anualmente la marcha del orgullo gay, que contó con más de 5.000 asistentes en la Alameda durante su edición de 2008,[37]​ lo cual ocurre también en otras ciudades del país pero a mucha menor escala. De igual forma, el ambiente gay en Chile ha aumentado considerablemente durante los años 2000, concentrándose principalmente en Santiago de Chile, en el Gran Concepción y en el Gran Valparaíso en menor grado, pero notoriamente más bajo que en ciudades de países cercanos, como Buenos Aires o Río de Janeiro. Las discotecas santiaguinas se concentran en el sector del Barrio Bellavista y el Barrio Lastarria. Este último también ha sido denominado en algunas ocasiones como una especie de barrio gay santiaguino, debido a la alta presencia de comercio destinado a clientes homosexuales que habitan en los departamentos de las cercanías.[38]

Pese a esta apertura, aún existen altos grados de homofobia, por parte de diversas instituciones chilenas. La Iglesia Católica en Chile y algunas comunidades evangélicas han manifestado su rechazo a la apertura hacia comunidades homosexuales, mientras el MOVILH las ha calificado dentro de las instituciones chilenas con mayor grado de homofobia junto a la Corte Suprema. Además, se han registrado diversas expulsiones de profesores y suspensiones de alumnos debido a su condición sexual, tanto en colegios públicos como privados.

Diversos casos de homofobia han aparecido en el país durante los últimos años, siendo los más conocidos el caso de los jueces Karen Atala y Daniel Calvo. Atala perdió la custodia de sus hijos en 2003 por convivir con su pareja lésbica y el caso actualmente está en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos debido a la discriminación manifestada por su orientación sexual.[39]​ En el caso de Calvo, éste fue alejado de su investigación en el Caso Spiniak (sobre prostitución infantil) tras ser captado por una cámara escondida de Chilevisión ingresando a un sauna gay, y suspendido por 4 meses de su cargo de ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, finalmente fue trasladado a la 4ª Fiscalía Judicial del Corte de Apelaciones de Santiago, es decir, dejó su puesto de ministro de Corte y asumió funciones auxiliares en el mismo tribunal.[40][41]

Iniciativas legales

Referencias

  1. Biblioteca del Congreso Nacional (20 de septiembre de 2006). «Matrimonio homosexual». Consultado el 26 de diciembre de 2005. 
  2. MOVILH (7 de marzo de 2008). «Gran paso: presentan proyecto de ley para matrimonio gay y lésbico en Chile». Consultado el 9/03/2008. 
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Véase también

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