Segunda República española en el exilio

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España
Segunda República Española

Gobierno en el exilio


1939-1977


Escudo
Bandera Escudo
Lema nacional: Plus Ultra
(en latín Más allá)
Himno nacional: Himno de Riego
Capital Madrid¹
Capital en exilio México DF (1939 - 46)
París (1946 - 77)
Idioma oficial Castellano²
Gobierno República parlamentaria en el exilio
Presidente de la República
 • 1945-1962 Diego Martínez Barrio
 • 1962-1970 Luis Jiménez de Asúa
 • 1970-1977 José Maldonado González
Legislatura n/d
Período histórico Guerra Fría
 • Victoria del Bando sublevado 1 de abril de 1939
 • Fin del Gobierno de exilio 15 de junio de 1977
Moneda Peseta


Miembro de:
Notas
¹ Constitución de 1931, art. 5: "La capital de la República se fija en Madrid".
² Constitución de 1931, art. 4: "El castellano es el idioma oficial de la República".

Segunda República Española en el exilio es el nombre dado a las instituciones republicanas en el exterior que seguían representando al Estado emanado de la constitución de 1931 después de la victoria del ejército sublevado en la Guerra Civil Española. Mantuvieron la continuidad de esa representación entre 1939 y 1977. La sede del gobierno en el exilio se ubicó primero en Ciudad de México para trasladarse el 8 de febrero de 1946 a París, Francia.

Reconstrucción de las instituciones en el exilio y principales actividades

La Diputación Permanente de las Cortes, después de su última reunión en París el 27 de julio de 1939, es reconstituida en México en junio de 1945, convocando a una reunión de las Cortes.

Las Cortes exiliadas se reúnen el 17 de agosto de 1945 en la Sala de Cabildos del Zócalo en Ciudad de México. Se procede a la promesa de Diego Martínez Barrio como Presidente interino y, en sus reuniones del 7 al 9 de noviembre de 1945 en Ciudad de México, a dar su voto de confianza al nuevo gobierno de José Giral. A partir de 1962, el cargo de presidente de las Cortes coincidirá en la persona de los sucesivos presidentes de la II República española, para evitar que Dolores Ibárruri, elegida Vicepresidenta de las Cortes durante la Guerra Civil española, pudiera presidirlas. Durante todo el periodo se siguieron sucediendo formalmente presidentes de la II República española y nombrando presidentes del gobierno. También mantuvieron su continuidad en el exilio los gobiernos autonómicos vasco y catalán.

Reconocimiento internacional

Movimientos a favor de la República

México fue el primer Estado en reconocer como legítimo al gobierno en exilio de la II República española en agosto de 1945. Tal decisión se mantuvo hasta 1977, cuando se restablecen relaciones diplomáticas entre México y España, pero en la práctica los vínculos comerciales y culturales entre ambos países se desarrollaron sin sobresaltos. Similar colaboración otorgó México a los exiliados españoles desde su acogida por el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río, dándoles facilidades para establecerse en suelo mexicano.

Otro Estado que reconoció hasta 1977 a la II República Española como único gobierno legítimo fue Yugoslavia, aunque tal situación no generó mayores dificultades debido al la escasa relación efectiva entre ambos países. Los países del Pacto de Varsovia, si bien se rehusaron a establecer relaciones diplomáticas con la España franquista, tampoco emitieron reconocimiento alguno a favor de la República Española en el exilio.

Por iniciativa de la delegación de México en la Conferencia de San Francisco de las Naciones Unidas de 1945 se apoya una moción de repudio al gobierno de Francisco Franco y se reconoce al gobierno en el exilio la representación de España a nivel internacional. La medida es respaldada por todas las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial en la Conferencia de Potsdam en octubre del mismo año.

La Asamblea General de las Naciones Unidas confirma dicha moción en febrero de 1946 y vota en diciembre del mismo año excluir el ingreso del Estado Español al organismo internacional pero ello no genera un inmediato reconocimiento por parte de la ONU en favor del gobierno republicano en el exilio como "gobierno legítimo de España".

Contexto favorable al franquismo

Franco y Eisenhower en Madrid en 1959.

Con las primeras tensiones de la Guerra Fría (como el Bloqueo de Berlín), el aislamiento del régimen franquista empieza a ser descartado por Estados Unidos, quien en pleno auge de la Doctrina Truman está dispuesto a otorgar ayuda financiera y política a todo país que se oponga al comunismo soviético. En 1950, en plena Guerra de Corea, el gobierno de Francisco Franco consigue el apoyo de los Estados Unidos para revocar la prohibición de establecer delegaciones diplomáticas y luego posteriormente ingresar en la ONU como país miembro (lo cual la España franquista consigue el 14 de diciembre de 1955). A partir de entonces, el gobierno republicano en el exilio pierde toda opción de ser siquiera tomado en cuenta por los países aliados de EEUU de Europa Occidental.

Para entonces, el régimen franquista se ha posicionado como aliado de los EEUU en su anticomunismo, explotando la posición geográfica de España en el Mediterráneo y en el Atlántico, mientras el franquismo termina de suprimir los últimos vestigios exteriores de su antigua adhesión al fascismo. Este hecho consigue que el apoyo al franquismo como gobierno de facto de España genere una aceptación de jure de esta situación y los apoyos internacionales al franquismo se fortalecen hasta romper el aislamiento internacional de posguerra, en perjuicio del gobierno republicano en el exilio. Esto empieza notablemente, por el apoyo del Vaticano a España (mantenido desde 1939 y plasmado en el Concordato de 27 de agosto de 1953) y luego con los pactos de asistencia bélica celebrados entre España y Estados Unidos (el 26 de septiembre del mismo año), asegurados además con una visita oficial del presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower a España en diciembre de 1959.

Actos del gobierno en el exilio

Divisiones tras el fin de la contienda

Tras el final de la guerra, precipitado por la división interna del bando republicano (que llegó hasta los enfrentamientos armados), los recelos entre los partidos del Frente Popular -y de las facciones dentro de cada uno- se vieron complicados aún más por el cambio de la situación internacional. El Tercer Reich, a los pocos días de terminar la guerra en España (el 1 de abril de 1939), provoca la crisis de Dánzig el 28 de abril de 1939, que no pudo ser resuelta eficazmente por Gran Bretaña y Francia con ninguna política de apaciguamiento como la mantenida hasta el momento.

En agosto de 1939 la situación interna del gobierno republicano se vio muy afectada por el Pacto Mólotov-Ribbentrop celebrado entre la URSS y el Tercer Reich, donde ambos regímenes profundamente enfrentados por cuestiones ideológicas acordaban un nivel de cooperación desconocido hasta entonces, formando una alianza informal. De acuerdo con la nueva línea política dela URSS, los partidos políticos de Europa Occidental (y entre ellos el PCE) cesaron sus críticas a Alemania y trasladaron sus censuras a las democracias capitalistas después que Alemania atacara a Polonia y empezara con ello la Segunda Guerra Mundial desde setiembre de 1939.

El ataque de la URSS a Finlandia en diciembre del mismo año, la invasión soviética contra Lituania, Letonia y Estonia en junio de 1940, y el cese de toda condena de los partidos comunistas contra la Alemania nazi ponían al PCE en una posición difícil dentro del campo republicano, y con él al propio gobierno de Juan Negrín, cuyo principal sustento político era precisamente el PCE. Ello facilitó que desde fines de 1939 los líderes exiliados del PSOE en México liderados por Indalecio Prieto establecieran la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles como órgano separado del Servicio de Emigración de los Republicanos Españoles (SERE) fundado por el gobierno de Negrín y colocado para la dirección efectiva de militantes del PSOE aliados con Negrín. Esta división mostraba las graves disensiones internas del PSOE, dividido en un bloque leal a Largo Caballero e Indalecio Prieto y en otro bloque liderado por Negrín y aliado con el PCE. No obstante, el SERE desarrollará sus actividades con dificultad a lo largo de 1939 alegando falta de fondos, y en la práctica cesará sus actividades con la invasión alemana de Francia en junio de 1940. El JARE subsistirá en México hasta 1941 cuando el presidente mexicano Manuel Ávila Camacho (sucesor de Lázaro Cárdenas) dispone que los fondos del JARE sean administrados por el gobierno mexicano tras las denuncias de despilfarros y falta de control del dinero empleado en favor de los exiliados españoles.

Efectos de la Segunda Guerra Mundial

La posterior invasión alemana de la URSS (22 de junio de 1941) generó inmediatos cambios en la actitud de los comunistas de Europa Occidental, que desde ese momento reanudaron su lucha contra el nazismo. El PCE tampoco fue la excepción y retomó su alianza con los demás españoles republicanos, que veían la victoria aliada como la suya propia.

La ocupación nazi de Francia colocó a los refugiados españoles como sospechosos ante el régimen nazi y ante la Francia de Vichy, y los líderes de la República en el exilio debieron escapar inmediatamente de la Francia ocupada, estableciendo la sede del gobierno exiliado en México. En Francia quedaron, no obstante, grupos de españoles adheridos a la Resistencia francesa que lucharon contra el nazismo y corrieron la misma suerte que sus compañeros franceses durante dicho enfrentamiento, incluyendo en muchos casos la muerte o la deportación a campos de concentración (como fue el caso de Francisco Largo Caballero).

El gobierno Negrín (a pesar de ser éste socialista) estaba sustentado en la práctica tan sólo por el PCE y la Unión Nacional, que controlaba las fuerzas guerrilleras que actuaban en Francia casi como un ejército republicano español reconstituido. Los recelos que suscitaba una guerrilla dominada por comunistas provocaron que el gobierno Negrín fuera desconocido por la Junta Española de Liberación (JEL), institución creada con vocación de alternativa al gobierno republicano por una reunión en México (noviembre de 1943) presidida por Diego Martínez Barrio (luego sustituido por Félix Gordón Ordás) y con la presencia significativa de Indalecio Prieto en su secretaría general. Además del PSOE acudieron a México un puñado de partidos republicanos y catalanes (entre ellos Esquerra Republicana de Catalunya); para evitar conflictos se evitó convocar a comunistas y anarquistas, y el PNV se negó a asistir. La participación de otras fuerzas como los trotskistas del POUM (a duras penas reconstruido tras los sucesos de mayo de 1937 y los procesos de 1938) ni siquiera se planteaba. En 1943 el PSOE refugiado en México, a instancias de Prieto, rehusó reconocer la legitimidad del gobierno republicano presidido por Negrín, quien se hallaba refugiado en Londres desde 1940.

El Toulouse recién liberado de la presencia nazi pasó a ser la "capital informal" del exilio republicano español desde fines de 1944, y en él se intentan intensificar las actividades de la JEL creada al margen del gobierno republicano con las nuevas siglas ANFD (Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas, septiembre de 1944) donde a los partidos anteriores se añaden Izquierda Republicana, Partido Republicano Federal, Movimiento Libertario y los sindicatos CNT y UGT.

En octubre de 1944 se firma el pacto de la ANFD en que se alude a la libre decisión de las formas políticas, en clara referencia a una solución no necesariamente republicana que permita un acercamiento a los monárquicos y las potencias occidentales. También se creó una Agrupación Militar de la República Española afín, todo ello se desarrolló simultáneamente a la fracasada invasión del Valle de Arán por los guerrilleros vinculados a la Unión Nacional y a la reactivación del maquis en el interior en los años 1945 y 1946 (interior es el término con que se referían los exiliados y los opositores en general a lo que ocurriera en España).

Consensos dentro del exilio

La impopularidad de Negrín entre la mayoría de exiliados republicanos causa que la jefatura del gobierno en el exilio pase a José Giral, ya instalado en París a inicios de 1945. Giral reúne un conjunto mayor de fuerzas políticas y las integra en el gobierno exiliado, desde el PCE con Santiago Carrillo hasta Castelao (galleguista) y Rafael Sánchez-Guerra (republicano conservador). No obstante, la unidad republicana no existía: una importante corriente socialista, la de Indalecio Prieto, buscaba contactos con los monárquicos de José María Gil-Robles para derrocar a Franco con apoyo de los aliados occidentales, y lo mismo hacía un grupo de la CNT alegando que la forma de Estado podría decidirse en un referéndum no necesariamente próximo, pues el principal objetivo era expulsar del poder al régimen de Franco antes que calcular combinaciones gubernamentales a futuro.

El PCE y los anarquistas buscaban forzar la situación en el interior de España, considerando posible la caída de Franco después que sus mayores aliados (la Alemania nazi y la Italia fascista) habían sido totalmente vencidos en la guerra. La mayor parte de los republicanos se definen por una política de atentismo (galicismo derivado de attentisme que significa inclinación a esperar), lo cual implicaba esperar la "caída espontánea" de Franco sin realizar actos de gran envergadura para ello, que se veía inevitable tras las de Mussolini y Hitler. El fracaso de la invasión del Valle de Arán y el rechazo de la URSS a patrocinar guerrillas comunistas en España obliga al PCE a abandonar paulatinamente la lucha en el maquis, cesando todo su apoyo a ésta en 1948.

El Gobierno de Rodolfo Llopis (febrero de 1947) no prescindió del PCE, como hubiera querido Indalecio Prieto y su ala del PSOE, y resulta todo lo plural que se podía, estando representadas organizaciones de todo el arco parlamentario, desde el PNV vasco a la CNT. Una de sus decisiones es encargar a Trifón Gómez el inicio de contactos con el príncipe Juan de Borbón, que no tuvieron éxito. El PSOE abandonó el gobierno republicano en julio del mismo año y no retornaría a éste, para intentar desvincularse de los comunistas (que por su parte están saliendo de todos los gobiernos de Europa Occidental, en plena Guerra Fría).

Decadencia

Los dos gobiernos sucesivos de Álvaro de Albornoz (agosto de 1947-1951) son abandonados por el PSOE y el PCE, sólo cuentan con ministros republicanos de centro, y carecen de apoyos masivos entre los exiliados. En paralelo la España de Franco empieza a romper su aislamiento internacional aliándose con Estados Unidos, lo cual fuerza a que los aliados estadounidenses de la OTAN admitan lentamente reconocer al franquismo; mientras tanto los países comunistas del Pacto de Varsovia simplemente ignoran al gobierno republicano en el exilio, el cual ya cumple más de diez años fuera de España.

En paralelo, la España franquista a mediados de la década de 1950 da síntomas de graves problemas económicos, pero no de "descomposición interna" y la teoría del atentismo queda desmentida en los hechos, siendo cada vez más difícil para los exiliados confiar en la caída "espontánea" de Franco. Peor aún, la negativa de la ONU en 1946 al ingreso de la España franquista en su seno no había generado el inmediato reconocimiento del gobierno republicano en el exilio como autoridad legítima y representante de España, lo cual enfría los ánimos de los exiliados. Tal sentimiento se refuerza cuando la ONU admite como integrante a la España franquista en 1955, cuando ya prácticamente todas las grandes potencias mundiales reconocían al régimen de Franco en la práctica.

Sin apoyo del PSOE ni el PCE, y con las fuerzas antifranquistas de derecha adheridas a la restauración monárquica al lado de Juan de Borbón, dos grupos notablemente disminuidos como la Izquierda Republicana y la Unión Republicana son los únicos partidos que sostienen al gobierno de la República en el exilio; éste a su vez reduce su tamaño desde inicios de la década de 1950 y elimina diversas carteras que empiezan a carecer de sentido al alejarse la posibilidad real de la caída pronta del franquismo.

Las necesidades políticas urgieron a que la Izquierda Republicana y la Unión Republicana se fusionaran en 1959 para fundar la Acción Republicana Democrática Española o ARDE, con un programa consistente en la supresión de la dictadura franquista y transición a un sistema democrático, el "final auténtico" de la guerra civil, el restablecimiento de las libertades, y la celebración de unas elecciones libres en las que los españoles decidieran su forma de gobierno (lo cual rechazaba la imposición inmediata de una monarquía a la muerte de Franco). Desde sus inicios la ARDE trató de cooperar con otros grupos antifranquistas establecidos en España, pero la realidad era que su presencia e influencia fueron muy escasas.

A partir de mediados de la década de 1950 las instituciones republicanas, aunque persisten en su funcionamiento efectivo en sus núcleos de México y París, dejan de tener importancia fuera del conjunto de exiliados, pues ni contarán en las relaciones internacionales ni serán tenidas en cuenta por los grupos principales de la oposición al franquismo (menos aún entre los auspiciados por el PSOE o el PCE) que surgen en la década de 1960.

De hecho, a partir de 1960 el gobierno en el exilio carece de relación real con los grupos opositores a Franco salvo entre los mismos círculos de exiliados y con algunas figuras intelectuales (como Luis Jiménez de Asúa, él mismo "Presidente de la República" en el exilio) manteniendo muy escasos vínculos efectivos con movimientos políticos dentro de España. Para entonces numerosos líderes republicanos (Martínez Barrio, Prieto, Largo Caballero, Giral) han fallecido ya en el exilio, y con ello el liderazgo del gobierno de la República pasa a militantes más jóvenes y menos conocidos dentro de España, quienes establecidos en el extranjero durante muchos años carecen de influencia auténtica en el "interior".

Movimientos de la oposición en el interior

La entrevista enre Indalecio Prieto y José María Gil-Robles, patrocinada por Gran Bretaña en octubre de 1947, no consigue una aproximación clara entre izquierdas y derechas opuestas a Franco y causa problemas a los monárquicos próximos a la dictadura franquista, que aún esperaban contar con el apoyo de Gil-Robles para su causa. Contradictoriamente, el príncipe Juan de Borbón se reúne con Franco en el yate Azor para confiarle la educación de su hijo Juan Carlos de Borbón al mismo tiempo que permite la firma del Pacto de San Juan de Luz entre el PSOE y la Confederación de Fuerzas Monárquicas (ambos eventos ocurridos en agosto de 1948, con cinco días de diferencia).

Al mismo tiempo que el pacto entre los monárquicos y el PSOE se hacía público, el PCE decidía (octubre de 1948) poner fin a las actividades del maquis, reconociendo que era inviable acabar con el régimen franquista mediante la lucha armada y optando por otra política más eficaz, aunque tampoco resolutiva, que vendrá en llamarse de reconciliación nacional, incluyendo la infiltración en los sindicatos verticales patrocinados por el franquismo. Todo ello mostraba que dos de las principales corrientes de exiliados (la del PCE y la del PSOE) actuarán definitivamente sin contar con la República en el exilio. Esta posición continuó a pesar que el Pacto de San Juan de Luz, ratificado por el congreso del PSOE (Toulouse, 1951), nunca se hace efectivo.

La salida de la dictadura franquista tuvo que esperar largos años hasta la propia muerte de Franco en 1975, la Transición, y las elecciones de 1977, en las que sólo dos temas, la República y la unidad de España, estaban vetados en las propuestas por la Ley de la Reforma Política de Adolfo Suárez para los partidos que quisieron presentarse, lo cual anulaba por completo las esperanzas de la ARDE, la reducida organización política que aún entonces era el sustento del gobierno republicano en el exilio. El mismo PCE fue legalizado en abril de 1977 y, en una famosa rueda de prensa, el líder comunista Santiago Carrillo prescindía de la bandera tricolor republicana para aceptar la bandera roja y gualda.

Disolución

Tras un largo periodo de escasa relevancia en la década de 1970, la República en el exilio se pronuncia después de las elecciones españolas del 15 de junio de 1977 tras casi 38 años de permanencia fuera de España. Poco después de estas elecciones el último Presidente de la República en el exilio José Maldonado junto con Fernando Valera, el último Presidente del Consejo de Ministros, emiten la Declaración de la Presidencia y del Gobierno de la República Española en el exilio el 21 de junio de 1977, en París.[1]

En dicho texto, los líderes de la República en el exilio reafirman la legalidad institucional emanada de la Constitución de 1931 y la validez de los procesos electorales de 1931, 1933 y 1936, mantenida durante el exilio, "en espera del libre ejercicio de los derechos civiles". Elogian que las urnas (pese a tener su origen en la legalidad franquista) marquen "un nuevo proceso que crea una nueva legitimidad democrática", al tiempo que señalan la no participación de los partidos republicanos en las elecciones de 1977 y la "no correspondencia equitativa" entre el número de votos y escaños asignados.

Los líderes de la República en el exilio acaban manifestando en su "Declaración'" que: "Las Instituciones de la República en el exilio ponen así término a la misión histórica que se habían impuesto. Y quienes las han mantenido hasta hoy, se sienten satisfechos porque tienen la convicción de haber cumplido con su deber". Con ello el gobierno republicano en el exilio se disuelve oficialmente junto con todas sus instituciones, sin reconocer expresamente a la monarquía constitucional instaurada en 1975 pero aceptando la validez de las elecciones de 1977 y la democracia surgida de ellas.

Gobiernos en el exilio

Véase también

Bibliografía

  • Alted Vigil, Alicia. 1993. El Archivo de la II República española en el éxilio 1945-1977 (Inventario del Fondo París). Fundación Universitaria Española. Madrid.
  • Biescas, José Antonio; Tuñón de Lara, Manuel. España bajo la Dictadura Franquista. Labor. Barcelona. 1987 ISBN 84-335-9430-3
  • Cabeza Sánchez-Albonoz, Sónsoles. 1997. Historia política de la Segunda República en el exilio. Fundación Universitaria Española. Madrid.
  • Del Valle, José María. 1976. Las instituciones de la República española en exilio Editions Ruedo ibérico; París.

Referencias

Enlaces externos