Neógeno

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Plantilla:Tiempos del fanerozoico El Neógeno es una unidad del tiempo geológico que pertenece a la era Cenozoica; dentro de esta, el Neógeno sigue al Paleógeno y precede al Cuaternario. El límite Paleógeno-Neógeno no tiene gran importancia, ya que no se produjo ninguna extinción importante. Bajo la actual propuesta de la Comisión Internacional sobre Estratigrafía (ICS), el Neógeno consistiría en las épocas Mioceno, Plioceno, Pleistoceno y Holoceno, y continuaría hasta el presente.[1]

Los términos Sistema Neógeno (formal) y sistema terciario superior (informal) describen las rocas depositadas durante el períoodo Neógeno.

El Neógeno abarca unos 23 millones de años. Durante el Neógeno los mamíferos y las aves se desarrollaron bastante. Muchas otras formas se mantuvieron relativamente estables. Tuvieron lugar algunos movimientos continentales, siendo el más significativo la conexión de América del Norte con América del Sur a finales del Plioceno. Además, durante el Neógeno el clima se enfrió, culminando en las glaciaciones del Cuaternario, y se asistió al nacimiento del género Homo.

Controversia en los límites

El Neógeno se ha entendido tradicionalmente que finaliza al terminar el Plioceno, justo antes del comienzo del periodo cuaternario; muchas escalas temporales apoyan esta división. Sin embargo, hay un movimiento entre los geólogos (especialmente los dedicado al neógeno marino) que tiende a incluir también a la siguiente era geológica (el cuaternario) en el neógeno, mientras que otros (especialmente los geólogos terrestres) insisten en que el cuaternario es un periodo distinto con registros claramente diferenciados. La INQUA se opone a las propuestas del ICS reclamando que el Neógeno y el Plioceno terminen hace 2,588 millones de años, que el Gelasiense sea traspasado al Pleistoceno y que el Cuaternario sea reconocido como el tercer período del Cenozoico, citando los cambios clave en el clima, los océanos y la biota de la Tierra, y su correspondencia con el límite magnetoestratigráfico Gauss-Matuyama.[2]​ En el 2006, ICS e INQUA alcanzaron un acuerdo que colocaba al Cuaternario como una subera que subdividía al Cenozoico en los antiguos Terciario y Cuaternario, un acuerdo que fue rechazado por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas porque separaba tanto al Neógeno como al Plioceno en dos.[3]

La en ocasiones confusión terminológica y el desacuerdo entre los geólogos respecto del trazado de límites, se debe a la divisibilidad relativamente tenue entre unidades de tiempo cuando nos aproximamos al presente, y debido a que la preservación geológica hace que el registro sedimentario geológico más joven sea conservado sobre un área mucho más grande y reflejando muchos más ambientes que el registro geológico más antiguo. Al dividir la era cenozoica en tres (probablemente dos) periodos (Paleógeno, Neógeno, Cuaternario), en vez de siete épocas, los periodos son más fácilmente comparables a la duración de los periodos en las eras del mesozoico y paleozoico.

Paleogeogafía

Mioceno

Al principio del Mioceno, volvió a aumentar la temperatura global. Durante la segunda mitad del periodo, comenzarona a aparecer pastos similares a la sabana en ambas Américas, por el enfriamiento global y la progresiva aridez del clima.

Plioceno

Debiodo al enfriamiento y la aridez el mundo comenzó a parecerse al actual. Los inicios del Plioceno presenciaron la aparición de herbívoros de gran tamaño, y con éstos llegaron grandes carnívoros especializados. Respecto a los herbívoros más pequeños, los pacedores corrieron mucha mejor suerte que los ramoneadores.

Pleistoceno

A finales de este periodo aparecieron los humanos en África.

Holoceno

Hoy en día abundan las praderas tropicales, pero únicamente la sabana africana puede sustentar una comunidad amplia y muy diversa de mamíferos. Actualmente la zona de selva tropical se está reduciendo con rapidez, y las praderas pueden mantener a un número mucho menor de especies que la sabana.

Recientes cambios climáticos

En el Pleistoceno las latitudes más elevadas (sobre todo en el Hemisferio Norte) quedaban durante el invierno cubiertas con gruesos bloques de hielo. Hoy en día, nos encontramos en un periodo interglacial, más frío que los anteriores, pero caracterizado por un aumento en la concentración de dióxido de carbono.

Gráfico que muestra la concentración en la Tierra de dióxido de carbono atmosférico. Nótese la diferencia actual con la existente en los Ciclos de Glaciación anteriores.

Causas de las glaciaciones

Se teoriza sobre la convergencia de varios factores para la aparición de las glaciaciones. En primer lugar está la conexión entre ambas Américas, hace 2,5 millones de años, lo cual alteró las corrientes marinas mundiales. La otra causa principal está basada en las propias variaciones de la órbita terrestre alrededor del Sol.

Paleozoología

Algunos fósiles y animales restaurados de la fauna neógena.

Ocurrió una modernización de los vertebrados (se expandieron serpientes, paseriformes, ranas, ratas y ratones).

Paleozoología marina

En los océanos aparecen las primeras algas coralinas que franquean los arrecifes actuales. Se da una diversificación y radiación adaptativa de ballenas, delfines y cachalotes. Las globigerinas, seriamente diezmadas en la Extinción Eocena, se expanden de nuevo en el Mioceno y constituyen unos excelentes fósiles-guía en los medios marinos. En el Neógeno tiene lugar la expansión de diatomeas de agua dulce (Pennales), que se habían originado en el Paleógeno. En el Mioceno comprenden 2.000 especies, alcanzando una posición ecológica similar a la actual como productores primarios de agua dulce.

Paleozoología terrestre

Los cambios climáticos ejercieron una influencia profunda sobre las biotas terrestres.

Modernización de vertebrados terrestre

Aunque de manera general suele llamar la atención el orígen de los grandes mamíferos, destaca igualmente el éxito de criaturas menores. De hecho, el Neógeno se podría llamar también la Edad de las Ranas, la Edad de las Ratas y Ratones, la Edad de las Serpientes, o la Edad de los Paseriformes. Estos cuatro grupos han experimentado una gran radiación adaptativa en los últimos millones de años. Quizás el éxito de ranas y sapos modernos es su gran capacidad para capturar insectos con sus largas lenguas. Así mismo, las serpientes se han expandido en su mayor parte a causa de la proliferación de ranas y roedores, ya que pocos predadores pueden perseguir a estos pequeños roedores en sus madrigueras. Antes del inicio del Neógeno había pocas serpientes exceptuando los miembros del primitivo grupo de Boa constrictor. La expansión de los paseriformes presumiblemente estuvo condicionada por al diversificación de las semillas de las numerosas especies gramíneas, aunque como las ranas, parte de su éxito se debe a su capacidad para capturar insectos.

Los grupos de grandes animales también desarrollaron sus características modernas durante este período. Entre los herbívoros, por ejemplo, las familias de rinocerontes y caballos disminuyeron después del Mioceno superior en una continuación del decaimiento general de los ungulados de dedos impares. Mientras tanto, Cervidae y Bovidae también se diversificaron durante el Mioceno, aunque el número de especies en estas familias ha disminuido desde entonces. De forma similar, muchos tipos de elefantes, incluyendo los que tenían largas trompas, experimentaron un gran éxito durante el intervalo Mioceno-Plioceno, para luego declinar (hoy sólo existen dos especies). Los mamuts vivieron durante el Plioceno y el Pleistoceno. Los mamíferos carnívoros (que incluían las familias del gato y el perro, aparecidas en el Paleógeno), adquieren su carácter moderno. Durane el Mioceno aparecen las familias de las hienas y los osos. Muchos grupos de mamíferos herbívoros neógenos, como los antílopes, se expandieron con éxito por las grandes extensiones de sabanas y praderas, junto con los grupos de roedores. La diversificación de herbívoros, a su vez, fomentó el éxito de grupos de de carnívoros tales como hienas y leones. Un género herbívoro de gran éxito en el Pleistoceno fue Glyptodon. El depredador contemporáneo suyo fue Smilodon.[4]

El mayor cambio en los ecosistemas terrestres fue el inducido por los primates, simplemente porque los humanos pertenecemos a este grupo. Los monos ya estaban presentes en el Oligoceno; el grupo más antiguo incluye los monos del Viejo Mundo que ahora viven en África y Eurasia. Antes del final del Oligoceno, un grupo distintivo de monos alcanzó Sudamérica. En todo caso, monos de ambos lados del Atlántico experimentaron radiaciones adaptativas durante el Neógeno. Entre los primates africanos se hallaban los hominoideos, del tipo Dryopithecus, descencientes de formas oligocenas. Durante el Mioceno, el grupo de los primates del Viejo Mundo se amplió, con la aparición de los monos cercopitécidos (en los que hoy se encuadran macacos y babuinos). Las últimas fases de la evolución hacia los humanos se completaron durante la Edad del Hielo.

Paleobotánica

El mejor indicador de los cambios climáticos son los cambios evolutivos y de distribución geográfica de las angiospermas. La gran abundancia de plantas herbáceas en este periodo permitiría llamarlo Edad de las Hierbas. El éxito de plantas herbáceas es el resultado del deterioro climático generalizado que tuvo lugar durante el Oligoceno y Mioceno. El enfriamiento del clima y unas condiciones más secas, ocasionaron la regresión de los bosques y la presencia de plantas herbáceas que prefieren los hábitats abiertos y pueden resistir bajas precipitaciones.

El Neógeno en la Península Ibérica

Paleobiogeografía de la Península Ibérica

Mioceno

Los sedimentos terciarios afloran ampliamente las cuencas del Tajo y Guadiana rellenando fosas tectónicas limitadas por fallas normales. Se disponen discordantes sobre el sustrato Neoproterozoico-Paleozoico y sus caracteres litológicos están fuertemente controlados en cada una de ellas, por los materiales del área fuente.

Se configuran las dos grandes cuencas de la meseta (Duero y Tajo), que habían iniciado su estructuración en el período anterior. Numerosos retazos de pequeñas cuencas (entre la que se incluyen las del norte de Extremadura) parecen prolongar ambas fosas hacia Portugal, convergiendo en la cuenca portuguesa del Tajo que se abre en este período al Océano Atlántico. Las dos grandes cuencas de la meseta muestran una zona central con potentes depósitos evaporíticos y carbonáticos, que indican un drenaje muy deficiente o nulo. El mismo carácter endorreico continúa mostrando la gran fosa del Ebro, con sedimentación evaporítica. Varios episodios transgresivos hacen penetrar el mar en las zonas deprimidas de Valencia, Cataluña y en el área Penibética. En la región Sudbética se insinúan taludes y pendientes profundas, imentras el surco oceánico del Sudeste comienza a aproximar sus bordes. En este período el Macizo Penibético (las llamadas zonas internas de la cordillera Bética) entra en colisión con la plataforma peninsular. El clima alcanza en este período un máximo relativo de aridez, aunque se registran a menor escala varias oscilaciones en la humedad. La temperatura en la península sigue siendo relativamente cálida, por lo que en algunas cuencas se llegan a registrar ambientes semidesérticos como en la Cuenca de Madrid. Al principio de este período tiene lugar un intercambio biótico con Europa del Noreste y con África, aunque se mantiene alta la tasa de endemismo.

La segunda mitad del periodo es característica por su sedimentación, actividad geodinámica y cambios biogeográficos, especialmente en el Mediterráneo Occidental. El depósito de grandes espesores de evaporitas, actualmente bajo el mar, ha llevado a la interpretación de la probable y repetida desecación del Mediterráneo al final de este período[5]​ incentivando notablemente las investigaciones. La mayor parte de la península septentrional tiene ya en este período una configuración similar a la actual. El Golfo del Guadalquivir es la zona donde mantiene mayor desarrollo la sedimentación marina. El Mediterráneo y el Atlántico pierden poco a poco su conexión, hasta quedar prácticamente aislados por el Norte. El confinamiento y euxinización del Mediterráneo occidental indican que sus conexiones por el sur (Alborán, estrecho Sud-Rifeño) estaban también muy restringidas. Numerosos arrecifes coralinos se desarrollan bordeando los fuertes taludes de las islas del archipiélago en que se había convertido el Sudeste peninsular, al igual que las Baleares. Ellos son testimonio de las condiciones tropicales, relativamente cálidas y uniformes que reinaban en el Sur. La flora, la fauna y las evaporitas indican que las condiciones áridas predominaban en general, aunque en el Norte estaban muy atenuadas. Al final del período, numerosos inmigrantes testimonian que un activo intercambio faunístico tuvo lugar en el área entre Asia, África y Europa durante la regresión de la cuenca mediterránea.

A finales del Mioceno el mar se retira de casi toda la península, dejando un golfo cada vez más reducido en el Guadalquivir y Murcia y restos de playas en Huelva y Cataluña. En el interior funcionan aún las antiguas cuencas y aparecen otras nuevas fluviolacustres.

Plioceno

El levantamiento de los macizos montañosos prosigue en este período, pero sus sedimentos ya no son retenidos, fluyendo al mar a través de redes fluviales progresivamente encajadas de norte a sur. En las cabeceras de las redes de drenaje se forman rañas y piedemontes, algunos de gran extensión. El clima siguió su tónica general de aridez, con algunas variaciones episódicas. La temperatura descendió notablemente, desapareciendo los corales al principio del Plioceno y las floras tropicales a finales de este mismo.

Pleistoceno

No se registran elementos florísticos o faunísticos que indiquen condiciones climáticas frías. Sólo en el Pleistoceno superior hay indicaciones de fases glaciares en las montañas y franja Norte peninsular.

El poblamiento de la Península Ibérica durante el Neógeno

La Península Ibérica presenta durante el Neógeno fuertes endemismos que han sido la base para definir la Provincia Iberoccitana (Península Ibérica y sur de Francia) que persistió al menos desde el Eoceno inferior hasta el principio del Pleistoceno. La peculiaridad de las faunas continentales de esta bioprovincia ha ido verificándose en períodos más antiguos, y actualmente se la puede reconocer, al menos, desde el Eoceno inferior. Una bioprovincia se define por sus endemismos (taxones propios) y ausencia de taxones comunes con otras regiones próximas. Ejemplos de taxones propios de esta provincia son:

Se puede señalar asimismo significativas ausencias de taxones de amplia distribución en Europa y no justificadas por razones ecológicas como:

A pesar de la gran homogenización que han supuesto para Europa las glaciaciones cuaternarias, la individualidad de esta bioprovincia se ha mantenido hasta la actualidad. Dentro de esta bioprovincia, la Península Ibérica posee ambién una individualidad acusada (siendo los Pirineos una frontera histórica menos importante que la que separa Iberoccitania del Norte de Francia). Dentro de la península también existen diferencias notables entre la región septentrional y meridional. Cuando el biogeógrafo intenta explicar esta diferenciación no justificada por razones ecológicas o climáticas, debe recurrir a la paleogeografía. Muchos taxones probablemente inmigrantes se han instalado en la península y en las Baleares a lo largo del Cenozoico.

La fauna autóctona resistió muchas invasiones sin perder sus características diferenciales, e incluso recibió refugiados que subsistieron más tiempo en esta bioprovincia (paleoendemismos). Una mayoría de inmigrantes parecen ser de procedencia eurasiática, otros son asiáticos no europeos y otros africanos. Dado que la relación con Europa ha sido la más regular y duradera, hay más dificultades para explicar la colonización de Iberoccitania por los otros dos grupos de inmigrantes. Las dificultades han sido aún mayores cuando los datos indican que estos inmigrantes llegaron antes a Iberoccitania que al resto de Europa (caso de los mastodontes, jiráfidos, el équido Hipparion y muchos más). Evidencia paleobiogeográficas revelan que las actuales hipótesis paleogeográficas no son completamente satisfactorias. Cuando un área tan fuertemente diferenciada como la provincia Iberoccitana registra inmigrantes orientales y meridionales antes que de otras áreas mayores, como Europa, que tienen a priori más amplios contactos con las fuentes de procedencia, es que hay razones para sospechar que además del clima, diferente del Norte, existía una mayor facilidad de conexión terrestre entre el Este y Oeste del Mediterráneo. Esto viene apoyado también por la gran cantidad de especies disyuntas Ibero-Balcánicas. La frecuencia de migraciones terrestres entre Asia e Iberia sobre todo, pero también entre África e Iberia, indican que existían numeroso jalones terrestres entre las tres regiones, que serían practicables en épocas de regresión de las plataformas.

Extinciones en la Edad del Hielo

Los grandes animales propios del Pleistoceno, como el mamut, el rinoceronte lanudo, el ciervo gigante irlandés, el uro o el oso de las cavernas se extinguieron y no queda de ellos más que fósiles. La principal razón debió ser la variación de temperatura que sufrió la Tierra tras la última glaciación hace 11.000 años.

Referencias

  1. Lourens, L., Hilgen, F., Shackleton, N.J., Laskar, J., Wilson, D., (2004) “The Neogene Period”. In: Gradstein, F., Ogg, J., Smith, A.G. (Eds.), Geologic Time Scale Cambridge University Press, Cambridge.
  2. Clague, J. et al. 2006. "Open Letter by INQUA Executive Committee" Quaternary Perspective, the INQUA Newsletter International Union for Quaternary Research 16(1):
  3. ICS: Informe Anual Definitivo del 2006
  4. Escuela de Educación Técnica Nº 464, Rosario - Santa Fe. «Smilodon». 
  5. Universidad del País Vasco. «La desecación del Mediterráneo». 

Bibliografía

  • Abusch, S. (1983). Gebissmorphologische Untersuchungen an eurasiatischen Anchitherien (Equidae, Mammalia) unter besonderer Berücksichtigung der Fundstelle Sandelzhausen. Courier Forsch. Senckenberg, 62: 1-401.
  • Aguirre, E. (1959). Une nouvelle faune à Hipparion au Sud de l’Espagne (Granada). Mitt. Geol. Gesell. Wien 52: 17.
  • Duggen S. et al., 2003, Deep roots of the Messinian salinity crisis, Nature, 422, 602-606.
  • Goy Goy, J.L., Zazo Cardeña, C., Bardaji, T., Dabrio González, C. J., Somoza, L. & Santisteban, C. 1991. Neogene and Quaternary fan-delta deposits in southeastern Spain. Field Guide. Cuadernos de geología ibérica = Journal of iberian geology: an international publication of earth sciences, ISSN 0378-102X, Nº. 15(Ejemplar dedicado a: The Dynamics of Coarsegrained Deltas = Dinámica de deltas de grano grueso), pags. 327-400.
  • Hsu K, 1983, The mediterranean was a desert, Princeton University Press.
  • Krijgsman W. et al., 1999, Chronology, causes and progression of the Messinian salinity crisis, Nature, 400, 652-655.
  • Woodburne, M. O. (1989). Hipparion horses: A pattern of endemic evolution and intercontinental dispersal. En D. R. Prothero & R. M. Schoch (eds.). The Evolution of Perissodactya. Oxford University Press, 15: 197-233.

Véase también

Enlaces externos