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Al papa también se le conoce como '''Obispo de Roma''', '''Vicario de Cristo''', '''Sucesor de Pedro''', '''Santo Padre''', '''Sumo Pontífice''' y '''Siervo de los siervos de Dios'''. A nivel internacional, el papa recibe el trato de [[jefe de Estado]] y el título honorífico y [[protocolo (sociedad)|protocolario]] de [[Anexo:Tratamientos protocolarios de la monarquía|Su Santidad]] (abreviado S.&nbsp;S.). Igualmente, es el representante por excelencia de la [[Santa Sede]], la cual tiene personalidad jurídica propia, canónica<ref name="Código de Derecho Canónico">Código de Derecho Canónico. ''Canon 361''. {{cita web
Al papa también se le conoce como '''Obispo de Roma''', '''Vicario de Cristo''', '''Sucesor de Pedro''', '''Santo Padre''', '''Sumo Pontífice''' y '''Siervo de los siervos de Dios'''. A nivel internacional, el papa recibe el trato de [[jefe de Estado]] y el título honorífico y [[protocolo (sociedad)|protocolario]] de [[Anexo:Tratamientos protocolarios de la monarquía|Su Santidad]] (abreviado S.&nbsp;S.). Igualmente, es el representante por excelencia de la [[Santa Sede]], la cual tiene personalidad jurídica propia, canónica<ref name="Código de Derecho Canónico">Código de Derecho Canónico. ''Canon 361''. {{cita web

Revisión del 20:00 26 sep 2009

Papado


Llaves de San Pedro y la Tiara papal, Símbolos del Papado
Tipo Religión
Campo papado
Género Católica
Fundación Hacia el año 33 d.C.
Fundador Jesús de Nazareth[1]
Jurisdicción Ciudad del Vaticano
Sede central Estado de la Ciudad del Vaticano Bandera de Ciudad del Vaticano
Área de operación Población católica mundial
Su Santidad Benedicto XVI (Papa actual)
Sitio web http://www.vatican.va

El papa es el obispo de Roma, por lo que se le considera la cabeza visible de la Iglesia Católica de rito latino y el jefe de Estado y soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano. El actual papa (electo el 19 de Abril de 2005) es el antes cardenal alemán Joseph Ratzinger, que escogió el nombre de Benedicto XVI.

Al papa también se le conoce como Obispo de Roma, Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro, Santo Padre, Sumo Pontífice y Siervo de los siervos de Dios. A nivel internacional, el papa recibe el trato de jefe de Estado y el título honorífico y protocolario de Su Santidad (abreviado S. S.). Igualmente, es el representante por excelencia de la Santa Sede, la cual tiene personalidad jurídica propia, canónica[2]​ e internacional.

Conforme a la tradición católica, el papado tiene su origen en el apóstol de Jesús: San Pedro, quién fuera constituido como primer papa y a quién se le otorgó la dirección de la Iglesia y primado Apostólico. Hasta el pontífice presente, la Iglesia católica enumera una lista de 265 papas en los dos milenios de historia de dicha institución. Cabe destacar que conforme a otros credos no católicos, tanto la primacía de Pedro, como la sucesión papal y hasta el papado mismo no son considerados como verdaderos o se interpretan bajo sentidos diversos al sentir católico.

Como jefe supremo de la Iglesia tiene las facultades de cualquier obispo, y además aquellas exclusivas inherentes a la cátedra petrina, entre ellas: la declaración universal de santidad (canonización), ordenación de cardenales y la potestad de declarar dogmas o declaración ex cathedra. Ésta última es una de la más controvertidas por implicar la llamada infalibilidad papal, por la cual, conforme a la teología católica, el Pontífice está exento de cometer errores al momento de promulgar una enseñanza dogmática en materia de fe y moral.[3]

Origen de la palabra «papa»

Popularmente se cree que PAPA es un acrónimo del latín Petri Apóstoli Potestatem Accipiens: ‘el que sucede al apóstol Pedro’. Sin embargo, en el latín clásico significaba ‘tutor’ o ‘padre’; dicho término proviene a su vez del griego πάππας (páppas), que significa ‘padre’ o ‘papá’, término usado desde el siglo III para referirse a los obispos en el Asia Menor y desde el siglo XI exclusivo del Romano Pontífice.[4][5]

Durante los primeros siglos de la historia del cristianismo, la expresión Papa se usaba para dirigirse o referirse a los obispos, en especial a los metropolitas u obispos de diócesis mayores en extensión o importancia. Así, Cipriano de Cartago, por ejemplo, es llamado papa (cf. Epist. 8, 23, 30 etc.). La primera vez que se tiene constancia del empleo de esta expresión para el obispo de Roma es en una carta de Siricio (cf. Carta VI en PL 13, 1164), a fines del siglo IV. Sin embargo, seguía utilizándose indistintamente para otros obispos. Hay que esperar a Gregorio VII para un uso ya exclusivo del obispo de Roma.

Benedicto XVI, el papa actual.

Historia del papado

Origen

La visión de la Iglesia Católica de los relatos evangélicos en torno al apóstol Simón Pedro (conocido como San Pedro) resalta su preeminencia sobre los demás apóstoles: Jesús le da un nombre especial, Cefas (Roca),[6]​ el cual señalaría la futura misión del apóstol. Además, en los listados de apóstoles los evangelistas siempre lo nombran en primer lugar (a pesar de no haber sido el primero en recibir la llamada de Jesús), incluso utilizando el título de "el primero".[7]​ Con todo, el pasaje evnagélico clave es Mateo 16, 13-20, donde Jesús -más adelante- hace entrega a Pedro de las "llaves del reino de los cielos" y se refiere a él como la roca sobre la cual fundaría su Iglesia. Luego de la resurrección, Jesús nuevamente le menciona su papel: "Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas",[8]​ donde apacentar en términos bíblicos es ‘gobernar’.[9]

Por ello, según la visión de la Iglesia Católica, el evangelio reflejaría la voluntad de Jesucristo de que sus discípulos permanecieran unidos bajo la dirección de Pedro, a quien Jesucristo dio ese nombre en un momento solemne, llevando a sus apóstoles a una ciudad edificada junto a una roca, Cesarea de Filipo:

Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta roca, Yo edificaré mi Iglesia y el poder del infierno no prevalecerá contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra será también atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra será también desatado en los cielos.
Mateo, 16, 18-20

La interpretación de las llaves del Reino de los Cielos actual no se hizo hasta el papa Gregorio VII. La interpretación más común de los Padres de esta metáfora es la predicación de Pedro, el cual abrió el Reino de los Cielos a los judíos[10]​ y a los gentiles.[11]

En los Hechos de los Apóstoles se mostraría el papel de dirección que tiene Pedro: se encarga de iniciar la dirección del que tomaría el lugar de Judas,[12]​ el primero en salir a hablar después de la venida del Espíritu Santo,[13]​ el primero en hablar en el concilio de los apóstoles.[14]​ Todo ello es interpretado por la Iglesia Católica como muestra del papel y misión que Jesús dio a Pedro en relación con la Iglesia que él supuestamente fundaría.

Por tales motivos Pedro es considerado dentro de la Iglesia Católica como el primer papa. Aunque en aquel tiempo no llevaba el título pero sí la misma función y autoridad.

Pese a esto, muchos Padres de la Iglesia dicen que la piedra a la que se refiere Cristo es su confesión, no Pedro; pero sin rechazar el pontificado.

Citas bíblicas sobre la instauración de Pedro

Éstas son las principales citas bíblicas sobre las que se apoya el Catolicismo para determinar el rol de Pedro y el papado:

—Él les dijo: Y vosotros, quién decís que soy?

Respondiendo Simón Pedro, dijo:
—Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente.
Entonces le respondió Jesús:

—Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo: que Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que ates en la tierra, estará atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra estará desatado en los cielos.
Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá
Y subió a una de las barcas, que era de Simón, y le rogó que se alejara un poco de la tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a las multitudes
Dijo también el Señor:
Simón, Simón, he aquí que Satanás ha solicitado poder para zarandearlos como a trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no falle; y tú, cuando te hayas vuelto, fortalece a tus hermanos
Después de haber comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?

Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo.
Él le dijo: Apacienta mis corderos.
Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas ?
Pedro le respondió: Sí Señor, tú sabes que te amo.
Le dijo: Pastorea mis ovejas.
Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás. ¿Me amas?
Pedro se entristeció de que le dijese por tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo.

Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas

Muerte de San Pedro

Simón Pedro (detalle del cuadro Los cuatro apóstoles de Alberto Durero)

A partir del siglo XI la Iglesia Católica ha hecho énfasis en el origen de la sucesión apostólica a partir de Roma. Debe tenerse en cuenta que en los inicios de esta tradición, el peso del Imperio Romano se había trasladado a Bizancio. Sin embargo, Roma era el Patriarcado que tenía la primacía sobre los demás patriarcas, pues Constantinopla no fue elevada a Patriarcado sino hasta el siglo V, y aun así no gozó de la autoridad espiritual que tenía Roma, principalmente con papas como San León Magno. Luego de la caída del Imperio romano de Occidente, la figura del obispo de Roma se volvió relevante también en lo político, siendo la única autoridad de los romanos. Pocos disputan estas pruebas desde el punto de vista histórico, pero como ya se dijo, sí se disputa la conclusión de autoridad a que se puede llegar a partir de ellas, por otras razones. Entre las pruebas de esta sucesión apostólica, están las siguientes:

Las excavaciones arqueológicas realizadas en la segunda mitad del siglo XX bajo el altar mayor de la Basílica de San Pedro de Roma probaron que la tumba principal allí contenida, junto a varias inscripciones con el nombre "Petrus", contiene restos del siglo I. Existen además numerosos testimonios escritos. Los dos más importantes son:

La epístola de Clemente de Roma (tercer sucesor de Pedro), dirigida hacia el año 98 a los fieles de Corinto, menciona el martirio de Pedro en Roma y el de Pablo.[15]​ El hecho de que se dirija con autoridad a una Iglesia lejana, como lo era una griega, deja claro que los cristianos reconocían la autoridad del sucesor de Pedro.

Veinte años más tarde (hacia el año 117), el obispo Ignacio de Antioquía (Iglesia que también había sido presidida por Pedro) escribió siete cartas a sus fieles mientras viajaba como condenado a muerte hacia Roma. En una de ellas pide a los cristianos romanos que no intercedan por su liberación, pero aclarando que "Yo no os mando como Pedro y Pablo"[16]​ Lo que hace suponer la estancia de dichos apóstoles en la capital imperial y, a la vez, la sumisión de las demás iglesias a la de Roma.

El Evangelio de Juan, redactado a fines del siglo I, cuando Pedro ya había muerto, no señala el lugar de su martirio, pero alude claramente a la muerte de Pedro por el martirio, y sabe evidentemente que fue ejecutado en la cruz.[17]​ Que el lugar es Roma puede deducirse por los versículos finales de la primera carta de Pedro, que dice estar escrita en "Babilonia".[18]​ La identificación entre Babilonia y Roma aparece en el Apocalipsis de Juan (14, 8; 16) y en la literatura judía apocalíptica y rabínica.

Otro documento cristiano, la "Ascensión de Isaías", redactado hacia el año 100, habla en estilo profético (documentando en realidad algo ocurrido en el pasado) de que uno de los doce apóstoles será entregado en manos de "Beliar, el asesino de su madre" (Nerón). El Apocalipsis de Pedro, datable asimismo a principios del siglo II, muestra también conocer el martirio de Pedro en Roma, al dirigirle esta frase: "Mira, Pedro, a ti te lo he revelado y expuesto todo. Marcha, pues, a la ciudad de la prostitución, y bebe el cáliz que yo te he anunciado".

Los testimonios sobre la muerte de Pedro en Roma continúan en oriente, con el obispo Dionisio de Corinto (180 d. C.); en Occidente, con Ireneo de Lyon (muerto en el 208, discípulo de Policarpo de Esmirna, que a su vez había sido discípulo del apóstol Juan), y en África, por Tertuliano (muerto en el 220). Aún es más importante el hecho de que no haya iglesia cristiana que pretenda para sí esta tradición ni se levante una voz contemporánea que la combata o ponga en duda.[19]

El gobierno jerárquico de la Iglesia Católica se basa en la autoridad de los sucesores de los apóstoles, llamados obispos, reunidos en concilio bajo la autoridad del primero de los obispos. Para los católicos romanos, éste es el obispo de Roma, llamado papa, porque tanto Pedro (que primero se trasladó de Jerusalén a Antioquía de Siria) como Pablo murieron en Roma. Ésta es una de las razones por la que, a partir del siglo XI, la Iglesia de esa ciudad fue reconocida por la Iglesia de Occidente como cabeza de las demás Iglesias católicas romanas: por haber tenido dentro de sí a dos apóstoles, dándole por ello mayor autoridad frente a otras ciudades que sólo habrían tenido a uno. Para el caso de Pablo, además del testimonio de sus cartas desde la prisión romana, existen testimonios arqueológicos y escritos de su martirio en Roma. Más importante es el caso de Pedro, a quien los católicos considera que suceden los 264 papas que después de él han regido la Iglesia Católica Romana.

Sucesión Apostólica

Tal como lo asevera el catolicismo, la sucesión del primado apostólico parece confirmada por las fuentes más antiguas, como Ireneo de Lyon (Adversus Haereses) y Eusebio de Cesarea (Historia Eclesiástica), quienes parecen coincidir en que tras el martirio y muerte del apóstol Pedro, el siguiente en ser elegido como obispo de Roma fue Lino,[20][21]​ de quien no se tienen mayores informaciones sobre su vida, y que sin embargo ambos autores identifican con aquel mencionado por San Pablo en sus cartas a Timoteo[22]​ Tal sucesión, como se ha dicho, se daría tras la muerte de Pedro, esto es, hacia el año 64 ó 67 d.c.

Cabe destacar, que dichos padres de la Iglesia, parecen aseverar además la primacía de la iglesia de Roma,[23][24]​ entre las demás existentes, por lo que Ireneno se limita a enumerar el listado de los obispos de dicha iglesia. Dichos catálogos son considerados dentro de la Iglesia católica como los listados más exactos de los primeros papas:

Luego de haber fundado y edificado la Iglesia los beatos Apóstoles, entregaron el servicio del episcopado a Lino: a este Lino lo recuerda Pablo en sus cartas a Timoteo. Anacleto lo sucedió. Después de él, en tercer lugar desde los Apóstoles, Clemente heredó el episcopado, el cual vio a los beatos Apóstoles y con ellos confirió, y tuvo ante los ojos la predicación y Tradición de los Apóstoles que todavía resonaba […]. A Clemente sucedió Evaristo, a Evaristo Alejandro, y luego, sexto a partir de los Apóstoles, fue constituido Sixto. En seguida Telésforo, el cual también sufrió gloriosamente el martirio; siguió Higinio, después Pío, después Aniceto. Habiendo Sotero sucedido a Aniceto, en este momento Eleuterio tiene el duodécimo lugar desde los Apóstoles.
Ireneo de Lyon.Adversus Haereses (Contra los herejes) III, 3.3

Así, se ha establecido que posteriormente a Lino, se sucedió Anacleto siguiendo la línea hasta Eleuterio quien era el obispo de Roma en tiempos en que San Ireneo escribió el "Adversus Haereses" (hacia 180 d.C.), de estos nombres cabe destacar el de Clemente, cuya existencia parece comprobada por la epístola atribuida a él, tanto por Eusebio[25]​como por Ireneo,[21]​ y dirigida a una de las iglesias establecidas en Grecia llamada “Carta a los Corintios”, en la que el autor saluda en nombre de “la Iglesia de Dios que reside en Roma”,[26]​ y en cuyo texto se reafirma la sucesión apostólica de todas las Iglesias, incluyendo la romana:

”Y nuestros apóstoles sabían por nuestro Señor Jesucristo que habría contiendas sobre el nombramiento del cargo de obispo. Por cuya causa, habiendo recibido conocimiento completo de antemano, designaron a las personas mencionadas, y después proveyeron a continuación que si éstas durmieran, otros hombres aprobados les sucedieran en su servicio.”
San Clemente de Roma. Epístola a los Corintios. XLIV.

Si bien, la citada carta no hace declaración sobre el primado de la sede romana, no obstante, no puede suponerse que la misma se dirigiera a una comunidad tan lejana, si la misma no fuera a ser recibida como proveniente de una autoridad, cuanto más cuando la citada carta fue enviada en virtud de los conflictos y divisiones en que se encontraban los corintios.[27]

Títulos Papales

Actualmente, el papa ostenta también oficialmente los siguientes títulos:

  • Obispo de Roma. En cuanto ordinario de dicha ciudad.
  • Vicario de Cristo. Esto es, representante de Jesucristo en la tierra.
  • Sucesor del Príncipe de los Apóstoles.
  • Príncipe de los Obispos.
  • Pontífice Supremo de la Iglesia Universal.
  • Primado de Italia.
  • Arzobispo y Metropolitano de la Provincia Romana.
  • Siervo de los Siervos de Dios. En latín, Servus Servorum Dei. Utilizado principalmente en la firma de documentos dogmáticos y doctrinales.
  • Padre de los reyes.
  • Pastor del Rebaño de Cristo.
  • Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano. Título referente a su carácter de jefe estado de la Ciudad Estado del Vaticano.

A partir de 2006 el papa Benedicto XVI renunció al título de Patriarca de Occidente. El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos publicó una nota en marzo de ese mismo año donde se explicaba:

Desde el punto de vista histórico, los antiguos Patriarcas de Oriente, fijados por los Concilios de Constantinopla (381) y de Calcedonia (451), se referían a un territorio claramente circunscrito, mientras que el territorio de la Sede del Obispo de Roma no estaba bien definido. En Oriente, en el ámbito del sistema eclesiástico imperial de Justiniano (527-565), junto a los cuatro Patriarcados orientales (Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén), el papa era considerado Patriarca de Occidente. Inversamente, Roma privilegió la idea de las tres sedes episcopales petrinas: Roma, Alejandría y Antioquía. Sin usar el título de "Patriarca de Occidente", el IV Concilio de Constantinopla (869-70), el IV Concilio de Letrán (1215) y el Concilio de Florencia (1439), incluyeron al papa como el primero de los cinco Patriarcas de entonces.

El título de "Patriarca de Occidente" lo empleó en el año 642 el papa Teodoro I y tan sólo volvió a aparecer en los siglos XVI e XVII, debido a que los títulos del papa se multiplicaron. En el Anuario Pontificio apareció por primera vez en 1863.

Actualmente, el significado del término "Occidente" se enmarca en un contexto cultural que no se refiere únicamente a Europa Occidental, sino que se extiende desde Estados Unidos a Australia y Nueva Zelanda, diferenciándose de este modo de otros contextos culturales. Obviamente, este significado del término "Occidente" no pretende describir un territorio eclesiástico, ni puede ser empleado como definición de un territorio patriarcal. Si se quiere dar a este término un significado aplicable al lenguaje jurídico eclesial, se podría comprender sólo con referencia a la Iglesia latina. Por tanto, el título "Patriarca de Occidente" describiría la especial relación del Obispo de Roma con esta última, y podría expresar la jurisdicción particular del Obispo de Roma para la Iglesia latina.

Como el título de "Patriarca de Occidente" era poco claro desde el inicio, con el desarrollo de la historia se hizo obsoleto y prácticamente no utilizable. Por eso, no tiene sentido insistir en mantenerlo, sobre todo teniendo en cuenta que la Iglesia católica, con el Concilio Vaticano II, halló para la Iglesia latina en la forma de las Conferencias Episcopales y de sus reuniones internacionales de Conferencias Episcopales, el ordenamiento canónico adecuado a las necesidades actuales.
Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos

Elección papal

A partir del siglo XII, la elección de pontífice romano se realiza mediante cónclaves, esto es la reunión del Colegio Cardenalicio en los que los purpurados eligen mediante escrutinio secreto al nuevo papa. Conforme a la normatividad eclesiástica actual el cargo de Obispo de Roma queda libre solamente al morir o renunciar válidamente [28]​el pontífice en turno, a este periodo donde la Sede Apostólica queda sin titular se le conoce como “Sede Vacante”, por lo que al acontecer esto, se convoca a Cónclave para elegir nuevamente a la cabeza de la Iglesia católica.

Conforme al Código de Derecho Canónico, solamente el Colegio Cardenalicio tiene competencia para elegir al Sumo Pontífice[29]​, sin embargo deberán apegarse a la normatividad específica.[30]​ Dicha normatividad es expedida por el Sumo Pontífice. La que rige actualmente se encuentra contenida en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, expedida por el papa Juan Pablo II, el 22 de febrero de 1996, la cual solamente ha sido aplicada una vez tras la muerte de dicho pontífice y para la elección del actual papa Benedicto XVI.[31]

Según la dicha Constitución Apostólica, y la normatividad general de la Iglesia, las peculiaridades de la elección pontificia son la siguientes:

  • Cualquier persona católica puede ser elegido Papa, sin embargo si carece del rango episcopal deberá ser ordenado Obispo inmediatamente tras su elección.[32][33]
  • La elección se lleva a cabo por el Colegio de Cardenales, los cuales no pueden pasar del número de ciento veinte. Pudiendo ser electores todos los cardenales que no pasen de la edad de ochenta años cumplidos un día antes de la Sede Vacante.[34]
  • La elección se lleva en estricta privacía dentro de la capilla Sixtina, pudiendo alojarse los cardenales electores en la Domus Sanctae Marthae, [35]​. Y bajo el juramento del más estricto secreto durante y después del cónclave. [36]
  • Tras cada elección que se lleve a cabo, y para anuncio al pueblo católico que espera, si hay acuerdo, se proclama mediante la fumata blanca, en caso contrario se anuncia con la fumata negra y se prosiguen las votaciones.
  • Una vez elegido al sucesor de san Pedro, se le pide consentimiento. «¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?», si acepta se le interroga por el nombre que tomará: «¿Cómo quieres ser llamado?», levantándose acta de la aceptación y nombre del nuevo papa. [37]
  • Tras las muestras de respeto de los Cardenales y la acción de gracias a Dios, el nuevo Papa es anunciado por el Cardenal Protodiácono, al pueblo que espera, saliendo el electo al balcón de la Basílica Vaticana, a impartir su primera bendición llamada “Urbi et Orbi”, esto es, a la ciudad de Roma (Urbi) y al mundo (Orbi).[38]

Cabe destacar que partir de la citada Constitución Apostólica de Juan Pablo II, la elección del nuevo obispo de Roma se realiza mediante escrutinio o voto secreto, realizado mediante papeletas donde se escribe el nombre del candidato, y realizándose conteo hasta obtener la votación requerida de tercios de los votos de la totalidad de los electores. [39]​ Por lo que han quedado abolidas las elecciones conocidas como "per aclamationem seu inspiratione" y "per compromissum", que todavía preveía la normatividad de Pablo VI, la Constitución Apostólica Romano Pontifici Eligendo.[40]

Atributos papales

Infalibilidad del papa

La Cátedra de San Pedro por Bernini, en la Basílica de San Pedro en Roma, símbolo del magisterio del Sumo Pontífice.

La infalibilidad no es un privilegio personal: es un atributo que corresponde a la dignidad del papa como resultado de la asistencia del Espíritu Santo prometido por Jesucristo. El papa es infalible, o sea, el papa está exento de error, cuando habla ex-cátedra en materia de fe o de moral.

Desde la antigüedad, el obispo de Roma tuvo cierta preeminencia al momento de establecer prácticas litúrgicas y dirimir controversias respecto a puntos discutidos de doctrina señalando las directrices a seguir (ortodoxia). Sin embargo, se dieron casos en los que las opiniones del obispo romano eran ignoradas y hasta rechazadas, como aconteció respecto a la disputa acerca de la celebración de la Pascua conforme a la práctica conocida como cuartodecimal en tiempos del papa Víctor I.

No obstante, no fue sino hasta la Reforma Protestante, cuando resultó necesario establecer teológicamente la capacidad del Sumo Pontífice para definir la doctrina a seguir dentro de la Iglesia católica, ante la constante crítica de los reformados. Dicha definición no llegaría sino hasta el año 1870, con la Constitución Dogmática Pastor Aeternus, redactada dentro del Concilio Vaticano I, la que estableció la infalibilidad papal de la siguiente manera:

El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia, irreformables.
Constitución Dogmática Pastor Aeternus.[3]

Posteriormente, dicha facultad sería ratificada dentro del Concilio Vaticano II, en la Constitución Dogmática Lumen Gentium.

Esta facultad solamente ha sido usada una vez por el papa Pío XII para la definición del dogma de la Asunción de la Virgen María en 1870.

Elección de Cardenales

No obstante que en siglos pasados el nombramiento de cardenales fue sumamente disputado entre las jerarquías eclesiásticas y hasta civiles, en la actualidad la elección y ordenación de cardenales compete, de manera exclusiva al Sumo Pontífice,[41]​ quien les elige de entre aquellos varones que hayan recibido cuando menos el presbiterado, no obstante, en caso de no ser obispos deben ser consagrados como tales.[42]​ Su nombramiento se hace público mediante su anuncio en Consistorio, esto es, ante el Colegio cardenalicio.

En este sentido, el Obispo de Roma tiene la facultad de designar a un cardenal, anunciando su creación pero reservándose el nombre del mismo, a este tipo de elección se le conoce con el nombre latino de “in pectore”. En este caso las facultades del cardenal comienzan hasta el día en que el Pontífice haga público su nombre. [43]​ Una vez publicado en consistorio, los cardenales pasan a formar parte del Colegio cardenalicio, por el cual (a través de Consistorios) y de manera personal asisten al Romano Pontífice en el gobierno de la Iglesia, y se vuelven posibles electores de la próxima elección pontificia. [44]

Insignias papales

Lista de papas

Otros usos de término «papa»

Al general de la Orden de los Jesuitas siempre se le ha llamado el papa negro debido a que en dicha orden lucen una sotana negra, incluyendo al general (desde Inocencio V, que fue el primer papa dominico, y que quiso seguir vistiendo el hábito blanco de la orden de predicadores, de la que procedía, el papa siempre lleva sotana blanca).

También se llaman papas a quienes hacen cabeza en otras Iglesias cristianas distintas a la católica:

Véase también

Referencias

  1. Esto considerando solamente la tradición católica. No obstante que, para algunos credos religiosos, especialmente aquellos cristianos no católicos, el papado sea una institución posterior que no se refiere a tiempos de Jesucristo
  2. Código de Derecho Canónico. Canon 361. «Código de Derecho Canónico». 
  3. a b Constitución Dogmática Pastor Aeternus. (1870). Concilio Vaticano I. Capítulo 4
  4. Real Academia Española. «Diccionario de la Lengua Española». Consultado el 28 de agosto de 2009. «Voz: papa». 
  5. «Online Etymology Dictionary». Consultado el 28 de agosto de 2009. «Voz: Pope». 
  6. Mc 3,16; Jn 1,42
  7. Mt 10,2
  8. Jn 21, 15-17
  9. Cfr. Hechos 20,28
  10. Hechos 2
  11. Hechos 10
  12. Hechos 1,15
  13. Hechos 2, 14
  14. Hechos 15, 17
  15. Clemente de Roma: Epístola a los Corintios. V.
  16. Ignacio de Antioquía. Epístola a los Romanos. IV, 3
  17. Jn 21, 18 «En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras.»
  18. 1 Pe 5, 13
  19. JEDIN, Hubert (1980). Manual de historia de la iglesia I. Herder. Barcelona. pp. pp. 186-188. ISBN 84-254-1098-3. 
  20. Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica. Libro III, 2 y 4.8
  21. a b Ireneo de Lyon. Historia Adversus Haereses. Libro III, 3.3
  22. 2 Tim 4, 21
  23. Ireneo de Lyon. Op. cit. III, 3.2
  24. Eusebio de Cesarea. Op. cit. III, 2
  25. Op. cit. III, 16 y 28.
  26. Clemente de Roma. Epístola a los Corintios. §1
  27. Clemente de Roma. Epístola a los Corintios. I
  28. Código de Derecho Canónico. Canon 332, §2
  29. Ibid. Canon 349
  30. Ibid. Canon 335
  31. «CNN internacional. Sobre el cónclave 2005 tras la muerte de Juan Pablo II.» (en inglés). 8 de abril de 2005. 
  32. Código de Derecho Canónico. Canon 332. §1
  33. Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis. 22 de febrero de 1996. Juan Pablo II. Artículo 88.
  34. Ibid. Artículo 33
  35. Ibid. Artículo 42
  36. Ibid. Artículo 52
  37. Ibid. Artículo 87
  38. Ibid. Artículo 89
  39. Ibid. Artículo 62
  40. Constitución Apostólica Romano Pontifici Eligendo. 01 de octubre de 1975. Pablo VI. Artículos 63 y 64
  41. Código de Derecho Canónico. Canon 351 § 1 y 2
  42. Ibid.
  43. Ibid. § 3
  44. Ibid. Canon 349 y 353

Bibliografía

  • BUTLER, Scott, y Norman DAHLGREN: Jesus, Peter & the keys: a scriptural handbook on the papacy. David Hess Goleta (California): Queenship Publishing, 1996.
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