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El Cardenal Mendoza, rodeado de obispos

Pedro González de Mendoza (Guadalajara, 3 de mayo de 1428 - † ibídem, 11 de enero de 1495), eclesiástico y político castellano, uno de los mejores ejemplos del paso, del mundo medieval al moderno, a lo largo del siglo XV. Fue el quinto hijo de Íñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana, y de su esposa Catalina de Figueroa. Ya desde la cuna, fue destinado a la carrera eclesiástica.

Biografía

Pasó su niñez en Guadalajara, hasta el año 1442 en que su padre le mandó a Toledo para educarse junto a su tío, el entonces arzobispo, Gutierre Álvarez de Toledo. Allí estudió Retórica, Historia y Latín, hasta la muerte de su protector en 1445. Después pasó a estudiar Cánones y Leyes, en la Universidad de Salamanca entre 1446 y 1452, doctorándose en ambas ramas del Derecho, el civil y el eclesiástico.

En la Corte de Juan II

En 1452 llega a la corte de Juan II, donde es nombrado capellán de la capilla real. Un año después, en junio de 1453, moría decapitado en Valladolid Álvaro de Luna favorito hasta entonces del rey y enemigo recalcitrante del marqués de Santillana. El año siguiente 1454, moría el rey Juan II y sería designado don Pedro obispo de Calahorra y Santo Domingo de la Calzada.

En la Corte de Enrique IV

En mayo de 1455, el nuevo rey Enrique IV de Castilla organizó una campaña contra el reino de Granada, en la que participaron el marqués de Santillana y la mayoría de sus hijos, hermanos de don Pedro. Antes de partir, hizo testamento el marqués y legó a su quinto hijo, el clérigo, el señorío sobre las villas alcarreñas de Pioz y El Pozo de Guadalajara. En la primera de ellas, nuestro personaje levantaría, poco después, un coqueto castillo, que aún se conserva.

Cuando muere su padre, en marzo de 1458, don Pedro pasa a encabezar la poderosa familia de los Mendoza, que más tarde daría origen a varias líneas de la alta aristocracia castellana, como la Casa del Infantado o la del marquesado de Mondéjar; utilizando hábilmente sus grandes influencias en la corte castellana, para su encumbramiento personal y el de sus hermanos.

Tomó parte activa, siempre leal a Enrique IV, en las luchas contra la nobleza levantisca y siempre enfrentado al arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo y a Juan Pacheco, marqués de Villena, sus grandes rivales en la Corte.

En marzo de 1460 Pacheco, entonces favorito del rey, envió tropas contra Guadalajara, la villa donde los Mendoza mantenían su dominio, logrando apoderarse de ella con una celada. Nombró nuevos cargos favorables a su partido y declaró fuera de la ley a Diego Hurtado de Mendoza segundo marqués de Santillana y a sus hermanos, quienes tuvieron que huir a Sigüenza, donde Pedro González de Mendoza ya era titular de su obispado. Y para agradar a la población, Pacheco no dudó en conseguir que Enrique IV de Castilla otorgara a Guadalajara el título de Ciudad.

No duró mucho la mala fortuna familiar y nuestro obispo logró hacer las paces con el rey e incluso enemistarle con el de Villena, facilitando la llegada de un nuevo favorito a la Corte, don Beltrán de la Cueva, yerno de Diego Hurtado de Mendoza, segundo marqués de Santillana y hermano mayor de don Pedro.

A partir de 1462, la lealtad de los Mendoza a Enrique IV, se traduce en un apoyo permanente a los derechos de su hija Juana la Beltraneja, nacida el 28 de febrero de aquel año, frente a la apuesta de Carrillo y Pacheco por los hermanastros del rey: Alfonso e Isabel. Éstos no dudaron en extender la especie, sin ningún tipo de pruebas, de que la princesita no era hija del rey, sino de don Beltrán de la Cueva y le quedó el cruel apodo con el que ha pasado a la historia

El rey dependió cada vez más del apoyo de los Mendoza, ante semejantes adversarios, y no tardó en estallar la guerra civil. En 1465, en la farsa de Ávila, el arzobispo Carrillo quitó la corona a un muñeco que representaba a Enrique IV y su partido se alzó en armas, apoyando los derechos del pequeño Alfonso, hermanastro del rey. En aquel contexto, Pedro González de Mendoza dispuso que su hermano Íñigo López de Mendoza y Figueroa custodiara a la princesa Juana en la fortaleza de Buitrago y que tropas de su hermano Diego Hurtado de Mendoza blindaran los territorios que la familia poseía en la frontera de Aragón, con el objetivo de evitar la entrada en Castilla del príncipe Fernando a raíz de su casamiento con la princesa Isabel la Católica.

El apoyo al Rey no fue gratuito. Con la habilidad indicada para la obtención de nuevos cargos eclesiásticos, que le darían importantes beneficios económicos, don Pedro obtuvo en 1469 el cargo de abad de San Zoilo, en Carrión de los Condes, por bula del papa Paulo II y también, a petición de Enrique IV ante el Papa, sería nombrado arzobispo de Sevilla.

Mientras tanto, la muerte del príncipe Alfonso en el verano 1468, no supuso el fin de la rebelión. Carrillo apostó por la joven Isabel, hermana del príncipe fallecido y futura reina Isabel la Católica.

Los Mendoza mantuvieron firme su apuesta por la princesa Juana, a tal punto, que vieron con bochorno y como una traición el hecho de que el rey Enrique cediese, en los toros de Guisando, los derechos de su hija.

Y aunque había sido principal valedor de los derechos legítimos de Juana la Beltraneja, a partir de 1473, un año antes de la muerte del rey, se pasó don Pedro González de Mendoza, junto a todos sus hermanos, al bando de la princesa Isabel, por la rivalidad, en la carrera eclesiástica, con el arzobispo Carrillo. A ello no fue ajena la visita que aquel año hizo a Castilla y a Sigüenza el futuro papa Alejandro VI, entonces sólo cardenal Borgia, con la promesa de grandes mercedes del partido aragonés en Roma. Detrás estaba el rey Juan II de Aragón principal valedor de los derechos de su hijo Fernando el Católico. las promesas se cumplieron rápidamente y el papa Sixto IV le nombró cardenal, titulándole el rey, Cardenal de España, también a finales de aquel mismo año.

Desde entonces, Pedro González de Mendoza y toda su familia, permanecerán al lado de la futura reina. Muertos Pacheco y Enrique IV, acudió, en diciembre de 1474, a Segovia a la coronación de Isabel la Católica y allí soliviantó definitivamente los celos de su rival Carrillo, que decidió pasarse al bando de doña Juana e iniciar otra nueva guerra. El Cardenal Mendoza constituyó un apoyo decisivo, para la causa isabelina, durante la Guerra de Sucesión Castellana, contra los partidarios de Juana la Beltraneja. A partir de la batalla de Toro, donde participa activamente, con toda su familia, se convierte en uno de los principales consejeros de los Reyes Católicos, sobre todo en asuntos religiosos.

En la Corte de los Reyes Católicos

La colaboración del Cardenal y los Monarcas fue inmediata y total, sin fisuras; como cuando comandó los ejércitos reales contra la invasión portuguesa, el 1 de marzo de 1476 en la batalla de Toro, que sirvió para asentar definitivamente a Isabel en el trono castellano.

Además recibe nuevos nombramientos en los siguientes años. Así en 1477 ve Don Pedro como es nombrado Abad de Fécamp, en Normandía; y al año siguiente recibe en administración perpetua el obispado de Osma. Y como la reina Isabel legítima a los dos hijos, que había procreado con doña Mencia.

Fue determinante también, el ya Cardenal, en los primeros meses de 1492, para la elección del nuevo confesor de la reina Isabel, que sustituiría a fray Hernando de Talavera tras el nombramiento de éste como arzobispo de Granada. Fue él quien insistió a doña Isabel para que aceptara a un oscuro y terco franciscano recluido en el monasterio alcarreño de La Salceda. Fue quien introdujo en la corte al futuro Cardenal Cisneros.

Arzobispo de Toledo

El 1 de julio de 1482, había muerto el revoltoso don Alfonso Carrillo de Acuña, arzobispo de Toledo. Quedaba vacante así la sede primada hispana. El 13 de noviembre de 1482, Pedro González de Mendoza alcanzó del papa Sixto IV el nombramiento de arzobispo de Toledo, abandonando el resto de sus cargos, menos el obispado de Sigüenza.

Guerra de Granada y Descubrimiento de América

Rendición de Granada por F. Padilla

Terminada en 1479 la guerra con Portugal y afirmados los derechos al trono, los reyes buscaron, nuevos objetivos a su reinado, la unidad peninsular y religiosa. Las expediciones militares de primavera y verano contra el reino nazarita, se intensificaron a partir de 1485. Todos los Mendoza participaron, campaña tras campaña; en 1485, encontramos al Cardenal, en Córdoba, acompañando a don Fernando, dos años después, 1487, entra en Málaga y finalmente en 1492, acompañado por su sobrino el gran Tendilla, coloca el pendón castellano, en la Alhambra de Granada.

Además del problema de los conversos, para el que don Pedro siempre mantuvo posturas comprensivas, su actitud política fue de gran importancia para otro de los grandes proyectos del reinado de los Reyes Católicos, el viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, desde el principio recibió el apoyo de Luis II de la Cerda, duque de Medinaceli, sobrino del Cardenal. El bloque siempre homogéneo de los Mendoza, con el Cardenal Pedro González al frente, fue uno de los grandes impulsores, con la financiación de la dilatada espera de Colón, hasta conseguir la aprobación real y, sobre todo, la consecución del interés y el compromiso de la reina Isabel I respecto a los proyectos colombinos, cuando todo el esfuerzo del Reino de Castilla se dedicaba a la toma del reino de Granada.

Vida privada

Se le conocen, por las crónicas, tres hijos al Cardenal; de los amores que a partir de 1460, tuvo con Mencía de Lemos, acompañante de la reina Juana, nacieron dos hijos Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, en 1462, futuro marqués del Cenete, nacido en el palacio de los Mendoza, en Guadalajara y Diego, en 1468, luego conde de Mélito y señor de Almenara, nacido en el Real del Manzanares, "en amaneceres". En 1476, pidió la legitimación de sus dos hijos a la reina Isabel, que le fue concedida el 15 de junio de ese año, en 1478, Sixto IV, concedió al cardenal, autorización para testar a favor de sus hijos y su sucesor Inocencio VIII, quien en 1486, le concediera la verdadera legitimación. Años después, los Reyes Católicos concedieron la capacidad de instituir, los mayorazgos, que quisiera a favor de sus hijos. Aquí aparece, el tercer hijo del cardenal, Juan Mendoza, nacido años atrás en Valladolid, de Inés de Tovar, y al que no se le consignaría mayorazgo alguno.

En la ciudad de Guadalajara, el 11 de enero de 1495, tras casi un año prostrado por una grave enfermedad renal y recibiendo la visita de los Reyes Católicos en más de una ocasión, moría el gran cardenal. Dejó como heredero de todos sus bienes al Hospital de la Santa Cruz de Toledo. Su féretro acompañado por los Reyes, en una solemne comitiva, que duró cuatro días, trasladó el cadáver, desde Guadalajara hasta Toledo, donde fue enterrado en el presbiterio de la Catedral de Toledo, como él había elegido.

Labor cultural

Escudo del Cardenal, en el Coro (Catedral de Sigüenza).

Su papel más importante en la cultura de la segunda mitad del siglo XV fue como mecenas. Gracias al Cardenal Mendoza, la arquitectura castellana se renueva totalmente, entrando con él los modismos renacentistas, influido por el cardenal, don Rodrigo de Borja, el futuro Papa Alejandro VI, enviado por el Papa Sixto IV, en 1472, para sosegar las diferencias entre Enrique IV y su hermana Isabel.

La tarea constructiva fue infatigable. Sabía que la construcción de edificios, el adorno de los mismos, le atraería el cariño de las gentes, máxime cuando en cada uno de esos edificios aparecerían las armas de su linaje y el escudo heráldico del cardenal.

Sus obras se extendieron por todo el reino de Castilla:

  • En Alcalá de Henares, la reforma del palacio de los obispos y la ampliación de las Escuelas Generales.
  • En Sevilla, obras en la Catedral, en San Francisco y en la iglesia de Santa Cruz.
  • En la Catedral de El Burgo de Osma, la portada principal del mediodía, la sacristía y el púlpito del Evangelio, en la Catedral, muy similar al de Sigüenza.


Incluso en Roma y Jerusalén:

  • En Roma, la reedificación completa de la iglesia de la Santa Cruz o Croce.
  • En Jerusalén, la consolidación de la iglesia del Santo Sepulcro y la construcción de otro templo en honor de la Santa Cruz.

Obras en la provincia de Guadalajara

Pero donde más numerosas fueron las obras y mecenazgos del Cardenal, fue en la provincia de Guadalajara, lugar donde nació y donde su familia tenía la mayoría de sus posesiones:

  • Casa-Palacio de Guadalajara, Palacio de estilo renacentista, de gran fama en el siglo XV y XVI destruido por un incendio en el siglo XVIII.
  • Castillo de Jadraque o castillo del Cid, construido con la estructura actual, en el último tercio del siglo XV, acercándose al carácter palaciego de las residencias renacentistas de estilo italianizante.
  • Monasterio de Sopetrán, el antiguo monasterio de Santa María de Sopetrán, localizado cerca de la desembocadura del río Badiel, con el Henares, con la construcción de la sacristía.
  • Monasterio de San Francisco en Guadalajara, en su iglesia sobre todo, instituido como panteón de la familia Mendoza desde 1395 y desde el siglo XVII, también cripta de los duques del Infantado.
  • Universidad de Sigüenza, En 1476, fue fundado el Colegio Grande de San Antonio de Portaceli, el Papa Sixto IV, aprobó las Constituciones primitivas, en 1483 y promulgadas el 7 de julio de 1484. Unos años después, y a petición del cardenal, el papa Inocencio VIII, promulgó una Bula papal, en abril de 1489, que permitirá conceder grados de bachiller, licenciado, maestro y doctor de las materias impartidas.
  • Catedral de Sigüenza, realizó varias obras, como el coro.

Bibliografía

  • Layna Serrano, Francisco (1993-1996). Historia de Guadalajara y sus Mendozas en los siglos XV y XVI, 4 Tomos. Guadalajara, Aache ediciones. ISBN 84-87743-28-5. 
  • Nader, Helen (1985). Los Mendoza y el Renacimiento Español. Guadalajara, Institución Provincial de Cultura "Marques de Santillana". Diputación de Guadalajara. ISBN 84-505-3156-X. 

Enlaces externos


Predecesor:
Pedro López de Miranda
Obispo de Calahorra
1453 - 1467
Sucesor:
Rodrigo Sánchez de Arévalo
Predecesor:
Juan de Mella
Obispo de Sigüenza
1468 - 1495
Sucesor:
Bernardino López de Carvajal y Sande
Predecesor:
Pedro Riario
Administrador apostólico de la Archidiócesis de Sevilla
1474 - 1482
Sucesor:
Íñigo Manrique de Lara
Predecesor:
Francisco de Santillana
Obispo de Osma
1482 - 1482
Sucesor:
Rafael Sansoni Riario
Predecesor:
Alfonso Carrillo de Acuña
Arzobispo de Toledo
1482 – 1495
Sucesor:
Francisco Jiménez de Cisneros