Don Juan

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Don Juan desenvainando la espada en Don Giovanni de Mozart; cuadro de Max Slevogt: Francisco d'Andrade como Don Giovanni, 1912

Don Juan es un personaje arquetípico, configurado en la literatura española y con larga descendencia literaria europea, creado por Tirso de Molina.

Antecedentes y primera plasmación literaria

También llamado burlador' o libertino, se trata de un seductor valiente y osado hasta la temeridad que no respeta ninguna ley divina o humana. La tradición posterior lo relaciona con la figura de Miguel de Mañara, un gran pecador arrepentido de la Sevilla del siglo XVII,[1]​ si bien ya había referencias a esta leyenda en sus puntos fundamentales en la madrileña del siglo XVI de Jacobo de Grattis (1517-1619), más conocido como el Caballero de Gracia, que sirvió para dar nombre a la calle Desengaño de esa misma villa, la cual, al menos cronológicamente, está más justificada.

Con los precedentes de El infamador de Juan de la Cueva (1581) y de El Hércules de Ocaña de Luis Vélez de Guevara, el primer ejemplo del personaje lo creó, según algunos, Tirso de Molina, en su obra El burlador de Sevilla y convidado de piedra, 1630; según otros, esta obra sería una refundición de otra, conocida como Tan largo me lo fiais, que podría atribuirse a Andrés de Claramonte. En cualquier caso, hay en el teatro ciertos antecedentes del tipo del fanfarrón y seductor y, en los romances, del tema del convidado de piedra (quien desprecia a los muertos y acepta temerariamente la invitación de uno de ellos).

Don Juan y la estatua del Comendador

Obras con o sobre Don Juan

Escribieron obras inspiradas en este personaje Antonio de Zamora (No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, 1713), Molière (Dom Juan ou le festin de Pierre, 1665); Samuel Richardson, creador del libertino Lovelace en su novela Clarisa Harlowe; Lorenzo da Ponte, libretista de Mozart, (Don Giovanni, 1787); Choderlos de Laclos, famoso por su libertino vizconde de Valmont en su novela epistolar Las amistades peligrosas, 1782), Lord Byron (Don Juan, 1819-1824, incompleto por su muerte), José de Espronceda (el Don Félix de Montemar de su El estudiante de Salamanca, 1840), José Zorrilla (Don Juan Tenorio, 1844), Azorín, Gonzalo Torrente Ballester (Don Juan) y otros muchos (Johann Christian Grabbe, Alejandro Dumas, Carlo Goldoni, Edmond Rostand...) y, más recientemente, Max Frisch. En España fue una tradición teatral constante el representar la obra de Antonio de Zamora y, después, la de Zorrilla, en todas las festividades de Todos los Santos (1 de noviembre).

El personaje y su actitud vital, denominada genéricamente donjuanismo, ha inspirado a numerosos ensayistas (Ramón Pérez de Ayala, Víctor Said Armesto, Arturo Farinelli, Ramiro de Maeztu, Américo Castro, José Ortega y Gasset, etcétera), que ven en la figura del seductor desde un inmaduro patológico y afeminado, próximo al narcisismo y a la homosexualidad, como Gregorio Marañón, a una figura satánica y rebelde típicamente romántica o al arquetipo universal del seductor insatisfecho.

Existencia real

Haidea encuentra a Don Juan, de Ford Madox Brown

Desde el siglo XVII se dio crédito a la idea de que Don Juan Tenorio existió realmente. Tal idea fue recogida por el hispanista Louis Viardot en el XIX,[2]​ y posteriormente por Gregorio Marañón, que recoge la existencia de los Tenorio y de la calidad de seductor de alguno de ellos, pues un tal Cristóbal Tenorio tuvo amoríos con la hija de Lope de Vega e incluso se batió en duelo con él, hiriéndolo.

Se ha especulado que la razón de la elección de tal apellido por Tirso de Molina pudo ser por la similitud con el verbo «tener», que induce a relacionarlo con el hecho de la posesión, y con el sustantivo «tenor», que lo relaciona con la voz masculina.[3]

Las figuras del centenario Caballero de Gracia (1517-1619) y del sevillano Miguel Mañara, nacido en 1627 y, por tanto, imposible como modelo, y que desde principios del siglo XIX se encuentra en causa de beatificación, suscitó la maledicencia de los que atribuían la «conversión» piadosa de sus últimos años a una similitud con los rasgos esenciales de la psicología de Don Juan: una juventud disipada y un aparatoso arrepentimiento final, que lo llevó a ser citado como contraejemplo por Antonio Machado (ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido / ya conoceis mi torpe aliño indumentario).[4]

Cronología de obras inspiradas en el mito de Don Juan

Véase también

Referencias

Notas

  1. En ocasiones, es puesto en relación con el italiano Giacomo Casanova, un seductor o libertino más que un donjuán. No tiene mucho sentido, pues este personaje es posterior a la aparición literaria del Don Juan. Es el caso también de Miguel de Mañara, que nació en 1627, tres años antes de la obra de Tirso.
  2. Études sur l’histoire des institutions, de la littérature, du théâtre et des beaux arts en Espagne (1835)
  3. http://www.uab.ro/reviste_recunoscute/philologica/philologica_2003_tom3/16.doc
  4. «LaSerrania.org - El Portal de los Pueblos y Gentes de la Serranía de Ronda». 

Bibliografía

Enlaces externos