Agnosticismo

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Se suele emplear el signo de interrogación o variantes como símbolo del agnosticismo.

El agnosticismo (del griego α-, a-, ‘sin’; y γνώσις, gnōsis, ‘conocimiento’) es la creencia de que los valores de verdad de ciertas afirmaciones, especialmente aquellas sobre la existencia o inexistencia de alguna deidad, además de otras afirmaciones religiosas y metafísicas como la teología o el más allá, son desconocidos o inherentemente incognoscibles.[1][2][3]​ El agnosticismo a menudo reflexiona las preguntas mediante la duda y el escepticismo. En un sentido popular, un agnóstico es aquel que ni cree ni niega la existencia de una deidad o deidades, mientras que un teísta y un ateo afirma y niega, respectivamente.[2]​ No obstante, el filósofo William L. Rowe sostiene que, en sentido estricto, el agnosticismo es la visión de que la humanidad carece de las bases racionales necesarias para justificar cualquier creencia: «existe al menos una deidad» o «no existe ninguna deidad».[2]

El biólogo inglés Thomas Henry Huxley acuñó la palabra «agnóstico» en 1869.[4]​ Sin embargo, pensadores y obras más antiguos ya habían promovido el punto de vista agnóstico, incluyendo a Sanyaia Belatthaputta (filósofo indio del siglo V a. C.) que expresó su agnosticismo respecto a cualquier vida más allá de la muerte,[5]Pitágoras (filósofo griego del siglo V a. C.) hizo lo propio sobre sus dioses contemporáneos o cualquier otro[6]​ y el «Himno de la creación» del texto sagrado indio Rig-veda (uno de los libros conservados más antiguos del mundo, escrito en el segundo milenio a. C.) lo fue acerca del origen del universo.[7]​ Desde que Huxley acuñó el término, muchos pensadores han escrito extensamente sobre el tema.

Definiciones de agnosticismo

En su libro Aphorisms and reflections, Henrietta Ann Heathorn Huxley (1825-1915), esposa de Thomas Huxley, recoge múltiples volúmenes de notas y ensayos de Huxley,[8]​ quien acuñó el término «agnosticismo». En dichas notas se encuentra un párrafo donde Thomas Huxley define con claridad lo que significaba el término para él:

Agnosticismo, de hecho, no es un credo sino un método, la esencia en la que se sustenta la aplicación rigurosa de un solo principio.[9]

Y más adelante en el mismo párrafo:

El principio puede ser expresado positivamente: en asuntos intelectuales, sigue tu razón tan lejos como te lleve, sin importar ninguna otra consideración. Y negativamente: en asuntos intelectuales, no pretendas que son ciertas las conclusiones que, o no han sido demostradas o directamente no son demostrables. Esto entiendo como significado de la fe agnóstica, que si un hombre mantiene completa e incorrupta, no deberá sentir vergüenza de mirar al universo a la cara, cualquiera que sea el futuro deparado para él.[10]

Etimología

El término agnóstico fue introducido por el zoólogo británico Thomas Henry Huxley (1825-1895) en 1869 para describir su filosofía que rechaza el gnosticismo, por el cual no rechazaba solo a ese grupo religioso del primer milenio, sino a todos los grupos que afirman tener un conocimiento oculto o místico.

Los primeros líderes de la Iglesia cristiana utilizaron la palabra griega «gnosis» (‘conocimiento’) para describir una especie de «conocimiento espiritual». El agnosticismo no debe ser confundido con las visiones religiosas que se oponen a la doctrina del gnosticismo: estos son conceptos religiosos que no se relacionan generalmente con el agnosticismo. Huxley utilizó el término en un sentido amplio.

La postura del no conocimiento

El agnóstico suele diferenciar entre «conocer» y «creer». Para él, una persona religiosa se distingue de una atea por el hecho de que el religioso «cree que cierto(s) dios(es) existe(n)» y el ateo «cree que los dioses no existen». Así, el agnóstico se aparta de la postura de creencia indicando que unos y otros «creen» en la existencia o inexistencia de cierta entidad superior, mientras que él la «desconoce».

Variantes

Un ícono (no usual) del agnosticismo.
  • agnosticismo fuerte: es una afirmación categórica sobre el conocimiento de entidades superiores indicando que estas no son cognoscibles, y que los seres humanos no están equipados para descubrir la existencia de tales realidades o para probar su inexistencia. Se resume en la frase «Desconozco sobre la existencia de dios y es imposible llegar a conocerlo».
  • agnosticismo débil: se considera una opción personal que afirma no tener conocimiento sobre una entidad superior. Se resume en la frase «Desconozco sobre la existencia de dios y la posibilidad de conocerlo»
  • agnosticismo apático: conocido también como apateísmo es la visión de que una entidad superior, aún de existir, no cambia en nada a la condición humana y por lo tanto las religiones son irrelevantes o accesorias. «Desconozco sobre la existencia de dios y es irrelevante conocerlo»;
  • agnosticismo interesado: aquel que considera que el conocimiento de entidades superiores es relevante para el ser humano, en oposición al agnosticismo apático. Por lo general este interés se justifica argumentando la relevancia que tiene la existencia o inexistencia de deidades en el rol que desempeñan los seres humanos en el mundo. «Desconozco sobre la existencia de dios pero sería interesante conocerlo»
  • agnosticismo modelo: apunta a que las preguntas filosóficas y metafísicas no son verificables fehacientemente sino un modelo maleable de pensamiento que debe basarse sobre la racionalidad. Esta rama del agnosticismo no se enfoca en la existencia de entidades superiores.
  • ignosticismo: Algunos filósofos han visto el ignosticismo como una variación de ateísmo o agnosticismo, mientras que otros han considerado que es distinto. Según las definiciones de Theodore Drange los ignósticos no son ateos ni agnósticos. El ignosticista no confiere sentido a los argumentos en favor o en contra de su existencia, sobre la base de que tales conceptos están mal definidos o son infalsables. Simplificando, un ateo diría: «No creo que dios exista», un agnóstico diría: «Desconozco sobre la existencia de dios», y un ignóstico diría: «¿Qué entiende por dios?».

Agnósticos destacados

Entre los más famosos agnósticos (en el sentido original) se encuentran Thomas H. Huxley, Thomas Alva Edison, Charles Darwin, Marie Curie y Bertrand Russell. A partir de los trabajos de David Hume, especialmente Dialogues concerning natural religion (‘Diálogos con respecto a la religión natural’), se piensa que él era agnóstico, aunque es un tema que sigue en debate.

La posición agnóstica es visible en varios filósofos poskantianos, que mantienen que la razón que pretende hablar de lo incondicionado cae en contradicción, tanto para demostrar la existencia de Dios como para negarla.

Thomas Henry Huxley (1825-1895).

Thomas H. Huxley

Las posturas agnósticas son tan antiguas como el escepticismo filosófico, pero el término «agnosticismo» fue acuñado por el biólogo Thomas H. Huxley (abuelo del conocido novelista inglés Aldous Huxley) en una reunión de la Sociedad Metafísica en 1869. En ella definió a los agnósticos como a las personas que niegan tanto el ateísmo como el teísmo y que aseguran que no es posible hallar respuesta a la duda metafísica de la existencia de un poder superior o Dios. En una carta a un amigo escribe:

Yo no afirmo ni niego la inmortalidad del hombre. No veo razón para creer en ella pero tampoco tengo ningún medio para desaprobarla. No tengo objeciones a priori a esa doctrina. Nadie que tenga que lidiar día a día con la naturaleza puede meterse en el brete de las dificultades a priori. Dame alguna evidencia que justifique mi creencia en cualquier cosa y yo creeré. ¿Y cómo no habría de creer? No sería más maravilloso que la conservación de la energía o la indestructibilidad de la materia. [...] No tiene sentido que me hables de analogías y probabilidades. Yo sé a qué me refiero cuando digo que creo en la ley de los cuadrados inversos, y no basaré mi vida y mis esperanzas en alguna convicción más débil.
T. H. Huxley, en carta a Charles Kingsley del 23 de septiembre de 1860

Desde entonces el término «agnóstico» también ha sido usado para designar aquella persona que, aunque no considera que sea incognoscible la existencia de Dios, cree que las evidencias a favor y en contra de la existencia de una deidad no resultan concluyentes.

Por naturaleza tengo la antipatía más grande posible contra el ateísmo. Y sin embargo sé que yo —a pesar de mí mismo— soy exactamente lo que un cristiano llamaría un ateo. No puedo ver ni una sombra de evidencia acerca de que lo desconocido que se esconde tras los fenómenos del universo tenga algo que ver con nuestra relación con un Padre que nos ama y nos cuida, como dicen los cristianos. Así que con respecto a los demás dogmas cristianos —como la inmortalidad del alma y el castigo y recompensa futuros— ¿qué voy a objetar yo —que me siento compelido a creer en la inmortalidad de lo que llamamos materia y energía y a creer en un inconfundible estado actual de castigos y recompensas por nuestras acciones— qué voy a objetar contra esas doctrinas? Dame una pizca de evidencia y estoy listo para saltar a tu lado.
Huxley, en carta a Charles Kingsley del 6 de mayo de 1863

Con respecto al origen del término «agnóstico» para describir su actitud, Huxley da la siguiente explicación:

Por eso inventé el título que me pareció más apropiado: «agnosticismo». Me vino a la cabeza como la antítesis del gnosticismo que apareció al principio de la Historia de la Iglesia. Los gnósticos pretendían saber tanto justamente acerca de las cosas que yo más ignoro. Para mi gran satisfacción el término tuvo éxito.
Huxley: Ensayos escogidos, pág. 237-239.

Se considera que el agnosticismo de Huxley es una consecuencia natural de las condiciones intelectuales y filosóficas de 1860, en que la intolerancia religiosa estaba tratando de impedir los descubrimientos científicos que parecían chocar contra una lectura literal de la Biblia (en especial del libro del Génesis) y otras doctrinas cristianas establecidas. Sin embargo el agnosticismo no se debe confundir con el deísmo, el panteísmo u otras formas científicas positivistas de teísmo.

En temas intelectuales, sigue tu razón tanto como puedas, sin tener ningún otro tipo de consideración. Y negativamente: en temas intelectuales, no finjas que es cierta ninguna conclusión que no haya sido demostrada o sea demostrable.
Huxley: Agnosticismo, 1889.
Retrato de Charles Darwin por Julia Margaret Cameron.

Charles Darwin

En 1879, cuando Charles Darwin estaba escribiendo su autobiografía, le llegó una carta preguntándole si él creía en el dios Yahvé, y si el teísmo y la evolución eran compatibles. Él replicó que «un hombre puede ser un ardiente teísta y un evolucionista», citando como ejemplos a Charles Kingsley y Asa Gray; con respecto a él, dijo que «nunca había sido ateo en el sentido de negar la existencia de Dios». Agregó: «Creo que en general (y más cuanto más viejo me hago) aunque no siempre, que “agnóstico” sería una descripción correcta de mi pensamiento».

El jueves 28 de septiembre de 1881 Darwin recibió la visita de dos conocidos ateos: Ludwig Büchner y Edward Aveling. Estaba presente Brodie Innes, un religioso amigo de la familia.

Darwin explicó sagazmente que «el reverendo y yo hemos sido medio amigos por treinta años. Nunca hemos estado de acuerdo en ningún tema: más bien nos miramos y cada uno piensa que el otro debe estar muy enfermo». En la charla después de la cena, Darwin les preguntó a sus invitados: «¿Por qué se hacen llamar ateos?», explicando que él prefería la palabra agnóstico. Aveling replicó que «un agnóstico no era sino un ateo elástico, y un ateo no era sino un agnóstico agresivo». Darwin respondió: «¿Y por qué tienen que ser tan agresivos?», preguntándose qué iban a ganar imponiendo esas nuevas ideas en la gente, cuando la libertad de pensamiento estaba «más que bien» para las personas educadas, pero si la gente ordinaria «estaría madura para ello».

Aveling respondió que si «las revolucionarias verdades de la selección natural y sexual hubieran sido confinadas solo para las pocas personas sensatas» y él «hubiera demorado la publicación del Origen de las especies, ¿dónde estaría el mundo en este momento?». Seguramente su propio ilustrativo ejemplo había alentado a los librepensadores a «proclamar la verdad desde los techos de las casas». Darwin en ese momento aceptó que «el cristianismo no está apoyado en evidencias», pero que él no estaba dispuesto a forzar esa idea en nadie, ya que de hecho «yo no abandoné el cristianismo hasta que tuve cuarenta años de edad».


Bertrand Russell

El libro del filósofo y matemático Bertrand Russell (Premio Nobel de Literatura en 1950) Por qué no soy cristiano, basado en una conferencia que dio en 1927, se considera un manifiesto clásico de la creencia agnóstica. El ensayo presenta brevemente las objeciones de Russell a algunos de los argumentos sobre la existencia de Dios y del átomo, y luego presenta una discusión acerca de sus objeciones morales a las enseñanzas cristianas. Luego les pide a sus lectores que se paren «sobre sus dos pies y dirijan una mirada cruda y directa al mundo [...] con una actitud sin miedo y una inteligencia libre».

En el otro libro posterior de Russell ¿Soy ateo o agnóstico? (subtitulado «Un ruego de tolerancia ante los nuevos dogmas»), él confirma que es un agnóstico en el sentido filosófico de que no puede creer la verdad de la existencia o no existencia de Dios. Sin embargo en el mismo ensayo admite que la manera más clara de presentarse ante una audiencia no filosófica sería como ateo.

Otras definiciones

Teniendo en cuenta las complicaciones a las que da lugar la noción de "creencia", el filósofo español Jesús Zamora Bonilla[11]​ ha propuesto la siguiente distinción entre las nociones de "ateísmo" y "agnosticismo": el ateo no sería aquella persona que "cree que dios no existe", sino más bien la persona que sospecha[12]​ que dios no existe, aunque no tenga una creencia definida sobre el tema. Agnóstico sería, en cambio, la persona que considera igual de probables ambas opciones. Según esta definición, muchos de los que son considerados como "agnósticos" serían, en realidad, ateos.

Críticas

El biólogo británico Richard Dawkins, uno de los más importantes activistas del ateísmo en la actualidad.

El biólogo, teórico evolutivo, activista del ateísmo y etólogo británico Richard Dawkins escribió en su libro The God delusion (El espejismo de Dios, 2006) un capítulo llamado «La pobreza del agnosticismo» en el que cuestiona al agnosticismo con bases científicas y filosóficas en la lógica de tener una «posición neutral» con respecto a la existencia o no existencia de deidades.[13]

Véase también

Referencias

  1. Hepburn, Ronald W. (2005) [1967]. «Agnosticism». En Donald M. Borchert, ed. The Encyclopedia of Philosophy. Vol. 1 (2nd edición). MacMillan Reference USA (Gale). p. 92. ISBN 0-02-865780-2. «In the most general use of the term, agnosticism is the view that we do not know whether there is a God or not.»  (page 56 in 1967 edition)
  2. a b c Rowe, William L. (1998). «Agnosticism». En Edward Craig, ed. Routledge Encyclopedia of Philosophy. Taylor & Francis. ISBN 978-0-415-07310-3. «In the popular sense, an agnostic is someone who neither believes nor disbelieves in God, whereas an atheist disbelieves in God. In the strict sense, however, agnosticism is the view that human reason is incapable of providing sufficient rational grounds to justify either the belief that God exists or the belief that God does not exist. In so far as one holds that our beliefs are rational only if they are sufficiently supported by human reason, the person who accepts the philosophical position of agnosticism will hold that neither the belief that God exists nor the belief that God does not exist is rational.» 
  3. Plantilla:Cite dictionary
  4. Dixon, Thomas (2008). Science and Religion: A Very Short Introduction. Oxford: Oxford University Press. p. 63. ISBN 978-0-19-929551-7. 
  5. «Samaññaphala Sutta: The Fruits of the Contemplative Life». a part of the Digha Nikaya translated in 1997 by Thanissaro Bhikkhu. «If you ask me if there exists another world (after death), ... I don't think so. I don't think in that way. I don't think otherwise. I don't think not. I don't think not not.» 
  6. «The Internet Encyclopedia of Philosophy - Protagoras (c. 490 - c. 420 BCE)». Consultado el 22 de julio de 2013. «While the pious might wish to look to the gods to provide absolute moral guidance in the relativistic universe of the Sophistic Enlightenment, that certainty also was cast into doubt by philosophic and sophistic thinkers, who pointed out the absurdity and immorality of the conventional epic accounts of the gods. Protagoras' prose treatise about the gods began 'Concerning the gods, I have no means of knowing whether they exist or not or of what sort they may be. Many things prevent knowledge including the obscurity of the subject and the brevity of human life.'». 
  7. Patri, Umesh and Prativa Devi. "Progress of Atheism in India: A Historical Perspective". Atheist Centre 1940-1990 Golden Jubilee. Vijayawada, February 1990. Retrieved 2007-04-02.
  8. Huxley, Henrietta A. «prefacio». Aphorisms and reflections. Parrafo 3. p. 12. ISBN 1419107305. 
  9. Huxley, Henrietta A. «prefacio». Aphorisms and reflections. CXLII [C.E.v 245], Al final de la página. prefacio, página 12, párrafo 3. p. 41. ISBN 1419107305. 
  10. Huxley, Henrietta A. «prefacio». Aphorisms and reflections. CXLII [C.E.v 245], Al inicio de la página. p. 42. ISBN 1419107305. 
  11. La diferencia entre el ateísmo y el agnosticismo por Jesús Zamora Bonilla.
  12. «Sospecha», artículo en el diccionario de la RAE.
  13. «Crítica del agnosticismo», capítulo del libro The God delusion (El espejismo de Dios), de Richard Dawkins. Bantam Books, 2006. ISBN 0-618-68000-4.

Enlaces externos