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Revisión del 11:08 28 mar 2017

Sócrates

Escultura de Sócrates, obra de arte romana del siglo I d. C.
Información personal
Nombre de nacimiento Σωκράτης
Otros nombres MIguel de Eorb
Nacimiento Entre 470 y 469 a. C.[1]
Alopece, Atenas, Antigua Grecia
Fallecimiento 399 a. C.[2][3]
Atenas, Antigua Grecia
Causa de muerte Envenenamiento
Residencia Grecia
Nacionalidad Griego
Religión Politeísta
Familia
Padres Sofronisco y Fainarate
Cónyuge
Hijos Lamprocles Ver y modificar los datos en Wikidata
Familiares Arístides el Justo
Información profesional
Ocupación Filósofo
Alumnos Platón, Jenofonte de Atenas, Antístenes, Aristipo, Isócrates, Euclides de Megara, Fedón de Elis, Esquines de Esfeto, Querefonte, Simmias, Cebes, Apolodoro y Alcibíades Ver y modificar los datos en Wikidata
Sucesor Platón
Miembro de Boulé (desde 406 a. C.) Ver y modificar los datos en Wikidata

Sócrates (en griego antiguo: Σωκράτης, Sōkrátēs; Atenas, 470-ib., 399 a. C.)[1][2][3]​ fue un filósofo clásico griego considerado como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo, siendo estos tres los representantes fundamentales de la filosofía de la Antigua Grecia.

Biografía

Primeros años

Nació en Atenas, donde vivió durante los dos últimos tercios del siglo V a. C.,[1][2][3]​ la época más espléndida en la historia de su ciudad natal, y de toda la antigua Grecia. Fue hijo de Sofronisco, de profesión cantero, motivo por el que en su juventud lo llamaban Σωκράτης Σωφρονίσκου (Sōkrátēs Sōfronískou, ‘Sócrates hijo de Sofronisco’), y de Fainarate, comadrona, emparentados con Arístides el Justo.[4][5][6]

Según Plutarco, cuando Sócrates nació, su padre recibió del oráculo el consejo de dejar crecer a su hijo a su aire, sin oponerse a su voluntad ni reprimirle sus impulsos.[7][8]​ No obstante, ni Jenofonte ni Platón mencionan esta intervención del oráculo, lo que hace pensar que pueda ser una tradición popular muy posterior.[7]

Educación

Recibió una educación tradicional: literatura, música y gimnasia. Más tarde se familiarizó con la dialéctica y la retórica de los sofistas. Al principio, Sócrates siguió el trabajo de su padre; realizó un conjunto de estatuas de las tres Gracias, que estuvieron en la entrada de la Acrópolis hasta el siglo II a. C. Tuvo por maestro al filósofo Arquelao quien lo introdujo en las reflexiones sobre la física y la moral.[cita requerida]

Matrimonio

Se casó con Xantipa (o Jantipa), que era de familia noble. Según una tradición antigua, trataba muy mal al filósofo, aunque en realidad Platón muestra, al narrar la muerte de Sócrates en el Fedón, una relación normal e incluso buena entre los dos.

Vida política y militar

Durante la guerra del Peloponeso contra Esparta, sirvió como hoplita con gran valor en las batallas de Potidea en el 432 a. C.-430 a. C., Delio en el 424 a. C., y Anfípolis en el 422 a. C.

Fue obediente con las leyes de Atenas, pero evitaba la política. Creía que podría servir mejor a su país dedicándose a la filosofía.

Aspecto

Era de pequeña estatura, vientre prominente, ojos saltones y nariz exageradamente respingona. Su figura era motivo de chanza. Alcibíades lo comparó con los silenos, los seguidores ebrios y lascivos de Dioniso.

Platón consideraba digno de ser rememorado el día en que le lavó los pies y le puso sandalias, y Antifón, el sofista, decía que ningún esclavo querría ser tratado como él se trataba a sí mismo. Llevaba siempre la misma capa, y era tremendamente austero en cuanto a comida y bebida.

Desde muy joven, llamó la atención de los que lo rodeaban por la agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina ironía con la que salpicaba sus tertulias con los ciudadanos jóvenes aristocráticos de Atenas, a quienes les preguntaba sobre su confianza en opiniones populares, aunque muy a menudo él no les ofrecía ninguna enseñanza.

Legado

El militar ateniense Alcibíades y Sócrates

El principal legado de Sócrates es quizá su propia muerte: un filósofo condenado a muerte por la democracia de Atenas, por introducir nuevos dioses.

La base de sus enseñanzas y lo que inculcó, fue la creencia en una comprensión objetiva de los conceptos de justicia, amor y virtud; y el conocimiento de uno mismo. Sócrates describió el almapsique») como aquello en virtud de lo cual se nos califica de sabios o de locos, buenos o malos, una combinación de inteligencia y carácter.

Asumiendo una postura de ignorancia, interrogaba a la gente para luego poner en evidencia la incongruencia de sus afirmaciones; a esto se le denominó «ironía socrática», la cual queda expresada con su célebre frase «Solo sé que no sé nada» (Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα, hèn oîda hóti oudèn oîda).

A la vez, fue capaz de llevar tal unidad al plano del conocimiento, al sostener que la virtud es conocimiento y el vicio ignorancia.

Su inconformismo lo impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los que se decían sabios, aunque él mismo no se consideraba un sabio, aun cuando uno de sus mejores amigos, Querefonte, le preguntó al oráculo de Delfos si había alguien más sabio que Sócrates, y la Pitonisa le contestó que no había ningún griego más sabio que él (Apología 21a). Al escuchar lo sucedido, Sócrates dudó del oráculo, y comenzó a buscar alguien más sabio que él entre los personajes más renombrados de su época, pero se dio cuenta de que en realidad creían saber más de lo que realmente sabían.

Filósofos, poetas y artistas, todos creían tener una gran sabiduría, en cambio, Sócrates era consciente tanto de la ignorancia que le rodeaba como de la suya propia. Esto lo llevó a tratar de hacer pensar a la gente y hacerles ver el conocimiento real que tenían sobre las cosas.

El debate de Sócrates y Aspasia

Creía que todo vicio es el resultado de la ignorancia y que ninguna persona desea el mal; a su vez, la virtud es conocimiento y aquellos que conocen el bien actuarán de manera justa. Su lógica hizo hincapié en la discusión racional y la búsqueda de definiciones generales. En este sentido influyó en sus discípulo Platón y, a través de él, en Aristóteles.

Creía en la superioridad de la discusión sobre la escritura y, por lo tanto, pasó la mayor parte de su vida de adulto en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, a quienes solía responder mediante preguntas.

La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de conocimientos, sino en revisar los conocimientos que se tienen y a partir de ahí construir conocimientos más sólidos.

El poder de su oratoria y su facultad de expresión pública eran su fuerte para conseguir la atención de las personas. Otro pensador y amigo influenciado por Sócrates fue Antístenes, el fundador de la escuela cínica de filosofía. Sócrates también fue maestro de Arístipo, que fundó la filosofía cirenaica de la experiencia y el placer, de la que surgió la filosofía más elevada de Epicuro. Tanto para los estoicos como el filósofo griego Epicteto, Sócrates representó la personificación y la guía para alcanzar una vida superior.

Tuvo gran influencia en el pensamiento occidental, a través de la obra de su discípulo Platón.

Aristóteles, discípulo de Platón, señala los dos grandes aportes de Sócrates:

Dos cosas hay que atribuir con justicia a Sócrates, por un lado el argumento inductivo (επακτικοί λόγοι)[9]​ y por otro la definición general (ορίζεσθαι καθόλον) [10]
Metafísica M, 4; 1078b 27

Dialéctica

Fue el verdadero iniciador de la filosofía en cuanto que le dio su objetivo primordial de ser la ciencia que busca en el interior del ser humano. El método de Sócrates era dialéctico: después de plantear una proposición analizaba las preguntas y respuestas suscitadas por la misma. Esto le convierte en una figura extraordinaria y decisiva; representa la reacción contra el relativismo y subjetivismo sofista, y es un singular ejemplo de unidad entre teoría y conducta, entre pensamiento y acción.

Mayéutica

Privilegió un método, al cual denominó (probablemente evocando a su madre partera) mayéutica, es decir, lograr que el interlocutor descubra sus propias verdades. La mayéutica fue su más grande mérito, método inductivo que le permitía llevar a sus alumnos a la resolución de los problemas que se planteaban por medio de hábiles preguntas cuya lógica iluminaba el entendimiento. Según pensaba, el conocimiento y el autodominio habrían de permitir restaurar la relación entre el ser humano y la naturaleza

Obras

Sócrates no escribió ninguna obra porque creía que cada uno debía desarrollar sus propias ideas. Conocemos en parte sus ideas desde los testimonios de sus discípulos: Platón, Jenofonte, Aristipo y Antístenes, sobre todo.

Tampoco fundó una escuela regular de filosofía. Todo lo que se sabe con certeza sobre sus enseñanzas se extrae de la obra de Platón, que atribuyó sus propias ideas a su maestro, y describió a Sócrates escondiéndose detrás de una irónica profesión de ignorancia, conocida como ironía socrática, con gran ingenio y agudeza mental.

Además de los discípulos mencionados, tuvo otros discípulos y oyentes, entre los que pueden recordarse a Euclides de Megara, Fedón de Elis y Esquines de Esfeto.

El juicio

Aunque durante la primera parte de su vida fue un patriota y un hombre de profundas convicciones religiosas, Sócrates sufrió sin embargo la desconfianza de muchos de sus contemporáneos, a los que les disgustaba la nueva postura que tomó frente al Estado ateniense y la religión establecida, principalmente en contra de las creencias metafísicas de Sócrates, que planteaban una existencia etérea sin el consentimiento de ningún dios como figura explícita. Fue acusado en el 399 a. C. de introducir nuevos dioses y corromper la moral de la juventud, alejándola de los principios de la democracia. Por el contrario, Sócrates se manifestó devoto de los dioses, y no pretendía introducir nuevas deidades, a lo que manifestó:

«¿Cómo podría yo introducir nuevos dioses por decir que una voz divina se me manifiesta para indicarme lo que hay que hacer? [...] Por otro lado, que la divinidad sabe de antemano lo que va a suceder y que lo anuncia con señales a quien quiere, tal como yo lo digo, lo dicen también todos y lo creen. Pero mientras estos llaman, augurios, voces, coincidencias y adivinos a los que les anuncian las señales, yo lo llamo genio divino y pienso que al llamarlo así, me expreso de manera más veraz y piadosa que los que atribuyen a las aves el poder de los dioses».[11]

Restos de la prisión estatal extramuros del Ágora de Atenas, donde se cree que estuvo preso y murió.

Aunque la causa de fondo para llevar a un juicio a Sócrates, según Jenofonte, fue que este abrió sus puertas como discípulo a Critias, quien integró el cuerpo político-militar espartano denominado los Treinta Tiranos, quienes se hicieron del poder de Atenas tras la guerra del Peloponeso, y sometieron a la polis a una terrible matanza y vaciamiento económico (por el lapso de un año). Posiblemente, esto haya sido imperdonable.

La Apología de Platón recoge lo esencial de la defensa de Sócrates en su propio juicio; una valiente reivindicación de toda su vida. Fue condenado a muerte, aunque la sentencia sólo logró una escasa mayoría. Cuando, de acuerdo con la práctica legal de Atenas, Sócrates hizo una réplica irónica a la sentencia de muerte del tribunal proponiendo pagar tan sólo una pequeña multa dado el escaso valor que tenía para el Estado un hombre dotado de una misión filosófica. También se hace mención que Sócrates pidió jocosamente que se lo podría condenar sencillamente «invitándole a comer en los banquetes comunales», en alusión a que estos eran deplorables. Tanto una como otra, enfadaron tanto al jurado que este volvió a votar a favor de la pena de muerte por una abultada mayoría. Los amigos de Sócrates propusieron pagar una fianza, e incluso planearon su huida de la prisión, pero prefirió acatar la ley y murió por ello. Pasó sus últimos días con sus amigos y seguidores.

Muerte

El envenenamiento por cicuta era un método empleado habitualmente por los griegos para ejecutar las sentencias de pena de muerte. Sócrates fue juzgado y, declarado culpable, cumplió esta pena en el año 399 a. C.

Murió a los 70 años de edad, aceptando serenamente esta condena, método elegido por un tribunal que le juzgó por no reconocer a los dioses atenienses y corromper a la juventud. Según relata Platón en la Apología que dejó de su maestro, éste pudo haber eludido la condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y morir.

A su muerte surgen las escuelas socráticas, la Academia platónica, las menores, dos de moral y dos de dialéctica, que tuvieron en común la búsqueda de la virtud a través del conocimiento de lo bueno.[cita requerida]

Platón no pudo asistir a los últimos instantes y éstos fueron reconstituidos en el Fedón, según la narración de varios discípulos. Aquí está el paso que describe los síntomas:

La muerte de Sócrates. Óleo de Jacques-Louis David de 1787.
Él paseó, y cuando dijo que le pesaban las piernas, se tendió boca arriba, pues así se lo había aconsejado el individuo. Y al mismo tiempo el que le había dado el veneno lo examinaba cogiéndole de rato en rato los pies y las piernas, y luego, apretándole con fuerza el pie, le preguntó si lo sentía, y él dijo que no. Y después de esto hizo lo mismo con sus pantorrillas, y ascendiendo de este modo nos dijo que se iba quedando frío y rígido. Mientras lo tanteaba nos dijo que, cuando eso le llegara al corazón, entonces se extinguiría.

Ya estaba casi fría la zona del vientre, cuando descubriéndose, pues se había tapado, nos dijo, y fue lo último que habló:
—Critón, le debemos un gallo a Asclepio. Así que págaselo y no lo descuides.
—Así se hará, dijo Critón. Mira si quieres algo más.
Pero a esta pregunta ya no respondió, sino que al poco rato tuvo un estremecimiento, y el hombre lo descubrió, y él tenía rígida la mirada. Al verlo, Critón le cerró la boca y los ojos.

Este fue el fin, Equécrates, que tuvo nuestro amigo, el mejor hombre, podemos decir nosotros, de los que entonces conocimos, y, en modo muy destacado, el más inteligente y el más justo.
Fedón 117e-118c.[12]

Posteriormente, en su honor y a modo de reconocimiento, la Academia Moderna de Atenas colocó una estatua suya en la entrada de la institución.

Fuentes

Dado que Sócrates no escribió ninguna obra, nos podemos acercar a su figura por medio de cuatro fuentes:

  • Los diálogos de Platón como material más importante.
  • Los escritos de Jenofonte en los que habla de Sócrates, los cuales, no obstante, contienen errores históricos y geográficos.
  • La comedia de Aristófanes, Las nubes, que fue escrita cuando Sócrates tenía solamente 41 años, ridiculizándolo y colocándolo en el lugar de los sofistas.
  • Y finalmente, las menciones de Aristóteles a lo largo de todas sus obras; no lo conoció directamente pero tradicionalmente se considera que su recuento es el más objetivo, al ser este discípulo de Platón.[13]

Monumentos

Véase también

Referencias

  1. a b c Brun, Jean (1995). Sócrates. Publicaciones Cruz O., S. A. p. 21. ISBN 9789682001598. Consultado el 8 de junio de 2012. «Sócrates nació en Atenas, en el demo de Alopecia, entre 470 y 469 a. C.» 
  2. a b c Giner, Salvador (2008). Historia del pensamiento social. Editorial Ariel. p. 38. ISBN 9788434434837. Consultado el 11 de junio de 2012. «Sócrates murió en 399 tras la guerra del Peloponeso». 
  3. a b c Eggers Lan, Conrado (2000). Introducción histórica al estudio de Platón. Ediciones Colihue SRL. p. 114. ISBN 9789505817290. Consultado el 11 de junio de 2012. «Es sabido, en efecto, que Sócrates murió en el 399, y que la Apología o el Critón datan de ese año o muy poco más tarde.» 
  4. G.W.F. Hegel (trans. Frances H. Simon), Lectures on History of Philosophy
  5. Nails, D (2014). «Socrates: A Chronology of the historical Socrates in the context of Athenian history and the dramatic dates of Plato's dialogues». En Edward N. Zalta, ed. The Stanford Encyclopedia of Philosophy (en inglés). Consultado el 17 de abril de 2015. 
  6. Howatson, MC (22 de agosto de 2013). The Oxford Companion to Classical Literature (en inglés) (3.ª edición). Oxford University Press. p. 528). ISBN 0-199-54855-2. Consultado el 17 de abril de 2015. 
  7. a b The Life of Socrates, John Gilbert Cooper, London 1759, p. 15. (facsímil en Googlebooks).
  8. Jean Brun: Sócrates (pág. 33). Conaculta, 1995.
  9. Que con algunas reservas puede interpretarse como proceso de inducción necesario que permite pasar de los casos particulares al concepto general. Puede considerarse así siempre y cuando no introduzcamos en el pensamiento de Sócrates los matices modernos que el problema de la inducción supone.
  10. Que viene a querer significar tal como señala Aristóteles en Tópicos /A, 18, la idea de concepto universal aplicado a la definición.
  11. Jenofonte. «Frag: 12-14.». Apología de Sócrates. 
  12. Platón, Diálogos. Volumen III: Fedón, Banquete, Fedro. Páginas 141-142. Biblioteca Clásica Gredos 93. Madrid: Editorial Gredos, 1986 (2004). ISBN 978-84-249-1036-5.
  13. «Del resto de la literatura socrática que se produjo en el período inmediatamente posterior a su muerte, no se ha conservado virtualmente nada, excepto unos pocos fragmentos de su seguidor Esquines, y las fuentes más tardías dicen poco que interese y que no esté tomado de Platón o de Aristóteles.» Guthrie, W. K. C. (1988/2003). Historia de la filosofía griega. Volumen III. Siglo V. Ilustración. Parte Segunda: Sócrates. XII. El problema y las fuentes. 1. Generalidades. Madrid: Editorial Gredos. p. 315. ISBN 978-84-249-1268-0. 

Bibliografía

Fuentes secundarias
  • Apuleyo, Lucio (1984). La metamorfosis o El asno de oro; Las floridas; El demonio de Sócrates. Barcelona: Omega. ISBN 978-84-7082-261-2. 
  • Aristófanes (2002). Las nubes. Madrid: Ediciones Clásicas. ISBN 978-84-7882-489-2. 
  • Aristóteles (1988/2005). Obras completas. Madrid: Gredos. 
  • Jenofonte (1993). Recuerdos de Sócrates; Económico; Banquete; Apología de Sócrates. Madrid: Gredos. ISBN 978-84-249-1619-0. 
  • Máximo de Tiro (2005). Disertaciones filosóficas. Volumen I. Disertaciones I-XVII: disertación III: Si Sócrates hizo bien en no defenderse, disertación VIII: Sobre el demon de Sócrates I, y disertación IX: Sobre el demon de Sócrates II. Madrid: Gredos. ISBN 978-84-249-2748-6. 
  • – (2005). Disertaciones filosóficas. Volumen II. Disertaciones XVIII- XLI: disertación XVIII: Sobre el arte amatoria de Sócrates, disertación XIX: Sigue sobre el amor, II, disertación XX: Sigue sobre el arte amatoria de Sócrates, III, y disertación XXI: Sobre el amor, IV. Madrid: Gredos. ISBN 978-84-249-2750-9. 
  • Platón (2003). Diálogos. Obra completa. Madrid: Gredos. ISBN 978-84-249-1487-5. 
  • Plutarco (1996). Obras morales y de costumbres (Moralia). Volumen VIII: Sobre el amor a la riqueza; Sobre la falsa vergüenza; Sobre la envidia y el odio; De cómo alabarse sin despertar envidia; De la tardanza de la divinidad en castigar; Sobre el hado; Sobre el demon de Sócrates; Sobre el destierro; Escrito de consolación a su mujer. Madrid: Gredos. ISBN 978-84-249-1804-0. 
Sobre Sócrates
  • Guthrie, William Keith Chambers (1994). Historia de la Filosofía griega. Volumen III: Siglo V. Ilustración. Madrid: Gredos. ISBN 978-84-249-1268-0. 

Enlaces externos

  • Jenofonte: Recuerdos de Sócrates (Απομνημονεύματα; en latín, Memorabilia).
    • Texto español, con introducción, en Scribd; la obra, a partir de la pág. 8 de la reproducción electrónica. Empléese el recurso "zoom".
  • Jenofonte: El banquete (Συμπόσιον; en latín, Symposium).
    • Texto español, en Scribd, con introducción a partir de la pág. 146 de la reproducción electrónica (la obra, a partir de la 153). Empléese el recurso "zoom".
  • Apuleyo: Tratado del dios de Sócrates.
    • Texto francés en el sitio de Philippe Remacle (1944 - 2011): trad. de Victor Bétolaud (1803 - 1879); ed. en París.
  • Sobre Sócrates: texto inglés en el Proyecto Perseus, con las características indicadas antes.