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Usuario:Aracne11/Taller

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Agamia[editar]

El símbolo de la agamia está formado por un espacio central negro que representa al sujeto y por líneas blancas que parten de él expandiéndose y ocupando todo el espacio. Estas líneas no representan vínculos entre sujetos individuales, como en el gamos, sino vínculos entre el sujeto y su entorno integral.

La agamia (del griego ἀ a, ‘no’; y γάμος gamos,matrimonio’, ‘unión’) es un modelo relacional consistente en la no formación de parejas. En sentido débil, existiría agamia allí donde no exista pareja, siendo ágama la persona que no tiene establecida pareja alguna. En sentido fuerte, la agamia es, además, una propuesta relacional ético-política que se opone al amor y a la estructura del gamos, definiéndose este como la relación de pareja inspirada en el matrimonio heteronormativo y su fin reproductivo. Propone la deconstrucción del sistema gámico y del amor, al que entiende como un conjunto ideológico cuya función sería la reproducción de dicho sistema.[1][2]

En este modelo relacional, elementos como los cuidados, el afecto, la intimidad y el sexo que, según la agamia, son forzados a alcanzar su máxima expresión dentro de la pareja o gamos, son liberados y quedan disponibles para su distribución equitativa y funcional en la red relacional del individuo de modo acorde a las características de esta.[3]

De este modo, la agamia buscaría mejorar la vida social y política del individuo y abordar problemas que considera endémicos del sistema gámico, como los celos cronificados, la posesividad, los abusos, la violencia de género y las expectativas desproporcionadas.[2]​ La agamia confía en la capacidad de la comunidad para abordar estas transgresiones morales, que considera mayoritarias en espacios privados debido a la naturaleza aislada del gamos, que es entendido como el núcleo de lo privado.[1]

La agamia se sitúa ideológicamente en las corrientes feministas, la crítica a las estructuras patriarcales y heteronormativas, y la resistencia al neoliberalismo relacional. Aunque comparte con las no monogamias (como el intercambio de pareja o swingers, el poliamor y la anarquía relacional) el rechazo a la apropiación sexual inherente a la monogamia, se diferencia de ellas en su oposición radical al gamos y al pensamiento amoroso, los cuales, según la agamia, persisten en esos otros modelos.[3][4]

Origen y evolución[editar]

El término agamia como neologismo significante de una nueva propuesta relacional que rechaza el gamos, fue utilizado por primera vez por Israel Sánchez el 1 de enero de 2014 en su blog Contra el amor.[5]​ El modelo relacional ha ganado notoriedad a través de redes sociales, principalmente facebook[1]​, comunidades virtuales, y encuentros y talleres físicos, donde se ha nutrido de las experiencias y perspectivas de sus participantes. El 30 de diciembre de 2018 apareció el primer manifiesto colectivo o código de conducta relacional ágama.[6]​ En los últimos años la comunidad ágama ha ido creciendo y el término ha ido ganando en popularidad, reflejando una tendencia creciente a cuestionar las estructuras relacionales tradicionales.[7][8]

Fundamentos teóricos[editar]

La agamia como propuesta de carácter político tiene ocho pilares teóricos que sirven, además, como líneas de desarrollo del modelo, y que serían los siguientes: 1) el rechazo al amor, 2) el restablecimiento de la razón como máxima autoridad decisoria, 3) la reintegración de las relaciones al ámbito de la ética, 4) el rechazo radical al género, 5) el rechazo a los cánones normativos de belleza y a las jerarquías de valor sociosexual, 6) el rechazo a la sexualidad patriarcal a través del cuestionamiento del concepto «objeto de deseo», 7) la sustitución de los celos por la «indignación», 8) la sustitución de la familia por la «agrupación libre».[3]

A continuación se exponen algunas de estas líneas de desarrollo.

Crítica al amor[editar]

La agamia concibe el amor como un multiforme y contradictorio discurso cultural al que subyacería una finalidad coherente, que sería el fortalecimiento de los mecanismos que abocan a los individuos a establecer parejas.[9][10]​Esa coherencia se manifestaría en la omnipresencia de los que señalan como algunos de sus rasgos, como la exaltación emocional, la defensa de los vínculos próximos por encima de la responsabilidad social, y la atribución al sexo de una significación mística que lo convertiría en el pegamento de la pareja.[3]​Así, la crítica al amor que se lleva a cabo en el cuerpo teórico de la agamia no es una crítica al afecto, sino a un modo de organizar su expresión en función de su idoneidad para formar y conservar parejas.

La agamia cuestiona la crítica al amor romántico de autoras como Corral Herrera o Esperanza Bosch al entender su carácter como reformista respecto al gamos y al considerar que, más que proponer un sistema de relaciones justo, se conforma con establecer unas nuevas bases amorosas que respondan al hecho consumado del cambio social que ha sustituido la monogamia indisoluble por la monogamia en serie.[11]

También se opone al emocionalismo como motor para la toma de decisiones y es crítica con aquellas conductas que, en el sistema gámico, quedarían normalizadas en base al mito de que el amor debe prevalecer sobre la razón y la ética, mientras que en ausencia de este no soportarían un cuestionamiento moral más riguroso.[12][13]

Rechazo al género[editar]

La agamia rechaza el género por considerarlo la distinción de clase a través de la cual el patriarcado ejerce su opresión. Para abolir esta distinción se propone la sustitución de los rasgos caracterológicos definitorios de los roles de género masculino y femenino por rasgos éticos de adopción universal, como las virtudes. En el desmantelamiento de esta opresión, la agamia considera la multiplicación de las identidades de género como una estrategia convergente, pero temporal y secundaria en comparación con la de la eliminación de los constructos de género y la promoción de comportamientos éticos. Defiende que, si se convierte en un fin en sí misma y deja de cuestionar los géneros que promueve, la multiplicación de las identidades de género puede adquirir un carácter autorreproductivo que se asemejaría al del modelo capitalista, donde los productos se crean, no para satisfacer necesidades reales, sino para generar deseos que impulsan un consumo inmoral.[14]

Valor sociosexual[editar]

La agamia es crítica con la competitividad social que se establece en torno a la elegibilidad como pareja o, en términos más tradicionales, la posición del individuo en el «mercado matrimonial». Para abordar esta lógica y avanzar hacia su superación, acuña el término de valor sociosexual (VSS). El valor sociosexual del sujeto quedaría establecido a partir de su historial de victorias y derrotas en dicho mercado.

Según la teoría ágama, muchos de los razonamientos sociobiológicos utilizados para explicar la atracción interpersonal (como el atractivo, la afinidad, la retribución o la familiaridad), en lugar de ayudarnos a comprender verdaderamente su funcionamiento, estarían desempeñando una función invisibilizadora, es decir, disimularían y enmascararían la jerarquía de mercado subyacente a dicha atracción, alienándonos en el proceso. La existencia de esta jerarquía de valor sociosexual quedaría oculta a la conciencia debido a la necesidad impuesta socialmente de participar en el sistema gámico.[1]​La agamia denuncia esta situación y señala que genera una verticalización de las jerarquías sociales que afecta significativamente a la percepción grupal y propia de la valía personal.[12]​ Para sustituir esta lógica competitiva por un reparto justo y equitativo del poder grupal y de los recursos relacionales, propone una inversión en la valoración de la belleza[11]​, una actitud crítica ante la meritocracia del atractivo y la responsabilización sobre el deseo injusto propio.[1]

Rechazo a la sexualidad patriarcal[editar]

La agamia tiene una posición crítica con respecto al sexopositivimo porque considera que aún existen en torno al sexo unas desigualdades estructurales de género que, de ser subestimadas, se replicarían o intensificarían si tan sólo se hiciera énfasis en la liberación y reivindicación de lo sexual[1]​. Por un lado, propone designificar el sexo, cuestionando el rol que este adquiere de pilar esencial de la realización personal. Por otro lado, sugiere un «sexo sin objeto», es decir, una forma de sexualidad libre de componentes como la conquista, el sometimiento y la objetificación del cuerpo ajeno para satisfacer las propias necesidades sexuales.[1]

Sustitución de los celos por la indignación[editar]

En el cuerpo teórico de la agamia, los celos se desgranan en sus componentes emocionales: ira, miedo y tristeza con respecto a la pérdida de recursos relacionales. Se considera a los celos una versión cronificada, no resuelta, de la indignación. La designificación del sexo, el abandono del «conjunto ideológico amoroso» y de las intenciones de apropiación sexual sentarían en la agamia la base para que se gestionaran los conflictos relacionales usando el concepto de indignación con respecto a expectativas concretas. La agamia trataría así de promover una reivindicación de expectativas legítimas entendidas como razonables y basadas en la probabilidad.[1][15]

Aplicación[editar]

Desde esta perspectiva, se entiende que todas las personas están relacionadas o vinculadas entre sí en algún grado y que las diferencias se establecen en los contenidos y las magnitudes de los mismos. Por lo que, en la práctica de la agamia, se eliminan la distinción entre «relación» y «no relación» o «vínculo» y «no vínculo», dejando a los propios integrantes la tarea de definir y dar forma a la relación de manera concreta y material.[3]

La agamia pretende que la claridad y concreción en el contenido de las relaciones las acerquen a una responsabilidad afectiva más consciente, donde se priorice la reflexión sobre las necesidades relacionales propias y ajenas y la disposición para satisfacerlas.[3]​ Ello puede promover el desarrollo de conexiones diversas y consensuadas sin la presión de adecuarse a expectativas culturalmente preestablecidas[15][8]

Algunas personas practican la agamia como una oportunidad de establecer relaciones más equitativas basadas en una ideología feminista.[9][11]​Por ejemplo, algunas personas ágamas han reportado los beneficios que pueden experimentar las mujeres a la hora de deconstruir las expectativas adquiridas socialmente en torno a su elegibilidad como pareja.[12]

Algunos de los problemas que reportan las personas ágamas a la hora de practicar su modelo relacional tienen que ver con la ininteligibilidad social de la práctica.[12]​A pesar de las similitudes de una relación ágama con el concepto de amistad, por las diversas formas en que ésta se puede materializar y por la ausencia en ellas de gamos, la amistad queda frecuentemente conceptualizada como otredad respecto a elementos que se consideran propios del espacio hegemónico de la pareja.[3]

Entre los prejuicios sociales que las personas ágamas dicen experimentar se encuentran cuestionamientos sobre su valía personal por no tener pareja [15][9]​o la idea de que no son capaces de sentir afecto por otras personas.[8]

Diferencias con otras no monogamias[editar]

La agamia se distingue del poliamor, ya sea o no jerárquico, en el no establecimiento de parejas. Así, en la agamia las relaciones evolucionarían sin la exigencia de establecerse de uno u otro lado del gamos, sean cuales sean sus prácticas, grados de intimidad, niveles de confianza o estabilidad.[8]

Se distingue de la anarquía relacional (AR) en el rechazo explícito al gamos, que la AR tolera, y a la ideología amorosa, que la AR abraza en la forma de crítica al amor romántico. Allí donde la AR entiende que debe prevalecer el respeto por la diversidad relacional, la agamia prioriza por encima de ella el cuestionamiento radical de un sistema relacional patriarcal y clasista que considera que debe ser claramente rechazado.[7]

Influencia y recepción[editar]

Amelia Tiganus, en su libro La revuelta de las putas[16]​señala el valor de la agamia como ejercicio de deconstrucción de las violencias patriarcales. Otras autoras han evaluado su utilidad para cuestionar los rasgos heteronormativos que se puedan adoptar en las relaciones entre lesbianas.[14][17]

Algunos medios también han comentado las aportaciones de la agamia a los debates sobre la validez de las estructuras relacionales convencionales.[8]

Si bien ciertos planteamientos de la agamia son coincidentes con los de otras formas de no monogamia y los de algunas corrientes del feminismo, su postura crítica hacia numerosos consensos culturales y sociales establecidos hace que muchas de sus ideas no obtengan una aprobación amplia. Los críticos afirman que la agamia hace peligrar la pervivencia del amor tradicional.[2]

Referencias[editar]

  1. a b c d e f g h Sánchez, Israel (2020). Agamia. Programa para la emancipación relacional colectiva. Madrid: Editorial Antorcha. ISBN 9788412186000. 
  2. a b c «Agamia, una nueva forma de vivir las relaciones». https://lamenteesmaravillosa.com/. Consultado el 25 de junio de 2024. 
  3. a b c d e f g Sánchez, Israel (2015). Agamia. (h)amor1. Madrid: Continta me tienes. pp. 71-114. ISBN 9788494417627. Consultado el 25 de junio de 2024. 
  4. Lema París, Ánxela (2020). «Deconstruír o erotismo poético desde as nonmonogamias. Estudo e relectura da poesía erótica galega e da súa recepción crítica na primeira década do século XXI». Universidade da Coruña (en gallego). 
  5. «Agamia, texto fundacional». 
  6. «Agamia, principios relacionales». 
  7. a b Alcolea, Raquel (22 de marzo de 2024). «Sin pareja y sin ganas de tenerla: por qué la agamia es una tendencia creciente». https://www.abc.es/. Consultado el 25 de junio de 2024. 
  8. a b c d e «Agamia: esta nueva forma de relacionarse preocupa a los solteros y cuestiona a la pareja tradicional». https://www.elpais.com. 8 de abril de 2024. Consultado el 25 de junio de 2024. 
  9. a b c «Qué es la agamia, el modelo de relación que romperá tus esquemas». Cosmopolitan. 15 de mayo de 2022. Consultado el 25 de junio de 2024. 
  10. Torres, Arturo (7 de diciembre de 2017). «Agamia: una manera totalmente libre de vivir las relaciones». psicologiaymente.com. Consultado el 25 de junio de 2024. 
  11. a b c Xavier Ensenyat (3 de febrero de 2017). «Contra l'amor, amb Xavier Ensenyat a Ona Perifèries. En Ona Perifèries.». Https://www.ivoox.com/ (en catalán). Consultado el 26 de junio de 2024. 
  12. a b c d Manchado, Raquel (2020). No tengo valor. (h)amor4 propio. Continta me tienes. pp. 91-120. ISBN 9788412087604. 
  13. Nadir Chacín y Lola Martos (20 de octubre de 2019). «El amor: ¿un problema de salud pública?». Https://www.ivoox.com/. ser siendo. Consultado el 26 de junio de 2024. 
  14. a b Delgado Domínguez, Violeta, Violeta (2020). «Sujetas* no heterosexuales: una aproximación a los lugares y prácticas de socialización actuales en la ciudad de Madrid». Universidad Complutense de Madrid. 
  15. a b c Cobos, Abel (18 de abril de 2019). «La agamia es la nueva forma de estar de rollo sin reprimir tus sentimientos». Código Nuevo. Consultado el 25 de junio de 2024. 
  16. Tiganus, Amelia (2021). La revuelta de las putas. De víctima a activista. Ediciones B. ISBN 8466668861. 
  17. Alonso Vidal, María José (2018). «“¿No irá a hacer una tesis sobre sus amigas?”. Relaciones de género en las parejas de lesbianas». Universidad de Granada. ISBN 9788491639442.