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Diferencia entre revisiones de «Transexualidad»

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Transexualidad es la convicción por la cual una persona afirma pertenecer al género opuesto a su condición anatómica.<ref name="Fiorini">{{cita libro | autor = Glocer Fiorini, Leticia | capítulo = Sexualidades nómades y transgénero | título = Diversidad sexual | año = 2010 | editorial = Buenos Aires: APA, Lugar Editorial S.A| id = ISBN 978-950-892-363-9}}</ref>
Transexualidad es la convicción por la cual Luis Arturo Vargas afirma pertenecer al género opuesto a su condición anatómica.<ref name="Fiorini">{{cita libro | autor = Glocer Fiorini, Leticia | capítulo = Sexualidades nómades y transgénero | título = Diversidad sexual | año = 2010 | editorial = Buenos Aires: APA, Lugar Editorial S.A| id = ISBN 978-950-892-363-9}}</ref>


Se trata de una problemática conflictiva con el género asignado al nacer en casos en los que la identidad de género no coincide con el cuerpo anatómico.
Se trata de una problemática conflictiva con el género asignado con el que nacio Luis Arturo Vargas, en casos en los que la identidad de género no coincide con el cuerpo anatómico.
Una persona transexual es aquella que encuentra que su [[identidad sexual]] está en conflicto con su anatomía sexual.
Una Luis Arturo Vargas transexual es aquella que encuentra que su [[identidad sexual]] está en conflicto con su anatomía sexual.
El deseo de modificar las características sexuales externas que no se corresponden con el sexo con el que se sienten identificadas lleva a estas personas transexuales a pasar por un proceso llamado de transición para adaptar su cuerpo al sexo psíquico al cual se sienten pertenecientes.
El deseo de modificar las características sexuales externas que no se corresponden con el sexo con el que Luis Arturo Vargas se siente identificado/a lleva a Luis Arturo Vargas a pasar por un proceso llamado de transición para adaptar su cuerpo al sexo psíquico al cual se sienten pertenecientes.
Esto suele ser llamado operación de "[[cambio de sexo]]" pero el cambio existe previamente en el psiquismo de la persona transexual.
Esto suele ser llamado operación de "[[cambio de sexo]]" pero el cambio existe previamente en el psiquismo de la persona transexual, en este caso Luis Arturo Vargas.


Lo que se modifica no es el sexo sino la apariencia de sus genitales sexuales externos mediante una [[cirugía de reconstrucción genital]] y sus caracteres sexuales secundarios mediante una terapia de reemplazo hormonal.
Lo que se modifica no es el sexo sino la apariencia de sus genitales sexuales externos mediante una [[cirugía de reconstrucción genital]] y sus caracteres sexuales secundarios mediante una terapia de reemplazo hormonal.

Revisión del 22:46 6 feb 2012

Transexualidad es la convicción por la cual Luis Arturo Vargas afirma pertenecer al género opuesto a su condición anatómica.[1]

Se trata de una problemática conflictiva con el género asignado con el que nacio Luis Arturo Vargas, en casos en los que la identidad de género no coincide con el cuerpo anatómico. Una Luis Arturo Vargas transexual es aquella que encuentra que su identidad sexual está en conflicto con su anatomía sexual. El deseo de modificar las características sexuales externas que no se corresponden con el sexo con el que Luis Arturo Vargas se siente identificado/a lleva a Luis Arturo Vargas a pasar por un proceso llamado de transición para adaptar su cuerpo al sexo psíquico al cual se sienten pertenecientes. Esto suele ser llamado operación de "cambio de sexo" pero el cambio existe previamente en el psiquismo de la persona transexual, en este caso Luis Arturo Vargas.

Lo que se modifica no es el sexo sino la apariencia de sus genitales sexuales externos mediante una cirugía de reconstrucción genital y sus caracteres sexuales secundarios mediante una terapia de reemplazo hormonal.

Terminología

Los términos y conceptos en torno a la transexualidad no están muy consensuados de momento, sobre todo porque se trata de una minoría poco atendida y estudiada. De hecho, probablemente los mayores esfuerzos por avanzar en su estudio están surgiendo por parte de la misma comunidad de personas transexuales. Sin embargo, en esta misma comunidad tampoco existe un consenso con respecto a los términos.


- También se debate si la forma más correcta de denominar a la transexualidad es transexualismo, transgénero o transgenerismo. El género gramatical de los términos utilizados para describir a las personas transexuales siempre se refiere al sexo de destino, es decir, al sexo con el que se sienten identificados (su sexo psicológico). Por ejemplo, un varón transexual es alguien que fue identificado como mujer al nacer debido a sus genitales, pero que se identifica como varón.

Los investigadores del tema deberían ser conscientes de que los textos médicos anticuados[cita requerida] a menudo se refieren al sexo anatómico original de la persona; en otras palabras, se refieren en masculino a una mujer transexual y viceversa. Este uso en la actualidad es fuertemente denunciado.

- La palabra "travesti" en general es considerada ofensiva[cita requerida], ya que confunde los términos de travestismo y transexualidad.

- En vez de "transexual", algunas personas prefieren decir "transexualizada/o", puesto que piensan que el término -sexual (contenido en "transexual") da lugar a confusiones. Otra justificación dada para esta preferencia es que sienten que es una palabra más en línea con el término "intersexual", dado que muchos grupos transexuales acogen a las personas intersexuales en su grupo puesto que piensan tienen mucho en común.

Psiquiatría

A mediados del siglo XIX los médicos comenzaron a interesarse en los llamados trastornos de la identidad que afectaban preferentemente el sexo: Friedreich (1830), Esquirol (1840), Richard von Krafft-Ebing (1892) y Moll (1892).
A principios del siglo XX, Henry Havelock Ellis y Magnus Hirschfeld (1910) identificaron un cuadro clínico al cual denominaron “travestismo”. Spengler (1914) se ocupó del tema desde el punto de vista de la medicina jurídica.
El término transexualidad fue introducido en 1953 por Harry Benjamín para el mismo cuadro, quien propuso un tratamiento de hormonas del otro sexo para aliviar la angustia de sus pacientes y en 1973 John Money lo llamó “disforia de género”.

Los primeros intentos hormonales y quirúrgicos de cambio de sexo se realizaron de forma silenciosa y no fueron dados al conocimiento público: el primero en 1912, citado por Hirschfeld, luego algunos pocos en Berlín, Praga, Gran Bretaña e Italia, citados por su discípulo Felix Abraham, y algunos realizados por los médicos nazis.
La primera operación de la que se tienen datos fue en 1030, cuando el pintor danés Einar Wegener le pidió al doctor Magnus Hirschfeld que lo transformara en mujer, aunque lamentablemente Einar Wegener falleció por las secuelas posoperatorias.[2]

El primer intento hormonal y quirúrgico exitoso dado a publicidad y con repercusión mundial fue practicado en Copenhague, Dinamarca, en 1952, a un ex soldado del ejército estadounidense, George Jorgensen, un joven de origen danés - más tarde conocida como Christine y elegida “Woman of the year” 1954 -, por el endocrinólogo Christian Hamburger junto con el psiquiatra George Stürup y los cirujanos Poul Fogh-Andersen y Erling Dahl-Iversen.[3]

El psiquiatra americano Robert Stoller fue el primero que describió la transexualidad como una estructura diferenciada. La relacionó con el núcleo de la identidad de género en contraposición al sexo biológico.[4]

La primera comprobación de Stoller fue que los transexuales, aunque deseados como varones, reconocidos sin equívoco y bien aceptados como tales, presentan desde su primera infancia un comportamiento femenino, tanto en sus elecciones de vestimenta, sus juegos, como en sus gestos, sus entonaciones de voz y su vocabulario.[4]

De la definición y el diagnóstico de transexualidad depende la indicación terapéutica de transformación hormonal y quirúrgica del sexo.[4]

Siguiendo la lógica del razonamiento de Stoller, no se ve en efecto por qué se rechazaría la demanda de intervención quirúrgica ya que no es ni neurótica ni perversa ni psicótica, ni por qué una identidad transexual bien anclada no encontraría una solución benéfica en la cirugía, sin embargo Stoller la rechazaba.[5]

Los errores en el diagnóstico pueden tener como consecuencia la descompensación psicótica de los pacientes después de la operación.[4]

Con el tiempo la transexualidad como síntoma abandona progresivamente su lugar en los registros patológicos y el tratamiento se libera de las restricciones terapéuticas: el cambio de sexo está ahora a disposición de quien lo desee en muchísimos países. En 1988 el endocrinólogo de los Países Bajos Louis Gooren funda la cátedra de transexualismo en la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Amsterdam (Vrije Universiteit of Amsterdam) en el departamento de Endocrinología para enseñar a los profesionales la detección precoz de la transexualidad y su tratamiento hormono-quirúrgico.[6]

El Manual de Diagnóstico Psiquiátrico DSM IV de la Asociación Psiquiátrica Americana clasifica la transexualidad dentro de los Trastornos de la Identidad Sexual [F64][7]​, razón por la cual, organizaciones transexuales de todo el mundo se manifestaron públicamente el 16 de octubre de 2009 para que en la revisión (el DSM-5 saldrá en mayo del 2013) desaparezca la transexualidad como patología[8]

La Organización Mundial de la Salud lo incluyó como síndrome médico en 1977 en una una resolución adoptada en la XXIX Asamblea Mundial de la Salud. La CIE-10 define tres trastornos diferentes: trastorno de la identidad sexual de la infancia, transvestismo de rol doble y transexualismo; en el DSM IV, estas tres entidades están recogidas dentro de una misma categoría, denominada trastorno de la identidad sexual. Según el DSM IV la insistencia por parte de un individuo de ser del otro sexo no debe ser considerada delirante.[7]

Existen dos componentes en el trastorno de la identidad sexual que deben estar presentes a la hora de efectuar el diagnóstico. Debe haber pruebas de que el individuo se identifica, de un modo intenso y persistente, con el otro sexo, lo cual constituye el deseo de ser, o la insistencia en que uno es, del otro sexo.
Esta identificación con el otro sexo no es únicamente el deseo de obtener las supuestas ventajas relacionadas con las costumbres culturales. Deben existir también pruebas de malestar persistente por el sexo asignado o un sentido de inadecuación en el papel de su sexo.[7]

El diagnóstico no debe establecerse si el individuo padece una enfermedad física intersexual pues los individuos con trastorno de la identidad sexual tienen genitales normales (en contraste con los genitales ambiguos o el hipogonadismo encontrados en las enfermedades físicas intersexuales, como p. ej., síndrome de insensibilidad a los andrógenos o hiperplasia suprarrenal congénita).[7]

Para efectuar el diagnóstico de trastorno de la identidad sexual deben existir pruebas de malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.[7]

Muchos individuos con trastorno de identidad sexual acaban socialmente aislados. El aislamiento y el ostracismo conducen a una baja autoestima y pueden contribuir a sentir aversión por la escuela y a abandonarla.[7]

El rechazo y las burlas de los compañeros producen secuelas frecuentes que persisten en estos niños. Los intentos de suicidio y los trastornos relacionados con sustancias se encuentran frecuentemente asociados a este cuadro. Los adolescentes están predispuestos a sufrir depresión, a presentar ideación suicida.[7]

En los adultos puede haber síntomas de ansiedad y de depresión. Los datos de los países más pequeños de Europa, con acceso a las estadísticas de la población total, sugieren que 1 de cada 30.000 varones y 1 de cada 100.000 mujeres desean tratamiento quirúrgico.[7]​ Los problemas de identidad en los niños y adolescentes no se definen como trastornos mentales en el DSM IV.

Criterios diagnósticos

Diferencia con el travestismo, la homosexualidad y la intersexualidad:

  • El/la travesti (varón que gustan vestir con ropas femeninas) y el homosexual se sienten hombres mientras que el/la transexual se siente mujer, ni el travesti ni el homosexual dudan de su asignación de género ni de su identidad sexual. El/la travesti, aunque se vista de mujer, sigue considerándose un hombre vestido de mujer.[1]
  • El/la travesti y el homosexual gozan con el órgano peniano mientras que el/la transexual lo padece y lo rechaza, ni el/la travesti ni el homosexual pretenden operarse y ni renunciar a su pene.
  • Algunos autores consideran que toda mujer que se viste de varón es un transexual, no un travesti, porque lo que caracteriza al travesti varón es la excitación sexual que le provoca el hecho de vestirse como una mujer y la mirada del otro ante la revelación de lo que oculta bajo sus ropas, mientras que, en las mujeres vestida de varón esto no ocurre, no solo no se excitan sino que se avergüenzan si se descubren sus genitales.[9]
  • Las intersexualidades son patologías con bases fisiológicas, genéticas, biológicas, y que se definen por la existencia de contradicción de uno o más de los criterios morfológicos que definen el sexo (estructura cromosómica, gónadas, genitales internos y externos, caracteres sexuales secundarios), por ejemplo el síndrome de Klinefelter, síndrome del varón XX, síndrome de Turner, agenesia mülleriana, agenesia gonadal, la disgenesia gonadal mixta y la pura, síndrome de la super mujer XXX, síndrome doble YY (XYY), hermafroditismo, ginandroide, masculinización idiopática, hiperplasia suprarrenal congénita, etc.[10]
    En cambio la persona transexual se tiene a sí mismo como perteneciente al sexo diferente al que resulta de su dotación cromosómica y su morfología; ésta no ofrece dudas, pero la persona la rechaza; se trata, pues, de un supuesto de confrontación entre la identidad de género, tal como es sentida por el propio sujeto y el sexo biológico, la dotación cromosómica, órganos sexuales externos e internos, caracteres sexuales secundarios.[11]

Rechazo a la anatomía como destino

El concepto de diferencia sexual propio de la Modernidad se apoya en los binarismos clásicos hombre/mujer, masculino/femenino. Las presentaciones transgénero y las sexualidades nómades nos plantean interrogantes sobre la polaridad masculino/femenino y masculinidad/feminidad, así como sobre las nociones de verdad o falsedad en relación con estas categorías.[12]

Según Silvia Bleichmar:[13]

El planteo acerca de que la identidad sexual es arbitrariamente atribuida a partir de una lógica de la bipartición es tan cierto como falaz. Guarda en sí la ilusión libertaria pero imposible, residual del siglo XIX, de que los seres humanos pueden elegir al margen de sus determinaciones y sin constricciones. La respuesta filosófica, política y científica a esto consiste en reconocer que esta arbitrariedad no es eterna ni fijada para siempre
Hemos mostrado en capítulos anteriores cómo aún en las sociedades que reconocen una tercera categoría, sexualmente intermedia —como los berdaches entre los cheyennes, los xanith de Omán y lo mahu tahitianos,[14]​donde los casos de género andrógino funcionan en una tripartición-, los individuos deben escoger una identidad para toda la vida y atenerse a las reglas prescriptas de comportamiento[15]​ sexual.
Si (bien) masculino y femenino corresponden al orden de la creencia, de los enunciados compartidos con los cuales toda sociedad establece sus premisas sosteniéndose en una lógica de la disyunción, sería reductivo y banalizante suponer que por ello son fácilmente descartables.
La distribución de género se establece, usualmente, a partir del correlato con el sustrato anatómico del niño, regido por formas de clasificación sostenidas por los modos con los cuales ciertas reglas de cultura imponen esta distribución.
Hemos hablado en otros capítulos de los cambios profundos que se han producido en la actualidad, sobre todo respecto a las nuevas cuestiones propuestas por el transexualismo y el travestismo, que hacen estallar la cómoda bipartición y los enlaces instituidos. El rehusamiento a que la anatomía defina el destino del deseo marca, de manera absolutamente inédita en la historia, el carácter no natural ni determinado biológicamente de la sexuación, poniendo de relieve, por una parte, que no hay contigüidad entre la naturaleza y la cultura.

Las intersexualidades y las transexualidades en sentido ampliado - variedad de subjetividades que no encuentran cabida en la dicotomía masculino/femenino, presentaciones queer o diversidades sexuales y de género- aparecen como un desafío a los conceptos de la Modernidad sobre la diferencia sexual y de los géneros.[1]

Pero mientras que en algunas intersexualidades se cuestiona la clasificación binaria hombre/mujer, en la transexualidad es aceptada, solo que el/la transexual pone en duda el lugar que en ella se le asigna.[16]

La persona transexual acepta que existen dos géneros pero considera que está ubicada del lado equivocado.

La persona transexual se siente víctima de un error que se expresa en la convicción - consciente e inconsciente y que se sostiene desde la infancia- de que su identidad sexual no coincide con su sexo anatómico. Esto ocurre en una persona biológicamente normal, a diferencia de los intersexuales, y es una convicción que lo puede conducir a someterse a una operación de "cambio de sexo".[1]

Lo rechazado no es la bipartición masculino/ femenino sino la anatomía como destino.

Demanda de intervención quirúrgica

El tratamiento apunta a disminuir la importancia de los caracteres sexuales secundarios del sexo rechazado. En el caso de varones sometidos a un tratamiento feminizante, se reduce la musculatura y se genera una involución de los testículos y el pene, un desarrollo de los pechos y una mayor importancia de las envolturas adiposas, mediante un tratamiento endócrino. Se suprimen el pene y los testículos, se crea una neovagina y se reduce la nuez de Adán mediante diversas intervenciones quirúrgicas. Se hace depilación mediante electrocoagulación o eliminación de los folículos pilosos por láser.[6]

En el caso de mujeres sometidas a un tratamiento virilizante, el efecto consiste en una reducción de las masas adiposas y los pechos, un aumento de la musculatura, la aparición de una pilosidad masculina y un cambio del tono de voz, que se vuelve más grave mediante un tratamiento endócrino. Se realiza una ablación de los pechos, procedimiento simple, y la confección de un neopene y un escroto con técnicas quirúrgicas mucho más complejas. La erección debe ser facilitada por una prótesis interna.

La cirugía de adecuación o de reasignación del sexo es una terapia que la ciencia considera que puede ser apropiada para mejorar el estado de salud (bienestar psico-físico) o calidad de vida de un sujeto transexual, reviste naturaleza paliativa y contribuye a la salud integral de la persona transexual y a la constitución de su identidad de género.[11]

Sin embargo no todos los que tienen una demanda de intervención quirúrgica son transexuales.[1]

La demanda de cambiar de sexo puede provenir tanto de una hipocondríaca que quiere quitarse los senos por temor al cancer de mama como una histérica que se entrega al cirujano.[9]

También puede aparecer en ciertas psicosis clínicas, algunas formas de homosexualidad y en el travestismo.[1]

En ninguno de estos casos se trataría de transexuales.

Lo que define al transexual no es la demanda de cirugía, no es el pedido de operarse, sino la fuerte convicción de pertenecer al sexo opuesto.

La problemática que está en juego en la transexualidad es la de la identidad de género. El/la transexual posee la convicción de que es una mujer encerrada en el cuerpo de un varón o un varón encerrado en el cuerpo de una mujer y debe cambiar su cuerpo para adaptarlo a esa identidad.[1]

El/la transexual nacido varón no siente un goce sexual vistiéndose de mujer sino que se siente mujer, puede pasar por una mujer si va vestido de mujer, es femenino pero no afeminado, se siente atraído por los varones pero no se siente homosexual y sólo le interesan los varones heterosexuales, no soporta que su compañero sexual se interese por su pene, incluso cuando se masturba lo hace sin tocar su órgano.[9]

El/la transexual nacido mujer no siente un goce sexual vistiéndose de varón, puede pasar por un varón si va vestido de varón, se siente atraído por mujeres pero no se siente lesbiana y sólo le interesan las mujeres heterosexuales y no soporta que su compañera sexual toque sus genitales.[9]

A diferencia de las mujeres homosexuales los transexuales nacidos mujer no se dejan tocar los genitales durante el acto sexual con otra mujer. Quieren ser amados como varones, eligen de compañeras sexuales mujeres heterosexuales. La mayoría se quedan satisfechos si les quitan quirúrgicamente las partes femeninas de sus cuerpos y les dan hormonas sin necesidad de demandar el órgano masculino.[9]

El/la transexual se enamora de alguien del sexo opuesto al que cree que es el propio: si se siente mujer se enamora de un varón y si se siente varón se enamora de una mujer. Cuando se enamora de un varón lo hace desde una absoluta convicción en su identidad femenina, no como el homosexual masculino que, si elige a otro varón, lo hace desde una identidad masculina.[9]

Lo más frecuente es encontrar alguien nacido varón que siente que es una mujer que nació con el cuerpo equivocado.

El transexual nacido varón se siente mujer desde que es un niño, rechaza su órgano sexual y desea eliminarlo y sustituirlo. No se excita con ropas femeninas y sólo lo atraen otros varones en tanto lo ven como a una mujer.[9]

Algunos autores plantean la hipótesis de una diferencia radical de posición entre la transexualidad en los nacidos mujeres y la transexualidad en los nacidos varones.

Los transexuales nacidos mujer que se sienten varones son casos menos frecuentes y menos estudiados. Pasan más desapercibidos que los nacidos varón. Toman hormonas masculinas que les cambia la voz, la musculatura, la distribución de la grasa y las vellosidades. Muchos logran vivir como varones y trabajar como tales, lo cual los hace llevar una vida ordenada[9]​ – a diferencia de los nacidos varón que muchas veces terminan dedicándose a la prostitución porque no consiguen otro tipo de trabajo-.

Se integran mejor que los transexuales que se sienten mujer, estan bien adaptados en su vida familiar e incluso logran mantener relaciones amorosas con mujeres que ignoran su sexo biológico. Pueden casarse con mujeres y se convierten en padres de niños mediante inseminación artificial de donante anónimo.[9]

En algunos países, los partidarios del fenómeno “trans”, que engloba a todos los que cuestionan los límites impuestos por el sexo - sean transexuales, transexualistas, travestis, drag queens, drag kings, butches, queers, etc.-, consideran que nuestra cultura posmoderna ya ha entrado en la era del postransexualismo y, en algunos casos, combaten las prácticas hormono quirúrgicas y no postulan más que su deseo en lo que se refiere a su “habitus” social. [6]

Debates

A principios del siglo XX se abrieron nuevas posibilidades para las personas transexuales gracias al progreso de los conocimientos endocrinológicos y los tratamientos hormonales. En la actualidad las personas que se sienten así tienen la posibilidad de concretar un cambio de sexo real a raíz del desarrollo médico-quirúrgico y tecnológico. Ahora es posible modificar la apariencia sexual del cuerpo humano. [6]

Esto ha traído no pocas paradojas:

  • El 4 de junio de 2011, a pesar de que el matrimonio entre personas del mismo sexo no está aceptado por la jurisprudencia francesa, se casaron en Nancy, Francia, dos mujeres. Élise es una transexual operada y con documentos femeninos mientras que Stephanie es una transexual que aún no tramitó su cambio de género en el documento (se desconoce si está operada o no), por lo cual en sus documentos figura como del sexo masculino. Por lo tanto, para la ley, se trata de un matrimonio entre un varón y una mujer. [17]
  • El 29 de junio de 2008 Thomas Beatie, un transexual varón, tuvo su primer hijo del cual sería el padre y no la madre.

La actitud del cuerpo social frente a la transexualidad, el transexualismo y el transgénero generó un intenso debate de complejas problemáticas en el orden médico, psiquiátrico, psicológico, jurídico y ético.
Los antropólogos sociales, los psicólogos, los psicoanalistas, los sociólogos, los médicos psiquiatras, cirujanos y endocrinólogos, los juristas, los magistrados y los filósofos han tenido que ponerse a reflexionar sobre sus consecuencias.

Aparecieron así los siguientes debates:

  • Objeciones al establecimiento de una norma heterosexual que excluya otras subjetividades y otras formas de sexualidad.[1]
  • Discusiones acerca del establecimiento de la tecnología médica con el poder de modificar radicalmente los cuerpos sexuados.[1]
  • Polémicas sobre la fertilización asistida en parejas no heterosexuales y sobre la constitución de nuevas formas de familias, que ponen fuertemente en juego la necesidad de analizar la cuestión de las identificaciones en estas estructuras familiares.[1]
  • La demanda de reconocimiento legal de las personas transexuales plantea problemáticas en el plano social al vincularse a las decisiones de las diferentes instancias jurídicas que tienen que pronunciarse en los casos de litigio.[18]
  • Especificar lo que permitiría al Registro Civil definir a un individuo como perteneciente al sexo masculino o al sexo femenino.[6]
  • El derecho tiene que reexaminar la definición jurídica de sexo para otorgar o no el reconocimiento de un cambio de sexo en las personas transexuales operadas con las consecuencias que esto ocasionará en el campo del derecho (derecho al matrimonio, a la adopción, etc).[6]
  • Al modificarse el sexo en el documento se modifican tanto las reglas de filiación como los concepto de paternidad y maternidad, el derecho debe decidir que es un padre y que es una madre.

Causas de la transexualidad

Hasta ahora, no se ha producido ningún descubrimiento concluyente relativo a sus causas. “No sabemos por qué se produce el transexualismo", dice el doctor Louis Gooren, director de la cátedra de Transexualidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Amsterdam [19]

Causas psicológicas propuestas

Durante la historia se han propuesto muchas causas psicológicas del origen de la transexualidad; incluyendo la de la existencia de "madres dominantes y la ausencia de la figura paterna", "padres que han deseado tener un hijo del otro sexo", "homosexualidad reprimida", "alteración emocional", "abuso sexual"[cita requerida]

"Cura" de la transexualidad

Históricamente, los tratamientos psicológicos orientados a "curar" la transexualidad han sido un rotundo fracaso. En 1972, la American Medical Association Committee on Human Sexuality hizo pública la opinión médica dominante de que la psicoterapia no es efectiva para personas transexuales y que, además, la terapia de reasignación de sexo era más útil.

Un buen número de tratamientos que se utilizaron en el pasado son hoy en día considerados inefectivos para las personas con una significativa y persistente disforia de género, incluyendo la terapia de aversión, las medicaciones psicoactivas, la terapia electroconvulsiva, tratamientos hormonales permanentes con el género anatómico de nacimiento y psicoterapia sólo[cita requerida].

La terapia reparativa orientada a personas homosexuales también ha sido aplicada a personas transexuales, ya que en ocasiones la transexualidad es vista como una homosexualidad extrema. Esta visión ha desaparecido hace mucho de casi todos los discursos científicos.

Mientras la escala de Kinsey expresaba una visión similar, la comunidad científica ahora rechaza esta parte de la teoría de Alfred Kinsey, considerando inútil esta terapia reparativa tanto para personas homosexuales como para personas transexuales.

Aunque muchas de las más importantes asociaciones profesionales de medicina han condenado repetidamente la terapia reparativa no sólo como ineficaz, sino como realmente dañina, esta continúa siendo defendida como un tratamiento para la homosexualidad y la transexualidad por varias organizaciones con vínculos al movimiento cristiano conservador[cita requerida].

Sin embargo, para algunas personas transexuales, las terapias orientadas a resolver estos conflictos, distintas de los tratamientos somáticos para reasignar el sexo físico, pueden ser eficaces y útiles. Algunas personas pueden tener conflictos más leves entre la identidad sexual y sus características sexuales físicas. Estos individuos pueden no desear realmente someterse a un proceso de reasignación de sexo, pero pueden buscar asistencia para superar los conflictos a los que se enfrentan.

Si los individuos expresan su deseo de asistencia psicológica sin CRS, el asesoramiento de apoyo y psico-educativo puede ser de ayuda. Sus razones para renunciar al proceso pueden incluir preocupaciones familiares o profesionales, percepciones de la dificultad del proceso, miedo a la pérdida de su posición o rol social, firmes creencias religiosas, real o percibida incapacidad para financiar el proceso y una avanzada edad o problemas médicos crónicos, que pueden, en algunos casos, considerarse contraindicaciones médicas para la terapia hormonal o la cirugía de reasignación de sexo.

Estos individuos a menudo buscan métodos alternativos con los que puedan mejorar su vida, promoviendo la aceptación de su identidad sexual y mejorar su baja autoestima causada por el conflicto. Estos métodos pueden ser tratamientos somáticos parciales como sólo terapias de reducidas dosis hormonales, que permite a los pacientes a vestir y vivir parcialmente en el rol de género que se corresponde con su identidad sexual, e incluso -simplemente- permitir a la persona una válvula de escape segura para expresarse como varón o mujer puede proporcionar una gran satisfacción a los pacientes que, por una razón u otra, eligen no someterse al proceso de reasignación de sexo[cita requerida].

Causas físicas

Existen estudios que sostienen que existen causas físicas:

En un estudio de J.-N. Zhou, M.A. Hofman, L.J. Gooren y D.F. Swaab, de la Universidad de Ámsterdam se indican similitudes estructurales y neuroquímicas entre el cerebro de las personas transexuales y el cerebro típico de las personas del sexo con el que se sienten identificadas.[20][cita requerida] Tras este estudio, un segundo proyecto de Kruijver ha presentado idénticos resultados del primero e incluido controles que ayudan a resolver defectos que se alegaban al anterior.[21]​ Sin embargo, un reciente estudio de I. Savic y S. Arver, del Departamento de Neurociencia Clínica del Stockholm Brain Institute, realizado con 48 hombres y mujeres heterosexuales y 24 mujeres transexuales (H>M) no pudo confirmar los resultados anteriores.[22]​ Por otro lado, los resultados muy similares a los dos obtenidos en 1995 y 2000 por el grupo de Swaab, y publicado por investigadores de Estados Unidos y Alemania, dan nuevamente evidencia clara que la transexualidad, manifestada en mujeres transexuales, está asociada con alteraciones cerebrales.[23]​ Estos resultados se han confirmado por el análisis de reacciones localizadas en el cerebro a través de estudios realizados por electroencefalograma (EEG) y han mostrado que los del grupo transexual H>M fueron similares a los del grupo de mujeres biológicas y heterosexuales, comparado con hombres.[24]

Estudios parecidos sostienen una fuerte tendencia a la herencia. (Concordance for Gender Identity Among Monozygotic and Dizygotic Twin Pairs. Diamond, M and Hawk, S. American Psychological Association 2004 Annual Meeting. July 28 - August 1, 2004, Honolulu, Hawaii.)[cita requerida].

Objeciones a la investigación de las causas

Muchos profesionales y activistas de los derechos de las personas transexuales consideran "muy racional" la búsqueda de una "causa" de la transexualidad. El supuesto básico en el que se basan es que la transexualidad es un hecho arraigado. Las críticas citan, entre otras cosas, descubrimientos historiográficos y antropológicos que apuntan al hecho de que en diferentes culturas había diferentes conceptos sobre el género, entre los que se incluyen la existencia de tres o más géneros[cita requerida].

El principal argumento contra la búsqueda de una "causa" de la transexualidad es que esto supone asumir a priori la legitimidad de la identidad de género impuesta socialmente, es decir, la que corresponde con los genitales externos. Esto, según los críticos de la investigación, es una controversia que no ha sido probada aún[cita requerida].. Investigaciones históricas muestran que la relación entre los genitales y la identidad de género varía a través de las culturas[cita requerida].. Asumir a priori que una variante es anómala (y que por tanto sus causas deben ser investigadas) distorsiona la visión científica del género y contribuye a la estigmatización[cita requerida].

Muy relacionada con este argumento, existe la creencia de muchas personas de que la transexualidad no es una enfermedad ni un desorden (trastorno) mental y que no debería intentar curarse la transexualidad psicológicamente[cita requerida].

Proceso de reasignación de sexo

La mayor parte de las personas transexuales sienten un sufrimiento psicológico y emocional debido al conflicto entre su identidad sexual y el sexo que les ha sido impuesto al nacer. Algunas encuentran como única solución un Proceso de Reasignación de Sexo. Este proceso puede incluir tomar hormonas o someterse a la Cirugía de Reasignación de Sexo para modificar sus características sexuales primarias y secundarias.

La asociación internacional Harry Benjamin (en inglés, Harry Benjamin International Gender Dysphoria Association) publica cada año un manual de estándares especializados de asistencia y tratamiento de la transexualidad.

Requisitos para el tratamiento de reasignación de sexo

En España, para comenzar el tratamiento de reasignación se precisa un informe positivo por parte de un profesional (psicólogo, sexólogo, psiquiatra) en el que reconozca la necesidad de la persona a adoptar el nuevo rol de género y la adaptación de sus caracteres sexuales primarios y secundarios (mediante tratamientos hormonales o cirugías) para conseguir una mejor adaptación a la sociedad y a desenvolverse en ella. En dicho informe se hace constar además que la persona no presenta ningún trastorno mental que la induzca a tomar dicha decisión. El que no se tenga ningún trastorno mental no implica que la transexualidad no sea un problema de salud al que haya que dar respuesta médica, tal como reconoce la OMS.[cita requerida]

Además, se recomienda que la persona pase durante uno o dos años un test de vida real o experiencia de vida real, que consiste en comenzar a vivir de acuerdo a la propia percepción de la identidad sexual, es decir, conforme al rol de género del sexo contrario al que le fue asignado a la persona transexual en el momento del nacimiento.

Este test no siempre es posible, ya que -sin hormonas y sólo mediante maquillaje y ropa- puede complicarse adaptar el físico a la anatomía deseada y pasar inadvertido en sociedad. Para ello, los varones transexuales necesitarán al menos acceder a la terapia hormonal; mientras que la mayoría de las mujeres transexuales -además de una terapia hormonal- también necesitarán eliminar su vello facial, entrenar su voz y, a veces, cirugía facial feminizante.

Tratamiento psicológico

El psicoanalista no debe pronunciarse sobre el lugar que es preciso atribuir a las modificaciones físicas que la medicina y la cirugía ponen al alcance del individuo. Si acepta escuchar a la persona transexual como paciente es sólo para mostrarle la razón subjetiva de su demanda, así como las consecuencias de una puesta en acto médico-quirúrgica. El tratamiento no apunta a la desaparición de un síntoma sino que tiene como objetivo permitir al sujeto develar un saber sobre lo que inconscientemente preside su demanda y genera su malestar.[6]

En otros casos el tratamiento psicológico se realiza como acompañamiento a la persona transexual durante su proceso de reasignación de sexo, debido a que durante ese primer período se pueden producir muchos cambios, y es necesario el ir asimilándolos al tiempo que ocurren. También debido a que pueden producirse actitudes de rechazo en el entorno (trabajo, vecindad, familia,...) es función del psicólogo el dotar al sujeto de los mecanismos psicológicos necesarios para sobrellevar estas contingencias.

La necesidad de tratamiento psicológico se subraya también debido tanto al alto índice de problemas de salud, incluidos la depresión, ansiedad y diferentes adicciones, como a la gran tasa de suicidios entre la población transexual.

Muchos activistas transexuales y especialistas defienden que estos problemas normalmente no están relacionados con su identidad sexual, sino con los problemas que surgen por la discriminación social que sufren.

Terapia hormonal sustitutiva

Tanto para las mujeres como para los varones transexuales la Terapia Hormonal Sustitutiva (THS) provoca el desarrollo de algunos de los caracteres sexuales secundarios del sexo deseado. Sin embargo, muchos de los preexistentes caracteres sexuales primarios y secundarios no pueden desaparecer mediante la THS. Por ejemplo, el pecho crecerá en las mujeres transexuales, pero no desaparecerá en los varones transexuales. El [vello] facial de los varones transexuales crecerá, pero normalmente no dejará de hacerlo para las mujeres transexuales[cita requerida].

Sin embargo, algunos caracteres (como la distribución corporal de la grasa y los músculos así como la menstruación en los varones transexuales) pueden ser revertidos mediante el tratamiento hormonal. Desgraciadamente, algunos de esos caracteres que pueden ser reversibles, volverán a aparecer al cesar el tratamiento hormonal, a no ser que una castración quirúrgica haya tenido lugar.

Además, especialmente en las mujeres transexuales, pero también en algunos varones transexuales, se precisa de la cirugía para un resultado físico satisfactorio. Las mujeres transexuales a menudo requieren depilación intensiva para hacer desaparecer el vello facial, y, en su caso, el corporal.

La terapia hormonal dura toda la vida[cita requerida].

Cirugía de reasignación de sexo (CRS)

La cirugía de reasignación de sexo consiste en procesos quirúrgicos que las mujeres y los varones transexuales llevan a cabo para armonizar su sexo anatómico con su identidad sexual. Puede centrarse en los genitales, denominada cirugía de reconstrucción genital, y en la que se pueden distinguir operaciones como la vaginoplastia, la metadoioplastia o la faloplastia. Pero también existen operaciones femenizantes o masculinizantes de caracteres sexuales no genitales, como puede ser una cirugía facial o una mastectomía.

La cirugía es muy cara, y excepto en los casos de España en las Comunidades Autónomas de Extremadura, Andalucía, Madrid, Aragón y Cataluña no está cubierta por la Seguridad Social o por los seguros médicos privados en todos los lugares. El precio varía notablemente, dentro del ámbito de la medicina privada. En España, la operación de vaginoplastia cuesta entre 12.000 y 18.000 €; mientras que la faloplastia es mucho más cara y puede alcanzar un precio de entre 24.000 y 36.000 €.

En otros países, los precios oscilan desde cifras similares en Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea; a la mitad en Tailandia, e incluso menos en algunos países latinoamericanos.

En ningún caso se deberá asumir que un precio más elevado es una garantía de una mejor intervención, y es recomendable informarse bien y comparar resultados antes de tomar una decisión.

No todas las personas transexuales se someten a la cirugía de reasignación de sexo (bien por el alto coste de la operación, bien por riesgos médicos o por razones personales), a pesar de que vivan permanentemente en el rol de género del sexo con el que se identifican.

Aspectos sociales y legales

En España no se han realizado estudios sobre la prevalencia de la transexualidad en la población. Por ello, para poder establecer una cifra aproximada, debemos utilizar los datos del estudio realizado por Bakker, Van Kesteren, Gooren y Bezemer en Países Bajos en 1993 y realizar una extrapolación de las cifras, y que se han comprobado en 2007 para la Bélgica: la prevalencia es una persona transexual en 19.000 habitantes en todo el país (1:12.900 para mujeres transexuales y 1:33.800 para hombres transexuales), pero con diferencias significativas entre zonas urbanas (Bruselas) y más rurales, y entre Flandres y Walonia[25]​ Sin embargo, las cifras calculadas para el año 2011 por "gires - the Gender Identity Research and Education Society" del Reino Unido, muestran una prevalencia actual y futura mucho más alta de personas que podrían mostrar una disforia de género[26]

Según el INE, en enero de 1998 la población española estaba formada por 39.852.651 personas, de las cuales 19.488.465 eran varones y 20.364.186 eran mujeres. El 90'62% del total de la población tenía más de 15 años, y si sólo consideramos la población mayor de 15 años y extrapolamos los datos del estudio holandés, la estimación de personas transexuales en España es de 2.087 personas, de las cuales habrá 1.408 mujeres transexuales y 607 varones transexuales.[27]

En el terreno legal y social, las personas transexuales suelen reivindicar dos derechos. Uno, mayor facilitad para modificar el sexo legal y, por otro lado, la cobertura sanitaria integral.

Sexo legal

Las personas transexuales que han comenzado a vivir en el rol de género del sexo con el que se sienten identificados suelen tener muchas dificultades a la hora de identificarse con documentos oficiales. Para ellos, ya que su documento de identidad indica un sexo legal diferente al que muestra su apariencia física, se complican desde gestos tan cotidianos como utilizar la tarjeta de crédito o comprar un billete de avión hasta gestiones tan básicas como acceder a un puesto de trabajo.

En España, la ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas[28]​ permite el cambio de la mención de sexo en los documentos oficiales, incluyendo el registro civil y el D.N.I.. siempre que se cumplan los requisitos expuestos en la ley, es decir tener la nacionalidad española, ser mayor de edad y poseer capacidad suficiente, acreditada por los correspondientes informes médicos.

El cambio se realiza por vía administrativa presentando en el registro civil correspondiente al lugar de residencia del interesado una solicitud acompañada de la documentación correspondiente.

Asistencia sanitaria integral

Se trata de la reivindicación histórica de la comunidad transexual. En 1989, ya el Parlamento Europeo instaba a los estados miembro el posibilitar el acceso a las personas transexuales a una asistencia sanitaria integral, cosa que en España de momento no se ha cumplido más que en la comunidad andaluza, que dispone de una unidad especializada en el hospital Carlos Haya de Málaga, y en la comunidad de Madrid en el Hospital Ramon y Cajal.

Transfobia

Probablemente, una de las grandes luchas pendientes para la comunidad transexual es la lucha por concienciar a la población de que la transexualidad no es una amenaza ni una aberración ni una enfermedad, es decir, la lucha contra la discriminación que genera la transfobia: el odio, miedo irracional o desprecio hacia las personas transexuales.

La transfobia tiene muy diferentes manifestaciones. Puede darse en el terreno laboral, en el contexto familiar, en el social o incluso en la misma persona transexual que no se acepta a sí misma. Sea cual sea la forma en que se manifieste, la base de la transfobia siempre es la negación de la identidad sexual de las personas transexuales, el prejuicio de que por haber nacido con los genitales del otro sexo "no son realmente mujeres" (las mujeres transexuales) o "no son verdaderamente hombres" (los hombres transexuales): cuando se acepta que sexo de una persona es su sexo psicológico, que son mujeres u hombres exactamente igual que el resto de mujeres y hombres, deja de verse con rechazo, desprecio u odio el que una mujer (transexual) viva como la mujer que es o un hombre (transexual) viva como el hombre que es.

En esta batalla, la comunidad que defiende los derechos de estas personas ha instaurado el 17 de mayo como Día mundial tanto contra la homofobia como contra la transfobia.

El movimiento transexual

A medida que se han articulado asociaciones en defensa de sus derechos, los términos se han ido definiendo y aclarando con mayor precisión. Actualmente, el movimiento sigue en desarrollo dentro de asociaciones de personas homosexuales, pero también con una fuerte tendencia a formar organizaciones independientes e, incluso, asociaciones específicas para varones transexuales unas, y otras para las mujeres transexuales.

Transexualidad y homosexualidad

Los varones y las mujeres transexuales presentan la misma variedad de orientaciones sexuales que presentan las personas no transexuales[cita requerida]. Es decir, existen mujeres transexuales bisexuales, homosexuales, heterosexuales o asexuales; así como varones transexuales, bisexuales, homosexuales, heterosexuales o asexuales.

Es decir, la transexualidad está relacionada con la identidad sexual -el sexo con el que el individuo se identifica-, mientras que la homosexualidad se relaciona con la orientación sexual -el sexo por el que el individuo siente atracción sexual[cita requerida].

Sin embargo, incluso hoy en día se siguen confundiendo ambos términos, como ocurría hace décadas. Textos médicos anticuados describían la orientación sexual en relación con el sexo asignado, no con el sexo de identificación; en otras palabras, refiriéndose a una transexual de varón-a-mujer que se sentía atraída por varones, como "un transexual masculino homosexual"[cita requerida].

De nuevo, hay que decir que este uso confuso de los términos es científicamente inexacto y clínicamente insensible hoy en día, y una persona como la descrita sería llamada actualmente y ella misma se consideraría una "mujer transexual heterosexual".

Crítica a la transexualidad desde el feminismo

Desde un sector del feminismo, se ha criticado a la transexualidad, considerándola como "una forma de perpetuar los roles de género y el heterosexualismo". Desde estas posición ha destacado especialmente Sheila Jeffreys quien considera a la cirugía de reasignación de sexo como una forma de "auto-mutilación" y "sadomasoquismo",[29]​ y opina que es consecuencia de la desigualdad de las mujeres, de la violencia masculina y de la opresión lésbica;[30]​ sus planteamientos sobre el tema son desarrollados en la obra Unpacking Queer Politics: A Lesbian Feminist Perspective. Un análisis similar ha sido realizado por Janice G. Raymond en su ensayo The Transsexual Empire: The Making of the She-Male.

La transexualidad en la juventud

Los individuos pueden hacerse conscientes de su identidad sexual en muchas etapas diferentes de su vida.[cita requerida].En la mayor parte de los casos, la condición transexual se hace aparente en algún momento de la infancia, a veces en la infancia más temprana, en la que el niño o la niña puede expresar un comportamiento incongruente o una insatisfacción relacionada con el sexo asignado.[cita requerida].

La mayor parte del tiempo, sin embargo, estos niños intentan ocultar su ser diferente tan pronto como experimentan un rechazo como consecuencia de sus diferencias[cita requerida].

La seguridad del niño/a

Sólo en los últimos años, algunos niños y niñas transexuales han recibido asistencia y, en su caso, tratamiento médico, así como la posibilidad de cambiar su rol social. (Especialmente en Reino Unido y Países Bajos[31]​)

Las familias con un niño, que se pueda identificar ya como miembro "del sexo opuesto", y que decida cambiar su rol de género mediante el vestido o el comportamiento, pueden decidir respetar la decisión del niño y mudarse a otra área o ciudad a fin de proporcionar al menor la mejor oportunidad de vivir en el rol de género deseado entre nuevos compañeros y en una nueva comunidad. Esto ayuda a evitar rechazos, abusos y acosos por parte de los sectores intolerantes de la sociedad.[cita requerida][32]

Gwen Araujo, de Newark, California, era una joven que intentó vivir como mujer, el sexo opuesto al que le habían asignado al nacer. Fue víctima de violentos crímenes que acabaron con su muerte, tras asistir a una fiesta en la que su sexo de nacimiento fue revelado.[33]

Películas como Ma Vie En Rose (1997), de Alain Berliner, o la película documental Creature (1999), de Parris Patton, describen escenarios de la transexualidad infantil.

La decisión de una mudanza, sin embargo, depende mucho del ambiente social y de la forma de manejar la situación de los cuidadores y de otros adultos. Hay también varios casos en donde no se considera necesaria una relocalización, especialmente en Europa Occidental.

Pubertad

La pubertad es especialmente difícil para los jóvenes transexuales ya que, mientras otros púberes se sienten excitados por sus cambios corporales y encantados con su crecimiento, los jóvenes transexuales llegan a quizás el peor estado de desarrollo anatómico de sus vidas: aquel que acentúa los caracteres sexuales que no corresponden con el sexo con el que se identifican.

Para empeorarlo, muchos endocrinólogos insisten en que las personas transexuales deben pasar la pubertad antes de que se les prescriba la terapia hormonal que podría haber prevenido la masculinización o femenización de su anatomía[cita requerida]. Debido a esto, las personas transexuales deben someterse a difíciles procesos que podrían simplificarse mucho más con una intervención temprana.[cita requerida].

Durante la pubertad, además, algunas transexuales femeninas intentan autocastrarse, a menudo sin éxito, y automedicarse. Ambas opciones se consideran extremadamente peligrosas[cita requerida].

Véase también

Referencias

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  3. Jorgensen, Christine (2000). Christine Jorgensen: personal autobiography. San Francisco, Cleis Press. ISBN 978-157-344-100-1. 
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  32. Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas ref_duplicada_1
  33. Lee, Henry K. (16 de marzo de 2004). «HAYWARD: Murder trial jury selection». San Francisco Chronicle. 

Bibliografía

Enlaces externos