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Diferencia entre revisiones de «Superstición»

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Revisión del 23:39 12 may 2009

Archivo:No 13th floor.jpg
En algunos edificios no existe el piso número 13, como éste de Buenos Aires (Argentina)

Superstición es una creencia por la que los individuos creen que pueden alterar el destino o la suerte propia o de una persona.

La superstición y el método científico

Imagine que una tribu remota llama a una de estas dos formas buba y a la otra kikí; trate de adivinar cuál es cuál y consulte al final de este artículo (en la sección de notas) para valorar su respuesta[1]

Las supersticiones, no fundamentadas o asentadas de manera irracional en el ser humano, pueden estar basadas en tradiciones populares, normalmente relacionadas con el pensamiento mágico. El supersticioso cree que ciertas acciones (voluntarias o no) tales como rezos, ensalmos, conjuros, hechizos, maldiciones u otros rituales, pueden influir de manera trascendental en su vida.

Se consideran supersticiones aquellas disciplinas que la comunidad científica llama pseudociencias, tales como:

Lo que distingue a las supersticiones de la sabiduría y el sentido común es que se afirma una relación causal entre los acontecimientos debido a fuerzas supranormales:

Esta manera de proceder es contraria a la razón, que analiza las relaciones desde las causas inmediatas e intenta descubrir las leyes naturales que rigen las proporciones (o que, sin encontrar relaciones causa-efecto, explica los fenómenos a través de correlaciones, es decir, a través de la frecuencia en la que dos eventos se presentan simultáneamente).

Con el pensamiento de la ciencia moderna, algunas de las pseudociencias dieron paso al nacimiento de ciencias. Es el caso de la astrología de la que surgió la astronomía, de la alquimia surgió la química, etc.

En el pensamiento mágico y la magia se considera posible producir resultados que a la razón resultan contrarios a las leyes naturales conocidas valiéndose de ciertos rituales, en los que intervienen entes considerados en dicha creencia.

La superstición y la psicología

En el campo de la psicología, se entiende la superstición como el resultado de la manera prejuiciosa de juzgar la información que tiene nuestro cerebro. Un prejuicio cognitivo (del inglés cognitive bias, ‘predisposiciones cognitivas’ o ‘sesgo cognitivo’, en español), es una distorsión cognitiva en el modo en el que los humanos perciben la realidad. Algunos de estos procesos han sido verificados empíricamente en el campo de la psicología, otros están siendo considerados como categorías generales de prejuicios.

En algunas sociedades humanas se aprecia un proceso de decaimiento de las supersticiones. Sin embargo, este proceso no es lineal, como lo demuestra el auge que están teniendo la quiromancia y los exorcismos en Italia y Europa. Para el individuo supersticioso, la superstición cumple un papel positivo de estabilidad para la psiquis, por medio de los mecanismos de defensa. Los actos apotropaicos, como decir "Jesús" tras un estornudo para rechazar la mala suerte, tocar madera, cruzar los dedos o santiguarse, tienen esa función de "curar" la mente.

Otros temas importantes en relación con las supersticiones son: el estudio del llamado pensamiento mágico, de la religión como un tipo de creencia supersticiosa (ver más abajo), los trastornos obsesivo-compulsivos y la esquizofrenia como enfermedad mental.

Prejuicios cognitivos

Cartel de la película The Birth of a Nation (‘El nacimiento de una nación’), visión pseudohistórica estadounidense llena de prejuicios, donde aparece la organización del Ku-Klux-Klan.

El pensamiento mágico base de la superstición, es una forma de pensar y razonar que genera opiniones carentes de fundamentación lógica robusta o estricta. Creencias carentes de lógica. Suele estar basado en percepciones psíquicas subjetivas del individuo/colectivo, pudiendo haber sido condicionado por otras personas que haya conocido o aceptando de algún modo las teorías de dichos individuos con esas creencias.

En psiquiatría, varias enfermedades mentales y trastornos de personalidad se caracterizan por diversos grados de pensamiento mágico. Se utiliza el llamado método científico para remarcar lo endeble y arbitrario de las convicciones basadas en lo sobrenatural.

Bruce Hood, profesor de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Bristol, llevó a cabo un experimento para demostrar la inutilidad de los esfuerzos por combatir las creencias irracionales, ya que sostiene que el cerebro humano tiende a funcionar de manera supersticiosa. Para demostrar su teoría, el profesor Hood les preguntó a los miembros del público de un festival de ciencias, si estaban dispuestos a probarse una chaqueta azul a cambio de una gratificación de 10 libras esterlinas. Después de que no pocos voluntarios levantasen la mano, dijo entonces que la chaqueta había pertenecido a Fred West, un asesino múltiple. Al oír esto, la mayoría de los voluntarios bajaron la mano como acto apotropaico o de defensa o rechazo del agüero.

En realidad, la chaqueta no había pertenecido a Fred West. El experimento mostró que esta creencia, a personas que se consideran racionales (ya que asisten a un festival de ciencias), les hacía sentirse incómodas.

Escrúpulos similares y "creencias" comparables, explican, por ejemplo, por qué pocas personas estarían dispuestas a cambiar su anillo de boda por una réplica idéntica. La diferencia entre conceder importancia sentimental a los objetos y creer en la religión, la magia o lo paranormal, es sólo de grado, según el profesor Hood.

Según el profesor Hood, debido a que los humanos operamos intuitivamente, instar a las personas a abandonar su sistema de creencias, no tiene éxito, porque ese componente irracional opera a un nivel tan fundamental, que ninguna cantidad de evidencias racionales puede erradicarlo, de igual modo que no podemos erradicar un instinto.

Supersticiones y creencias populares

Existe diferencia entre las supersticiones específicas y las pseudociencias. Las pseudociencias tienen un definido ámbito concreto de creencias donde no cabe todo sino de acuerdo a sus bases. Otra diferencia es que los creyentes de supersticiones pueden ser personas de cualquier tipo raza, status social, región mundial... y no tienen porqué creer en pseudociencias, del mismo modo que un adepto de una pseudociencia no tiene porqué creer en las supersticiones populares.

Existen supersticiones relacionadas con los diferentes ámbitos de la vida del ser humano, desde los acontecimientos importantes para las personas (por ejemplo el matrimonio, la menstruación femenina, la botadura de barcos, el levantarse de la cama), los acontecimientos relacionados con los oficios (por ejemplo: ordeñar en la ganadería), los acontecimientos temporales (por ejemplo: fechas de siembra en la agricultura, el solsticio de la noche de San Juan, las fases de la Luna), los relacionados con objetos o elementos o con procesos: el hierro, por ejemplo, tiene poderes mágicos, protege a su propietario contra las brujas y los malos espiritus.

Hay muchas supersticiones relacionadas con tijeras, cuchillos, espadas, agujas...

Muchos escoceses creían que dormir con un cuchillo bajo la almohada evitaría que las brujas se los llevasen mientras dormían. En muchos países se considera fatídico regalar un arma blanca. El mango del cuchillo, al caer, apunta en la dirección de donde provendrá la buena suerte o los amigos. Si el cuchillo queda con el filo hacia arriba, se espera mala suerte, pues los espíritus se cortarán los pies.

Supersticiones que generarían "desgracia"

Gato negro
  • Doblar la servilleta usada, o guardar una servilleta en su servilletero al final de una comida quebrantará la amistad.
  • Mencionar o formular verbalmente cualquier cosa no deseable o desgraciada (ver maldición).
    • Para contrarrestar la desgracia, inmediatamente se debe tocar madera.
  • Romper un espejo.
  • Pasar debajo de una escalera apoyada contra una pared, la escalera con las superficies del suelo y la pared forman un triángulo, representación de la Trinidad. Por lo tanto, cruzarla era atentar contra dicho dogma, o también representa una puerta de entrada al mundo de los espíritus.
  • Cruzarse con un gato negro.
  • Derramar sal: la sal, en la Antigüedad, representaba riqueza.
  • Derramar aceite.
  • Poner el pan invertido en la mesa.
  • Limpiar la mesa con papel, y no con un paño de tela, trae pérdidas económicas, porque representa un desprecio al papel moneda.
  • Escuchar el nombre de una persona que transmite «mala suerte» (persona que está «salada», jetattore, un mufa, aojador, gafe, cenizo)
    • Para contrarrestar la maldición, a la persona se la margina y se la menciona como «el/la innombrable».
    • En Argentina los varones se tocan el testículo izquierdo, y las mujeres el pecho izquierdo.
  • Ser víctima de un «trabajo» de vudú o magia negra.
  • Rezar con las piernas cruzadas.
  • Pisar en primer lugar con el pie izquierdo al levantarse de la cama. (Véase el artículo zurdo).
  • Casarse o embarcarse un martes 13: en los países anglófonos se refieren al viernes 13.
  • Bautizar a un barco con el mismo nombre que tiene otro barco.
  • Sentarse a comer 13 personas a la mesa, por la Última Cena de Cristo con sus discípulos (ver triscaidecafobia).
  • Estornudar, por temor a perder el alma, sólo durante la Edad Media.
    • El riesgo se minimizaba cuando otra persona respondía de manera apotropaica «¡Jesús!».
  • Abrir un paraguas bajo techo, dentro de una casa.
  • Que se cayeran las tijeras con el pico abierto, o dejarlas a posta abiertas encima de la mesa de alguien, o dejarlas abiertas entre dos o más personas, supuestamente produce riña por el entrechocar de las espadas.
  • Hacer girar cualquier objeto.
  • Poseer un solo vaso de una colección en la que se han ido rompiendo todos los demás.
  • Mirar fijamente a una persona, mal de ojo o aojamiento, que desde entonces sufre mala salud periódicamente o muere. Esta superstición se documenta desde la época romana.
  • Decir «¡por Dios!» ante cualquier suceso: según el mandamiento de la ley mosaica, no debía tomarse el nombre divino en vano.
  • Cuando una persona se ríe mucho es que le espera alguna desgracia o disgusto.[2]
  • El acostarse del lado del corazón ocasiona malos sueños.[2]
  • Cortarse las uñas en los días que tienen erre (martes, miércoles y viernes) genera padrastros.[2]
  • Matar a las golondrinas: porque una leyenda (no bíblica) dice que le extrajeron las espinas a Cristo en el Calvario.[2]
  • Toparse con un tuerto al salir de casa por la mañana.[2]
  • Que un artista (actor, cantante, músico, etc.) salga al escenario con una prenda amarilla.
  • Que el novio vea a la novia vestida de tal antes de la ceremonia.
  • En México (especialmente en el estado de Jalisco), pisar un mango echado a perder.
    • Se puede revertir comiéndolo directamente de la suela del zapato.
  • Cortar muy seguido, usando la tijera, se dice que corta los caminos.
  • Barrer los pies a alguien, dicen que te saca la fortuna
    • Para revertir se pisa la escoba, la persona que fue barrida

Supersticiones contra el mal o la mala suerte

Determinadas acciones son tradicionalmente consideradas como conjuros o actos contra el mal, los malos espíritus, las brujas y la mala suerte, y se realizan para protegerse, desviarlos, evitarlos o rechazarlos:

  • Poseer amuletos u objetos que protegen de la mala suerte o de las brujas, como llevar siempre una castaña recogida el día o la Noche de San Juan, o
  • En Aragón, ponerles pendientes hechos con ramitas de enebro a las ovejas.
  • Echar sal detrás del hombro, para aplacar a los malos espíritus que están tras la persona.
  • Tocar un objeto de madera al oír algo que se considera inauspicioso, pues algunas culturas creen que poseen propiedades mágicas o se puede pedir un deseo.
  • Tener en el hogar un altar con estampitas de santos y vírgenes.
  • Encender una vela a un santo, en una iglesia católica o en el hogar.
  • Hacer una "limpieza" mediante magia blanca con una bruja o curandera.
  • "Tirar el cuerito" es un tipo de masaje shamánico relacionado con la piel de la cintura o el abdomen.
  • Decir «¡Jesús!» cuando se estornuda, ya que se consideraba antaño signo de mal agüero o de mal augurio.
  • Santiguarse al oír algo que proporciona mala suerte.
  • Hacer el conjuro de la taza de agua y las gotas de aceite para evitar el mal de ojo o aojamiento.
  • Golpear ligeramente las copas antes de beber su contenido, espanta a los malos espíritus y evita que entren al momento de abrir la boca.
  • Encontrar un trebol de 4 hojas.
  • Ponerle una cinta roja a los bebes, o en la panza de la mama embarazada.
  • Si se cae azucar, ponerse un poco de la azucar derramada, en la frente que es fortuna

Supersticiones de buena suerte

Herradura puesta con el propósito de atraer la buena suerte
  • Derramar el vino predice buena suerte o trae alegría.
  • Encontrarse por casualidad una herradura con 7 agujeros para los clavos es un buen augurio en Algeciras, o la sola posesión de una herradura.
  • Tener la pata de un conejo, frotarse y acariciarse con ella.
  • El número Siete
  • Para ganar la lotería se debe apoyar el billete en la espalda de un jorobado o en el vientre de una embarazada.
  • Tener amuletos, como una pata de conejo, estampitas de santos, alguna piedra especial o semipreciosa, etc.
  • Tener la bendición de los padres al casarse.
  • La mujer soltera que —durante una fiesta de casamiento— atrape el ramo de la novia cuando ésta realiza el rito de tirarlo violentamente por encima del hombro será la siguiente en casarse (en la Edad Media era primordial que una mujer se casase).
  • Cuando una persona debe pasar una prueba o realizar un examen académico, debe encender (ella misma u otra persona) una o varias velas en su casa o en una iglesia católica.
  • El feng shui chino y el vastu de la arquitectura hindú poseen conceptos parecidos y hasta equivalentes, que analizan qué lugares y fechas son las mejores para construir un edificio o iniciar una empresa o negocio o una relación de pareja.
  • En México se dice cada Viernes Santo hay un aguacate que en vez de carozo contiene un huevo de paloma. Hay que sostener el huevo en la mano y rezar un Padre Nuestro. El huevo se abrirá, y saldrá volando un polluelo, que es el Espíritu Santo. El lugar donde el polluelo se pose estará bendito incorruptiblemente hasta la llegada del Fin del mundo.

Supersticiones que auguran el futuro

  • Cuando a un difunto se le quedan los ojos abiertos es señal de que pronto le seguirá algún individuo de la familia.[2]
  • No deben echarse las cáscaras de los huevos en el fuego, porque se les secará el ano a las gallinas y no pondrán más huevos.[2]
  • Quien duerma en una cama con los pies hacia la calle morirá.[2]
  • Cuando se tira al suelo una cerilla encendida, y ésta no se apaga, es el augurio de una muerte próxima.[2]
  • Una mujer, durante la menstruación, no puede hacer mantequilla, mayonesa, tocar o preparar la leche o productos lácteos, regar las plantas, dar de comer a los animales... la mantequilla o mayonesa no ligarán, la leche se cortará, las plantas se secarán, los animales morirán, especialmente crías o bebés ajenos, o se les estropeará la comida, o se arguellarán. Esta superstición está relacionada con la pureza y la impureza de la mujer, y coincide con supersticiones afines del mundo islámico actual.
  • "Dineros o palos". Si se siente comezón o picazón en la palmas de las manos, es que se va a recibir dinero, o se van a recibir palos.
  • La mujer que siga el vuelo de una mariquita dará con el hombre ideal.
  • Una mariposa que vuela alrededor de una persona augura buenas noticias si es blanca, y malas noticias si es negra.[2]
  • Cuando una pulga pica en el dorso de la mano, es señal de que se va a recibir dinero (en la Edad Media había pulgas en todas las casas).[2]
  • Cuando una persona sueña con toros, es que le tocará la lotería, si es que ha jugado.[2]
  • Cuando a una persona soltera se le barren los pies, no se casa.[2]
  • Pisar accidentalmente el excremento de un animal traerá buena suerte.
  • Todos los 2 de febrero, la estatua de la Virgen María sale en procesión ritual por las calles cercanas al templo. Si vuelve a entrar con la vela encendida, será buen año.[2]
  • Las roscas y roscones, comidas en fechas señaladas, San Valero, Reyes Magos... coincidentes con las fiestas paganas de la siembra, la recolección, la primavera etc., suelen llevar una o dos sorpresas. Una solía ser una moneda o regalo favorable, y la otra, habitualmente desfavorable que trae pagar el roscón consiste generalmente en una semilla de haba, relacionada con el glande masculino.
  • En México, cuando un cuchillo cae y se clava en el suelo, augura la llegada de una visita.
  • En Aragón (España), cuando una persona, sin darse cuenta, se pone una prenda del revés (por ejemplo, la camiseta con la espalda al frente), es que se va a producir una sorpresa, un imprevisto bueno o malo.
  • En Aragón (España), "Soñar con muertos, saber de vivos": cuando se sueña con personas que han muerto, sobre todo familiares, es que se van a recibir nuevas noticias de, o se va reunir uno con, amigos o parientes.
  • Si tenes ipo, es porque robaste algo
  • Si se pone colorada la oreja derecha es porque alguien esta habalando tuyo bien, si es la derecha hablan mal tuyo

Religión y superstición

Casi cada religión posee rituales, ceremonias o ensalmos que pondrían a la persona en relación con las fuerzas espirituales, y que las personas que no pertenecen a esa religión pueden considerar supersticiones, como el degollamiento de una gallina, la señal de la cruz, el bautismo, la misa, etc.

Se acepta que es más probable encontrarse con alguien que profesa una religión supersticioso que con un agnóstico o con un ateo supersticioso.

La diferencia entre superstición y fe religiosa estriba, en primer lugar, en la manera de comprender globalmente la realidad. En la superstición, la fuerza supranatural que actúa es arbitraria y disgregada de las demás, mientras que una religión tiene un sistema teológico organizado que afirma la existencia de un ser (o varios) o una causalidad superior general, que actúa(n) en el todo. En segundo lugar, de cada religión se deriva, además de la espiritualidad, una moral, mientras que en numerosas supersticiones sólo se condiciona la actuación del individuo hacia la adquisición o pérdida de la suerte o la desgracia. Y en tercer lugar, en muchas religiones, como el cristianismo, no se encuentra interferencia entre la racionalidad, que examina las causas inmediatas, y la creencia religiosa, con la consecuente coexistencia de ambas actitudes.

Desde esta perspectiva, se comprende que, según el diccionario de la Real Academia Española, la superstición es una "creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón".

La supersticón no tiene por objeto el conocimiento de la realidad que yace tras dicha creencia, se da por supuesto su veracidad. Su objeto es mantenerse alerta en las situaciones diarias para evitar o incidir en las acciones que conducen de modo oportuno a la base de la creencia. La religión tiene por objeto de un modo básico, adquirir la gracia del ente o entes objeto de adoración a base de cumplir los mandamientos (véase ascética) y rechazar las prohibiciones que dicta su credo.

Archivo:Malpolon monspessulanus 1.jpg
La inofensiva culebra bastarda

Las religiones y también otras cosmovisiones esotericas herméticas han considerado los estados de conciencia alterados como una prueba más de la existencia de sus creencias. Su conocimiento parte de premisas y fuentes totalmente diferentes a las de la ciencia, la técnica y la filosofía científicas (de nuestro tiempo). Sería fruto del desarrollo de capacidades en el individuo que trascenderían los límites de la percepción sensorial normal. Mediante técnicas: meditativas, autosugestión, privación del sueño, ayuno, deshidratación, drogas, intoxicaciones... los sujetos experimentan una realidad más allá del umbral de la normalidad y perciben un nivel de realidad diferente y subjetivo a sí mismo.

Orígenes de la idea de superstición

Etimología del término: la palabra española «superstición» corresponde al verbo latino super-stare (‘permanecer sobre’, que para los romanos tenía el sentido figurado de «ser testigo» o «sobrevivir»). De acuerdo con Cicerón, y después Isidoro de Sevilla,[3]​ la idea de trascender y perpetuarse a través de la realización constante de rituales subyacía en el uso de esta palabra:

Se llama supersticiosos a quienes rezan u ofrecen sacrificios todos los días para que sus hijos les sobrevivan
Cicerón: De natura deorum (II, 28)

Por otra parte, en la antigua Roma los adivinos eran calificados frecuentemente como superstitiosus, lo que de por sí no habría constituido una valoración necesariamente peyorativa. Pero a veces sí se dio un sentido desfavorable a la palabra y las acciones que designaba, entendidas como una manifestación exagerada, y por tanto superflua y desordenada, de religiosidad. Esta idea resulta más comprensible si se considera que religio, la religión, significaba precisamente lo contrario para los romanos. Según el mismo Cicerón, religio viene de re-legere (‘reagrupar, ordenar’). Por lo mismo, dentro de la preocupación romana de realizar el culto dentro de normas rígidas, una exageración, como hacer sacrificios todos los días, podía llegar a ser entendido como un defecto.[4]​ Para los romanos, el supersticioso podía llegar a ser o bien un tartufo o una persona afectadamente religiosa.

Evolución del concepto cristiano de superstición

En las primeras versiones en latín del Nuevo Testamento cristiano se utiliza sólo 3 veces la palabra "superstición", siempre a la manera romana:

  • En Hechos (17, 22), sin un sentido peyorativo explícito, cuando san Pablo alaba a los atenienses por tener un altar reservado «al dios desconocido». Entonces, refiriéndose a que son «extremadamente religiosos», los habría calificado de «quasi supertitiores».
  • En Hechos (25, a. C.19), en un sentido literal y ambiguo, cuando los judíos acusan al mismo Pablo de supersticioso por creer que Jesucristo está vivo (ha ‘sobrevivido’), siendo que ya ha fallecido.
  • En Colosenses (2, a. C.21), refiriéndose a una manera afectada de religiosidad, cuando nuevamente Pablo exhorta a sus lectores a dejar el formalismo ritual judío y así no caer «in supertitione».

Pero después de décadas, o incluso siglos, los primeros cristianos comenzaron a cambiar el sentido de la palabra «superstición».

Lactancio: Religión versus superstición

En el siglo III, Lactancio refutó las etimologías clásicas de Cicerón, buscando interpretaciones más útiles desde el punto de vista cristiano. Para él, religio ya no viene de relegere (‘reagrupar’ o ‘reordenar’), sino de re-ligare (‘volver a unir’), lo que resultaba muy consonante con el sentido mesiánico y salvífico del cristianismo, que proclama una «nueva alianza» entre la divinidad y el ser humano. El cristianismo era, pues, para Lactancio una religión.

Siguiendo con esta línea argumentativa, el mismo autor cambiaba el significado de la etimología de supertitio. Ésta ahora asimilaba el concepto a idolatría y culto equivocado; superstición equivalía a divinización pagana de los muertos:

...los supersticiosos no son aquellos que esperan que sus hijos les sobrevivan —eso lo esperamos todos—, sino quienes veneran la memoria de los difuntos para que sobreviva a ellos, o incluso aquellos que mediante imágenes de sus padres rinden culto como lo hacen con sus dioses penates...
Lactancio: Institutiones divínae

Para Lactancio, entonces, religión era igual a culto verdadero, mientras que superstición era un falso culto.

Agustín de Hipona: Cristianismo contra superstición
Según san Agustín, la superstición es pagana y demoníaca

En el siglo IV Agustín de Hipona volvió a modificar la explicación del significado de la etimología de supertitio, buscando establecer un nuevo concepto más acorde con su situación histórica. Para él, las supersticiones eran las «supervivencias» de la idolatría pagana que subsistían tras el triunfo político y espiritual del cristianismo, producto de la conversión del emperador Constantino. Y, más específicamente, supertición era todo resto de veneración a una criatura —ser creado— fuera éste ídolo, hombre, demonio, animal, planta, astro u objeto.[5]

Es supersticioso aquello instituido por los hombres para crear ídolos y venerarlos o rendir culto a una criatura o parte de una criatura como si se tratase de Dios, o para consultar a los demonios y sellar a través de ciertos acuerdos (pactos) una comunicación con ellos.
Agustín de Hipona: De doctrina christiana

De estas afirmaciones, que fueron retomadas por Tomás de Aquino, proviene el concepto cristiano de superstición vigente durante los siglos siguientes, y aun en el presente. Éste se puede resumir en dos afirmaciones:

  • Toda creencia sobrenatural ajena al cristianismo es superstición.
  • La superstición es una manera de relación con el demonio.

La segunda idea implicaba que, por ejemplo, si el estremecimiento o tembladera de un miembro (un brazo, por ejemplo) era considerado un mal augurio, era porque para el supersticioso era una especie de signo convencional o clave secreta, mediante la cual recibía un mensaje del demonio.

La nueva definición de superstición se extendió rápidamente.

Como ejemplo de la idea cristiana de que lo no cristiano es supersticioso, ya en el siglo V se encuentran textos eclesiásticos que hablan de las «supersticiones judaicas».[6]​ Si los judíos no creían en Cristo, sus rituales debían por fuerza ser supersticiosos y mal inspirados.

Véase también


Notas

  1. En este experimento psicológico ideado por Wolfgang Köhler, se pide al sujeto que diga cuál de estas figuras se llama buba y cuál kikí. Del 95% al 98% de las personas le asigna el nombre kikí a la figura angular de color naranja, y buba a la figura redondeada de color violeta. Se piensa que esto tiene implicaciones en el desarrollo del lenguaje; es decir, que el mecanismo de poner nombres a los objetos no es totalmente arbitrario. Otra explicación sería que la forma redondeada suele recibir el nombre de buba porque los labios adoptan una figura redondeada para producir el sonido. En cambio, los labios adoptan una figura más angulosa al pronunciar kikí. Además, el sonido de las k es más forzado que el de las b. Por otra parte, en el alfabeto romano, las letras b y a tienen un dibujo más redondeado que k e í.
  2. a b c d e f g h i j k l m n Sergio Hernández, «Supersticiones populares», en El folk-lore frexnense y bético-extremeño, 1883-1884 (págs. 135-136). Badajoz y Sevilla: Diputación Provincial y Fundación Antonio Machado.
  3. Isidoro de Sevilla; Etimologías (X, 244).
  4. Schmitt, Jean-Claude; Historia de la superstición. Barcelona: Crítica, 1992.
  5. Jean-Claude Schmitt: Historia de la superstición. Barcelona: Crítica, 1992.
  6. Estatutos de la Iglesia primitiva. Galia, 475.