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Júpiter (mitología)

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Cabeza de Júpiter en una imago clipeata. Museo Arqueológico Nacional de Florencia.
Júpiter y Tetis, por Jean Auguste Dominique Ingres (1811).

Júpiter (en latín: Iuppiter, también llamado Jove [Iovis]) es el principal dios de la mitología romana, padre de dioses y de hombres (pater deorum et hominum). Su equivalente griego es Zeus (en griego antiguo Ζεύς [Zeús]), aunque esta deidad latina no fue tomada de la mitología griega, como sí ocurrió en otros casos. Sus atributos son el águila, el rayo y el cetro.

En la actualidad, el dios Júpiter es adorado por grupos religiosos de reconstruccionismo pagano como el Camino Romano a los Dioses, Nova Roma, entre otros, que buscan la renovación de la religión romana antigua.[1][2]

Hijo de Saturno y Ops, Júpiter fue la deidad suprema de la tríada capitolina, integrada además por su hermana y esposa, Juno, y por su hija, Minerva.

El culto a Júpiter, de probable origen sabino, fue introducido en Roma por Numa Pompilio.[3]​ En el mayor templo romano, construido en su honor en la colina Capitolina, fue venerado como Iuppiter Optimus Maximus (‘Júpiter, el mejor y más grande’), protector de la Ciudad, de quien emanan la autoridad, las leyes y el orden social. Cicerón le llama numen praestantissimae mentis, «la sobrecogedora presencia de una mente suprema».[4]

Durante la República, era la divinidad a la que el cónsul dirigía sus plegarias al iniciar su mandato.[5]​ En el Imperio, con la introducción del culto imperial, Júpiter dejó de ser la única personificación de la máxima grandeza, aunque varios emperadores le hicieron su dios tutelar, o bien se incorporaron a sí mismos sus atributos. César Augusto decía tener sueños enviados directamente por Júpiter.[5]Calígula se hizo llamar Optimus Maximus, y comunicó, mediante un puente, su palacio, en el monte palatino con el Templo de Júpiter Capitolino.[5]

Etimología

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La palabra latina Iuppiter (Júpiter) proviene de las raíces indoeuropeas dyu-, que significa "luz", y piter, que hace referencia a pater, y que significa "padre"; es decir: El padre de la luz.[6]​ En cuanto a la palabra latina deus ("dios"), así como su variante divus ("divino", o "divinidad"), que están ambas en la base de la palabra castellana "dios", significan literalmente "ser de luz", puesto que se entendía que los dioses estaban hechos de la misma materia que la luz. Este origen también está en la base de la palabra Iovis ("Jove", otro nombre para Júpiter, de donde proviene la palabra castellana "jovial"). Por otra parte, la palabra griega Zeus también procede de una raíz indoeuropea: dyeuis.[7]

Papel en el Estado

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Los romanos creían que Júpiter les había concedido la supremacía porque le habían honrado más que ningún otro pueblo. Júpiter era «la fuente de los auspicios sobre los que descansaba la relación de la ciudad con los dioses» [8]​. Personificaba la autoridad divina de los más altos cargos, la organización interna y las relaciones exteriores de Roma. Su imagen en la Republicana Imperial y capitolina portaba regalia asociada a Reyes antiguos de Roma y los más altos honores imperiales y consulares.[9]​.

Los cónsules juraban su cargo en nombre de Júpiter y le rendían honores en el feriae anual del Capitolio en septiembre. Para agradecerle su ayuda, y asegurarse su continuo apoyo, sacrificaban un buey blanco (bos mas) con cuernos dorados.[10]​ Una ofrenda sacrificial similar hacían los generales triunfales, que entregaban las muestras de su victoria a los pies de la estatua de Júpiter en el Capitolio. Algunos estudiosos han considerado que el triumphator encarnaba (o personificaba) a Júpiter en la procesión triunfal.[11]

La asociación de Júpiter con la realeza y la soberanía se reinterpretó a medida que cambiaba la forma de gobierno de Roma. Originalmente, Roma estaba gobernada por reyes; tras la abolición de la monarquía y el establecimiento de la República, las prerrogativas religiosas fueron transferidas a los patres, la clase dominante patricia. La nostalgia de la realeza (affectatio regni) se consideraba traición. Los sospechosos de albergar ambiciones monárquicas eran castigados, independientemente de su servicio al Estado. En el siglo V a. C., el triunfador Camilo fue enviado al exilio tras conducir un carro con una yunta de cuatro caballos blancos (cuadriga), un honor reservado al mismísimo Júpiter. Cuando Marco Manlio, cuya defensa del Capitolio contra el invasión de los galos le había valido el nombre de Capitolino, fue acusado de pretensiones regias, fue ejecutado como traidor y arrojado desde la Roca Tarpeya. Su casa en la colina Capitolina fue arrasada, y se decretó que ningún patricio pudiera volver a vivir allí.[12]​ Júpiter Capitolino representaba una continuidad del poder real desde el Período Regio, y confería poder a los magistrados que le rendían pleitesía.[13]

Mito

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Como ocurre con gran parte de la mitología romana, el mito de Júpiter se ajusta en buena medida al de Zeus, de la mitología griega, con préstamos de la mitología etrusca y con elementos nativos latinos.

Originariamente se consideró a Júpiter un dios del cielo, del clima y los ciclos agrarios. Después fue protector de la confederación de ciudades latinas, hasta que con el tiempo adoptó atributos acordes al Estado romano, la justicia, el derecho y la autoridad de las leyes, aunque conservó elementos de su anterior concepción, como el de ser portador del rayo al igual que Zeus en la mitología griega; y, al igual que él, finalmente se convirtió en el dios de los dioses.[4]

Nacimiento y ascenso al trono

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Saturno, hijo menor de Coelus y Terra, devoraba a sus propios hijos, cumpliendo así con la condición que su hermano mayor, Titán, le había impuesto para gobernar, de manera que la descendencia de Titán pudiese luego llegar al trono de soberanía sobre el resto de los dioses. Sin embargo, Ops, esposa de Saturno, logró sustraer a Júpiter, Neptuno y Plutón de aquel destino. A Júpiter lo escondió en la isla de Creta, donde la cabra Amaltea lo amamantó. En lugar de Júpiter, Ops le dio a su esposo una piedra envuelta en pañales, que Saturno devoró.[14]

Una vez que hubo crecido, Júpiter hizo guerra contra Titán primero, y después contra su padre, hasta destronarlo.[15]​ Saturno había devorado a sus hijas, Vesta, Ceres y Juno. Fue necesario, para que las devolviera, un vomitivo preparado por Metis.[14]​ Enseguida Júpiter asignó a Neptuno el reino de los mares, y a Plutón el Inframundo[15]​ y luego se casó con Juno, su hermana.

Los tres dioses Júpiter

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Cicerón, en su Naturaleza de los dioses, aclara que «en primer lugar, los llamados teólogos cuentan hasta tres dioses Júpiter»:[16]

  • El primer Júpiter nació en Arcadia y su padre fue Éter —del que también nacieron, según refieren, Prosérpina y Líber—.[16]
  • El segundo Júpiter, según se dice, también nació en Arcadia, pero su padre fue el Cielo. Este fue el Júpiter que engendró a Minerva, la que, según refieren, fue pionera e inventora de la guerra. Las primeras Musas eran cuatro, nacidas del segundo Júpiter: Telxínoe, Aede, Arque y Mélete.[16]
  • El tercer Júpiter tiene como padre al cretense Saturno, cuyo sepulcro se muestra en aquella isla. Los segundos Cástor y Pólux, nacieron del tercer Júpiter y de Leda. Las Musas eran nueve, procreadas por el tercer Júpiter y Mnemósine.[16]

Epítetos

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El Júpiter de Esmirna (Museo del Louvre), estatua que fue hallada en Esmirna (Turquía) en 1670. Fue llevada al rey Luis XIV de Francia, quien ordenó su restauración, añadiéndole el brazo elevado con el rayo.

Júpiter poseía numerosos epítetos:

Epítetos que denotan funcionalidad

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  • Iuppiter Optimus Maximus (‘el mejor y más grande’)
  • Iuppiter Caelestis (‘celestial’)
  • Iuppiter Custos (’guardián’)
  • Iuppiter Conservator (’defensor, conservador’)
  • Iuppiter Fulgur (‘el que empuña el rayo’)
  • Iuppiter Fulgurator (‘del relámpago’)
  • Iuppiter Tonans (‘tonante’)
  • Iuppiter Liberator, (‘liberador'), libra de la vida dando una buena muerte[17]
  • Iuppiter Lucetius (‘de la luz’)
  • Iuppiter Pluvius (‘el que envía la lluvia’)
  • Iuppiter Stator (de stare, ‘estar de pie’)
  • Iuppiter Victor (‘victorioso’, como guía de los ejércitos hacia la victoria)
  • Iuppiter Triumphator (‘triunfante’)
  • Iuppiter Invictus (‘invencible’)
  • Iuppiter Imperator (‘comandante supremo’)
  • Iuppiter Terminus o Iuppiter Terminalus (‘defensor de las fronteras’)
  • Iuppiter Praedator (‘expoliador del botín’)
  • Iuppiter Summanus (‘el que envía el trueno nocturno’)

Epítetos geográficos o sincréticos

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  • Iuppiter Ammon (Júpiter equiparado con el dios egipcio Amón después de la conquista romana de Egipto)
  • Iuppiter Brixianus (como equivalente del dios local de Brescia en la Galia Cisalpina)
  • Iuppiter Heliopolitanus (de la Heliópolis Siríaca, moderna Baalbek, Líbano; una forma de Baal)
  • Iuppiter Ladicus (como equivalente del dios celtíbero de las montañas y adorado como espíritu del monte Ladicus)
  • Iuppiter Latarius (‘del Lacio’)
  • Iuppiter Parthinus o Partinus (como fue adorado en las fronteras de Dalmacia y Mesia, asociado quizá a la tribu local conocida como los partenios)
  • Iuppiter Poeninus (como fue adorado en los Alpes, por la zona del Gran San Bernardo, donde tenía un santuario)
  • Iuppiter Solutorius (una versión local adorada en la zona de Castilla, donde fue sincretizado con el dios íbero local Eacus)
  • Iuppiter Taranis (equiparado con el dios celta Taranis)
  • Iuppiter Uxellinus (como fue adorado en Austria, como un dios de las altas montañas)

Júpiter Capitolino

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Estatua de Júpiter en la que aparece con algunos de sus atributos: el cetro, el orbe con la Victoria y el águila a sus pies.

El Templo de Júpiter Óptimo Máximo, levantado sobre la colina Capitolina, era el mayor templo romano. Allí era adorado con la forma de una piedra sagrada, conocida como Júpiter Lapis, sobre la que se realizaban juramentos. En este templo se le adoraba junto a su esposa y reina Juno y a su hija Minerva (la diosa de la sabiduría), formando la Tríada Capitolina.

Era común que los romanos construyesen templos dedicados a Júpiter Óptimo Máximo o a la Tríada Capitolina en el centro de las nuevas ciudades de las colonias.

El Templo de Júpiter del Capitolino fue comenzado por Tarquinio Prisco y completado por el último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, aunque fue inaugurado, según una tradición registrada por los historiadores, el 13 de septiembre, al comienzo de la época republicana (509 a. C.). Se erigía sobre un podium alto con una escalinata de entrada en su frente. En tres de sus lados estaba probablemente flanqueado por una columnata y tenía otras dos filas de pilares dispuestos en línea con las de la fachada para formar un profundo pronao que precedía los tres cellae que iban de lado a lado a la manera etrusca, siendo la central más ancha que las otras dos.

Los restos conservados de los cimientos y el podium, de los cuales la mayor parte queda debajo del Palazzo Caffarelli, están formados por enormes secciones paralelas de muros hechos de bloques cuadrados de tosca gris (cappellaccio) que dejan constancia del tamaño total de la zona superficial de la base del templo (unos 55×60).

Sobre el tejado había un auriga de terracota, hecho por el artista etrusco Vulca de Veyes en el siglo VI a. C., encargado por Tarquinio el Soberbio, que fue reemplazada en el 296 a. C. por una de bronce. La imagen de culto, también obra de Vulca, era de terracota y se le pintaba la cara de rojo en los días festivos.[18]​ Bajo los cellae estaban los favissae o pasajes subterráneos, en los que se almacenaban viejas estatuas que habían caído desde el tejado y varias ofrendas dedicadas.

Maqueta del Templo de Júpiter Capitolino.

El templo fue reconstruido en mármol después de que un incendio lo destruyese por completo en 83 a. C., cuando la imagen de culto se perdió, así como los Libros Sibilinos guardados en un cofre de piedra. Sufrió otros incendios en el 69 d. C., cuando el Capitolio fue asaltado por los partidarios de Vitelio, y en el 80 d. C.

Frente a la escalinata estaba el altar de Júpiter (ara Iovis). En la gran plaza frente al templo (la Plaza Capitolina) había varios templos dedicados a divinidades menores, además de otros edificios religiosos, estatuas y trofeos.

Su dilapidación empezó en el siglo V, cuando Estilicón se llevó las puertas doradas y Narsés retiró muchas de las estatuas en 571.

En el idioma

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En la Antigua Roma las personas juraban por Júpiter en los tribunales de justicia, lo que llevó a la expresión común «¡por Júpiter!», usada como un arcaísmo en la actualidad. Además, «jovial» es un adjetivo relativamente común usado para describir a alguien alegre, apacible y optimista.

Véase también

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Referencias

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  1. Página web de Nova Roma. DECLARATIO RELIGIONIS ROMANAE ("Declaración de la religión romana").
  2. «El bosque de las brujas. Religiones y corrientes neopaganas.». Archivado desde el original el 11 de octubre de 2016. Consultado el 8 de febrero de 2015. 
  3. Sechi Mestica, 1998, p. 149
  4. a b Cotterell, 2008, p. 198
  5. a b c Grimal, 2008, p. 300
  6. Chompré, 1783, p. 308
  7. Etimologías / Etimología de DIOS.
  8. Beard, North y Price, 1998, Vol. 1.
  9. Orlin, en (Rüpke, 2007, p. 58).
  10. Scheid, en (Rüpke, 2007, pp. 263-271); (Dumézil, 1977, p. 181) citando a Jean Bayet Les annales de Tite Live édition G. Budé vol. III 1942 Apéndice V p. 153 y n. 3.
  11. (Dumézil, 1977, p. 259 nota 4): cf. Servius Eclogae X 27 «“”unde etiam triumphantes habent omnia insignia Iovis, sceptrum palmatamque togam“”» «por lo que también los comandantes triunfantes tienen todas las insignias de Júpiter, el cetro y la toga palmata'». Sobre la interpretación de la vestimenta triunfal y del triunfo, Larissa Bonfante ha ofrecido una interpretación basada en documentos etruscos en su artículo : «Roman Triumphs and Etruscan Kings: the Changing Face of the Triumph» en Journal of Roman Studies 60 1970 pp. 49-66 y tablas I-VIII. Mary Beard ensaya varias visiones del triumphator como dios o rey en The Roman Triumph (Harvard University Press, 2007), pp. 226-232, y expresa su escepticismo.
  12. (Dumézil, 1977) citando a Livio V 23, 6 y VI 17, 5.
  13. Dumézil, 1977, p. 177.
  14. a b Carrasco, 1864, p. 539-540
  15. a b B. de V., 1826, pp. 7-9
  16. a b c d Cicerón: De Natura Deorum, III 21, 53
  17. En numismática se reflejan monedas de Nerón con la efigie de Ivppiter liberator, similares a las de Ivpitter cvstos (Júpiter el preservador).
  18. Ovidio, Fastos i.201 y sig.

Bibliografía

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Enlaces externos

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