Guerra de las Malvinas

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La Guerra de las Malvinas o Guerra del Atlántico Sur fue un conflicto armado entre Argentina y el Reino Unido ocurrido en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982 por la soberanía sobre estos archipiélagos australes ocupados en 1833 y dominados desde entonces por Gran Bretaña. Sin embargo, la Argentina los sigue reclamando como propios y los incluye nominalmente dentro de su provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

Historia militar de Argentina
Historia militar del Reino Unido
Conflicto Guerra de las Malvinas
Fecha 2 de marzo - 14 de junio de 1982
Lugar Islas Malvinas, islas Georgias del Sur e islas Sandwich del Sur
Resultado El Reino Unido retiene la posesión de los archipiélagos.
Combatientes
Argentina Reino Unido
Punto fuerte
Ventaja geográfica Ventaja tecnológica
Víctimas
649 muertos, 1.068 heridos 258 muertos, 777 heridos
Una señal de "tráfico" en una carretera de la provincia argentina de Entre Ríos con la frase: "Las Malvinas son argentinas". La imagen es del 2005.

El saldo final de la guerra fue la reocupación de las Malvinas por el Reino Unido y la muerte de 649 soldados argentinos, 255 británicos y 3 isleñas. En la Argentina, la derrota en el conflicto precipitó la caída de la Junta militar que gobernaba el país tras el golpe de Estado de 1976, y la restauración de la democracia como forma de gobierno.

Antecedentes

Mapa de las islas Malvinas (con los topónimos ingleses).

Las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur son tres archipiélagos situados en el Océano Atlántico, frente a las costas argentinas, que constituyen un dominio colonial británico desde 1833. No obstante, desde su ocupación en 1690 fueron motivo de conflicto entre el Reino Unido, Francia y España, y después entre el Reino Unido y Argentina, que se considera heredera de las reclamaciones españolas sobre estas islas. En este periodo se han producido diversos golpes de mano para establecer una u otra soberanía, saldados con la ocupación británica de 1833.

Sólo uno de estos archipiélagos, las islas Malvinas, tiene población civil propia permanente (llamados en inglés kelpers). Generalmente de origen escocés, esta población se considera a sí misma británica y apoya el estado actual de soberanía sobre las islas. Los otros dos están ocupados, esencialmente, por personal científico. En 1965 Argentina consiguió que la ONU aprobase la resolución 2065, calificando la disputa como un problema colonial y urgiendo a las partes a negociar una solución. No obstante ello, éstas fueron infructuosas durante los siguientes diecisiete años. De todas formas, las relaciones entre Argentina, el Reino Unido y los habitantes de las Islas hacia fines de la década del 60 y principio de la década del 70 fueron excelentes. Tal es así, que durante gran parte de los años previos a la guerra, semanalmente operaba un vuelo entre Argentina y Puerto Argentino, del cual los isleños dependían fuertemente para su provisión y hasta la atención médica compleja. Incluso la pista de aterrizaje original de Puerto Argentino (realizada en aluminio) fue construida por la Fuerza Aérea Argentina hacia principios de la década del 70.

Relevancia de las islas

En otro tiempo en las islas existían importantes puestos balleneros, pero la práctica desaparición de numerosas especies de ballenas en los mares australes ha hecho que la relevancia económica de los tres archipiélagos sea reducida. El interés por ellas obedece fundamentalmente a tres causas:

  1. Tanto Argentina como el Reino Unido consideran que la soberanía sobre estos territorios representa una cuestión de orgullo y credibilidad nacional.
  2. La posesión de territorios adyacentes a la Antártida puede otorgar derechos sobre este continente en futuras negociaciones relacionadas con el mismo.
  3. El control de este archipiélago entrega una posición estratégica a su ocupante sobre el cruce austral y su tráfico marítimo.

La decisión de atacar

La dictadura militar que gobernaba Argentina en 1982 sustentaba una parte significativa de su apoyo social en un exacerbado sentido del patriotismo. La cuestión de las Malvinas ocupaba un lugar central en esta estructura ideológica. A principio de los años 80, el modelo económico de la Junta militar se agotó, con las subsiguientes tensiones sociales: 90% de inflación anual, recesión profunda, interrupción de buena parte de la actividad económica, generalización del IVA (impuesto al valor agregado), empobrecimiento de las clases medias, brusco aumento del endeudamiento externo de las empresas y el Estado, salario real cada vez más depreciado, aumento de la pobreza y sus lacras, etc. La sustitución del jefe de la Junta Jorge Rafael Videla por el general Roberto Viola y luego por el general Leopoldo Fortunato Galtieri es indicativa de esta crisis económica, social y política, y el momento en que la decisión de recuperar las islas se pone en marcha con objeto de recuperar el crédito perdido entre los sectores sociales sensibles a este discurso patriótico. Esta decisión se basó en tres presupuestos militares que, en principio, parecían acertados:

  1. La guarnición británica en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur era reducida, y la lejanía a la metrópoli impedía la llegada de refuerzos a tiempo.
  2. La capacidad de guerra anfibia del Reino Unido a medio mundo de distancia no parecía estar a la altura de las circunstancias, pese a su gran poderío aeronaval.
  3. No parecía probable que el Reino Unido realizara un contraataque a gran escala, afectando al territorio continental argentino —por ejemplo, usando sus submarinos nucleares— por una cuestión colonial sobre unas islas remotas.

No obstante, la Junta no tuvo en cuenta elementos geopolíticos y diplomáticos esenciales a la hora de tomar tal decisión:

  1. Existen numerosos conflictos fronterizos en el mundo. En el contexto de la Guerra Fría, no era probable que la comunidad de naciones viera con buenos ojos la resolución violenta de uno de ellos, pues eso podría legitimar y desencadenar un racimo de guerras regionales en los cinco continentes.
  2. En el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos daba más importancia a la OTAN, concebida directamente para detener a la URSS, que al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) más orientado para contener al comunismo en América del Sur y percibido como de interés secundario por Washington.
  3. Una dictadura de extrema derecha no podía esperar el apoyo de la URSS ni de ninguno de los países alineados con ella o influenciados por ella, ni tampoco de la mayor parte de democracias occidentales, donde las graves violaciones de los Derechos Humanos cometidas por la Junta ya eran del dominio generalizado de la opinión pública.
  4. La Junta subestimó, además, las estrechas relaciones entre Estados Unidos y el Reino Unido que trascienden del marco de la OTAN.
  5. El Reino Unido es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, con derecho a veto.
  6. La Junta subestimó la importancia que tiene para la credibilidad del Reino Unido el mantenimiento de los territorios coloniales de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth).
  7. 1982 era año electoral en el Reino Unido. Si en algún momento estuvo en duda responder o no, la proximidad de los comicios impedía que una humillación así fuera sometida a negociaciones. En una encuesta de Gallup realizada a pocos días del inicio de la guerra, el 28% de la población británica declaró que «el asunto de las Malvinas» iba a ser su elemento fundamental de decisión de voto.
  8. La Junta subestimó el potencial y la habilidad militar de la que por varios siglos fue la Armada más poderosa del mundo, y particularmente la capacidad de algunos de sus elementos sustanciales.

Con este análisis erróneo, el Gobierno argentino diseñó un plan para la recuperación militar de los tres archipiélagos en disputa llamado Operación Rosario alterando el statu quo por la vía de los hechos. La Operación Rosario fue creada por el almirante Jorge Isaac Anaya, miembro de la Junta presidida por Galtieri, a finales de 1981 y principios de 1982.

La Operación Rosario

La Operación Rosario consistía en una serie de acciones de intensidad creciente encaminadas a la recuperación argentina de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur que se ejecutarían en sentido inverso (de Este a Oeste y de menor a mayor relevancia política), iniciándose de la manera más discreta posible y culminando con la toma del archipiélago de las islas Malvinas y de su capital, Puerto Argentino/Stanley mediante un asalto directo. La Junta logró mantener en secreto el plan de Anaya hasta apenas 48 horas antes del inicio de las hostilidades.

La última Thule del Sur

Ya el 18 de marzo de 1977, la Armada Argentina había establecido la estación científica Corbeta Uruguay en la isla Morrell (grupo Tule del Sur), en el archipiélago de las Sandwich del Sur, y llevaba operándola desde entonces. Esta instalación tuvo gran repercusión en la prensa argentina, pero el Reino Unido había optado por ignorarla considerándola irrelevante. Para el plan de Anaya, en cambio, esta ocupación resultaba providencial dado que le permitía organizar operaciones desde el océano hacia el continente.

Movimientos sutiles: el desembarco en las Georgias del Sur

Orden de batalla
Fuerzas argentinas Fuerzas británicas
Fuerza de Operaciones 60:
(Comandante: capitán C. Trombetta)
• Buque insignia: transporte polar (B-1) ARA Bahía Paraíso (9.600 Tm) con 1 helicóptero Puma + 1 Alouette (1978). • Buque de patrulla ártica HMS Endurance (3.600 Tm), con 2 helicópteros Wasp. (Capitán: Nick J. Barker, CBE.)
• Corbeta misilística A-69 (P-32) ARA Guerrico (1.250 Tm) con 4 lanzamisiles MM-38 Exocet antibuque (4 misiles en total), 1 cañón de 100 mm + 2 de 20 mm (1978).
• Buque de transporte (B-6) ARA Bahía Buen Suceso (3.100 Tm, 1951).
• 100 infantes de marina embarcados • 22 infantes de marina (del 22º Royal Marines) en tierra

A finales de 1979, un hombre de negocios argentino llamado Constantino Davidoff dedicado al comercio de chatarra había adquirido a una compañía escocesa los derechos sobre tres antiguas estaciones balleneras en Leith (islas Georgias del Sur). En estas islas, administradas por el gobernador de las Malvinas, únicamente vivían unos científicos del British Antarctic Survey (BAS: reconocimiento antártico británico) dirigidos por Steve Martin y estacionados en Grytviken, a unos 40 km de Leith.

Davidoff obtuvo permiso de la embajada británica para hacer puerto en Leith junto a 41 trabajadores, supuestamente con objeto de ejercer su negocio. Sin embargo, entre los trabajadores se hallaba un grupo de buzos tácticos (fuerzas de élite de la Marina Argentina). La partida llegó a Leith el 19 de marzo de 1982 a bordo del transporte de tropas Bahía Buen Suceso, comandado por el capitán Briatore.

Como es protocolario, Davidoff debía presentarse a Martin al atracar en las islas Georgias del Sur. No sólo no lo hace, sino que los «trabajadores» alzan la bandera argentina en Leith. Informado de estos hechos, Martin envía a uno de los científicos a entrevistarse con los argentinos e informarles de que se hallan en suelo británico y deben observar ciertas normas. Aún no es el momento; el equipo de trabajo obedece y baja la bandera. No obstante, Martin comunica los hechos al gobernador de las Malvinas Rex Hunt.

Al capitán Nick Barker, del HMS Endurance, este incidente no le sorprende. Lleva quince años en esas aguas y hace tiempo que oye hablar de movimientos extraños por la parte argentina, tanto que ya había informado a sus superiores, aunque no le hicieron caso. Decide mandar uno de sus helicópteros Wasp a echar un vistazo. Desde el Bahía Paraíso se lanza inmediatamente su helicóptero Alouette en actitud agresiva, con el propio capitán Trombetta a bordo. Barker retira su aeronave. Desde tierra, no obstante, dos royal marines han observado estos movimientos y se los notifican a su superior en Grytviken, el teniente Keith P. Mills. En las islas Georgias del Sur ya sabe todo el mundo que están al borde de la guerra. En Londres, sin embargo, parecen ignorarlo: Whitehall notifica a Barker y Mills que si los argentinos intentan tomar Grytviken deben usar las reglas de combate amarillas, utilizadas para operaciones antiterroristas en Irlanda del Norte.

El 29 de marzo, Trombetta leva anclas y el Bahía Paraíso se pierde en el Atlántico Sur. En Leith permanecen infantes de marina. Por fin, el 30 de marzo, la inteligencia británica decide que es inminente una operación militar argentina sobre las Malvinas.

El desembarco en las islas Malvinas

Orden de batalla
Fuerzas argentinas Fuerzas británicas
Fuerza de Operaciones 40:
(Comandante: vicealmirante Juan Lombardo) Comandante: gobernador Rex Hunt
• Destructor D-1 Hércules (4.100 Tm) con 1 lanzador MM38-Exocet antibuque (4 tubos), 2 lanzamisiles antiaéreos Sea Dart, 1 cañón de 114 mm, 2 antiaéreos de 20 mm, 2 lanzadores triples de torpedos de 324 mm y 2 helicópteros 2 SH-3H (1976). • Buque civil costero Forrest.
• Destructor D-2 Santísima Trinidad (4.100 Tm) con 1 lanzador MM38-Exocet antibuque (4 tubos), 2 lanzamisiles antiaéreos Sea Dart, 1 cañón de 114 mm, 2 antiaéreos de 20 mm, 2 lanzadores triples de torpedos de 324 mm y 2 helicópteros 2 SH-3H (1976).
• Corbeta pesada P-31 Drummond (1.250 Tm) con 1 lanzamisiles MM-38 Exocet antibuque (4 tubos), 1 cañón de 100 mm + 1 de 40 mm (1978).
• Corbeta pesada P-33 Granville (1.250 Tm) con 1 lanzamisiles MM-38 Exocet antibuque (4 tubos), 1 cañón de 100 mm + 1 de 40 mm (1978).
• Submarino S-21 Santa Fe (1.526 Tm) (ex-USS Catfish SS 339) con 10 tubos lanzatorpedos de 254 y 533 mm (1944, modernizado en 1960).
• Transporte de tropas rompehielos Q-5 Almirante Irízar (14.900 Tm) con 2 helicópteros ligeros (1978).
• Buque de transporte de tropas Isla de los Estados (3.100 Tm, 1951).
• Buque de desembarco LST Cabo San Antonio (8.000 Tm, 1944).
• 102 buzos tácticos embarcados. • 67 infantes de marina (Unidad 8901) en tierra.
• 1º y 2º batallón de infantería de marina blindada (con vehículos anfibios LVTP-7). • 23 miembros de la Fuerza Voluntaria de Defensa.
• Otro número indeterminado de tropas de infantería del Regimiento de Infantería 25 del ejército.

El 26 de marzo, una importante fuerza naval argentina había abandonado Puerto Belgrano bajo la apariencia de disponerse a realizar unas maniobras con la flota uruguaya. Sin embargo, ponen proa a las Malvinas aunque el mal tiempo los retrasa. El día 30, la inteligencia británica notifica al gobernador Rex Hunt que la amenaza es real y que se espera la invasión para el día 2 de abril. Hunt reúne a sus pocas tropas y les encomienda la defensa de las islas. En la mañana del 1 de abril, apagan el faro e inutilizan el pequeño aeropuerto local y sus radiobalizas.

A las 21 del 1 de abril de 1982, 92 buzos tácticos argentinos bajo el mando del capitán de corbeta Guillermo Sánchez-Sabarots abandonan el destructor Santísima Trinidad y desembarcan en Mullet Creek sobre las 23:00. A esa misma hora, el submarino Santa Fe hace superficie y libra a otros diez buzos tácticos para colocar balizas de radionavegación. Cuando el Santa Fe emerge, es detectado por el radar de navegación del buque costero Forrest. La Guerra de las Malvinas acaba de comenzar.

A la 1:30 del 2 de abril, los hombres de Sánchez-Sabarots se dividen en dos grupos. El primero, comandado por él mismo, se dirige a los barracones de la infantería de marina británica en Moody Brook para atacarlos. El segundo, bajo el mando del capitán de corbeta Pedro Giachino, avanza hacia Puerto Argentino con objeto de tomar el Edificio del Gobernador y capturarlo. Pero los británicos, sobre aviso, han evacuado los barracones y están desplegados en posiciones de combate para defender la localidad.

A las 5:45, la partida de Sánchez-Sabarots abre intenso fuego automático y de granadas contra los barracones donde suponen a los royal marines. A los pocos minutos, descubren que nadie devuelve el fuego. Están vacíos. El ruido, por el contrario, alerta al mayor Norman —quien dirige a las fuerzas británicas— de que los argentinos han llegado.

Pero el grupo de Giachino los observa prepararse para el contraataque. Evitándolos, se dirige directamente a la residencia del Gobernador, con intención de atacarla por la puerta trasera. Cometen un error y entran al anexo de los sirvientes, donde tres royal marines están esperándoles. Se abre fuego. Giachino cae gravemente herido mientras el resto de sus hombres se repliegan. Pedro Giachino morirá después, convirtiéndose así en la primera baja de la Guerra de las Malvinas.

A las 6:20, el Cabo San Antonio libra la compañía E de vehículos anfibios LVTP-7 del 2º de Infantería de Marina, orientándose con las balizas que han colocado los buzos tácticos del Santa Fe. La primera oleada, bajo el mando del teniente comandante Santillans, llega a tierra y toma la dirección del aeropuerto. La compañía D desembarca poco después para hacerse con el faro.

Cuando la compañía E llega a las proximidades del viejo aeropuerto, sufre el primer ataque de la infantería de marina británica. Un blindado LVTP es averiado por el disparo de un antitanque Carl Gustav, pero la tripulación resulta ilesa. El contraalmirante Busser, responsable del desembarco, comienza a preocuparse: las tropas blindadas aún no han entrado en contacto con los comandos, y la resistencia británica es más intensa de lo esperado. Ordena que el 1º Batallón y una compañía de lanzacohetes de 105 mm sean helitransportados a la costa.

A las 8:30, el gobernador Hunt y el mayor Norman debaten qué hacer. Se sugiere dispersarse por el interior para formar una Guerra de guerrillas, pero finalmente deciden que con fuerzas tan escasas no tiene sentido. Hacen traer a Héctor Gilobert, un argentino residente de las islas al que consideran un espía, y le encargan negociar el alto el fuego. A las 9:30, el gobernador Hunt rinde las islas Malvinas al contraalmirante Busser. Ciento cuarenta y nueve años de dominio colonial han terminado. Un avión de transporte militar argentino lleva a Hunt a Montevideo, desde donde se dirigirá a Londres.

Sin embargo, en las islas Georgia del Sur los británicos no aceptan la rendición, que les es retransmitida desde el Bahía Paraíso. Cuando en la mañana del día 3 las fuerzas argentinas tratan de tomar Grytviken, los 22 infantes de marina británicos reaccionan. No sólo derriban un helicóptero Puma, sino que averían a la corbeta Guerrico con denso fuego de infantería y un lanzacohetes Carl Gustav cuando intenta aproximarse a la población. El cabo Guanca, y los conscriptos Mario Almonacid y Jorge Águila resultan muertos y otros heridos. Finalmente, la Guerrico logra alejarse y —aunque tiene inutilizado su cañón principal de 105 mm— dispara una salva con el de 40 mm contra las posiciones británicas. Ante este hecho, con un marine herido en un brazo y con los conscriptos infantes argentinos aproximándose, los royal marines deciden rendirse.

Pasado el mediodía del 3 de abril de 1982, la bandera argentina ondea sobre las islas Malvinas, las islas Georgias del Sur y las islas Sandwich del Sur (en estas últimas hacía varios años). Se suceden grandes manifestaciones de alegría patriótica por toda Argentina. Fotos de los soldados británicos capturados, boca abajo en el barro, dan la vuelta al mundo. Los «tercermundistas» han derrotado a la «superpotencia». Los prisioneros británicos vuelven a casa vía Montevideo. El plan de la Junta para recuperar prestigio social parece haber dado frutos. Sin embargo, los militares argentinos que han sido testigos de la fiera resistencia británica son más aprensivos. Si con apenas un centenar de hombres han puesto en varios bretes a fuerzas abrumadoramente superiores, ¿qué ocurrirá cuando llegue la Royal Navy?

La ocupación argentina y la reacción británica

Margaret Thatcher, Primera Ministra británica durante la Guerra de las Malvinas

A diferencia de la represión con que la Junta Militar gobernaba en Argentina, su ocupación de las islas Malvinas no fue en absoluto brutal. Generalmente respetaron a la población local, si bien practicarían los correspondientes cambios de topónimos por sus versiones argentinas, instauraron el castellano como lengua oficial y, entre otros cambios, modificaron el código de la circulación para que se condujese por la derecha en vez de por la izquierda.

En un primer momento, la reacción británica fue esencialmente confusa. El día 2 de abril, el diario The Times de Londres, al final de la primera página y al comienzo de la segunda, se preguntó cómo había podido suceder este episodio cuando los servicios secretos británicos venían siguiendo los télex de la Embajada argentina en los últimos seis meses. El público del Reino Unido se encendió ante las imágenes de unos «soldados tercermundistas» apuntando a sus compatriotas rendidos en el suelo, disparando un sentimiento patriótico que cambió la configuración política de su país.

El gobierno de Margaret Thatcher estaba entonces muy debilitado. Sus duras medidas sociales de corte neoliberal, recientemente puestas en marcha, suponían un constante enfrentamiento con amplias capas de la población británica. Francis Pym, su ministro de Asuntos Exteriores, no veía con buenos ojos un conflicto con Argentina por la posesión de unas islas remotas en el Atlántico Sur. No obstante todo ello, el 3 de abril el Reino Unido logró que la ONU aprobara la resolución 502, exigiendo a Argentina que retirara sus tropas de los archipiélagos ocupados como condición previa a cualquier proceso negociador. El Reino Unido también cortó todas las relaciones comerciales con Argentina, y comenzó a buscar aliados diplomáticos con un éxito mucho mayor al de la Junta.

Durante el conflicto bélico, y a raíz de la inmediata ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos estados beligerantes, el Perú representó los intereses diplomáticos de Argentina en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y, a su vez, Suiza representó los intereses diplomáticos de Gran Bretaña en Argentina. Así, los diplomáticos argentinos destacados en Londres, se convirtieron en diplomáticos peruanos de nacionalidad argentina y los británicos en Buenos Aires, diplomáticos suizos de nacionalidad británica. Durante el transcurso del conflicto bélico, el acoso del Servicio de Inteligencia británico a la Embajada peruana en Londres y a sus funcionarios diplomáticos fue tal que originó como respuesta mensajes de distracción.

Para el 9 de abril, el Reino Unido había logrado el pleno apoyo de la Comunidad Económica Europea (ahora Unión Europea), la OTAN, la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth) y la ONU. Surgen propuestas de paz por parte del Secretario General de las Naciones Unidas, el peruano Javier Pérez de Cuéllar, y del Presidente Peruano Fernando Belaúnde Terry.

Pero ya el día 30 de marzo, cuando se hizo obvio que la invasión era inminente, el Gobierno británico había ordenado que el destructor HMS Antrim, seguido de otros dos buques de superficie y tres submarinos nucleares, se dirigieran a las islas Georgias del Sur para apoyar al HMS Endurance. El resto de unidades de la marina británica se puso en alerta de cuatro horas.

Alexander Haig, Secretario de Estado de Estados Unidos, recorrió miles de kilómetros intentando evitar la guerra entre dos firmes aliados. No tuvo éxito. La URSS, por su parte, se dedicó a observar el devenir de los acontecimientos con alegría disimulada: dos fuertes aliados de los estadounidenses, ambos con gobiernos de derechas —una democracia y una dictadura—, se enfrentaban irremisiblemente. Moscú era consciente de que, más pronto que tarde, Washington tendría que decantarse por uno de los dos. Hacerlo implicaba romper la OTAN o romper el TIAR. Cualquiera de las dos opciones resultaba beneficiosa para los soviéticos.

Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos durante la Guerra de las Malvinas.

En efecto, la neutralidad era imposible. Hacia finales del mes de abril el presidente estadounidense Ronald Reagan se decantó por los «primos» británicos y por la OTAN. Al hacerlo incumplían el TIAR, aplicable en casos de guerra, para favorecer a un miembro de la OTAN. Su unilateralidad, en vez de mantener neutralidad por pertenecer a dos tratados de defensa, le valió el descrédito internacional por flagrante incumplimiento de los tratados. Tanto la URSS como Cuba criticaron a Estados Unidos por este abandono del más débil, y Castro llegó a ofrecer su apoyo a la Junta Militar argentina.

Chile, por su parte, al optar por apoyar a Gran Bretaña, incumplió también su compromiso con el TIAR alejándose de uno de sus postulados permanentes de política exterior cual era la intangibilidad en el cumplimiento de los tratados internacionales. Este hecho fue el producto de unas relaciones muy estrechas cultivadas desde años con Gran Bretaña en el ámbito de la marina a lo cual se agregan unas relaciones especialmente delicadas entre Argentina y Chile que llegaron en 1978 a una situación pre bélica por el contencioso sobre el Canal del Beagle.

Desde los últimos días de abril, el Reino Unido contó con todo este apoyo diplomático, con inteligencia satelital estadounidense, con las últimas versiones de armamento estadounidense (AIM-9L Sidewinder, Stingers, etc) y con datos tecnológicos esenciales de lo que se consideraba —y se demostraría— el arma más peligrosa de los argentinos: los misiles antibuque Exocet de fabricación francesa. Hay dos versiones sobre la conducta de los misiles Exocet: 1°) el Reino Unido accedió a las claves para desactivarlos en la fase de operación, salvo los introducidos desde la república del Perú. 2°) no obstante la detallada información suministrada por el constructor Aérospatiale sobre las características de los Exocet y específicamente sobre su sistema de puntería final (homing) resultaron inútiles: este misil resultó ser tan peligroso como se temía y en ningún momento de la guerra se pudieron establecer contramedidas eficaces contra él.

No hubo declaración oficial de guerra por ninguna de las dos partes. Pero conforme avanzaba el mes de abril, el mundo supo que una de las principales potencias del mundo y una orgullosa nación sudamericana se disponían a sembrar el fuego sobre las gélidas aguas del Atlántico meridional.

La reocupación: Operación Corporate

Conforme avanzaba el mes de abril, más y más buques de la Royal Navy se dirigían a la zona de conflicto en una acción improvisada bajo el mando del Lord Almirante Sir John Fieldhouse que recibió el nombre de Operation Corporate. Su objetivo era la reconquista de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur para la Corona Británica, y se extendería desde el 9 de abril de 1982 hasta el final de la Guerra, el 14 de junio.

Operación Paraquat: reconquista de las islas Georgias del Sur

Orden de batalla
Fuerzas argentinas Fuerzas británicas
Fuerza de operaciones Paraquat:
Comandante: capitán Brian Young
• Submarino S-21 Santa Fe (1.526 Tm) (ex-USS Catfish SS 339) con 10 tubos lanzatorpedos de 254 y 533 mm (1944, modernizado en 1960). Crucero de misiles guiados D-18 HMS Antrim (6.800 Tm) con 1 lanzamisiles Seaslug Mk.2 (2 tubos), 1 lanzamisiles MM-38 Exocet (4 tubos); 2 lanzamisiles Seacat antiaéreos (4 tubos), 6 x 2 cañones de 11,4 mm tipo 45 Mk.6; 2 cañones de 20 mm y 1 helicóptero Westland Wessex con capacidad lanzatorpedos (1970).
Fragata antisubmarina F-126 HMS Plymouth (2.800 Tm) con 1 lanzamisiles Seacat antiaéreos, 1 cañón doble de 40 mm, 1 cañón de 11,4 mm tipo 45 Mk.6 y 1 helicóptero Wasp con capacidad lanzatorpedos (1961, modernizada).
• Fragata F-90 HMS Brilliant (2.800 Tm) con 1 lanzamisiles MM-38 Exocet (4 tubos), 2 lanzamisiles Seawolf antiaéreos (6 tubos), 2 cañones de 20 mm, 2 lanzatorpedos antisubmarinos Mk.44 o Mk.46 (3 tubos) y 2 helicópteros Lynx, Sea King HAS.5 o Merlin (1981). Se cree que estaba equipada con un sistema experimental de defensa antiaérea de corto alcance por láser.
• Buque de patrulla ártica HMS Endurance (3.600 Tm), con 2 helicópteros Wasp.
• Buque petrolero y de suministros HMS Tidespring (27.400 Tm) reforzado para operaciones árticas (1963).
• Submarino nuclear S-48 HMS Conqueror (7.200 Tm), con 6 tubos lanzatorpedos de 533 mm (1971).
• Guarnición: 130 infantes de marina. • 42º comando royal marines
• Comandos SAS y SBS.
(Comandante: teniente comandante Luis Lagos) (Comandante: mayor J.M.G. Sheridan)
Isla Georgia del Sur, vista desde el espacio (NASA).

Desde el principio, fue evidente que el primer objetivo habría de ser las islas Georgias del Sur. No sólo ya había un buque británico en el área, el HMS Endurance, sino que los datos de inteligencia notificaban que la presencia argentina en estos islotes prácticamente inhabitables era reducida. Reconquistar las Georgias del Sur proporcionaría un pequeño punto de apoyo terrestre a la Flota Británica, pero sobre todo tendría un efecto propagandístico de gran importancia sobre la población argentina, la británica y la internacional: la Royal Navy ha llegado. Por el contrario, un fracaso en esta recuperación podría implicar graves problemas domésticos para Margaret Thatcher y el descrédito internacional definitivo del Reino Unido. Denominada Operación Paraquat, consistió en una serie de improvisaciones y despropósitos tácticos y estratégicos que salió bien por pura buena fortuna y por la debilidad de las fuerzas opositoras. Dado lo crítico de esta operación, el almirante Fieldhouse la había organizado en secreto y con una cadena de mando distinta de la que utilizaban las fuerzas que se preparaban para reconquistar las Malvinas.

Quien primero llegó, el día 19, fue el submarino nuclear HMS Conqueror. Su presencia, en principio, denegaba el área a la flota argentina y garantizaba la seguridad del HMS Endurance: el HMS Conqueror era un submarino diseñado para combatir contra la armada soviética, con una tripulación entrenada para pelear con los cruceros y submarinos rusos, por lo que no era probable que ningún elemento de la flota argentina le ofreciera una resistencia significativa. El 20, un avión de cartografía y reconocimiento radáricos Handley Page Victor retornaba a isla Ascensión después de levantar nuevos mapas del archipiélago (siempre variables debido a los glaciares) y cubrir 150.000 mi² de mar. Con 14 h y 45 min de duración, se trata de la misión de reconocimiento más larga de la historia. Hizo unos mapas estupendos, pero en el apartado de observación retornó con las manos vacías: la flota de superficie argentina no estaba en el área.

A lo largo del día 21 el resto de la fuerza británica llegó a las proximidades de las islas Georgias del Sur. Desde el primer momento, se puso en evidencia la pobre gestión de la operación: no estaba claro quién mandaba sobre qué, no se atendió a los experimentados científicos del British Antarctic Survey, perfectos conocedores de la zona, lo que dejó al 19º Comando del 22º Regimiento del SAS (Special Air Service: ‘servicio aéreo especial’, comandos de élite) atrapados en el glaciar Fortuna en medio de un clima imposible: vientos de casi 200 km/h y olas de Fuerza 11, con el barómetro llegando a rozar los 965 milibares.

Y el día 23, un débil eco en el sonar delató la presencia del submarino argentino S-21 ARA Santa Fe; todas las operaciones se detuvieron de inmediato, el HMS Tidespring se envió a aguas más apartadas, otros dos petroleros en aproximación se desviaron y la flotilla británica se desplegó en orden de combate para interceptarlo.

La Operación Paraquat se había transformado en una operación de rescate de alta montaña y una extraña persecución de un submarino diésel-eléctrico construido durante la II Guerra Mundial, mientras las tropas de Lagos y Astiz en Grytviken y Leith permanecían ajenas a lo que pasaba.

Rescatar a los comandos atrapados les costó tres helicópteros, hasta que finalmente 16 hombres agotados y helados lograron aterrizar en el HMS Antrim a bordo de un último helicóptero cargado muy por encima de sus especificaciones. Los británicos se concentraron ahora en hallar un punto de inserción adecuado —escuchando esta vez los consejos de los científicos del British Antarctic Survey— y en cazar al Santa Fe.

El capitán Bicain, al mando del Santa Fe, no estaba allí por su gusto. Sus órdenes consistían en evitar la posible presencia británica para desembarcar unos magros refuerzos en Grytviken. Por ello su submarino estaba saturado de gente, pero la poca intimidad era el menor de sus problemas. Se le ordenaba evitar a la tercera flota del mundo con un navío que vio un dique seco por última vez en 1960. Estaba tan deteriorado que no podía variar su profundidad; sólo tenía dos posibles posiciones, en superficie o sumergido a cota fija. Y operar los tubos lanzatorpedos implicaba el riesgo de sufrir una explosión. Frente a él, buques y submarinos pensados para luchar en la Tercera Guerra Mundial.

Pese a todo, el capitán Bicain logró llegar muy lejos. Pero era una pelea imposible. Sobre las 11 del 25 de abril de 1982, un helicóptero del HMS Antrim le detectó otra vez y, antes de que se escabullera de nuevo, arrojó dos cargas de profundidad tan anticuadas como el submarino al que iban dirigidas (el único armamento que llevaba a bordo). Una de ellas explotó muy cerca e inundó los tanques de flotabilidad del Santa Fe’’, que se vio obligado a salir a superficie. Ahora fácil blanco para toda clase de cañones, misiles y torpedos, Bicain trató desesperadamente de llegar a Grytviken.

Los británicos no iban a dejar escapar una presa tan fácil. Otro helicóptero le lanzó dos misiles AS-12. Impactaron en la torreta pero, como durante la modificación de 1960 se había reconstruido en materiales plásticos, no ofreció suficiente resistencia como para que se activara su espoleta y los misiles pasaron limpiamente a través. Aún le atacaron una tercera vez, con torpedos dirigidos contra sus hélices, pero en aquella época los torpedos antisubmarinos no explotaban al alcanzar blancos de superficie por razones de seguridad. Para asombro de todos, especialmente de sus ocupantes, el Santa Fe logró llegar trabajosamente a Grytviken y ser evacuado. Quedó varado, y allí sigue todavía.

Mientras, los comandos del SAS y el SBS hallaron por fin puntos de inserción adecuados. En ausencia de patrullas argentinas, simplemente caminaron hasta Grytviken y Leith. Al llegar a la primera, se encontraron banderas blancas colgando de los edificios. El teniente comandante Luis Lagos, al cargo de las islas Georgias, había decidido no luchar ante fuerzas tan enormes. En la mañana del 26, Lagos firmaba la rendición en la base del British Antarctic Survey en King Edwards Point. Astiz, responsable de los quince buzos tácticos en Leith, no aceptó al principio este hecho. Pero ante lo que se le venía encima, por la tarde firmaría también la rendición a bordo del HMS Plymouth, duplicando innecesariamente el acto de Lagos. La imagen de Alfredo Astiz firmando los papeles dio la vuelta al mundo. La Union Jack ondeaba de nuevo sobre las islas Georgias del Sur.

Black Buck I: bombarderos nucleares sobre Puerto Argentino

Orden de batalla
Fuerzas argentinas Fuerzas británicas
• Portaaviones HMS Invincible y escoltas.
• 2º de bombarderos Canberra operando desde territorio continental argentino. • 2 bombarderos Vulcan operando desde isla Ascensión.
• Aviones COIN Pucará estacionados en las islas Malvinas. • 800º de aviones tácticos Sea Harrier en configuración de ataque a tierra operando desde el HMS Invincible.
• 6º de cazabombarderos IAI Dagger operando desde territorio continental argentino. • 801º de aviones tácticos Sea Harrier en configuración de patrulla aérea de combate (CAP) operando desde el HMS Invincible.
• 8º de cazas Mirage III operando desde territorio continental argentino.
• Defensa antiaérea terrestre en islas Malvinas.

Pese a la toma de las islas Georgias del Sur, el Reino Unido necesitaba demostrar algunas cosas tanto a Argentina como a la opinión pública internacional. La primera de ellas es que disponía de la capacidad de atacar desde el aire tanto las islas Malvinas como el territorio continental argentino. Paralelamente, el almirante Fieldhouse no quería ver reactores enemigos operando desde el archipiélago. Por todo ello, se diseñó una serie de operaciones de ataque a tierra contra el aeropuerto de Puerto Argentino que se desarrollaría mediante bombarderos Vulcan basados en isla Ascensión.

El bombardero nuclear Avro Vulcan o «bombardero V», utilizado en las operaciones Black Buck.

El Vulcan, un bombardero nuclear estratégico, no tenía tanto alcance. Fue necesario diseñar complejas operaciones tácticas de reaprovisionamiento de combustible en vuelo mediante aviones cisterna Victor. Pero los Victor tampoco llegaban tan lejos, por lo que era necesario reaprovisionarlos a su vez. En suma, por cada dos Vulcan que llegaban a las islas Malvinas desde Ascensión se necesitaban 11 aviones de reaprovisionamiento.

El primero de estos ataques se produjo sobre el aeropuerto de Puerto Argentino el 30 de abril de 1982 a las 8, con 21 bombas convencionales de 454 kg de alto explosivo de las cuales sólo una alcanzó el borde de la pista.

Más devastadores resultaron los ataques que siguieron inmediatamente, realizados por aviones Sea Harrier]] del escuadrón 800º operando desde el portaaviones británico HMS Invincible que ya había llegado a la zona. Atacaron el aeropuerto de Puerto Argentino con bombas de racimo, causando algunos daños en las infraestructuras anejas. Pero el mayor daño fue realizado en el aeródromo de Goose Green, donde los argentinos habían estacionado aviones ligeros de ataque Pucará del Grupo 3. En torno a las 8:25, uno de los Pucará resultó destruido, dos dañados sin posible reparación y las instalaciones del aeródromo severamente afectadas. El teniente Jukic murió a bordo de su Pucará mientras trataba de despegar.

En esos momentos, la Fuerza Aérea Argentina ya había reaccionado y envió cazas Mirage del Grupo 8º, IAI Daggers del Grupo 6º y bombarderos Canberra del grupo 2º: el destructor HMS Glamorgan y las fragatas HMS Arrow y Alacrity sufrieron daños menores, pero el precio pagado fue elevado. En los combates aéreos subsiguientes las PAC del Escuadrón 801 derribarían un Mirage, un IAI Dagger y un Canberra sin sufrir bajas propias, dañando asimismo un Turbo Mentor y otro Mirage. Este último, pilotado por el capitán García Cuerva, intenta tomar tierra en Puerto Argentino. Pero la defensa antiaérea le confunde con un avión británico y lo derriba, lo que acabaría con su vida; fue un lamentable incidente de fuego amigo. Otros tres pilotos argentinos resultaron muertos o desaparecidos en el mar.

Saldo de la batalla
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• Graves daños en el aeropuerto de Puerto Argentino. • Ninguna.
• Graves daños en el aeródromo de Goose Green.
• 1 + 2 aviones tácticos Pucará
• 1 + 1 cazas Mirage III
• 1 cazabombardero IAI Dagger
• 1 bombardero Canberra
Bajas humanas
• 2 muertos + 2 desaparecidos (declarados muertos). • Ninguna.

La Operación Black Buck I se había saldado con un brillante logro operativo pero un fracaso en cuanto a sus resultados prácticos, ya que el aeropuerto de Puerto Argentino nunca quedó inutilizado del todo y los vuelos de transporte de C-130 Hércules se mantuvieron hasta la última noche de la guerra. Sin embargo, el Reino Unido había demostrado su capacidad para atacar el archipiélago e incluso el territorio continental argentino desde bases tanto en tierra como en el mar, asestado un segundo golpe propagandístico y destruido varias aeronaves en vuelo y en tierra, todo ello sin sufrir ninguna pérdida propia. Pero el almirante Fieldhouse necesitaba algo más.



El hundimiento del General Belgrano

Orden de batalla
Fuerzas argentinas Fuerzas británicas
Fuerza de operaciones 79.3:
• Crucero (C-4) General Belgrano (12.242 Tm) con 15 cañones de 152 mm, 8 cañones de 127 mm antiaéreos, varios antiaéreos de 40 mm y 20 mm, 1 lanzamisiles antiaéreo Sea Cat y 2 helicópteros (1938, actualizado en 1968). • Submarino nuclear S-48 HMS Conqueror (7.200 Tm), con 6 tubos lanzatorpedos de 533 mm (1971).
• Destructor (D-26) ARA Hipólito Bouchard (3.315 Tm) con 4 lanzamisiles antibuque con un misil MM-38 Exocet cada uno, 6 cañones de 127 mm, 23 cañones antiaéreos de 40 mm y de 20 mm, 10 lanzadores de cargas de profundidad y 10 tubos lanzatorpedos de 533 mm (1944, actualizado en 1976).
• Destructor (D-29) ARA Piedra Buena (3.315 Tm) con 4 lanzamisiles antibuque con un misil MM-38 Exocet cada uno, 6 cañones de 127 mm, 23 cañones antiaéreos de 40 mm y de 20 mm, 10 lanzadores de cargas de profundidad y 10 tubos lanzatorpedos de 533 mm (1944, actualizado en 1979).

Si bien con la llegada de la Royal Navy y la inutilización del Santa Fe la flota argentina se había replegado sabiamente a posiciones más próximas al continente, el almirante Fieldhouse la deseaba firmemente atracada en puerto. No estaba dispuesto a arriesgar sus preciosos buques en batallas navales como las de la Segunda Guerra Mundial. Para ello necesitaba asestarle un golpe brutal, algo que convenciera a sus almirantes y a la Junta de que salir al mar era la peor de las ideas posibles. También le hacía falta un golpe propagandístico definitivo que ofrecer a Londres, más allá de la recuperación de unos oscuros islotes y el éxito de unas operaciones de bombardeo todavía medio secretas.

Para el día 30 de abril las unidades más relevantes de la fuerza de operaciones británica ya habían configurado dos grupos de operaciones en la zona de las Malvinas, compuestos por dos portaaviones (HMS Hermes y HMS Invincible), cuatro destructores (HMS Glamorgan, HMS Conventry, HMS Glasgow y HMS Sheffield), cuatro fragatas (HMS Broadsword, HMS Alacrity, HMS Arrow y HMS Yarmouth) y dos buques petroleros y de suministros (Olmeda y Resource). Con su posición así consolidada, el Reino Unido declaró una «zona de exclusión total» (TEZ) de 200 mi náuticas alrededor del archipiélago, cuyo centro no estaba bien definido. Cualquier buque o aeronave argentino hallado dentro de estas aguas podía ser atacado sin previo aviso. Lo cierto es que, como hemos visto, la flota argentina había decidido apartarse del área por iniciativa propia en tres grupos muy dispersos. El General Belgrano y sus dos escoltas patrullaban los bancos de Burdwood, situados en el borde sur de esta zona de exclusión. No parece probable que buques tan antiguos cometieran la imprudencia de adentrarse en la zona prohibida. El mismo día 30 de abril fueron detectados por el submarino nuclear HMS Conqueror, procedente de la reconquista de las islas Georgias del Sur.

Londres habría preferido tener bien ubicado al 25 de Mayo, único portaaviones de la Armada Argentina. El General Belgrano, sin embargo, era el segundo buque más grande del Grupo de Tareas 79 (nombre dado a la Flota de Mar argentina durante el conflicto de las Malvinas. Sobre el mediodía del 2 de mayo, y pese a que había una propuesta de paz del Presidente a mano sobre la mesa, el gobierno de Margaret Thatcher autorizó el hundimiento del General Belgrano con sus 1.093 tripulantes.

A las 15:00 del 2 de mayo de 1982, con olas de 12 m, viento de 120 km/h y temperatura ambiente por debajo de 10 ºC bajo cero, el capitán del HMS Conqueror, Chris Wreford-Brown ordenó zafarrancho de combate y cargar los tubos lanzatorpedos con viejos Mk 8 (considerados más fiables que los nuevos Tigerfish). Cada uno de estos torpedos no guiados cargaba 363 kg de alto explosivo. En ningún momento el grupo de tareas 79.3 se dio cuenta de que el ataque era inminente. Sobre las 16:00, y a corta distancia, Wreford-Brown dio la orden de disparar tres torpedos. Uno de ellos pudo alcanzar al Hipólito Bouchard, pero si así fue, no explotó. Los otros dos dieron de lleno al General Belgrano. El primero alcanzó la sala de máquinas de popa a las 16:01, abriendo un boquete de 20 m, partiendo la quilla y matando a 272 tripulantes. El segundo dio en la proa, lo que hizo desaparecer 15 m de barco, pero aparentemente sin causar víctimas.

El buque estaba perdido. A las 16:24 el capitán Héctor Bonzo ordenó evacuarlo. Su destructor de escolta Piedrabuena se lanzó a la caza del submarino, pero Wreford-Brown se evadió fácilmente de un buque tan antiguo. No obstante, durante los siguientes días habría sucesivos intentos de hundir al HMS Conqueror’’, todos ellos infructuosos. Volvería al Reino Unido después de la guerra, ondeando la Jolly Roger (la bandera pirata negra con la calavera y las tibias cruzadas, símbolo de victoria en la Marina Británica desde principios de la Edad Moderna).

323 marinos argentinos perdieron la vida (la mitad del total de muertos argentinos durante el conflicto) como consecuencia del hundimiento del General Belgrano, que no cayó bien en la escena internacional. En muchos países lo consideraron un uso desproporcionado de la fuerza sobre un buque obsoleto, con mucha tripulación a bordo —en buena parte, marinería de recluta— y fuera de la TEZ, reforzando las posturas pacifistas en gobiernos y ciudadanía de todo el mundo. No obstante, en el Reino Unido fue ocasión de celebraciones populares y portadas de periódicos como ésta del diario The Sun. Por otro lado, otros medios de prensa, comenzaron a asomar posturas moderadas e incluso contrarias a la guerra, ante tal pérdida de vidas. Hay posturas que consideran al hundimiento del Belgrano como un crímen de guerra ya que este se encontraba fuera de la zona de exclusión impuesta por el Reino Unido en el momento en que fue hundido.


Saldo de la batalla
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• Crucero C-4 General Belgrano hundido, con su helicóptero Alouette. • Ninguna.
Bajas humanas
• 323 muertos. • Ninguna.

Aunque los planes navales argentinos habían sido frustrados, todavía Argentina escondía un as debajo de la manga, su Fuerza Aérea, que a partir del hundimiento del Belgrano comenzaría a inflingir importantes bajas a las Fuerzas de Tareas Británicas ----

El Exocet entra en escena: el hundimiento del HMS Sheffield

Orden de batalla
Fuerzas argentinas Fuerzas británicas
Fuerza de operaciones de la Marina Real:
• 1 avión de reconocimiento Neptune. • 2 portaaviones (HMS Hermes y HMS Invincible).
• 2 aviones tácticos Super Étendard (2ª Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque) equipados con misiles Exocet. • 4 destructores misilísticos tipo 42 (HMS Glamorgan, HMS Conventry, HMS Glasgow y HMS Sheffield).
• 1 grupo de IAI Daggers en misión de escolta retrasada. • 4 fragatas (HMS Broadsword, HMS Alacrity, HMS Arrow y HMS Yarmouth).
• 2 aeronaves auxiliares. • Numerosos buques auxiliares.
• Varias patrullas aéreas CAP compuestas de aviones Sea Harrier.

En Buenos Aires hacía mucho frío, y no sólo por la proximidad del invierno austral. Lo que comenzó como una gran aventura patriótica para recuperar crédito social se estaba convirtiendo rápidamente en un fracaso. Pese a la férrea censura informativa impuesta por la dictadura, el entusiasmo entre las capas populares sensibles a este tipo de acciones se enfriaba tan deprisa como el clima bonaerense. Escasamente un mes después de las celebraciones populares por la recuperación de los archipiélagos, y pese a toda la propaganda, a nadie se escapaba ya que el régimen había lanzado un órdago a una gran potencia, y ésta había aceptado el desafío. Para la Junta, devolver los golpes recibidos con un hecho espectacular se convirtió en una prioridad absoluta. Tal hecho no podía ser otro que el hundimiento de un gran buque de guerra británico, bajo la capa de una represalia por lo del General Belgrano. Con una guerra a gran escala en marcha, era esencial devolver la esperanza a la gente, hacerles creer en la victoria.

Avión de ataque naval Dassault Super Étendard de fabricación francesa.

Antes de poner proa a sus puertos, la flota argentina había determinado con bastante precisión el área general de operaciones de los dos grupos de batalla británicos por el procedimiento de detectar sus transmisiones radioelectrónicas. Al alba del 4 de mayo de 1982, un avión de patrulla P-2 Neptune de la Fuerza Aeronaval Argentina (COAN) establece por radar la posición de la Fuerza de Operaciones británica. De inmediato, dos aviones de fabricación francesa Dassault Super Étendard de la 2º Escuadrilla parten de Río Grande a las 09:45 con un misil Exocet AM.39 cada uno para, tras reabastecerse, realizar un largo vuelo semicircular que les aproxime a los navíos enemigos. A los mandos, los capitanes Augusto Bedacarratz y Armando Mayora. Tras ellos, un grupo de IAI Daggers para darles cobertura aire-aire y un Learjet en misión de diversión.

Había un problema con los Exocet. Acababan de llegar de Francia y, debido al embargo impuesto por la OTAN contra Argentina, los instructores franceses no se habían presentado. Los técnicos de Río Grande tenían en sus manos armas muy sofisticadas... que no sabían cómo usar. Sin embargo, no se descorazonaron e hicieron lo posible por aprender sus secretos leyendo los manuales y desmontando y montando alguna unidad. Cuando finalmente los instalaron a bordo de los Super Étendard, no estaban muy seguros de que funcionaran realmente.

Mientras tanto, el Reino Unido prosigue sus operaciones militares. Se ejecuta la segunda serie de bombardeos Black Buck sobre las Malvinas, buscan al submarino San Luis que creen en el área, supervisan desde lejos las operaciones de rescate de la tripulación del General Belgrano y sus aeronaves se aventuran hasta las cercanías de las costas argentinas para inspeccionar posibles objetivos pese a que la Junta ha establecido a su vez una zona de exclusión. Es una superpotencia, haciendo la guerra «según el manual». Lejos, en el mar, al este de las Malvinas, los dos portaaviones y sus buques auxiliares actúan de retaguardia avanzada, bien protegidos de cerca por las fragatas con sus misiles de corto alcance Sea Wolf y, a unas 20 mi, por los destructores del tipo 42 (entre los que se hallaba el HMS Sheffield) con sus sofisticados radares y sus misiles de alcance intermedio Sea Dart, apoyados a su vez por la fragata HMS Yarmouth.

A las 10:35, el Neptune realiza un último ascenso a 1,2 km de altitud y ubica un blanco grande y dos pequeños en las coordenadas 52º33'55" Sur, 57º40'55" Oeste. Retransmite la información a Bedacarratz y retorna a base.

A las 10:50 los Super Étendards —que venían volando sobre la cresta de las olas— realizan un pequeño ascenso a 160 m de altitud para confirmar las coordenadas suministradas por el Neptune, pero no encuentran nada. Bedacarratz decide continuar. Cuarenta km más adelante vuelven a intentarlo y... ¡allí están! Un blanco grande y tres pequeños. Vuelven a su bajísimo nivel de vuelo, cargan los datos en las guías de los AM.39 Exocet y los disparan a las 11:04. Tras hacerlo, dan la vuelta para retornar a Río Grande. El lanzamiento se ha realizado a muy baja altitud, con misiles montados sin asistencia del fabricante y justo en el límite de alcance nominal de los Exocet: casi 50 km. Por estos motivos, durante el regreso Bedacarratz y Mayora dudan de que la compleja misión haya servido de algo.

Aun hoy, los sucesos siguientes son motivo de disputa. Lo único seguro es que a las 11:07 del 4 de mayo de 1982 uno de los dos misiles Exocet alcanzó en el mismo centro al destructor HMS Sheffield, el buque más moderno de la Royal Navy. Unas fuentes dicen que la cabeza de guerra no estalló, y lo que se produjo fue un incendio causado por los gases de la combustión del Exocet que se extendió rápidamente. El capitán del Sheffield, en cambio, asegura que el misil sí explotó, destruyendo el centro de operaciones y el de ingeniería. Sea como fuere, a los pocos segundos el moderno destructor estaba en llamas. 22 hombres murieron y otros 24 resultaron gravemente heridos, entre ellos el jefe de informática que trataba infructuosamente de poner de nuevo en marcha las computadoras.

La razón por la que el HMS Sheffield y la cercana fragata HMS Yarmouth no detectaron la presencia del Exocet hasta que un marino del primero lo vio acercarse, 4 segundos antes del impacto, permanece oculta. Una versión dice que en ese momento se estaban realizando retransmisiones satelitales que requerían tener el radar apagado. Otra, que los ordenadores lo identificaron como un proyectil amigo debido a su origen francés. Aún una más afirma que la tripulación de los buques británicos se hallaba demasiado confiada, con la alerta muy relajada. Todo ello resulta incomprensible, puesto que los británicos llevaban toda la mañana detectando las transmisiones del Neptune e incluso había ya una patrulla de Harriers en el aire para interceptarlo. Quizás el Exocet sólo hizo aquello para lo que está fabricado: acercarse subrepticiamente a un buque de alta tecnología y hundirlo sin previo aviso.

Más controvertido aún es qué le ocurrió al segundo Exocet. La versión generalizada es que falló su blanco y se perdió. Sin embargo, marinos a bordo de la Yarmouth aseguran que lo vieron pasar delante de sus ojos. La poca actividad que el portaaviones HMS Hermes desplegó en la guerra a partir de ese momento ha hecho pensar a algunos que quizás el segundo Exocet sí atinara al «blanco grande» de los radares.

Rápidamente, varios buques acudieron en ayuda del HMS Sheffield. Evacuaron a los supervivientes y lograron controlar el incendio. No obstante, el buque estaba a la deriva, ya perdido. Intentaron remolcarlo de vuelta al Reino Unido, pero se hundió de camino.

Saldo de la batalla
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• Ninguna. • Destructor HMS Sheffield hundido.
Bajas humanas
• Ninguna. • 20 muertos y 24 heridos graves.

La noticia dio la vuelta al mundo. La «soldadesca tercermundista» de que hablaba la prensa londinense —unos con desprecio, otros con lástima— acababa de abatir al buque más moderno de la flota británica. El frío se extendió ahora por Whitehall, pese a que en el Hemisferio Norte brillaba la primavera. Fue un severísimo golpe al prestigio británico ante las naciones, que reavivó las celebraciones patrióticas en Argentina, donde Bedacarratz y Mayora fueron recibidos como héroes, y dio un balón de oxígeno a la Junta. El «asunto de las Malvinas» se convirtió de pronto en la «crisis de las Malvinas». El Exocet se hizo famoso entre el público de todos los países, asistentes por primera vez a una guerra aeronaval basada en el uso de misiles. Con la mayor discreción posible, el almirante Fieldhouse alejó sus unidades de la costa tanto como le fue posible. Lo cual significaba un grave problema, porque su propósito era exactamente el contrario: dominar las aguas alrededor de las islas Malvinas y reconquistarlas. Se imponía una aproximación diferente.

Tambores de guerra en los mares de las ballenas

Ya conscientes de que se enfrentaban a un oponente muy peligroso, a partir del día 10 numerosos buques de guerra y apoyo británicos salieron del Reino Unido para reforzar a la Fuerza de Operaciones de este país y ayudar al desembarco previsto en las islas Malvinas a finales del mes. Por su parte, Argentina tuvo que mantenerse generalmente a la expectativa, sobre todo tratando de reforzar la guarnición en el archipiélago y garantizar la seguridad de las comunicaciones con el continente. El día 15 hubo que retirar del servicio los aviones de reconocimiento Neptune por su antigüedad y por falta de piezas de repuesto, lo que dejó a la nación austral sin «ojos» más allá de las Malvinas. En general, el Reino Unido se preparaba para la reconquista y Argentina esperaba a que lo intentasen. Se sugirieron varios planes de paz, pero o un bando u otro se negaban a aceptarlos por diversas razones. Quedó claro que la resolución del conflicto sería violenta.

Este periodo de preparativos, que se extendería hasta el 21 de mayo, estuvo salpicado de cautas acciones aeronavales. Tras la experiencia del HMS Sheffield, el almirante Fieldhouse no se sentía tentado a aproximar sus buques más valiosos a las Malvinas; serán las fragatas quienes pechen con la peligrosa tarea de permanecer en aguas malvinenses para denegárselas a Argentina en la medida de lo posible y dar apoyo a los aviones que operan en el área.

Se suceden varios incidentes, en los que ambas partes pierden aviones y Argentina, algunos barcos pequeños de transporte, carga y reconocimiento. Las unidades británicas incrementan nítidamente su nivel de agresividad, llegando a atacar en al menos dos ocasiones las embarcaciones y aeronaves de salvamento argentinas en contra de los principios más elementales del Derecho Internacional.

El día 12, aviones A-4 Skyhawk argentinos intentan destruir con bombas al HMS Glasgow y el HMS Brilliant, que se encuentran bombardeando Puerto Argentino. El ataque resulta un fracaso, con la pérdida de 4 aviones (uno de ellos por fuego amigo). Pese a ello, el Glasgow recibe el impacto de una bomba que no llega a estallar, pero le causa suficientes daños como para obligarle a volver al Reino Unido.

El 14, una operación de comandos SAS en isla Borbón (Peeble Island) apoyada por el HMS Hermes, el HMS Broadsword y el HMS Glamorgan obtiene un resonante éxito los 11 aviones allí estacionados. Esta operación marca el inicio de la escalada de la actividad militar británica. Los bombardeos costeros se hacen más intensos. Los argentinos comprenden que la invasión es inminente y se preparan para la defensa.

Un extraño incidente que puso en evidencia la cooperación chilena con el Reino Unido salió a la luz el día 18. Al amanecer, se descubrieron los restos de un helicóptero británico Sea King (ZA-290) abandonado y destruido por sus ocupantes cerca de Punta Arenas, Chile. Desde el lado argentino se argumentó que este helicóptero procedía del país andino, pero en la actualidad sabemos que se trataba del compás de apertura de la Operación Mikado. La operación Mikado era una acción prácticamente suicida, a cargo del escuadrón B del SAS, encaminada a destruir los aviones Super Étendard y los misiles Exocet de la 2ª Escuadrilla en Río Grande. A partir de la destrucción del HMS Sheffield, ubicar y eliminar estos peligrosísimos misiles se convirtió en una prioridad tan alta para el Almirantazgo Británico que justificaba cualquier clase de sacrificio. Visión que no compartían los hombres que de hecho iban a sacrificarse, comandos veteranos y corajudos pero que comprendían que se les estaba mandando a la muerte.

No obstante, órdenes son órdenes y a las 00:15 del 18 de mayo el teniente Hutchings —asignado al HMS Hermes— despegó del HMS Invincible con su helicóptero Sea King ZA-290 y un grupo de 9 soldados de élite. Su misión era insertarlos en las proximidades de la base de Río Grande, donde estaban los Super Étendards con sus Exocets, para observar sus movimientos y preparar la llegada de dos transportes con 50 comandos que destruirían esta base esencial para Argentina. Después serían evacuados o huirían hacia Chile, donde la dictadura de Augusto Pinochet había garantizado en secreto apoyo para ser evacuados. Ya días antes había llegado a Chile un cierto capitán Andrew H. bajo cobertura diplomática, para realizar un reconocimiento preliminar. Sus movimientos no fueron restringidos en ningún momento. Reagan había advertido a Thatcher que una operación así en territorio continental argentino podía involucrar en la guerra a otros países del TIAR, como Perú y Venezuela, pero evidentemente el gobierno británico optó por ignorar esta consideración y las objeciones de sus propias unidades de comandos.

Tal y como temían éstos, el ZA-290 fue detectado por radares argentinos y el teniente Hutchings decidió cancelar la operación y dirigirse directamente a Chile. Sin combustible, tomaría tierra en la playa de Agua Fresca, ya en territorio chileno. Fue abandonado y destruido por sus ocupantes, pero lo cierto es que éstos retornaron al Reino Unido por vuelo regular y sin ningún problema, lo que confirmaría la implicación chilena en el conflicto del lado británico (oficialmente, «se rindieron a las autoridades chilenas», pero en ningún momento se les trató como a prisioneros de guerra, sino como a combatientes aliados). El general chileno Fernando Matthei confirmó en una entrevista concedida al Centro de Investigación y documentación de la Universidad Finis Terrae en 1999 que durante toda la guerra existió una constante cooperación al más alto nivel con el Reino Unido pues «temían ser los siguientes». Poco antes, Margaret Thatcher también lo haría público para defender a Pinochet durante su detención en el Reino Unido. El helicóptero de apoyo, otro Sea King con matrícula ZA-292, retornó al HMS Invincible. La Operación Mikado fue cancelada y el Almirantazgo prosiguió con sus planes de reconquista bajo la amenaza de los Exocet.

En efecto, este mismo día 18 el gobierno británico da al almirante Woodward luz verde para un desembarco en la costa este del Estrecho de San Carlos, que separa las dos islas Malvinas mayores. Una operación arriesgada que obligará a los buques a entrar en un estrecho rodeado de montes; el lugar perfecto para sufrir ataques a baja cota por parte de la aviación argentina.

El Día D: Operación Sutton

Orden de batalla
Fuerzas argentinas Fuerzas británicas
Fuerza de desembarco de la Marina Real:
• 1 destructor misilístico (HMS Antrim).
• 6 fragatas (HMS Ardent, HMS Argonaut, HMS Brilliant, HMS Broadsword, HMS Yarmouth y HMS Plymouth).
• 2 buques de asalto (HMS Fearless y HMS Intrepid).
• 5 buques de desembarco (Sir Percival, Sir Tristram, Sir Geraint, Sir Galahad y Sir Lancelot).
• 4 buques de apoyo logístico (Europic Ferry, Norland, Fort Austin y Stromness).
• 1 transatlántico para transporte de tropas (Canberra).
• Otros buques y aviones en operaciones de ataque y diversión.
•Guarnición de San Carlos. • Escuadrón D de comandos SAS.
•Guarnición de Darwin. • 40º, 42º y 45º comandos de la 3ª Brigada de Comandos.
• 2º y 3º de Paracaidistas.
Área del desembarco (topónimos ingleses).

Al anochecer del 20 de mayo de 1982, 12.000 soldados argentinos bien equipados de material sabían que el ataque británico era inminente pues durante los dos días anteriores ya venían observando numerosas detecciones en el radar y un fuerte incremento de la actividad enemiga. Por la mañana el Secretario General de la ONU Javier Pérez de Cuéllar] reconoce el fracaso de sus gestiones en favor de la paz. Una propuesta peruana es también rechazada. Según el informe del capitán Roberto Vila, destinado en el archipiélago:

El día 20 continúan nuevas misiones, con el capitán Grünert y el teniente Calderón. A las 18:30 hay ecos de dos helicópteros que luego ve la Red de Observadores del Aire. A las 22:30 hay alarmas de inminentes ataques y desembarco helitransportado; ya este día dormitamos hasta con el FAL cargado.

Esta importante fuerza militar sufría una debilidad esencial: una parte significativa estaba compuesta por infantería de recluta obligatoria, no voluntarios profesionales. Entre ellos, incluso, había estudiantes disidentes con el régimen que fueron enviados a modo de castigo, y cuya moral de combate era evidentemente baja. Las comunicaciones navales con el continente estaban cortadas, y las aéreas sufrían graves alteraciones en sus operaciones debido a la constante presencia de patrullas de cazas enemigos. No obstante ello, la Fuerza Aérea Argentina estuvo a la altura de las circunstancias y mantuvo al contingente en el archipiélago abastecido hasta la última noche de la guerra, pese a condiciones tan adversas.

Alrededor de ellos, la práctica totalidad de la Royal Navy: más de 120 buques, 33 de ellos navíos de guerra de primera línea, con varios miles de soldados profesionales y de élite preparándose para el desembarco. Los submarinos británicos eran ya completamente dueños de todas las aguas alrededor de las Malvinas, por lo que la flota argentina permaneció en puerto. No obstante esta superioridad tecnológica y militar abrumadora, la guarnición de las Malvinas y la Fuerza Aérea Argentina se prepararon para la defensa. Creían tener una oportunidad y, de hecho, la tenían.

Zonas de desembarco (topónimos ingleses).

Durante la noche del 20 de mayo la operación Sutton, dirigida por el contraalmirante Woodward y el comodoro Clapp, se puso en marcha. Diecinueve buques de la Marina Real (el transatlántico Canberra, los buques de asalto Fearless e Intrepid; los de desembarco Sir Percival, Sir Tristram, Sir Geraint, Sir Galahad y Sir Lancelot; los de apoyo logístico Europic Ferry, Norland, Fort Austin y Stromness; escoltados por el destructor Antrim y las fragatas Ardent, Argonaut, Brilliant, Broadsword, Yarmouth y Antelope) se derramaron por el Estrecho de San Carlos. A las 1 del 21 de mayo de 1982 los primeros comandos británicos llegaban a tierra en la Bahía de San Carlos, al extremo occidental de Isla Soledad (donde se halla la capital Puerto Argentino). Sin encontrar resistencia, establecen rápidamente tres cabezas de playa y avanzan hacia la localidad de San Carlos, donde se producirían las primeras refriegas. Mientras tanto, diversas unidades aeronavales británicas realizan ataques de diversión en otros puntos del archipiélago, bombardeaban objetivos seleccionados e insertaban comandos en Darwin y Goose Green.

La decisión de desembarcar por el Estrecho de San Carlos ha sido muy controvertida, sobre todo a la luz de las consecuencias. Por un lado es cierto que los montes circundantes parecían proteger a las unidades británicas y ponerlas a cubierto de los radares enemigos. Pero por el otro lado, la aviación argentina ya había demostrado en ocasiones precedentes ser muy capaz de aprovechar esta clase de obstáculos en su propio beneficio; además, este desembarco alejaba a las unidades implicadas de la fuerza principal situada al este de Isla Soledad. Un ataque directo sobre Puerto Argentino o sus alrededores no habría sido adecuado, pues allí se concentraba la mayor parte de la guarnición argentina, pero muchos historiadores no se explican por qué Woodward y Capp eligieron uno de los tres peores lugares posibles para iniciar el ataque. Sea como fuere, así ocurrió. Y pagaron las consecuencias.

Saldo de la batalla
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• Ninguna. • 2 helicópteros Gazelle derribados.
• 1 avión táctico Harrier GR.3 derribado.
Bajas humanas
• No precisadas (pocas). • Al menos 4 muertos.
Resultados estratégicos
• 3 cabezas de playa británicas en Bahía San Carlos.
• Guarniciones de Darwin y San Carlos inmovilizadas.

Sobre las 9, un Aermacchi MBB 339 argentino logró utilizar por primera vez las características geográficas del Estrecho de San Carlos para sobrevolar a la fuerza de desembarco británica sin ser derribado. Este aparato confirmaría que se hallaban ante el «día D» de las Malvinas, e incluso hizo algunos disparos con sus lanzacohetes Zuni provocando daños menores en la fragata Argonaut. Apenas media hora después, la Fuerza Aérea Argentina quitaba los calzos a sus aviones para responder con una serie de ataques de excepcional arrojo que rebautizarían al Estrecho de San Carlos como «el callejón de las bombas». Era el momento que llevaban un mes esperando. Su oportunidad.

El Día D: El callejón de las bombas o El Valle de la Muerte

Orden de batalla
Fuerzas argentinas Fuerzas británicas
Fuerza de desembarco de la Marina Real:
• 20 aviones tácticos IAI Dagger (del grupo 6º) armados con bombas de 250 y 500 kg. • 1 destructor misilístico (HMS Antrim).
• 30 aviones tácticos Skyhawk (del grupo 5º) armados con bombas de 250 y 500 kg. • 6 fragatas (HMS Ardent, HMS Argonaut, HMS Brilliant, HMS Broadsword, HMS Yarmouth y HMS Antelope).
• 6 cazas Mirage III (del grupo 8º) armados con misiles Magic en función de escolta. • 2 buques de asalto (HMS Fearless y HMS Intrepid).
• Diversas aeronaves de apoyo en retaguardia. • 5 buques de desembarco (Sir Percival, Sir Tristram, Sir Geraint, Sir Galahad y Sir Lancelot).
• 4 buques de apoyo logístico (Europic Ferry, Norland, Fort Austin y Stromness).
• 1 transatlántico para transporte de tropas (Canberra).
• Patrullas CAP compuestas por aviones Sea Harrier.
•Guarnición de San Carlos. • Antiaéreos de infantería.

Sin duda, Woodward y Clapp esperaban alguna clase de reacción argentina. Para lo que no estaban preparados, según demostraron los acontecimientos, fue para las furiosas oleadas de ataques aéreos que les llovieron encima durante las siguientes cinco horas.

Tras un primer ataque sin consecuencias a cargo de dos Dagger a las 10:25 le siguieron cinco minutos después dos escuadrillas de tres Dagger cada una. Con sus cañones y bombas dañaron severamente a la fragata HMS Broadsword y dejaron fuera de servicio (con una bomba sin explotar a bordo) al destructor HMS Antrim, perdiendo un avión por un misil Sea Cat de la Plymouth.

Casi simultáneamente cinco A-4B Skyhawk del Grupo 5 de Caza se lanzaron sobre la Argonaut’’, dañándola gravemente con dos bombas de media tonelada que no explotaron. Una hora más tarde dos A-4B se internaron en el estrecho, bombardeando el numeral por error el casco varado del Río Carcarañá mientras que el líder atacaba sin consecuencias a la fragata Ardent. Al mismo tiempo cuatro A-4C del Grupo 4 de Caza eran interceptados por una PAC, que derribó con sus Sidewinder a dos de ellos: ambos pilotos perdieron la vida. Se produjo entonces una tregua que finalizó abruptamente a las 14:40 hs. Tres Dagger (un cuarto avión había sido derribado por un Sea Harrier poco antes sin que sus compañeros lo notaran) descubrieron a la Ardent que navegaba rumbo al norte y la alcanzaron con dos bombas, una de las cuales explotó destruyendo el helicóptero Lynx y el lanzador de Sea Cat y matando a cuatro hombres. Cinco minutos después otros tres Dagger atacaron con fuego de cañón a la fragata Brilliant, produciendo algunos heridos y daños menores: sin embargo, poco después la siguiente escuadrilla de Dagger fue aniquilada sobre la Gran Malvina por los Sea Harrier, aunque felizmente los tres pilotos pudieron eyectarse. Finalmente, a las 15:10 hs tres A-4Q Skyhawk de la 3° Escuadrilla de la aviación naval hicieron su aparición y descubrieron a la maltrecha Ardent, que intentaba desesperadamente reunirse al grueso británico. De inmediato la atacaron, alcanzándola con varias bombas de caída retardada Snakeye de 227 kg. La formación argentina fue inmediatamente interceptada por una PAC, que derribó a dos aviones y averió a un tercero de tal forma que el piloto debió eyectarse sobre Puerto Stanley ante la imposibilidad de aterrizar. Sin embargo, dicho ataque había firmado la sentencia de muerte de la Ardent: con 22 muertos y 37 heridos a bordo, los incendios avanzando inexorablemente y el agua de mar penetrando por un gran rumbo en la línea de flotación, sólo quedaba una decisión por tomar. La fragata Yarmouth se colocó junto a la Ardent y procedió a evacuar a los heridos y al resto de la tripulación. Después de arder durante horas, el barco se hundió a las dos de la madrugada del día siguiente.

Mientras tanto, los buques de desembarco dentro de la bahía de San Carlos han seguido llevando unidades a tierra. Desembarcan los carros de combate de The Blues and the Royals y las cuatro baterías de 105 mm del 29º Comando y del 4º Regimiento. Los supervivientes de la Ardent son transportados al transatlántico Canberra. El desembarco ha sido un éxito. Pero a un precio elevadísimo.

Saldo de la batalla
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• 5 aviones IAI Dagger. • Fragata HMS Ardent hundida.
• 2 aviones Skyhawk. • Fragata HMS Argonaut severamente dañada.
• Destructor misilístico HMS Antrim y fragata HMS Brilliant dañados de consideración.
• Fragata HMS Broadsword y HMS Alacrity levemente dañadas.
• 3 aviones Pucará y un helicóptero CH-47 Chinook (en acciones paralelas) • 2 aviones Sea Harrier.
Bajas humanas
• Al menos 3 muertos. • Al menos 29 muertos y numerosos heridos.


Tierra, agua, aire y fuego

En tierra, el desembarco de Bahía San Carlos proseguía incontenible. Durante los días 22 y 23 las tropas inglesas aseguraron numerosos puntos tácticos esenciales y acumularon grandes cantidades de armas y suministros llegados por vía marítima. La fragata HMS Antelope sustituyó a la Ardent. Numerosos buques logísticos, entre ellos el carguero MV Atlantic Conveyor pusieron proa al Estrecho de San Carlos para verter más y más hombres y material. El general Julian Thompson —jefe de las fuerzas terrestres británicas— estableció oficialmente su cuartel general en San Carlos, donde ondea ya la bandera Union Jack. Pese a las terribles pérdidas sufridas el día 21, el desembarco ha sido un éxito. Nadie cree que, con todas estas medidas, la aviación argentina aparezca de nuevo en el Estrecho de San Carlos.

No obstante, a mediodía del 23 se detectan aviones argentinos al sur del Estrecho. Reciben fuego antiaéreo de la Antelope y la Broadsword, ahuyentándolos. Pero los británicos desconocen que esta pequeña incursión forma parte en realidad de una doble oleada de 12 Daggers y 6 Skyhawks que no han detectado y cuyo primer escalón resultó fallido. La aviación argentina ha vuelto.

De pronto, tres A-4B Skyhawk reaparecen por el norte a gran velocidad y muy baja altitud. Esta vez, las fuerzas británicas reaccionan de inmediato produciendo una densa cortina de fuego antiaéreo. El avión líder es alcanzado enseguida, y su piloto el capitán Carballo logra desaparecer tras los montes para volver al continente. Sin embargo, de manera suicida los dos aparatos restantes prosiguen el ataque mientras los misiles y las trazadoras les envuelven. Se encaran directamente hacia la recién llegada HMS Antelope. El alférez Hugo Gómez lanza su bomba Mk.17 de 500 kg que alcanza a la fragata, sin explotar, y consigue escabullirse. El primer teniente Luciano Guadagnini lanza a su vez y es inmediatamente alcanzado bajo el ala derecha: el avión de Guadagnini se desintegra contra el mástil de la Antelopey un instante después su bomba alcanza al barco sin explotar. La Antelope ha quedado fuera de combate. Con dos bombas sin explotar a bordo y un incendio controlado, los británicos deciden evacuar la fragata excepto por el personal esencial para desactivaciones y control de daños. En la noche del 23 al 24, y mientras el personal de desactivación intentaba desactivar una de las bombas, ésta estalla y el incendio consiguiente alcanza un pañol de Sea Cat: la Antelope se ve conmovida por una terrible explosión. Partida en dos, se hundirá en la mañana del 24.

El avión de despegue y aterrizaje vertical o corto (VSTOL) Sea Harrier, protagonista británico de las batallas aéreas en los cielos malvinenses.

No hay tregua. La aviación argentina golpea una y otra vez a las fuerzas navales de desembarco, pese a que los británicos les están esperando y pierden cada vez más y más aviones. No obstante, son alcanzados los buques de desembarco HMS Sir Galahad y Sir Lancelot. Los ataques del día 24 se cobran tres Dagger y un Skyhawk, todos ellos abatidos por Sea Harriers sin sufrir ninguna pérdida propia.

El día 25 es la fiesta nacional argentina. Todo el mundo, en ambos bandos, sabe que habrá acción y están en alerta máxima. En efecto, desde primera hora de la mañana comienzan los raids argentinos bajo fuerte presión aérea y antiaérea enemiga. A las 8:37, el primer Skyhawk cae en la trampa misilística del destructor HMS Coventry’’, de la misma clase del malhadado Sheffield. En torno al mediodía se produce otro ataque sobre las fuerzas de desembarco en el Estrecho de San Carlos: un Skyhawk es derribado por un misil Rapier disparado desde tierra y otro cae a manos del Coventry. Es la segunda victoria del día para este moderno destructor, pero son justamente dichos éxitos los que sellan su destino: la Fuerza Aérea Argentina se decide a eliminar a la "rtrampa 42/22" a cualquier precio.

Un ataque de cuatro Skyhawks cae a las 15:20 sobre el destructor Coventry y la fragata Broadsword. La Broadsword es severamente dañada en popa y su helicóptero Lynx resulta destruido, pero sobrevive. El Coventry’’, en cambio, recibe el impacto directo de tres bombas que matan a 19 hombres. Ningún avión atacante resulta abatido. El destructor está perdido, ha de evacuarse de inmediato. En media hora, da la voltereta y se hunde.

Archivo:Skyhawk vs coventry.jpg
Esta fotografía fue tomada segundos antes de que dos aviones A-4C de la Fuerza Aérea Argentina atacara al destructor "Coventry"; en la imagen puede apreciarse la gran habilidad de los pilotos argentinos que debían volar a pocos metros del nivel del mar para lograr no ser detectados por los radares ingleses.

El Almirantazgo británico se pone nervioso. Habían considerado lo del Sheffield un error táctico puntual, algo que no se repetiría. Ahora, ya son cuatro los buques de guerra británicos de primera línea que se oxidan en el fondo de los mares malvinenses, mientras otra decena se las arregla como puede con sus daños. No era lo previsto en absoluto. Deciden acelerar las operaciones terrestres. Empieza a husmearse en el aire el deseo de terminar lo antes posible con este «oscuro incidente colonial» que se ha convertido en una guerra de verdad.

Balance de los combates aeronavales de los días 24 y 25.
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• 3 aviones Skyhawk. • Destructor misilístico HMS Coventry hundido.
• Fragata HMS Antelope hundida.
• Buque portacontenedores MV Atlantic Conveyor destruido. Diez helicópteros destruidos.
• Fragata HMS Broadsword gravemente dañada. Helicóptero destruido.
• Buques de desembarco Sir Lancelot y Sir Galahad averiados.
Bajas humanas
• 2 muertos. • Al menos 62 muertos y numerosos heridos.


















Por sí algo les faltaba para convencerse, a las 16:30 una o dos potentes explosiones sacuden el portacontenedores MV Atlantic Conveyor al norte de Isla Soledad, muy cerca del portaaviones HMS Hermes. La explosión produce un incendio que nadie logra controlar. Son los Super Étendard del 2º Escuadrón Aeronaval. Sin ser detectados y desde una distancia de 50 km, han lanzado dos Exocets contra los lejanos blancos que aparecían en sus radares. El Atlantic Conveyor ha de ser evacuado y arde como una tea con diez helicópteros y miles de toneladas de material a bordo, hasta quedar reducido a un pecio calcinado que flota a duras penas. Se han perdido dos grandes buques en un solo día, y otros seis han sido dañados de distinta consideración. A cambio, la aviación argentina sólo ha pagado... ¡tres aviones! Gentes de todo el mundo que miraban a Argentina con simpatía por su arrojo pero lástima por su inevitable derrota comienzan a preguntarse quién está ganando verdaderamente la guerra. En el Reino Unido también, y todas las miradas se dirigen hacia Margaret Thatcher. Algo debe cambiar de inmediato. El «asuntillo de las Malvinas» se está transformando en una derrota mayor para la superpotencia y su Gobierno.

La Pradera del Ganso

Entre las pocas personas del lado británico que no estaban atribuladas por el devenir de los acontecimientos se contaban, curiosamente, el Contraalmirante Woodward y el General Thompson. Ambos tenían sus motivos.

Pese a las severas pérdidas sufridas, Woodward, como buen marino, conocía sobradamente un principio básico de la guerra naval: sin importar lo espectaculares que sean los golpes propinados o recibidos, en el mar gana quien permanece. La Marina Argentina se oxidaba en puerto desde el hundimiento del General Belgrano mientras que la Royal Navy, maltrecha o no, permanecía en el mar. Lo que hizo, una vez completado el desembarco, fue retroceder sus posiciones tanto como pudo sin denegarle apoyo a las unidades presentes en Isla Soledad. Importantes fuerzas de reserva, como los miles de hombres a bordo del Queen Elizabeth II, fueron derivados a las islas Georgias del Sur. Sus suministros y refuerzos, en vez de viajar directamente a las Malvinas, describían un semicírculo que los situaba fuera del alcance de la aviación argentina. Sí, la Royal Navy había sufrido severas pérdidas, pero no era la primera vez que ocurría en su historia ni sería la última. El hecho es que continuaba siendo la dueña del mar.

El general Thompson, responsable de las fuerzas terrestres, también tenía sus propios motivos para no perder la moral. En último término las guerras las ganan quienes conquistan la tierra y, desde su punto de vista, el desembarco había resultado un éxito total sólo oscurecido por la destrucción de los equipos a bordo del Atlantic Conveyor y el Sir Lancelot. En general, todos sus hombres habían llegado a tierra junto con la mayor parte del material, estaban bien establecidos y protegidos contra ataques aéreos tanto por sus propios sistemas antiaéreos como por las patrullas de Harriers y sus líneas logísticas, aunque amenazadas, seguían abiertas. Frente a él, 12.000 hombres del Ejército y la Marina argentinos. Pero 12.000 hombres esencialmente aislados excepto por el par de contenedores que los transportes Hércules acertaban a transportar cada noche desde el continente.

El Brigadier Thompson decidió que era imprescindible cerrar la bolsa en que yacía el enemigo lo antes posible, confinándole a los alrededores de Puerto Argentino, atrapándole entre sus propias fuerzas y el mar dominado por la Royal Navy. Y al mismo tiempo, establecer rápidamente una cabeza de playa desde el interior en la costa este de Isla Soledad, de tal modo que su línea logística no tuviera que penetrar en las peligrosas aguas del estrecho de San Carlos, ahora conocido como «el callejón de las bombas». De esa forma, los suministros y refuerzos podrían llegarle directamente desde el océano, su océano.

Orden de batalla
Fuerzas argentinas Fuerzas británicas
• 12º Regimiento de Infantería. • 4 compañías del 2 PARA.
• 1 compañía del Regimiento de Infantería 25 (tipo Ranger).
• 1 batería artillera de 105 mm. • 3 piezas de artillería de del 29º Comando con casi mil proyetiles de calibre 105mm y una unidad Milan antitanque.
• 1 sección del Regimiento de Infantería 8 (3º sección compañía C).
• defensa antiaérea AAA pesada (Oerlikons de 35 mm y similar). • 2 unidades Blowpipe.
• apoyo aéreo limitado por el mal tiempo. • helicópteros Scout de reconocimiento y apoyo aéreo de 3 Harriers al anochecer del 28.
• breve apoyo naval de la fragata HMS Arrow con 135 proyectiles de calibre 114m.
Total RRHH:
• Más de 700. • Unos 600 hombres.
(Comandante: teniente coronel Italo Piaggi) (Comandantes: teniente coronel Herbert Jones —caído— y mayor Chris Keeble)
Mitad norte de Isla Soledad (topónimos ingleses). Obsérvese que la conquista del corredor entre Darwin y Goose Green parte Isla Soledad en dos mitades y libera paso desde el punto de desembarco en San Carlos hacia el océano, al Este.

El primer punto de ataque resultaba, pues, evidente; y ya durante las primeras inserciones lo tuvieron en cuenta. El lugar sería Goose Green (Pradera del Ganso). Si las fuerzas del Batallón de Paracaidstas 2 (2 PARA) insertadas en Darwin lograban tomar esta posición (y de paso, su aeródromo) las fuerzas argentinas quedarían rodeadas en la mitad norte de Isla Soledad, al otro lado de las montañas, y él tendría acceso a un corredor costero hacia el océano. La primera batalla terrestre de la Guerra de las Malvinas sólo podía ocurrir, pues, en la Pradera del Ganso.

Poco después de la medianoche del 28 de mayo de 1982 el 2 PARA partió del lado occidental del extremo norte del istmo que divide Isla Soledad en dos. Las compañías B y D penetraron en el istmo, mientras que la A se situó al este. La compañía A iniciaría el ataque desde allí, tomando Burntside House sin hallar presencia argentina. A las 03:30, las compañías B y D se dirigieron a la posición Colina Boca (Boca Hill). De pronto, recibieron densas ráfagas de fuego enemigo. La batalla de Goose Green había comenzado.

Esquema de la batalla de Goose Green.

Mientras tanto, la compañía A del mayor Dair Farrar-Hockley siguió su camino hacia el sur para encontrarse con una sección del Regimiento de Infantería 25 en la colina Darwin. En la lucha subsiguiente, los argentinos detuvieron el avance de la compañía A pese a sufrir severas pérdidas que incluyeron a su comandante, el teniente Roberto Estévez. El ataque británico había sido detenido.

El soldado conscripto Sergio Rodríguez del Regimiento 25 (tipo Ranger) fue herido en ese combate disparando las últimas bandas de su ametralladora MAG. En una edición especial del diario Tiempo Argentino (Mayo de 1983, pág. 10) relata así la muerte del teniente Estévez:

" ... llegó a mi posición el teniente Estévez herido con dos balazos en el cuerpo, en la pierna derecha y en el brazo, que lo tenía colgado. Me preguntó si estaba herido, que lo de él no era nada (...) seguía dando órdenes y haciéndonos sostener el combate, mientras el con su único brazo sano se comunicaba con el comando, dando toda la información sobre el enemigo. No se como los ingleses habían tomado posiciones tan altas. Estaba hablando por radio a mi lado cuando recibió otro balazo en la cabeza que le entró por el pómulo derecho. El impacto lo tiro para atrás a Estévez. Yo ya no tenía miedo ni nada. Era como que esperaba tener a tiro a un inglés, o lo mató yo a él, o el me mata a mi. Y el teniente desangrándose... Hubo un momento en que me rozaron dos esquirlas la cabeza, y el teniente Estévez que agonizaba en silencio, me pide que me ponga el casco de un muerto. Me caían los hilitos de sangre por la cara. Cuando me volví a mirarlo, mi teniente Estevez había muerto..."

El teniente coronel H. Jones, al mando de la operación, no deseaba verse envuelto en una batalla estática con fuerzas netamente inferiores en número, y además sus órdenes eran tomar Goose Green con la mayor rapidez posible. Hizo acto de presencia en la compañía A y dirigió personalmente una carga contra la colina Darwin. A las 10:30 aproximadamente, caería mortalmente herido en un confuso episodio.

La versión oficial británica declara que Jones cayó al asaltar en solitario un nido de ametralladoras enemigo, y que tal exhibición de valor inspiró a sus subordinados. La versión argentina difiere notablemente de este relato heroico y cargado de romanticismo: detenidos por el fuego de los defensores de Darwin en un sendero entre dos campos minados, de pronto tres paracaidistas se sacaron sus cascos y los agitaron en lo alto. El oficial argentino, subteniente Juan José Gómez Centurión, aceptó dicho pedido de parlamento y se encontró en la tierra de nadie con un oficial que se presentó como el teniente coronel Jones y que lo intimó a rendirse. Estupefacto y furioso, Gómez Centurión dio por terminado el diálogo y cada jefe volvió con sus hombres: en ese momento una ametralladora inglesa que había aprovechado la tregua para flanquear la posición enemiga abrió fuego alcanzado a tres argentinos. Gómez Centurión se dio vuelta y avistó al oficial enemigo agazapado tras un alambrado, disparándole dos veces con su fusil: Jones resultó alcanzado en el cuello y moriría poco después.

Ahora había dos combates en marcha en las alturas de Darwin: una alrededor de la bahía Darwin, y otra de igual ferocidad frente a Boca House, defendida por el subteniente Guillermo Aliaga al mando de la 3ra Sección de Tiradores del Regimiento 8. La defensa es tenaz, pese al masivo asalto con morteros, ametralladoras y proyectiles antitanque. En la colina Darwin el pelotón del Regimiento 12 al mando del subteniente Ernesto Peluffo defendía tenazmente sus trincheras. Se destaca el valor del subteniente Peluffo, que agota su munición y se reabastase varias veces con la del personal caído. Su ejemplo impulsa a los soldados concriptos. Aquí «los defensores argentinos lucharon encarnizadamente», según los autores Max Hastings y Simon Jenkins (La batalla por las Malvinas, p. 270, Editora Emece, 1984).

Con el apoyo de la unidad Milan antitanque, que destruyó numerosas posiciones argentinas, la compañía A del 2 PARA se hizo finalmente con la colinas Darwin Boca. Pero la resistencia es fiera y el plan concebido originalmente por el fallecido comandante Jones, un fracaso. Tras una severa reorganización en medio del combate, los paracaidistas británicos logran por fin superar las alturas de Darwin a primera hora de la tarde del día 28 y descender hacia Goose Green. Pero el combate no se detiene: mientras las compañías C y D están tomando la base aérea y escuela de la población, siguen los tiroteos. Poco antes del anochecer —a las 5 de la tarde, tan avanzado está el invierno— y aprovechando un instante de buen tiempo se produce un ataque aéreo argentino y otro británico, que apenas logran causar daños en tierra. Sin embargo un Pucará y un Aeromacchi argentino caen abatidos.

Saldo de la batalla de Goose Green
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
• Aprox. 50 muertos. • 15 Paras (+2 otros) muertos .
• Aprox. 120 heridos. • 64 heridos (fuente)
• 1.083 prisioneros.
• Abundante material.
• 3 Pucará. • 1 Sea Harrier (4 de mayo) 1 Harrier GR.3 (27 de mayo)
• 1 Aeromacchi MB.339. • 1 helicóptero Scout.
Resultados estratégicos
• Goose Green capturado por los británicos.

Durante el anochecer, Keeble ofrece a Piaggi que se rinda en términos honorables. Ante la extrema violencia de los combates y la elevada pérdida de vidas, Piaggi accede. Goose Green cayó en manos británicas después de 14 h de combate pero a un precio muy alto. Cuando amaneció yacían 15 paracaidistas, 1 Ingeniero Real y 1 piloto británico muertos, más 64 heridos. Más de mil argentinos fueron hechos prisioneros. Serán repatriados vía Montevideo. La posición estratégica británica en Isla Soledad está consolidada, y sus enemigos embolsados. A partir de ahora, ya es sólo una cuestión de tiempo que la guarnición argentina en las Malvinas colapse.

Goose Green fue una derrota argentina en el sentido obvio de que se rindieron y entregaron la posición al enemigo, pero desde el punto de vista puramente militar no lo fue tanto. Si bien la decisión de recurrir a fórmulas de guerra estática netamente obsoletas fue un error, lo cierto es que la fuerza argentina no fue derrotada en el campo de batalla y probablemente no lo habría sido en muchos días si hubieran decidido defender la posición hasta el final. Como hemos visto, el plan del difunto teniente coronel Jones era un fiasco y su sucesor tuvo que cambiarlo a mitad de la batalla. Por su parte, el plan de Piaggi y su cadena de mando tampoco eran brillantes. Ambas partes cometieron numerosos errores que podían haber prolongado los combates mucho tiempo, obligando al Reino Unido a dedicar recursos muy superiores y facilitando un posible contraataque desde Puerto Argentino. No obstante, la decisión de Piaggi —autorizada por sus superiores en Puerto Argentino— fue prudente y mesurada. Realmente no es una obligación militar combatir hasta el último hombre sin esperanza alguna.

En San Carlos, el general Thompson estaba contento. Pero tenía otro problema. Los helicópteros con que contaba para una rápida acción aeroterrestre contra Puerto Argentino no eran más que hierrajos a bordo del calcinado Atlantic Conveyor. Las tropas británicas tendrán que avanzar a pie, a través de las montañas heladas. Será un largo camino.

Golpes entre los hielos

El día 30 se produce la operación más importante de la Fuerza Aérea Argentina cuyo saldo, pese a los éxitos de los días precedentes, es confuso. Sabían que el almirante Woodward había retirado sus buques tan hacia el este como le fue posible sin dejar desprotegidas a sus fuerzas en las Malvinas, y también sabían que con 3.800 británicos ya desembarcados y sus fuerzas embolsadas sólo una serie de golpes devastadores podían evitar la derrota. En particular, era de esencial importancia detener las patrullas de Harriers, que se venían demostrando abiertamente superiores en combate aéreo a cualquier cosa que la fuerza aérea y aeronaval argentina pudiera oponerles. Por arriesgado que fuera, había que atacar a los portaaviones. Al mismísimo corazón de la flota británica. Durante los días anteriores se había establecido firmemente la posición del HMS Invincible en 51°38'S 53°38'W. Sería, pues, el Invincible.

El portaaviones británico HMS Invincible visto desde el USS George Washington en 1998.

En la mañana del día 30 despegaron de Río Grande cuatro Skyhawks con bombas de 250 kg retardadas por paracaídas —para evitar los fallos de detonación que impidieron la destrucción de grandes objetivos los días anteriores— y dos Super Étendards, uno de los cuales transportaba el último Exocet AM.39 aire-superficie de Argentina.

Tras reabastecerse en vuelo, atacaron desde el sur. El primero en disparar fue un Super Étendard, lanzando su Exocet contra un blanco de gran tamaño nítidamente detectado en su radar. Cumplida su misión, los Super Étendards se dieron la vuelta para retornar a base. Sin más Exocets disponibles, su papel en la guerra había finalizado.

Los Skyhawks, en cambio, utilizaron la estela del Exocet para guiarse hacia el blanco. De pronto, observaron «una gran columna de humo negro en el horizonte». El Exocet, una vez más, había alcanzado a algo. Pero al mismo tiempo había puesto en alerta al portaaviones y su escolta, la fragata HMS Avenger. Cuando los pilotos argentinos llegaron, se encontraron con densas capas de humos negros y neblinas blancas generadas por los dos buques para ocultarse, por lo que no pudieron evaluar qué clase de daños había ocasionado el Exocet (según la versión británica fue detectado aproximándose y destruido con un disparo DP de 114 mm, pero parece bastante improbable que un disparo de 114 mm intercepte a un ágil misil antibuque). También se encontraron con algo más: una densa barrera de fuego antiaéreo. Cuando ya tenían claramente al HMS Invincible en las miras, un misil Sea Dart derribó al avión líder y el fuego antiaéreo al del 1er teniente Omar J. Castillo, tan cerca que uno de sus motores cayó sobre el ascensor de aeronaves del portaaviones produciendo un pequeño incendio. Ambos pilotos resultaron muertos.

Pero los otros dos lograron lanzar sus bombas y escapar del área a gran velocidad, perseguidos por misiles y balas. Echaron un último vistazo a su blanco desde lejos, y aseguran haberlo visto envuelto en «un humo denso y negro». Sin embargo, la versión británica de la historia tampoco está de acuerdo. Asegura que los pilotos argentinos, entre tantas neblinas, confundieron al Invincible con la Avenger y sus bombas fueron a parar al mar. Lo único cierto es que el HMS Invincible tardaría dos meses en regresar a puerto después de la guerra, y cuando lo hizo llevaba un gran rectángulo recién pintado en el lateral atacado.

Ese mismo día, ocurrió un incidente en tierra que demostró el coraje del personal de cuadros del Ejército Argentino. Durante las operaciones preliminares de reconocimiento para el avance hacia Puerto Stanley, 19 hombres de la Brigada de Comandos 3 al mando del capitán Rod Boswell apoyado por un helicóptero Sea King entraron en contacto con la 1ra Sección de Asalto a cargo del capitán Jose Vercesi de la Compañía de Comandos 602 establecida en el llamado Caserón de Top Malo. Durante el combate murieron el teniente Ernesto Espinoza y el sargento primero Mateo Sbert. El primer soldado británico herido en combate fue uno al que le destrozó la bazuca con un fusil Magnum 300 con mira telescópica nocturna el teniente Espinoza (que era tirador especial). Pero después el teniente recibió un impacto de lanzacohete descartable y estalló, por los explosivos y las granadas que llevaba en su equipo. La casa se incendió y los comandos argentinos salieron combatiendo. El teniente primero Horacio Losito salió herido de la casa, tenía incrustada una esquirla en la cabeza y buscó cubrirse. Pero antes recibió otro disparo en el muslo.

Los comandos argentinos estaban equipados con munición perforante, es decir, mortal. Losito tomó cubierta en una zanja, donde por la pérdida de sangre comenzó a sentir que sus fuerzas se estaban acabando. Vio cómo dos soldados británicos se acercaron a él disparando sus pistolas ametralladoras. Apuntó a uno y le colocó un tiro. Cuando quiso apuntarle al otro, perdió fuerzas, se le nubló la vista y no pudo disparar su fusil FAL. Todo eso sucedió en cuarenta minutos. Acto seguido fue tomado prisionero y atendido de sus heridas por los soldados británicos. Dos argentinos resultaron muertos, seis heridos y los últimos cinco cayeron prisioneros. los británicos sufrieron cuatro bajas.

Entre el 29 y 31 de mayo se producen violentos combates sobre las laderas del monte Kent. Los jefes de las Compañías de Comandos 601 y 602 planeaban una operación para ocupar colinas más o menos sobre la línea del monte Kent. Los mayores Mario Castagneto y Aldo Rico iban a llevar a las dos compañías de comandos a «enterrarlas» para después tomar a los helicópteros británicos por sorpresa. Sacaron cinco patrullas el 29 de mayo, al otro día iba a sumarse el Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la Gendarmería Nacional a órdenes del mayor José Spadaro. Pero al día siguiente los helicópteros ya no podían salir por las alertas aéreas. Sólo lo hizo un Puma, con 17 comandos de la Gendarmería, pero fue alcanzado por fuego terrestre (posiblemente propio) y murieron 6 gendarmes. Como simple muestra de lo vivido en los combates con las patrullas del Escuadrón D del Special Air Service (SAS) se reproduce un fragmento del Informe Oficial del Ejército Argentino referido a la "Cruz al Heroico Valor en Combate" otorgada al teniente primero Rubén Márquez, que se pone al frente de la 2da Sección, seguido a corta distancia por el sargento primero Oscar Blas.

"Oponerse a una fracción enemiga superior en número en ocasión en que integraba una patrulla de exploración que operaba en una zona ocupada por el enemigo. Alertar con su acción a sus camaradas y combatir hasta lograr que estos se replegaran, ofrendando su vida en esta acción."

Ambos comandos son abatidos por el fuego automático del enemigo, pero permiten al resto de la patrulla de la 602 replegarse. Por su conducta ambos recibieron la más alta condecoración argentina la "Cruz al Heroico Valor en Combate".

Las patrullas del SAS sufren cuatros heridos graves, mientras que causan a los comandos argentinos ocho muertos y nueve heridos.

El 1° de junio, 5.000 hombres de la Brigada de Infantería 5, de los gurkhas y de la Guardia Galesa y Escocesa más desembarcan en San Carlos, donde se sospecha que ya opera una pista para Harriers. Ahora las fuerzas terrestres están casi igualadas en número. Un misil Roland de fabricación francesa abate desde Puerto Stanley al penúltimo avión que los ingleses perderán en la guerra, un Sea Harrier FRS.1.

Ahora hay avanzadillas británicas a 20 km de Puerto Stanley y el Batallón 42 de Comandos ha tomado los montes Kent y Challenger, donde se empiezan a acumular sus fuerzas en medio de un tiempo espantoso. Ahora, los buques, la artillería y los aviones británicos bombardean casi constantemente las posiciones argentinas. En estas circunstancias debe destacarse la valerosa actitud del capitán Carlos López Patterson, quien bajo el fuego enemigo, recorre las posiciones en el cerro Dos Hermanas, asistiendo moralmente al personal.

En esas recorridas, una cosa que siempre me emocionaba era que, mientras saludaba al subteniente Llambias Pravaz, los soldados de esa sección aplaudían y vitoreaban. Debe de ser porque notaban que les reconocía el valor que estaban adquiriendo en ese lugar. Porque estaban muy solos, esperando al enemigo, sólo ellos y sus almas. O, tal vez, porque al ver al jefe que va a decirles dos palabras - gesto fraternal de una persona joven hacia otras personas jóvenes - sentían revivir sus ganas de pelear. Un día, se me acerco un chico y me dijo "Ya que nos ha tocado bailar en esta, vamos a hacerlo bien. Vamos a apoyar al subteniente que esta enfermo y sigue igual con nosotros. Tenemos que ayudar al que se le congelen los pies, o al que se asuste. Porque de aquí salimos todos o no sale ninguno." ¿Qué podía contestarle? (HECTOR SIMEONI, Malvinas: Contrahistoria, páginas 100/101, Editorial Inédita, 1984)

Como jefe de la Compañíaa B del Regimiento de Infantería 6 "General Viamonte", el mayor Oscar Ramón Jaimet habla de sus subordinados de ese entonces.

Allá, todo el mundo ha compartido los mismos riesgos, las mismas privaciones y las mismas actividades, además del mismo frío y los mismos pozos que se llenaban de agua. Ha habido una tendencia a crear diferencias - o hacer creerlas- entre la vida que desarrollaba el oficial, el suboficial y el soldado. Mis jefes de sección (los subtenientes Aldo Franco, Augusto La Madrid, Guillermo Robredo y Guillermo Corbella) dormían con los soldados. Yo dormía con los soldados en la posición. (Malvinas: Contrahistoria, pagina 84)

Numerosos soldados conscriptos rescatan y valoran con objetividad la tarea de los cuadros en Malvinas. Rubén Gaetan integró la Compañía de Ingenieros de Combate 601 durante la contienda.

Mi jefe inmediato era el cabo Domingo Villarreal que nos dirigía con eficiencia y camaradería. Pero mi mejor recuerdo lo tiene el cabo primero Miguel Galarza, un soldado profesional y todo un ejemplo de hombre. Nos cuidaba como un padre. Basta este ejemplo. En los primeros días de junio, durante una madrugada en que soportamos un intenso canoneo naval y ataque de artillería enemiga, como los proyectiles caían directamente sobre nuestras posiciones, Galarza nos hizo retirar a sitios mas seguros. Villarreal y el teniente Horacio Blanco se quedaron donde nosotros estábamos. Recuerdo que me pidió mi FAP y me entrego su FAL. Aquel cañoneo fue salvaje y Galarza y sus companeros terminaron también retirándose y llegaron hasta nosostros. Menos mal que fue así. Cuando le pregunte por mi arma, me dijo que la había perdido al regresar. Un proyectil había dado de lleno donde ellos estaban un rato antes. En el y los que se queadaron a su lado sentía la protección del soldado profesional hacia nosotros, humildes conscriptos y desde luego, el inmenso valor que tales oficiales y suboficiales demostraron. (Así peleamos, pagina 154)

Sobre el aprovisionamiento de aquellos días, Julio Lago (soldado ranchero del Regimiento 7 "Coronel Conde") muestra su particular visión.

De entrada hacíamos tres comidas por día, después se hicieron dos y al final, una. Te levantabas a las cuatro de la mañana y preparabas un mate cocido; después ya entrabas con la comida que se repartía a mediodía, otra más que se repartía tipo cuatro, cinco de la tarde, y a preparar todo para el otro día. Y así era continuamente. El problema era que amanecía a las diez de la mañana o a las nueve, y oscurecía a las tres y media. Con el toque de queda no se podía circular de noche, o sea, no había tiempo para andar repartiendo la comida.

Continuando con esta linea de pensamiento el soldado conscripto clase 63 Francisco Montenegro del Regimiento de Infantería 1 "Patricios" explica su modo de analizar la realidad.

Por supuesto que el aprovisionamiento era deficiente, por una razón muy sencilla, era el aprovisionamiento en condiciones de guerra, el terreno no permitía el desplazamiento de un jeep remolcando una cocina de campana, sin hablar del continuo acecho del enemigo. No hay guerra en la que el soldado no haya pasado hambre y frío, eso es parte del negocio. (Así Peleamos, página 216).

El 3 de junio un ataque de los Black Buck destruye un director de fuego Skyguard. Esa noche una nueva misión de exploración a cargo de una patrulla al mando del teniente primero Jorge Vizoso Posse de la 602 detecta escasa presencia enemiga en monte Challenger lo cual ofrece un flanco favorable para atacar la artillería enemiga, aunque la ocasión es desaprovechada por los responsables de la defensa. Durante la noche del 4/5 de junio el radar Rasit del Regimiento 7 en monte Longdon detecta el movimiento de tres tiradores especiales del 3 PARA, abriéndose el fuego hacia ese personal con morteros y artillería. Dichos paracaidistas se repliegan como consecuencia del fuego recibido.

El 5 de junio la 3ra Sección de la 602 a cargo del capitán Andres Ferrero al cual acompaña el mayor Aldo Rico logra desalojar del monte Wall al pelotón a cargo del teniente Tony Hornby del Batallón de Comandos 42, con el apoyo coordinado de fuego del Grupo de Artillería 3 aunque deben abandonar la posición pocas horas más tarde para no quedar atrapados en el dispositivo enemigo. El 6 de junio la 2da Sección de la 601 liderada por el capitán Ruben Figueroa se propone tender una emboscada en el puente sobre el Rio Murell a elementos avanzados del 3 PARA, sorprendidos desde una elevación rocosa por dos patrullas al mando de los cabos Haddon y Brown y luego de un providencial intercambio de disparos sufren un herido pero logran poner en fuga a 30 paracaidistas británicos capturando equipos de comunicaciones, claves y material. (Véase la versión británica PETER HARCLERODE, PARA!: Fifty Years of The Parachute Regiment, paginas 344-345, Arms and Armour Press, 1993) Mientras tanto el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas aprobó la resolución 505, que designa mediador a Pérez de Cuéllar. El día 5, EE.UU. y el Reino Unido vetan un nuevo proyecto de alto el fuego.

Para el general Moore, ahora comandante de las fuerzas terrestres británicas, la «crisis de las Malvinas» está prácticamente resuelta. El cerco sobre Puerto Stanley ya se halla casi cerrado. Tan sólo deben desembarcar unas unidades de la Guardia Galesa y Escocesa en Fitzroy y Bahía Agradable, directamente al sur de la capital malvinense. Junto con ellos llegan numerosas piezas de mortero y antiaéreos Rapier.

La Brigada 5 británica había recibido la misión de abrir un nuevo frente al sudoeste de Puerto Stanley, y el 2 de junio el único helicóptero Chinook que había sobrevivido al hundimiento del Atlantic Conveyor depositó en dos vuelos 156 soldados del Batallón 2 de Paracaidistas en Fitzroy. Este contingente fue reforzado en la noche del 5 de junio por Guardias Escoceses transportados por los cuatro LCU del Intrepid: la travesía no careció de imprevistos, y sólo a último momento se evitó que el destructor HMS Cardiff atacara por error al pequeño convoy (el ansioso capitán del Cardiff había derribado una hora antes con un Sea Dart un helicóptero desconocido, que finalmente resultó ser un Gazelle propio: los cuatro tripulantes murieron). A la noche siguiente el procedimiento fue repetido por el Fearless con los Guardias Galeses a bordo, pero la imposibilidad de desembarcarlos a todos motivó el regreso del buque a San Carlos para evitar ser sorprendido por las luces del día fuera del fondeadero: a fin de no volver a arriesgar las preciosas naves de desembarco se decidió entonces que el Sir Galahad transportaría a los trescientos soldados restantes a Fitzroy, acompañado por el Sir Tristram cargado de munición y abastecimientos.

La actividad de la aviación argentina durante las dos semanas anteriores había sido relativamente débil y, cuando a las siete de la mañana del 8 de junio el Sir Galahad ancló en Fitzroy, nadie previó la tragedia que pronto se desencadenaría. Los Guardias Galeses, que debían reunirse con las dos compañías restantes en Bahía Agradable, se negaron a realizar la marcha a pie e insistieron en permanecer en el buque hasta que éste los depositara en su destino final: con esta decisión sellaron su suerte. Sucedió entonces lo inevitable. A las 13:50 cinco A-4B Skyhawk se abalanzaron sobre las naves británicas, alcanzando al Sir Galahad con tres bombas y al Sir Tristram con dos: 51 hombres murieron y alrededor de 150 resultaron heridos, muchos de ellos con espantosas quemaduras. Este ataque coincidió con el de cinco Dagger contra la fragata HMS Plymouth en la boca norte del estrecho de San Carlos: si bien el objetivo de la formación era Fitzroy, en una decisión comprensible pero cuestionable los pilotos atacaron al buque de guerra, alcanzándolo con cuatro bombas que no explotaron y provocando un grave incendio. Una segunda oleada de Skyhawks perdió tres aviones al ser interceptada por una patrulla de Sea Harrier, aunque pudo hundir antes a la lancha de desembarco Foxtrot 4 (los seis tripulantes murieron) cuando ésta intentaba alcanzar San Carlos. Así concluyó el que ha sido llamado con justicia «el día más negro de la flota».

Dos días más tarde la 602 reagrupando todos sus efectivos disponibles al mando del mayor Rico se moviliza por tierra hasta las cercanías del Río Murrell colocándose a 700 m del cerro Dos Hermanas junto al Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la Gendarmería Nacional utilizando nuevamente el apoyo de fuego coordinado del Grupo de Artillería 3 desde Puerto Stanley. La acción resulta en un áspero combate con 50 hombres a cargo del teniente David Stewart del Batallón de Comandos 45 cuyo balance arroja dos muertos de estos últimos, confirmadas, a manos del teniente primero Vizoso Posse a pesar de encontrarse seriamente herido y la muerte del sargento Mario Cisneros. (Véase la versión británica BRUCE QUARRIE, The Worlds Elite Forces, paginas 53-54, Octopus Books Limited, 1985)

El 11 de junio llega el Papa Juan Pablo II a Buenos Aires para «orar por la paz». Es recibido por manifestaciones multitudinarias y enfervorizadas. Paralelamente, la diplomacia vaticana está también intentando llegar a un alto el fuego negociado. El sistema de alianzas de Occidente está resultando demasiado dañado por el conflicto. Pero a estas alturas y después de todas las pérdidas sufridas, el Reino Unido y su aliado Estados Unidos necesitan una victoria total para recuperar su credibilidad militar.

El colapso

Imagen satelital de las islas Malvinas (verano austral de 1999).

El 11 de junio al anochecer, las fuerzas británicas inician el asalto final sobre Puerto Argentino y sus alrededores. La Armada de los defensores permanece anclada en puerto, y su aviación apenas da ya más de sí: han perdido decenas de aviones y pilotos, el material está muy deteriorado por las constantes operaciones y los alcances, no quedan Exocets; apenas algún avión de transporte consigue lanzarles uno o dos contenedores protegido por la noche. El bombardeo de sus posiciones desde el mar, el aire y la tierra es continuo. Circulan rumores sobre la eficacia y letalidad de las tropas británicas. Los soldados conscriptos que aún defienden las Malvinas comienzan a perder la moral.

El mando británico considera que un ataque diurno es demasiado peligroso, y deciden proceder a través de los montes que rodean a Puerto Argentino por la noche para no verse sometidos al mismo mortífero castigo de Goose Green. Durante la noche del 11 al 12, los royal marines británicos toman el monte Harriet a través de un campo de minas y bajo intenso fuego de artillería. Sobrepasado por la Compañía L del Batallón de Comandos 42, durante toda esa noche, un soldado conscripto de la Compañía B del Regimiento 4, lo hostigó y perturbó como tirador nocturno, hasta ser herido mortalmente. El monte Longdon y Dos Hermanas caen también a manos del 3 PARA y del Batallón de Comandos 45, pero no sin una feroz lucha.

Fue en el cerro Dos Hermanas donde el teniente Luis Martella del Regimiento 4 falleció al cubrir el repliegue de sus soldados conscriptos. En un momento determinado del ataque la Compañía Z del Batallón de Comandos 45 fue detenida en su avance durante horas por el soldado Oscar Poltronieri a órdenes del subteniente Aldo Franco de la Compañía B del Regimiento 6. Relata Potronieri:

Yo estaba en el monte Dos Hermanas. Adelante nuestro estaba el Regimiento 4 de Corrientes. Al costado teníamos al Regimiento de Infantería 7 de La Plata. Lo pasábamos todo el día en la trinchera. A veces bajábamos del cerro para matar un par de ovejas, sancocharlas así nomás y comerlas. Cuando venía un compañero de curso del teniente que me mandaba a mí, que se llamaba Llambías Pravaz, yo le pedía los binoculares y él me los prestaba. Así vi cómo desembarcaron los ingleses. Pasaron unos días desde el desembarco hasta que llegaron adonde estábamos nosotros. Tomaron todo a las corridas. Los gurkhas mataron a un montón del Regimiento 4 de Corrientes. Y a nosotros nos rodearon así, en forma de medialuna. Yo estaba arriba, en el monte, cuando los veo, serían las cinco o las seis de la mañana, en medio de la neblina. Allí matan a tres o cuatro de los soldados nuestros, todos cerca mío: a uno que tiran un morterazo que cae cerca mío y una esquirla le vuela la tapa de la rodilla, limpita, y se desangra; cuando llega al hospital de Puerto Argentino llega desangrado. A otro una esquirla le da en la espalda. Y a otro que trepa un poco el monte para montar la ametralladora también lo bajan con una ráfaga de ametralladora. Ese era Ramón, que era amigo mío...

Como simple muestra de lo vivido en la noche, se reproduce un fragmento del relato del capitán Ian Gardiner del Batallón de Comandos 45 en el libro Above All Courage (‘Más allá de todo coraje’, Pen & Sword Books, 2002) referido a las capacidades y el espíritu de lucha de la 3ra Sección de Tiradores del subteniente Marcelo Llambías Pravaz en las estribaciones del cerro Dos Hermanas en cercanías del río Murrell:

Un cuadro duro de unos veinte hombres [argentinos] había permanecido detrás y había luchado, y eran hombres valientes. Los que quedaron y lucharon tenían algo. Yo por mi parte no desearía hacer frente a mis infantes de marina en batalla.

La batalla por monte Longdon comenzó cuando el cabo británico Brian Milne pisó una mina antipersonal que le arrancó una pierna. La explosión de la misma, y el alarido posterior, pusieron de sobre aviso a unos infantes de marina argentinos sirvientes de una de las ametralladoras Browning 12.7 que de inmediato hicieron fuego hacia abajo en la ladera oeste. A eso de las 02:00 hubo que emplear a la 1ra Sección del subteniente Raul Castañeda de la Compañía C del Regimiento 7 a órdenes del capitán Hugo García para reforzar y contraatacar en monte Longdon.

Estos soldados conscriptos pelearon como leones. De esa sección es el soldado Leonardo Rondi, que armado con su fusil FAL llegó a la pelea cuerpo a cuerpo como estafeta a pie hasta que se le agotaron las municiones y volvió con un trofeo de valor singular: una boina colorada con distintivo del 3 PARA. Solamente 21 argentinos de los 46 que habían participado en el contraataque alcanzan sus posiciones en Wireless Ridge. El resto ha quedado muerto, herido o hecho prisionero. El brigadier Julian Thompson dijo acerca del contraataque en monte Longdon:

En un momento determinado estuve a punto de retirar mis paracaidistas de monte Longdon. No podíamos creer que estos adolescentes disfrazados de soldados nos estuvieran causando tantas bajas.

[1]

En ese momento las jefes de la 2da, 3ra Sección y la Sección de Morteros (sargento primero Raul Gonzalez, teniente primero Enrique Neirotti y el sargento primero Pedro López habían sido heridos).

Aproximadamente a las 05:00, el soldado conscripto Horacio Cañeque, vio cómo algunos paracaidistas (los remanentes de los pelotones 4 y 5 de la Compania B del 3 PARA)avanzaban al puesto de comando en monte Longdon (en cercanías de Wireless Ridge) del mayor Carlos Carrizo sobre su flanco derecho. Cañeque disparaba su FAL de a dos proyectiles comunes y uno trazante para precisar la puntería, mientras estallaban bengalas y explosivos por todas partes. Ante los autores de Así peleamos: Malvinas (testimonios de veteranos del ejército), (Biblioteca Soldados, 1999), Cañeque recuerda:

Se escuchan gritos y órdenes en inglés. Comienzo a insultarlos en su idioma. Los insultos son lo primero que se aprende y yo tenía una pronunciación estadounidense bastante buena. Insulto a los gritos, vociferando, durante un rato. Tal vez por acciones como esta, los ingleses luego dirían que en Malvinas hubo American Special Forces o American Snipers.

Los argentinos sobrevivientes de la 1ª, 2ª y 3ª secciones adelantadas pugnaban por seguir combatiendo hasta agotar la munición cerca del puesto de mando del mayor Carrizo Salvadores. Así lo relata el aludido Cañeque, quien había guiado al teniente Castañeda y su pelotón hacia los paracaidistas británicos:

Alejandro Rosas y el cabo Oscar Mussi se treparon a un pico rocoso y disparaban, con gran riesgo, desenfrenadamente, contra una de las MAG que nos hostigaban (habría sido el cabo Vincent Bramley). Poco después el lugar se convierte en un infierno de proyectiles. No pueden mantener la posición. Por suerte logran replegarse.

Frente a esa crítica situación, aproximadamente a las 06:00, el mayor Carrizo ordenó replegarse a los hombres que le quedaban en monte Longdon hacia Wireless Ridge. Para ello, el soldado conscripto Jorge Colombo hizo disparar su ametralladora Browning 12.7 a fin de defender la retaguardia de los que se retiraron de monte Longdon.

Según Julia Solana Pacheco, autora del libro Malvinas: ¿y ahora qué?, seis soldados argentinos (los conscriptos Ramón Quintana, Donato Gramisci, Aldo Ferreyra, Enrique Mosconi, Alberto Petrucelli y Julio Maidana), heridos y hechos prisioneros, fueron fusilados o bayoneteados por los paracaidistas británicos en monte Longdon, ante los ojos del soldado conscripto Néstor Flores y el cabo Gustavo Pedemonte del pelotón del subteniente Juan Baldini.

Entre los heridos estaba el cabo José Carrizo. Cuando en 1993 se conoció el libro Viaje al infierno del ex paracaidista británico Vincent Bramley que denunció el fusilamiento de argentinos en monte Longdon, Carrizo contó su historia. Relató que en aquella madrugada en monte Longdon, sintió que le pusieron la boca de un fusil en la espalda. Levantó los brazos en señal de rendición y un inglés «con ojos de chino» le hizo un gesto con la mano como de que le iban a cortar el cuello. Luego una corta ráfaga de ametralladora le arrancó parte de la masa encefálica y un ojo. Lo dieron por muerto y lo abandonaron allí. Horas más tarde lo salvó un médico británico.

Durante esta noche morirían los tres únicos civiles caídos en el conflicto, tres mujeres malvinenses de Puerto Argentino cuya casa fue alcanzada por un obús británico. Al amanecer del 12, la capital malvinense está a la vista. Temprano el 12 de junio, fueron destacados a las laderas del cerro Tumbledown —al lado de Moody Brook— el mayor Guillermo Berazay y la Compañía A del Regimiento 3, a fin de hacerse fuerte ahí para luego tomar las posiciones perdidas en monte Longdon. Esa oportunidad jamás se daría.

La carencia de munición y medios ofensivos adecuados era crítica, y el ingenio debió suplir su falta: en el mas absoluto secreto, los argentinos montaron un misil Exocet sobre una precaria construcción terrestre y desarrollaron durante semanas la ingeniería necesaria para hacerlo operativo. El sistema fue llamado humorísticamente "ITB", sigla de "Instalación de Tiro Berreta" (berreta significa "de mala calidad"). A las 03:00 hs. del 12 de junio un reducido grupo liderado por el entonces capitán de fragata Julio M. Pérez logró dispararlo con resultado eficaz. A bordo del destructor misilístico clase County HMS Glamorgan, el oficial de navegación Ian Inskip detecta el misil en trayectoria y ordena lanzar contramedidas y virar el buque intentando ofrecer la popa. El misil alcanza al buque por la banda de babor en el hangar de helicópteros, destruyendo al helicóptero Wessex, matando a trece hombres y provocando un fuerte incendio. Renqueante y echando humo, el destructor se aleja. Sobrevivirá, pero la guerra acabó para él.

Un sentimiento muy parecido a la histeria recorre al almirantazgo inglés. Si la aviación argentina ha conseguido más misiles Exocet, entonces la situación actual de toda la flota es muy peligrosa y lo que ya parece una inminente victoria puede tornarse en un nuevo desastre. Londres mueve todos los hilos posibles para saber de dónde ha salido ese misil, pero nadie parece saber nada.

En realidad, la aviación argentina no ha conseguido ningún nuevo misil. Tampoco es el primer Exocet que se dispara contra un buque británico desde Isla Soledad (el primero falló sin ser detectado). Resulta que aunque la flota argentina esté anclada en puerto, sus preciosos lanzamisiles superficie-superficie no tienen por qué quedarse allí. Modificar un Exocet MM38 superficie-superficie para convertirlo en un AM39 aire-superficie estaba más allá del alcance de los ingenieros argentinos, pero no así el desmontar un conjunto de lanzadores del destructor ARA (D-25) "Seguí" junto con su sistema de guía, aerotransportarlo sobre remolques a las Malvinas, ponerlo en funcionamiento y accionarlo dando en el blanco, todo con un mínimo margen para el error. Se trata de una aplicación improvisada de esta arma letal; sin embargo, al segundo disparo efectivo (de 3 intentos totales, uno de los cuales no obtuvo lanzamiento y el otro se perdió sin acertar blanco) lograron inutilizar al HMS Glamorgan en una acción inédita e histórica. Después de la guerra el Reino Unido, habiendo capturado y estudiado el ingenioso dispositivo, retomaría la idea para comercializarlo como «sistema de defensa costera Excalibur».

Pero de momento, la acción contra el Glamorgan detiene el ataque terrestre británico durante todo el día 12, pues el apoyo desde el mar ha quedado en entredicho. No será hasta la noche del 13 que el 2 PARA y el Segundo Batallón de la Guardia Escocesa tomen Wireless Ridge y el monte Tumbledown tras intensos combates contra el Batallón de Infantería de Marina 5 y el Regimiento 7 de Infantería y la Compañía A del Regimiento 3 que la apoyaba.

Un infernal diluvio de acero se abatió sobre las Compañías A y C del Regimiento 7, dañándolos severamente y destruyendo armamento y comunicaciones como paso previo al avance del 2 PARA. Esa noche los obuses de la artillería británica machacaron constantemente las posiciones argentinas con un intenso y preciso fuego que literalmente demolió muchos sectores defendidos por el Regimiento 7 que seria la unidad con más bajas de la guerra: 36 muertos y 152 heridos. «Durante las doce últimas horas de la lucha se descargaron seis mil tiros de artillería», indican Hastings y Jenkins (La batalla por las Malvinas, p. 326, Emecé, Buenos Aires, 1984). En ese bombardeo son heridos el mayor Emilio Nani y los capitanes Hugo García, Jorge Calvo, Carlos Ferreyra y Luis Limia.

Allí estaba el soldado Carlos Daniel Sotelo, uno de los pocos sobrevivientes de la 1ª Sección de la Compañía C del regimiento: "Nos mandaron unos pocos refuerzos, cinco o seis soldados y tres oficiales con una ametralladora pesada MAG, que fueron para adelante, a posiciones que conocíamos bien y que sabíamos que eran muy complicadas: te dabas cuenta que había un esfuerzo desesperado por resistir. Lo peor era escuchar como habíamos escuchado por la radio del comando, los pedidos de ayuda de las otras posiciones: eso te queda en la cabeza para siempre."

Cerca de Puerto Argentino el soldado Raúl Menéndez, del Grupo de Artillería Aerotransportada 4, arrancó ese 14 de junio disparando las últimas municiones de su Batería C.

"Teníamos seis obuses de 105 mm y al amanecer todavía manteníamos un hermoso duelo de artillería con los ingleses. Pero poco a poco se nos fueron rompiendo la mayor parte de las piezas porque si teníamos que disparar a un promedio de diez proyectiles por minuto, nosotros disparábamos treinta por minuto. Cerca del amanecer, había un cañón Sofma de 155 mm que disparaba desde Sapper Hill y una pieza del grupo mío: eran las únicas que disparaban. Me acuerdo que defendíamos el repliegue del BIM 5 (Batallón de Infantería de Marina 5) que se replegaba desde el Monte William."

Lejos de Puerto Argentino y mucho más cerca del enemigo, el teniente Miguel Cargnel batallaba en Wireless Ridge juntos a las fracciones de los tenientes Luis Karbiner y Jorge Guidobono:

El 12 de junio, cuando los ingleses atacaron Longdon, vimos que estábamos muy comprometidos. Y dijimos: «La bandera no». Con el teniente Jorge Guidobono enterramos el asta y los herrajes en nuestra posición de combate. Guidobono se cosió el paño en el interior de la campera de duvet. Y yo me quedé con la corbata y el moño y repartimos las condecoraciones entre otros oficiales. Así nos replegamos el 14 a Puerto Argentino, cuando ya se sabía de la rendición.

El 14 de junio al las 08:45, el jefe de la Compania B del Regimiento de Infantería 6 ordeno al subteniente Aldo Franco otra vez lanzar un contraataque para posibilitar esta vez el repliegue ordenado del Batallón de Infantería de Marina 5 del sector Tumbledown. Cuenta Poltronieri:

A mí me dio como un ataque de locura y empecé a sacudirles con la MAG, que es una ametralladora pesada. Mi abastecedor estaba cansado de ponerle las cintas de balas a la MAG, pero yo seguía tirando. Eran como las nueve de la mañana. Las balas me pasaban cerquita: a las trazantes se las veía clarito. El subteniente me decía: «Vámonos, Poltronieri, que te van a matar...». Pero yo le decía que se fueran ellos. Porque yo sabía que el sargento Echeverría había tenido familia en esos días. Entonces les dije: «Váyanse ustedes que tienen hijos, que tienen familia. Yo no tengo a nadie». Los tipos venían cantando, tirando al aire, como de paseo... y bien chupados [alcoholizados]. Así que no le di bolilla al teniente y me quedé esperando que mi compañía se replegara. Hasta que se me acabaron las balas y empecé a repechar [replegar] para Puerto Argentino. Llegué a la tarde adonde estaba el Batallón de Infantería de Marina 5. Les pregunté si sabían dónde estaba el 6 de Mercedes, porque yo quería juntarme con los míos. Me dijeron que cerca del cementerio, que era el punto de reunión. Cuando me vieron no lo podían creer: me habían dado por muerto. Allí me enteré de que se habían rendido a las diez de la mañana. Y recién como a las tres de la tarde nosotros habíamos dejado de combatir. Cuando vimos la bandera blanca colgada en el mástil, la mayoría nos largamos a llorar.

Esa noche hubo una gran manifestación en Buenos Aires exigiendo la no rendición; no es posible inflamar a una sociedad como lo hizo la Junta y luego pretender que no reaccione. Galtieri ha prohibido a Menéndez que se rinda. Desde el continente, la maltrecha Fuerza Aérea Argentina aún intenta asestar sus postreros golpes. Hay un último plan peruano de paz en marcha.

Amaneció el domingo 14 de junio, con un intenso frío que congelaba a los soldados en Puerto Argentino. Aproximadamente a las 9 el general Menéndez despachaba un radiograma a sus superiores en Comodoro Rivadavia, haciéndole conocer la situación. Poco después fueron empleados los desafiantes remanentes de la Compañía B del Regimiento 7. Con el mayor Carlos Carrizo y el capitán Raúl Daneri a la cabeza se intentó un contraataque. Cuenta el soldado Horacio Cañeque:

El mayor iba al costado de la fila. Por momentos estaba en la punta de la columna. A veces se perdía atrás, verificando si todo estaba en orden. El capitán Raúl Daneri iba al frente. ...En eso estamos cuando nos llega desde la oscuridad del camino un grupo numeroso de soldados. Vienen caminando rápido y muchos se confunden con nuestra improvisada compania . Hay cansancio, temor y esperanza en esos ojos. Hay abrazos de amigos que no pensaban volver a verse. Hay fusiles y cargadores repletos tirados al costado del camino. ...El mayor gritaba en vano tratando de hacerse oír. Vio que quedaba poco por hacer pero no se resignaba. Pego un par de gritos y dijo: "los que quieran qe se vuelvan, los que quieran que me sigan", y encaro hacia Wireless Ridge solo, sin mirar atrás. Los siete Rayos salimos tras el. Sentíamos que era una locura pero no podíamos dejarlo solo. Alejandro Rosas y Luis Cunningham habían tirado al diablo sus radios. Ahora traían solo su fusil Nos acompano una veintena de soldados y un par de suboficiales. Uno de ellos era el sargento Pedro Villarreal, quien había sido mi jefe de grupo en el período de instrucción, al comienzo de mi servicio militar. Sentí orgullo de que el hombre que me había enseñado todo lo que yo sabía de la guerra al venir a Malvinas, estuviera conmigo en esos momentos. ... Al poco trecho los ingleses nos hicieron saber de su presencia. ... No teníamos cubierta y los ingleses tiraban fuerte, al parecer también con ametralladoras 12,7 o algo así. ... La tierra parecía hervir a nuestro alrededor.

Fue otro acto desesperado y valiente. Pero no tuvieron suerte. Fueron rechazados. Porque los paracaidistas británicos ya habían conquistado Wireless Ridge, y desde allí manejaban la escena. Con el mayor fueron los siete Rayos (los soldados consciptos Horacio Caneque, Gabriel Garcia, Carlos Connell, Fernando Magno, Luis Cunningham, Gabriel Crespo, Daniel Cesar Maltagliatti y Alejandro Rosas. (Vea *[2])

Pero cuando los británicos deciden avanzar ante el contraataque argentino, no encuentran más resistencia. Es el resultado de cuatro días de operaciones psicológicas ejecutadas por el coronel Mike Rose, del SAS, y el capitán Rod Bell, hispanohablante. Llevan desde el día 10 hablando con Menéndez por radio, ganándose su confianza e instándole a la rendición «con dignidad y honor». El 2 PARA entra en el extrarradio de Puerto Argentino con sus boinas en vez de los cascos de combate y ondeando banderas británicas. A las 23, el comandante de las fuerzas británicas Jeremy Moore llega en helicóptero a Puerto Argentino y se entrevista con Menéndez. Cuando el primero muestra al segundo los documentos de rendición, Menéndez tacha de inmediato la palabra «incondicional». No era eso lo pactado durante las conversaciones radiales secretas de los días anteriores. Tras un breve tira y afloja, el general Mario Benjamín Menéndez rinde las islas Malvinas al general Jeremy J. Moore a las 23:59 del 14 de junio de 1982, siendo testigo el coronel Pennicott. Los 8.000 soldados argentinos son desarmados y concentrados en el aeropuerto en calidad de prisioneros de guerra. El invierno austral arrecia. Hace mucho frío.

Archivo:Falkland Islands flag (British).png
El día 15 de junio de 1982, la bandera colonial británica es izada de nuevo en el edificio de gobernación de las islas Malvinas.

Cuando las noticias llegan a Buenos Aires, se produce una importante manifestación de rabia popular que es reprimida por la Junta, perdiendo así el poco apoyo que les quedaba entre la población sensible a su discurso nacionalista y patriótico. A lo largo del día 15, el resto de unidades argentinas presentes en el archipiélago entregan sus armas. El 20, cinco buques británicos hacen acto de presencia en las islas Sandwich del Sur y la guarnición de Thule se rinde sin lucha. Todos los prisioneros son repatriados durante el mes siguiente. La bandera de Su Majestad ondea de nuevo sobre los tres archipiélagos. Más de mil hombres valientes yacen bajo las gélidas aguas y por los riscos congelados, hermanos al fin en la muerte. Como en todas las guerras...

Las consecuencias

Port Stanley (Puerto Argentino) en 2003. Catedral de la Iglesia de Cristo.

Un cuarto de siglo después, la normalidad reina en las islas Malvinas (llamadas en inglés Falkland Islands). Para su población, la guerra de 1982 no es más que un funesto recuerdo. No obstante, años después de firmadas todas las paces, estrechadas todas las manos y caídos todos los políticos que la protagonizaron, algunos indicios permiten observar que no se trata de un dominio colonial más. La guarnición británica en el archipiélago es singularmente numerosa, la pista del pequeño aeropuerto ha adquirido tamaños más propios de un aeropuerto internacional y un discreto dispositivo antiaéreo y naval barre apaciblemente mares y cielos.

Para el pueblo británico y la opinión pública internacional, el «oscuro asunto de las Malvinas» está esencialmente olvidado. Entre el pueblo argentino, en cambio, perduran quienes siguen considerando que las Malvinas son, en justo derecho, argentinas. Sin embargo, no parece que este deseo vaya a conducir de nuevo a una guerra, al menos en tiempos próximos. Argentina tiene asuntos mucho más importantes de qué ocuparse. Bien es cierto que también los tenía en 1982.

La Guerra de las Malvinas fue el primer conflicto aeronaval moderno en que se enfrentaron armas de alta tecnología de igual a igual. Fue un enfrentamiento entre dos firmes naciones occidentales, aliadas de Estados Unidos en la Guerra Fría que se libraba por aquel entonces. Se violaron tratados, se cometieron excesos, hubo guerras secretas paralelas. La Guerra de las Malvinas tuvo consecuencias.

Consecuencias militares

Saldo general de la Guerra de las Malvinas
Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
Buques de guerra:
Hundidos: 1 8
Dañados de gravedad: 1 15
Buques de apoyo: 4 7
Aviones de guerra: 58 11
Aviones de apoyo: 2 3
Helicópteros: 2 21
Vidas humanas: 649 258
Heridos: 1.068 777
  • La Guerra de las Malvinas reveló que en entornos costeros, la guerra aeronaval no había variado gran cosa desde la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de buques hundidos se perdieron a manos de aviones realizando «pasadas» con bombas, cohetes y cañones. Esto condujo a la implementación de poderosos medios de defensa terminal antiaérea en los buques de las siguientes décadas.
  • El misil ya era un arma apreciada en 1982, pero a partir de ese momento adquirió una relevancia enorme tanto en sus variantes aéreas como de superficie. En particular, la letalidad demostrada por los Exocet en lucha antibuque como la demostrada por los Sidewinder en combate aéreo influyó decisivamente en la mentalidad militar mundial. Todos los buques de guerra posteriores a 1982 llevan algún tipo de defensa antimisil, aunque ésta nunca se haya demostrado demasiado efectiva.
  • Se puso en evidencia que el concepto de «proyección de fuerza» era especialmente válido, pues pueden producirse conflictos imprevistos que no se libren en las inmediaciones del propio territorio o países aliados.
  • Quedó nítidamente demostrada la eficacia de los submarinos modernos a la hora de contener a una flota enemiga. La carencia de submarinos modernos por parte de Argentina y su disponibilidad por parte del Reino Unido fue decisiva para otorgar a este último el dominio del mar.
  • La vulnerabilidad de los buques británicos frente a los los ataques aéreos por parte de la aviación naval argentina resultaron en una dura enseñanza no solo para el Reino Unido, sino para para casi todas las fuerzas navales del mundo, que vieron la necesidad de modernizar los radares y las defensas misilísticas de sus buques.
  • Quedó establecido que la superioridad tecnológica y de entrenamiento de los recursos humanos es decisiva para la victoria. Fue el principio del fin de los ejércitos de recluta obligatoria, un proceso de desaparición aún en curso, y el disparadero de los ejércitos profesionales de voluntarios altamente especializados.

Consecuencias políticas

Archivo:Monumento conmemorativo Guerra de las Malvinas (Ushuaia).jpg
Monumento conmemorativo a los caídos argentinos en la Guerra de las Malvinas en Ushuaia (Argentina)
  • Desde la Guerra de las Malvinas, ninguna nación ha osado disputar a una gran potencia una posesión colonial. Desde este punto de vista, el conflicto contribuyó a un mayor grado de estabilidad internacional, pero también al reforzamiento de políticas neocoloniales que aspiran a modificar el statu quo por medios más sutiles.
  • La guerra empeoró aún más la situación económica argentina y significó un severo golpe para la moral del país, del que tardaría mucho en recuperarse. Leopoldo Galtieri cayó en desgracia y tuvo que renunciar a la presidencia a los tres días de la derrota, siendo sustituido por Alfredo Óscar Saint-Jean. Pero la Junta Militar estaba herida de muerte. Un año y medio después el último militar entregaba el poder a Raúl Ricardo Alfonsín, primer presidente elegido democráticamente desde el golpe de Estado de 1976. La democratización de Argentina fue, quizás, la única consecuencia política positiva de la Guerra de las Malvinas.
  • El sector de la sociedad que antes se había girado siempre a los militares para que «enderezaran» las cosas cuando éstas iban mal comenzó a pensar que éstos carecían en realidad de habilidades políticas, con lo que la mentalidad golpista fue disolviéndose en Argentina durante los siguientes años.
  • En el Reino Unido, la victoria sacó al gobierno de Margaret Thatcher del agujero en que se encontraba por sus duras políticas sociales de corte neoliberal y ganó las elecciones de 1982 con la más amplia mayoría que había tenido un candidato desde 1935. Esto le permitió afrontar con mucha fuerza todos los conflictos con amplias capas de la población derivados de las políticas mencionadas que se produjeron en los años subsiguientes y seguir en el poder hasta 1990.
  • La Guerra de las Malvinas significó el final, en la práctica, del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), pues el más poderoso de sus componentes, Estados Unidos, decidió deshonrarlo de facto para aliarse con la otra parte en el conflicto. También significó un fracaso para la ONU y para la diplomacia de numerosas naciones.
  • Por el contrario, la Guerra de las Malvinas reforzó la «relación especial» entre Estados Unidos y el Reino Unido, dando lugar a un atlantismo extremo que en tiempos recientes ha significado profundas divisiones en el proceso de construcción de la Unión Europea. No obstante, Estados Unidos votó en noviembre de 1982 a favor de una resolución de Naciones Unidas instando a las partes a renegociar el conflicto. Por su parte, el resto de países de la Unión Europea levantó las sanciones a Argentina en cuanto la guerra hubo terminado. Había más misiles y fragatas que vender.
  • En la actualidad, las relaciones entre Argentina y el Reino Unido pueden calificarse de regulares. Hay un «paréntesis de silencio» sobre la cuestión malvinense. En 1985 Londres concedió a los habitantes el derecho a la autodeterminación; teniendo en cuenta que éstos son y se sienten británicos en su inmensa mayoría, no parece que signifique gran cosa. En 1990 se restablecieron las relaciones diplomáticas entre ambos países. En 1999 desapareció del aeropuerto de Buenos Aires el cartel «Las Malvinas son nuestras». Nuevamente hay vuelos regulares entre Argentina y Port Stanley (al que gran cantidad de argentinos continúa llamando Puerto Argentino). En 2001, el Primer Ministro británico Tony Blair visitó oficialmente Argentina. Los archipiélagos siguen en las mismas manos que estaban el día anterior al inicio del conflicto. Las relaciones bilaterales son igualmente cordiales. Todo es normal. Dentro del paréntesis, más de mil hombres muertos.

Los secretos sin contar

Usualmente los gobiernos suelen mantener secretas durante 25 ó 30 años ciertas informaciones sensibles para la opinión pública. En el caso de las informaciones clasificadas en manos del Estado británico acerca de la Guerra de las Malvinas, una vez finalizado el conflicto, «el gobierno de ese país decretó que su publicación sólo podrá realizarse en el año 2082».

En el año 2005, en el programa Informe Especial, salió a luz el apoyo que Chile le prestó al Reino Unido. Uno de los miembros de la Junta Militar de Chile, el general Fernando Matthei, afirmó que Chile apoyó secretamente al Reino Unido e hizo todo lo posible para que Argentina perdiera la guerra. Aviones británicos con insignias chilenas sobrevolaban la patagonia chilena y usaban bases chilenas como centros de operaciones. Además un gran número de soldados chilenos se trasladaron al sur de Chile, alarmando a Argentina y provocando que tropas argentinas se trasladaran a esa zona.

Fuerzas Argentinas en la Guerra de las Malvinas

Junta Militar del Argentina:

  • Ejército Argentino: Teniente General Leopoldo Galtieri, Presidente.
  • Armada de la República Argentina: Almirante Jorge Anaya
  • Fuerza Aérea Argentina: Brigadier General Basilio Lami Dozo


Operación Rosario 2. Abril Vicealmirante Juan Lombardo

Fuerza de Tareas 20 Capitán de Navío José Sarcona

  • Portaaviones ARA Veinticinco de Mayo (ex HMS Venerable)
  • Destructor ARA Comodoro Py (ex USS Perkins)
  • Destructor ARA Hipólito Bouchard (ex USS Borie)
  • Destructor ARA Piedrabuena (ex USS Collet)
  • Destructor ARA Comodoro Seguí (ex USS Hank)
  • Buque tanque ARA Punta Medanos

Fuerza de Tareas Anfibia 40 Contraalmirante Jorge Allara

Grupo de Tareas 40.1 Contraalmirante de Infantería de Marina Carlos Busser

  • Batallón de Infantería de Marina 2do. c. 700 hombres en Puerto Stanley
  • 20 vehículos anfibios LVTP-7 Amtraks

Grupo de Tareas 40.2 Capitán de Navío Alejandro Estrada

  • Buque desembarco de tanques ARA Cabo San Antonio (ex USS LST 1171)
  • Rompehielos ARA Almirante Irizar
  • Transporte ARA Isla de los Estados

Grupo de Tareas 40.3 Capitán de Fragata Molina Pico

  • Destructor ARA Santísima Trinidad (Tipo 42 '80)
  • Destructor ARA Hércules (Inglaterra '76)
  • Corbeta ARA Drummond (Francia ’78)
  • Corbeta ARA Granville (Francia ’82)

Grupo de Tareas 40.4 Capitán de Corbeta Alberto Bicain

  • Submarino ARA Santa Fe (ex USS Catfish)
  • Buzos Tácticos cerca 102 hombres.

Escuadrilla 2 Aeronaval de Helicópteros: 5 S-61D Sea King


Georgias del Sur. 3. Abril

Grupo de Tareas 60 Capitán de navío Carlos Trombeta

  • Rompehielos ARA Bahía Paraíso
  • Transporte ARA Bahía Buen Suceso
  • Corbeta ARA Guerrico (Francia ’78) (dañada)
  • 100 hombres de Batallón de Infantería de Marina 2do
  • 1 Alouette III (dañado) y 1 Ejército Puma (perdido)




Teatro de Operaciones Malvinas

General de Brigada Mario Menéndez (Gobernador)


Ejército Argentino:


Puerto Stanley - General de Brigada Oscar Joffre - cerca 8.000 hombres.

  • Xma Brigada de Infantería Mecanizada con 3ro, 4to, 6to, 7mo y 25to Regimientos: cerca 5.000 hombres.
  • Grupo de Artillería con 3x155mm y 30x105mm cañones.
  • Comandos de 601o Antiaéreo con 35mm, 30mm y 20mm cañones, y Roland, Tigercat y Blowpipe misiles.
  • Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada con 12 Panhards.
  • Batallón Ingenieros 9no.
  • Compañía de Policía Militar 181.


Islas Malvinas sin Puerto Stanley - General de Brigada Omar Parada :


Isla Soledad:

Pradera del Ganso (Goose Green) - cerca 1.000 hombres

  • IIIra Brigada de Infantería Mecanizada con 12mo Regimiento.
  • elementos del 601o Antiaéreo Grupo.
  • Batería “B” del Artillería de 3x105mm


Isla Gran Malvina:

Puerto Howard - cerca 800 hombres

  • IIIra Brigada de Infantería Mecanizada con 5to Regimiento.
  • elementos del Ingenieros 9no batallón.

Fox Bay - cerca 900 hombres

  • IIIra Brigada de Infantería Mecanizada con 8vo Regimiento.
  • elementos del Ingenieros 9no batallón.


Comando de Aviación del Ejército: Batallón 601 de helicópteros

  • 2 Chinook CH-47C, 1 perdido, 1 capturado.
  • 5 Puma SA.330L, todos perdidos.
  • 3 Agusta A-109A Hirundo, 1 perdido, 2 capturados.
  • 9 Iroquois UH-1H, todos capturados.


Armada de la República Argentina ARA:

  • Transporte ARA Isla de los Estados, hundido
  • Transporte ARA Bahía Buen Suceso, hundido
  • Transporte Río Carcarañá, hundido
  • Aviso ARA Alférez Sobral (ex USS Salish) , dañado
  • Aviso ARA Comodoro Somellera

Infantería de Marina:

  • Batallón de Infantería de Marina 5to c. 800 hombres en Montes William y Tumbledown.

Comando de la Aviación Naval Argentina COAN:

  • Escuadrilla 1 de Ataque: 6 Aermacchi MB.339 en Puerto Stanley, 2 perdidos, 3 capturados.
  • Escuadrilla 4 de Ataque: 4 Mentor T-34C en Isla Borbón, todos perdidos.


Fuerza Aérea Argentina FAA:

  • Westinghouse AN-TPS43 sistema de Radares Vigilancia en Puerto Stanley
  • Grupo 3 de Ataque: 24 IA-58 Pucará avión de ataque en Puerto Stanley, Goose Green y Isla Borbón, 13 perdidos, 11 capturados.
  • Grupo 7 de Aéreo de Helicópteros: 2 Bell 212 helicópteros, todos capturados.
  • Grupo 7 de Aéreo de Helicópteros: 2 Chinook CH-47C.


Prefectura Naval Argentina PNA:

  • Lancha guardacostas GC-82 Islas Malvinas, capturado.
  • Lancha guardacostas GC-83 Río Iguazú, hundido
  • 1 Puma SA.330L, capturado.
  • 2 Skyvan 3-M liviano transporte en Isla Borbón, todos perdidos.

Fuerza Aérea Sur

Brigadier Ernesto Crespo

Fuerza Aérea Argentina FAA:

  • Grupo 1 de Transporte Aéreo: 9 Hercules C-130 basados en Comodoro Rivadavia, 1 perdido.
  • Grupo 1 de Transporte Aéreo: 12 Fokker F-27 Friendship y 6 F-28 Fellowship, del El Palomar.
  • Grupo 1 de Transporte Aéreo: 1 Boeing 707 (utilizado en misiones de reconocimiento de largo alcance) basado en Comodoro Rivadavia, El Palomar y Ezeiza.
  • Grupo 2 de Bombardeo: 8 Canberra basados en Trelew, 2 perdidos.
  • Grupo 3 de Ataque: 11 IA-58 Pucará basados en Comodoro Rivadavia, 1 perdido.
  • Grupo 4 de Caza: 15 Skyhawk A-4C basados en San Julián, 9 perdidos.
  • Grupo 5 de Caza: 24 Skyhawk A-4B basados en Río Gallegos, 10 perdidos.
  • Grupo 6 de Caza: 20 IAI M-5 Dagger basados en Río Grande y San Julián, 11 perdidos.
  • Grupo 8 de Caza: 17 Mirage IIIEA basados en Comodoro Rivadavia y Río Callegos, 2 perdidos.
  • Grupo 9 de Transporte Aéreo: DHC-6 Twin Otter basados en Comodoro Rivadavia.
  • Grupo Aerofotográfico: Learjet basados en Comodoro Rivadavia y Río Gallegos, 1 perdido.

Comando de la Aviación Naval Argentina COAN:

  • Escuadrilla 1 de Sostén Logístico Móvil: 3 L-188 Electra basados en Río Grande.
  • Escuadrilla 2 de Sostén Logístico Móvil: 3 F-28 Fellowship basados en Río Grande.
  • Escuadrilla 2 de Caza y Ataque: 5 Super Étendard basados en Río Grande.
  • Escuadrilla 3 de Caza y Ataque: 8 Skyhawk A-4Q del ARA 25 de Mayo basados posteriormente en Río Grande, 3 perdidos.
  • Escuadrilla de Exploración: 2 SP-2H Neptune basados en Bahía Blanca y Río Grande

Avión civil:



Teatro de Operaciones del Atlántico Sur

Vicealmirante Juan Lombardo


Armada de la República Argentina ARA:

Grupo de Tareas 79.1 Contraalmirante Jorge Allara

  • Portaaviones ARA Veinticinco de Mayo Capitán de Navío José Sarcona
  • Destructor ARA Santísima Trinidad
  • Destructor ARA Hércules
  • Buque tanque ARA Punta Médanos

Grupo de Tareas 79.2 Capitán de Navío Juan Calmon

  • Corbeta ARA Drummond
  • Corbeta ARA Granville
  • Corbeta ARA Guerrico

Grupo de Tareas 79.3 Capitán de Navío Héctor Bonzo

  • Crucero ARA General Belgrano, hundido.
  • Destructor ARA Hipólito Bouchard
  • Destructor ARA Piedra Bueno
  • Buque tanque ARA Punta Delgada

Fuerza de Submarinos:

  • Submarino ARA Santa Fe, varado.
  • Submarino ARA San Luis

Otros:

  • Rompehielos ARA Almirante Irizar
  • Buques espía María Alejandra, Constanza y Capitán Canepa.
  • Buque espía Narwal, hundido.

Comando de la Aviación Naval Argentina COAN:

  • Escuadrilla 3 de Caza y Ataque: 8 Skyhawk A-4Q del ARA 25 de Mayo.
  • Escuadrilla Antisubmarina: 6 S-2E Tracker del ARA 25 de Mayo
  • Escuadrilla 1 Aeronaval de Helicópteros: 10 Alouette III + 2 Sea Lynx. 1 Alouette III perdido a bordo del ARA General Belgrano y 1 Lynx del ARA Santísima Trinidad destruido en accidente.
  • Escuadrilla 2 Aeronaval de Helicópteros: 5 S-61E Sea King del ARA 25 de Mayo.

Naves civiles en la MEZ:

  • Buques mercantes de Argentina: Formosa y Mar del Norte.
  • Buque mercante de la Malvinas: Coaster Monsunen, capturado.
  • Buques mercantes de la Malvinas. Coasters Forrest y Penelope.



Muertos del Bando Argentino

  • Ejército Argentino:
    • 194 (16 oficiales, 35 suboficiales, 143 soldados conscriptos)
  • Armada de la República Argentina:
    • 375 (ARA General Belgrano 321, ARA Alférez Sobral 8, ARA Santa Fe 1, ARA Cuerrico 1, ARA Isla de los Estados 5, Infantería de Marina 34, Base Islas Malvinas 1 y 4 pilotos del COAN)
  • Fuerza Aérea Argentina:
    • 55 (41 aviadores)
  • Gendarmería Nacional Argentina:
    • 7
  • Prefectura Naval Argentina:
    • 2 (Rio Iguazú 1)
  • Agentes civiles:
    • 16 (ARA Isla de los Estatos 13, ARA Gral Belgrano 2 y Narwal 1)
649 hombres


Lista de los muertos, 1998.
Lista de los muertos con Comandos

Muertos del Bando Británico

  • Ejército Británico: 123 (7 oficiales, 40 suboficiales).
    • Regimiento de Paracaidistas: 39
    • Servicio Especial Aéreo: 19
    • A bordo de las naves RFA Sir Galahad y Sir Tristam: 43.
  • Marina Real Británica (Royal Navy): 86
    • destructores: HMS Sheffield 19, HMS Coventry 18, HMS Glamorgan 13, fragata HMS Ardent 22.
  • Marines Reales (Royal Marines): 27 (2 oficiales, 14 suboficiales).
  • Real Flota Auxiliar: 4. (RFA Sir Galahad y Atlantic Conveyor).
  • Real Fuerza Aérea Británica: 1.
  • Agentes civiles: 14 (Atlantic Conveyor 8, RFA Sir Galahad y Sir Tristam 4).
  • Isleñas de Malvinas: 3 mujeres. (Su casa fue descascada equivocadamente por HMS Avenger).
255 hombres y 3 mujeres.


En inglés.

Las cifras oficiales son dudosas. Los registros propios hablan de las siguientes cifras:

Aeronaves:
BAC Sea Harrier FRS.1: 6
BAC Harrier GR.3: 4
Boeing Chinook HC.1: 3
Westland Sea King HC.4/HAS.5: 5
Westland Wessex HAS.3/HU.5: 9
Westland Sea Lynx HAS.2: 3
Westland Scout AH.1: 1
Aérospatiale 342 Gazelle AH.1: 3

Total: 34 (treintacuatro)


Buques hundidos o destruidos
Destructor tipo 42 clase Sheffield (D-80) HMS Sheffield.
Destructor tipo 42 clase Sheffield (D-118) HMS Coventry.
Fragata tipo 21 clase Amazon (F-184) HMS Ardent.
Fragata tipo 21 clase Amazon (F-170) HMS Antelope.
Buque logístico de desembarco (L-3005) RFA Sir Galahad.
Buque logístico de desembarco (L-3505) RFA Sir Tristam.
Portacontenedor de gran porte Atlantic Conveyor.
Lancha de desembarco Foxtrot Four.

Total: 8 (ocho)


Buques averiados de consideración
Portaviones liviano (R-05) HMS Invincible.
Portaviones liviano (R-12) HMS Hermes. (*)
Crucero liviano clase County (D-18) HMS Antrim.
Crucero liviano clase County (D-19) HMS Glamorgan.
Destructor tipo 42 clase Sheffield (D-88) HMS Glasgow.
Destructor tipo 42 clase Sheffield (D-89) HMS Exeter.
Fragata tipo 22 clase Broadsword (F-90) HMS Brilliant.
Fragata clase Leander (F-56) HMS Argonaut.
Fragata tipo 21 clase Amazon (F-173) HMS Arrow.
Fragata tipo 12 clase Rothesay (F-126) HMS Plymouth.
Submarino clase Oberon (S-21) HMS Onyx. (accidente operacional)

Total: 11 (once)

(*) Aunque no pudo ser confirmado oficialmente, el hecho de que los aviones que operaban desde el Hermes hayan dejado de hacerlo desde el momento del ataque, ofrece claros indicios de que pudo haber sido dañado.


Buques averiados
Fragata tipo 22 clase Broadsword (F-88) HMS Broadsword.
Fragata tipo 21 clase Amazon (F-174) HMS Alacrity.
Fragata tipo 21 clase Amazon (F-172) HMS Ambuscade.
Fragata tipo 21 clase Amazon (F-185) HMS Avenger.
Buque de asalto anfibio (L-10) HMS Fearless.
Buque logístico de desembarco (L-3004) RFA Sir Bedivere.
Buque logístico de desembarco (L-3029) RFA Sir Lancelot.
Buque auxiliar de apoyo clase Tide (A-76) RFA Tidepool.
Tres naves no identificadas.

Total: 11 (once)

Referencias

Enlaces externos

  • Para Ti online (nota) (La hija del teniente Luis Carlos Martella recuerda a su padre quien falleció en el cerro Dos Hermanas).
  • OEA prensa (El presidente de México opina que el conflicto en las islas Malvinas «demostró el fracaso del TIAR»). OEA
  • PTB.be/doc/em47/malouines.htm (la estación estadounidense de satélites DSCS11 transmitió informaciones de ubicaciones militares argentinas a los aliados británicos) en francés.
  • SIICsalud.com (testimonio del capitán Hugo Ranieri de la Compania de Comandos 602 que peleó en cercanías del monte Kent).

Véase también