Anasazi
Los anasazi eran un pueblo amerindio del gran suroeste de América del Norte. Ocupaban, en varios grupos, la superficie de los estados actuales de Colorado, Utah, Arizona y Nuevo México. Su civilización es interesante por varias razones. Ha dejado varios vestigios monumentales y litúrgicos en distintos lugares, de los cuales dos han sido clasificados como patrimonio mundial por la UNESCO. Los restos encontrados por los arqueólogos demuestran un conocimiento de la cerámica, el tejido y la irrigación. Además, dibujaban símbolos que no han sido descifrados y observaban los desplazamientos solares. Los descendientes actuales de los anazasi son los zuñi y los hopi.
Presentación
La palabra «anasazi»
Se ignora, ya que no hay pruebas escritas, con qué nombre se designaban a sí mismos los anasazi. Esta civilización desapareció antes de la llegada de los occidentales a América, por lo que se usa la palabra «anasazi», que significa «los ancianos», el nombre que le dan los aborígenes contemporáneos a la llegada de los españoles a América. Se denomina indios pueblo a todas las civilizaciones indias con una arquitectura típica en pequeños pueblos descendientes de los anasazi. Los indios hopi utilizan más bien la palabra "Hisatsinom" ya que consideran la palabra anasazi como despectiva. Por último, los historiadores reagrupan bajo la designación «anasazi» a distintas culturas similares que residieron en la misma zona: los hohokam, los mogollón y los patayan, desaparecidos todos antes del siglo XVI.
Fuentes
Se dispone de distintas fuentes para reconstruir la existencia de los anasazi:
- Los relatos tradicionales de los pueblos amerindios transmitidos oralmente. La artesanía y las creencias de los descendientes de los anasazi permiten formular una serie de hipótesis serias.
- El testimonio de los conquistadores españoles que exploraron la región a partir del siglo XVI. La expedición más importante fue la de Francisco Vázquez de Coronado que buscaba la ciudad de oro de Cibola. Las crónicas y cartas enviadas por los exploradores son una fuente muy importante de informaciones siempre que se tomen con precaución.
- A finales del siglo XIX, los granjeros Charley Mason y los hermanos Wetherill descubrieron los principales emplazamientos anasazi. Las excavaciones arqueológicas empezaron realmente con el sueco Gustav Nordenskjöld [1]. El clima árido de la región permitió una buena conservación de millares de objetos en fibra vegetal (lanzaderas —atlatl— de madera, flechas de caña, tejidos de algodón) o animal (tendones, cueros). Varios esqueletos han sido estudiados por los antropólogos lo que ha proporcionado datos sobre salud, alimentación y morfología de los anasazi.
Cronología
Contexto general
Según las últimas teorías, los primeros asentamientos humanos en América datan de al menos veinte mil años. Los paleoindios se sedentarizaron en el suroeste de América del Norte hace unos doce mil años. Los arqueólogos han desenterrado herramientas líticas de esta población en el asentamiento de Clovis. Cazaban grandes animales que se extinguieron rápidamente (mamutes). Tras la última glaciación, el clima se hizo más seco y caluroso. En América Central los olmecas practicaban las plantaciones de maíz desde el segundo milenio antes de Cristo. Fueron sustituidos por las sucesivas civilizaciones de Teotihuacán, zapotecas, y aztecas. Estos últimos eran contemporáneos del apogeo de la civilización anasazi. Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, las culturas amerindias sufrieron mutaciones radicales. Los grandes imperios desaparecieron y las distintas tribus Pueblos sustituyeron a los anasazi.
Historia de la cultura anasazi
La historia sigue siendo un misterio debido a la ausencia de rastros escritos. La arqueología permite sin embargo establecer unas fases cronológicas de fechas aproximativas. La región del suroeste de los Estados Unidos fue ocupada por poblaciones de tradición Sohara (5500 A. de C. - siglo IV). Los Basketmakers —cesteros— se implantaron en los territorios montañosos y semiáridos poco antes de la era cristiana. Los anasazi sucedieron a los Cesteros hacia el siglo VIII. La sedentarización progresiva de los cazadores-recolectores asociada al desarrollo de la agricultura, produce la emergencia de una nueva cultura llamada de los Pueblos, en referencia a las poblaciones construidas con ladrillos que los anasazi de Mesa Verde instalan abrigándose en los acantilados de los grandes cañones de Colorado. El inicio de esta cultura (periodo Pueblo I, del 700 al 900) se caracteriza por pequeñas casas solitarias y el cultivo del algodón. El periodo Pueblo II (del 900 al 1100) marca el apogeo de la cultura anasazi, firmado por un enriquecimiento de los adornos. El periodo Pueblo III (del 1110 al 1300) marca el deterioro de la cultura y su repliegue a Mesa Verde con unos poblados trogloditas rudimentarios.
A partir del año 1300, los anasazi se refugian en el valle de Río Grande y en el centro de Arizona. Se pierden sus huellas poco antes de la llegada de los españoles. La razón de este éxodo no son conocidas. Existen varias proposiciones: cambio climático que amenaza las cosechas. Medio deteriorado que redujo las tierras cultivables disponibles. Sobrepoblación. Problemas políticos. Guerras. Sin documentos escritos y con los conocimientos actuales no se puede contestar a estas preguntas.
Cultura anasazi
Situación y medio natural
Los arqueólogos han encontrado restos de esta cultura en cuatro estados estadounidenses. Aunque los paisajes de la zona son grandiosos, las condiciones naturales dificultan la vida humana. La aridez marca la mayor parte de la zona que toma un aspecto desértico o semidesértico. Los dos ríos más importantes que recorren estas tierras son el Río Grande y el Colorado. Los arroyos surcan el paisaje. La latitud es otra penalidad. Los inviernos son fríos y la nieve puede recubrir el suelo. La diferencia de temperaturas entre el verano y el invierno es bastante importante. Al este las Montañas Rocosas culminan a más de cuatro mil metros. El área de la cultura anasazi se extiende sobre todo por las mesetas del Colorado recorridos por ríos y arroyos encajados. Los habitantes se instalan sobre todo en las mesas. La geología de la región es bastante compleja pero ofrece todo tipo de materiales desde la arenisca a la roca volcánica. La flora y la fauna dependen de la altitud, la aridez y la naturaleza del sedimento.
Sin embargo los anasazi sabían utilizar los recursos naturales y respetar el equilibrio. Recolectaban las hojas de la yuca, dominaban la irrigación e importaban los productos que no eran capaces de encontrar en la región.
Las culturas vecinas
Los anasazi estaban en contacto con otras culturas amerindias próximas (ver mapa). Los hokoham y los mogollón son los más conocidos. Compartían, hasta el punto que los científicos los reagrupan en una sola categoría, varios rasgos comunes: irrigación; caza; pueblos en adobe, ladrillo o piedra; cerámica decorada; relaciones comerciales con Mesoamérica. Se diferencian en que los hokoham incineraban a sus muertos y los mogollón eran sobre todo cazadores.
Los pueblos
Gracias a la arqueología se conocen una gran variedad de casas y poblaciones anasazi. Las viviendas más antiguas eran muy modestas, pequeñas casas primitivas lo suficientemente grandes para alojar a una familia. Tenían cimientos poco profundos (casas-pozo[2]). El tejado estaba hecho con tierra y ramas. El fogón se encontraba en el centro. Con el crecimiento demográfico, las vivendas se reagrupan en aldeas. Este hecho manifiesta una organización colectiva más o menos consciente del espacio. A partir del siglo X, estos pueblos pueden alojar varias centenas de habitantes. Se sitúan en mesetas como en Cañón Chaco (950-1100) o abrigándose bajo los acantilados de Mesa Verde (1100-1300).
Los anasazi escogían lugares excepcionales para instalarse. Varios pueblos se sitúan bajo impresionantes acantilados en el siglo XIII. Ciertas excavaciones trogloditas se realizan en las paredes de gigantescos cañones. La orientación de los pueblos protege de la lluvia y la nieve en invierno y de los mayores calores del verano. Además presentan la ventaja de ser una protección natural frente a los ataques enemigos. En cambio los alejaban de las plantaciones haciéndolas menos accesibles a los habitantes.
Los muros de las casas están hechas con una especie de adobe llamado jacal en México aplicados a unas rejillas hechas de madera. Las construcciones mejor conservadas tenían una estructura de piedra unida por mortero. También conocían el ladrillo cocido. En distintos pueblos, ciertas casas guardan huellas de pintura decorativa[3] sobre un revestimiento de yeso, arcilla o directamente sobre el adobe.
El tejado estaba recubierto por capas de arcilla y ramas mantenidas por troncos. Las casas inicialmente tenían un solo nivel, pero podían elevarse hasta en dos pisos suplementarios. Varias habitaciones rectangulares en la planta baja estaban reservadas al almacenamiento del alimento. La vida cotidiana se realizaba sobre todo en las terrazas de estas viviendas.
En estos pueblos los arqueólogos se han interesado sobre todo en las plazas y a las kivas. Las kivas inicialmente reservadas al reposo acabarían usándose para ceremonias religiosas.
Alimentación y cocina
Agricultores sedentarios, los anasazi cultivaban en campos que situaban en las proximidades de sus viviendas. Producían maíz, alubias, calabazas y tabaco. Todas estas plantas son originarias de Mesoamérica y eran fundamentales en las civilizaciones precolombinas. Los campos se situaban en las mesetas hasta dos mil cien metros por encima del nivel del mar. A más altitud, las condiciones eran demasiado duras para el cultivo. Sus herramientas agrarias estaban hechas de piedra y madera (azada, pala, plantadora) pues los anasazi no dominaban las técnicas metalúrgicas.
En cambio este pueblo adaptó progresivamente las técnicas de irrigación provenientes de México. Ya sea sacando agua de los ríos o constituyendo reservas de agua de lluvia. Construyeron pequeños embalses, canales y depósitos que atestiguan una organización comunitaria. Una parte del cultivo era almacenada en las casas para periodos menos propicios. El maíz y las calabazas eran secados y almacenados. Recuperaban los piñones calentando las piñas para consumirlos directamente o elaborar tortas. Las pipas de girasol eran almacenadas en jarras una vez desgranadas. Los cereales se almacenaban en recipientes cerrados para protegerlos de los roedores e insectos. En el siglo V aparece una pieza de alfarería decorada con líneas o puntos probablemente derivado de elementos de cestería. Más tarde el diseño se complica con representaciones de animales o de humanos. Los colores difieren según las regiones: negros y blancos en Colorado, negro y rojo al norte de Arizona, rojos y gamuzados en Utah. La alfarería acaba siendo ricamente decorada con distintos esquemas incrustados antes de la cocción por espigas de cereales, yuca o conchas.
Aunque habían abandonado el nomadismo siglos atrás, los amerindios del suroeste americano nunca abandonaron completamente la caza-recolección practicada por sus antepasados. Piñones, bayas, frutos salvajes, higos chumbos constituían complementos a la dieta. La caza la encontraban en las mesetas (bisones, venados, antílopes) o en las montañas (venados, muflones). Capturaban animales más pequeños (conejos, ardillas, pájaros) con trampas o redes de yuca.
Los pequeños animales eran la fuente principal de proteínas, los animales más grandes eran troceados directamente en el lugar de caza. Se guardaban las pieles y tendones para otros usos. La cría de pavo servía únicamente para la obtención de plumas ya que no los comían.
Para la preparación de las comidas encendían el fuego frotando un palo contra una placa de madera, el fuego se mantenía en un agujero hecho directamente en el suelo. Para cocinar utilizaban herramientas de tierra cocida, de madera o de hueso. Para hervir los líquidos introducían piedran calientes en el interior de los recipientes de tierra ya que estos no podían ponerse directamente al fuego.
Creencias
Los anasazi dejaron numerosos petroglifos en los acantilados del desierto norteamericano en gres. Se trata de dibujos más o menos estilizados, grabados en las paredes de los cañones. Algunos de esos dibujos están pintados en la roca. Pueden estar solos o cubrir varios metros cuadrados. Los dibujos pueden superponerse durante periodos muy largos por lo que petroglifos muy antiguos pueden estar entremezclados con otros del siglo XIX. Los arqueólogos sólo pueden elaborar hipótesis sobre su significado:
- Los dibujos representan animales cazados.
- Algunos pueden representar mapas rudimentarios para indicar lugares importantes (fuentes, pueblos).
- Algunos figuran cereales para representar una buena cosecha.
- Hay dibujos que representan una familia o grupo de humanos. Escenas de baile.
- Hay espirales de hasta 75 centímetros de diámetro que podrían evocar el movimiento del Sol o el tiempo que pasa. Podrían ser una especie de calendario ritual. Para los indios Pueblos actuales simbolizan las migraciones de las tribus.
Varios tipos de petroglifos están relacionados con los solsticios de verano e invierno. Los de Fajada o Hovenweep National Monument indican claramente esos momentos del año. Las alineaciones de edificios prueban que los anasazi sabían prever el ciclo draconítico lunar de 18,6 años.
Se ignora si existía un clero estructurado. Se sabe que ciertas personas se provocaban de vez en cuando visiones tomando sustancias alucinógenas; se han encontrado por ejemplo semillas de datura en Mesa Verde. Las ceremonias se practicaban en altares de los cuales se han conservado algunos ejemplares de madera pintada[4]. Las excavaciones permitieron encontrar báculos de oración que eran ofrecidos a los «espíritus». Cañón del Chaco parece representar para ciertos estudiosos un gran centro de peregrinación para las poblaciones circundantes[5].
Los anasazi adoraban el dios Kokopelli y a los kachinas, espíritus invisibles. Existían ceremonias colectivas destinadas a invocar a los espíritus para que protegieran a la comunidad. Se organizaban en las kivas. La religión de los anasazi era pues próxima de la animista: se encontraron restos de un loro enterrado ritualmente en Nuevo México[6].
Las kivas eran habitaciones circulares excavadas en el suelo y recubiertas de un techo. en parte bajo el nivel del suelo se bajaba por una pequeña escalera para practicar el culto o reunir al consejo del pueblo. En el centro se encendía una hoguera y el humo se escapaba por un tubo de ventilación con deflector. Las kivas más grandes podían contener varias centenas de personas sentadas en taburetes de piedra. Las grandes kivas de Cañón del Chaco tenían un diámetro de 18 metros y estaban subdivididas en partes según los puntos cardinales. Las fiestas religiosas relacionadas con los ciclos agrícolas se celebraban en estas habitaciones y estaban reservadas a los hombres.
Organización social
La sociedad anasazi debía parecerse a la de los Pueblos actuales. Se organizaban probablemente alrededor de un sistema matriarcal (la pareja se instala en la casa de la madre de la esposa) y matrilineal. Las mujeres son las propietarias del patrimonio familiar, casa y terrenos. El marido integra con el matrimonio el clan de la esposa. La mujer puede divorciar. Los arqueólogos no están seguros de que los anasazi vivieran en clanes, creen más bien que se organizaban en un sistema igualitario[7], sin agrupaciones sociales jerarquizadas.
Artesanía y comercio
Los hombres tejían el algodón para hacer mantas y camisas. Usaban otras fibras vegetales como la yuca y pieles o cueros para sus ropas. Llevaban sandalias y mocasines y probablemente zapatos más adaptados en periodos invernales.
Las joyas eran corrientes: collares, pendientes, brazaletes, brochas y peines de madera, hueso, coral o azabache o en piedras como la turquesa. Incluso se han encontrado instrumentos musicales (flauta de hueso).
Los anasazi importaban conchas de California, perlas de cobre y loros de México, algodón y silimanita. Los comerciantes utilizaban una amplia red de senderos pero no habían verdaderas rutas comerciales contrariamente a por ejemplo el Imperio Inca. Los ríos de la región además no eran navegables.
Pueblo Bonito en Cañón Chaco, se ha confirmado como el gran centro comercial de los anasazi. La región está atravesada por un gran numero de vías que unen una centena de pueblos.[8]. Los anasazi no conocían el sistema monetario y usaban el trueque para el comercio.
En su vida cotidiana, los anasazi utilizaban distintos objetos visibles a día de hoy en los grandes museos estadounidenses[9] :
- Cestas, canastas de mimbre, yuca, zumaque de múltiples usos. Eran utilizados, por ejemplo, como mochila para transportar herramientas, madera o comida.
- Cerámica y alfarería: urnas, boles, cántaros, jarras, cucharas, figuritas...
- Herramientas y armas de piedra: puntas de flecha, mazas, cuchillos de obsidiana, punzones para trabajar el cuero, hachas de silimanita o de limonita.
- Objetos para tejer el algodón, para coser el cuero (agujas de hueso).
- Hilo (a veces a base de cabello), cordel y sogas (de yuca).
Civilización o pueblo prehistórico
Para Jerry J. Brody, la cultura anasazi es «de la que tenemos mayor constancia de las culturas prehistóricas del suroeste estadounidense»[10]. Es verdad que los anasazi no tenían escritura, ni rueda, ni moneda. No conocían la metalurgia y no han aportado ninguna novedad.
Si embargo los conquistadores estimaban que un pueblo que tejía el algodón estaba civilizado[11]. Su dominio de la irrigación, de las construcciones en piedra y de varios pisos (Pueblo Bonito por ejemplo tenían cinco) y sus conocimientos de astronomía dan testimonio de una cultura rica y dinámica. Si se considera que se es una civilización con un cierto grado de urbanización, los anasazi lo eran. Ciertos pueblos podrían haber contado hasta seis mil habitantes. Los pueblos de Cañón del Chaco estaban tan próximas que formaban una aglomeración de quince a treinta mil habitantes[12].
Los anasazi consiguieron la proeza de edificar en lugares inaccesibles sin fuerza animal ni herramientas metálicas. Las grandes casas de Cañón del Chaco necesitaron para su construcción de millones de bloques de gres y varias centenas de millares de vigas[13]. Los anasazi no han revelado aún todos sus misterios.
Notas
- ↑ À la découverte des civilisations disparues, página 410
- ↑ À la découverte des civilisations disparues, página 410
- ↑ À la recherche des civilisations disparues, página 413.
- ↑ Jerry J. Brody, Les Anasazis…, página 29.
- ↑ Jerry J. Brody, Les Anasazis…, página 111.
- ↑ Jerry J. Brody, Les Anasazis…, página 121.
- ↑ Jerry J. Brody, Les Anasazis…, página 109.
- ↑ Jerry J. Brody, Les Anasazis…, página 110.
- ↑ American Museum of Natural History (Nueva York), Maxwell Museum of Anthropology (Albuquerque)…
- ↑ Jerry J. Brody, Les Anasazis…, página 15.
- ↑ Jerry J. Brody, Les Anasazis…, página 33
- ↑ Jerry J. Brody, Les Anasazis…, páginas 106-107.
- ↑ Jerry J. Brody, Les Anasazis…, página 112.
Bibliografía
- En inglés
- Hayes Allan, John Blom, Southwestern Pottery - Anasazi to Zuni, Flagstaff, Arizona, Northland Publishing, 1996
- Cordell, Linda S., Prehistory of the Southwest, Academic Press, Nueva York, 1997.
- En francés
- Article «Anasazi» por Michel Mourre, Dictionnaire encyclopédique d'histoire, Bordas, 1986-1993, tomo 1.
- Lucien Sebaq, L'invention du monde chez les Indiens Pueblos, París, Maspero, 1971.
- Jerry J. Brody, Les Anasazis: les premiers Indiens du Sud-Ouest américain, Aix-en-Provence, Edisud, 1993
- «Les Anasazis», magazine Géo, nº 265, 2001, página 136
- Collectif, À la découverte des civilisations disparues, Gründ, 2004, páginas 410-415
- Obras de ficción
- Los tomos 9 a 13 de las aventuras de Thorgal se desenvuelven en territorio anasazi "(Cycle du pays Qâ)".
- El episodio 25 de la tercera temporada de Expediente X se titula Anasazi.
Artículos relacionados
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre los anasazi.
- En francés
- Emmanuelle Ferréol, notas sobre la arquitectura de los anasazi Université de Montpellier
- En inglés
- Documento completo sobre la cultura anasazi
- Extensa ficha
- Pueblos del desierto estadounidense