Transexualidad

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Plantilla:Transgenero Transexualidad es una situación que define la convicción por la cual una persona se identifica con el sexo opuesto a su sexo biológico, por lo que desea un cuerpo acorde con su identidad y vivir y ser aceptado como una persona del sexo que siente pertenecer. La transexualidad es característica por presentar una discordancia entre la identidad de género y el sexo biológico.[1]​ En el DSM V, publicado por la Asociación Psiquiátrica Americana, está definida como disforia de género y no como trastorno de identidad de género.[2]

Consiste en la existencia de un conflicto con el género asignado al nacer en los casos en que la identidad de género del individuo no coincide con su sexo. Una persona transexual es aquella que encuentra que su identidad sexual está en conflicto con su sexo biológico y genético. El deseo de modificar las características sexuales externas que no se corresponden con el género con el que se sienten identificadas lleva a estas personas a pasar por un proceso llamado de transición para adaptar su cuerpo al género al cual se sienten pertenecientes. A esto se le suele denominar operación de "cambio de sexo" pero el cambio existe previamente en la psique de la persona transexual.

Lo que se modifica no es el sexo sino la apariencia de sus genitales sexuales externos mediante una cirugía de reconstrucción genital y sus caracteres sexuales secundarios mediante una terapia de reemplazo hormonal.

Terminología

Una mujer con las letras "XY" escritas en su mano.
Una mujer trans en la Marcha del Orgullo LGBT de São Paulo.

Los términos y conceptos en torno a la transexualidad no están muy consensuados de momento, sobre todo porque se trata de una minoría poco atendida y estudiada. De hecho, probablemente los mayores esfuerzos por avanzar en su estudio están surgiendo por parte de la misma comunidad de personas transexuales. Sin embargo, en esta misma comunidad tampoco existe un consenso con respecto a los términos.

- También se debate si la forma más correcta de denominar a la transexualidad es transexualismo, transgénero o transgenerismo. El género gramatical de los términos utilizados para describir a las personas transexuales siempre se refiere al género de destino, es decir, a la identidad sexual con la que se sienten identificadas. Por ejemplo, un varón transexual es alguien que fue identificado como mujer al nacer debido a sus genitales, pero que se identifica como varón.

Psiquiatría

A mediados del siglo XIX los médicos comenzaron a interesarse en los llamados trastornos de la identidad que afectaban principalmente a la identidad sexual: Nicholas Friedreich (1830), Jean Étienne Dominique Esquirol (1840), Richard von Krafft-Ebing (1892) y Moll (1892).
A principios del siglo XX, Henry Havelock Ellis y Magnus Hirschfeld (1910) identificaron un cuadro clínico al cual denominaron “travestismo”. Spengler (1914) estudió el tema desde el punto de vista de la medicina jurídica.
El término “transexualidad” fue acuñado en 1953 por Harry Benjamin, quien propuso un tratamiento con hormonas del sexo con el que se identificaban sus pacientes para aliviar su malestar. En 1973 John Money denominó este cuadro “disforia de género”.

Los primeros intentos de reasignación sexual mediante tratamiento hormonal y quirúrgico se realizaron de forma discreta y no se expusieron a la opinión pública: el primero del que se tiene noticia, citado por Hirschfeld, se realizó en 1912; más tarde se dieron algunos pocos en Berlín, Praga, Gran Bretaña e Italia, descritos por su discípulo Felix Abraham. También se sabe de algunos realizados por los médicos nazis.
La primera operación de la que se tienen datos fue en 1930, cuando el pintor danés Einar Wegener le pidió al doctor Magnus Hirschfeld que lo transformara en mujer. Wegener falleció poco después debido a las secuelas de la operación.[3]

La primera tentativa exitosa que se dio a conocer al público, con repercusiones mundiales, se le practicó en Copenhague en 1952 a un ex soldado del ejército estadounidense, George Jorgensen, joven de origen danés - más tarde conocida como Christine y elegida “Woman of the year” en 1954 -. El endocrinólogo Christian Hamburger, el psiquiatra George Stürup y los cirujanos Poul Fogh-Andersen y Erling Dahl-Iversen fueron los encargados de la operación.[4]

El psiquiatra estadounidense Robert Stoller fue el primero que describió la transexualidad como una condición diferenciada. La relacionó con la identidad de género en contraposición al sexo biológico.[5]

La primera comprobación de Stoller fue que las mujeres transexuales, aunque deseadas como varones, reconocidas sin equívoco y bien aceptadas como tales, presentan desde su primera infancia un comportamiento femenino, tanto en sus elecciones de vestimenta, sus juegos y gestos, como en la entonación de su voz y su vocabulario.[5]

De la definición y el diagnóstico de transexualidad depende la prescripción terapéutica para la reasignación hormonal y quirúrgica del sexo.[5]

Stoller rechazaba la resignación quirúrgica de sexo.[6]

Los errores en el diagnóstico pueden tener como consecuencia la descompensación psicótica de los pacientes después de la operación.[5]

Con el tiempo la transexualidad ha abandonado progresivamente su lugar en los registros patológicos y el tratamiento se ha liberado de restricciones terapéuticas: el cambio de sexo está ahora a disposición de quien lo desee en muchísimos países. En 1988 el endocrinólogo de los Países Bajos Louis Gooren fundó la cátedra de transexualismo en la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Amsterdam (Vrije Universiteit of Amsterdam), en el departamento de Endocrinología, para enseñar a los profesionales la detección precoz de la transexualidad y su tratamiento hormono-quirúrgico.[7]

El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales o DSM IV de la Asociación Psiquiátrica Americana clasifica la transexualidad dentro de los Trastornos de la Identidad Sexual [F64][8]

La Organización Mundial de la Salud lo incluyó como síndrome médico en 1977 en una una resolución adoptada en la XXIX Asamblea Mundial de la Salud. La CIE-10 define tres trastornos diferentes: trastorno de la identidad sexual de la infancia, transvestismo de rol doble y transexualismo; en el DSM IV, estas tres entidades están recogidas dentro de una misma categoría, denominada trastorno de la identidad sexual. Según el DSM IV la insistencia por parte de un individuo de ser del otro sexo no debe ser considerada delirante.[8]

Existen dos componentes en el trastorno de la identidad sexual que deben estar presentes a la hora de efectuar el diagnóstico. En primer lugar, debe haber pruebas concluyentes de que el individuo se identifica, de manera sólida y persistente, con el otro sexo, lo cual constituye el deseo de ser, o la insistencia de que uno pertenece, al género opuesto del asignado al nacer.
Esta identificación con el otro sexo no consiste en el deseo de obtener las supuestas ventajas relacionadas con los usos sociales; es necesario que existan también pruebas de malestar persistente provocadas por el género asignado o un sentimiento de inadecuación con el papel de dicho género.[8]

Este diagnóstico no debe realizarse si el individuo padece una enfermedad física intersexual pues los individuos con trastorno de la identidad sexual poseen unos genitales normales (en contraste con los genitales ambiguos o el hipogonadismo encontrados en las enfermedades físicas intersexuales, como por ejemplo el síndrome de insensibilidad a los andrógenos o la hiperplasia suprarrenal congénita).[8]

Para efectuar el diagnóstico de trastorno de la identidad sexual deben existir pruebas de malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.[8]

Muchos individuos con trastorno de identidad sexual acaban socialmente aislados. Este ostracismo conduce a una baja autoestima y puede contribuir a un sentimiento de aversión hacia la escuela que provoque su abandono en los casos de personas en edad escolar.[8]
El rechazo y las burlas de los compañeros producen con frecuencia secuelas persistentes en estos niños, y las inclinaciones e intentos suicidas, los trastornos relacionados con el consumo de sustancias y la depresión clínica se encuentran a menudo asociados a este cuadro, especialmente en adolescentes.[8]
En adultos puede haber síntomas de ansiedad y de depresión.

Datos estadísticos sobre la población total de los países más pequeños de Europa sugieren que 1 de cada 30.000 varones y 1 de cada 100 000 mujeres desean tratamiento quirúrgico.[8]​ Los problemas de identidad en los niños y adolescentes no se definen como trastornos mentales en el DSM IV.

El 16 de octubre de 2009 distintas organizaciones transexuales se manifestaron en todo el mundo solicitando que en la revisión del DSM V desaparezca la transexualidad como patología.[9]

Criterios diagnósticos

Algunas diferencias con el travestismo, la homosexualidad y la intersexualidad:

  • En la persona travesti (persona que gusta vestir con ropas pertenecientes al género opuesto al suyo) y homosexual no existe ningún conflicto entre su sexo biológico y su género, mientras que en la persona transexual su identidad sexual no coincide con su sexo biológico. Por ejemplo, un varón travesti, aunque se vista de mujer, sigue considerándose un hombre.[1]
  • Travestis y homosexuales gozan de sus genitales, mientras que la persona transexual los padece y rechaza. Ni travestis ni homosexuales pretenden operarse, mientras que en el caso de transexuales la operación puede percibirse como algo necesario.
  • Algunos autores consideran que toda mujer que se viste de varón es transexual, no travesti, porque lo que caracteriza al travesti varón es la excitación sexual que le provoca el hecho de vestirse de mujer y la mirada del otro ante la revelación de lo que oculta bajo sus ropas, y afirman que en el caso opuesto esto no ocurre, ya que defienden que la mujer no sólo no se excita sino que se avergüenza si se descubre su identidad.[10]
  • Las intersexualidades son condiciones con bases fisiológicas, genéticas, biológicas, y que se definen por la existencia de discrepancia de uno o más de los criterios morfológicos que definen el sexo (estructura cromosómica, gónadas, genitales internos y externos, caracteres sexuales secundarios), como por ejemplo el síndrome de Klinefelter, el síndrome del varón XX, el síndrome de Turner, la agenesia mülleriana, la agenesia gonadal, la disgenesia gonadal mixta y la pura, el síndrome de la super mujer XXX, el síndrome de doble YY (XYY), el hermafroditismo ginandroide, la masculinización idiopática, la hiperplasia suprarrenal congénita, etcétera.[11]
    En cambio la persona transexual se tiene a sí mismo como perteneciente al sexo diferente al que resulta de su dotación cromosómica y su morfología; ésta no ofrece dudas, pero la persona la rechaza; se trata, pues, de un supuesto de confrontación entre la identidad de género, tal como es sentida por el propio sujeto y el sexo biológico, la dotación cromosómica, órganos sexuales externos e internos, caracteres sexuales secundarios.[12]

Rechazo a la anatomía de origen

El concepto de diferencia sexual propio de la Modernidad se apoya en los binarismos clásicos hombre/mujer, masculino/femenino. El transgenerismo y las sexualidades nómadas nos plantean interrogantes sobre la polaridad masculino/femenino y masculinidad/feminidad, así como sobre las nociones de verdad o falsedad en relación con estas categorías.[13]

Según Silvia Bleichmar:[14]

El planteo acerca de que la identidad sexual es arbitrariamente atribuida a partir de una lógica de la bipartición es tan cierto como falaz. Guarda en sí la ilusión libertaria pero imposible, residual del siglo XIX, de que los seres humanos pueden elegir al margen de sus determinaciones y sin constricciones. La respuesta filosófica, política y científica a esto consiste en reconocer que esta arbitrariedad no es eterna ni fijada para siempre
Hemos mostrado en capítulos anteriores cómo aún en las sociedades que reconocen una tercera categoría, sexualmente intermedia —como los berdaches entre los cheyennes, los xanith de Omán y lo mahu tahitianos,[15]​donde los casos de género andrógino funcionan en una tripartición-, los individuos deben escoger una identidad para toda la vida y atenerse a las reglas prescriptas de comportamiento[16]​ sexual.
Si (bien) masculino y femenino corresponden al orden de la creencia, de los enunciados compartidos con los cuales toda sociedad establece sus premisas sosteniéndose en una lógica de la disyunción, sería reductivo y banalizante suponer que por ello son fácilmente descartables.
La distribución de género se establece, usualmente, a partir del correlato con el sustrato anatómico del niño, regido por formas de clasificación sostenidas por los modos con los cuales ciertas reglas de cultura imponen esta distribución.
Hemos hablado en otros capítulos de los cambios profundos que se han producido en la actualidad, sobre todo respecto a las nuevas cuestiones propuestas por el transexualismo y el travestismo, que hacen estallar la cómoda bipartición y los enlaces instituidos. El rehusamiento a que la anatomía defina el destino del deseo marca, de manera absolutamente inédita en la historia, el carácter no natural ni determinado biológicamente de la sexuación, poniendo de relieve, por una parte, que no hay contigüidad entre la naturaleza y la cultura.

Las intersexualidades y las transexualidades en sentido amplio - variedad de subjetividades que no encuentran cabida en la dicotomía masculino/femenino, presentaciones queer o diversidades sexuales y de género- aparecen como un desafío a los conceptos de la Modernidad sobre la diferencia sexual y de género.[1]

Pero mientras que en algunas intersexualidades se cuestiona la clasificación binaria hombre/mujer, en la transexualidad se acepta; simplemente, el individuo transexual pone en duda el lugar que en ella se le asigna.[17]

La persona transexual acepta que existen dos géneros pero considera que biológicamente pertenece al equivocado.

La persona transexual se siente víctima de un error que se expresa en la convicción - consciente e inconsciente y que se sostiene desde la infancia- de que su identidad sexual no coincide con su sexo anatómico. Esto ocurre en una persona biológicamente normal, a diferencia de los intersexuales, y es una convicción que lo puede conducir a someterse a una operación de "cambio de sexo".[1]

Lo rechazado no es la bipartición masculino/ femenino sino la anatomía de destino.

Demanda de intervención quirúrgica

El tratamiento tiene como objetivo disminuir la importancia de los caracteres sexuales secundarios del sexo rechazado. En caso de personas biológicamente varones sometidas a un tratamiento feminizante, se reduce la musculatura y se genera una involución de los testículos y el pene, un desarrollo de los pechos y una mayor importancia de las envolturas adiposas mediante un tratamiento endocrinológico. Se suprimen el pene y los testículos, se crea una neovagina y se reduce la nuez mediante diversas intervenciones quirúrgicas. También se depila el vello mediante electrocoagulación o eliminación de los folículos pilosos por láser.[7]

En el caso de personas biológicamente femeninas sometidas a un tratamiento virilizante, el efecto consiste en una reducción de las masas adiposas y los pechos, un aumento de la musculatura, la aparición de una pilosidad masculina y un cambio del tono de voz, que se vuelve más grave mediante tratamiento endocrinológico. Se realiza una ablación de los pechos, procedimiento simple, y la confección de un neopene y un escroto con técnicas quirúrgicas mucho más complejas. La erección debe ser facilitada por una prótesis interna.

La cirugía de adecuación o de asignación del sexo o de reasignación del sexo (según la fuente consultada) es una terapia que la ciencia considera puede ser apropiada para mejorar el estado de salud (bienestar psicofísico) o calidad de vida de un sujeto transexual, reviste naturaleza paliativa y contribuye a la salud integral de la persona transexual y a la constitución de su identidad de género.[12]

Sin embargo no todos los que solicitan esta intervención quirúrgica son transexuales.[1]

Pueden darse en casos de mujeres que, debido a antecedentes familiares que pronostican una alta probabilidad de sufrirlo, deciden quitarse los senos por temor al cáncer de mama.[10]

También puede aparecer en ciertas psicosis clínicas, algunas formas de homosexualidad y en el travestismo.[1]

En ninguno de estos casos se trataría de transexuales.

Lo que define al transexual no es la demanda de cirugía, ni la necesidad de operarse, sino la fuerte convicción de pertenecer al sexo opuesto.

El quid de la transexualidad es la de la identidad de género; la persona transexual posee la convicción de que es una mujer encerrada en el cuerpo de un varón o un varón encerrado en el cuerpo de una mujer y quiere cambiar su cuerpo para adaptarlo a esa identidad.[1]

La mujer transexual no siente placer sexual vistiéndose de mujer, simplemente se siente mujer, y puede sentirse atraída por los varones o por las mujeres (en el caso de ser homosexual), pero le provoca rechazo que sus parejas sexuales se interesen por su pene.[10]

El hombre transexual no siente placer sexual vistiéndose de varón, se siente apropiado. Puede sentirse atraído por mujeres u hombres (en el caso de ser homosexual), pero le provoca rechazo que sus parejas sexuales se interesen por sus genitales.[10]

Quieren ser amados como varones, y la mayoría quedan satisfechos si se eliminan las partes femeninas de sus cuerpos, no sintiendo la necesidad de adquirir genitales masculinos.[10]

Las mujeres transexuales se dan con mayor frecuencia que los hombres.

Algunos autores plantean la hipótesis de una diferencia radical entre ellos, ya que los hombres transexuales son casos menos frecuentes y menos estudiados, pasan más desapercibidos y muchos logran vivir y trabajar como varones,[10]​ a diferencia de las mujeres, que muchas veces terminan dedicándose a la prostitución por no encontrar otro tipo de trabajo.
Pueden incluso tener hijos mediante inseminación artificial de donante anónimo.[10]

En algunos países, los partidarios del fenómeno “trans”, que engloba a todos los que cuestionan los límites impuestos por el sexo - sean transexuales, transexualistas, travestis, drag queens, drag kings, butchers, queers...-, consideran que nuestra cultura posmoderna ya ha entrado en la era del postransexualismo y, en algunos casos, combaten las prácticas hormo-quirúrgicas y no expresan más que su deseo de adecuación en lo que se refiere a su “habitus” social.[7]

Debates

La transexual Dana Internacional ganó el Festival de Eurovisión en 1998 suponiendo un aliento para gays y transexuales israelíes

A principios del siglo XX se abrieron nuevas posibilidades para las personas transexuales gracias al progreso de los conocimientos endocrinológicos y los tratamientos hormonales. En la actualidad las personas que se sienten así tienen la posibilidad de concretar un cambio de sexo real a raíz del desarrollo médico-quirúrgico y tecnológico. Ahora es posible modificar la apariencia sexual del cuerpo humano. [7]

Esto ha ocasionado no pocas paradojas:

  • El 4 de junio de 2011, a pesar de que el matrimonio entre personas del mismo sexo no está aceptado por la jurisprudencia francesa, se casaron en Nancy, Francia, dos mujeres. Élise es una transexual operada y con documentos femeninos mientras que Stephanie es una transexual que aún no tramitó su cambio de género en el documento (se desconoce si está operada o no), por lo cual en sus documentos figura como del sexo masculino. Por lo tanto, para la ley, se trata de un matrimonio entre un varón y una mujer. [18]
  • El 29 de junio de 2008 Thomas Beatie, un transexual varón, tuvo su primer hijo del cual sería el padre y no la madre.

La reacción de la sociedad frente a la transexualidad, el transexualismo y el transgenderismo ha generado un intenso debate de compleja problemática en el orden médico, psiquiátrico, psicológico, jurídico y ético.
Los antropólogos sociales, los psicólogos, los psicoanalistas, los sociólogos, los médicos psiquiatras, cirujanos y endocrinólogos, juristas, magistrados y filósofos han tenido que ponerse a reflexionar sobre sus consecuencias.

Aparecieron así los siguientes debates:

  • Objeciones al establecimiento de una norma heterosexual que excluya otras subjetividades y otras formas de sexualidad.[1]
  • Discusiones acerca de la implantación de técnicas médicas capaces de modificar radicalmente los cuerpos sexuados.[1]
  • Polémicas sobre la fertilización asistida en parejas no heterosexuales y sobre la constitución de nuevos tipos de familias, que plantean la necesidad de analizar la cuestión de las identificaciones en dichas estructuras familiares.[1]
  • La solicitud de reconocimiento legal de las personas transexuales plantea problemas de carácter social al vincularse a las decisiones de las diferentes instancias jurídicas que tienen que pronunciarse en los casos de litigio.[19]
  • Especificar lo que permitiría al Registro Civil definir a un individuo como perteneciente al sexo masculino o al sexo femenino.[7]
  • El derecho tiene que reexaminar la definición jurídica de sexo para otorgar o no el reconocimiento de un cambio de sexo en las personas transexuales operadas con las consecuencias que esto ocasionará en el campo del derecho (derecho al matrimonio, a la adopción, etc).[7]
  • Al modificarse el sexo en el documento se modifican tanto las reglas de filiación como los concepto de paternidad y maternidad; el derecho debe decidir qué es un padre y qué es una madre.

Causas de la transexualidad

Hasta ahora, no se ha producido ningún descubrimiento concluyente relativo a sus causas. “No sabemos por qué se produce el transexualismo", dice el doctor Louis Gooren, director de la cátedra de Transexualidad en la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Amsterdam [20]

Causas físicas

En un estudio de los suecos Ivanka Savic y Stefan Arver, la disforia de género se propone como una consecuencia de una diferenciación sexual cerebral atípica aunque no hay datos que indiquen que los cerebros estaban feminizados.[21]​ Un estudio del doctor Kruijver en Ámsterdam apoya la hipótesis de que en los transexuales las diferenciación sexual del cerebro y los genitales pueden ir en direcciones opuestas y por eso él apunta a una base neurobiológica de la transexualidad.[22]​ Otro estudio de I. Savic y S. Arver, del Departamento de Neurociencia Clínica del Stockholm Brain Institute, realizado con 48 hombres y mujeres heterosexuales y 24 mujeres transexuales (H>M) no pudo confirmar los resultados anteriores pero sostiene que la anatomía del cerebro desempeña algún papel en la identidad de género.[23]​ Un estudio del análisis de reacciones localizadas en el cerebro a través electroencefalogramas (EEG) y han mostrado que los del grupo transexual H>M fueron más similares a los del grupo de mujeres heterosexuales que a los del grupo de hombres.[24]

Estudios parecidos sostienen una fuerte tendencia a la herencia.[25]​.

Proceso de reasignación de sexo

La mayor parte de las personas transexuales sienten un sufrimiento psicológico y emocional debido al conflicto entre su identidad sexual y el sexo que se les asignó al nacer. Algunas encuentran como única solución un Proceso de Reasignación de Sexo. Este proceso puede incluir tratamientos hormonales o someterse a la Cirugía de Reasignación de Sexo para modificar sus características sexuales primarias y secundarias.

La asociación internacional Harry Benjamin (en inglés, Harry Benjamin International Gender Dysphoria Association) publica cada año un manual de estándares especializados de asistencia y tratamiento de la transexualidad.

Requisitos para el tratamiento de reasignación de sexo

En España, para comenzar el tratamiento de reasignación se precisa un informe positivo por parte de un profesional (psicólogo, sexólogo, psiquiatra) en el que reconozca la necesidad de la persona de adoptar el nuevo rol de género y la adaptación de sus caracteres sexuales primarios y secundarios (mediante tratamientos hormonales o cirugías) para conseguir desenvolverse mejor en la sociedad. En dicho informe se hace constar además que la persona no presenta ningún trastorno mental que la induzca a tomar dicha decisión. El que no se tenga ningún trastorno mental no implica que la transexualidad no sea un problema de salud al que haya que dar respuesta médica, tal como reconoce la OMS.[cita requerida]

Además, se recomienda que la persona pase durante uno ó dos años un test de vida real o experiencia de vida real, que consiste en comenzar a vivir de acuerdo a la propia percepción de la identidad sexual, es decir, conforme al rol de género del sexo contrario al que le fue asignado a la persona transexual en el momento del nacimiento.

Este test no siempre es posible, ya que -sin hormonas y sólo mediante maquillaje y ropa- puede resultar complicado adaptar el físico a la anatomía deseada y pasar inadvertido. Para ello, los varones transexuales necesitarán al menos acceder a la terapia hormonal, mientras que la mayoría de las mujeres transexuales necesitarán además eliminar su vello facial, adiestrar su voz y, a veces, cirugía facial feminizante.

Tratamiento psicológico

El psicoterapeuta no debe pronunciarse sobre la conveniencia de someterse a las modificaciones físicas que la medicina y la cirugía ponen al alcance del individuo. Si acepta escuchar a la persona transexual como paciente es sólo para mostrarle la razón subjetiva de su demanda, así como las consecuencias que tendría el proceso. El tratamiento no apunta a la desaparición de un síntoma sino permitir al sujeto conocer lo que genera su malestar.[7]

En otros casos, el tratamiento psicológico se realiza como apoyo a la persona transexual durante su proceso de reasignación de sexo, debido a que durante ese primer período se pueden producir muchos cambios, y es necesario el ir asimilándolos al tiempo que ocurren. También debido a que pueden producirse actitudes de rechazo en el entorno (trabajo, vecindad, familia,...) es función del psicólogo el dotar al sujeto de los mecanismos psicológicos necesarios para sobrellevar estas contingencias.

La necesidad de tratamiento psicológico se subraya también debido tanto al alto índice de problemas de salud, incluidos la depresión, ansiedad y diferentes adicciones, como a la gran tasa de suicidios entre la población transexual.

Muchos activistas transexuales y especialistas defienden que estos problemas normalmente no están relacionados con su identidad sexual, sino con los problemas que surgen por la discriminación social que sufren.

Terapia hormonal sustitutiva

Tanto para las mujeres como para los varones transexuales la Terapia Hormonal Sustitutiva (THS) provoca el desarrollo de algunos de los caracteres sexuales secundarios del sexo deseado. Sin embargo, muchos de los preexistentes caracteres sexuales primarios y secundarios no pueden desaparecer mediante la THS. Por ejemplo, el pecho crecerá en las mujeres transexuales, pero no desaparecerá en los varones transexuales. El [vello] facial de los varones transexuales crecerá, pero normalmente no dejará de hacerlo para las mujeres transexuales[cita requerida].

Sin embargo, algunos caracteres (como la distribución corporal de la grasa y los músculos, así como la menstruación en los varones transexuales) pueden ser revertidos mediante el tratamiento hormonal. Desgraciadamente, algunos de esos caracteres volverán a aparecer al cesar el tratamiento hormonal, a no ser que se haya realizado una castración quirúrgica.

Además, especialmente en las mujeres transexuales, pero también en algunos varones transexuales, se precisa de la cirugía para un resultado físico satisfactorio. Las mujeres transexuales a menudo requieren depilación intensiva para hacer desaparecer el vello facial y corporal.

La terapia hormonal dura toda la vida[cita requerida].

Cirugía de reasignación de sexo (CRS)

La cirugía de reasignación de sexo consiste en procesos quirúrgicos que las mujeres y los varones transexuales llevan a cabo para armonizar su sexo anatómico con su identidad sexual. Puede centrarse en los genitales, denominada cirugía de reconstrucción genital, y en la que se pueden distinguir operaciones como la vaginoplastia, la metadoioplastia o la faloplastia. Pero también existen operaciones femenizantes o masculinizantes de caracteres sexuales no genitales, como puede ser una cirugía facial o una mastectomía.

La cirugía es muy cara, y excepto en los casos de las Comunidades Autónomas de Extremadura, Andalucía, Madrid, Aragón y Cataluña en España, no está cubierta por la Seguridad Social, y tampoco en todas partes por los seguros médicos privados. El precio varía notablemente, dentro del ámbito de la medicina privada. En España, la operación de vaginoplastia cuesta entre 12.000 y 18.000 €; mientras que la faloplastia es mucho más cara y puede alcanzar un precio de entre 24.000 y 36.000 €.

En otros países, los precios oscilan desde cifras similares en Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea; a la mitad en Tailandia, e incluso menos en algunos países latinoamericanos.

En ningún caso se deberá asumir que un precio más elevado es una garantía de una mejor intervención, y es recomendable informarse bien y comparar resultados antes de tomar una decisión.

No todas las personas transexuales se someten a la cirugía de reasignación de sexo (bien por el alto coste de la operación, bien por riesgos médicos o por razones personales), a pesar de que vivan permanentemente en el rol de género del sexo con el que se identifican.

Aspectos sociales y legales

Leyes mundiales que conciernen a la expresión de la identidad de género      Cambio de Identidad Legal      Desconocido/Ambiguo

El Ejército de Israel fue el primer ejército en aceptar en sus filas a una persona transexual.[26]

En España no se han realizado estudios sobre la prevalencia de la transexualidad en la población. Por ello, para poder establecer una cifra aproximada, debemos utilizar los datos del estudio realizado por Bakker, Van Kesteren, Gooren y Bezemer en Países Bajos en 1993 y realizar una extrapolación de las cifras, y que se han comprobado en 2007 para Bélgica: la prevalencia es de una persona transexual por cada 19.000 habitantes en todo el país (1:12.900 para mujeres transexuales y 1:33.800 para hombres transexuales), pero con diferencias significativas entre zonas urbanas (Bruselas) y más rurales, y entre Flandes y Walonia[27]​ Sin embargo, las cifras calculadas para el año 2011 por "gires - the Gender Identity Research and Education Society" del Reino Unido, muestran una prevalencia actual y futura mucho más alta de personas que podrían mostrar una disforia de género.

Anna Grodzka de Polonia, es la primer parlamentaria transexual en la historia de Europa que realizara una cirugía de reasignación de sexo.

Según el INE, en enero de 1998 la población española estaba formada por 39.852.651 personas, de las cuales 19.488.465 eran varones y 20.364.186 eran mujeres. El 90'62% del total de la población tenía más de 15 años, y si sólo consideramos la población mayor de 15 años y extrapolamos los datos del estudio holandés, la estimación de personas transexuales en España es de 2.087 personas, de las cuales habrá 1.408 mujeres transexuales y 607 varones transexuales.[28]

En el terreno legal y social, las personas transexuales suelen reivindicar dos derechos. Uno, mayor facilitad para modificar el sexo legal y, por otro lado, la cobertura sanitaria integral.

Sexo legal

Las personas transexuales que han comenzado a vivir en el rol de género del sexo con el que se sienten identificados suelen tener muchas dificultades a la hora de identificarse con documentos oficiales. Para ellos, ya que su documento de identidad indica un sexo legal diferente al que muestra su apariencia física, se complican desde gestos tan cotidianos como utilizar la tarjeta de crédito o comprar un billete de avión hasta gestiones tan básicas como acceder a un puesto de trabajo.

En España, la ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas[29]​ permite el cambio de la mención de sexo en los documentos oficiales, incluyendo el registro civil y el D.N.I.. siempre que se cumplan los requisitos expuestos en la ley, es decir, tener la nacionalidad española, ser mayor de edad y estar acreditado por los correspondientes informes médicos.

El cambio se realiza por vía administrativa presentando en el registro civil correspondiente al lugar de residencia del interesado una solicitud acompañada de la documentación correspondiente.

En Argentina la "Ley de identidad de género" que lleva el número 26.743,[30]​ permite que las personas trans (travestis, transexuales y transgéneros) sean inscriptas en sus documentos personales con el nombre y el sexo de elección, además ordena que todos los tratamientos médicos de adecuación a la expresión de género sean incluidos en el Programa Médico Obligatorio, lo que garantiza una cobertura de las prácticas en todo el sistema de salud, tanto público como privado. Sancionada el 9 de mayo de 2012[31]​ es la única ley de identidad de género del mundo que, conforme las tendencias en la materia, no patologiza la condición trans.[32]

Asistencia sanitaria integral

Se trata de la reivindicación histórica de la comunidad transexual. En 1989, ya el Parlamento Europeo instaba a los estados miembros el posibilitar el acceso a las personas transexuales a una asistencia sanitaria integral, cosa que en España de momento no se ha cumplido más que en la comunidad andaluza, que dispone de una unidad especializada en el hospital Carlos Haya de Málaga, y en la comunidad de Madrid en el Hospital Ramón y Cajal.

Transfobia

Probablemente, una de las grandes asignaturas pendientes para la comunidad transexual es la lucha por concienciar a la población de que la transexualidad no es una amenaza ni una aberración ni una enfermedad, es decir, la lucha contra la discriminación que genera la transfobia: el odio, miedo irracional o desprecio hacia las personas transexuales.

La transfobia se manifiesta de formas muy diversas: puede darse en el terreno laboral, en el contexto familiar, en el social o incluso en la misma persona transexual que no se acepta a sí misma. Sea cual sea la forma en que se manifieste, la base de la transfobia siempre es la negación de la identidad sexual de las personas transexuales, el prejuicio de que por haber nacido con los genitales del otro sexo "no son realmente mujeres" (las mujeres transexuales) o "no son verdaderamente hombres" (los hombres transexuales). Cuando se acepta que el sexo de una persona es su sexo psicológico, y deja de verse con rechazo, desprecio u odio el que una mujer (transexual) viva como la mujer que es o un hombre (transexual) viva como el hombre que es, se ha superado la transfobia.

En esta batalla, la comunidad que defiende los derechos de estas personas ha instaurado el 17 de mayo como Día mundial tanto contra la homofobia como contra la transfobia.

El movimiento transexual

A medida de que se han empezado a articular asociaciones en defensa de los derechos de las personas transexuales, la terminología se ha ido definiendo con mayor precisión. Actualmente, el movimiento sigue en desarrollo dentro de asociaciones de personas homosexuales, pero también con una fuerte tendencia a formar organizaciones independientes e, incluso, asociaciones específicas para varones transexuales y mujeres transexuales, por separado.

Transexualidad y homosexualidad

Los varones y las mujeres transexuales presentan la misma variedad de orientaciones sexuales que presentan las personas no transexuales[cita requerida]. Es decir, existen mujeres transexuales bisexuales, homosexuales, heterosexuales o asexuales; así como varones transexuales, bisexuales, homosexuales, heterosexuales o asexuales.

Es decir, la transexualidad está relacionada con la identidad sexual -el sexo con el que el individuo se identifica-, mientras que la homosexualidad se relaciona con la orientación sexual -el sexo por el que el individuo siente atracción sexual[cita requerida].

Sin embargo, incluso hoy en día se siguen confundiendo ambos términos, como ocurría hace décadas. Textos médicos anticuados describían la orientación sexual en relación con el sexo asignado, no con el sexo de identificación; en otras palabras, refiriéndose a una transexual de varón a mujer que se sentía atraída hacia los varones, como "un transexual masculino homosexual"[cita requerida].

De nuevo, hay que decir que este uso confuso de los términos es científicamente inexacto y clínicamente insensible hoy en día, y una persona como la descrita sería denominada actualmente (y ella misma se consideraría) una "mujer transexual heterosexual".

Crítica a la transexualidad desde parte del feminismo radical

Desde un sector del feminismo radical se considera a la transexualidad una forma de perpetuar los roles de género. Sheila Jeffreys considera a la cirugía de reasignación de sexo como una forma de "auto-mutilación" y "sadomasoquismo",[33]​ y opina que es consecuencia de la desigualdad de las mujeres, de la violencia masculina y de la opresión lésbica;[34]​ sus planteamientos sobre el tema se desarrollan en la obra Unpacking Queer Politics: A Lesbian Feminist Perspective. Un análisis similar ha sido realizado por Janice G. Raymond en su ensayo The Transsexual Empire: The Making of the She-Male.

La transexualidad en la infancia y la juventud

Los individuos pueden hacerse conscientes de su identidad sexual en muchas etapas diferentes de su vida[35]​. En la mayor parte de los casos, la condición transexual se descubre en algún momento de la infancia, a veces en la infancia más temprana, en la que el niño o la niña puede expresar un comportamiento no normativo de género o una insatisfacción relacionada con el sexo asignado[36]​. En la mayoría de las ocasiones, sin embargo, estos niños viven escondiendo su verdadera identidad tan pronto como experimentan rechazo cuando no se comportan como se espera de ellos.

En los últimos años, cada vez más niños y niñas transexuales han recibido asistencia y, en su caso, tratamiento médico, así como la posibilidad de cambiar su rol social[37]​).

En muchas ocasiones, por vergüenza o desconocimiento, los familiares tratan de esconder o negar los casos en los que los menores manifiestan abiertamente sentir una identidad sexogenérica diferente a aquella que se les asignó al nacer. Además, se suele determinar que un porcentaje de niños que esperan tratamiento en la adolescencia "revierten", pero esto se debe a una equivocación generalizada, incluso dentro del mismo sistema sanitario, por la cual se confunde transexualidad (identidad sexual) con comportamientos de sexo-género no normativos (niños afeminados o niñas con roles masculinos, pero sin conflictos de identidad de género). Cada vez es más evidente, y así lo expresan los estudios más avanzados[38]​, que la transexualidad nunca revierte y que la identidad sexual está completamente asentada desde los primeros años de vida como característica inherente y propia del individuo[39]​.

En verano de 2013 en España se constituyó la asociación Chrysallis, Asociación de Familias de Menores Transexuales, que ofrece apoyo, ayuda, documentación, información y contactos para solucionar los problemas que pueden ir surgiendo en los entornos familiar, educativo, social, sanitario y legal [40][41]​. Durante el primer medio año de existencia de la asociación se han afiliado más de 80 familias, lo que indica que existen muchos más casos de los que se había supuesto hasta ahora. Esto, unido a que se va corrigiendo la equivocación que incluía tradicionalmente a la transexualidad dentro de la homosexualidad, hace que en la actualidad la prevalencia de la primera se revise continuamente al alza, considerándose que podría ser superior hasta en un orden de magnitud a aquella establecida en anteriores décadas[42]​.

Los menores transexuales, y en general los menores con comportamientos de género no normativos, constituyen una minoría en riesgo de exclusión social y pueden ser objeto de rechazo familiar o de humillación y otras formas de bullying en los centros escolares. Por esta y otras razones relacionadas, algunos profesionales de sexología, psicología y pedagogía empiezan a formarse y especializarse en España con objeto de crear redes de asesoramiento, apoyo psicológico y atención especializada [43]​ no solo a personas transexuales adultas, sino también a niños y adolescentes.

Películas como Ma Vie En Rose (1997), de Alain Berliner, Tomboy (2011), de Céline Sciamma o la película documental Creature (1999), de Parris Patton, describen diferentes escenarios de la transexualidad infantil.

Véase también

Referencias

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Bibliografía

Enlaces externos