Tabaco

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Plantación de tabaco en Pensilvania, Estados Unidos.

El tabaco es un producto de la agricultura originario de América y procesado a partir de las hojas de Nicotiana tabacum. Se consume de varias formas, siendo la principal por combustión produciendo humo. Su particular contenido en nicotina la hace muy adictiva. Se comercializa legalmente en todo el mundo (salvo en Bután),[1][2]​ aunque en muchos países tiene numerosas restricciones de consumo, por sus efectos adversos para la salud pública. Su composición incluye un alcaloide, la nicotina, que se encuentra en las hojas en proporciones variables (desde menos del 1% hasta el 12%).

El género Nicotiana abarca más de 50 especies clasificadas en cuatro grupos principales: Nicotiana tabacum, Nicotiana petunoides, Nicotiana rustica y Nicotiana polidiclia. La especie Nicotiana tabacum, se puede clasificar en cuatro variedades: havanesis, brasilensis, virgínica y purpúrea, que son el origen de las distintas variedades usadas en la comercialización.

Historia

Origen y consumo en la América precolombina

Los expertos en vegetales han determinado que el centro del origen del tabaco se sitúa en la zona andina entre Perú y Ecuador. Los primeros cultivos debieron tener lugar entre cinco mil y tres mil años a. C. Cuando se coloniza América, el consumo estaba extendido por todo el continente. Fumar (inhalar y exhalar el humo del tabaco) era una de las muchas variedades de consumo en América del Sur. Además de fumarse, el tabaco se aspiraba por la nariz, se masticaba, se comía, se bebía, se untaba sobre el cuerpo, se usaba en gotas en los ojos y se usaba en enemas. Se usaba en ritos como soplarlo sobre el rostro de guerreros antes de la lucha, se esparcía en campos antes de sembrar, se ofrecía a los dioses, se derramaba sobre las mujeres antes de una relación sexual, y tanto hombres como mujeres lo utilizaba como narcótico.

El tabaco era usado por los mayas para celebraciones rituales y religiosas, fue conocido por los europeos en 1492 con ocasión de la llegada de Cristóbal Colón y sus expedicionarios. Otras versiones tomadas de cronistas españoles proponen que «tabaco» proviene de la castellanización del lugar donde la planta fue descubierta, ya sea Tobago, una isla antillana, o la localidad mexicana de Tabasco. Sin embargo, lo más verosímil es que proceda del árabe «tabbaq», nombre que se aplicaba en Europa desde al menos el siglo XV a diversas plantas medicinales. La variedad maya conocida como Cikar (fumar), se extendió por todo el continente gracias al comercio. Rodrigo de Jerez y Luis de la Torre, compañeros de Cristóbal Colón, fueron los primeros europeos en conocer su existencia. Rodrigo, a su vuelta a España, fue encarcelado por la Inquisición acusado de brujería, ya que solo el diablo podía dar a un hombre el poder de sacar humo por la boca.

La primera obra escrita en la que se relata la forma nativa de aspirar el humo proveniente de rollos de hojas encendidas es Apologética historia de las Indias de Bartolomé de las Casas (1527). Posteriormente Gonzalo de Oviedo y Velázquez, en la Historia General de las Indias, describe la planta y sus usos (1535).

Adopción en Europa

Por orden de Felipe II, Hernández de Boncalo, cronista e historiador de las Indias, fue quien llevó las primeras semillas de tabaco que llegaron a Europa en 1559. Estas semillas fueron plantadas en los alrededores de Toledo, en una zona llamada los Cigarrales porque solían ser invadidas por plagas de cigarra. Allí se inició el cultivo de tabaco en Europa y, por este motivo, algunos historiadores sostienen que el nombre de cigarro proviene de esta circunstancia.

Su extensión por el continente europeo fue gracias al embajador francés en Portugal Jean Nicot 1530-1600, en su honor Linneo introduce la denominación "Nicotiana" en su clasificación de Botánica (Species Plantarum de 1753). Este lo introdujo en su forma aspirada (rapé) y la popularizó al, supuestamente, «curar» a Catalina de Médicis (esposa de Enrique II) de unas migrañas, por lo que se le denominó hierba de la reina, Catalinaria Nuduca y hierba del embajador.

El tabaco no constituyó un problema de salud hasta la Revolución Industrial, momento en el que comenzó la producción masiva. La publicidad, principalmente en los niños y jóvenes, se convertía en su modelo de comportamiento, emitiendo diversos mensajes. Pero es cierto que, debido a ello, la cifra de muertos a causa del tabaquismo era de un 27,2% superior al dado actualmente según confirma la Agencia Internacional del ecuador sobre el Cáncer.[3]

Polémicas y campañas contra el tabaco

Durante el siglo XX, numerosos estudios médicos fueron demostrando los perjuicios del tabaco, y negando su posible utilidad terapéutica. Por otro lado, su consumo pasa de ser mayoritariamente masculino a un mayor equilibrio entre sexos.

No fue hasta la década de 1990 cuando se empezó a hacer eco del efecto nocivo del tabaco aunque, debido a la falta de pruebas, no se tenía del todo en cuenta la gravedad de la situación. A pesar de ello, una sentencia de 1992 del Tribunal Supremo estableció que las empresas tabacaleras solo incurrían en delito si ocultaban al consumidor información sobre los efectos nocivos del tabaco, mientras que numerosas demandas presentadas contra ellas habían sido desestimadas.

La Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud (OMS), intentaron prohibir en 2001 la publicidad del tabaco en todo el mundo. A partir de 2004, las empresas tabacaleras se vieron obligadas a especificar los aditivos que utilizan en la fabricación del tabaco y todas las cajetillas se empezaron a comercializar con la leyenda: «Fumar mata», «Fumar puede matar» o «Fumar daña gravemente su salud y la de las personas que están a su alrededor».

Tendencias actuales

Según comunica la Organización Mundial de la Salud (OMS), «los países que han reconocido la importancia primordial de informar al público, han logrado un descenso en el consumo de tabaco». Panos, agencia londinense de información, añade: «En muchos hogares, lugares públicos y centros de trabajo del Norte, ya no se considera socialmente aceptable fumar», y muchas personas se ven impedidas de hacerlo en lugares públicos cerrados por las prohibiciones adoptadas en varios países. Estas restricciones son más rígidas en los países desarrollados que en los subdesarrollados, razón por la cual las empresas tabacaleras dirigen su publicidad más hacia las naciones con menos prohibiciones o con leyes más laxas.

Perjuicios para la salud

Gráfico comparativo entre drogas.[4]

Las patologías más frecuentes asociadas al tabaquismo son la bronquitis y el enfisema. Se trata de dos fenómenos esencialmente de tipo inflamatorio y destructivo, pero que pueden complicarse con lesiones obstructivas, de fibrosis alveolar e incluso de neumotórax. La nicotina tiene también un efecto directo sobre el sistema vascular, pudiendo producir gangrena como complicación de la enfermedad de Buerger. Por otra parte, se considera que el hábito del tabaquismo puede influir negativamente en la potencia sexual masculina.[5]

En términos generales, las complicaciones derivadas del consumo de tabaco se perciben a largo plazo. Es la acción prolongada y continuada de las distintas sustancias que componen los cigarrillos sobre el organismo humano lo que desencadena el desarrollo de patologías severas como tumoraciones, problemas cardiovasculares, respiratorios, etc. Tal es el caso, por ejemplo, del – cáncer de labio en los fumadores de pipa, el cáncer de vejiga, el cáncer de esófago. En este último, se aprecia un mayor riesgo de padecerlo en pacientes adictos al tabaco negro. Los alquitranes y otras sustancias químicas que acompañan a la nicotina en la composición del cigarrillo son considerados altamente nocivos, siendo los principales responsable del desarrollo de tales complicaciones. Sin embargo, está demostrado también que el tabaco mascado «sin humo» también produce cáncer de la cavidad oral. El uso simultáneo del alcohol aumenta la carcinogenicidad del tabaco respecto al cáncer de cabeza y cuello.[6]​ El tabaco es el responsable del diagnóstico de casi la totalidad de casos de enfermedad pulmonar obstructiva, de enfisema y de cáncer de pulmón.

Desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) se hace especial hincapié en el carácter crónico del tabaquismo. El alto poder adictivo de las sustancias que contiene el tabaco disminuye exponencialmente las posibilidades de lograr mantener la abstinencia durante un tiempo prolongado tras una primera tentativa de abandono. El paciente tiende a desarrollar numerosas características propias de otras patologías no reversibles. La lucha contra la adicción al tabaco debe, pues, plantearse en un marco de acción a largo plazo. Se requiere una interacción estrecha entre los profesionales sanitarios y el fumador, siendo necesario actuar sobre determinados patrones educacionales, al mismo tiempo que se programa una terapia conductal adecuada y se lleva a cabo un seguimiento personalizado del enfermo. Si bien hasta el momento los profesionales sanitarios tendían a mostrarse reacios a la hora de asesorar a los pacientes sobre cuestiones de tabaquismo al considerar poco eficaz su labor en esta materia (la concienciación suele ser menor que en otras patologías crónicas como la diabetes o la hipertensión arterial), la situación tiende a revertirse.

En las últimas décadas, las políticas de salud pública de una gran parte de los gobiernos occidentales tienen en el tabaquismo su caballo de batalla. Proliferan las reformas legislativas que tienen como objetivo controlar el margen de beneficios de las grandes tabaqueras, así como aumentar las cargas impositivas al tabaco o restringir los espacios en los que se permite fumar. En España la Ley 28/2005, del 26 de diciembre de 2005, ha establecido un nuevo marco legal para la regulación de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad del tabaco. Sucesivas enmiendas y anexos se han incorporado al texto inicial, hasta que en 2011 ha entrado en vigor la actual "Ley antitabaco" que establece la prohibición total de fumar en lugares públicos cerrados.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) respalda activamente la adopción de tales medidas. En un comunicado de prensa publicado en 2008, instaba a los gobiernos a comprometerse con la prevención del tabaquismo mediante la prohibición total de toda forma de promoción, publicidad y patrocinio en torno al tabaco.

En España, según informa el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT)[7]​ se calcula que cada año mueren cerca de 3.000 personas al verse expuestas al humo del tabaco ambiental. Dicho organismo recoge que en torno al 12% de los no fumadores son fumadores pasivos y casi la mitad de los no fumadores vive expuesta al humo ambiental. Se estima que una parte importante de los fumadores se inicia en el tabaco antes de los 18 años, de los que casi un 25% lo hace antes de cumplir los 10. Por eso se buscan en la actualidad nuevas estrategias que permitan proteger a este sector poblacional tan sensible frente al influjo ejercido por la presencia recurrente del tabaco en todo tipo de soportes audiovisuales como el cine, la televisión, las revistas o las vallas publicitarias.

Sin embargo, aunque el nivel de concienciación sobre los efectos nocivos del tabaquismo ha aumentado sensiblemente, se percibe una cierta permisividad con respecto a otras sustancias afines.

En un estudio realizado recientemente en el Reino Unido, se analizó el daño que provocaban veinte sustancias psicoactivas y se calculó un valor relativo en una escala de 0 a 100 que refleja el daño que traen dichas sustancia para quien la consume, además de incluir una segunda variable que refleja el daño provocado a terceros. El valor relativo combinado de las 2 variables (daño propio y daño a terceros), ordenado de mayor a menor peligrosidad, muestra: alcohol (72), heroína (55), crack cocaína (54), metanfetamina (33), cocaína (27), tabaco (26), anfetamina (23), ácido gamma-hidroxibutírico también conocido como GHB o droga de violación (19), benzodiacepinas (15), ketamina (15), metadona (14) y otras menos dañinas para terceros, aunque lo sean para los usuarios: (éxtasis, mefedrona, solventes, LSD, hongos alucinógenos, cannabis, etc...). El alcohol, como puede verse, es tres veces más dañino en conjunto (para sus consumidores y para quienes los rodean) que la cocaína, el tabaco y las anfetaminas; y mucho más nocivo que la marihuana.[8]

El profesor emérito de ciencias del comportamiento Hanan Frenk y el psicólogo Reuven Dar, ambos de la Universidad de Tel Aviv, cumpliendo estudios en parte esponsorizados por las mismas multinacionales tabaqueras, publicaron un libro en el que cuestionan la credibilidad de los resultados estadísticos de los estudios sobre la toxicidad y potencial adictivo de la nicotina, y afirman que estas nociones son una construcción falsa; este libro hasta el momento es la única publicación científica, entre millones que cuestiona la toxicidad y el potencial adictivo de la nicotina.[9]

Véase también

Referencias

  1. Parameswaran, Gayatri (28 de septiembre de 2012). «Bhutan smokers huff and puff over tobacco ban.The world's strictest anti-tobacco laws have anguished sellers and consumers in the remote Himalayan kingdom». Aljazeera (en inglés). Consultado el 8 de mayo de 2014. 
  2. Wangdi, Kencho (12 de abril de 2011). «Do Bhutan's Anti-Smoking Laws Go Too Far?». TIME (en inglés). 
  3. Agencia Internacional sobre el Cáncer
  4. Escala de clasificación de los daños originados por las diferentes drogas. Fuente: artículo de Nutt, David, Leslie A King, William Saulsbury, Colin Blakemore de 24 de marzo de 2007. "Development of a rational scale to assess the harm of drugs of potential misuse" The Lancet 2007; 369:1047-1053. (PMID 17382831; doi:10.1016/S0140-6736(07)60464-4)
  5. infodoctor.org. «Tabaco e impotencia». 
  6. «11th Report on Carcinogens by the U.S. Department of Health and Human Services». Consultado el 27 de octubre de 2006. 
  7. ,Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo
  8. Nutt D.J., King L A. & Phillips L.D., The Lancet, Vol. 376, Is. 9752, Pag. 1558-1565, 2010
  9. Hanan Frenk, Ph.D. & Reuven Dar Ph.D., A Critique of Nicotine Addiction, Kluwer Academic Publishers, 2000. En este libro se cuestiona la adicción a la nicotina.

Bibliografía

  1. Doll R, Peto r, Wheatley K, Gray R et al. Mortality in relation to smoking: 40 years' observations on male British doctors .BMJ 1994;309:901-911 (8 de octubre)Texto completo
  2. Agustín González Enciso, Rafael Torres Sánchez, Tabaco y economía en el Siglo XVIII, 1999, ISBN 84-313-1730-2.
  3. Octavio Rodríguez Araujo, Tabaco: mentiras y exageraciones, 2010, ISBN 978-607-7521-03-7. En este libro se cuestiona y relativiza, con datos de las mismas fuentes de la OMS y otras de BMJ, Science, etc. lo que afirman la misma OMS y autores como Doll, Peto y otros.
  4. Real Academia Española; DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA Vigésima segunda edición, 2005, [1]
  5. Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT).
  6. Agencia Internacional de Investigación Sobre el Cáncer (IARC).
  7. «Drogas: + Información, - Riesgos. Tu guía». Plan Nacional Sobre Drogas, Ministerio del Interior, EDEX, 2001.
  8. «Es fácil dejar de fumar si sabes cómo». Allen Carr. Madrid: Espasa-Calpe, 2003.
  9. «Las drogas en el mundo laboral de Andalucía». Sevilla, Comisionado para la Droga, 1999.
  10. Hanan Frenk, Ph.D. & Reuven Dar Ph.D., A Critique of Nicotine Addiction, Kluwer Academic Publishers, 2000. En este libro se cuestiona la adicción a la nicotina.

Enlaces externos