Ramiro Núñez de Guzmán

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Esta es una versión antigua de esta página, editada a las 21:03 8 oct 2020 por Zigurat (discusión · contribs.). La dirección URL es un enlace permanente a esta versión, que puede ser diferente de la versión actual.
Ramiro Núñez de Guzmán

Retrato anónimo del Duque de Medina de las Torres (siglo XVII). Colección particular, Madrid.
Información personal
Nacimiento 1600 Ver y modificar los datos en Wikidata
León (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 8 de diciembre de 1668 Ver y modificar los datos en Wikidata
Madrid (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Española
Familia
Cónyuge María de Guzmán y Zúñiga (1625-1626) Ver y modificar los datos en Wikidata
Hijos Nicolás María de Guzmán y Caraffa Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Político Ver y modificar los datos en Wikidata
Cargos ocupados
  • Virrey de Nápoles
  • Consejero de Consejo Supremo de la Corona de Aragón Ver y modificar los datos en Wikidata

Ramiro Núñez Felípez de Guzmán (León, c. 1600 - Madrid, 8 de diciembre de 1668) fue un noble y político español. Señor de la Casa de Guzmán, II duque de Medina de las Torres, Virrey de Nápoles, Lugarteniente y Capitán General; yerno del conde-duque de Olivares, favorito y primer ministro de Felipe IV.

Destacó asimismo como gran coleccionista de pintura y patrón de José de Ribera y del escritor Francisco Bernardo de Quirós.

Biografía

Primeros años

Ante la ausencia de un heredero varón del conde-duque de Olivares, parecía que su hija María sería la encargada de perpetuar su linaje. Gaspar buscó cuidadosamente por ello un consorte para su hija. Disfrazando con elegancia su pobreza, vivía en León un pariente remoto y desconocido, Ramiro Pérez de Guzmán, marqués de Toral, que fue llamado a la corte junto a su madre y su hermana. Los marqueses de Toral reclamaban la jefatura titular de la antigua casa de los Guzmán. Lo que Olivares pretendía, por tanto, era casar a su hija con el jefe nominal de la familia.

El 10 de octubre de 1624 se firmó un contrato matrimonial entre Ramiro Núñez de Guzmán, marqués de Toral, y María de Guzmán, marquesa de Heliche. Por este contrato Toral tomaría al casarse el título de marqués de Heliche, y los descendientes de la unión llevarían los apellidos Pérez Guzmán, pero lucirían las armas de la casa de Olivares. La boda se celebró el 9 de enero de 1625, cuatro días después de que su suegro fuera ascendido al rango de duque por Felipe IV. Toral pronto daría muestras de ser modelo de cortesano y rápidamento se granjeó el afecto del rey.

Olivares confió muy pronto en él como cuando le nombró, junto con el marqués de Leganés (otra de sus "hechuras"), tratador en las Cortes de Aragón de 1626.

En julio de 1626 moría María, a causa de un parto prematuro del cual nació una niña muerta, hecho que dejó trastornado al conde-duque. Éste pensando en su afligido yerno y para que pudiera llevar el tenor de vida que le correspondía, concedió a Ramiro cuantiosas rentas, haciéndole heredero de su mayorazgo, a menos que le naciera a él un hijo varón, y pasándole su influyente oficio palaciego de Sumiller de Corps, que aseguraba una íntima cercanía al Monarca. Además el 16 de agosto fue nombrado por matrimonio duque de Medina de las Torres y se le concedió la grandeza de España.

En 1628 se le concedió el título de Tesorero General de la Corona de Aragón.

Virrey de Nápoles

Con el tiempo se produjo un distanciamiento parcial entre Olivares y Medina de las Torres. Este último había llegado a la conclusión de que el único medio de labrarse un porvenir era encontrar una esposa rica. La dama en cuestión era una napolitana, heredera de vastas posesiones, Anna Caraffa, princesa de Stigliano, que puso como condición para el casamiento que su futuro marido residiera en Nápoles y ocupara el cargo de virrey. Una alianza matrimonial de aquella especie entre dos grandes casas, una de Castilla y otra de Nápoles, tenía unas repercusiones nacionales e internacionales muy importantes, pero, según parece, el duque se embarcó en las negociaciones sin confiarse a su suegro, contando con que su suegra le ayudaría a vencer su oposición. Olivares se mostró hostil a la boda, sintiéndose ofendido por la insubordinación de un joven al que había sacado de la nada y al que quería mantener a su lado. Dadas las circunstancias, las negociaciones matrimoniales resultaron más complicadas de lo habitual, y su resolución tuvo que depender de las deliberaciones de una junta especialmente nombrada al efecto y de los buenos oficios del propio rey. Felipe IV, siempre generoso en esos asuntos, colmó de favores al novio, entre ellos el virreinato de Nápoles, en esos momentos ocupado por el conde de Monterrey.

Cuando Medina de las Torres, una vez hechas las paces con su suegro, partió finalmente para Italia a finales de 1636, dejó vacante el puesto de Sumiller de Corps.

Nápoles constituía una fuente indispensable de ingresos para la corona española. En 1636, el rey había ordenado no ahorrar esfuerzos en sacar dinero de aquel reino, y el nuevo virrey sobrepasaría incluso a sus predecesores en el celo mostrado en dicho cometido. Para ello tuvo que mantener un equilibrio entre las imperiosas órdenes de Madrid y el comprensible resentimiento de la nobleza y el pueblo de Nápoles.

Medina de las Torres fue muy sensible a las presiones que se estaban formando en su virreinato, al tiempo que avisaba a Olivares del creciente malestar que reinaba entre la nobleza, cuyo amor por el rey se estaba enfriando a medida que se acrecentaban sus deseos de hacer algo en socorro de su patria. Estos hechos preocuparon enormemente a Medina de las Torres, en un momento en el que la presión fiscal se incrementaba constantemente a causa de las continuas guerras.

El gobierno de Medina de las Torres en Nápoles duró hasta 1644, y durante su mandato tuvo que hacer frente a una erupción del Vesubio en 1638, a varios terremotos que aumentaron la miseria y las epidemias entre el pueblo y a un intento de rebelión a favor de los franceses. Sin embargo, Medina de las Torres redujo algunos impuestos y embelleció Nápoles urbanísticamente, hecho del que aún habla la "via Medina" napolitana.

Caída de Olivares y últimos años

A pesar de la caída del conde-duque de Olivares en 1643, Medina de las Torres se mantuvo en el virreinato unos años más. En este sentido Felipe IV, tras destituir a su valido, escribía a Medina de las Torres ratificándole es su puesto:

[...] vos habeis sido mi hechura por mano del conde, y que aunque él se aparte mientras durare la cura, quedo yo aquí para favoreceros y honraros como siempre, y haceros espaldas en cuanto hubiéredes menester, pues el peso del gobierno y la dirección de los gobiernos ha de ser más inmediatamente por mi persona, que faltándome el conde no me atrevo a fiar de nadie lo que de él.

Tras la muerte de Olivares surgieron los problemas en torno a su sucesión. Por una parte el condado de Olivares pasó a su sobrino, Luis de Haro (nuevo hombre fuerte de Felipe IV), mientras que el ducado de Sanlúcar la Mayor, pasó a Medina de las Torres (que había vuelto de Nápoles en 1644) tras un largo y complicado proceso en que rivalizó por el título con el marqués de Leganés.

El cese del conde-duque de Olivares en 1643 hizo que Felipe IV optara por intervenir más directamente en los asuntos importantes de gobierno, como así se lo pedía sor María de Ágreda, buscando el concurso de Luis de Haro, a quien en 1659 se denomina "primer y principal ministro", pero cuya influencia, y la de la camarilla que representaba, se ve contrapesada con la de Medina de las Torres y su facción que dominaban el Consejo de Estado.

A la muerte de Luis de Haro en 1661 el monarca pasaría a ser asesorado en política exterior por Medina de las Torres y en política interior por el conde de Castrillo.

La política exterior de aquellos años, tras la firma de la Paz de los Pirineos con Francia, estuvo caracterizada por la reactivación del conflicto portugués (véase Guerra de Restauración portuguesa ), que tras algunos descalabros, supuso que a partir de 1664 se iniciaran contactos diplomáticos orientados a una tregua o paz, al tiempo que se constataba la inutilidad de los esfuerzos castellanos por reconquistar Portugal. Medina de las Torres se convirtió en estos años en uno de los mayores partidarios de una tregua con los lusos.

A pesar de que el ánimo incitaba a Felipe IV a reconquistar Portugal, la falta de medios hizo que el rey se mostrase proclive a iniciar una negociación con Portugal utilizando como mediadora a Inglaterra (aliada de los lusos por cuestiones económicas y matrimoniales), a pesar de ser consciente de la ayuda que ésta prestaba al rebelde luso. Será el duque de Medina de las Torres el elegido para negociar con el embajador inglés Fanshaw un acuerdo entre España e Inglaterra que incluiría tratar una posible tregua con Portugal. En diciembre de 1664 Fanshaw fue convocado a una conferencia secreta en el Palacio del Buen Retiro para tratar con Medina de las Torres un nuevo tratado hispano-inglés y el ajuste de Felipe IV con Portugal. Como resultado de esta entrevista, el 3 de enero de 1665, Felipe IV autorizó a Fanshaw a mantener correo directo con Lisboa. De esta manera las negociaciones seguirán su curso hasta la firma definitiva de la paz en 1668 (Tratado de Lisboa) y será Inglaterra la encargada de mediar en las diferentes propuestas, ya que España no estaba dispuesta a negociar de forma directa con un reino rebelde.

En estos años, además, Medina de las Torres se había convertido en uno de los mayores representantes de la llamada facción "imperial" o "austríaca", es decir, aquellos que propugnaban una política tendente a un acercamiento al Imperio, en contraposición con la facción "española", encabezada por el conde de Castrillo, que defendía una alianza con los franco-holandeses. Este hecho hizo que el emperador Leopoldo I otorgara a Medina de las Torres el nombramiento de procurador imperial para su matrimonio con la infanta Margarita como muestra de la estima que le profesaba como miembro de honor de su red de influencia en la corte de Madrid.

A pesar de todo, tras la muerte de Felipe IV (septiembre de 1665), Medina de las Torres sufrió uno de los mayores descalabros políticos de su carrera al no ser tenido en cuenta (como ninguno de los miembros de la gran nobleza) por el rey en su testamento como uno de los miembros de la Junta de Gobierno que debía asesorar a la reina Mariana de Austria en su regencia durante la minoría de edad del rey Carlos II. Este hecho hizo que se iniciase un período "melancólico" en su carrera política que finalizaría con su muerte en el año 1668.

Matrimonios e hijos

Mecenas y coleccionista

Durante su etapa como virrey de Nápoles (1636-1644) importó numerosas obras de arte para Felipe IV, como el Martirio de san Felipe, de Ribera (Museo del Prado, Madrid), pero también fue formando una pequeña colección de pinturas de apenas sesenta y seis piezas pero de elevada categoría. Fue, además, uno de los más importantes mecenas de il Spagnoletto, ampliamente representado en su inventario.

Elemento destacable de su colección es la fuerte presencia de pintura de carácter profano, al modo de fábulas o mitologías de gran carga erótica, probablemente realizada por pintores italianos. La pintura flamenca también está representada con obras de El Bosco, Martin de Vos y Pieter Brueghel el Viejo (El Triunfo de la Muerte, ahora en el Prado). Por otra parte, destaca la falta de interés por la pintura española, contemporánea o anterior.

Títulos, órdenes y empleos

Títulos

Órdenes

Empleos


Predecesor:
Manuel de Acevedo y Zúñiga
Virrey de Nápoles
1637 - 1644
Sucesor:
Juan Alfonso Enríquez de Cabrera

Referencias

  1. a b c d e f g h i Silveira, Miguel (1 de enero de 1638). El Macabeo poema heroico de Miguel de Silveira. Philip. 4. munificentia. por Egidio Longo stampador real. Consultado el 11 de mayo de 2017. 

Bibliografía

Enlaces externos