Metrópolis (película de 1927)

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Metrópolis (Metropolis) es un filme alemán realizado por la productora UFA. Se trata de una película de ciencia ficción dirigida por Fritz Lang cuya trama se constituye una distopía urbana futurista. Este filme fue estrenado originalmente en el año 1927, y antes de la cinematografía sonorizada. Se considera como uno de los máximos exponentes del cine expresionista alemán.

El guion fue escrito por Fritz Lang y su esposa Thea von Harbou, inspirándose en una novela de 1926 de la misma Von Harbou.

Fritz Lang y Thea von Harbou preparando el guion.

Metrópolis es uno de lοs pocos filmes considerados Memoria del Mundo por la Unesco (otros son los films documentales de los hermanos Lumière, Los olvidados, dirigida por Luis Buñuel de 1950 y El mago de Oz de Victor Fleming de 1939). Fue el primero en poseer esta categoría, amparado en la vívida encarnación de toda la sociedad, y la profundidad de su contenido humano y social.

Argumento

En una megalópolis del siglo XXI los obreros viven en un gueto subterráneo donde se encuentra el corazón industrial con la prohibición de salir al mundo exterior. Incitados por un robot se rebelan contra la clase intelectual que tiene el poder, amenazando con destruir la ciudad que se encuentra en la superficie, pero Freder (Gustav Fröhlich), hijo del dirigente de Metrópolis, con la ayuda de María (Brigitte Helm), de origen humilde, intentarán evitar la destrucción apelando a los sentimientos y al amor.

El filme se desarrolla en el año 2026, en una ciudad-estado de enormes proporciones llamada Metrópolis. La sociedad se ha dividido en dos grupos antagónicos y complementarios: una élite de propietarios y pensadores, que viven en la superficie, viendo el mundo desde los grandes rascacielos y paisajes urbanos, y una casta de trabajadores, que viven bajo la ciudad y que trabajan sin cesar para mantener el modo de vida de los de la superficie. El presidente-director de la ciudad es Johan Joh Fredersen (Alfred Abel).

Una figura carismática y pacificadora llamada María defiende la causa de los trabajadores. Pero en lugar de incitar a una revuelta, insta a los trabajadores a buscar una salida pacífica y tener paciencia, esperando la llegada del «Mediador», que unirá ambas mitades de la sociedad. El hijo de Fredersen, Freder, conoce a María y queda prendado de ella. Al seguirla sin que ésta se dé cuenta, penetra en el mundo subterráneo de los trabajadores y mira con sus propios ojos las pésimas condiciones en que éstos viven y trabajan, así como el desdén absoluto de los propietarios, que prefieren traer más trabajadores para que las máquinas no se detengan, que auxiliar a los que sufren accidentes en ellas. Asqueado por lo que ve, Freder decide unirse a la causa de María.

Réplica del robot en el
Robot Hall of Fame, en Pittsburgh.

Sin embargo, Fredersen se ha dado cuenta ya de las actividades de María, y temiendo una revuelta de los obreros, decide solicitar la ayuda del científico Rotwang (Rudolf Klein-Rogge), quien a su vez le muestra un robot antropomorfo de su invención. El robot de Rotwang puede tomar tanto la conducta como la apariencia de una persona, así que deciden suplantar a María. Al robot se le manda promover los disturbios y el descontento, para así permitir a Fredersen lanzar una represión violenta contra los trabajadores. Lo que desconoce Fredersen es que el robot contiene el espíritu de Hel - la que había sido esposa de Rotwang, que tuvo un amorío con el dueño de la ciudad, y falleció al dar a luz a su hijo Freder -, y que Rotwang utilizará al autómata como instrumento de venganza contra el presidente de Metrópolis, su hijo, y toda la ciudad.

La verdadera María es hecha prisionera en la mansión de Rotwang, en Metrópolis, mientras el robot la suplanta y lanza discursos incendiarios, y además comienza a seguir las iniciativas de Rotwang en su plan de venganza. Se transforma en bailarina exótica en el prestigioso cabaret Yoshiwara, y así excita a los asistentes y nubla su razón para promover la discordia y la decadencia entre los jóvenes adinerados. Siguiendo los malos consejos del robot, los trabajadores inician una revuelta y destruyen la «Máquina Corazón», que proporciona la energía que hace funcionar todas las demás maquinarias de Metrópolis. La destrucción de la máquina también provoca que los tanques de agua de la ciudad se aneguen, e inunden el submundo de los trabajadores, quienes, cegados por el discurso del robot, han descuidado la seguridad de sus hijos, que terminan siendo rescatados por Freder y la verdadera María. Al darse cuenta de su grave error, los trabajadores, desesperados, salen a la superficie en busca de su «enemiga en la ciudadela», la presunta María. La muchedumbre invade el distrito de diversiones de la ciudad y captura a la falsa María, a la que atan a una estaca y prenden fuego, mientras Freder observa todo y desespera. Pero pronto se dan cuenta de que esa María es una impostora, al arder sus carnes falsas y quedar al descubierto el robot, y al ver a la verdadera María ser perseguida por el enloquecido Rotwang en los tejados de la catedral de la ciudad. Freder persigue a Rotwang y se enfrenta con él, hasta que Rotwang se precipita del tejado hacia su muerte. María y Freder retornan a la calle y van al encuentro de Joh y Grot (dirigentes de la ciudad y de los trabajadores) y dejan entrever el comienzo de una nueva sociedad.

Con el lema «Mittler zwischen Hirn und Hand muss das Herz sein» («Mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón»), que debe interpretarse como la necesidad de que la capacidad de amar del ser humano reúna a la razón y la fuerza, se reconcilian el magnate Joh Fredersen y los trabajadores de Metrópolis gracias a Freder, tres componentes simbólicos: razón, trabajo y corazón.

Contenido e interpretación

A Fritz Lang le gustaba recordar que la historia de Metrópolis nació en su viaje a Estados Unidos, en octubre de 1924, viendo desde su barco en la noche ante el puerto neoyorquino los rascacielos de la ciudad y las calles iluminadas. Al regresar, Thea von Harbou se pondría a trabajar en el guion. Esta inspiración se puede relacionar con el rodaje en la materialización de las ideas visuales más que con el guion, ya que la historia estaba probablemente muy perfilada en julio de 1924. Von Harbou escribió asimismo una novela que se basó en la trama de la película.

En la representación del orden social, Metrópolis se apoya por un lado en el marxismo: hay dos clases sociales claramente diferenciadas y separadas, en las que una explota a la otra sin que haya posibilidades de medrar. La «alienación del trabajo» podría relacionarse con que haya algunas máquinas sin una utilidad reconocible. Por otro lado también se critica el ideal de revolución socialista. El personaje del robot María, representado claramente como malvada, lanza a los trabajadores a la lucha, y como resultado destrozan su medio y sustento, empeorando su situación en lugar de mejorarla. La colaboración entre clases sociales, en lugar de la lucha de clases, recuerda sin embargo al nacionalsocialismo y su ideología, pues era la estructura económica corporativista que defendía el programa del Partido Nacional-Socialista de los Trabajadores de Alemania (NSDAP); ideología con el cual Thea von Harbou simpatizaba, contrariamente a Fritz Lang.

Lang dio a entender más tarde que la idea del corazón como mediador entre la mano (la fuerza del trabajo) y el cerebro (la capacidad directora de la sociedad) era falsa y que por ello ya no le gustaba esta película. Tras esta opinión se escondía la situación social que se vivía y no un conflicto de orden moral. Aunque la tesis central del cerebro, la mano y el corazón pertenece a Thea von Harbou, él era responsable de la misma, al menos en parte, como director de la película que era. Lang, en realidad, estaba mucho más interesado en los aspectos técnicos y arquitectónicos del film que en el trasfondo político de la trama.

El discreto éxito de la película entre el público de aquellos años también puede explicarse por ello, ya que la imagen social desarrollada en la historia se opone a las apenas cuestionadas creencias en el progreso que se tenían entonces. El género de ciencia-ficción del cine mudo presenta la utopía, por lo general, en positivo, mientras que Lang recurre a la esclavización de los tiempos bíblicos para representar el futuro. Las monumentales máquinas de la ciudad subterránea proporcionan a las clases bajas una vida indigna, la masa humana es fácilmente manipulable y se practican ritos medievales como la quema de brujas.

Del cristianismo se toma la parábola de la Torre de Babel: en la variante que se muestra que los arquitectos y los trabajadores hablaban una misma lengua pero no se entendían. También se rescata la figura de María, que personifica el bien, así como el anuncio de la venida de un redentor y la figura del falso profeta (el robot María).

Arquitectura en la película

Metrópolis es una ciudad de rascacielos cuya arquitectura art decó recuerda a la de las ciudades más modernas de entonces, principalmente Nueva York, aunque la arquitectura de rascacielos surge en la escuela de Chicago.

Entre los edificios se enmarañan las avenidas y las líneas del tren. Los edificios de la ciudad de superficie son de una estructura majestuosa, mientras que la ciudad de los trabajadores, subterránea, resulta más sencilla, lacónica y sombría.

Entre estos dos espacios básicos existen lugares con una arquitectura propia y característica. En la ciudad superficial está la catedral, de líneas góticas, y la casa de Rottwang, un edificio antiguo, también de aires medievales, que se asemeja más al taller de un alquimista que al laboratorio de un científico; Lang y Von Harbou acordaron reconducir la idea original de proporcionarle a Rottwang capacidades mágicas. Además en la ciudad de la superficie hay un jardín que simboliza lo idílico de la vida para los directores de la ciudad y un barrio del pecado retratado con arquitecturas orientales, tradicionalmente asociadas a lo exótico, lo sensual y, desde ahí, a lo pecaminoso. En la ciudad subterránea se distingue además una zona de lo clandestino asociada con los espacios cavernosos donde la alegoría de la salvación de los trabajadores se representa mediante la imagen de los cristianos escondidos en las catacumbas durante los tiempos de su persecución.

Versión restaurada

La versión inicial de Metrópolis sufrió numerosos cortes y modificaciones en su montaje, especialmente para su estreno en Estados Unidos, que desvirtuaron en buena medida el guion elaborado por Harbou y realizado por Lang. El metraje descartado fue dado por perdido, por lo que la versión conocida durante la mayor parte del siglo XX no era completa; aún así, en 2001 la película fue objeto de una profunda restauración en la que participaron numerosas filmotecas a nivel mundial, hecho que condujo a su designación como Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, en 2008 el investigador Fernando Martín Peña localizó una copia en Buenos Aires (Argentina), en formato de 16 mm, que si bien no presentaba el metraje completo sí incluía la mayor parte de él, lo que supuso la incorporación a la película de un total de 26 minutos prácticamente inéditos desde su estreno inicial. Lamentablemente, el estado de la copia era de mala calidad, pero permitió hacer un nuevo montaje bastante cercano al original, que fue comercializado en 2010.[1]

Bibliografía

Los mejores títulos publicados de análisis e historia de la película corresponden a autores germanoparlantes y no siempre será posible encontrar traducciones al castellano.

  • Thomas Elsaesser: Metropolis – Der Filmklassiker von Fritz Lang, Europa Verlag, Hamburg 2000, ISBN 3-203-84118-5
  • Enno Patalas: Metropolis in/aus Trümmern – Eine Filmgeschichte, Bertz + Fischer Verlag, Berlin 2001, ISBN 3-929470-19-5
  • Thea von Harbou: Metropolis – Der Roman zu Fritz Langs Film, Ullstein, Frankfurt/M., Berlin, Wien, 1978, ISBN 3-548-03394-6
  • Fred Gehler, Ullrich Kasten: Fritz Lang – Die Stimme von Metropolis, Henschel, Berlin 1990, ISBN 3-362-00522-5
  • Guntram Geser: Fritz Lang, Metropolis und Die Frau im Mond, Zukunftsfilm und Zukunftstechnik in der Stabilisierungszeit der Weimarer Republik, Corian-Verlag, Meitingen 1999, ISBN 3-89048-310-0
  • Ilona Brennicke, Joe Hembus: Klassiker des deutschen Stummfilms. 1910–1930, Citadel-Filmbücher, Goldmann, München 1983, ISBN 3-442-10212-X
  • Jacobsen / Sudendorf Metropolis - Ein filmisches Laboratorium der modernen Architektur Menges Verlag ISBN 3-930698-85-4

En español

  • Pedraza, Pilar:Metrópolis, Fritz Lang : estudio crítico. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 2000 ISBN 84-493-0879-8
  • Pablos García, Tamel de: Cine e historia contemporánea : análisis filosófico y técnico-lingüístico del film alemán Metrópolis (1926, dir. Fritz Lang) Universidad de Barcelona. Publicaciones y Ediciones = Universitat de Barcelona. Publicacions i Edicions. 1994 ISBN 84-475-0629-0
  • Harbou, Thea von: Metrópolis. Ediciones Orbis, S.A. 1988 ISBN 84-402-0695-X
  • Peña, Fernando Martín: Metrópolis. Fan Ediciones, Buenos Aires 2011. ISBN 978-987-25086-7-8. Este libro describe el hallazgo de la copia en 16mm en Buenos Aires en 2008, que permitió la reconstrucción más reciente.

Galería

Referencias

  1. «Hallan en Argentina escenas faltantes de Metrópolis de Fritz Lang». 03-07-2008. Consultado el 19 de febrero de 2012. 

Enlaces externos