Alce (Celtiberia)

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Alce
Ciudad antigua y Ciudad celtíbera

Entidad Ciudad antigua y Ciudad celtíbera
 • Región Carpetania[1]
Habitantes Carpetanos
Fundación Anterior al 179 a. C. (año de la campaña de Graco en Carpetania)
Desaparición Posterior al siglo III (redacción del “Itinerario de Antonino”)
Correspondencia actual Paraje “La Hidalga”, Término municipal de Campo de Criptana, provincia de Ciudad Real, EspañaBandera de España España

Alce o Alces fue una población de Carpetania de cuya existencia se tiene constancia gracias la información transmitida por Tito Livio al narrar la campaña militar de Graco durante el 179 a. C. en el interior peninsular. Además de la cita en este relato, la población de Alce es reseñada con el nombre de Alces en una recopilación de rutas del Imperio Romano denominada Itinerario de Antonio, en concreto, al detallar la vía Per Lusitaniam ab Emerita Caesarea Augusta a su paso por la actual provincia de Ciudad Real, tras la población de Laminio.

No se han encontrado hasta ahora elementos arqueológicos tales como miliarios, epígrafes o monedas que nos permitan establecer sin ningún género de dudas la ubicación actual de esta ciudad por lo que es necesario recurrir a la interpretación de ambas fuentes clásicas para determinar su localización. Debido a que el referido relato de Tito Livio ha sido objeto de diferentes valoraciones a lo largo del tiempo y que tampoco ha sido unánime la equivalencia de la Alces del Itinerario con la Alce indicada por Livio, las propuestas para situar geográficamente esta población han sido diversas con el tiempo.

Alce fue la última ciudad carpetana en luchar contra los romanos siendo protagonista del suceso bélico que en el 179 a. C., puso fin al proceso de conquista de este territorio iniciado catorce años antes con la lucha por la ciudad de Toletum.

Mapa de los territorios tribales prerromanos de Castilla-La Mancha y Madrid. Alce (destacado en color azul) se situaba en el extremo suroriental de Carpetania cerca de Cértima.

Fuentes clásicas

Tito Livio

Alce aparece citada en el relato que el historiador romano hizo sobre la campaña de Tiberio Sempronio Graco durante el 179 a. C., concretamente en los párrafos 47, 48, 49 y 50 de su Ab urbe condita, libro XL :

Los propretores en Hispania, Lucio Postumio y Tiberio Sempronio, acordaron un plan conjunto de operaciones: Albino marcharía a través de la Lusitania contra los vacceos y regresaría luego a la Celtiberia; de estallar una guerra más importante, Graco se encontraría en las fronteras más lejanas de la Celtiberia. Este se apoderó al asalto de la ciudad de Munda, mediante un ataque nocturno por sorpresa. Después de tomar rehenes y poner una guarnición en la ciudad, siguió su marcha, asaltando los castillos y quemando los cultivos, hasta llegar a otra ciudad de excepcional fuerza, a la que los celtíberos llamaban Cértima. Se encontraba ya aproximando sus máquinas contra las murallas cuando llegó una delegación de la ciudad. Sus palabras mostraban la sencillez de los antiguos, pues no trataron de ocultar su intención de seguir la lucha si disponían de los medios. Pidieron permiso para visitar el campamento celtíbero y pedir ayuda; si se les rehusaba, decidirían por sí mismos. Graco les dio permiso y regresaron a los pocos días, trayendo con ellos diez enviados. Era el mediodía, y la primera petición que hicieron al pretor fue que ordenara que se les diera algo para beber. Después de vaciar las tazas pidieron más, ante lo que los presentes estallaron en carcajadas por su rudeza e ignorancia del comportamiento adecuado. A continuación, los más ancianos entre ellos hablaron así: "Hemos sido enviados por nuestro pueblo -dijeron- para averiguar qué es lo que te hace sentir confianza para atacarnos". Graco les contestó diciéndoles que él confiaba en su espléndido ejército y que si deseaban verlo por sí mismos, para poder dar completa cuenta a los suyos de él, les daría la oportunidad de hacerlo. Dio luego orden a los tribunos militares para que todas las fuerzas, tanto de infantería como de caballería, se equiparan al completo y maniobrasen con sus armas. Después de esta exposición, se despidió a los enviados y estos disuadieron a sus compatriotas de enviar cualquier tipo de socorro a la ciudad sitiada. Los habitantes de la ciudad, después de tener fuegos encendidos en lo alto de las torres de vigilancia, que era la señal acordada, viendo que era en vano y que les había fallado su única esperanza de ayuda, se rindieron. Se les impuso un tributo de guerra de dos millones cuatrocientos mil sestercios. Asimismo, debían renunciar a cuarenta de sus más nobles jóvenes caballeros; pero no como rehenes, pues iban a servir en el ejército romano, sino como garantía de su fidelidad.
[2]
Desde allí avanzó hasta la ciudad de Alce, donde estaba el campamento de los celtíberos del que habían llegado poco tiempo atrás los enviados. Durante algunos días se limitó a hostigar al enemigo mediante el envío de escaramuzadores contra sus puestos avanzados, pero cada día los enviaba en mayor cantidad para intentar sacar todas las fuerzas enemigas fuera de sus fortificaciones. Cuando vio que había logrado su objetivo, ordenó a los prefectos de las tropas auxiliares que presentaran poca resistencia y luego se dieran la vuelta, huyendo precipitadamente hacia su campamento, como si fueran superados numéricamente. Él, mientras tanto, dispuso a sus hombres en cada una de las puertas del campamento. No había pasado mucho tiempo cuando vio a sus hombres huyendo de vuelta, con los bárbaros persiguiéndoles en desorden. Mantuvo hasta este punto a sus hombres detrás de su empalizada y entonces, esperando únicamente hasta que los fugitivos encontraron refugio en el campamento, lanzó el grito de guerra y los romanos irrumpieron por todas las puertas de forma simultánea. El enemigo no pudo hacer frente a este ataque inesperado. Habían llegado para asaltar el campamento romano y ahora ni siquiera pudieron defender el suyo. Derrotados, puestos en fuga e impulsados por el pánico detrás de sus empalizadas, perdieron finalmente su campamento. Aquel día murieron nueve mil hombres, fueron capturados trescientos veinte prisioneros y se tomaron ciento doce caballos y treinta y siete estandartes militares. Del ejército romano, cayeron ciento nueve hombres.
[3]
Después de esta batalla, Graco llevó las legiones a la Celtiberia, que devastó y saqueó. Cuando los nativos vieron tomados sus bienes y ganados, sometiéndose voluntariamente algunas tribus y otras por miedo, en pocos días aceptó la rendición de ciento tres ciudades y consiguió una enorme cantidad de botín. Marchó después de vuelta a Alce y comenzó el asedio de aquel lugar. Al principio los habitantes resistieron los asaltos, pero cuando se vieron atacados por máquinas de asedio además de por armas, dejaron de confiar en la protección de sus murallas y se retiraron todos a la ciudadela. Por último, enviaron emisarios poniéndose ellos y todos sus bienes a merced de los romanos. Aquí se capturó una gran cantidad de botín, así como muchos de sus nobles, entre los que se encontraban dos hijos y la hija de Turro. Este hombre era el régulo de aquellos pueblos, y con mucho el hombre más poderoso de Hispania. Al enterarse del desastre a sus compatriotas, mandó a solicitar un salvoconducto para visitar a Graco en su campamento. Cuando llegó, su primera pregunta fue si se les permitiría vivir a su familia y a él. Al responderle el pretor que sus vidas estarían a salvo, le preguntó, además, si se le permitiría luchar del lado de los romanos. Graco también le concedió esa petición y él le dijo: "Te seguiré contra mis antiguos aliados, ya que ellos no han querido tomar las armas para defenderme". A partir de entonces, estuvo junto a los romanos y en muchas ocasiones sus valientes y fieles servicios resultaron útiles a la causa romana.
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Tras esto, la noble y poderosa ciudad de Ercávica, alarmada por los desastres sufridos por sus vecinos, abrió sus puertas a los romanos. Algunos autores afirman que aquellas rendiciones no se hicieron de buena fe y que una vez Graco retiraba sus legiones, se renovaban las hostilidades; cuentan además que él libró una gran batalla contra los celtíberos en el monte Cauno, que duró desde el amanecer hasta el medio día, con muchas bajas por ambos lados. No se debe suponer de esto que los romanos hubieran alcanzado ninguna gran victoria, más allá del hecho de que, al día siguiente, desafiaron al enemigo que se mantenía detrás de su empalizada y pasaron la jornada recogiendo despojos. Afirman, además, que al tercer día se libró una batalla aún mayor y que entonces, por fin, los celtíberos sufrieron una derrota decisiva; su campamento fue capturado y saqueado, murieron veintidós mil enemigos, se tomaron más de trescientos prisioneros y casi el mismo número de caballos, así como setenta y dos estandartes militares. Esto dio fin a la guerra y se firmó una paz real, no indecisa como antes, con los celtíberos. Según estos autores, Lucio Postumio luchó dos veces con éxito aquel verano contra los vacceos, en la Hispania Ulterior, matando a treinta y cinco mil enemigos y apoderándose de su campamento. Se acerca más a la verdad la versión que cuenta que llegó a su provincia demasiado avanzado el verano como para llevar a cabo una campaña.
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Este relato ha sido una de las fuentes antiguas sobre Hispania con la interpretación más polémica a lo largo del tiempo.[6]​ Esto se debe a que en el sur de Andalucía existen bien identificadas dos poblaciones de época romana con los nombres de Munda y Cártima algo que haría situar los hechos en esta área geográfica; sin embargo, lo que narra Livio es una campaña de conquista en el interior peninsular[7]​ que era la zona dónde los romanos luchaban esos años contra las tribus indígenas, estando la región donde se situaban las citadas Munda y Cártima bajo dominio romano desde al menos 27 años antes cuando en el 206 a. C. los cartagineses fueron expulsados de la península ibérica. Por este motivo, la interpretación de los estudiosos ha variado entre aquellos que localizan los hechos en el centro peninsular, en el occidente de Celtiberia y sus inmediaciones y los que los sitúan en otras zonas geográficas de Hispania.[8]

Itinerario de Antonino

El denominado Itinerario de Antonino es una recopilación de vías dentro del Imperio romano en la que para cada ruta, se indicaban las mansiones y localidades significativas por donde discurría la calzada así como la distancia entre ellas. Gracias a esta información es posible intentar la localización de las poblaciones indicadas en el trazado a partir de cualquiera de ellas para la que se tenga una ubicación segura.

Una de las rutas, la número XXIX, descrita en este documento es la denominada Per Lusitaniam ab Emerita Caesarea Augusta que discurría desde Augusta Emerita (la actual Mérida) hasta Caesaraugusta (la actual Zaragoza) para la que a su paso por el ámbito de la actual provincia de Ciudad Real el Itinerario cita las siguientes poblaciones:[9]

La denominación que hace este texto de algunas de sus poblaciones difiere levemente de la que conocemos de ellas por otras fuentes. Así, “Sisalone”, es denominada en otros textos como “Sisapo” y “Lamini” es mencionada como “Laminio”. Estas leves variaciones hace que se haya equiparado tradicionalmente la indicada población de “Alces” con la “Alce” presente en el relato de Livio. A pesar de que esta asimilación es bastante verosímil,[7]​ no es aceptada unánimemente[10]​ ya que impide que se pueda ubicar a Alce fuera de la posición que le correspondería según el Itinerario. Por este motivo, algunas teorías sobre su localización necesitan que se rechace equiparar “Alces” con “Alce”.

Teorías sobre su ubicación actual

Tito Livio cita en su relato a cuatro poblaciones por su nombre: Munda, Ercávica, Cértima y Alce ; situadas en la misma área geográfica, estando las dos últimas bastantes próximas entre si. De esta manera, la identificación actual de cualquiera de ellas ha de ser adecuada con la de las demás, especialmente en el caso de Cértima y Alce.

De estas cuatro poblaciones, actualmente se ha localizado con bastante fundamento la ciudad de Ercávica[11]​ identificándola con el yacimiento de “La Muela” junto al río Guadiela dentro del término municipal de Alcocer y situado a 7 km de los restos de la ciudad romana homónima de Ercávica surgida ex-novo tras el despoblamiento de la original celtibérica. La localización de Ercávica ayuda y determina la posible localización de las otras tres poblaciones reseñadas por Livio.

Por otro lado, cualquier hipótesis de localización también tiene que ser acorde al espacio geográfico de la campaña de Graco, el contexto histórico de la misma y los hechos relatados en su crónica.

A lo largo del tiempo y por diferentes estudiosos, se han postulado diversas teorías sobre la ubicación actual de Alce. Estas teorías pueden ser divididas a “grosso modo” en dos grupos:

a) Aquellas que sitúan la población en un área geográfica que se correspondería con la zona oriental de la unión entre las actuales provincias de Ciudad Real y Toledo. Estas hipótesis tienen en común que por un lado estiman que la campaña de Graco tuvo lugar en gran parte sobre la zona suroeste de Celtiberia dentro de la Meseta Sur oriental. Por otro lado, estiman que la “Alce” citada en el relato de dicha campaña, se corresponde con la “Alces” indicada en el Itinerario.

Muro sur del campamento romano situado al este de Campo de Criptana

Este grupo de teorías han recibido recientemente un apoyo arqueológico con el estudio y catalogación de los restos de un campamento romano en las inmediaciones de Campo de Criptana con buenas posibilidades -debido a sus características y datación en el periodo republicano- de haber sido el campamento usado por Graco como base para sus ataques a Cértima y Alce.[12]

b) Otras teorías que sitúan a Alce en diversos lugares alejados de la anterior zona geográfica. Los motivos son diversos, desde evoluciones fonéticas del nombre original hasta el uso de la localización de esta población como refuerzo de un argumentario que sustente particulares interpretaciones de la campaña de Graco.

Ubicación en la zona oriental de la unión entre Ciudad Real y Toledo

Mapa con detalle parcial de la campaña de Graco (179 a. C.). Se indican los ataques desde su campamento establecido junto a Cértima.

El Toboso

La población toledana de El Toboso[13]​ fue seleccionada en 1832 por Ceán Bermúdez como ubicación actual de Alce asumiendo la equivalencia entre Alce y Alces. Este autor se basaba en su situación geográfica y la noticia de algunos restos arqueológicos (urnas, vasos de barro, pedazos de tejas y de ladrillos grandes) encontrados durante la excavación de los cimientos de una vivienda que, según él, indicaban que El Toboso había sido una población romana. Esta hipótesis fue también asumida por el que se considera como el primer estudioso moderno de los Carpetanos: Fidel Fuidio[14]​ quién en 1934 publicó la primera obra monográfica de envergadura sobre esta tribu prerromana.

Oeste de Miguel Esteban

Esta hipótesis fue defendida por Eduardo Saavedra quién estudió el Itinerario de Antonino determinando que Alce debió estar situada al oeste de Miguel Esteban,[15]​ población localizada al sur de la provincia de Toledo junto al límite con la de Ciudad Real. De una manera general, determinaba la posición en base al estudio de las distancias del Itinerario y el desarrollo de la campaña de Graco. Para ubicar concretamente el lugar, se basaba en las noticias sobre la existencia de unas ruinas que incluían los restos de un arco romano.

Despoblado de Villajos (Campo de Criptana)

Una variante de la hipótesis anterior fue la postulada por Inocente Hervás y Buendía quién comentó que los naturales de Miguel Esteban se denominaban “de Arce” y centró la situación de Alce en el actual despoblado de Villajos[16]​ situado a unos 8 km de aquella pero dentro del término municipal de Campo de Criptana asumiendo que en esta zona tuvo lugar parte de la campaña de Graco. Esta población de Villajos se despobló tras la reconquista al formar, junto a otras de la zona, la actual Campo de Criptana. Los restos arqueológicos encontrados en este despoblado atestiguan una ocupación continua desde época prerromana hasta la islámica continuándose tras la reconquista para finalizar con el traslado de sus habitantes.[17]

Alcázar de San Juan

Alcázar de San Juan es otra población actual localizada en el ámbito geográfico de las anteriores. Varios eruditos ha situado a Alce en este punto.[18][19]​ Asumiendo también que la campaña de Graco tuvo lugar en parte dentro de esta zona geográfica, se basan en el Itinerario de Antonio para determinar su posición. En esta teoría se postula que la anterior ciudad reseñada en la ruta, Laminio, debe situarse en Daimiel en lugar de Alhambra. Tras aplicar las distancias indicadas, se posiciona a Alce en Alcázar de San Juan formulando igualmente la hipótesis de que la palabra “Alces” en griego significa “Alcázar”.[20]

Dentro del término municipal se han localizado varios yacimientos arqueológicos como Piedrola, Pozo Ambrosio, Motilla de los Romeros y Villar de las Motillas que atestiguan ocupaciones del Paleolítico y del Bronce.[21]​ Aunque Blázquez no localizó restos que indicasen poblamiento romano durante su estudio en la zona,[22]​ en 1952 se descubrieron varios mosaicos dentro de su casco urbano[23]​ que tras sucesivas campañas de excavación determinaron ser parte de una Villa romana situada en el campo desechándose que correspondiesen a una ciudad.[24]​ El estudio del material cerámico y las monedas encontradas ha permitido datar esta villa dentro la época bajoimperial, en el siglo IV d. C.,[25]​ periodo posterior al de la redacción del Itinerario de Antonino en siglo III, no encontrándose restos de un hipotético nivel que pudiese datar los orígenes de la construcción en un anterior periodo altoimperial.[26]

Paraje de La Hidalga (Campo de Criptana)

Mapa de localización de Alce en los alrededores de Campo de Criptana

Esta hipótesis de ubicación es quizá la que tenga más visos de ser la correcta ya que fue postulada por el geógrafo, historiador, académico de la Historia y miembro de la Real Sociedad Geográfica de España, Antonio Blázquez y Delgado-Aguilera quién dedicó gran parte de su vida a investigar de manera rigurosa la cartografía antigua de España incluyendo las posibles medidas de la milla romana.[27]

Antonio Blázquez investigó el trazado del Itinerario de Antonino por la provincia de Ciudad Real proponiendo varios emplazamientos para la población de Alce: en la orilla del río Riansares o en una zona intermedia del río Cigüela.[14]​ En 1917, tras un estudio sobre el terreno, determinó finalmente que esta población se situó en el Cerro de la Hidalga[28]​ localizado junto a una laguna salina dentro del término municipal de Campo de Criptana en una zona intermedia entre esta población y las de Quero y Alcázar de San Juan. En este lugar la densidad de los restos arqueológicos ha llamando siempre la atención, extrayéndose cerámica prerromana y romana, ánforas hispánicas, terra sigillata, pesas de telar, restos de vidrio romano o molinos de rotación.[29]

Imagen publicada en 1904 por Pierre Paris de una figura de bronce de época romana localizada y catalogada por el arqueólogo José Ramón Mélida en Campo de Criptana. Esta especie de ídolo se utilizó como pesa en una balanza romana

Blázquez basó su propuesta, por un lado, en las distancias desde dicho emplazamiento a la población anterior: Laminio y una posterior: Titulcia, del Itinerario; y por otro, en la existencia de diversos restos arqueológicos como varios cimientos que corresponderían a calles de un pueblo destruido, monedas romanas de época republicana y un pozo cuyo fondo estaba cubierto con losas romanas de gran tamaño.[30]​ Igualmente reseñó una necrópolis en las cercanías donde se hallaron urnas cinerarias idénticas a otras encontradas en Numancia; trozos de cerámica -también de estilo numantino- así como fíbulas de bronce. Por otro lado, indicó la existencia de un pequeño ídolo de tipo ibérico datado en época romana catalogado anteriormente por el arqueólogo José Ramón Mélida.[31]​ Para el académico, Alces tuvo que perder su importancia tras la conquista romana ya que la cerámica de época posterior era pobre y las monedas encontradas, escasas.

Esta localización es, adicionalmente, bastante concordante con lo que se esperaría en virtud de lo reflejado por Tito Livio en su relato ya que no se encuentra demasiado alejada de la situación del campamento romano usado por Graco (unos 8 km según medición en SIGPAC) y por tanto haría factible lo relatado sobre los ataques de los romanos contra el campamento celtíbero situado junto a Alce y la estratagema del general romano de simular una retirada a su campamento para que el enemigo le persiguiese y poder así tenderle una trampa en el mismo.

Situando a Cértima en el Cerro de la Virgen (Campo de Criptana) a poca distancia del campamento romano, la propuesta de Blázquez también se ajusta a lo que razonablemente se esperaría de una distancia entre el campamento celtíbero situado junto a Alce y Cértima (unos 9 km según medición en SIGPAC) que permitiese que los habitantes de esta población hiciesen señales con fuego en sus torres para avisar a los celtíberos de que había comenzado el ataque romano a su ciudad.

Ubicación en otras zonas geográficas

Mapa de los territorios prerromanos en Hispania con indicación de diversas hipótesis para la localización de Alce fuera de la zona entre las actuales provincias de Toledo y Ciudad Real

Entre Tudela (Navarra) y Tarazona (Zaragoza)

Río Ebro a su paso por Tudela.

El humanista español del siglo XVI Ambrosio de Morales, consideraba que los hechos narrados por Livio y por ende, la Alce citada en ellos, tuvieron lugar en las comarcas fronterizas entre Navarra y Aragón, en el área dónde se sitúan Tudela y Tarazona.[32]​ sin especificar dónde se podría situar actualmente las poblaciones de Munda, Cértima y Alces. Con todo, este autor consideró sobre el estudio del recorrido del Itinerario, que la Alces reseñada en el mismo (para él, diferente de la Alce indicada por Livio) se localizaba en una zona indeterminada situada entre las poblaciones de Quero y El Toboso[33]​ situadas ambas en el límite sur de la provincia de Toledo

Sagunto (Valencia)

Unidad y media de Arse de los años 133 al 75 a. C. mostrando un cadúceo y el nombre de la ciudad en alfabeto ibero.

Esta hipótesis también sitúa a Alce lejos de la zona geográfica entre las provincias de Toledo y Ciudad Real. Fue postulada por José María Ramos Loscertales en 1941 para reforzar el argumentario de su interpretación de la campaña de Graco en el sentido de que ésta se habría desarrollado contra emigrantes vacceos y ciudades rebeldes edetanas apoyadas por los celtíberos.[34]​ La situación de los combates propuesta por Loscertales en el oriente de Celtiberia y en Edetania hacía imposible situar a Alce entre Toledo y Ciudad Real (lo que sería junto al occidente de Celtiberia). Ramos Loscertales asimiló Alce con la población de “Arse”,[35]​ nombrada en algunas monedas, debido a su semejanza fonética. El problema surge cuando la arqueología determinó que esta ciudad era realmente la población íbera originaria de Sagunto,[36]​ aliada de los romanos, por lo que no es factible que Arse fuese objeto de un ataque de éstos en una fecha tan tardía como el 179 a. C., 34 años después de su liberación final de los cartagineses por Escipión en 213 a. C.[37]

Árchez (Málaga)

Árchez.

Esta es otra teoría que sitúa a Alce lejos del centro peninsular. Fue postulada por Álvaro Capalvo en 1996 como parte de su argumentario para acreditar la existencia de una supuesta Celtiberia Ulterior situada junto a la costa mediterránea en la actual provincia Málaga.[38]​ Uno de los fundamentos de dicha hipótesis es la determinación de la actual Cártama como localización de la Cértima indicada por Livio en su relato.[39]​ Debido a que la crónica del autor romano deja a entender que Cértima y Alce se encontraban muy cercanas, no puede establecerse entonces un posicionamiento de Alce en el centro peninsular ya que significaría, entre otras cosas, que el campamento celtíbero situado junta a esta ciudad y al que los habitantes de Cértima pidieron ayuda se localizaba a unos 400 km de distancia. Por ello, el autor busca una localización más cercana seleccionando para ello a la población de Árchez a la que equipara con Alce únicamente por su similitud toponímica.[40]​ Esta hipótesis de localización presenta serios problemas:

a) La zona dónde se sitúan Cártama y Árchez pasó a dominio romano en una fecha relativamente temprana ya que formaba parte de los dominios cartagineses “heredados” por los romanos en el 206 a. C. tras su victoria en Hispania. Los hechos relatados por Livio ocurrieron en el 179 a. C. —27 años después— y no parecen relatar acciones para sofocar una rebelión dentro de la zona bajo control romano sino más bien la conquista de territorios no dominados antes por éstos; situándose los hechos en unos años en los que sus acciones militares se dirigían a controlar el curso medio y alto del Tajo: Toletum (193-192 a. C.); río Tajo (185 a. C.); Contrebia Carbica (181 a. C.).[41]

b) La actual villa de Árchez es una población que parece tener su origen en una alquería morisca.[42]

c) Los estudios arqueológicos han determinado que la población de Cártama tiene un origen fenicio,[43]​ algo que no podría esperarse de una población de Celtiberia. Igualmente, se sitúa junto al río Guadalhorce, contando en su época con un puerto fluvial[44]​ y localizándose a escasos km de Malaka, características que no se desprenden del relato de Livio.

d) Estudiosos de la arqueología del poblamiento romano de Cártama son de la opinión que la identificación de Cértima con la actual Cártama responde meramente a una tradicional confusión entre “Cártima” (el origen de la actual Cártama) con dicha “Cértima” (la población situada junto a Alce).[45]

Ocaña (Toledo)

La villa toledana de Ocaña[46]​ fue también propuesta en el año 2000 como localización actual de la Alces del Itinerario por la vía de derivar fonéticamente la palabra “Ocaña” del original “Alces” postulando una evolución que sería: Alces>alcanea>aucanea>oucanea>ocanea>ocania>ocanna>ocaña.

Esta ubicación tendría visos de realidad debido a que en el término municipal de esta población han sido excavados varios yacimientos que se corresponden con poblaciones romanas.[47]​ lo que haría factible que alguna de estas poblaciones hubiese sido la Alces del Itinerario.

Como parte del argumentario para esta localización, su autor desarrolla una teoría sobre el recorrido de la calzada romana entre esta ubicación de Alces y la siguiente de Vico Cuminario postulando a Esquivias como su correspondencia actual.[48]​ Según su apreciación, la distancia medida se corresponde con la indicada en el Itinerario de Antonino. El problema surge con la estación anterior de Laminio ubicada en Alhambra ya que la distancia resultante entre ésta y Ocaña es demasiado superior a la indicada por el Itinerario. Este autor no entra a valorar si la Alces del Itinerario equivale a la Alce de la crónica de Livio por lo que evita postular una posible ubicación de Cértima en las cercanías de Ocaña que se adecuase a lo relatado por el autor romano.

Caraterísticas de la población

A tenor de lo que se desprende en lo transmitido por las fuentes clásicas sobre los carpetanos y las particularidades de su ubicación de acuerdo con la teoría de Antonio Blázquez se puede hacer una aproximación teórica a las características de esta ciudad y su historia.

Alce tuvo que ser una importante población carpetana durante los momentos finales de la conquista de esta tribu por parte de los romanos ya que fue objeto de su ataque en la última campaña que éstos realizaron para dominar su territorio. Su situación en la ruta que unía poblaciones del alto Tajo (Titulcia, Complutum) con Laminio y junto a una laguna salina hace pensar que la explotación de la misma y el comercio de la sal constituían importantes actividades para sus habitantes. Aunque Blázquez sitúa sus restos sobre una colina, ésta es de escasa elevación por lo que podemos considerar que la ciudad se construyó sobre llano. Contaba con una débil muralla exterior y otra interior de mejores características que formaba una ciudadela, lo que indicaría que originalmente era una pequeña ciudad que experimentó una rápida expansión durante los años anteriores a su conquista; quizá al recibir a los carpetanos que huían de las zonas bajo control romano.

A pesar de que algún estudioso indica erróneamente que la ciudad estaba gobernada por el régulo Thurro, lo que nos informa expresamente Livio es que eran sus hijos los que vivían en ella, quizá en condición de refugiados. Livio nos relata que Thurro, al conocer la caída de Alce solicitó un salvoconducto para entrevistarse con Graco. Lo más plausible es que el sistema de gobierno fuese mediante un "senado" de magistrados tal y como sucedía en su vecina Cértima.

Thurro tuvo que ser un líder militar que aglutinó a los últimos carpetanos que se oponían a la conquista romana. Sería quien acordó con los celtíberos que un contingente de éstos se estableciese junto a Alce para proteger a la ciudad y los que se refugiaban en ella (entre los que estaban sus hijos). Los celtíberos se limitaron a la protección de Alce y rechazaron ayudar a la cercana Cértima.

Alce tuvo que sufrir un claro declive tras su conquista en el 179 a. C., ya que no es mencionada por la epigrafía o en monedas. Las fuentes clásicas la citan en el siglo III (unos 400 años después) dentro de una ruta del Itinerario de Antonino y con la condición de mansio. Blázquez indica en este sentido que los restos localizados de esta época son de pobre factura y las monedas, escasas. Es probable que su decadencia estuviese relacionada con el auge de la cercana Consabura (Consuegra) que, situada en la ruta de Laminio a Toletum, alcanzó el estatus de Municipium convirtiéndose en cabeza de su comarca donde es la única población en la que se han hallado restos de un circo romano. Consabura no es citada en la época de la conquista ni durante las Guerras Lusitanas siendo la primera referencia que tenemos de ella por el ataque que sufrió en el 78 a. C. a manos del ejército de Quinto Sertorio.

Véase también

Referencias

  1. Salinas de Frías, 1986-1987, p. 30.
  2. Tito Livio. Ab Urbe Condita. XL, 47.
  3. Tito Livio. Ab Urbe Condita. XL, 48.
  4. Tito Livio. Ab Urbe Condita. XL, 49.
  5. Tito Livio. Ab Urbe Condita. XL, 50.
  6. Gozalbes Cravioto, 2000, pp. 158-159.
  7. a b Gozalbes Cravioto, 2000, p. 282.
  8. Gozalbes Cravioto, 2000, p. 160.
  9. Carrasco Serrano, 1994, pp. 71-84.
  10. Carrasco Serrano, 1987, p. 33.
  11. Rubio Rivera, 2013, p. 170.
  12. Martínez Velasco, 2011, p. 87-88.
  13. Ceán Bermúdez, 1832, pp. 117-118.
  14. a b García Bueno, 1997, p. 4.
  15. Saavedra, 1862, p. 84.
  16. Hervás y Buendía, 1890, pp. 196-198.
  17. Vaquero Román, 1984, pp. 52-53 y 64-65.
  18. Fernández-Guerra, 1859, p. 658.
  19. Cortés y López, 1836, p. 123.
  20. Cortés y López, 1836, p. 125.
  21. Vaquero Román, 1984, pp. 70-78.
  22. Blázquez Delgado-Aguilera, 1917, p. 28.
  23. García Bueno, 1997, p. 10.
  24. Vaquero Román, 1984, p. 79.
  25. García Bueno, 1997, p. 26.
  26. García Bueno, 1997, p. 27.
  27. Almoguera Sallent, 2011, p. 63.
  28. Blázquez Delgado-Aguilera, 1917, p. 30.
  29. Vaquero Román, 1984, p. 66.
  30. Blázquez Delgado-Aguilera, 1917, p. 29-30.
  31. Mélida, 1897, p. 150-152.
  32. De Morales, 1574, pp. 276-282.
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Bibliografía

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