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El judío errante también aparece en la novela de ciencia ficción ''Un cántico a San Leibowitz'', de Walter Miller Jr. En las novelas de [[Russel Griffin]], el judío errante es un robot destinado a espiar a los humanos.
El judío errante también aparece en la novela de ciencia ficción ''Un cántico a San Leibowitz'', de Walter Miller Jr. En las novelas de [[Russel Griffin]], el judío errante es un robot destinado a espiar a los humanos.


En una novela del escritor argentino [[Néstor Barron]] ("Váyanse todos a la mierda, dijo Clint Eastwood", de 2007), el Judío Errante, con el nombre de Ahasvero, interviene en el último tercio de la historia, andando por las calles de la ciudad de Buenos Aires junto al protagonista de la novela, intentando lograr un encuentro con otro personaje muy especial que podría liberarlo de su condena eterna, y mostrando de una manera muy original el cansancio metafísico de su condena a la espera.
En una novela del escritor argentino [[Néstor Barron]] ("Váyanse todos a la mierda, dijo Clint Eastwood", de 2007), el judío errante, con el nombre de Ahasvero, interviene en el último tercio de la historia, andando por las calles de la ciudad de Buenos Aires junto al protagonista de la novela, intentando lograr un encuentro con otro personaje muy especial que podría liberarlo de su condena eterna, y mostrando de una manera muy original el cansancio metafísico de su condena a la espera.


También se alude a él en el libro de [[Torcuato Luca de Tena]] ''La edad prohibida'', donde un mozalbete se ufana de haber dado vida, a través de una escultura en la arena al judío errante.
También se alude a él en el libro de [[Torcuato Luca de Tena]] ''La edad prohibida'', donde un mozalbete se ufana de haber dado vida, a través de una escultura en la arena al judío errante.

Revisión del 19:30 12 may 2010

El judío errante, ilustrado por Gustave Doré.

El judío errante es una figura del Cristianismo. La leyenda relata que un personaje judío (su caracterización concreta varía según las versiones) negó un poco de agua al sediento Jesús durante el camino hacia la Crucifixión, por lo que Éste lo condenó a «errar hasta su retorno». Por tanto, el personaje en cuestión debe andar errante por la Tierra hasta la Parusía.

A menudo se ha visto en el judío errante una personificación metafórica de la Diáspora judía, interpretando desde el punto de vista cristiano, que la destrucción de Jerusalén habría sido un castigo divino a todo el pueblo judío por la responsabilidad que algunos de ellos tuvieron en la crucifixión de Jesús; razón por la que se considera una leyenda de origen o naturaleza antisemita.

Los nombres del judío errante

Se le ha dado una gran cantidad de nombres al judío errante, algunos de los cuales son:

  • Ahasverus
  • Buttadeu
  • Larry el Caminante
  • Joseph Cartaphilus
  • Juan Espera en Dios
  • Michob-Ader
  • Samuel de belibet

Sin embargo posiblemente el nombre más antiguo sea el que aparece en una de las Cartas eruditas y curiosas del padre Feijoo. En ella se cita a Mateo de París, obispo e historiador benedictino, indicando que en el año 1229 afirmó que dicho judío existía, se llamaba Catafilo, y se encontraba entonces por Armenia.[1]

Igualmente Jacob Basnage, autor protestante, en su Historia de los judíos, cuenta que hay exactamente tres judíos errantes:

  • Samer o Samar: judío errante condenado a vivir siempre, y a vagar, por haber fundido el becerro de oro en tiempo de Moisés.
  • Catafito o Catáfito: habría sido una especie de guardia o policía de la puerta del pretorio de Poncio Pilatos, en cuya ocasión, cuando sacaron a Cristo, de dicho pretorio para crucificarle, para que saliese más prontamente y evitar la aglomeración o el bullicio, le dio un empujón en la espalda, a lo cual Cristo, volviendo el rostro, le dijo: «El Hijo del Hombre se va, pero tú esperarás a que vuelva». Se trata de una profecía del mismo Cristo, por la que este judío no había de morir hasta que Cristo volviese a juzgar vivos y muertos. Cada cien años sufría enfermedad y angustia de muerte, pero luego sanaba y se rejuvenecía hasta los treinta años, edad que tenía cuando Cristo murió.
  • Ausero: zapatero de Jerusalén que echó de un empujón a Cristo del quicio de su puerta cuando el Señor se detuvo allí a descansar camino del Calvario, diciéndole: «Despacha, sal cuanto antes; ¿por qué te detienes?». Cristo le respondió: «Yo descansaré luego, pero tú andarás sin cesar hasta que yo vuelva» (algunos han añadido: «hasta que no nazca niño alguno» o «hasta que la mujer deje de parir»). Desde aquel momento empezó el cumplimiento del vaticinio, siempre andaba peregrinando, sin parar en provincia alguna. Representaba la edad de cincuenta años, y prorrumpía en frecuentes gemidos por la tristeza que le causaba la memoria de su delito. De este se dice que fue visto en el año de 1547 en Hamburgo.

Origen de la leyenda

El primer documento moderno que se conserva sobre esta leyenda es un panfleto de cuatro hojas llamado Kurtze Beschreibung und Erzählung von einem Juden mit Namen Ahasverus (Breve descripción y relato de un judío de nombre Ahasverus), impreso en Leiden en 1602 por Christoff Crutzer. Sin embargo, no hay registro de ningún impresor con ese nombre en los archivos de Leiden, por lo que se supone que este nombre es un seudónimo.

La leyenda se extendió rápidamente por Alemania; no menos de ocho ediciones diferentes de la leyenda aparecieron durante ese mismo año, y antes del fin del siglo XVIII había al menos 40 variantes en ediciones diferentes. Se conocen 8 ediciones en neerlandés y la primera versión en francés apareció en Burdeos en 1609. La primera versión inglesa fue una parodia de 1625 (Jacobs and Wolf, Bibliotheca Anglo-Judáica, p. 44, No. 221). También se conocen versiones en danés, checo y sueco.

Según L. Neubaur, la leyenda se inspiró en las palabras encontradas en el Evangelio de Mateo 16:28:

Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino.

Esta cita figuraba en el panfleto original de 1602. Hay quienes aplican el pasaje citado a San Juan, basándose en un pasaje de su propio evangelio, concretamente 21:20-23:

Pedro se vuelve y ve siguiéndoles detrás, al discípulo a quién Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» Viéndole Pedro, dice a Jesús: «Señor, y éste, ¿qué?» Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme». Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a Pedro: «No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga».

Otra versión dice que Malco, el asistente del Sumo Sacerdote, al que San Pedro le cortó la oreja, es el judío errante. Juan 18:10.

Un precedente del relato del judío errante es la leyenda aparecida en el Flores Historiarum de Roger de Wendover, publicado en 1228. Un arzobispo armenio que visitaba Inglaterra relató que se había encontrado con José de Arimatea, bajo el nombre de Cartaphilus; éste le contó que había apurado a Jesús durante la crucifixión, y este le respondió «iré más rápido, pero tú deberás esperar hasta que yo regrese».

El monje inglés Matthaeus Parisienses, del siglo XIII, recoge esta leyenda en su Chronica maiora, quien otra vez recoge el supuesto relato de un obispo armenio que llega a Inglaterra. Narra éste la historia de un ermitaño que sería un criado de Pilatos castigado por Jesús, porque, al verle pasar, cargado con la cruz, le dice que vaya rápido. Jesús replica que él se irá, pero aquel criado le habrá de esperar hasta su retorno. De este modo, el criado rejuvenece cada vez que llega a la edad de cien años, y así hasta el fin de los tiempos. Sin embargo, se ha arrepentido y está haciendo penitencia en Armenia.

Igualmente cabe mencionar como curiosidad que a menudo se ha señalado que las leyendas del holandés errante presentan similitudes y concordancias con esta leyenda.

Supuestas apariciones

Se dice que el judío errante fue visto en Hamburgo en 1547; en España en 1575; en Viena en 1599; en Lübeck en 1601 y 1603; en Praga en 1602; Baviera en 1604; en Bruselas en 1640 y 1774; en Leipzig en 1642; en París en 1644; en Stamford en 1658; en Astracán en 1672; en Múnich en 1721; en Altbach en 1766 y Newcastle en 1790. Otra aparición mencionada parece haber sido en los Estados Unidos en el año 1868, visitando al mormón llamado O'Grady. Posiblemente, este último era un impostor que se hacía pasar por el judío errante. También fue visto por 1910 en la Villa Imperial de Carlos V "Potosí -Bolivia". En la Navidad de 1993 un fraile toledano tuvo una visión y afirma que bajo el nombre de Asuero se había afincado en Toledo, muy cerca de su cenobio. El Abad le ordenó silencio y no habla desde entonces. Posteriormente y esta vez bajo el nombre Catáfilo fue visto en Miami (Estados Unidos), Quito (Ecuador), Bogotá, Tunja y Pereira (Colombia) y Estambul (Turquía) donde estableció contacto con los judíos sefarditas en la fiesta anual de Ispahan en agosto de 2005 de la Torre Gálata, cantó con ellos en español y en el calor de la fiesta hizo múltiples referencias a Toledo (España) y su provincia. Aunque nadie sabe a ciencia cierta su número, pueden ser tres o dos o todos al mismo (Samar, Asuero o Catáfilo), ni su identidad actual ni su paradero exactos.

El judío errante en la literatura

El judío errante, 1852, grabado de David Shankbone, caricatura basada en estereotipos.

La figura de un pecador condenado, forzado a recorrer el mundo sin esperanza de descansar en paz, impresionó de tal manera que el judío errante no tardó en aparecer en la literatura popular. En los países alemanes se lo llamó Der Ewige Jude (el judío eterno o inmortal) mientras que en los países de lenguas romances es conocido como Le Juif Errant y L'Ebreo Errante; la forma inglesa se inspiró en esta última y se lo llamó The Wandering Jew. La tradición española lo bautizó como Juan Espera en Dios.

El Padre Feijoo dedica al personaje la carta 25 del segundo tomo de sus Cartas eruditas y curiosas, publicado en 1745. En ella niega veracidad a la historia, considerándola de invención reciente. Como precedente señala la conservación del profeta Elías sobre la tierra hasta el fin del mundo.

La leyenda es el tema de poemas de Schubart, Schreiber, W. Müller, Lenau, Chamisso, Schlegel, Julius Mosen y Koehler. También inspiró las novelas de Franzhorn, Oeklers y Schucking; y las tragedias de Klinemann (Ahasuerus, de 1827) y Zedlitz (1844). Hans Christian Andersen hizo a su Ahasuerus el ángel de la Duda, y fue imitado por Heller en su poema El viaje de Ahasuerus desarrollados en tres cantos. Robert Hamerling, en su Ahasver in Rom (Viena, 1866), identifica a Nerón como el judío errante. Goethe escribió el boceto de un un poema al respecto, cuyo esquema está en su Dichtung und Wahrheit.

En Francia, Edgar Quinet publicó su versión épica de la leyenda en 1833; y Eugène Sue escribió su Juif Errant en 1844. Esta última cuenta la historia de Ahasuerus como Herodes, un explicación muy popular. El poema de Greniuer (1857) sobre este tema puede haber sido inspirado en los dibujos de Gustave Doré, uno de los más impactantes del grabador francés.

En Inglaterra se publicó una balada dedicada al tema, en el libro de Percy Reliques y English and Scotch Ballads, de Francis James Child. Matthew Gregory Lewis le da un papel secundario de cierta importancia en la novela gótica El Monje (1796). Andrew Franklin escribió el drama The Wandering Jew, or Love's Masquerade en 1797. Percy Bysshe Shelley presentó a Ahasuerus en su Queen Mab, mientras que el libro de George Croly Salathiel trató el tema de forma imaginativa en 1828. Rudyard Kipling escribió el cuento The Wandering Jew.

Posteriormente, Heinrich Heine y Jean d'Ormesson escribieron novelas sobre la leyenda. Stefan Heym escribió Ahasver, y Charles Maturin se inspiró en él para el protagonista de la novela Melmoth el Errabundo.

La figura del judío errante aparece también en la novela de Jan Potocki El manuscrito encontrado en Zaragoza, donde se intercalan las diferentes historias a modo de muñecas rusas, la historia del judío errante es una de más largas del libro y abarca muchas jornadas (capítulos) del mismo.

En el tercer tomo de Los Sonámbulos, de Hermann Broch, se hace una analogía entre Ahasverus camino a Sión y la desesperada humanidad actual en búsqueda de un sistema de valores que de respuesta a su existencia y los resguarde de la muerte.

En el cuento El Inmortal, Jorge Luis Borges le da al narrador el nombre de Joseph Cartaphilus, inspirado en uno de los alias del judío errante. Igualmente otro escritor argentino que utilizó la figura del judío errante en varias novelas es Manuel Mújica Láinez (El unicornio, Bomarzo...). También aparece en Cien años de soledad y Los Funerales de la Mamá Grande, de Gabriel García Márquez. En la primera, se describe al personaje tal como se hace en la leyenda misma, y se atribuyen a su paso por el pueblo de Macondo las irregularidades naturales que ocurrían en ese entonces, definiéndolo como "la mala influencia del judío errante".


El autor rumano Mircea Eliade, en su cuento Dayan le hace aparecer e interaccionar con el protagonista, hablar en español, y pone en su boca el anhelo del fin del mundo (la vuelta de Cristo a juzgar a los hombres). Se puede decir que dicho cuento gira alrededor de su figura.

El judío errante también aparece en la novela de ciencia ficción Un cántico a San Leibowitz, de Walter Miller Jr. En las novelas de Russel Griffin, el judío errante es un robot destinado a espiar a los humanos.

En una novela del escritor argentino Néstor Barron ("Váyanse todos a la mierda, dijo Clint Eastwood", de 2007), el judío errante, con el nombre de Ahasvero, interviene en el último tercio de la historia, andando por las calles de la ciudad de Buenos Aires junto al protagonista de la novela, intentando lograr un encuentro con otro personaje muy especial que podría liberarlo de su condena eterna, y mostrando de una manera muy original el cansancio metafísico de su condena a la espera.

También se alude a él en el libro de Torcuato Luca de Tena La edad prohibida, donde un mozalbete se ufana de haber dado vida, a través de una escultura en la arena al judío errante.

Un episodio de la serie de cómics de Asterix, El adivino, hace referencia directa a este tema literario.

En el universo de DC Comics; el personaje del Fantasma errante tendría como uno de sus posibles orígenes al Judío errante.

El escritor de origen judío Joseph Roth (nacido en Brody, en la región de Galitzia, por entonces en el Imperio austrohúngaro) escribió en 1927 Los judíos errantes (Juden auf Wanderschaft). En este ensayo, Roth analiza la diáspora y la asimilación de entreguerras de los judíos del este de Europa, que llegaban a Europa Occidental desde Rusia, Ucrania o Polonia. Se refleja también la añoranza de un mundo, de una estructura religiosa perdida y también de una imagen de Europa que desapareció con la caída de los Habsburgo.

En el año 2008, el escritor español, César Vidal Manzanares, le dedicó su novela El Judío Errante, narrando la angustiosa espera del Judio, hasta la parusía, el día en que volviese Jesús para juzgar al Mundo.

Películas sobre el judío errante

  • The Wandering Jew (El judío errante) de 1933, protagonizada por Conrad Veidt.
  • Der Vanderner Yid (El judío errante) una película en yiddish de 1933, sobre la vida de los judíos en la Alemania nazi.
  • L'ebreo errante (El judío errante) una película italiana basada en la novela de Sue.
  • La séptima profecía (1988) retrata al judío errante como un centurión romano, no como un hebreo.
  • Der ewige Jude (El judío eterno), una película antisemita nazi de 1940.

Curiosidades

Existe una planta con este mismo nombre, cuyo nombre científico es Tradescantia pendula.

Referencias

Véase también

Enlaces externos