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Hipias mayor

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El Hipias mayor, también conocido como ¿Qué es lo bello? (en griego: Ιππίας Μείζων) es un diálogo de Platón. Pertenece a la serie de los "Primeros Diálogos", escritos en la época en que el autor era aún joven. Su fecha exacta es incierta, aunque se ha sugerido el 390 adC.[1]​ Se llama así debido a que hay dos diálogos con el mismo nombre (en ambos participa como personaje el sofista Hipias de Élide, contemporáneo suyo) siendo el otro, el Hipias menor (de la misma época y también de autenticidad dudosa), considerablemente más breve que el anterior.

Autenticidad

La autoría del Hipias mayor ha permanecido largo tiempo en disputa. Aunque algunas obras previamente atribuidas a Platón finalmente han sido consideradas como no auténticas, en esta obra la autoría no ha quedado aún firmemente establecida, aunque el consenso académico parece inclinarse a favorecer su autenticidad. La discusión se resume en (Sider 1977): "Dorothy Tarrant es la primera en defender su falsedad: cf. su edición del The Hippias Major Attributed to Plato (Cambridge, 1928). Quien se opuso a ella en una serie de artículos fue G.M.A. Grube, que escribió en 1926 y 1927. W.K.C. Guthrie, en A History of Greek Philosophy (Cambridge, 1975) también discute acerca de su autenticidad"[2]​. Sider, escribió en 1992 que G.R.Ledger, en Re-counting Plato (Oxford 1989) realizó un análisis del texto por [[computadora++ y consideró no concluyentemente: "Sopesando la evidencia para la autenticidad, ésta es bastante convincente". Él va al hecho de que en otras obras recientes, P. Woodruff, Plato: Hippias Major (Oxford 1982) también discute su autenticidad y fecha el documento "alrededor de 390 adC", mientras que C.H. Kahn, OSAP 3 (1985) es la única figura moderna que apoya la falsedad del diálogo[3]​. Del material en línea, la Internet Encyclopaedia of Philosophy indica que "De aquéllas [obras de Platón] que enumeramos como auténticas, en la parte superior (en el grupo de obras tempranas), sólo el Hipias Mayor de vez en cuando continúa siendo mencionada como "no auténtica". La evidencia más fuerte contra la autenticidad del Hipias mayor es el hecho de que nunca fuese mencionado en cualquiera de las fuentes antiguas"[4]​. Entonces, en resumen, aunque la crítica de inicios del siglo XX argumentó que era espuria, investigaciones posteriores indican que en el balance es más probablemente auténtica que no.

Personajes

El diálogo: Definir lo bello

En el Hipias mayor, Sócrates e Hipias de Élide intentan precisar y encontrar una definición de lo "bello" pero están destinados a fallar debido a su falta de habilidad para formular una respuesta que abarque el concepto completo.

Escena introductoria

Hipias se encuentra con Sócrates

Hipias de Élide, cuyas empresas lo han llevado lejos de Atenas por un buen tiempo, llega a la ciudad para dar una conferencia en la Escuela de Pheidostratus[5]​ en los siguientes días. Se encuentra con Sócrates, quien le pregunta por qué un hombre tan importante y sabio como Hipias ha privado a los atenienses de su presencia por tanto tiempo.

Entonces el gran sofista explica que, se debe a que en su ciudad natal Élide eran necesarios sus servicios, y se le han confiado varias importantes misiones diplomáticas en diferentes ciudades; notablemente en Esparta. Aprovecha sus viajes por el mundo griego para educar a un gran número de jóvenes y obtener buenas sumas de dinero. Un ejemplo fue el pueblito de Inycus, en Sicilia, donde sus modestos pobladores sacrificaron buena parte de sus ganancias para ver a sus hijos educados.

¿Podría la aplicación excesiva de la ley llevar a la ilegalidad?

Irónicamente, Sócrates asiente que todo eso es admirable. Y si Hipias ha pasado la mayor parte de su tiempo en Esparta, pregunta entonces, ¿debería él estar donde gana más? Hipias replica: él no tocó el obolus ahí. No fue porque los espartanos deseasen la mejor educación posible para sus hijos, y no porque no comprendiesen el verdadero valor de Hipias. La única razón fue que "no es costumbre heredada de los lacedemonios el cambiar sus leyes o educar a sus hijos en forma diferente de la habitual."[6]​.

Sin embargo, como Socrates enfatiza, la ley está hecha precisamente para la utilidad y felicidad de los ciudadanos, dos cosas a las que Hipias habría podido contribuir grandemente. Por estar demasiado aferrados a la ley y al rechazar los servicios de Hipias, los espartanos contradicen el objeto de sus propias leyes y por lo tanto esto se podría considerar como algo ilegal.

Hippias, adulado así convenientemente, asiente a Sócrates. Éste entonces le pregunta cómo, sin embargo, tuvo él tanto éxito en esta severa ciudad de Laconia. No fue, responde Hipias, por sus conocimientos de aritmética o de astronomía, sino que "les place oír hablar de las genealogías de los héroes y de los hombres, Sócrates, y de las fundaciones de las ciudades en épocas antiguas y, en breve, sobre la antigüedad en general... [aquellas cosas] bellamente perseguidas"[7]

Sócrates revela su problema

Sócrates está contento de que Hipias haga reminiscencia de las cosas bellas, pues éste es el tema que interesa mucho a Sócrates y con una buena razón. De acuerdo con éste, mientras se critica la belleza o la fealdad de parte de los discursos, él reclama haber sido acosado recientemente por un conocido suyo, que le reprobó por no conocer realmente la definición de la belleza.

Desconcertado así por esta exposición, Sócrates proclama estar encantado pues finalmente, alguien tan competente como Hipias podrá dar su opinión sobre la naturaleza de la belleza. El gran sofista, adulado, no se opone; y es aguijoneado por Sócrates, que le ofrece la réplica en la discusión y asume el papel del acosador. Este juego de roles por parte de Sócrates se agrega a la naturaleza cómica del diálogo, permitiéndole que se diriga y se mofe de Hipias de otro modo no serían aceptables.

Las tres respuestas de Hipias

Primera definición: La belleza es una hermosa joven

Por primera respuesta, Hipias nos muestra que no entiende nada de lo que le pide su interlocutor: "Para estar seguros, Sócrates, si debo decir la verdad, una hermosa joven es bella." (287e). Sócrates estima, con su usual ironía, que ésta es una respuesta brillante. Pero, ¿no puede decirse que una lira, un caballo o incluso una olla son bellos? Claro que la más bello de las ollas no tiene comparación con una hermosa mujer, pero, a su vez, ¿qué es la belleza de una dama en comparación con la de una diosa?

En breve, hay un infinito número de cosas bellas además de bellas mujeres. En cualquier caso, ésta no es realmente la pregunta; no es una pregunta acerca de saber qué es bello y qué no lo es, sino definir la belleza y decir que significa que las cosas sean "bellas".

Segunda definición: La belleza es oro

La segunda respuesta ofrecida por Hipias no es más inspirada: "Esto que me preguntas, la belleza, no es sino el oro... Pues todos lo sabemos, creo, dondequiera que se añada, incluso que aquello que parezca feo parecerá bello si está adornado con oro."(289e)

Sin duda, responde Sócrates, pero, ¿qué es lo que hace así a la gran estatua de Atenea en el Partenón? Esta obra maestra de Fidias está hecha de marfil y piedras preciosas, no de oro. Y sin embargo la estatua es magnífica.

Además, tanto el oro como cualquier otro metal precioso sólo otorga belleza si es usado correctamente. En el caso de la olla, por ejemplo, ¿quién podría decir que una cuchara de madera o una de oro será mejor para revolver, o cuál de ellas será la más bella?

Tercera definición: La belleza es ser rico y respetado

Esta vez, Hipias cree entender: Sócrates quiere saber qué cosa ningún hombre encontrará fea.

Pero una vez más, su conclusión es decepcionante: "Digo, entonces, que para todo hombre y dondequiera que esté, lo´más bello será ser rico y saludable, y honrado por los griegos, hasta llegar a viejo, y después de dar un bello funeral para sus padres, ser bella y espléndidamente enterrado por sus descendientes." (291d-e)

Sigue a continuación una escena muy còmica, en la que Sócrates muestra el miedo de ser castigado con una varilla por su acosador si hubiese dado tal respuesta. Entonces, ¿qué de Aquiles o Hércules? ¿Fue bello para estos dos héroes, hijos de inmortales, ser enterrados ante sus parientes, ante sus dioses? ¿Acaso entonces no habría belleza en sus vidas porque sus descendientes no los enterraron? La belleza en este sentido entonces se aplica a los hombres ordinarios, pero sería fealdad para los héroes. La definición entonces todavía es incorrecta.

Las tres respustas de Sócrates

Primera definición: la Belleza es lo que es apropiado

Cansado de los errores de Hipias, Sócrates ofrece una definición a su turno, que él dice guardaba de su famoso contradictor: La belleza es simplemente lo que es apropiado.

Esta respuesta satisface a Hipias. Pero es preciso un examen adicional: en primer lugar, ¿es la conveniencia lo que hace a las cosas bellas, o simplemente las hace aparecer como bellas? La segunda hipótesis es tentadora: incluso un hombre ridículo, vestido con ropa bella, aparecerá más hermoso. Pero interiormente seguirá siendo ridículo; así, lo apropiado y lo bello no es lo mismo.

Hipias sugiere que la conveniencia proporciona al mismo tiempo la realidad y el aspecto de la belleza. Pero entonces, nada podría ser menos seguro; si todo fuera así de simple, los ciudadanos y los políticos no tendrían que discutir más para decidir qué acción sería la más bella.

Segunda definición: la belleza es lo que es útil

Por segunda vez, Sócrates propone una solución: ¿si es bello, es útil?

Pero he aquí que salen a la superficie varios problemas: es mediante el poder que los hombres hacen cosas útiles. Sin embargo, como también es bien sabido, el poder puede servir tanto para el mal como para el bien. Y hay dificultad en calificar las acciones como malas o buenas. Lo que alternadamente requiere que la definición sea nuevamente enfocada; la belleza es solamente la utilidad aplicada a fines buenos, o a aquellos que son "favorables".

Identificar lo bello y lo favorable conduce a una paradoja: lo favorable engendra lo hermoso, del modo como un padre engendra a un hijo. Puesto que lo favorable y lo hermoso son considerados así como uno solo y lo mismo, ellos llegan a encontrar que la belleza es la consecuencia de la bondad. Pero, por lógica, una causa y un efecto son dos cosas distintas, pues un padre es diferente del hijo. Y deben concluir por tanto que la bello no es la bondad, y lo bueno no es la belleza; una aserción que no satisface ni a Sócrates ni a Hipias.

Tercera definición: la belleza es el placer que viene de ver y oír

Para concluir, Sócrates trae una definición final; a primera vista muy asombrosa: "¿[y qué] si dijésemos que lo bello es lo que nos hace sentir felices?; no me refiero a todos los placeres, sino al que nos da felicidad mediante la audición y la vista."[8]

Esta hipótesis, si bien atractiva, según Socrates mismo contiene un defecto fundamental; que ignora la belleza de los placeres más nobles, referida a las ocupaciones de los estudiosos o al estudio de las leyes.

Por otro lado, parece llamativo que sólo los sentidos de la vista y el oído sean considerados. ¿Es ésta un modo someterla al sentido común, en la que el tacto, el gusto y el olfato son de alguna manera más vergonzosos y bajos que los otros sentidos?

Finalmente, no es simplemente que el placer venga de ver o de oír que algo sea bello. Sócrates lanza una serie de consideraciones muy complejas: tomando pares de objetos, en la mayoría de los casos que el término se aplique a ambos objetos (A y B son hermosos, A y B son justos) pueden también aplicarse a un objeto tomado por separado (A es hermoso y B es hermoso). Pero en algunos casos raros puede suceder que esto no sea el caso, notoriamente cuando la suma de A y B forma un número par y A y B, tomados por separado, son dos números impares.

En el caso de la belleza, es la primera categoría la que es apropiada, porque si un par de objetos es hermoso, nos lleva a razonar que lo son cada uno de ellos. Pero aparece una nueva paradoja, puesto que lo bello, en una discreta definición, deba corresponder a ambos placeres de la vista y de la audición, tomados juntamente, y no puede pertenecer solamente a una de ellas. Consecuentemente, la definición demuestra ser fallida.

Agotado por las muchas sutilezas que en última instancia e inútilmente han considerado, Hipias reprende a Sócrates y le exige a que en lugar de "meras palabras y absurdos" busque la belleza en "la capacidad de producir un discurso bueno y bello en una corte legal, en una casa de concilios u otro organismo público en la que discurso pueda ser deliberado."[9]

Sócrates, tomándose una licencia, finge sentirse mal por la situación, arrinconada entre los ataques de Hipias y las de su misterioso acosador. Como única certeza, con sentido del humor concluye que, ahora puede comprender mejor el viejo proverbio griego "las cosas hermosas son difíciles".

Impacto literario y filosófico

Puede impactar o sorprender al lector que la definición que identifica lo bello con lo útil sea refutada en el diálogo, dado que ésta corresponde muy bien con la visión histórica de Sócrates. Pero, como sucede en Cármides, Lisias y Eutifrón, el Hipias Mayor tiene una virtud "anatréptica" o auto-censurable, el propósito del autor es revelar las fallas de las opiniones comúnmente aseveradas, sin necesariamente ofrecer una solución, algo que se asume para los posteriorea textos (en cierto sentido, es el equivalente filosófico de un cliffhanger).

En términos de desarrollo filosófico, el Hipias Mayor no es mucho más avanzado que los otros diálogos tempranos. El concepto de "bueno en y por sí mismo", aunque sólo en forma oblicua, hace su primera aparición en esta obra. Sin embargo el pensamiento platónico aún no está desarrollado completamente: no hay, por ejemplo, rastros de la idea de la "reminiscencia" expuesta en el Menón y el Fedro, en el que las almas adquieren el conocimiento del concepto de "Belleza" y de "Bondad" en el transcurso de su marcha hacia el más allá.

Es en el plano literario que el Hipias Mayor es muy notable. El diálogo se puede leer tanto como un trabajo filosófico serio, o como una comedia satírica ligera con dos actores. La astucia de Sócrates en refugiarse bajo la autoridad de un tercer supuesto protagonista para dar una penetrante crítica a Hipias, dota al diálogo de gran humor y le da mucha vitalidad.

Notas

  1. Este artículo esta muy basado en la traducciones del artículo de la Wikipedia en francés y del en:Hippias Major en inglés, accessado en Julio de 2006.
  2. Sider, David. Plato's Early Aesthetics: 'The Hippias Major'. Journal of Aesthetics & Art Criticism; Junio de 1977, Vol. 35 número 4, página 465, parágrafo 6.
  3. David Sider, Universidad de Fordham, reviewing Ivor Ludlam, Hippias Major: An Interpretation. en la Reseña Clásica de Bryn Mawr 3.5.11 accessada el 29 de junio de 2006
  4. James Fieser, Ph.D., & Bradley Dowden, Ph.D., eds. editores generales, The Internet Encyclopaedia of Philosophy (Universidad de Tennessee) accessado el 29 de junio de 2006
  5. Este nombre sólo aparece en el Hipias mayor; no hay referencia en el Dictionary of Greek and Roman Biography and Mythology de Smith; la otra única ocurrencia notada es en un Arconte en 238 adC (lista de Arcontes de Atenas); demasiado tardío para ser contemporáneo.
  6. Plato in Twelve Volumes, Vol. 9 Hippias Major traducido por W.R.M. Lamb. Cambridge, MA, Prensa de la Universidad de Harvard; Londres, William Heinemann Ltd. 1925 (284b); adaptación electrónica en línea en el Perseus Project accesado en junio de 2006
  7. Hipias, 285e-286b.
  8. Hipias, 297e.
  9. Hipias, 304b.

Lecturas recomendadas

  • (en francés) Alain, Platon, Champs-Flammarion, 2005, ISBN 2080801341
  • (en francés) Châtelet, François, Platon, Folio, Gallimard, 1989, ISBN 2070325067
  • (en francés) Pradeau, Jean-François, Les mythes de Platon, GF-Flammarion, 2004, ISBN 2080711857
  • (en francés) Pradeau, Jean-François, Le vocabulaire de Platon, Ellipses Marketing, 1998, ISBN 2729858091

Enlaces externos

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