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== Consecuencias de la batalla ==
== Consecuencias de la batalla ==
Esta batalla dio al traste con la intención de los franceses de invadir, o al menos bloquear, por mar a [[Inglaterra]] (tal y como el lord del Almirantazgo inglés [[John Jervis]] había dicho con sorna en [[1801]]: «''Yo no digo que los franceses de [[Napoleón Bonaparte|Napoleón]] no vayan a venir, pero desde luego, no vendrán por mar''») y supone el comienzo del poderío naval inglés, que ocupará durante un siglo.
El Oviedo bajó a tercera división.

Villeneuve fue enviado preso a Inglaterra, pero fue puesto en libertad bajo palabra. Volvió a Francia en [[1806]]. El [[22 de abril]] de [[1806]] se le encontró muerto en su habitación del Hotel de Patrie en [[Rennes]], apuñalado en el pecho seis veces. Se informó que Villeneuve se había suicidado y se le enterró sin ceremonia alguna. Probablemente fuera víctima de una ejecución extrajudicial ordenada por Napoleón o por elementos de su gobierno para evitar el bochornoso espectáculo de un juicio y posterior ejecución de un almirante derrotado en la capital del imperio.

Esta contienda naval no significó en absoluto la destrucción de la armada española, ya que de los aproximadamente 15 navíos españoles que combatieron, fueron menos de 7 los hundidos y la flota de guerra hispana contaba con 45 navíos de tres puentes que se pudrieron literalmente en los puertos españoles durante la Guerra de Independencia. Esa fue la verdadera lápida de los barcos españoles. La batalla, aunque hubiera sido una victoria franco-española, no hubiera tenido trascendencia en la guerra contra Inglaterra, ya que los ingleses hubieran podido rearmarse y llevar a las inmediaciones de Cádiz otra flota igual o superior (los ingleses tenían una armada de poco más de 100 navíos de línea) a la de Nelson y la escuadra combinada pese a vencer se hubiera visto obligada a repararse en Cádiz.

Con todo, la batalla de Trafalgar supuso para los británicos el dominio absoluto de los mares no sólo durante las campañas napoleónicas, sino también para la práctica totalidad del s. XIX. No en vano está dedicada a Trafalgar la plaza más importante de la ciudad de [[Londres]]; curiosamente, [[Leganés]] también tiene una calle dedicada a esta gran derrota de la coalición.

== Bicentenario de la batalla de Trafalgar ==
== Bicentenario de la batalla de Trafalgar ==



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Batalla de Trafalgar
Guerras Napoleónicas
Parte de guerras napoleónicas y Campaña de Trafalgar

El Redoutable y el HMS Temeraire se baten en Trafalgar, óleo de Auguste Mayer.
Fecha 21 de octubre de 1805
Lugar Cabo de Trafalgar, España
Coordenadas 36°15′N 6°12′O / 36.25, -6.2{{#coordinates:}}: no puede tener más de una etiqueta principal por página
Resultado Victoria británica decisiva
Beligerantes
Bandera del Reino Unido Reino Unido Bandera de Francia I Imperio Francés
Bandera de España Reino de España
Comandantes
Horatio Nelson
Cuthbert Collingwood
Pierre Charles Silvestre de Villeneuve
Federico Gravina
Antonio de Escaño
Francisco Javier de Uriarte y Borja
Cayetano Valdés
Dionisio Alcalá GalianoCosme de Churruca
Ignacio María de Álava
Francisco Alcedo y Bustamante
Baltasar Hidalgo de Cisneros
Fuerzas en combate
27 navíos de línea
4 fragatas
2 otros
18.000 hombres
Francia: 18 navíos de línea
8 tablas de surf
España: 15 navíos de línea
27.000 hombres
Bajas
449 muertos
1.214 heridos
4.480 muertos, 2.250 heridos, 7.000 prisioneros, 22 barcos capturados/perdidos

La batalla de Trafalgar tuvo lugar el 21 de octubre de 1805, en el marco de la tercera coalición iniciada por los aliados para intentar derrocar a Napoleón Bonaparte del trono imperial y disolver la influencia militar francesa existente en Europa. Aconteció cerca del cabo de Trafalgar (provincia de Cádiz), en la que se enfrentaron las escuadras aliadas de Francia y España, al mando del vicealmirante francés Pierre Villeneuve, bajo cuyo mando estaba por parte española el teniente general del mar Federico Gravina, contra la armada británica al mando del vicealmirante Lord Horatio Nelson.

Los acontecimientos históricos que precedieron a esta batalla, se han de encontrar en el intento frustrado por parte de Napoleón de invadir las islas Británicas; en el que la escuadra franco-española debía distraer a la flota británica y alejarla del Canal de la Mancha para dirigirla hacia sus posesiones en las Indias Occidentales. Este plan de distracción fracasó, y se agravó con la consiguiente derrota de Finisterre[1]​ (22 de julio de 1805). Tras esta derrota, la flota se dirigió al puerto de Cádiz, de donde zarparía el 19 de octubre hacia Trafalgar.

Trasfondo histórico y antecedentes

La reciente alianza entre Carlos IV de España y Napoleón I de Francia, merced a los tratados de San Ildefonso[2]​(1796) y Aranjuez[3]​(1800) firmados con la anterior República Francesa y por el interés de la recuperación de Gibraltar, obligaba a España no sólo a contribuir económicamente a las guerras de Napoleón, sino a poner a disposición de éste la Armada[4][5]​ para combatir a la flota inglesa que amenazaba las posesiones francesas del Caribe.

Dado que la intención última que perseguía Napoleón al querer anular a la flota inglesa era abrirse camino para una futura invasión de las Islas Británicas, se urdió un elaborado plan para distraer a la marina inglesa mientras se efectuaban los preparativos de dicha invasión. Al tiempo que las numerosas tropas de infantería francesas se agrupaban en Boulogne-sur-Mer (cerca del paso de Calais) a la espera de transporte marítimo, la escuadra francesa al mando de Villeneuve se uniría con la española, iniciando una acción sobre las posesiones inglesas del Caribe que tenían como finalidad atraer al afamado almirante Nelson a la zona, alejándolo del Canal de la Mancha.

Nelson llegó finalmente a la isla de Antigua a principios de junio de 1805. Mientras tanto, la escuadra combinada dio media vuelta y abandonó el Caribe rumbo a la costa atlántica francesa. Pero al llegar a las costas gallegas, la combinada se encontró con la flota que mandaba el almirante Robert Calder, que avisado del retorno de la flota mandada por Villeneuve, levantó el sitio sobre los puertos de Rochefort y Ferrol y marchó hacia el cabo Finisterre, donde ambas se enfrentaron el 22 de julio. Tras horas de combate, el almirante Calder manda cesar el fuego al echarse la noche.

El HMS Victory, único barco que se conserva de esta batalla.
Conmemoración del 200 aniversario de la Batalla de Trafalgar. Texto de Benito Pérez Galdós (novela Trafalgar).

A la mañana siguiente, con niebla y una confusión general, ambas flotas se encuentran a 27 km. de distancia. Calder, con dos navíos españoles capturados y evitando otro combate con la intención de no dañar más aún sus navíos marcha rumbo norte. Villeneuve se dirige al puerto de La Coruña, donde llega el 1 de agosto con la intención de reparar sus navíos. Desobedeciendo las órdenes de Napoleón —que le mandaban dirigirse a Brest y Boulogne— se dirige hacia el sur, refugiándose en el puerto de Cádiz, a donde llega el 21 de agosto.

Visto desde una perspectiva histórica es posible que esta retirada le sirviera a Napoleón para continuar en el poder, ya que es dudoso que, de haber embarcado a su Grande Armée[6]​ hacia Inglaterra, hubiera podido resistir a las fuerzas combinadas de Austria y Rusia que estaban preparando el ataque por el este y a las que, con posterioridad, vencería en la batalla de Austerlitz.[7]​ Por lo que sea por suerte o por casualidad, la derrota que la flota combinada sufriría en Trafalgar afianzaría la posición de Napoleón en el continente. Aunque haber conseguido vencer a Inglaterra hubiera sido un gran espaldarazo a sus planes europeos, y todo un cambio de rumbo estratégico del continente. Quizás incluso hubiera anulado a rusos y austriacos, los cuales dependían del suministro marítimo británico, dado el bloqueo continental[8]​ existente. Con la flota franco-española atracada en el puerto de Cádiz, Napoleón cambió de estrategia y ordenó que se dirigieran a apoyar el bloqueo de Nápoles, al tiempo que enviaba un sustituto para Villeneuve, que había caído en desgracia a ojos del Emperador. La llegada del sustituto de Villenueve pudo ser uno de los motivos por el cual se adelantó la salida de la flota hacia Trafalgar.

Estado de la flota española

Federico Gravina tuvo el mando de la flota española en la batalla de Trafalgar.

La reciente epidemia de fiebre amarilla que había azotado Andalucía entre 1802 y 1804 dejó a la flota española sin la cantidad suficiente de tripulantes; por lo que muchos de los marineros tuvieron que ser reclutados en una apresurada y obligada leva. Estos marineros eran de diversos orígenes: mendigos, campesinos, soldados de infantería... Por otro lado, el estado mismo de los buques era lamentable, tanto que algunos capitanes españoles habían sufragado de su bolsillo las reparaciones y la pintura de sus barcos para no quedar deshonrados ante los capitanes franceses. El marqués de la Ensenada, consiguió durante el reinado de Fernando VI modernizar la vieja marina española y aumentar su prestigio, que ya se iba deteriorando. Además, a él se le debió la ampliación de los astilleros de Cádiz, Cartagena, Ferrol y La Habana, de donde salieron algunos de los barcos participantes en Trafalgar. La modernización era una necesidad de urgencia, que si bien se mantenía en pie como para intentar defender el Imperio, ya no estaba en condiciones de sostener un combate a gran escala contra la más moderna de las flotas.

El general Mazarredo llegó a comentar lo siguiente acerca de la composición de la flota en su momento: «Llenamos los buques de una porción de ancianos, de achacosos, de enfermos e inútiles para la mar». Estas palabras serían más tarde refrendadas por el mayor general don Antonio de Escaño, que escribió en su Informe sobre la Escuadra del Mediterráneo lo siguiente: «Esta escuadra hará vestir de luto a la Nación en caso de un combate, labrando la afrenta del que tenga la desventura de mandarla». De forma que, se puede observar, la impresión pesimista que los oficiales de la flota española tenían antes de la batalla. Incluso los altos mandos españoles habían expresado las nulas posibilidades en un enfrentamiento directo contra la flota inglesa, y propusieron una estrategia de esperar en el puerto el paso del invierno, a la par que la flota inglesa podía verse debilitada en la mar mientras los bloqueaban y soportaban las tormentas que pudieran surgir.

Al mando de la flota española, se encontraba el marino y teniente general de origen italiano Federico Gravina[9][10]​ (Palermo, 1756); duodécimo capitán general de la Armada de España. En la batalla de Trafalgar, estuvo al frente del navío Príncipe de Asturias,[11][12]​ de 112 cañones y 1.141 marinos.[13]

Junto a Gravina, podemos destacar también a:

Navíos de la flota española

La flota española anclada en Cádiz quedaba compuesta por 15 navíos. A continuación, se citan los diferentes navíos, con el armamento que portaban y con el comandante u oficial superior al mando de cada uno.

  • Argonauta:[31]​ 92 cañones. Capitán de navío Pareja.
  • Bahama: 74 cañones. Brigadier Alcalá Galiano.
  • Monarca:[32]​ 74 cañones. Capitán de navío Argumosa.
  • Montañés: 80 cañones. Capitán de navío Alcedo.
  • Neptuno: 80 cañones. Brigadier Valdés.
  • Príncipe de Asturias: 112 cañones. Brigadier MacDonnell.
  • Rayo:[33]​ 100 cañones. Capitán de navío Pareja.
  • San Agustín:[34]​ 80 cañones. Brigadier Cajigal.
  • San Francisco de Asís:[35]​ 74 cañones. Capitán de navío Flores.
  • San Ildefonso:[36]​ 74 cañones. Brigadier Vargas.
  • San Juan Nepomuceno: 74 cañones. Brigadier Churruca.
  • San Justo:[37]​ 76 cañones. Capitán de navío Gastón.
  • San Leandro:[38]​ 74 cañones. Capitán de navío Quevedo.
  • Santa Ana: 120 cañones. Teniente general Álava.
  • Santísima Trinidad: 136 cañones. Jefe de escuadra Cisneros.

Galería de imágenes

Estado de la flota francesa

Estado de la flota británica

El almirante Horatio Nelson.

Por otro lado, la escuadra inglesa al mando del almirante Nelson estaba compuesta por marineros profesionales, casi todos con varios años de mar y amplia experiencia en combate. De hecho, eran los mismos marineros y buques que habían puesto en jaque a Francia y a España en varias ocasiones como en la Batalla del Cabo de San Vicente, en la Batalla del Nilo o en la ya comentada del Cabo Finisterre. Además se encontraba comandada por un almirante que se había convertido por méritos propios en toda una leyenda en Inglaterra y en el resto de Europa.

Horatio Nelson se había batido con éxito contra los daneses en Copenhague, contra los franceses en Aboukir, afianzó la posición de la fuerza inglesa en el Mediterráneo y condujo el bloqueo contra Cádiz. A pesar de que el número de buques ingleses era menor que el de la flota combinada franco-española, la superioridad en cadencia de tiro y en capacidad de maniobra que le otorgaba su experta marinería la convertían en una fuerza insuperable para los espléndidos pero mal conservados y peor dotados buques españoles.

Preparativos antes de la batalla y salida de Cádiz

Orden de batalla

La flota aliada estaba compuesta por 33 navíos y la inglesa por 27 navíos.

La batalla

La flota inglesa, al mando de Nelson, atacó en forma de dos columnas paralelas a la línea en perpendicular formada por Villeneuve, lo que le permitió cortar la línea de batalla enemiga y rodear a varios de los mayores buques enemigos con hasta cuatro o cinco de sus barcos. En un día de vientos flojos, la flota combinada navegaba a sotavento, lo que también daba la ventaja a los ingleses y, para colmo de desdichas, Villeneuve dio la orden de virar hacia el noreste para poner rumbo a Cádiz en cuanto tuvo constancia de la presencia de la flota inglesa. El cuerpo español no estaba de acuerdo en esto. Al parecer Churruca, mientras leía las señales con el anteojo manifestó, «el almirante no sabe lo que hace, la flota está perdida». Villeneuve intentaba huir casi sin prestar batalla, cuando la flota combinada franco-española era superior en cuanto a navíos que la inglesa. La virada se realizó desordenadamente ya que la virada en redondo con viento flojo tomó mucho tiempo a determinadas unidades muy pesadas y poco maniobreras. La línea de combate quedó deshecha y desaprovechada su mayor potencia de fuego. El ataque de Nelson desorganizó completamente la línea; consiguiendo la división de ésta en tres. Esto permitió a la escuadra de Nelson capturar a los barcos franceses y españoles, cortar la línea y batirles con artillería por proa y popa, los puntos más vulnerables de este tipo de embarcaciones. El combate empezó al mediodía, cuando un cañonazo de un navío de la retaguardia de la combinada disparó contra el Royal Sovereign que mandaba Collingwood.

Para colmo de despropósitos, la escuadra de vanguardia quedó aislada del combate y se alejó considerablemente del centro de la batalla aún a pesar de las explícitas órdenes generales que dictaban que «si un capitán no está en el fuego, diríjase al fuego». Durante el combate el Bucentaure hizó enseñas repetidamente a la escuadra de vanguardia para que virase hacia el combate, orden que, inexplicablemente no fue atendida al momento por Dumanoir al mando de la agrupación. Algunos buques franceses y todos los españoles de esta escuadra viran hacia el fuego, sin embargo Dumanoir en un acto de cobardía huye con su barco, el Formidable, junto a tres más, el Mont-Blanc mandado por Lavillesgris; el Duguay-Trouin mandado por Touffet y el Scipion mandado por Berenguer. Estos cuatro barcos huidos (todos franceses) fueron apresados por la flota británica doce días después de la Batalla de Trafalgar, cuando intentaban ganar la costa francesa a la altura de Cabo Ortegal. Posteriormente, Dumanoir manifestó no haber visto la orden del Almirante debido a la humareda reinante.

Muerte de Lord Nelson

Nelson es disparado en la cubierta del Victory.

Casi una hora y media después de empezar el combate, Horatio Nelson muere, alcanzado por un tirador del Redoutable que disparó desde la jarcia. Una bala de mosquete le entró por el hombro siguiendo una trayectoria descendente hasta quedar alojado en la columna vertebral. Inmediatamente, Nelson fue trasladado a la bodega para que un cirujano se ocupara de él, aunque desde el primer momento pudo constatarse la gravedad mortal de la herida. A causa de ella, Nelson se fue desangrando en una lenta agonía rodeado de sus mas fieles oficiales. Durante la misma tuvo momentos de delirio y otros de lucidez. Hubo tiempo de informarle de la victoria de las armas británicas tras lo cual pronunció sus últimas palabras: «Gracias a Dios he cumplido con mi deber».

El cadáver del honorable Nelson fue desnudado y conservado en un barril de brandy de jerez para evitar su deterioro en la travesía hasta Londres. A su llegada fue enterrado con honores militares en una ceremonia de una solemnidad nunca antes conocida en Inglaterra. Actualmente yace en la cripta de la catedral de San Pablo de Londres.

Derrota de españoles y franceses

En el espacio de dos horas, la mayoría de los navíos más importantes de la flota franco-española ya se habían rendido o ya no disparaban sus cañones. En este tiempo, Gravina, había sido herido y más tarde encontraron la muerte Alcalá Galiano en el Bahama y Cosme Damián Churruca en el San Juan Nepomuceno. Los comandantes quedaban la mayoría heridos, así como sus segundos. Casi al final del propio combate (hacia las 6 p.m.) el navío francés Achille del capitán Deniéport explotó. El motivo fue que se incendió la santabárbara.

A las seis y media de la tarde se finalizó el combate, quedando la flota franco-española aniquilada en todos los sentidos. La mayoría de los barcos españoles y franceses que habían sido apresados por la flota británica fueron llevados a Gibraltar. Esa noche se desató una tormenta; algunos barcos no pudieron aguantar, como el Santísima Trinidad que se hundió con los heridos; otros pudieron llegar a las costas del Golfo de Cádiz.

El navío de línea Victory durante la batalla.

Esta derrota no solo significo el fin del intento napoleónico de domino marítimo sino que también el fin de España como potencia colonial y marítima ya que nunca se recuperaría de este duro golpe.

Los líderes muertos en combate

A pesar de saberse vencidos de antemano, y conocedores de su inferior posición táctica, los capitanes y las tripulaciones españolas y francesas se batieron con auténtica heroicidad durante horas contra un enemigo claramente superior, de tal forma que en algunas ocasiones ni siquiera quedó un oficial que rindiera el navío tras la batalla, puesto que muchos de ellos terminaron muriendo o fueron gravemente heridos en la cubierta superior, donde se encontraban a tiro de metralla de las carronadas y de los tiradores apostados en los palos de los buques enemigos. En Trafalgar murieron entre muchos otros, Cosme de Churruca alcanzado por un disparo de cañón en una pierna, Luis Pérez del Camino Llarena, Dionisio Alcalá Galiano y Francisco Alcedo y Bustamante. El vicealmirante Federico Gravina y Nápoli moriría meses más tarde a causa de las heridas sufridas en esta batalla.

Francia perdió doce de sus dieciocho barcos, con unos 3.300 muertos, más 1.200 heridos y unos 500 presos por los ingleses. Sólo un tercio de los 15.000 franceses participantes en la batalla volvieron un día a Francia. Inglaterra sufrió en Trafalgar 450 muertos (entre los que, aparte de Nelson, estaban trece de sus mejores oficiales), con 1.250 heridos. Un costo significativo en una victoria que, desde luego, consolidó el liderazgo incuestionable de la armada británica en todos los mares. Para los españoles, Trafalgar fue una derrota dura que pronto adquirió connotaciones trascendentes. Los efectos trágicos fueron bien patentes. España perdió diez de los quince barcos con los que luchó, con un total de 1.022 muertos, 2.500 heridos y unos 2.500 presos, del total de 12.000 españoles que intervinieron en la batalla.

Un tirador de la cofa del Redoutable, comandado por el capitán Jean-Jacques de Lucas, acabó con la vida del almirante inglés Nelson durante el transcurso de la batalla al combatir el almirante con todas sus insignias y honores cosidos en su casaca y ser fácilmente distinguible del resto.

Consecuencias de la batalla

Esta batalla dio al traste con la intención de los franceses de invadir, o al menos bloquear, por mar a Inglaterra (tal y como el lord del Almirantazgo inglés John Jervis había dicho con sorna en 1801: «Yo no digo que los franceses de Napoleón no vayan a venir, pero desde luego, no vendrán por mar») y supone el comienzo del poderío naval inglés, que ocupará durante un siglo.

Villeneuve fue enviado preso a Inglaterra, pero fue puesto en libertad bajo palabra. Volvió a Francia en 1806. El 22 de abril de 1806 se le encontró muerto en su habitación del Hotel de Patrie en Rennes, apuñalado en el pecho seis veces. Se informó que Villeneuve se había suicidado y se le enterró sin ceremonia alguna. Probablemente fuera víctima de una ejecución extrajudicial ordenada por Napoleón o por elementos de su gobierno para evitar el bochornoso espectáculo de un juicio y posterior ejecución de un almirante derrotado en la capital del imperio.

Esta contienda naval no significó en absoluto la destrucción de la armada española, ya que de los aproximadamente 15 navíos españoles que combatieron, fueron menos de 7 los hundidos y la flota de guerra hispana contaba con 45 navíos de tres puentes que se pudrieron literalmente en los puertos españoles durante la Guerra de Independencia. Esa fue la verdadera lápida de los barcos españoles. La batalla, aunque hubiera sido una victoria franco-española, no hubiera tenido trascendencia en la guerra contra Inglaterra, ya que los ingleses hubieran podido rearmarse y llevar a las inmediaciones de Cádiz otra flota igual o superior (los ingleses tenían una armada de poco más de 100 navíos de línea) a la de Nelson y la escuadra combinada pese a vencer se hubiera visto obligada a repararse en Cádiz.

Con todo, la batalla de Trafalgar supuso para los británicos el dominio absoluto de los mares no sólo durante las campañas napoleónicas, sino también para la práctica totalidad del s. XIX. No en vano está dedicada a Trafalgar la plaza más importante de la ciudad de Londres; curiosamente, Leganés también tiene una calle dedicada a esta gran derrota de la coalición.

Bicentenario de la batalla de Trafalgar

Trafalgar en la cultura

Literatura

  • Cabo Trafalgar es una novela escrita por Arturo Pérez-Reverte en el año 2004. Esta novela le valió ser condecorado en el año 2005 con la Gran Cruz al Mérito Naval, la más alta distinción otorgada por la Marina Española para un civil.

Véase también

Referencias

Notas

  1. Sitio web sobre la batalla de Finisterre
  2. Tratado de San Ildefonso
  3. Tratado de Aranjuez
  4. Armada Española del siglo XVIII
  5. Página del Ministerio de Defensa de España dedicado a la Armada
  6. Página sobre la Grande Armée
  7. Sitio web sobre la batalla de Austerlitz
  8. Explicación del Bloqueo Continental
  9. Biografía de Federico Gravina
  10. Página del MDE sobre Federico Gravina
  11. Historial del Príncipe de Asturias
  12. Historial del Príncipe de Asturias (y 2)
  13. Dote de armamento y hombres del Príncipe de Asturias
  14. Biografía de Cosme Churruca
  15. Página del MED dedicado a Cosme Churruca
  16. Historial del San Juan Nepomuceno
  17. Campañas del San Juan Nepomuceno
  18. Página del MED dedicado a Alcalá Galiano
  19. Historial del navío Bahama
  20. Página sobre la expedición de Malaspina
  21. Página del MDE sobre Francisco Javier de Uriarte
  22. Página sobre el Santísima Trinidad
  23. Página del MDE sobre Baltasar Hidalgo de Cisneros
  24. Página del MDE sobre Cayetano Valdés
  25. Página sobre el Neptuno
  26. Página del MDE sobre Antonio Escaño
  27. Página del MDE sobre Francisco Alcedo
  28. Página sobre el Montañés
  29. Página del MDE sobre Ignacio Mª de Álava
  30. Página sobre el Santa Ana
  31. Página sobre el Argonauta
  32. Página sobre el Monarca
  33. Página sobre el Rayo
  34. Página sobre el San Agustín
  35. Página sobre el Sant Francisco de Asís
  36. Página sobre el San Ildefonso
  37. Página sobre el San Justo
  38. Página sobre el San Leandro

Referencias bibliográficas

Enlaces externos