Tratado de Guayaquil

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Tratado de Guayaquil
Redacción 1829
Firmado 22 de septiembre de 1829
Guayaquil
En vigor 27 de octubre de 1829
Firmantes Pedro Gual,
José de Larrea y Loredo
Partes

Gran Colombia

Perú
Idioma español.

Texto completo en Wikisource

El Tratado de Guayaquil fue firmado el 22 de septiembre de 1829 entre la Gran Colombia y el Perú. Este tratado, también llamado Larrea-Gual, por haber sido suscrito por los ministros plenipotenciarios José de Larrea y Loredo (Perú) y Pedro Gual (Colombia), no fue (como se cree comúnmente) un tratado de límites, sino más bien un tratado de paz y amistad, cuyo objetivo era poner fin a las hostilidades entre la Gran Colombia y el Perú; reconociendo que el límite entre las naciones debía ser el mismo que existió entre los virreinatos de Nueva Granada y el del Perú, quedando así como la base de referencia para un futuro trazado de límites. En definitiva, no hubo cambios territoriales, al mantenerse la situación previa al conflicto (statu quo).

Situación de Tumbes, Jaén, Maynas y Guayaquil

Tumbes

Jaén

Maynas

El 19 de agosto de 1821, Maynas jura su independencia y su incorporación al Perú, que se llevó a cabo en su capital, la ciudad de Moyobamba.

Guayaquil

Guayaquil perteneció a la Real Audiencia de Quito y luego (según la Real Cédula de 1803) al Virreinato del Perú; sin embargo al declarar su independencia se constituyó en un nuevo estado: la Provincia Libre de Guayaquil. Bolívar consideraba necesaria la anexión de Guayaquil a la Gran Colombia, aunque la provincia veía la posibilidad de permanecer independiente o integrarse al Perú. De todas maneras, Guayaquil fue anexada a la Gran Colombia el 31 de julio de 1822.

Guerra grancolombo-peruana

Mapa de la Gran Colombia.

El 3 de julio de 1828, la Gran Colombia le declaró la guerra a la República Peruana.

Sin embargo, el origen real de esta guerra hay que buscarlo en el encono de Bolívar hacia el Perú, debido a que este país puso fin al régimen bolivariano o vitalicio tanto en su territorio, como en Bolivia, entre 1827 y 1828. Los reclamos territoriales de parte de Bolívar no pasan de ser más que excusas, habida cuenta que, cuando fue dictador en Perú (1823-1826), el Libertador nunca planteó la devolución de Tumbes, Jaén y Maynas a la Gran Colombia, cuando bien pudo haberlo hecho. Más bien, administró dichas provincias, como jefe del poder ejecutivo de la nación peruana, nombrando a sus gobernadores.[1]


Batalla del Portete de Tarqui

Granaderos de Tarqui: Actual Guardia presidencial del Ecuador.

La mañana del 27 de febrero, después de una larga marcha que duró toda la noche anterior, el mariscal Antonio José de Sucre consiguió situar a la 1.ª División colombiana de 1600 hombres compuesta por tres batallones y un escuadrón al norte de la llanura de Tarqui en posición ventajosa, mientras esperaba la llegada de la 2.ª División.[2]​ Mientras tanto en cumplimiento de las órdenes de José Domingo de La Mar la vanguardia peruana formada por la División del general Plaza compuesta por 900 infantes avanzaba sobre el portete.

La batalla dio inicio cuando una avanzada peruana de reconocimiento al mando del capitán Uria tropezó con una grancolombiana al mando del capitán Piedrahita trabandose un sangriento combate que comprometió al batallón Cedeño, comandado por el general José María Camacaro y al resto de la División peruana de Plaza. El batallón Rifles avanzó en apoyo del "Cedeño" y se encontraron con el batallón Quito. El desorden inicial de la batalla y la falta de visibilidad hizo que estos batallones se enfrentaran entre ellos.

El combate duró medía hora en el Portete de Tarqui, donde el ejército grancolombiano salió victorioso, el 27 de febrero de 1829. A pesar de la derrota, el grueso de las fuerzas peruanas se mantuvo intacto, esperando la batalla final, que nunca sucedió, celebrándose el Convenio de Girón.

Convenio de Girón

Tras la Batalla del Portete de Tarqui, ambas partes se pusieron de acuerdo para firmar el llamado Convenio de Girón. Punto importante de este convenio fue la desocupación por parte del ejército peruano, de Loja y Guayaquil, ya que, la Gran Colombia «no consentiría firmar un tratado mientras tropas enemigas ocupen su territorio». La Gran Colombia reconocía así, implícitamente, la soberanía peruana en Tumbes, Jaén y Maynas, al no reclamarlas como territorio grancolombiano. Otros acuerdos fueron la reducción de los ejércitos de ambos países en la frontera, a solo 3.000 hombres, el nombramiento de una comisión para el arreglo de límites, entre otros puntos más. Sin embargo, tras declaraciones ofensivas por parte de Sucre, La Mar declaró la suspensión del Convenio y decidió continuar con las hostilidades.

La guerra tuvo un final abrupto con el golpe de estado por parte de Agustín Gamarra al gobierno de La Mar, que fue desterrado a Costa Rica. [3]

El tratado

Es necesario resaltar que este Tratado fue de “paz y amistad”, más no de “límites”, pues no trazó una línea de fronteras, ni tampoco se refirió a la soberanía de determinadas provincias. Se restringió a establecer la base que debía servir para la delimitación entre ambos países y el procedimiento que se emplearía para la misma. La base se explica en el Artículo 5 del Tratado:

Ambas partes reconocen por límites de sus respetivos territorios, los mismos que tenían antes de su independencia los antiguos Virreynatos de Nueva Granada y el Perú, con las variaciones que juzguen convenientes acordar entre sí, a cuyo efecto se obligan desde ahora a hacerse recíprocamente aquellas cesiones de pequeños territorios que contribuyan a fijar la línea divisoria de una manera más natural exacta y capaz de evitar competencias y disgustos entre autoridades y habitantes de la frontera.

Es decir, estableció que como referente básico para una delimitación definitiva se consideraran las fronteras virreinales, pudiendo hacerse pequeñas modificaciones de común acuerdo, para facilitar dicho trabajo.

Y, en cuanto al procedimiento para realizar dicha delimitación, en los Artículos 6 y 7 dispuso que se debería nombrar una Comisión de dos personas por cada República para que recorrieran, rectificaran y fijasen la línea divisoria, trabajos que se debían iniciar 40 días más tarde de haber sido ratificado el tratado por ambos países. El trazo de la línea comenzaría en el río Tumbes. En caso de desacuerdo se sometería a un arbitraje de un gobierno amigo.[4][5]

Problemas derivados de la aplicación del Tratado

La frustrada comisión demarcatoría de límites

Ambas partes nombraron a los miembros de la Comisión para la demarcación de límites, según lo estipulado en el Tratado, pero los comisionados no llegaron a reunirse en Tumbes, debido a diversas circunstancias. Bolívar envió entonces a Lima a Tomás Cipriano de Mosquera, para que negociara ante la cancillería peruana la realización de dicha delimitación. Se sabe que el Libertador le dio instrucciones para que insistiera en el reclamo de Jaén y parte de Maynas, lo que iba contra el espíritu y la letra del Tratado de 1829.

Mosquera negoció con el canciller del Perú José de Armas y su sucesor José María Pando, pero no llegó a ningún acuerdo. Disuelta la Gran Colombia, Mosquera dio por terminada su misión en Lima sin haber tenido éxito y retornó a su patria.

De modo que, los artículos 6 y 7 del Tratado que contemplaban el procedimiento para la demarcación de límites, no llegaron a cumplirse. Fue la disolución de la Gran Colombia lo que puso fin a las negociaciones que se habían iniciado al respecto, y no la negativa de alguna de las partes a ejecutarlas.

El pseudo Protocolo Pedemonte Mosquera

Muchos años después, en 1870, Mosquera dio a conocer un supuesto Protocolo Pedemonte-Mosquera, que según él, había negociado con el canciller peruano Carlos Pedemonte en agosto de 1830, y en el que quedaba establecida como línea de frontera el Marañón (es decir, el río Amazonas), lo que implicaba que el Perú cedía a la Gran Colombia un extenso territorio amazónico, aunque quedando pendiente la delimitación de otro sector fronterizo. Sin embargo, el Perú, amparado en una rigurosa investigación histórica, ha rechazado la existencia de dicho protocolo, al no hallarse ninguno de sus originales en los archivos. Y aún en el caso de que se hubiese redactado, carecería de total validez al no haber sido ratificado por los Congresos de ambos países.[6]​ Por lo demás, para agosto de 1830 la Gran Colombia ya se había disuelto y Mosquera ya no tenía poderes para negociar con el Perú.

Nacimiento de Ecuador

Tras la disolución de la Gran Colombia y la independencia de Ecuador en mayo de 1830, este país no hizo (en un inicio) reclamos sobre Tumbes, Jaén y Maynas, que pertenecían al Perú en base al principio del uti possidetis de 1810 y de la libre determinación de los pueblos. Tan es así que ambos países firmaron el Tratado de Pando-Novoa en 1832 (que fueron en realidad dos tratados: uno de amistad y alianza, y otro de comercio), en el que se reconocían los límites vigentes hasta la realización de un convenio limítrofe definitivo. Hay que dejar bien remarcado que, al firmar este Tratado, tanto el Perú como Ecuador daban por sobreentendido que el Tratado de 1829 había caducado.[7]

Solo a partir de 1841 empezaría el Ecuador a replantear el reclamo de Jaén y Maynas, incitado por el derrocado gobernante peruano-boliviano Andrés de Santa Cruz y algunos de sus partidarios refugiados en Guayaquil, quienes buscaban el apoyo del gobierno de Ecuador para recobrar el poder en el Perú y Bolivia.[8]​ La posición ecuatoriana varió entonces, afirmando que el Tratado de 1829 no había perdido validez y que, pese a la disolución de la Gran Colombia, era obligatorio su cumplimiento por ambas partes, siendo el Ecuador heredero de los títulos grancolombianos. Para sustentar su reclamo de Tumbes, Jaén y Maynas, el Ecuador hizo una interpretación peculiar de los artículos 5, 6 y 7 de dicho Tratado. Esta intransigencia originó el largo conflicto peruano-ecuatoriano que no se vería resuelto sino hasta fines del siglo XX.

Véase también

Referencias

  1. Basadre 2005, tomo 2, p. 13.
  2. Córdoba Mariño, p.82
  3. Basadre 2005, tomo 1, pp. 290-297.
  4. Porras Barrenechea 1926, pp. 24-27.
  5. Basadre 2005, tomo 2, pp. 13-14.
  6. Basadre 2005, tomo 2, p. 19-20.
  7. Basadre 2005, tomo 2, p. 24.
  8. Basadre 2005, tomo 2, p. 239.

Bibliografía

  • Avilés Pino, Efrén (2002). Historia del Ecuador. Guayaquil: Diario El Universo (fascículos). 
  • Basadre Grohmann, Jorge (2005). Historia de la República del Perú [1822-1933]. Lima: Diario El Comercio. ISBN 9972-205-62-2. 
  • Belaunde, Victor Andrés (1997). La constitución inicial del Perú ante el derecho internacional. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos. ISBN 99-7246-041-X. 
  • Córdova Mariño, Luis (1998). Apuntes de historia constitucional y política de Colombia. Bogotá: Fundación Universidad de Bogotá. ISBN 95-8902-908-6. 
  • Fernández Prida, Joaquín (1905). Límites entre las repúblicas del Ecuador y del Perú. Madrid: Sucesores de Ribadeneyra. 
  • Holguín Arias, Rubén (2003). Estudios Sociales. Quito: Ediciones Holguín. 
  • Ediciones Castell (1981). Diccionario Enciclopédico Hachette Castell Tomo 2. Barcelona: Printer Industria Gráfica. ISBN 84-7489-156-6. 
  • Porras Barrenechea, Raúl (1926). Historia de los límites del Perú. Lima: Librería Francesa Científica y Casa Editorial E. Rosay. 
  • Villacrés Moscoso, Jorge (1982). Historia de Límites del Estado ecuatoriano. Guayaquil: Casa de la Cultura Ecuatoriana - Nucleo del Guayas. 
  • Valdizán Gamio, José (1981). Historia naval del Perú. Lima: Ministerio de Marina de Perú. 

Lectura adicional

  • Silva, Rafael (1980). El Tratado de Guayaquil: 22 de septiembre de 1829. Guayaquil: Banco Central del Ecuador. ISBN B0-000E-DC5-1 |isbn= incorrecto (ayuda). 
  • Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú (1892). Memorias y documentos diplomáticos sobre la negociación del tratado de límites entre Perú y el Ecuador. Lima: Impr. Torres Aguirre. 
  • Vacas Galindo, Enrique (1905). La integridad territorial de la República del Ecuador. Guayaquil: Tip. Salesiana. 

Enlaces externos