Propaganda

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El Tío Sam, imagen usada por los Estados Unidos para reclutar soldados.

Propaganda es una forma de comunicación que tiene como objetivo influir en la actitud de una comunidad respecto de alguna causa o posición, presentando solamente un lado o aspecto de un argumento. La propaganda es usualmente repetida y difundida en una amplia variedad de medios con el fin de obtener el resultado deseado en la actitud de la audiencia.

De modo opuesto al suministro de información libre e imparcial, la propaganda, en su sentido más básico, presenta información parcial o sesgada para influir una audiencia. Con frecuencia presenta hechos de manera selectiva y omite otros deliberadamente para sustentar una conclusión, o usa mensajes manipulados para producir una respuesta emocional, más bien que racional, respecto de la información presentada. El efecto deseado es un cambio en la actitud de una audiencia determinada acerca de asuntos políticos, religiosos o comerciales. La propaganda, por lo tanto, puede ser usada como un «arma de guerra» en la lucha ideológica o comercial.

Mientras que el término «propaganda» ha adquirido en algunos casos una connotación sumamente negativa debido a los ejemplos de su uso más manipulador y chauvinista (p.e. la propaganda nazi para justificar el llamado «Holocausto» o la propaganda estadounidense para justificar la guerra contra Irak), el sentido original de la palabra era neutro y se refería a usos generalmente benignos o inofensivos, tales como las recomendaciones de salud pública o las mensajes que incentivan la participación política, entre muchos otros.

Cuando la propaganda tiene como fin el promover el consumo y las ventas de bienes o servicios, es llamada publicidad. Debido a que este último campo de la actividad comunicativa es muy amplio y extendido, generalmente se prefiere darle al término propaganda un significado más restringido a los ámbitos ideológico, político o religioso.

Generalidades

Se articula a partir de un discurso persuasivo que busca la adhesión del otro a sus intereses. Es de carácter monológico y requiere el recurso del anuncio. La propaganda generalmente se repite y se dispersa sobre una amplia variedad de medios con el fin de crear el resultado deseado en las actitudes de la audiencia.

La propaganda es definida como una forma intencional y sistemática de persuasión con fines ideológicos, políticos o comerciales, con el intento de influir en las emociones, actitudes, opiniones y acciones de los grupos de destinatarios específicos mediante la transmisión controlada de información parcial (que puede o no basarse en hechos) a través de los medios de comunicación masiva y directa.
Richard Alan Nelson, A Chronology and Glossary of Propaganda in the United States, 1996.

Su planteamiento consiste en utilizar una información presentada y difundida masivamente con la intención de apoyar una determinada opinión ideológica o política. Aunque el mensaje contenga información verdadera, es posible que sea incompleta, no contrastada y partidista, de forma que no presente un cuadro equilibrado de la opinión en cuestión, que es contemplada siempre en forma asimétrica, subjetiva y emocional. Su uso primario proviene del contexto político, refiriéndose generalmente a los esfuerzos patrocinados por gobiernos o partidos para convencer a las masas; secundariamente se alude a ella como publicidad de empresas privadas. Propaganda, difusión de ideas e información con el fin de inducir o intensificar actitudes y acciones específicas. Dado que la propaganda con frecuencia va acompañada de distorsiones de los hechos y de llamamientos a la pasión y a los prejuicios, a menudo es considerada como falsa o engañosa. Sin embargo, este punto de vista es relativo. A pesar de que algunos propagandistas pueden distorsionar los hechos de forma intencionada, otros los presentan de forma tan fiable como cualquier observador objetivo. El alegato de un abogado puede ser tan propagandístico como el anuncio de una valla publicitaria. Incluso la educación, cualquiera que sea su objetivo, podría ser considerada en último término como una forma de propaganda. La principal diferencia reside en la intención del propagandista al intentar convencer a una audiencia de que adopte la actitud o acción que él representa.

La propaganda puede ser difundida para o por personas, empresas, minorías étnicas, organizaciones religiosas o políticas y gobiernos a cualquier nivel. Miles de grupos con intereses específicos difunden propaganda: sociedades patrióticas, ligas antialcohol, comités de prevención de accidentes y de seguridad vial, asociaciones que promocionan la conservación del medio ambiente o que defienden los derechos de los animales, sindicatos y cámaras de comercio. Sea cual sea su objetivo, intenta la persuasión a través de los sentimientos o de la razón. El uso eficaz de los medios de comunicación es una herramienta fundamental en este sentido. El nivel de éxito de una acción propagandística está en relación directa con la dificultad que tengan aquéllos a los que va dirigida de acceder a una información alternativa.

La propaganda puede utilizarse en contextos muy diferentes. Así, la propaganda religiosa ha sido muy difundida a lo largo de la historia, como cuando san Pablo ejerció el apostolado de la nueva religión y estableció las primeras iglesias cristianas en Asia Menor, Grecia e Italia. Algunos libros, incluso novelas, también han sido utilizados como vehículo para la propaganda. Entre las novelas famosas de propaganda literaria se encuentran Los viajes de Gulliver (1726) del escritor satírico y panfletista político Jonathan Swift, que atacó la vanidad e hipocresía de la política de su tiempo, o La cabaña del tío Tom (1852) de Harriet Beecher Stowe, que al describir la esclavitud en los estados sureños de Estados Unidos, contribuyó al desarrollo del movimiento abolicionista. Una forma habitual de propaganda política es la denominada propaganda 'blanca', cuyo objetivo es crear una opinión favorable sobre una organización, grupo o gobierno específico, como la que difundían los nazis en la década de 1930 para destacar la supremacía y la prosperidad de su país. De forma análoga, la propaganda política, denominada con poco acierto 'propaganda negra', intenta fomentar la intranquilidad y la superstición con respecto a las acciones o intenciones de otra entidad. Un ejemplo de este tipo de propaganda es la difundida durante la Guerra fría a través de las emisoras de radio, donde cada país cantaba sus excelencias y atacaba a sus enemigos. Los avances tecnológicos de los medios de comunicación, especialmente los electrónicos, están ampliando los canales de propaganda y es probable que en el futuro tengan un enorme impacto.

Historia

propaganda de la guerra civil inglesa.

Etimológicamente propaganda proviene de propagar, tomada del participio de futuro pasivo del verbo latino propagare que significa 'perpetuar, acrecentar, extender', de modo que el significado literal sería «(las cosas) que deben ser propagadas». Aunque a veces la palabra propaganda es usada como sinónimo de exageración, falsedad y abuso, la propaganda como tal significa expansión, diseminación, multiplicación rápida. Pero algunos autores dicen que proviene del latín moderno cuyo significado es «para ser divulgado».

Los edictos de Asoka, son una serie de edictos escritos que se han conservado en columnas o rocas naturales distribuidas por el Norte del subcontinente indio. Estas inscripciones estaban ubicadas en enclaves importantes como cerca de las ciudades, rutas comerciales o centros religiosos. Con lo que el gobierno se aseguraba de llegar al máximo número de gente posible. Eran preceptos morales, religiosos y prestaciones sociales en relación a hombres y animales.

La propaganda en Europa tiene sus inicios escritos ya en inscripciones de mensajes publicitarios entre los comerciantes griegos. Siendo conocida mucho antes en la India y China. En la curia romana se la utilizaba para difundir el mensaje religioso. Su uso continúa en el periodo de la Contrarreforma donde de nuevo la Iglesia emplea la expresión de propaganda fide con intención pastoral. Cuando el 22 de junio de 1622 el Papa Gregorio XV instituye la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, también conocida como propaganda fide, con el fin de propagar el catolicismo en los continentes en vías de colonización.

Esta connotación religiosa desaparece con el uso de la propaganda por parte de los regímenes totalitarios del siglo XX (nazismo, fascismo, estalinismo). A partir de este momento, el término se asocia con el control de la opinión pública mediante medios de comunicación masivos. Posteriormente, la propaganda se vinculará con las estrategias de los partidos políticos y los gobiernos no identificados con las fórmulas de gobierno totalitarias.

En las sociedades capitalistas, el auge de la publicidad comercial y de la propaganda política han sido parejos desde principios del siglo XX hasta la actualidad. Como se sabe, son las grandes empresas y expertos publicitarios los que hoy en día organizan las campañas electorales de los políticos en sus más mínimos detalles.[1]

Meta de la propaganda

La meta de la propaganda es aumentar el apoyo (o el rechazo) a una cierta posición, antes que presentarla simplemente en sus pros y sus contras. El objetivo de la propaganda no es hablar de la verdad, sino convencer a la gente: pretende inclinar la opinión general, no informarla. Debido a esto, la información transmitida es a menudo presentada con una alta carga emocional, apelando comúnmente a la afectividad, en especial a sentimientos patrióticos, y apela a argumentos emocionales más que racionales.

En inglés, la palabra propaganda tiene connotaciones negativas. No es necesariamente así en otras lenguas, y el uso del término puede llevar a malentendidos con gente de otros idiomas. Por ejemplo, en Brasil y algunos países de habla hispana, España y zonas de Sudamérica, propaganda usualmente se emplea como sinónimo de publicidad comercial.

La propaganda, cuando es utilizada de forma no ética, es en realidad un modo de desinformación y censura y usa la metodología de la retórica para convencer a los destinatarios de la misma. En el sentido político del término se desarrolló fundamentalmente en el siglo XX con la Sociología moderna y la consolidación de la sociedad de masas. El ministro de propaganda de Adolf Hitler, Joseph Goebbels, sociólogo, lo primero que hizo para llegar al poder fue apoderarse de los medios de comunicación de masas para adoctrinar al pueblo con propaganda política. La famosa frase de «Una mentira repetida mil veces se transforma en una verdad» refleja ese modo de proceder.

Características particulares del discurso propagandístico

La propaganda se inserta en el campo de la comunicación, un terreno que engloba diversas áreas de conocimiento que, por su naturaleza, pueden dar lugar a confusión. Por lo que respecta a la frontera entre publicidad comercial y política, la principal diferencia es el tipo de conducta que se propone modificar. En el caso del mercado, se pretende que el consumidor lleve a cabo un acto de consumo, mientras que en el ámbito político, se trata de que se adhiera a una ideología o creencia. Asimismo, los teóricos consideran que la publicidad política requiere una mayor complejidad, ya que tiene como objetivo alterar los principios organizativos de la sociedad cuyo arraigo los hace muy resistentes al cambio. Otra de las discrepancias es que la publicidad comercial se dirige al individuo, mientras que el público objetivo de la propaganda es el grupo social para identificar al ciudadano con los valores del conjunto. No obstante, en la actualidad la frontera entre ambos términos se vuelve difusa debido a la convergencia de intereses entre las grandes empresas y partidos políticos. Así podemos afirmar que existe una relación conflictiva que remite a la confrontación entre lo privado y lo público en las democracias contemporáneas.

En cuanto al discurso periodístico, la propaganda tiende a esquematizar y simplificar los conceptos en lugar del carácter más argumentativo del periodismo.

En el caso del discurso pedagógico, éste presenta el problema desde diversos puntos de vista que permiten al receptor formarse un criterio propio. En cambio, la propaganda se repliega en un solo punto de vista que tiende hacia el dogmatismo.

Historia de la propaganda

Propaganda estadounidense de la Segunda Guerra Mundial, donde se apremia a los ciudadanos a aumentar la producción.

La historia de la propaganda se remonta a tiempos de la Antigua Roma, época de la que data la obra del escritor Tito Livio en la que busca la adhesión a esta ciudad. Esta herramienta vuelve a ser utilizada y a expandirse gracias al impulso de la Iglesia Católica con su departamento de administración pontificia dedicado a controlar las rutas misioneras del Nuevo Mundo.

Sin embargo, no es hasta la Primera Guerra Mundial cuando se institucionaliza la propaganda moderna con métodos científicos. El periodista Walter Lippmann y el relacionista público Edward Bernays (sobrino de Sigmund Freud) fueron los responsables de orquestar la primera campaña antialemana en Estados Unidos para que el pueblo estadounidense diese su visto bueno a la entrada de este país en la contienda.

El éxito demostró el potencial de esta herramienta como medio de control de la opinión pública, una experiencia que volvieron a poner en práctica los siguientes gobiernos estadounidenses y de la que aprendieron otros países durante la Segunda Guerra Mundial. En esta ocasión, la propaganda se convierte en la principal arma de guerra en el terreno de batalla tanto para la Alemania nazi como para Gran Bretaña.

En la Primera Guerra Mundial

Cartel donde se promueve el trabajo femenino (Young Women's Christian Association)

Este periodo fue el primero en ver la aparición masiva de la propaganda. Un ambiente de rivalidad internacional materializado en actitudes chovinistas, sumado a la tensión propia de la época (agresivas políticas coloniales, conflictos anclados en la memoria como la guerra franco-prusiana) iniciaron el conflicto. Los sectores belicistas estimularon la agresividad recurriendo al empleo de todos los medios a su alcance, entre los que destacó el uso de la prensa y el collage masivo de carteles propagandísticos. Los medios de comunicación (prensa y radio) pasaron a ser controlados y censurados por los gobiernos.

La duración, extensión y rigor del conflicto debilitaron la moral tanto de los combatientes como de la retaguardia, hecho que se intentó contrarrestar mediante el despliegue de agresivas campañas de expresión patriótica en las que se exaltaba las hazañas de las tropas al tiempo que se ridiculizaban las acciones del enemigo, calificadas por la prensa humorística como torpes y blandas.

Los mensajes propagandísticos (muy similares en su contenido en ambos frentes) intentaban evitar la desmoralización y el derrotismo, hubo un fuerte control de la información que se recrudeció especialmente tras la crisis de 1917[2]​. Durante ese año hubo una oleada de huelgas y revueltas fruto del malestar desencadenado por el endurecimiento de las hostilidades en el frente occidental, como consecuencia de la retirada rusa del conflicto.

Propaganda nazi

El padre de la propaganda nazi fue Joseph Goebbels, responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda, creado por Adolf Hitler a su llegada al poder en 1933. Goebbels había sido el director de la tarea comunicativa del Partido Nazi y el gran arquitecto del ascenso al poder. Una vez en el Gobierno y con las manos libres para monopolizar el aparato mediático estatal, Goebbels prohibió todas las publicaciones y medios de comunicación fuera de su control, y orquestó un sistema de consignas para ser transmitido mediante un poder centralizado del cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa. Era también el encargado de promocionar o hacer públicos los avisos del gobierno.[3]

Usó mucho lo que hoy en día se conoce como el marketing social, ensalzando muchos sentimientos de orgullo, promoviendo muchos odios y en muchas ocasiones mintiendo y convenciendo de cosas muy alejadas de la realidad. Ante la necesidad de un fuerte respaldo económico Goebbels inauguró la ayuda de invierno de 1941, en ella se promovía la colaboración del pueblo y el descuento obligatorio del 10% de los sueldos. La ayuda de invierno fue un éxito y recaudó mucho. En esa temporada los chicos de las Juventudes Hitlerianas salían con huchas en mano a recaudar donaciones. Otra de las singularidades de este evento se observaba en algunos voluntarios como dibujantes rápidos hacían retratos por 2 marcos o más.[4]​ También tuvo otra técnicas y métodos como el de hacer esperar al público alemán por las noticias en tiempos de victoria para crear un fuerte suspenso y hacer que cuando recibieran las buenas nuevas la alegría sea más duradera.[5]

Este mensaje propagandístico nazi se basaba en una lógica simple y directa asentada en tres pilares: anticomunismo, anticapitalismo y antisemitismo. El primer elemento de esta negación de valores consistió en rechazar la organización política de las democracias y de la Unión Soviética, como fórmulas infectadas de corrupción , argumentando que la democracia deriva en comunismo, desorden y pérdida de las tradiciones, frente a la forma propuesta por el fascismo-nazismo basada en priorizar el Estado por encima del individuo, el orden emanado de un líder y la defensa de las tradiciones nacionales. El segundo de los elementos, el anticapitalismo, acusaba al libre mercado de ser el desencadenante del desempleo y de la crisis económica que hundía a Alemania. Esta retórica se dirigía a la infraclase (el lumpen), a las capas medias y al pequeño empresario, pese a que en la práctica su política económica consistió en una conjunción entre la estatalización de empresas y la connivencia con los más grandes capitalistas del sector industrial.

El tercer postulado del aparato mediático nazi fue la afirmación de que la raza aria era superior, una defensa que buscaba en la comunidad judía el chivo expiatorio de la desgracia alemana. En concreto, atacaba a los banqueros judíos como los responsables de administrar las reparaciones de guerra impuestas a Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el objetivo real de este discurso era barrer las diferencias grupales entre alemanes y construir una identidad enfrentada al «otro» o «enemigo común» mediante el odio étnico.

Propaganda durante la Guerra Civil Española

La Guerra Civil Española constituye un verdadero hito, fue la antesala de la Segunda Guerra Mundial, donde se pondrían en práctica los elementos persuasivos más importantes. La Primera Guerra Mundial había significado el nacimiento de la propaganda sistemática por parte de los estados más poderosos. La Segunda Guerra Mundial será claramente el ejemplo del poderío de la persuasión de masas en un conflicto. Pero la Guerra Civil española, como antecedente de la Segunda Guerra Mundial en el terreno político-ideológico y también en el militar, lo es también en el terreno de la propaganda.

Con respecto a la Gran Guerra hay muchos elementos de continuidad. Así, el uso de los carteles, el cine informativo, desfiles, actos, folletos, opúsculos, utilización de la prensa escrita, etc. Sin embargo, aparecen dos elementos nuevos. Por un lado, el cine sonoro, por otro, la radio. Ciertamente, el sonido en el cine no añade demasiado al uso propagandístico que de este medio de comunicación se había hecho ya en la Primera Guerra Mundial. Pero no podemos dejar de constatarlo. La radio, en cambio, sí es una novedad absoluta. La radio cumplía el viejo sueño napoleónico de llevar los mensajes más allá de los frentes. La Segunda Guerra Mundial y todos los conflictos subsiguientes hasta nuestros días han demostrado este papel protagonista de la radio como arma de guerra en los conflictos armados. El desarrollo de la radio en la España de los años treinta estaba por debajo del de otros países europeos. Pero era suficiente, al menos en el medio urbano, para que su uso propagandístico tuviera trascendencia.

No obstante, el uso de la radio como vía propagandística en Alemania e Italia no es comparable con la extensión y la intensidad del fenómeno en la Guerra Civil española. La radio, como veremos, fue utilizada profusamente por ambos bandos, pero también fue instrumento de propaganda exterior y, sobre todo, a la España dividida de entonces llegaron numerosos mensajes radiofónicos desde el extranjero. Este hecho constituyó, evidentemente, un ensayo general para franceses, británicos, italianos, alemanes y soviéticos de lo que iban a hacer poco tiempo después en la Segunda Guerra Mundial. La Guerra Civil española, pues, tuvo una dimensión internacional que también se dio en el campo de la propaganda.

Escudo franquista.

La propaganda franquista

El ejército, el clero y el nuevo partido surgido del decreto de unificación de 1937 iban a uniformar rígidamente la información y la propaganda franquista, cuyo modelo propagandístico hay que buscarlo en la Italia mussoliniana y en la Alemania hitleriana, pero sin el carisma de sus líderes y con un tinte clerical. Uno de los leitmotivs fundamentales iba a ser la «barbarie roja»; otro, la idea de «la cruzada». Ambas denominaciones serán explotadas durante la Guerra Fría. Como parte de la propaganda franquista ha quedado implantada la idea de que en la Guerra Civil Española había dos bandos enfrentados. De esta manera se le pretendió dar legitimidad al hecho de apoyar con las armas un levantamiento contra el legítimo gobierno democrático.

La propaganda del gobierno republicano

En toda la zona controlada por el gobierno legítimo de la Segunda República española, la prensa escrita se transformó por completo: los periódicos de la derecha o bien dejaron de publicarse, o bien lo hicieron por cuenta de partidos y organizaciones leales al gobierno. Hay que mencionar también la «prensa de trinchera». Eran periódicos que estaban destinados al sostén de la moral de los combatientes, así como el adoctrinamiento político e ideológico, un hecho también muy presente durante la Segunda Guerra Mundial.

Propaganda durante la Guerra Fría

La Guerra Fría (1946-1989) corresponde a un largo tiempo de oposición y tensión entre las dos principales potencias mundiales de la segunda mitad del siglo XX: Estados Unidos y la URSS, que representaban a la forma de gobierno capitalista y comunista, respectivamente. No obstante, los intereses de ambos países evitaron un enfrentamiento directo entre las dos potencias. Por ello, el desarrollo de aquel periodo estuvo marcado específicamente por el combate simbólico y retórico impulsado por los dirigentes de cada uno de los bloques en cuestión. De este modo, la propaganda cobrará un valor especial ya que será la principal arma de guerra para ambos países.

Como ocurriera en otros periodos de guerra, tal y como sucedió durante la II Guerra Mundial, el papel clave de esta publicidad política llevará a los beligerantes a utilizarla de modo sofisticado, lo que dio lugar a una diversificación de la misma en: propaganda negra, propaganda blanca y propaganda gris. Asimismo, el auge de los medios de comunicación de masas hará de esta técnica una herramienta realmente efectiva para la lucha. En ambos casos, tanto en el bando estadounidense como en el comunista, encontraremos ejemplos de la utilización de estos tipos de propaganda.

En el caso de los norteamericanos, la Voz de América, un claro ejemplo de propaganda blanca, operaba como estación oficial de radio del gobierno de los Estados Unidos. Gracias al control de este medio de comunicación, el ejecutivo podía emitir su discurso de manera que llegara al grueso de la población. Más tarde, el abuso de este canal será considerado por algunos críticos como una violación de la soberanía popular. El uso de la propaganda gris lo llevará a cabo especialmente fuera del territorio, sobre todo en la URSS y Europa del Este, donde se emitirán noticias y programas de entretenimiento en los que se insertarán mensajes correspondientes a la ideología estadounidense. Dichos contenidos serán emitidos por dos emisoras controladas por la CIA, Radio Free Europe y Radio Liberty.

Por lo que respecta a los recursos empleados por los soviéticos, estos pusieron en marcha unas estrategias muy similares a las de los estadounidenses. También los ideólogos comunistas hicieron uso de una estación oficial que transmitiera sus discursos oficiales, Radio Moscow. A su vez, utilizaron la propaganda gris en territorio norteamericano a través de las emisoras Radio Peace y Freedom. Pero los soviéticos, en el marco de su sistema estatalista, emplearon también la escuela como medio en el que desplegar su propaganda anti-americana. Se pretendía crear en los niños una mala imagen sobre el modo de vida estadounidense y hacer creer que la URSS era una potencia con muchos más recursos y riqueza.

Desde ambos sectores del conflicto se introdujo la llamada propaganda negra, sobre todo en periodos de crisis. En el caso occidental, el Reino Unido creó el Information Research Department, un departamento dependiente de la Oficina de Extranjería creado para contrarrestar la propaganda rusa.

Propaganda en los conflictos modernos

A la fecha el fenómeno de la propaganda se ha diversificado y tecnificado en un alto grado, al mismo tiempo que los medios de comunicación también se desarrollan. Después del 11-S el gobierno de George Walker Bush inició lo que denomina Guerra contra el terrorismo, comprendida como una Guerra de cuarta generación, donde se hizo uso de los medios masivos, especialmente de los medios televisivos; sin excluir internet. La política de Bush se ha centrado en propagar el supuesto Choque de civilizaciones y la supuesta maldad intrínseca de lo que denomina Eje del mal y bajo dicha propaganda promovió y logró el respaldo popular necesario para invadir Iraq con el argumento de que Saddam Husein poseía armas de destrucción masiva y que apoyaba a la red Al Qaida. Posteriormente, ante la ausencia de pruebas que sustentasen tales afirmaciones, el gobierno de Bush cambió drásticamente de argumentaciones.

Bush, en relación a Irán utilizó en 2006 la denominación de fascismo islámico[6][7]​ en una retórica tendente a justificar un ataque contra Irán.

Debido al perfeccionamiento de las técnicas de propaganda, resulta difícil distinguir lo que es información de lo que es propaganda en el conflicto actual. Si bien los aliados de Bush cuentan con la capacidad de difundir su retórica por medios masivos globales en forma muy extensa, los grupos que son atacados mediaticamente y los que se oponen a las guerras se valen de los medios alternativos y de internet principalmente, logrando supuestamente influir en la opinión del pueblo de EE.UU. y Europa[8]​ Aunque técnicamente no sería propaganda lo que realizan los medios alternativos ya que Internet no permite la difusión masiva y altamente emocional de un mensaje político, propagación que sí se puede realizar a través de la televisión, ello porque la tecnología de internet aún no está desarrollada y masificada globalmente. Por otra parte, la estrategia de los medios alternativos es distinta, ya que se centran en ofrecer información detallada —que no se publica en los grandes medios— y la participación horizontal del espectador al poder publicar su opinión junto con la información alternativa, situación que contradice los principios de la propaganda.

Jean-Léon Beauvois ha creado el concepto de propaganda oscura (propagande glauque en francés) para definir los procesos de influencia inconscientes que tienen como objetivo crear un apriori positivo o negativo de determinado concepto. Ejemplos de ello serían la sonrisa o el tono afable de un presentador de televisión a la hora de hablar de temas que desea valorizar, pero sin entrar nunca un verdadero debate de ideas (el proceso de construcción europea, el crecimiento económico, los derechos humanos, etc.). Otro ejemplo podría ser la ausencia de héroes vinculados, por ejemplo, a ideologías comunistas o revolucionarias en las grandes películas comerciales. Estas películas vehiculan además numerosos estereotipos, tanto étnicos como históricos. El Pentágono financia y/o apoya proyectos cinematográficos,[9]​ con un fuerte contenido patriótico. Según Beauvois, estos procesos son los más activos en la fábrica de las opiniones de base en las sociedades democráticas occidentales.

Éric Hazan ha seguido una metodología más heterodoxa en su estudio sobre las formas actuales de propaganda. Inspirándose de los análisis de Victor Klemperer respecto a la lengua del Tercer Reich, el editor francés ha estudiado las palabras, los giros y los procedimientos a través de los cuales la lengua pública actual acoge y transmite valores ideológicos sin pretender nunca hacerlo.

Técnicas de propaganda

En la actualidad la Psicologia Social sirve de ayuda e inspiración de la propaganda. Una serie de técnicas derivan de la falacia otras usan la manipulación emocional. Se ennumeran a continuación una serie clásica de técnicas propagandisticas

  • Fabricación de falsos documentos
  • Inspiración del miedo
  • Testimonios
  • Mentalidad «gregaria»
  • Redifinición de palabras o conceptos
  • Buscar la desaprobación
  • Generalizar o estereotipar
  • Imprecisiones intencionales o mentiras por omisión
  • Proyección
  • Simplificación exagerada
  • Eslogan
  • Cabeza de turco
  • Trueques semánticos

Estos métodos fueron analizados en el Periodo de entreguerras por parte de los estadounidenses, en el «Instituto de análisis de la propaganda», (Institute for Propaganda Analysis) en inglés. Uno de sus miembros Clyde R. Miller se dio a conocer por los 7 trucos de propaganda política[10]

  • Insulto y difamación del adversario
  • Explotación de tópicos y lugares comunes
  • Técnica del «transfer»
  • Referencia a la autoridad y el prestigio
  • Ser modesto, ponerse en el lugar de los más desgraciados
  • Técnica de la mentira, falsedad y calumnia
  • Técnica que explota la frase «lo hacen todos»

Lo subliminal

Numerosas veces se ha afirmado que la industria y los políticos emplean la llamada «seducción subliminal» como técnica de publicidad y propaganda. Sin embargo, la noción de los «mensajes subliminales» es considerada por los expertos e investigadores de la comunicación como nada más que un mito. Para más información véase:

  1. Acepción de «subliminal» en el Skeptics Dictionary (Diccionario Escéptico): http://www.skepdic.com/subliminal.html
  2. Moore, Timothy (1996). Scientific consensus and expert testimony: lessons from the Judas Priest trial. Skeptical Inquirer, noviembre-diciembre 1996. Disponible en http://www.csicop.org/si/9611/judas_priest.html
  3. Moore, Timothy (1992). Subliminal perception: facts and fallacies. Skeptical Inquirer, Primavera de 1992. Disponible en http://www.csicop.org/si/9204/subliminal-perception.html
  4. Pratkanis, Anthony (1992). The cargo-cult science of subliminal persuasion. Skeptical Inquirer, Primavera de 1992. Disponible en http://www.csicop.org/si/9204/subliminal-persuasion.html
  5. Rozenbaum, Sami (2002, diciembre). El gran poder de la sugestión subliminal. Lúcido N° 7, pp. 4-5. Disponible en http://arev.files.wordpress.com/2008/02/lucido07.pdf
  6. La industria publicitaria considera los «mensajes ocultos» como mera ficción (noticia en inglés de CNN):http://archives.cnn.com/2000/ALLPOLITICS/stories/09/13/subliminal.advertising.ap/index.html

Véase también

Referencia

  1. Vicente Romano, La inteoxicación lingüística, pp. 54.
  2. «La Primera Guerra Mundial: entre la censura y la propaganda». Reportaje Gráfico. Consultado el 2013. 
  3. «Arte Historia: Joseph Goebbels». Archivado desde el original el 27 de marzo de 2008. Consultado el 20 de marzo de 2008. 
  4. La Segunda Guerra Mundial 2, Kurt Zentner, pág. 357–359.
  5. La Segunda Guerra Mundial 2, Kurt Zentner, pág. 195.
  6. Esta nación esta en guerra con el fascismo islámico»
  7. V aniversario del 11-Septiembre: EEUU da nueva definición a Guerra Antiterrorista
  8. Estadounidenses repudian de manera abrumadora plan de guerra de Bush en Irak
  9. «Documanía investiga la influencia del Pentágono en el cine norteamericano». Consultado el 2013. «Existe un departamento especial, el Film Liaison Office, que supervisa los guiones de películas bélicas norteamericanas para el Pentágono y el Capitolio, que decide si las financian o no.» 
  10. Cotés Cavanillas, Julián (1-12-1966). «La técnica de propaganda política». ABC de Sevilla. Consultado el 2013. 

Bibliografía

Enlaces externos