Diferencia entre revisiones de «Fenicia»

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=== Edad del Bronce Antiguo ===
=== Edad del Bronce Antiguo ===

Fue probablemente la explotación de los recursos forestales de la región cananea lo que propició el desarrolló de una floreciente civilización urbana entre los fenicios. Biblos, la más antigua de las ciudades cananeas, estaba situada al pie de los bosques y se convirtió en el principal puerto del Mediterráneo. Entre 2900 y 2300 a.C. se sitúa la aparición de otra de las grandes ciudades cananeas, Tiro, que con el tiempo habría de sustituir a Biblos en la hegemonía comercial y cultural sobre Fenicia.
La madera del Líbano, y en especial la de los cedros, era codiciada por los países vecinos que carecían de recursos forestales, como Egipto y Mesopotamia. En Biblos se realizaba el intercambio de madera y de otros productos cananeos, como las telas de lino y los preciosos objetos de oro y plata de fabricación fenicia, por productos manufacturados y agrícolas procedentes de otras regiones. Biblos fue además un importante centro político y religioso que al parecer impuso su hegemonía durante esta época a otras ciudades fenicias, como Tiro o Sidón.
La riqueza natural y la posición estratégica de Canaán en el Mediterráneo alimentó desde el principio de su historia las ambiciones de los imperios circundantes. Ya en época de los acadios, éstos realizaron numerosas incursiones en territorio fenicio con el fin de obtener el control sobre los recursos de los que carecía Mesopotamia. Parece, sin embargo, que los acadios se limitaron a imponer el reconocimiento nominal de su dominio y el pago de un tributo a las ciudades fenicias, que pudieron conservar su autonomía política.
Los contactos entre Fenicia y Egipto se remontan al comienzo mismo de la historia egipcia. Los egipcios obtenían en Biblos la preciosa madera de los cedros y los metales y la obsidiana del Asia Menor. Este fructífero intercambio parece haberse sostenido sobre un culto religioso común, el de Tammuz-Osiris, que hermanaba a los comerciantes de ambos países. La influencia fenicia se plasmó en numerosos mitos egipcios y, a su vez, Fenicia asumió buena parte de las innovaciones artísticas que tuvieron su origen en el país del Nilo.
Hacia 2300 a.C., las devastaciones que conocemos a través de los hallazgos arqueológicos demuestran la llegada de invasores a Fenicia. Probablemente se trató de un pueblo de pastores seminómadas que asolaron la región cananea y se asentaron sobre las ruinas de sus ciudades, sin reconstruirlas. Esta migración se desconoce casi por completo, pero inauguró un periodo de crisis con el que concluyó la Edad del Bronce Antiguo en esta región.


=== Edad del Bronce Medio ===
=== Edad del Bronce Medio ===
La Edad del Bronce Antiguo

Fue probablemente la explotación de los recursos forestales de la región cananea lo que propició el desarrolló de una floreciente civilización urbana entre los fenicios. Biblos, la más antigua de las ciudades cananeas, estaba situada al pie de los bosques y se convirtió en el principal puerto del Mediterráneo. Entre 2900 y 2300 a.C. se sitúa la aparición de otra de las grandes ciudades cananeas, Tiro, que con el tiempo habría de sustituir a Biblos en la hegemonía comercial y cultural sobre Fenicia.
La madera del Líbano, y en especial la de los cedros, era codiciada por los países vecinos que carecían de recursos forestales, como Egipto y Mesopotamia. En Biblos se realizaba el intercambio de madera y de otros productos cananeos, como las telas de lino y los preciosos objetos de oro y plata de fabricación fenicia, por productos manufacturados y agrícolas procedentes de otras regiones. Biblos fue además un importante centro político y religioso que al parecer impuso su hegemonía durante esta época a otras ciudades fenicias, como Tiro o Sidón.
La riqueza natural y la posición estratégica de Canaán en el Mediterráneo alimentó desde el principio de su historia las ambiciones de los imperios circundantes. Ya en época de los acadios, éstos realizaron numerosas incursiones en territorio fenicio con el fin de obtener el control sobre los recursos de los que carecía Mesopotamia. Parece, sin embargo, que los acadios se limitaron a imponer el reconocimiento nominal de su dominio y el pago de un tributo a las ciudades fenicias, que pudieron conservar su autonomía política.
Los contactos entre Fenicia y Egipto se remontan al comienzo mismo de la historia egipcia. Los egipcios obtenían en Biblos la preciosa madera de los cedros y los metales y la obsidiana del Asia Menor. Este fructífero intercambio parece haberse sostenido sobre un culto religioso común, el de Tammuz-Osiris, que hermanaba a los comerciantes de ambos países. La influencia fenicia se plasmó en numerosos mitos egipcios y, a su vez, Fenicia asumió buena parte de las innovaciones artísticas que tuvieron su origen en el país del Nilo.
Hacia 2300 a.C., las devastaciones que conocemos a través de los hallazgos arqueológicos demuestran la llegada de invasores a Fenicia. Probablemente se trató de un pueblo de pastores seminómadas que asolaron la región cananea y se asentaron sobre las ruinas de sus ciudades, sin reconstruirlas. Esta migración se desconoce casi por completo, pero inauguró un periodo de crisis con el que concluyó la Edad del Bronce Antiguo en esta región.

La Edad del Bronce Medio


A la época de destrucción siguió, con el comienzo de la Edad del Bronce Medio (1900-1600 a.C.), un periodo de estabilidad y esplendor del comercio fenicio. Esta época coincidió con la instalación de los amoritas en la región, pero ello no supuso el quebranto de la actividad comercial, aunque las ciudades se fortificaron contra los ataques de los nuevos ocupantes del territorio. Los hallazgos arqueológicos sugieren un gran florecimiento de la civilización fenicia en este periodo.
Tras la crisis de fines del III milenio, Fenicia renovó sus relaciones con Egipto. Éste, que atravesaba la época de expansión de su Reino Medio, extendió su presencia en las ciudades cananeas, tanto en Biblos como en Beirut y Siquem, estableciendo un protectorado que respetaba la autonomía local de las ciudades. Biblos resurgió bajo la protección egipcia, pero al parecer la dominación egipcia fue contestada en otras ciudades. Las ciudades-estado, que en esta época aparecen a menudo dirigidas por gobernantes con nombres amoritas, protagonizaron revueltas contra el poder egipcio según indican los llamados ?textos de execración? egipcios. Sin embargo, la dominación egipcia se mantuvo hasta la época del faraón Amenehat IV, momento en que el debilitamiento del imperio egipcio hizo contraerse sus esferas de influencia. Poco después, la invasión de Egipto por los hicsos, pueblo nómada asiático, supuso el definitivo desgajamiento de Fenicia del poder egipcio, inaugurándose un periodo de independencia para las ciudades cananeas.
La decadencia que sufrió Egipto bajo el dominio de los hicsos hizo que Fenicia se volviera hacia los ámbitos sirio y mesopotámico. Biblos y Ugarit mantuvieron fecundas relaciones comerciales con el reino sirio de Mari, uno de los principales centro económicos de la época. En este momento, Tiro ocupaba ya un lugar relevante entre las ciudades cananeas y junto a ella experimentaron un gran crecimiento otras ciudades, como Sidón o Arvad.
La Edad del Bronce Tardío

A comienzos del siglo XVI a.C., cuando se inició la Edad del Bronce Tardío (1600-1200 a.C.), Fenicia vivió el final de este periodo de independencia que tan fructífero había sido para su comercio. La expulsión de los hicsos de Egipto afectó a las ciudades cananeas, que sufrieron el paso de aquéllos. A este periodo siguió una nueva dominación egipcia. Las campañas emprendidas por los faraones Amosis y Amenofis I restablecieron el protectorado egipcio sobre los principales centros fenicios (Beirut, Tiro, Biblos, Sidón, Arvad, Sarepta y Sumur). Algunas ciudades fenicias del sur, como Jericó o Megiddo, aunque pudieron conservar sus dinastías locales, estuvieron sometidas a vigilancia por tropas egipcias acantonadas en sus cercanías. Se estableció en todo el país una red administrativa egipcia, encabezada por ?comisionados? y apoyada por guarniciones militares situadas en punto estratégicos. Esta administración tenía sus sedes principales en Gaza y las fuentes egipcias informan de que fue a menudo contestada en ciudades como Tiro o Sidón, que se revelaron contra la dominación nilótica.
Durante los siglos XIV y XV a.C., Fenicia se vio además sacudida por la competencia que por el dominio de la región entablaron primero egipcios y hurritas y, posteriormente, egipcios e hititas. Estos imperios trataron de extender sus esferas de influencia a las diversas ciudades fenicias, que a duras penas consiguieron mantener un frágil equilibrio entre las ambiciones de sus vecinos más poderosos. La inestabilidad interna de las ciudades era grande. Distintas facciones alineadas con uno u otro poder exterior se disputaban el gobierno. En muchas ciudades se levantaron facciones que deseaban aprovechar el debilitamiento del Imperio egipcio para desembarazarse de su dominación, apoyándose en los hititas, que en esta época vivieron su periodo de esplendor. Los faraones de la XIX Dinastía tuvieron que hacer frente a la rebelión de algunas ciudades fenicias, y Ramsés II llevó a cabo una serie de campañas que culminaron 1284 a.C. con un tratado de paz con el rey hitita Hattusil II, gracias al cual concluyó la lucha entre ambos imperios en tierras cananeas y Fenicia pudo gozar de un nuevo periodo de estabilidad política.
Sin embargo, el fin de la Edad del Bronce supuso un profundo cambio en la situación de las ciudades fenicias. Los grandes puertos que habían sido hasta entonces centros de la actividad económica, como Biblos o Ugarit, entraron en una época de decadencia para ser sustituidos progresivamente por otras ciudades.
Desde el siglo XIII a.C., el territorio cananeo se redujo considerablemente, al ser ocupado por poblaciones recién llegadas que se instalaron en la región. A mediados de siglo, los israelitas se asentaron en Canaán provenientes de Egipto. Su arcaica organización les impidió emprender una conquista sistemática de los territorios cananeos, pero gracias a sus incursiones sorpresivas ganaron algunos territorios interiores en los alrededores de Jericó y Siquem, donde se establecieron en un poblamiento muy disperso.
Pero fue la invasión de los llamados ?Pueblos del Mar? la que produjo el quebrantamiento de la fisonomía de la sociedad fenicia a fines de la Edad del Bronce. Estos pueblos, de cuya configuración y origen se sabe muy poco, habían arrasado el Imperio hitita y se dirigían de forma imparable hacia Egipto. A su paso por Canaán asolaron Ugarit, que nunca volvió a reconstruirse, y destruyeron parte de Tiro. En el sur, Gaza, Ascalón, Asdod y Ekron fueron ocupadas por uno de estos pueblos, los peleset o filisteos, que dieron su nombre a Palestina. Otros pueblos mezclados en la oleada se instalaron en la región, como los piratas tjeker, que llegaron a dominar algunos puertos. Esta fue también la época de asentamiento en Canaán de los arameos, cuya llegada no parece relacionada con el envite de los ?Pueblos del Mar?. La invasión supuso la reducción del territorio de dominio político fenicio a la franja costera central del Líbano y la desaparición de los centros económicos tradicionales de Fenicia, pero al mismo tiempo inauguró la época de esplendor de otras ciudades que hasta entonces habían ocupado un lugar secundario.
La Primera Edad del Hierro.

A pesar de que las invasiones produjeron el estrechamiento territorial de la civilización fenicia, tras las invasiones ésta vivió un periodo de esplendor cultural y de rápida recuperación económica. La desaparición del Imperio hitita y la decadencia de Egipto dotaron a Fenicia de autonomía política, al tiempo que la crisis final de la civilización micénica liberó a las ciudades cananeas de su principal rival en el comercio marítimo.
Por otra parte, una serie de factores internos coadyuvaron a esta evolución. En primer lugar, Fenicia experimentó en esta época un notable crecimiento de su población, debido probablemente al prolongado periodo de paz y estabilidad política que siguió a las invasiones. En segundo lugar, el país sufrió las consecuencias del deterioro ecológico que la explotación sistemática de sus recursos forestales desde el III milenio a.C. había producido. La región sufrió desde muy antiguo un proceso de desforestación para la explotación ganadera y pecuaria, que quebrantó sus condiciones climáticas y edafológicas. Así, la desaparición de los recursos forestales de la región de Biblos parece que estuvo directamente relacionada con el declive de la ciudad. El empobrecimiento de los suelos por la erosión que conllevó la destrucción de los bosques debió influir enormemente en la producción agrícola. En el siglo X a.C. sabemos que Fenicia no producía alimentos suficientes para mantener a una población en aumento. La Biblia da noticia de las importaciones de grano desde Siria e Israel. El déficit de grano de las ciudades fenicias se debió además a la pérdida del territorio agrícola circundante en la crisis de finales del II milenio. La concentración del poblamiento en las ciudades costeras constituyó un factor de desestabilización en un territorio que ya estaba superpoblado. En tiempos de Hiram I el déficit agrícola fue paliado por el acuerdo con Israel. Pero, desde los siglos IX-VIII, la expansión asiria redujo las posibilidades de colonización agrícola de las ciudades fenicias. La fundación de Kition en Chipre fue el primer indicio de un cambio de estrategia por parte de Tiro. Se trató del control de un territorio que proporcionaba a Tiro cobre de calidad y que constituía una cabeza de puente con vistas a la fundación de colonias en el Mediterráneo occidental para garatizar el comercio de plata y productos agrícolas, pero también para albergar a la población excedente.
La nueva dependencia de los países vecinos en lo que se refiere a los productos agrarios hizo que los fenicios desarrollaran nuevas estrategias económicas con el fin de sufragar las importaciones de grano. Desarrollaron una producción manufacturera (vidrios, tejidos, recipientes metálicos, marfiles, muebles...) altamente especializada y de gran refinamiento técnico. Las manufacturas sustituyeron a las riquezas naturales en el primer lugar del comercio fenicio, y la producción artesanal alcanzó tal volumen que puede hablarse de un sistema industrial. Esta producción obligó a los fenicios a buscar materias primas para su industria fuera del empobrecido medio físico que habitaban. Fue éste el origen de su expansión marítima. Aprovechando las rutas marítimas abiertas por la desaparecida civilización micénica, los fenicios se lanzaron al control comercial del Mediterráneo y a su exploración en busca de materias primas, entre las que se hizo especialmente deseable el hierro, cuya industria había sustituido a la del bronce.
La política exterior de Tiro y del resto de las ciudades fenicias se basó desde el siglo X en su papel como intermediaria comercial entre las grandes potencias orientales, en la producción especializada de bienes de lujo y en el abastecimiento de metales preciosos a los estados asiáticos. Desde fines del siglo IX, la creciente presión tributaria del Imperio asirio sobre las ciudades fenicias y su apremiante necesidad de metales para dotar a su ejército y a su industria, repercutió en la enorme prosperidad del comercio fenicio. Durante el I milenio, el hierro fue el material estratégico más importante que los grandes estados del interior de Asia utilizaron para equipar a sus ejércitos; pero sobre todo fue importante la plata, por su valor en las transacciones comerciales, el metal más codiciado por los asirios. Asiria favoreció el papel de Tiro como intermediaria comercial con el Mediterráneo y mantuvo relaciones preferentemente con la ciudad asiria. A cambio de la libertad de comercio, Asiria obtenía materias primas y metales de Tiro. A fines del siglo IX, los comerciantes fenicios perdieron el mercado sirio-anatólico desde la alianza sirio-urartuta, que les cerró el paso a las ricas minas de Cilicia y Asia Menor. A partir de entonces sólo contaron con las reservas metalúrgicas occidentales.
Por otra parte, la economía de tipo palaciego que había predominado durante la Edad del Bronce entró en su crisis final tras las invasiones de fines del II milenio. En este nuevo periodo, las iniciativas privadas de exploración y colonización, muchas veces auspiciadas por los templos, sustituyeron a la realeza en la planificación de la economía y en el diseño de sus objetivos.
Desde el siglo X a.C., la ciudad de Tiro se convirtió en el más importante centro urbano de Fenicia. Fue ésta la época del rey Hiram I, bajo el que Tiro llevó a cabo grandes empresas en el Mediterráneo y en el mar Rojo. Hiram extendió la influencia de Tiro a Chipre, donde ya existía una colonia fenicia anterior, Kition. Hiram mantuvo excelentes relaciones con el rey Salomón de Israel, al que envió arquitectos fenicios que construyeron el templo de Yahvé en Jerusalén. La mítica ?flota de Tarsis? de Tiro colaboró con Israel en algunas arriesgadas empresas marítimas. Esta alianza se mantuvo incluso después de que el reino de Salomón se dividiera en los estados de Judá e Israel.
La expansión fenicia por el Mediterráneo

Las fuentes antiguas hacen remontarse el inicio de la expansión fenicia por el Mediterráneo a fechas muy tempranas. Las tradiciones griegas situaron la fundación de las primeras colonias fenicias después de la caída de Troya, que se data en 1184 a.C. Tras las convulsiones que dieron lugar al derrumbamiento de la civilización micénica, los fenicios tendieron una amplia red de relaciones con el mundo egeo, que sufría un profundo retroceso cultural y económico, de ahí que las fuentes antiguas sitúen el comienzo de los contactos entre griegos y fenicios en dicha época.
El conocimiento de los astros y una serie de mejoras técnicas en la construcción de barcos permitieron a los fenicios emprender un proceso de expansión que acabó configurando una verdadera talasocracia que sustituyó a la micénica. La expansión se produjo a través del entramado de islas que jalonan el Mediterráneo. A partir de sus bases continentales, los fenicios tendieron una cabeza de puente en Chipre, de donde pasaron a Roda, que fue su puerta al Egeo. Desde allí se dirigieron a la isla de Creta, que utilizaron como trampolín hacia las islas del Mediterráneo central. Malta, Sicilia, Gozo, Pantellaria y Lampedusa fueron colonizadas por navegantes fenicios. La costa norteafricana y la isla de Cerdeña fueron sus objetivos posteriores. Finalmente, los fenicios se aventuraron hasta las Baleares y de allí pasaron a dominar el Estrecho de Gibraltar, en cuyas orillas establecieron numerosas factorías.
Chipre fue el primer objetivo de esta expansión. La primera colonia fenicia en dicha isla fue Kition, al parecer fundada por gentes de la ciudad de Sidón en época muy antigua. A esta primera fundación siguieron las de Idalion, Tamassos, Golgoi, Marion y Lapethos. Las colonias chipriotas tuvieron un papel muy activo en el proceso de colonización de otros ámbitos. Junto con Rodas, las ciudades chipriotas fueron los principales centros de producción manufacturera de los productos ?orientales? (cerámicas, bronces, joyas, muebles...) que se distribuían por todo el Mediterráneo. La situación geográfica de la isla la convirtió en el núcleo del comercio marítimo del Mediterráneo oriental, posición que conservó a pesar de las tribulaciones políticas por las que atravesaron las ciudades de la costa fenicia a través del tiempo.
Desde principios del siglo VIII, se produjo en el Mediterráneo occidental la llegada de grupos de población fenicia que se establecían a lo largo de las rutas de navegación que conducían a las dos principales reservas de metales de Occidente: Cerdeña y Tartessos. Las fuentes historiográficas griegas situaron la fundación de las primeras colonias tirias en el Mediterráneo occidental -Gadir, Lixus y Útica- en torno a 1100 a.C., aunque los vestigios arqueológicos la sitúan más tarde, a principios de siglo VIII a.C.
En el Mediterráneo central y occidental, la colonización fenicia se desarrolló siguiendo una serie de fases. En un primer momento, las expediciones exploratorias establecieron pequeñas factorías comerciales, desde fines del siglo IX o principios del siglo VIII a.C. Más tarde, desde comienzos del siglo VII a.C., se produjo un proceso de emigración masiva de gentes provenientes de Fenicia que escapaban del terror de la conquista asiria y que procedieron al poblamiento de las antiguas factorías. Se produjo el crecimiento demográfico de los establecimientos ya existentes y la fundación de otros. Cartago y las colonias de Sicilia (Motya), Cerdeña (Sulcis, Caralis y Tharros) y del sur de la Península Ibérica (Gadir, Sexi y Toscanos, entre otras) experimentaron un gran crecimiento durante esta fase. Otras muchas colonias se fundaron, bien desde la propia Fenicia bien desde algunas de las grandes colonias, como Cartago o Gadir. Así, Leptis Magna o Sabratha, en la costa norafricana, o Ebusus, en las Baleares. Desde aproximadamente 600 a.C., se inició una nueva fase en el proceso de colonización, en la que las colonias fueron perdiendo progresivamente su vinculación a las ciudades cananeas orientales debido a la crisis que reinaba en aquella región. Chipre se convirtió en el principal nexo entre el Mediterráneo oriental y las colonias más occidentales.
Cartago, emplazada en una península del golfo de Túnez, fue fundada, según la tradición, en 814-813 a.C. por una facción de la aristocracia tiria. Su importancia se revela ya en su nombre: Qart-hadasht, que significa ?capital nueva?. Fue sin duda la colonia fenicia más extensa y poderosa. Su superficie urbana fue comparable a la de las grandes ciudades de Oriente. Su densidad de población fue también muy superior a la del resto de las colonias fenicias. A mediados del siglo VIII a.C., había alcanzado ya su carácter de gran metrópolis comercial debido a su posición estratégica, ya que era paso obligado de las naves que, procedentes de Gadir, regresaban a Tiro. Cartago dominaba además las feraces llanuras interiores, que constituían una de las regiones agrícolas más importantes de África.
Cartago estableció una esfera de influencia con la fundación de otras colonias fenicias en Sicilia y Cerdeña. En Sicilia, la colonia fenicia más importante fue la Motya; emplazada en un islote frente a la ciudad de Marsala, al este de la isla, Motya dominaba el canal de Sicilia frente a Cartago, canal que constituia un enclave vital para la navegación. Motya reprodujo el tipo de asentamiento fenicio introducido en Occidente con la fundación de Cartago: una necrópolis de incineración situada al norte del islote, diversas dependencias mercantiles y portuarias, un templo, y un recinto sagrado o tofet en el centro de la ciudad. Motya, sin embargo, no se expandió hacia el interior de Sicilia, sino que se benefició de su posición estratégica que le permitía el acceso a las vías comerciales del mar Tirreno y la Italia peninsular.
En Cerdeña, la concentración de población fue muy importante. Los grandes centros portuarios, como Cagliari, Nora, Bithia, Sulcis y Tharros, en el sur y suroeste de la isla, fueron el núcleo de expansión fenicia hacia el interior durante los siglos VIII y VII, con el objetivo de controlar la producción agrícola y metalúrgica. Sulcis, por ejemplo, creó durante el siglo VII una amplia red de fortificaciones -Monte Sirai, Pani Loriga- destinada a garantizar el control sobre el territorio circundante rico en plomo y plata. La construcción de estos enclaves fortificados, fundados a veces sobre poblados devastados, sugieren que los fenicios practicaron una política de conquista violenta sobre la población autóctona.
La manifestación cultural más conocida de las colonias fenicias del Mediterráneo central fue el tofet, un recinto sagrado situado en la periferia de las colonias, donde se practicaban sacrificios humanos y se inmolaban niños en honor de la divinidad (Baal, Astarté o Tanit). Esta práctica tiene su origen en Fenicia e Israel, pero su máximo desarrollo se dio en Sicilia, Cartago y Cerdeña. Las tradiciones griega y latina posteriores denunciaron el sacrificio de niños, sobre todo primogénitos de las familias más ilustres de la ciudad. El sacrifico humano en Cartago parece que estuvo relacionado con los grandes magistrados y príncipes de la ciudad, debido a la identificación antigua entre el concepto de ciudadanía y la ofrenda de sacrificios, que monopolizaba la clase dirigente.

En el Mediterráneo occidental, Gadir desempeñó el mismo papel que Cartago. Su influencia se extendió desde Ibiza, posiblemente una fundación gaditana de los siglos VIII-VII a.C., hasta Lixus y Mogador, en la costa atlántica marroquí. Durante la segunda mitad del siglo VII a.C., pobladores fenicios procedentes de Gadir se establecieron en diferentes puntos de la isla de Ibiza. El asentamiento de Gadir estaba emplazado en la isla más pequeña (Erytheia) de un archipiélago que hoy se encuentra unido a tierra formando la península de Cádiz. Los objetivos de Gadir eran canalizar las riquezas procedentes de su territorio inmediato -Tartessos- y controlar el acceso a la ruta atlántica a través del estrecho de Gibraltar, donde los fenicios obtenían estaño, oro y marfil a través de la colonia de Lixus, que conducía directamente a unos territorios interiores ricos en marfil, oro, sal, cobre, hierro y plomo. Más al sur, la isla de Mogador estaba situada en aguas ricas en pesca y atún. Gadir mantuvo una intensa explotación de la plata tartésica, exportada a Oriente y a Grecia en lingotes. La importancia de Gadir no radicó tan sólo en su monopolio sobre la plata de Tartessos, sino también en su célebre templo de Melqart, cuyo prestigio está recogido en todos los escritores clásicos del mundo antiguo. El dios Melqart, más tarde asimilado a Herakles-Hércules, era el patrón de Tiro y, por tanto, el representante de la monarquía tiria en Gadir.
Para facilitar los contactos con el valle del Guadalquivir y el área tartésica, Gadir creó a principios del siglo VIII un puerto continental situado en la desembocadura del río Guadalete, hoy en la Torre de Doña Blanca. Existen además numerosos asentamientos fenicios localizados entre Almería y el río Guadalhorce, en Málaga. En esta región se ha localizado la mayor concentración conocida de colonias fenicias arcaicas de todo el Mediterráneo occidental. Estas pequeñas colonias se situaron en las desembocaduras de los principales ríos de la Andalucía oriental, lo que permitía a sus pobladores dominar las vías de penetración hacia las vegas de Granada y Almería y explotar los valles de aluvión que garantizaban el abastecimiento agrícola. Uno de los enclaves más importantes fue el del Cerro del Villar, en la desembocadura del río Guadalhorce, en la actual Málaga. Los yacimientos arqueológicos muestran que allí se desarrolló una industria especializada en la producción de ánforas y grandes contenedores. El enclave dominaba la entrada hacia las campiñas de Sevilla y Córdoba (es decir, Tartessos) y desarrolló una agricultura intensiva de regadío. Por otra parte, la minería intensiva alrededor de la región de Huelva requirió grandes cantidades de madera como combustible, lo que produjo un intenso proceso de desforestación. Otros asentamientos cercanos, como el de Toscanos o el de Sexi, tenían este mismo carácter de colonias agrícolas y centros especializados en la producción y almacenamiento de mercancías destinadas al comercio con las poblaciones indígenas del interior.


=== Edad del Bronce Tardío ===
=== Edad del Bronce Tardío ===

Revisión del 22:18 7 sep 2009

Este artículo es sobre la región histórica de Fenicia. Para otros significados, véase Fenicio
Sarcófago de Palermo. Siglo V a. C.

Fenicia es el nombre de una antigua región de oriente próximo, cuna de la civilización fenicia y cananea, que se extendía a lo largo de la costa oriental del Mediterráneo, en la costa del actual Líbano, desde los alrededores de Ras Naqura hasta la desmbocadura del rio Orontes, al norte, entre Siria, Israel y el Mar Mediterráneo.


Historia.

Mapa de la situación geográfica de las principales ciudades fenicias.

Poblada desde principios del III milenio por semitas cananeos, la Fenicia histórica se extendía sobre una estrecha franja costera de 40 km, desde el Monte Carmelo hasta Ugarit (unos 300 km). Su suelo montañoso y no apto para la agricultura orientó a sus habitantes hacia las actividades marítimas, más aún teniendo en cuenta que, al quedar dividido en pequeñas ciudades-estado separadas por espolones rocosos, era más apto para el cabotaje que para las relaciones terrestres entre las ciudades que se escalonaban desde Acre y Tiro, por Sidón y Biblos, hasta Arados y Ugarit. Al ser un estrecho paso entre el mar y el desierto de Siria, en contacto al sur, a través de Canaán y del Sinaí con Egipto, y al norte, a través del Éufrates, con Mesopotamia y Asia Menor, estaba destinada a ser una rica encrucijada comercial, codiciada por los grandes imperios vecinos.

Edad del Bronce Antiguo

Edad del Bronce Medio

Edad del Bronce Tardío

Primera Edad del Hierro

Época de la expansión mediterránea

Segunda Edad del Hierro

Periodo helenístico y romano

Pueblo fenicio

El pueblo creador de esta cultura, los fenicios, que se autodenominaba kna'ani o ben kna'an, coincide con el pueblo cananeo de la Biblia, pero el nombre de fenicio se aplica más bien a los descendientes de los cananeos que habitaban en la franja costera desde Dor (actual Israel) hasta Arados, o Arwad (actual Siria), entre 1200 a. C. y la conquista musulmana.

La denominación del nombre "Fenicia" o del gentilicio de sus habitantes "Fenicios", se remonta a la expresión griega "Finiki" que quiere decir "Rojizo". De esta forma los antiguos griegos se referían a los pobladores de la antigua Fenicia, siendo difícil saber si esto se deba al color rojizo de su piel o a los tintes utilizados para teñir telas también de tonos rojos.

La cultura fenicia es una civilización antigua que no dejó firmes huellas físicas de su existencia. Su lugar geográfico en la historia, es la actual República Libanesa, y el crecimiento desproporcionado de las ciudades, así como los frecuentes enfrentamientos bélicos del pasado, generaron un gran retraso para el hallazgo de nuevas y avanzadas muestras de un pasado glorioso. Sin embargo, a diferencia de otras, dejó un importante legado cultural a las civilizaciones posteriores, entre ellas crear un importante vínculo entre las civilizaciones mediterráneas, los principios comerciales y el alfabeto, que fueron los legados más importantes que dejaron los fenicios. Los fenicios ejercieron una poderosa influencia sobre toda la cuenca del mar Mediterráneo.

Archivo:PhoenicianCoin2A.jpg
Moneda fenicia.

Cultura

El pueblo fenicio contribuyó a crear un importante vínculo entre las civilizaciones mediterráneas y más aún entre las formas artísticas del mundo antiguo, por imitación, fusión y difusión de ellas, aunque no se le considere como original creador de una gran cultura propia.

Los fenicios utilizaban un alfabeto fonético, que los griegos adaptaron a su propia lengua y, con el tiempo, sirvió de modelo para los posteriores alfabetos occidentales. Este alfabeto constaba de 22 signos para las consonantes, y no tenía vocales, pero fue muy importante pues era sencillo y práctico, a diferencia de otros alfabetos coetáneos que sólo dominaban los escribas y altos funcionarios, tras un arduo aprendizaje.

La cultura fenicia fue muy importante en su época pero, desgraciadamente, han quedado pocas huellas de su historia. Conocemos de su existencia, sobre todo, a través de los textos de otros pueblos que entraron en contacto con ellos, en particular los asirios, babilonios y, más tarde, los griegos. Se estudia principalmente en las ruinas de las ciudades que fueron colonias de Sidón o Tiro, como las de Cerdeña y Andalucía y, sobre todo, en las establecidas en la isla de Chipre.

Arte fenicio

Cabeza escultórica, procedente de Cartago

Sus producciones son más artesanales que artísticas, y en sus esculturas, cerámicas, joyas y objetos de metal, domina la influencia egipcia desde el siglo X adC (que es la fecha más antigua que se suele asignar al arte fenicio), con elementos asirios, hasta llegar al siglo VII adC. Sin embargo, a partir de entonces prepondera la influencia griega, llegando a veces a confundirse sus producciones con las griegas, como se confunden las anteriores al siglo X adC con las asirias y egipcias.

Las formas de arquitectura se infieren más por los dibujos de los sellos y otros relieves que por las ruinas de sus edificios aunque no faltan algunos restos de piezas arquitectónicas hallados en Chipre y Fenicia. Entre éstos, figura el capitel con volutas, inspirado en el arte oriental y que bien pudo ser el antecesor del capitel jónico. Los templos fenicios (como el de Biblos) se distinguían por tener el santuario sin cubierta. En él se daba culto a una piedra o betilo que generalmente consistía en un aerolito de forma cónica (como piedra caída del cielo) situado en medio de la estancia a la cual precedía un atrio rodeado interiormente de columnas. Era también característica la forma que a los sarcófagos suntuosos de piedra daban los fenicios sidonitas que se adaptaba más o menos al contorno de la figura humana como los de la madera egipcios (sarcófagos antropoides)

Actividad comercial

Mapa de las principales rutas comerciales usadas por los fenicios.

El comercio era la actividad principal de la economía de los fenicios. Esta consistía en el intercambio o trueque de mercancías que ellos mismos producían y el transporte de las elaboradas por otros pueblos. Fueron los grandes mercaderes de la antigüedad. La geografía, que propiciaba la instalación de puertos, y la madera de sus bosques les brindaban los elementos básicos para construir barcos y organizar compañías de navegación. Una de ellas fue contratada por el rey persa Darío I en el siglo V a. C. También se conviertiron en una talasocracia, lo que les permitió controlar comercialmente el mediterráneo.

Colonias y factorías

Durante sus largos viajes debían abastecerse en distintos puntos de su recorrido. Con el tiempo, esos sitios fueron transformándose en establecimientos permanentes, llamados colonias. Los fenicios no conquistaron territorios, como otros pueblos invasores de la antigüedad, sino que fundaban establecimientos en sitios propicios de las costas para abastecerse y como almacenaje. Los marinos comerciantes de la ciudad de Sidón crearon asentamientos-almacenes amurallados, llamados factorías. También se establecieron en las proximidades de algunas ciudades, donde obtenían concesiones, como en la ciudad egipcia de Menfis.

Las factorías fenicias se esparcían prácticamente por toda la costa mediterránea y sus islas: desde Gádir, más allá del estrecho de Gibraltar que era la puerta del océano Atlántico, hasta las costas de Asia, y el mar Negro. Los viajes fenicios establecieron nexos perdurables entre el Mediterráneo oriental y el occidental, no solo comerciales, también culturales.

Si bien la geografía de la región era accidentada, los fenicios aprovecharon al máximo las posibilidades del suelo para la explotación agrícola y cultivaron hasta en las laderas de las montañas. Sus bosques del Líbano les permitían la explotación maderera. También elaboraron artesanía, como sus cerámicas -muy difundidas y utilizadas-, objetos de vidrio coloreado, y tejidos de lana teñidos con púrpura de Tiro, o murex, un colorante que extraían de un molusco. Desarrollaron una industria de artículos de lujo muy solicitados en la época y de gran valor comercial, como joyas, perfumes y cosméticos.

Alfabeto

Los fenicios fueron los inventores del alfabeto. El alfabeto fenicio comenzó como una serie de ideogramas, un conjunto de símbolos que representaban animales y objetos. A estos ideogramas se les asignaba un valor fonético de acuerdo al nombre, en idioma fenicio, del animal u objeto representado; este alfabeto sólo contenía consonantes, veintidós en total. Era un sistema simple, lo que permitía la difusión del conocimiento y la cultura.

Posteriormente, el alfabeto fenicio fue adoptado y modificado por los griegos para representar su idioma. Los griegos tomaron algunas letras del alfabeto fenicio y les dieron valor de vocal; debido a las diferencias lingüísticas entre ambos idiomas (griego = indoeuropeo, fenicio = semita) también cambiaron la pronunciación de algunas letras, y agregaron algunos símbolos para representar sonidos inexistentes en fenicio. El alfabeto latino proviene del alfabeto etrusco, que fue a su vez una adaptación del alfabeto griego.

Los hebreos también adoptaron el alfabeto fenicio, aunque dada la similitud de sus lenguas y la mutua influencia por su cercanía geográfica hubo una menor modificación que con los griegos.

El alfabeto fenicio ha sido en una u otra forma la base para los alfabetos latino, griego, cirílico, árabe, y algunos estudiosos consideran que también dio origen a los abugidas del subcontinente asiático.


Lista de grafemas
Letra
Nombre ʾālef
bēt
gīmel
dālet

wāw
zayin
ḥēt
ṭēt
yōd
kaf
Transliteración ʾ
b
g
d
h
w
z


y
k
Valor /ʔ/
/b/
/g/
/d/
/h/
/w/
/z/
/ħ/
/tˀ/ /j/
/k/
Unicode /𐤀/
/𐤁/
/𐤂/
/𐤃/
/𐤄/
/𐤅/
/𐤆/
/𐤇/
/𐤈/
/𐤉/
/𐤊/
Letra
Nombre lāmed
mēm
nūn
sāmek
ʿayin
ṣādē qōf
rēš
šīn
tāw
Transliteración l
m
n
s
ʿ
p

q
r
š
t
Valor /l/
/m/
/n/
/s/
/ʕ/
/p/
/sˀ/
/q/
/r/
/ʃ/
/t/
Unicode /𐤋/
/𐤌/
/𐤍/
/𐤎/
/𐤏/
/𐤐/
/𐤑/
/𐤒/
/𐤓/
/𐤔/
/𐤕/

Religión

Los dioses adorados por los fenicios varían de una ciudad a otra. Así el panteón de Sidón difiere del de Tiro o el de Chipre. Aún así, algunas divinidades están presentes de una forma u otra en la mayoría de las ciudades significativas. Estas divinidades son principalmente Astarté, Baal, Dagón, Resef y Melqart.

Astarté

Principal diosa de Sidón y con presencia en las otras ciudades fenicias. Astarté es la diosa de la fecundidad, aunque sus características y dependiendo de las ciudades son diferentes. También es adorada como diosa guerrera, de la caza o incluso como patrona de los navegantes. Suele representarse posada sobre un león y sosteniendo una flor de loto y una serpiente. En otras representaciones se acentúa su caracter como diosa de la fecundidad y aparece tocandose los senos o dando de mamar a dos niños. Se asimiló en otras culturas con nombres diferentes como por ejemplo la Afrodita de los griegos, la Venus romana o la Isis egipcia. Contaba con abundantes santuarios en Sidón y Tiro. Está documentado un santuarios dedicado a Astarté en El Carambolo, (Sevilla), fechado en el siglo VIII a.C.

Astarté es la reina del cielo a quien los cananitas había quemado incienso en la Biblia (Jeremías 44).

Eshmún

Adorado en Sidón y en Chipre. Se le asimila a Apolo y a Esculapio como dios sanador. Contaba con un gran santuario a las afueras de Sidón en un lugar donde brotaba una fuente. En los rituales de adoración a Eshmún se realizaban abluciones y danzas. También se conoce que existieron unos juegos en su honor y que el vencedor ganaba una tela púrpura.


El

Considerado el dios padre de todo el panteón fenicio.

Baal

Baal (semítico cananeo: Baʕal [baʕal]: Señor). Baal era una divinidad (probablemente el Sol) de varios pueblos situados en Asia Menor y su influencia: fenicios, cartagineses, caldeos, babilonios, sidonios y filisteos. Su significado se aproxima al de amo o señor. Era el dios de la lluvia y la guerra. En la Biblia Baal (בעל Ba‘al) es uno de los falsos dioses, al cual los hebreos rindieron culto en algunas ocasiones cuando se alejaron de su adoración al Dios Yahvé. Fue adorado por los fenicios como el dios más importante de su panteón.

Anat

Reshef

Chusor

Considerado como el primero de los navegantes de la humanidad, los fenicios creían que este dios había construido el palacio de Baal, se le considera también el descubridor de la pesca y de las construcciones navales, además de ser el dios de herreros y armeros.

Hadad

Melkart

Primitivamente, Melkart fue una divinidad fenicia de la ciudad de Tiro, a la que estuvo consagrado primitivamente el templo de Heracles en la antigua ciudad de Cádiz. Su culto centrado en el fuego sagrado de las ciudades, se extendió por todas las colonias de Tiro.

Era la forma fenicia del dios Baal. Originariamente era un dios agrícola, del campo, la vegetación, la fecundidad y la primavera, por lo que su ritual comprendía una serie de ritos de muerte y resurrección cíclicos anuales, coincidentes con las estaciones del año; No obstante, también era un deidad marina, pues era un divinidad de carácter sincrético. Pasó luego a ser considerado «rey de la ciudad», que es el significado etimológico de su nombre (melk, rey), y como patrono de la ciudad de Tiro, se transformó también en dios de la colonización y de la protección de la navegación. Los tirios le consideraban el guía de sus viajes marítimos y exploraciones, de modo que le consagraron el templo fundado al mismo tiempo que la ciudad de Cádiz en el otro extremo de la isla mayor, donde hoy se encuentra el islote de Sancti Petri y en el que, según la leyenda, Aníbal, hizo el juramento de odio eterno a los romanos antes de marchar hacia Sagunto e iniciar la Segunda Guerra Púnica. Aunque también se decía que lo hizo siendo un niño en Cartago. Fue conocido en la antigüedad como el santuario de Heracles o Heracleión. El lugar en donde fue situado el templo inicial en Cádiz, cerca del estrecho de Gibraltar, fomentó la leyenda de la separación de las Columnas de Hércules, en principio llamadas Columnas de Melkart por los fenicios, más tarde Columnas de Heracles por los griegos hasta el actual nombre romano.

Se le atribuía la civilización de las tribus salvajes de las costas lejanas, la fundación de las colonias fenicias y la introducción de la ley y el orden entre los hombres.

En diversos restos arqueológicos, ente los que destacan las monedas, se le representa a menudo cabalgando en un hipocampo. En la época tardía de la civilización fenicia, también se le consideraba el dios del Sol que se encontraba en unión con Baal y Moloch, las fuerzas malignas y benignas del cielo, respectivamente. Alejaba la hostilidad entre ambos y por tanto, reducía el efecto del fulgor solar y de los fríos invernales. Es por ello que en su altar debía haber un fuego perenne.

Cada día seguía a la esquiva Astarté hasta que él la encontraba en un punto remoto de Occidente y se esposaron. Matrimonio que trajo la perdición de la diosa y la transformó en la dulce Ashera.

Los griegos le llamaban Melicertes y le comparaban con Heracles, por los atributos guerreros que le caracterizaban.

Bes

Dagón

Se le menciona en la Biblia, cuando habla del dios Dagón al que rindieron culto en el templo de Asdot (I Samuel 5, 1-7), u ocupando su templo como baños públicos.

Es posible que realmente el nombre se haya utilizado para denominar a tres dioses distintos: un Ben Dagón, que aparece en los primeros textos ugaríticos en lucha contra el dios Baal; un segundo Dagan, dios sumerio de la fertilidad, venerado por todo el Oriente Antiguo; y, por último, en Fenicia, Dagón un dios marino, un ser a medias hombre y pez. La posible confusión puede ser originada por una etimología dudosa. La palabra caldea dagan se traduce por 'grano', 'trigo' o 'semilla' y si se derivase del hebreo antiguo dag, significa 'pez'.

De acuerdo con la interpretación que se cree más probable, Dagón era descrito con cara y manos, y una parte de su cuerpo era parecida a un pez, "el tronco de Dagón" (versículo 5). Del texto recibido de los Setenta parece que también tenía pies, aunque la edición Swete da a este punto una lectura diferente. En la traducción griega esta frase se muestra con las características de tener un aspecto de brillo pulido. La descripción de la Biblia coincide con la que puede verse en las monedas de varias ciudades, filisteas o fenicias, en la mayoría de ellas Dagón se representa como una figura compuesta, la parte superior del cuerpo es humana, y la inferior es de pez. De ello parece deducirse que Dagón era un dios pez, hecho que no sorprende en lo más mínimo, puesto que parece haber sido la deidad principal de ciudades marítimas, tales como, Asdod, Gaza (los lugares originales se supone que están enterrados bajo las dunas de arena que corren a lo largo de la orilla), Ascalón, y Arvad. En los monumentos, y también probablemente en el culto popular, Dagón esta asociado a veces con una deidad hembra también medio pez, Derceto o Atargatis, a menudo identificadas como Astarté.

Algunos especialistas, sin embargo, no dan valor a estos datos, y consideran que Dagón era el dios de la agricultura. Su opinión está basada en la siguiente afirmación filo bíblica: "Dagón, es decir, espiga ' [la palabra hebrea para espiga es dagan]. "Dagón, después de descubrir el trigo y el arado, fue llamado Zeus del arado" (2, 16). El mismo escritor nos dice (en Eusebio, Prep. Evang. 1, 6) que, según una leyenda fenicia antigua, Dagón era uno de los cuatro hijos nacidos del matrimonio de Anú, el señor de cielo, con su hermana, la tierra. Es más, en un sello que tiene ciertas señales simbólicas hay una provisión de trigo, puede leerse escrito en caracteres fenicios el nombre de Baal-Dagón pero no la imagen de un pez. Es posible cuestionar si estos argumentos tienen más valor que los que apoyan la otra opinión; para quienes aceptan la interpretación etimológica filo bíblica les parece que el posible error es debido a una equivocación en el nombre. También pudiera admitirse que en el transcurso del tiempo, a lo largo de la orilla mediterránea, se desarrolló una concepción y representación doble de Dagón como resultado de la supuesta doble derivación del nombre. Todos los estudiosos están de acuerdo que tanto el nombre como el culto de Dagón se importaron de Babilonia.

Las cartas de Tell el-Amarna (aproximadamente 1480-1450 a. C.), qué han aportado los nombres de Yamir-Dagan y Dagan-takala, gobernantes de Ascalón, dan testimonio de la antigüedad del culto a Dagón entre los habitantes de Palestina. Sabemos por la Biblia que la deidad tenía templos en Gaza (Jueces, 16, 21, 23) y Asdod (I Samuel 5, 1-7); Suponemos que existieron estanques igualmente en otras ciudades filisteas. El culto a Dagón parece que se había extendido incluso más allá de los confines de su confederación. El testimonio de los monumentos es positivo para la ciudad fenicia de Arvad; más aún, el Libro de Josué menciona dos pueblos llamados Bét Dagón, uno en el territorio de Judá (Josué 15, 41), y el otro en la frontera de Aser (Josué 19, 27); Josefo también habla de un Dagón "más allá de Jericó" (Antiq. Jud., XIII, 8, 1; De Bel. Jud. I, 2, 3): todos estos nombres son anteriores a la conquista israelita, y, a menos que los derivemos de dagan, dan testimonio de a una amplia difusión del culto de Dagón a lo largo de Palestina. Este culto se mantuvo, por lo menos en ciertas ciudades filisteas, hasta los últimos siglos a. C. Este era el caso de Asdod; el templo de Dagón que estaba allí fue quemado por Judas Macabeo (l Mac.10, 84; 11, 4).

Al contrario de los Baales que, entre los cananitas, era deidades esencialmente locales, Dagón parece que era considerado por los filisteos como un dios nacional (I Crónicas 10, 10). A él atribuyeron su éxito en la guerra; le dieron gracias con grandes sacrificios, ante él se regocijaron por la captura de Sanson (Jueces 16, 23); a su templo llevaron los trofeos de sus victorias, el Arca (I Samuel 5, 1, 2), la armadura, y la cabeza de Saul (1 Samuel 31, 9, 10; I Crónicas 10, 10). Un bajorrelieve de bronce de trabajo asirio fenicio también sugeriría que Dagón tenía una función prominente en las doctrinas de la muerte y la vida futura. Acerca del ritual de su culto, poco puede recogerse o de los documentos o de la Escritura. Los acuerdos detallados para devolver el Arca (1 Samuel 5; 6) puede haber estado inspirados más por las circunstancias que por cualquier ceremonia del culto a Dagón. Sólo conocemos por los autores antiguos que, por razones religiosas, la mayoría de los ririos se abstenían de comer peces, una práctica que uno se inclina relacionar con el culto de un dios pez.

Sadrapha

Paam

El propio nombre de esta deidad ya nos indica bastante sobre su papel en la religión fenicia, el significado no es otro que "falo" y en honor a él se realizaba la prostitución ritual, muy corriente entre los fenicios y otras culturas antiguas y se llevaba a cabo con fines profilácticos.

Moloch

Bibliografía

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  • Blázquez, José María. Historia de Oriente Antiguo. Ediciones Cátedra. Madrid, 1992.
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  • García y Bellido, Antonio. Fenicios y cartagineses en Occidente, Madrid, 1942.
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  • Martín, J.A. Catálogo documental de Los Fenicios en Andalucía. Junta de Andalucía. 1995.
  • Prados Martínez, Fernando: Los Fenicios, del Monte Líbano a las Columnas de Hércules. Marcial Pons Editores, 2007
  • Thiollet, J-P. Je m'appelle Byblos, H & D, Paris, 2005
  • Tsirkin, J. B. The Phoenician Civilization in Roman Spain, Gerión 3, 1985, págs. 245-270.
  • J.R Penela "Elissa, la Roja". Barcelona 2006.Edición personal.
  • Juan Antonio Belmonte Avilés Cuatro Estudios Sobre Los Dominios Territoriales De Las Ciudades-estado Fenicias, Bellaterra.

Véase también

Enlaces externos