Usuario:Navaresenmedio/Taller5
La artesanía del lujo y la ostentación aparece en Madrid en el siglo XV en la etapa artesanal y aristocrática, su mayor apogeo está relacionado con la moda en el vestir del siglo XVII, destacan los conjuntos femeninos y masculinos adornados con metales preciosos. No solamente los géneros como la seda en sus más elaboradas variantes (brocado, damasco, terciopelo labrado, entre otras) eran utilizados para la construcción de los trajes, sino que éstos eran profusamente incrustados con piedras preciosas.
El uso de los metales y piedras preciosas ha sido símbolo de poder y riqueza en casi todos los imperios y cortes europeas. Estas joyas eran consideradas piezas únicas de joyería[1] artesanal.
En la época del bienestar general y lujo la orfebrería ocupaba una mayoría de artistas que como ningún otro comprendía las características del oro y las piedras preciosas.[2]
Las biografías de los orfebres se mezclan en la época del Renacimiento con las de los pintores y escultores. El artesano se afana en ser útil a la Iglesia y a la ciudad donde reside. Por ejemplo: Juan de Arfe , descendiente de una famosa familia de orfebres también se define como “escultor de oro y plata”[3]
Poco se conoce hasta hoy acerca de las joyas y obras de orfebrería españolas elaboradas en Madrid, a pesar de que los tesoros de los monasterios y catedrales contenían muchas piezas magníficas.
Historia
[editar]En la época prehistórica se manufacturaban en la península Ibérica las joyas y objetos de adorno personal.[4]
En el libro de Historia Natural, escrito por Plinio el viejo, ya se cita la explotación del oro en España, “auro fértiles montes” y “argentum pulcherrimum”. Describe detalladamente el “lapis Gagátis” (azabache) y describe sus propiedades medicinales.[5]
A comienzos del primer milenio antes de Cristo, los comerciantes fenicios obtenían oro y plata de las minas españolas para trabajarlas en sus talleres de Biblos, Sidón y Tiro, y venderlos luego en las costas del Mediterráneo.[6]
Aristóteles, mostró que todas las cosas del mundo son como trabadas, y reciben virtud unas de otras; las más viles, de las más nobles.
San Isidoro de Sevilla describe en una de sus obras las magníficas alhajas con que se adornaban los visigodos distinguidos de España ”nimbi, torques, monilla ex auris et gemmis contextae” (anillos, cadenas, fíbulas, pulseras y pendientes). La culminación de la orfebrería visigoda la ofrecieron las coronas de oro ricamente guarnecidas. Cada rey visigodo español ha hecho donación a la Iglesia de una de estas coronas, alguna de las cuales fueron halladas en el Tesoro de la Huerta de Guarrazar, cerca de Guadamur Toledo.[7]
El poeta andalusí Al-Makkari Ben elJabú informa de la victoria en Jerez de la Frontera por los musulmanes y cita la “riqueza y magnificencia de las joyas de orfebrería de España” describe que “ treinta carros cargados de géneros valiosos, objetos de oro, plata y gemas, así como joyas de valor, especialmente diademas, que llevaban consigo los prisioneros, fueron enviados a Damasco”. Los mejores artistas del imperio mahometano, incluso de Persia y Mesopotámia fueros enviados a Córdoba, capital española del reino árabe, seleccionados por “su pericia en el arte de tratar el marfil, los metales preciosos, el esmalte y la filigrana”.[8]
Los talleres de orfebres de Granada (1232-1492) desarrollaron la mayoría de las denominaciones de la orfebrería española que aún se conservan; por ejemplo: alhajas, alfileres, arracadas, quilate (quîrât), joya (djawhar), … etc. La técnica del adamascado, palabra que proviene de la ciudad de Damasco.[9]
Ya en el siglo XV aparece la moda en el vestir en su etapa artesanal y aristocrática, el adorno y la riqueza de las materias encuentra hasta el siglo XVII su mayor apogeo. No solamente los géneros ricos como la seda en sus más elaboradas variantes (brocado, damasco, terciopelo labrado, entre otras) eran utilizados para la construcción de los trajes, sino que éstos eran profusamente incrustados con piedras preciosas, adquiriendo los conjuntos femeninos y masculinos un aspecto de lujo y ostentación.
En un escrito del siglo XV se enumeran las joyas que solían llevar las mujeres y dice: “se offerunt cingalum, balteum, …auro purissimo argentoque”. En el inventario de Margarita de Austria se hace notar que cuando apenas contaba diecinueve años, los Reyes Católicos le hicieron abundantes regalos de joyas, como cadenas de oro y esmalte, collares, joyeles y un “portapaz”, valiosa joya guarnecida de piedras preciosas que representa a Nuestra Señora.[10]
En el siglo XVI ya trabajaban en Madrid con los materiales preciosos descubiertos en América. El artesano madrileño iba sabiendo más del mundo en que vivía, fortaleciendo su confianza en sí mismo y agrupándose en gremios o corporaciones; el orfebre incorpora en su arte la figura humana desnuda. Había terminado la Edad Media.
En las joyas y objetos de adorno de uso personal de la primera época del Renacimiento, la disposición de sus colores desempeñan una gran importancia al ser diseñados. Se produjeron muchas joyas policromas, junto con cintas flotantes, velos y telas transparentes, para que esa conjunción de motivos de fácil movilidad y perfilado borroso no dieran la impresión de una sólida construcción arquitectónica. Las grandes y pesadas alhajas fueron colgadas de hilos sumamente finos, o bien adheridos a diversos lugares del vestido, la línea vertical de la frente fue marcada con claridad mediante una joya que colgaba de una cinta sumamente delgada. Isabel de Este, duquesa de Urbino. Las piedras preciosas eran cortadas con sencillez y repartidas con libertad y elegancia.
En el primer cuarto del siglo XVI la obra moderna de los grandes maestros italianos como Leone Battista Alberti (m. En 1472) y Donato Bramantes (m. En 1514), va influyendo cada vez más en la obra antigua, y pronto la orfebrería llega a tal perfeccionamiento que ejerce influencia sobre la arquitectura del Primer Renacimiento o plateresco, así llamado por la semejanza que ofrece su finísima decoración con las obras maravillosas de la orfebrería.
A finales del siglo XVI los plateros de Madrid se agruparon en gremios, cofradías, colegios con la regla aprobada en 1575; aunque la actividad ya se había desarrollado en la Villa a lo largo de los dos siglos anteriores. (Existe información documentada de plateros con taller en Madrid durante el reinado de Isabel y Fernando).[11]
Los plateros se fueron estableciendo en una zona de Madrid que recibió, por ello, el nombre de Platerías.[12]
En el siglo XVII la Cofradía de los azabacheros de Santiago de Compostela fue una de las más famosas hasta las postrimerías del Renacimiento.
Hacia finales del siglo XVII el estilo de las joyas y adornos personales es complicado, Barroco o Churrigueresco, en el marco del resto del Arte, hasta que cede lugar a las finas y caprichosas formas del Rococó, que comienza a florecer en los últimos años del gobierno de Luis XIV.
En 1695 se determina legalmente la zona de los obradores situada desde la parroquia de Santa María de la Almudena hasta Puerta Cerrada. Las tiendas debían situarse desde la parroquia de San Salvador hasta la puerta de Guadalajara (en el ensanche de la calle Mayor a la altura del actual mercado de San Miguel). La calle llamada Platerías (actual calle mayor) discurría por las calles de Milaneses y Santiago hasta la parroquia del mismo título y también las calles que entraban a la parroquia de San Miguel. Los joyeros vendían objetos de coral, ámbar, azabache, concha, marfil, cristales, venturinas, granates, perlas y piedras falsas, pero también artículos de perfumería (olores, esencias, jabones, peines y espejos) o de adorno (pañuelos y ceñidores de seda, gasas, puntas y encajes, medias y ligas, guantes y bolsos).
Al subir al poder los Borbones (1701), la influencia francesa se acrecienta cada vez más. En los siglos XIX y XX, el arte de las joyas y de los adornos personales de España, como el resto de Europa, se inspira en los estilos de épocas pasadas y se hace ecléctico.Las joyas del Rococó utilizan los materiales preciosos de colores claros, tonos pasteles y dorados, con estilos decorativos en representaciones alegóricas. Los diamantes eran de uso casi distintivo, haciéndose evidente la constante demanda de estas gemas. La orfebrería empezó a utilizar la pasta de vidrio y cristal de roca; igualmente se incorporaban piezas de hierro y marcasita, un sulfuro cristalino coloreado similar a la pirita, un mineral que es muy parecido al oro. La joyería rococó recurrió a la naturaleza como su principal inspiración, integrada por innovadores niveles de altura en el recubierto esmaltado, y la entrada de nuevos materiales con las piedras semipreciosas como el ópalo. Alcanzó especial relevancia como arte de aire burgués dedicado a la ostentación y el lujo. A partir de esta época, se distingue claramente una joyería de día –más sobria y sencilla- de una de noche o destinada a ceremonias especiales, de mayor empaque, mucho más suntuosa. Las joyas Rococó van a estar en función de la indumentaria. Se pretende que se fundan con ella y que brillen en los interiores iluminados a la luz de las velas, reflejados en los numerosos espejos que inundan las estancias.
Con Felipe V, el primer rey Borbón en el trono de España, se promueven las Manufacturas Reales para equilibrar en la balanza de pagos evitando importaciones de lujo y amueblar y decorar los palacios reales.
En 1745 se decretó que no era exclusivo de los plateros comerciar con alhajas extranjeras, aunque los joyeros debían venir haciéndolo desde algún tiempo antes.
El Paseo del Prado albergó la Real Fábrica de Platería Martínez desde el 29 de abril de 1778 hasta la mitad del siglo XIX, impulsada por Carlos III, esta iniciativa fomentó la creación de escuelas similares en otras grandes ciudades.[13]
A mediados del siglo XVIII, por la dificultad de encontrar tienda en la demarcación y por lo elevado de los alquileres, muchos plateros no cumplían la ordenanza.[14] Ello dio lugar a numerosas controversias y dilatadísimos pleitos. Pero la situación era irreversible; en 1779, de 177 plateros con tienda u obrador propios sólo 85 estaban en la demarcación. Y en 1808 sólo 75 de 253 plateros censados vivían en el antiguo recinto, derogado en la práctica.
Madrid se convirtió en el centro de un sistema de Reales Sitios situados en su entorno, grandes posesiones donde el monarca y su séquito pasaban largas temporadas con un ritmo bien establecido: primavera en Aranjuez, verano en La Granja, otoño en El Escorial, invierno en El Pardo. Algunos de estos sitios reales, situados a las puertas de la ciudad (Casa de Campo, Buen Retiro, la Moncloa, la Florida), han influido notablemente en la estructura actual de la ciudad, en particular en el sistema de zonas verdes o en la dotación de espacios de uso público.
Prado - Retiro ha sido la columna vertebral de la ciencia española a finales del siglo XIX durante la Edad de Plata de la cultura española. Es posible encontrar patrones matemáticos fascinantes. Formas de algunas plantas, animales y entornos, que permiten inspirar a los orfebres madrileños tanto en el diseños de objetos como en las técnicas decorativas. Aplicando, quizás sin saberlo, los fractales para conservar un desarrollo regular similar a las conchas de los caracoles o las raíces de los árboles, que crecen con la misma estructura, pero no de la misma manera.
Un reto para la joyería del siglo XX consiste en la posibilidad de incrementar su valor artístico con la renovación de formas y el concurso de componentes más variados que los tradicionales para conseguir conjuntos de diseño armonioso.
Procesión del Corpus Christi
[editar]La procesión del Corpus Christi poseía en Madrid los dos protagonistas: la tarasca y la custodia. El mal es representado con la tarasca, la custodia representando el bien suele ir detrás de la procesión.
El encargo de la Custodia procesional de plata, el año 1573, a Francisco Álvarez fue uno de los detonantes de la popularidad de la celebración de la procesión del Corpus Christi en Madrid. La festividad se venía celebrando desde 1482 cuando la reina Isabel la Católica presidió la comitiva, cubierta la cabeza con una toca de velluda (una especie de terciopelo), pies descalzos y portando un cirio. Custodia procesional.
Años más tarde Carlos I participó igualmente en su procesión llevando una vara del palio. La celebración era muy popular en Madrid durante el reinado de Felipe II.
A partir del siglo XVII la tarasca, las figuras de la comitiva y los asistentes se vestían y peinaban a la moda, luciendo sus mejores galas que luego eran imitados sus vestidos, peinados y joyas por las mujeres de la corte durante el verano.
La procesión era una de las más concurridas de Madrid, llegando a participar más de millar y medio de clérigos.
Desde 1657 hasta 1748 se guardan en el Archivo de Villa los diseños que ilustran las tarascas para procesión Corpus
Después de misa, la comitiva del Corpus salía de la iglesia de Santa María y recorría las calles y edificios más emblemáticos de Madrid. Siguiendo un estricto orden jerárquico, en el cortejo participaban todos los sectores de la sociedad, delante los elementos populares y a continuación los representantes de los distintos estamentos del Estado.
A la cabeza de la procesión, entre timbales y trompetas, iba el "mojigón". Detrás iba la "tarasca" enorme dragón o sierpe con alas, vientre lleno de escamas, cola anchísima y uñas ganchudas, que se agitaba, movía la cabeza y abría la boca, asustando a los niños y arrancando el sombrero de los incautos para regocijo general. Sobre el lomo llevaba una serie de autómatas representando escenas burlescas, de volatinería e incluso taurinas, que acompañaban a la "tarasquilla" o tarasca propiamente dicha, una figura de mujer generalmente muy fea pero vestida a la última moda. Todo este entramado construido en madera y cartón se manipulaba desde dentro para dar movimiento a los personajes.
Diseños de Tarascas
[editar]Según cuenta la leyenda, esta criatura habitaba en Tarascón, Provenza, y devastaba el territorio por doquier. Se describe como una especie de dragón con seis cortas patas parecidas a las de un oso, un torso similar al de un buey con un caparazón de tortuga a su espalda y una escamosa cola que terminaba en el aguijón de un escorpión. Su cabeza era descrita como la de un león con orejas de caballo y una desagradable expresión.
Ana Bolena es popularmente conocida por haber sido decapitada bajo acusación de adulterio, incesto y traición. Está extensamente aceptado que fue inocente de estos cargos, y fue reconocida más tarde como mártir en la cultura protestante inglesa, particularmente debido a la obra de John Foxe.
El protagonismo en la moda se remonta a los tiempos de Ana Bolena, cuyas iniciales solían adornar sus joyas.
El colgante en forma de letra B, que pendía del collar con el que fue retratada Ana Bolena en uno de los pocos cuadros que existen de ella, sigue representando la moda del siglo XVII en las distintas películas que se hacen sobre ella.
La indumentaria de las damas representada en las tarasca constituyó una muestra de la ornamentación y el lujo de los cortesanos que era copiada también en la de los burgueses. Aparece la moda en el vestir en su etapa artesanal y aristocrática, el adorno y la riqueza de las materias encuentra en el siglo XVII su mayor apogeo. No solamente los géneros ricos como la seda en sus más elaboradas variantes (brocado, damasco, terciopelo labrado, entre otras) eran utilizados para la construcción de los trajes, sino que éstos eran profusamente incrustados con piedras preciosas, adquiriendo los conjuntos femeninos y masculinos un aspecto de lujo y ostentación.Dice José María Bernáldez en "Las tarascas de Madrid": "Resulta imposible averiguar los qué cuatro vicios representan los caballeros. La figura encaramada con el talego pudiera significar codicia. La dama, soberbia. La pareja galante, lujuria" (...)
Diseños de Tarascas para la procesión: Corpus 1657.[15] Corpus 1667.[16] Corpus 1669.[17] Corpus 1674.[18] Corpus 1685.[19] Corpus 1697.[20] Corpus 1724.[21] Corpus 1749.[22]
Pasarelas de moda aristocrática
[editar]Ya en el siglo XVI Madrid de convirtió en una pasarela de exposición aprovechando la costumbre popular de ir, al día siguiente a la celebración del Corpus, al templo de Santa María, serviría para definir la moda en el vestir para aquel año, los figurines de moda serían la Tarasquilla, el Tarascon y los Gigantillos. Las figuras servían de figurines de la moda en el vestir que había de haber en aquel año.[23]
Letra de una popular seguidilla: “Si vas a los Madriles, día del Señor. Tráeme de la Tarasca la moda mejor. Y no te emboles que han de darte en la cara los mogigones”
Conjuntos femeninos
[editar]En 1545 Tiziano terminó un retrato de Isabel vestida de negro con flores en el regazo y corona imperial a sus espaldas que ardió en el incendio del Palacio del Pardo en 1604 y que conocemos por copias y grabados. Las damas lucían sobrias pero elegantes con pendientes y collares de piedras preciosas incrustadas en oro y plata, medallones y camafeos. Por ejemplo: Isabel I de Castilla.[24], Juana I de Castilla.[25], Juana I de Castilla.[26], Ana de Austria (Reina de España).[27] Ana de Austria (Reina de España).[28], Ana de Austria (Reina de España).[29], Ana de Austria (Reina de España).[30], Ana de Austria (Reina de España).[31], Ana de Austria (Reina de España).[32], Isabel de Portugal (consorte).[33], Isabel de Portugal (consorte).[34], Isabel de Valois (Reina de España).[35], Isabel de Valois (Reina de España).[36], María I de Inglaterra (consorte).[37], Isabel de Francia (1602 – 1644).[38], Isabel de Francia (1602 – 1644).[39], Margarita de Austria-Estiria.[40], Margarita de Austria-Estiria.[41], Mariana de Neoburgo.[42], Mariana de Austria.[43], Mariana de Austria.[44], María Luisa de Orleans.[45], María Luisa de Orleans.[46], María Luisa de Orleans.[47], María Luisa de Orleans.[48], María Luisa de Orleans.[49], María Luisa de Orleans.[50], Bárbara de Braganza (1711-1758).[51], Bárbara de Braganza (1711-1758).[52], Bárbara de Braganza (1711-1758).[53], Bárbara de Braganza (1711-1758).[54], Isabel de Farnesio.[55], Luisa Isabel de Orleans.[56], Luisa Isabel de Orleans.[57]. Luisa Isabel de Orleans.[58], Luisa Isabel de Orleans.[59], Luisa Isabel de Orleans.[60], María Amalia de Sajonia.[61], María Amalia de Sajonia.[62], María Luisa de Parma.[63], María Luisa de Parma.[64],María Luisa Gabriela de Saboya.[65], María Luisa Gabriela de Saboya.[66], Julia Clary., María Cristina de Hamburgo-Lorena.[67], María Cristina de Hamburgo-Lorena.[68], María Cristina de Hamburgo-Lorena.[69], María Cristina de Hamburgo-Lorena.[70], María Isabel de Braganza.[71], María Cristina de Borbón-Dos Sicilias.[72], María Victoria del Pozzo.[73], María de las Mercedes de Orleans.[74], María Josefa de Sajonia.[75]
Conjuntos masculinos
[editar]En el Museo Nacional del Prado. Madrid.[76] se encuentran retratos donde se pueden apreciar vestiduras, joyas en los anillos de sellos, espadas con empuñaduras profusamente decoradas y alhajas en sus sombreros; por ejemplo: Retrato del príncipe Felipe y el enano Miguel el Soplillo. Rodrigo de Villandrando,h.1620, detalle. Museo Nacional del Prado. Madrid.[77]. Retrato de Felipe II como gran maestre de la Orden del Toisón de Oro. Taller de Alonso Sánchez Coello. Finales del siglo XVI. Instituto Valencia de Don Juan. Madrid.[78]. Por ejemplo: Carlos I de España y V de Alemania.[79], Carlos I joven. Bernaerd Van Orley, h 1515. Museo del Louvre. París.[80], Fernando I de Aragón.[81], Fernando I de Aragón.[82], Felipe II.[83], Felipe II.[84], Felipe III.[85], Felipe III.[86], Felipe IV.[87], Felipe IV.[88], Carlos II.[89], Carlos II.[90], Carlos II.[91], Felipe V.[92], Felipe V.[93], Felipe V.[94], Luis I.[95], Luis I.[96], Fernando VI.[97], Fernando VI.[98], Carlos III.[99], Carlos III.[100], Carlos IV.[101], Fernando VII.[102], Fernando VII.[103] , Fernando VII.[104] , José I Bonaparte.[105], Isabel II.[106], Amadeo II.[107], Alfonso XII.[108]
Artesanía de los metales preciosos
[editar]La artesanía de los metales preciosos contempla el trabajo artístico realizado por orfebres cuando trabajan con plata, oro y otros materiales preciosos
Las grandes cantidades de oro que en el transcurso del siglo XVI llegaron a España desde el continente americano, dieron un fuerte impulso a la orfebrería. Una pieza representativa del diseño y la técnica es una corona que se encuentra en la catedral de Sevilla[109], denominada San Fernando. Una parte de las joyas estaba destinada a adornar el vestido y se le daba aplicación práctica. Otras piezas eran puramente decorativas, como los botones de adorno, los pendientes, alfileres, insignias, cascabeles, laminillas, perlas y piedras preciosas. Los hombres engalanaban el sombrero con costosos broches adornados con piedras preciosas y perlas.
Cada corte o imperio tenía bajo sus servicios un grupo de artesanos a dedicación exclusiva .[110] Para confeccionar las piezas de orfebrería y las joyas se creó la Real Fábrica de Platería Martínez. El florecimiento del arte de las alhajas surge en España, a partir del siglo XVI. Los artesanos que diseñaron y manufacturaron joyas y adornos personales con materiales preciosos, fueron extraordinarios artistas que no tenían reparos en practicar un oficio además de realizar obras de arte imponderables en su actividad.[111]
Ya en el año 1568, Francisco Álvarez, platero y vecino de Madrid, trabajó para las reinas Isabel de la Paz Valois y de Ana de Austria, esposas del rey Felipe II.[112]
Madrid ha reunido desde hace siglos las condiciones para ser un importante centro artesano en metales y piedras preciosas[113], y lo sigue siendo. Las artes, artesanías y oficios con materiales preciosos descubiertos en América y las exploraciones del archipiélago malayo, se trabajaron en la Villa.
El artesano iba sabiendo más del mundo en que vivía, fortaleciendo la confianza en sí mismo y agrupándose en gremios o corporaciones; el orfebre incorpora en su arte la figura desnuda
Su prestigio se remonta a la formación de la llamada Escuela Madrileña de Orfebres, en el siglo XVI, en torno a la Cofradía de San Eloy.[114]
Pocas joyas de la 1ª etapa del siglo XVI han sobrevivido en España; unas desaparecieron en naufragios otras habrían sido fundidas para recuperar el oro o recicladas según las modas.
La joyas que fueron recuperadas siglos después ha permitido conocer la memoria histórica de la orfebrería con los materiales preciosos, especialmente la joyería lucida por reyes, reinas, condes, condesas, duques y duquesas. Patrimonio Nacional custodia la mayoría de colecciones reales en plata y metales preciosos.[115]
En el siglo XVI los Reyes Católicos emitieron monedas de oro y a mediados de siglo, como consecuencia de las grandes cantidades de plata que llegaban de las minas de Potosí (Bolivia), las monedas más utilizadas eran las de plata, mientras el oro reducía su circulación.
La Corona prestaba enormes esfuerzos para impedir la salida de metales preciosos, a pesar de ello, las continuas guerras y la infravaloración de la plata en España, hizo que la plata se extendiera por toda Europa. Fueron famosos los trabajos de cincelado y esmaltado; el cincelador pasaba un complicado dibujo a la plancha metálica que pegaba en una masa profunda de pez. Con el cincel sacaba los contornos y daba la vuelta a la pieza para el repujado, dando por la otra cara los realces precisos que llevaban al acabado final impecable. El esmaltista trabajaba para los joyeros y plateros. Sílices y óxidos componían sus pastas vítreas. Usaban el sistema cloisonné, en el que sobre una lámina metálica se componían celdillas para depositar los esmaltes, o bien el sistema champlevé, en el que se rebaja al ácido o a buril la placa para introducir en su hueco los colores. También había bordadores, latoneros, Yeseros, Embajadores, Libreros, Relatores, Cuchilleros, Curtidores, Botoneras, Latoneros, ... etc
El Paseo de El Prado y el Buen Retiro de Madrid se convirtieron en el siglo XVI en la pasarela de exposición de la alta joyería madrileña. Desde comienzos del siglo XVI hasta el siglo XIX ha existido una uniformidad en modelos y estética lucidos por la Corte y la alta burguesía.
Este modelo, caracterizado por la ostentación de joyas espectaculares , se extendería por toda la península ibérica y el continente americano ejemplificado en la nobleza y la sociedad española.[116]
Si analizamos el retrato de la reina consorte de España, María Josefa Amalia de Sajonia Borbón-Parma (Dresde, Alemania, 1803-Aranjuez, Madrid, 1829), aparece representada figura de pie, en un ambiente palaciego, entre un gran sillón estilo Imperio y una mesa cubierta con tapete de terciopelo rojo sobre el que reposa la corona real. Viste un elegante vestido largo de seda blanca y gasa con bordados de hilos de oro en la parte baja de la falda y lleva unos guantes largos (uno de ellos quitado), en el mismo color. Complementan su indumentaria el rico tocado (compuesto de plumas, flores, perlas y espigas de trigo), un collar, una pulsera y unos pendientes de chatones (elaborados todos ellos con perlas), y las correspondientes distinciones como la banda y la cruz de la Orden de María Luisa. En su cinturón luce un camafeo orlado de perlas con el retrato de su esposo, el monarca Fernando VII, y lleva capa azul bordada.[117]
En el retrato de la reina Isabel I de Castilla, aparece recortada sobre un fondo oscuro, representada de medio cuerpo, levemente girada y dirigiendo la mirada hacia su derecha. Lleva una vestido en tonos marrones con escote en barco y mangas abullonadas, se ajusta en la cintura y, a partir de esta, la falda cae con volumen y sensación de tableado. Debajo de él, se observa una camisa de algodón de color blanco, decorada con bordados de castillos y leones -haciendo alusión a los reinos de Castilla y León- y pequeñas águilas explayadas -como se representaban en el escudo de Dos Sicilias-. Las mangas se representan con estampado de rayas verticales. En la testa lleva una toca blanca a modo de casquete del que parte un velo que enmarca su rostro y llega hasta la altura del escote, en el cual se aprecia un remate con perlas engarzadas, sobre el que pende como una cruz de Santiago con concha de peregrino y perlas, la cual podía servir de relicario. En la parte superior de la obra aparece una leyenda con el nombre del personaje.
Referencias
[editar]- ↑ «Plata y metales Patrimonio Nacional».
- ↑ «Pedro Durán, el último clan de la plata».
- ↑ «Juan de Arfe y Villafañe».
- ↑ «Ficha de diadema del Museo Arqueológico Nacional».
- ↑ «Historia universal de las joyas».
- ↑ «Historia crítica de España».
- ↑ «Isidoro de Sevilla».
- ↑ «historia de Arcos de la frontera».
- ↑ «Talleres de orfebres».
- ↑ «Inventario Margarita».
- ↑ «Plateros en la Corte de Madrid».
- ↑ «Calle Platerías».
- ↑ «Retrato del platero Antonio Martinez Barrio».
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- ↑ «Francisco Álvarez».
- ↑ «Gemología».
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- ↑ «Colecciones reales».
- ↑ «Relojes».
- ↑ «Retrato de Reina».
Enlaces externos
[editar]- Lapidario del Rey D. Alfonso X. Códice original. Edición de 1881 de José Fernandez Montaña.[1]
- Algunas consideraciones sobre los tesoros catedralícios. Jesús Rivas Carmona, 2000
- Matemática divina: https://ecoosfera.com/medio-ambiente/matematica-divina-la-secuencia-de-fibonacci-en-la-naturaleza-fotos/
- Historia universal de las joyas a través del Arte y la Cultura. M. Wagner De Kertesz. Editorial: Centurion, 1947.[1]
- Archiduquesa Isabel de Austria, Jorge de la Rúa, 1573, detalle. Monasterio de las Descalzas Reales, Patrimonio Nacional. Madrid.
- Isabel Clara Eugenia y Magdalena Ruiz. Alonso Sánchez Coello, detalle. Museo Nacional del Prado. Madrid.
- Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II. Atribuido a Sofonisba Anguissola. Museo Nacional del Prado. Madrid
- Ana de Austria con garganta de pasos y pasillos y joyel de águila bicéfala. Cintura de troncos y puntas o cabos con lazadas rojas. Atribuido a Bartolomé González. Museo Nacional del Prado. Madrid.
- Margarita de Austria-Estiria, reina de España. Juan Pantoja de la Cruz, 1606. Museo Nacional del Prado. Madrid
- Margarita de Austria Juan Pantoja de la Cruz,1607. Museo Nacional del Prado. Madrid
- Infanta Ana Mauricia, reina de Francia. Bartolomé González. Museo Nacional de Escultura. Valladolid.
- La infanta Ana de Austria. Juan Pantoja de la Cruz. 1602. Monasterio de las Descalzas Reales. Patrimonio Nacional. Madrid
- La infanta Margarita Francisca, hija de Felipe III. Morán, Santiago. Museo Nacional del Prado. Madrid.
- Caterina di Ferdinando de’Medici, duquesa de Mantua y de Monferrato. Justus Sustermans 1621. Galería de los Uffizi. Florencia
- La reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II. Juan Pantoja de la Cruz, h. 1605. Museo Nacional del Prado. Madrid.
- El toison de oro. https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/el-emperador-carlos-v/a4f253c5-de88-4d90-9c24-857ab7a59519. (Orden del Toisón de Oro): https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/el-emperador-carlos-v/8499be61-5cee-4730-83d3-7533d0d30219. https://casarealdeespana.es/2018/01/31/la-orden-del-toison-de-oro/