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Aspectos generales[editar]

No me resisto a formular, en primer término, la afirmación categórica de que existe una pintura argentina, es decir, una pintura que no sólo presenta cierto nivel de validez sino que está dotada, además, de una fisonomía absolutamente inconfundible para cualquier mirada medianamente experta. (...) La fisonomía de la pintura argentina no es, en primer lugar, una fisonomía estrepitosa, ruda y enérgicamente visible como podría ser, por ejemplo, la más característica pintura mejicana. Nuestra pintura tiene una luz, una luz argentina, que es atenuada pero que jamás llega a esa delicadeza de grises tan particulares de la pintura parisién. En cuanto al espíritu que la anima y determina sus rasgos estéticos y técnicos más sobresalientes, yo diría que es un espíritu hecho a medida, de contención, de equilibrio, de buen sentido creador. En el panorama tan complejo, dilatado y hasta heterogéneo de nuestra pintura, se advierte la presencia de muy diversas corrientes y de las más disimiles personalidades. Tenemos, por ejemplo, realistas. Tenemos temperamentales. Tenemos refinados. Nuestros realistas —obsérvese— nunca llegan a la brutalidad ni a la rudeza grosera. Nunca nuestros temperamentales son demasiado violentos. Jamás nuestros refinados, los más delicados entre los pintores que podríamos calificar de sensibles, llegan a las evanescencias de lo delicuescente. La elaboración de las formas —aún en los más inventores— jamás arriba al monstruosismo expresivo de ciertas deformaciones excesivas. Las medias tintas, los tonos agrisados, los colores atenuados, parecen definir los registros cromáticos de nuestra pintura.[1]

https://icaa.mfah.org/s/es/item/805103#?c=&m=&s=&cv=3&xywh=-241%2C0%2C3930%2C2199

Historia[editar]

Arte precolombino[editar]

Las pinturas rupestres de la Cueva de las Manos en la Patagonia argentina, creadas entre 7300 a. C. y 700 d. C.

Aspectos generales[editar]

Aunque es frecuente el uso del término de arte precolombino, este no refiere a una unidad general, sino a todas las obras de arte hechas en América antes de la colonización europea.[2]​ Según señala Alberto Rex González, «es necesario [...] tener bien presente que el término arte precolombino se refiere no a una cultura determinada, sino a la historia compleja de las civilizaciones de todo un continente».[2]

Según señala José Pérez Gollán:

En las sociedades indígenas prehispánicas nunca existió una categoría de objetos pensados como obras de arte; la mayoría de las piezas que los occidentales contemporáneos vemos como bellas fueron hechas para cumplir con una o varias funciones: algunas eran para fines prácticos y cotidianos, mientras que otras se usaban en la esfera de lo simbólico. Lo que nosotros interpretamos como motivos decorativos eran, en realidad, mensajes de identidad personal, social y cultural, o bien signos de unidad étnica. El mensaje visual de los objetos prehispánicos admite múltiples lecturas: atuendos específicos identifican la posición social o el origen regional de quienes los llevan, ciertos materiales se asocian con el poder, determinados motivos hablan de la legitimidad que otorgan los antepasados o, en otros casos, los colores están cargados de significado ideológico; ninguno es excluyente y las combinaciones son múltiples.[3]

Historiografía[editar]

https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/16689/volcompleto-part8.pdf

Por región[editar]

La siguiente división espacial de las culturas indígenas del actual territorio argentino en «subáreas» fue propuesta por Rex González en su libro Arte precolombino de la Argentina. Introducción a su estudio cultural (1977).[4]

Noroeste[editar]

Estos pueblos fueron los que mayor desarrollo cultural alcanzaron en el actual territorio argentino.[5]

Las sociedades indígenas del actual Noroeste argentino desarrollaron una multiplicidad de manifestaciones artí­sticas —incluyendo cerámica, tejido, metal y escultura en piedra y madera— a través de las cuales representaron su cosmovisión, de fuerte arraigo en las tradiciones históricas del mundo andino pero con rasgos propios.[6]

Pampa-Patagonia[editar]
Centro Oeste[editar]
Chaco-santiagueña[editar]
Sierras Centrales[editar]

Esta subárea incluye a las sierras de Córdoba y San Luis.[7]

Chaco y Litoral[editar]

El Chaco corresponde a las actuales provincias de Formosa, Chaco y norte de Santa Fe, mientras que el Litoral se extiende a lo largo del río Paraná y sus tributarios.[8]

Arte colonial (1516–1810)[editar]

En 1563, el Concilio de Trento.[9]


https://bcn.gob.ar/arte/recuerdos-de-la-epoca-virreinal

Metodologías de análisis sobre arte colonial en la historiografía artística argentina: aportes, cambios y permanencias

http://encuentro.gob.ar/programas/serie/8042/566

https://scholar.archive.org/work/2wvx2ogy5rfarhadzexqt2gyom

https://books.google.com.ar/books?hl=es&lr=&id=TE4vAAAAIAAJ&oi=fnd&pg=PA1&dq=arte+colonial+argentino&ots=58H6Ebu_1J&sig=PsaICsVMeZpUZsiCkDM39MhGj0A&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false

http://www.iaa.fadu.uba.ar/publicaciones/critica/0080.pdf

http://bibliotecas.ucasal.edu.ar/opac_css/doc_num_data.php?explnum_id=774

Siglo XIX[editar]

Siglo XX[editar]

1900–1916[editar]


1916–1930[editar]

Los años 1920 fueron una década de grandes cambios.

1930–1945[editar]

https://books.google.com.ar/books?id=1XPVAwAAQBAJ&printsec=frontcover&dq=ARTE+COLONIAL+ARGENTINO&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwje-umPm-L5AhV5s5UCHesGDzwQ6AF6BAgKEAI#v=onepage&q&f=false

1945–1955[editar]

Arte concreto[editar]
Grupo Litoral[editar]
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El mate (1954) de Leónidas Gambartes. Cromo al yeso, 40,5 x 26 cm.[10]
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1955–1973[editar]

Informalismo[editar]
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Rojo (1964) de Noemí Di Benedetto. Óleo, esmaltes industriales, arena y telas sobre arpillera, 115 x 85,5 cm. Museo Moderno, Buenos Aires.[11]
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En octubre de 1957, se presentó en la Galería Pizarro de Buenos Aires la exposición Siete pintores abstractos, con obras de Osvaldo Borda, Víctor Chab, Josefina Miguens (luego conocida como Josefina Robirosa), Rómulo Macció, Martha Peluffo, Kazuya Sakai y Clorindo Testa.[12]​ Estos artistas «evidenciaban la inclinación hacia una abstracción "cálida", entendida esta vía en su sentido más general, como oposición a la abstracción geométrica o "fría", y como valoración de la expresión espontánea y de la gestualidad inmediata, pero contenida.»[12]​ Sus obras compartían el «uso de los elementos sígnicos, de los trazos libres, de las manchas, de las superficies coloreadas, de las texturas y hasta [...] cierta geometría sensibilizada.»[12]​ La actividad del colectivo Siete pintores abstractos estuvo ligada desde 1958 en adelante a la revista Boa, fundada y dirigida por el poeta y crítico de arte Julio Llinás.[12]

También en 1957, hizo su aparición el llamado Grupo de San Isidro, conformado por los jóvenes artistas Jorge López Anaya, Jorge Martin y Mario Valencia, quienes intentaron romper con el formalismo imperante en Buenos Aires en sus pinturas.[12]​ Su oposición a las convenciones de la «buena pintura» los llevaron a bautizar a sus obras como cosos.[12]

Esta etapa fue un antecedente al arte pop que se desarrollaría en los años 1960, abriendo las puertas a la experimentación matérica y la creación de objetos.[13]

Grupo Espartaco[editar]
Nueva Figuración[editar]
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Adán y Eva N° 2 (1963) de Ernesto Deira. Óleo y esmalte sintético sobre tela, 195 x 260 cm. Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires.[14]
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El grupo Nueva Figuración en Buenos Aires, fotografiado por Sameer Makarius en 1963. De izquierda a derecha: Rómulo Macció, Ernesto Deira, Luis Felipe Noé y Jorge de la Vega.

En 1961, los jóvenes artistas Luis Felipe Noé, Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega fundaron el movimiento Otra Figuración, que prosiguió sus actividades hasta 1965 bajo el nombre de Nueva Figuración.[15]​ Durante su corta vida, el colectivo presentó la cantidad de diez exposiciones: Otra Figuración (1961) en la Galería Peuser, Buenos Aires, junto a los invitados Carolina Muchnik y Sameer Makarius; Esto (1962) en la Galería Lirolay, Buenos Aires; Deira, Macció, Noé, de la Vega. Pinturas (1962) en la Galería Bonino, Buenos Aires; Deira, Macció, Noé, de la Vega (1962) en la Galería Bonino, la segunda parte de la exposición anterior; Deira, Macció, Noé, de la Vega (1963) en el Museo Nacional de Bellas Artes; Pinturas de Deira, Macció, Noé e de la Vega (1963) en la Galería Bonino Rio, Río de Janeiro; Deira, Macció, Noé, de la Vega (1963) en la Comisión Nacional de Bellas Artes, Montevideo; Deira, Macció, Noé, de la Vega (1965) en el Museu de Arte Moderna-MAM RJ, Río de Janeiro; 4 Pintores (1965) en la Sociedad Hebraica, Buenos Aires; y Deira, Macció, Noé, de la Vega. Pinturas (1965) en la Galería Bonino, Buenos Aires.[15]

El término «nueva figuración» fue acuñado por el crítico francés Michel Ragon tras una visita a Argentina en 1961.[15]​ En aquellos años, la producción artística argentina se dividía en dos grandes tendencias: por un lado, una estética realista y de denuncia promovida por pintores del interior como Leónidas Gambartes, Ricardo Supisiche y Diego Cuquejo y, por el otro, una línea abstracta inscripta alrededor de la vanguardia constructivista (el Arte Madí de Tomás Maldonado, Alfredo Hlito, Enio Iommi y Manuel Espinosa) y del movimiento informalista (Alberto Greco, Kenneth Kemble, Luis Alberto Wells y Mario Pucciarelli).[15]​ En este contexto, la Nueva Figuración:

... proponía una estética que buscaba una síntesis, fluctuante entre lo abstracto y lo figurativo, mezclando referentes tanto temáticos como estéticos, y abriendo interrogantes polisémicos, con un trabajo intenso sobre la gama cromática, una preocupación aguda por una representación que se interesaba en la sociedad, en la historia y en la política, un cuestionamiento del arte pictórico en todos los planos (soporte, materiales, collages, concepto de exposición, problemática alrededor de la identidad del autor). Aparecían así cuadros de formas diversas (ovales, trapezoides, triángulos, amorfos, siguiendo las líneas rectas de una estrella), integrando objetos variados (collages de madera, de metal, de materias plásticas y textiles, de papel) que prolongaban el formato, telas pintadas por el frente y por el revés, lienzos que colgaban y superaban los límites del marco, exposiciones con telas en blanco y con mesas con pinceles y pomos de pintura, para que los espectadores realizaran las obras, utilización de materiales de todo tipo que se aplicaban a la tela, recurso a técnicas de pintura con pinceles, con espátulas, con los dedos, etc. Se trataba de un cuestionamiento del lenguaje expresivo en su totalidad.[15]
Arte pop[editar]

El arte pop en Argentina tuvo «un desarrollo breve pero contundente, que marca a fuego uno de los episodios más activos de la historia del arte argentino».[16]

Fue un momento en que la cultura adquirió protagonismo y la vanguardia contó con el apoyo de instituciones creadas para fomentarla, como el Instituto Torcuato Di Tella.[17]

Dentro de la historiografía del arte argentino, Romero Brest y Oscar Masotta fueron los principales teóricos del arte pop argentino.[13]​ En sus textos, distinguen tres momentos relacionados al movimiento: en primer lugar, sus antecedentes en el arte objetual de principios de los años 1960 o «arte de las cosas», impulsado por los críticos Rafael Squirru y Hugo Parpagnoli; luego, el del Instituto Di Tella, momento de madurez de la tendencia y, por último, la transformación del arte pop en una vía del arte conceptual.[13]

Arte de acción[editar]

1973–1983[editar]

Según Victoria Verlichak, los años 1980 se «caracterizaron por la conciliación y la mezcla de distintos estilos artísticos anteriores y el renacer de antiguas tendencias. En el panorama del arte contemporáneo en el mundo fue un momento de eclecticismo que trajo consigo diversas corrientes heterogéneas, como el neoexpresionismo alemán y la transvanguardia italiana, que tuvieron como denominador común a la recuperación de la pintura; tanto a la figuración como la abstracción».[18]

Según Viviana Usubiaga, las imágenes producidas en los años 1980, así como «los discursos críticos y la reconfiguración de las instituciones artísticas que se dio entonces, revela un momento histórico particular de nuestra cultura, una bisagra entre el duelo por la tragedia y la vitalidad del renacer que despertaba la libertad en recuperación durante la posdictadura».[19]

En efecto, existió un uso y abuso de conceptos generados para poéticas foráneas que algunos aplicaron a la producción local. Las artes de los 80 fueron estigmatizadas durante muchos años por esa razón. Pero cuando uno revisa las imágenes, encuentra en muchos artistas una producción más compleja y rica en sentidos y comprueba que lo imitativo predominó más en los discursos que en las prácticas de los artistas que sí parodiaban, incluso a la propia dinámica del campo artístico.[19]

1983–1999[editar]

«El Rojas» y el arte de los noventa[editar]

Entre 1987 y 1997, un grupo de artistas tomó visibilidad en la nueva Galería de Artes Visuales del Centro Cultural Ricardo Rojas en Buenos Aires, entonces dirigida por Jorge Gumier Maier.[20]

https://www.laurabatkis.com.ar/arte-argentino-de-los-noventa-centro-cultural-recoleta/

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/6-34568-2015-01-27.html

http://eventosacademicos.filo.uba.ar/index.php/JEI/XIVJEI/paper/viewFile/5716/3607

https://proa.org/esp/exhibicion-proa-algunos-artistas-90--hoy-textos.php

https://icaa.mfah.org/s/es/item/769571#?c=&m=&s=&cv=1&xywh=1053%2C1319%2C1179%2C660

https://artishockrevista.com/2022/09/29/arte-buenos-aires-anos-90/

Siglo XXI[editar]

2000–actualidad[editar]

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Quiero ser un gato (2001) de Fernanda Laguna. Collage sobre tela, 33 x 47 cm.[21]
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En el año 2000, Fernanda Laguna cofundó Belleza y Felicidad, espacio heredero del Centro Cultural Rojas que «marcó un hito en el desarrollo del arte argentino, instaurando una ética y una estética que influyen aún hoy en la escena local».[22]

La estrenduosa llegada del nuevo milenio se tragó a los 2000 como década; y a la vez que esto sucedía, el arte argentino tampoco era pensado e interpretado, y en ese sentido apenas si existió.[23]

Museos de arte[editar]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. Córdova Iturburu, 1981, p. 9.
  2. a b Rex González, 1977, p. 23.
  3. Pérez Gollán, José (1999). «Arqueología y Arte en la Argentina». Caminos Sagrados - Arte Precolombino Argentino. Buenos Aires: Fundación PROA. Consultado el 25 de junio de 2023. 
  4. Rex González, 1977, p. 36.
  5. Rex González, 1977, p. 99.
  6. «Arte originario». Buenos Aires: Museo Nacional de Bellas Artes. 2009. Consultado el 25 de junio de 2023. 
  7. Rex González, 1977, p. 39.
  8. Rex González, 1977, p. 40.
  9. «El arte colonial en el actual territorio argentino». Huellas. Arte Argentino (serie documental) (Episodio 2) (Buenos Aires: Encuentro y Universidad Nacional de General San Martín). 2008. Consultado el 25 de junio de 2023. 
  10. «Figuras y paisajes». Buenos Aires: Gambartes. Consultado el 25 de junio de 2023. 
  11. «Colección: obra: Rojo». Buenos Aires: Museo Moderno. Consultado el 25 de junio de 2023. 
  12. a b c d e f López Anaya, Jorge (Agosto de 2003). «Informalismo en Argentina. Historia». Buenos Aires: Centro Virtual de Arte Argentino (CVAA). Centro Cultural Recoleta. Consultado el 25 de junio de 2023. 
  13. a b c Herrera, María José en Carbonari (2010, p. 9)
  14. Herrera, María José. «Comentario sobre Adán y Eva N° 2». Buenos Aires: Museo Nacional de Bellas Artes. Consultado el 25 de junio de 2023. 
  15. a b c d e Ponce, Néstor (2021). «Mirar para entender: la mirada escópica de Luis Felipe Noé y del grupo Nueva Figuración (1961-1965)». Amerika (Rennes: Centre d'Etudes de Langues et Littératures Anciennes et Modernes (CELLAM). Université Rennes 2) (23). ISSN 2107-0806. Consultado el 25 de junio de 2023 – via OpenEdition. 
  16. Gallo, Sebastián Alejandro (2014). «Nuevos escenarios artísticos en las décadas de 1960 y 1970 en Argentina. Arte popular & arte político». En Vieytes, Rut, ed. Cruces entre periodismo, arte, diseño y política en el siglo de la imagen. Buenos Aires: Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. pp. 98-125. ISBN 9789871850181. Consultado el 16 de junio de 2023. 
  17. Herrera, María José en Carbonari (2010, p. 6)
  18. Verlichak, Victoria (2003). «Los años Ochenta en Fundación Proa». Buenos Aires: Fundación PROA. Consultado el 15 de julio de 2023. 
  19. a b «“Los 80 son una bisagra cultural entre el duelo y la posibilidad de renacer”». Clarín. Buenos Aires. 21 de abril de 2013. Consultado el 16 de julio de 2023. 
  20. Lemus, Francisco (2015). «¡Arte light, arte rosa, arte marica! Reapropiaciones poéticas en el arte argentino de los años noventa como formas de resistencia». Publicado bajo la licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International. Revista Cambia (La Plata: Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata) 1 (1): 117-132. Consultado el 30 de junio de 2023 – via SeDiCi. 
  21. «Fernanda Laguna: The Path of the Heart» (en inglés). Nueva York: The Drawing Center. 2022. Consultado el 17 de julio de 2023. 
  22. Lemus, Francisco (2020). «Orgullo y Prejuicio. Arte en Argentina en los 90 y después. Capítulo III». Buenos Aires: Nora Fisch. Consultado el 16 de julio de 2023. 
  23. Katzenstein, Inés (2010). «Trash: una sensibilidad de la pobreza y la sobreinformación». En Cippolini, Rafael; Farina, Fernando; Labaké, Andrés, eds. Poéticas contemporáneas : itinerarios en las artes visuales en la Argentina de los 90 al 2010. Buenos Aires: Fondo Nacional de las Artes. ISBN 978-987-641-015-1. 

Bibliografía[editar]

Enlaces externos[editar]