Imperio romano de Occidente

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Imperium Rōmānum Occidentāle
Senātus Populusque Rōmānus
Rēs Pūblica Populī Rōmānī

Imperio romano de Occidente[nota 1]

Provincias del Imperio romano
administradas por el emperador de Occidente


395-476

Bandera
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Extensión del Imperio romano de Occidente.
Capital Mediolanum (395-402)
Rávena (402-476)
Idioma principal Latín
Otros idiomas Protorromance, galo, griego y otras lenguas regionales y étnicas
Religión Cristianismo
Gobierno Monarquía absoluta
Emperador
 • 395-423 Honorio
(Emperador de occidente tras la división definitiva del Imperio Romano)
 • 475-476 Rómulo Augusto
Historia
 • Reformas administrativas de Diocleciano 285 de 395
 • División del Imperio romano Oriente y Occidente 395
 • Deposición de Rómulo Augusto 4 de septiembre de 476 de 476
Moneda Sólido bizantino


El Imperio romano de Occidente es el nombre que recibió la parte occidental del Imperio romano tras la división administrativa iniciada con la tetrarquía del emperador Diocleciano (284-305) y consolidada por el emperador Teodosio I (379-395), quien lo repartió entre sus dos hijos: Arcadio fue designado emperador de Oriente y Honorio de Occidente.

Historia

Variación de la temperatura global del planeta en los últimos 2000 años, entre el año 300 d.C. y el 750 d.C. se registrarion temperaturas más bajas.

Gran parte del auge económico y militar de Roma se basó en guerras imperialistas, que canalizaron más recursos económicos hacia las estructuras administrativas del Estado romano. La renta per cápita del imperio había aumentado gracias al trabajo forzado de mano de obra esclava y al aprovechamiento de la fuerza laboral en beneficio del estado. El final de las guerras de expansión imperialistas dificultaron la continuación de este modelo de hegemonía económico-militar.

Además a partir de los siglos III y IV se produjeron importantes migraciones tanto en el norte y centro de Europa como el centro de Eurasia. No se conoce con precisión la causa de estas migraciones, aunque pudieron estar implicados factores climáticos: entre el siglo IV y el siglo XIII, el planeta sufrió un cierto enfriamiento lo cual habría empeorado las condiciones de supervivencia las zonas más frías de Eurasia, haciendo que pueblos seminómadas se desplazaran en busca de mejores condiciones.

Cambios en el ejército romano

El principal cambio sufrido entre las épocas de la pax romana y la división del Imperio romano se vio sobre todo en el ejército romano. Tras la batalla de Adrianópolis, dio prepondierancia a las tropas de caballería por encima de las legiones, y armas típicas de la legión como el gladius o el scutum, fueron substituidas por la spatha más larga y a escudos con forma redonda, al estilo germánico. Además las armaduras romanas conocidas como lorica segmentata fueron substituidas por las cotas de malla, que antiguamente solo eran usadas por las tropas auxiliares. Esto se debió en parte a que el ejército romano incluia entre sus soldados, guerreros bárbaros, denominados fœderātī, también debido a la escasez de oro en las arcas imperiales, lo que obligó al ejército romano a abaratar el coste de sus materiales.

Aparte de los cambios materiales y estratégicos del ejército, en ese período no parecen registrarse gran cantidad de líderes militares capaces. En los últimos compases del Imperio romano de Occidente, gran parte del ejército romano estaba compuesta por fœderātī (mercenarios de origen extranjero). Había contados líderes capaces, que con habilidad y destreza conseguían méritos para el imperio, luchando principalmente contra los bárbaros o las rebeliones internas, como fueron Flavio Aecio, Estilicón o Flavio Ricimero; sin embargo, en muchos casos varios de estos líderes se hicieron populares y las rivalidades entre las élites, propiciaron que varios de ellos fueran asesinados, en un contexto de inestabilidad política y debilidad administrativa.

Decadencia occidental y prosperidad oriental

A la muerte del emperador Teodosio I, el imperio romano se dividió a efectos administrativos en dos mitades. Arcadio, hijo mayor de Teodosio I, quedó a cargo del trono del Imperio romano de Oriente, mientras que a su hijo menor, Honorio, fue nombrado emperador del Imperio romano de Occidente. Sabiendo que su hijo era muy joven, nombró al general Estilicón como su tutor. Después de la división del Imperio romano, Occidente quedó conformado por Hispania, Italia, Galia, Britania, Mauretania, África (costas de la actual Libia), mientras que Oriente estaba conformado por la península de los Balcanes, Anatolia, Oriente Próximo y Egipto. Posteriormente, los historiadores occidentales llamaron a esta entidad Imperio bizantino, denominación tomada de Bizancio, antiguo nombre griego de su capital Constantinopla. Honorio situó su capital en Mediolanum.

La situación política era inestable, particularmente en la mitad occidental. A partir de siglo III d.C. en la mitad occidental se habían producido numerosos conflictos internos, liderados por militares con ambiciones políticas que habían dado lugar a numerosas guerras civiles por el poder. En algunos períodos álgidos, se dieron alzamientos militares cada pocos meses y con generales autocoronados «emperadores» alternativos, especialmente en Britania y Galia. A este complicado cuadro que hacía tremendamente difícil mantener el gobierno sobre el Imperio de Occidente se unían las continuas incursiones de los pueblos bárbaros sobre las fronteras del imperio. Estos bárbaros a veces formaron alianzas políticas con algunos de los contendientes en guerra civil o rompían con todos entregándose al saqueo de ciudades, aumentando el clima de inestabilidad política.

Por todo ello, Occidente sufrió de forma mucho más contundente las consecuencias de la crisis del siglo III, mientras que Oriente, mejor administrado, más urbanizado y con mayor renta per cápita, lograba recuperarse poco a poco, a pesar de las amenazas fronterizas de los godos y los persas, debido a los ingresos procedentes de los fértiles campos de Anatolia y Egipto, su mayor cohesión interna y su población más abundante y menos golpeada por las guerras civiles, la corrupción y las pestes como ocurría en Occidente.

Invasiones bárbaras

Las invasiones germánicas

La crisis política de Occidente se agravó cuando los visigodos bajo el mando de Alarico I se dirigieron hacia Italia en el año 402. En un primer momento, el general romano de origen vándalo Estilicón, una de las últimas grandes figuras militares de Occidente, logró derrotar a Alarico I en la batalla de Polencia. Sin embargo, las tropas romanas ya no eran tan abundantes como en tiempos anteriores y Estilicón solo pudo reunir los hombres suficientes retirando buena parte de los que vigilaban la frontera del río Rin. Esto provocó, en la Navidad del 406, que los vándalos, suevos, francos, y en menor medida los gépidos, alanos, sármatas y hérulos, cruzaran de forma masiva el río helado y se asentaran por toda la Galia y luego por Hispania, causando disturbios en muchas ciudades a su paso.

Poco después, Alarico I volvió a amenazar a Roma exigiendo el pago de importantes tributos, mientras en Britania un nuevo usurpador se coronaba a sí mismo como Constantino III. Estilicón fue incapaz de atajar la crisis y, víctima de las conjuras de los cortesanos de Honorio, fue ejecutado en el 408. Las tropas romanas abandonaron Britania mientras era invadida por nuevos contingentes sajones con el fin de apaciguar la situación en la Galia, pero poco pudieron hacer. En muchas partes del Imperio la autoridad del Estado era débil, y solo las sucesivas capitales de Milán y Rávena contaban con las fuerzas suficientes para defenderse adecuadamente.

Invasiones germánicas y de los hunos en el Imperio romano, 100-500 d.C.

Con este cuadro, a Alarico le fue relativamente fácil reclamar pagos a la abandonada ciudad de Roma al sitiarla sucesivamente en 408 y 409, retirándose cuando obtenía el oro convenido con el Senado. Pero en el 410 no le pudieron entregar las 4000 piezas exigidas y Alarico ordenó saquear la ciudad. Tal hecho fue visto por los propios romanos como el fin de una era y un ultraje inimaginable,[cita requerida] pues la antigua gran capital del Imperio caía ahora saqueada por los bárbaros. Y mientras Alarico saqueaba la ciudad, Honorio se encontraba en Rávena y no emprendió ninguna acción efectiva para evitar el saqueo. Hacía más de siete siglos que en Roma no entraba un ejército extranjero.

Alarico se dirigió luego a Nápoles con intención de embarcar hacia África, pero murió en el camino. Sorprendentemente, Gala Placidia, hermana del emperador Honorio (refugiado en Rávena), que había sido capturada en Roma, consiguió convencer a los visigodos para que firmasen la paz y se aliaran con los romanos. Selló esta alianza casándose con el nuevo rey visigodo, Ataúlfo, al cual se le cedió la Aquitania en 412 con el fin de que restableciera la autoridad romana sobre la Galia, y lo consiguió tras largas guerras con otros pueblos bárbaros.

Posteriormente, los godos recibirían también el encargo de restablecer el orden en Hispania, lo que consiguieron con una consecuencia: al expulsar a los vándalos de Hispania en 429, estos se dirigieron a África y la arrasaron, tomando Cartago. Allí se apoderaron de lo que quedaba de la flota romana y aprendieron el arte de navegar, extendiendo su nuevo Imperio marítimo sin problemas por Córcega, Cerdeña, parte de Sicilia y las Baleares. Saquearon también muchas ciudades, incluida de nuevo Roma en 455. Los romanos perdían el dominio del mar y su principal reserva de cereales, la del norte de África.

Los hunos

Reducido a la Galia, Italia y parte de Hispania, el Imperio romano de Occidente vivió una nueva amenaza: las incursiones de los hunos. Con la llegada de los hunos comandados por Atila en 451, los romanos conocieron la destrucción total, los saqueos sistemáticos y la aniquilación de poblaciones enteras. El ejército huno sólo pudo ser expulsado de la Galia gracias a la habilidad del general romano, Flavio Ecio, que al aliarse con los visigodos, los francos y los alanos, logró derrotar a los hunos y sus vasallos ostrogodos en la batalla de los Campos Cataláunicos.

Sin embargo, Atila se recuperó e invadió Italia en 452, deteniéndose sólo ante las puertas de Roma cuando el papa León I Magno se entrevistó con él. Dos años más tarde, bajo el emperador Valentiniano III, se ejecutó a Ecio, hacia el cual el emperador tenía recelos. De esta manera, el imperio se vio privado de un general de probada capacidad.

La agonía final del Imperio romano de Occidente

La división del Imperio después de la muerte de Teodosio I (c. 395) superpuestas en las fronteras modernas.

En el año 451, el debilitamiento de la administración imperial en Occidente era evidente. El rey huno Atila había arrasado Europa y el Imperio de Oriente. Una carta de amor por parte de la hermana del emperador occidental (Valentiniano III), Honoria, pedía al bárbaro que la rescatara de los muros de Roma y se casara con ella. Atila, viendo las ventajas que ello podría conllevar, marchó contra Roma.

El general romano Flavio Ecio, conocido como «el último gran romano», marchó hacia la frontera, en Galia, y estableció alianzas con diferentes tribus bárbaras (visigodos, francos, alanos, burgundios y sármatas) en lo que se estima un ejército de alrededor de entre 100 000 y 200 000 hombres. Atila, con un ejército numéricamente superior, formado por hunos, ostrogodos, gépidos, hérulos y turingios, de medio millón de hombres, avanzó. Fue así como el 20 de junio del año 451, se enfrentaron en Catalauni (actualmetne Châlons), esta batalla conocida batalla de los Campos Cataláunicos tuvo una enorme importancia para los acontecimientos futuros. Se estima que las bajas fueron cuantiosas en ambos bandos, siendo un total de 300.000 muertos. La victoria se inclinaría a favor de Ecio, tras derrotar moralmente a un, hasta entonces, invencible Atila.

En el año 452 Atila lanzaría una poderosa contraofensiva que lo llevaría hasta las mismas puertas de Roma. Allí, el papa León I se reunió en secreto con él, y tras esto, Atila ordenó la retirada de sus tropas sin ninguna explicación. Todavía no se sabe qué pasó entre ellos dos, aunque probablemente Atila se retirara debido a las hambrunas y epidemias que sufría su ejército, y que le impedían mantener un asedio duradero sobre Roma.

Poco después, las fuerzas de Atila serían aniquiladas por una gran peste y los hunos desaparecerían como fuerza militar. Tras la desaparición de Atila, Valentiniano III comenzó a dudar de la importancia de Ecio y de su lealtad, asesinándolo a traición en 454. Un año después, en 455, el senador Petronio Máximo, junto a amigos de Ecio, asesinaron a Valentiniano III y tomaron el poder. En 455, el rey bárbaro Genserico desembarcó en Italia y saqueó Roma, matando a Petronio Máximo.

Por aquel entonces, estaba claro que el destino del Imperio romano de Occidente estaba gravemente comprometido y no había demasiadas posibilidades mantener la unidad política ante tantos conflictos internos y externos. Valentiniano había muerto sin ningún heredero, el saqueo de Roma había supuesto un golpe brutal, sobre todo a la moral romana, los ejércitos carecían de un líder capaz tras el asesinato de Aecio a manos de Valentiniano, y los romanos descubrieron que los hunos y los visigodos no eran sus mayores enemigos (no es de extrañar que historiadores contemporáneos como Hidacio dieran por finiquitado el Imperio). Tras el autoproclamado emperador Petronio Máximo, llegó el saqueo de Genserico, que fue posiblemente más grave que el Alarico, ya que esclavizó a muchos habitantes de Roma y saqueó gran parte de las riquezas de la ciudad. Sin embargo, el papa León I Magno intervino y a partir de ese momento los vándalos de Genserico no cometieron más acciones destructivas.

Tras el saqueo y con la marcha de Genserico, fue elegido emperador Avito, que ya había sido magister militum con Petronio Máximo. Avito nombró magister militum a Ricimero y este llevó a cabo algunas campañas exitosas en Panonia y contra los vándalos en nombre del emperador, aunque ni de lejos consiguió bloquear el poderío naval de estos. Aprovechando una serie de revueltas en Roma, y sabiendo lo que le solía ocurrir a los militares exitosos, además de contar con el apoyo del Senado, Ricimero y su asociado, Mayoriano, se rebelaron contra Avito y lo depusieron.

Tras el depuesto Avito, llegó Mayoriano, que había sido coronado por Ricimero, pero resultó ser demasiado independiente para lo que Ricimero quería y después del fracaso de Mayoriano en dirigir una expedición contra los vándalos que culminó en el desastre de la batalla de Cartagena (el fracaso tuvo mucho que ver con Ricimero y muchos oficiales romanos), Mayoriano fue obligado a abdicar por sus propios soldados).

Tras deponer a Mayoriano, Ricimero coronó a Libio Severo que resultó ser más manipulable que su antecesor, aunque este moriría pronto. Le sucedería el considerado último emperador capaz, Antemio. El reinado de Antemio comenzó bien, ya que era el candidato del emperador oriental y con la buena predisposición de Ricimero. Ricimero dirigió junto al Imperio romano de Oriente una expedición contra los vándalos que acabó en fracaso, poco después, Antemio enfermó, y según se dice, entró en un estado de locura, Ricimero lo aprovechó para levantarse contra él. Ricimero ejecutó a Antemio tras derrotarlo y le sucedió Anicio Olibrio, el candidato de Ricimero, y su ahora aliado, Genserico. En aquellos días, en que Ricimero nombraba emperadores a su antojo, y en el que las funciones de estos eran meramente nominales, estaba claro que las funciones del emperador habían dejado de tener sentido, y un único hombre fuerte, en este caso, Ricimero, únicamente mantenía viva la farsa de los emperadores para poder actuar con total libertad y sin oposición.

El reinado de Anicio Olibrio solo duraría unos meses, tras este llegaría Glicerio, que había sido designado emperador por el nuevo magister militum, Gundebaldo, sobrino del fallecido Ricimero, pero como Glicerio era un usurpador para el emperador oriental, León I, este designó como emperador a Julio Nepote, gobernador de la Dalmacia, este llegó a Rávena y expulsó a Glicerio, aunque le perdonó la vida y se hizo nombrar emperador, inmediatamente trató de firmar la paz con Genserico, pero a este no le interesaba. Julio Nepote alzó a un bárbaro llamado Flavio Orestes como magister militum, pero este, tomó Rávena y depuso a Nepote, para nombrar a su propio hijo, Rómulo Augústulo, como emperador, aunque este solo contaba con poco más de 10 años. Julio Nepote regresó a Dalmacia siendo considerado por Oriente como el auténtico emperador legítimo.

Cuando los hérulos, esciros y mercenarios turingios exigieron tierras en Italia, Orestes se negó y fue capturado y ejecutado por el caudillo bárbaro Odoacro. Este depuso a Rómulo Augústulo y envió las insignias imperiales a Constantinopla, a cambio, el emperador oriental, Zenón, nombró a Odoacro patricio. Julio Nepote seguiría reclamando sus pretensiones al trono imperial hasta su muerte en el año 480. Pese a que el año 476 es considerado el fin del Imperio romano de Occidente, este ya había desaparecido hacía ya tiempo y solo se conservaba la dignidad imperial de manera únicamente nominal.

Tiempo después, y ya con el imperio occidental desaparecido, el rey ostrogodo Teodorico el Grande, por orden del Imperio romano de Oriente derrotaría y asesinaría a Odoacro, fundando así el Reino ostrogodo. En la Galia, los visigodos estarían asentados en el Reino visigodo de Tolosa, aunque tras su derrota contra los francos, se retirarían hacia Hispania dando así lugar el Reino visigodo de Toledo. Los vándalos permanecieron en el Norte de África hasta que el Reino vándalo fue conquistado por el general bizantino Belisario. Y por último, en Britania, se asentarían los anglos y los sajones, que en el siglo XI serían derrotados por Guillermo el Conquistador.

Principales motivos de la desaparición del imperio

El Imperio romano de Occidente y el Imperio romano de Oriente en 476.
  • Debilidad de la administración del Imperio Romano de Occidente, la recaudación de impuestos empeoró, el estado carecía en muchos casos de recursos financieros para el ejército y la construcción de infraestructuras. La escasez de recursos del estado le impidió enfrentarse adecudamente a varias amenazas externas:
    • Las invasiones hunas de Atila supusieron un punto de inflexión, ya que los romanos jamás habían visto semejante nivel de destrucción y arrasamiento, como el que Atila sometió a la Galia y al norte de Italia y debido a eso se ganó el apodo de El azote de Dios.
    • El tráfico comercial, que se daba principalmente en el Mediterráneo, se paralizaba continuamente a causa de las razias piratas, (los vándalos hicieron de la piratería su principal arma contra el imperio).
    • Los dos saqueos de Roma por parte de los reyes Alarico y Genserico, supusieron un golpe terrible para la moral romana, ya que hacía más de siete siglos que ningún ejército extranjero penetraba en Roma e hicieron perder al imperio su aura de invencibilidad.
    • Inestabilidad política, aparecieron numerosas facciones rivales en el ejército, que combatían entre sí por el poder, no existiendo un poder central efectivo que pudiera acabar con dicha inestabilidad y encaminar el poder del estado en una dirección coherente. Como consecuencia de ello:
    • Constantes revueltas sociales y rebeliones internas denominadas comúnmente como bagaudas, contra las que, muchas veces, las autoridades imperiales no podían hacer nada, ya que debían reservar sus ejércitos para luchar contra los bárbaros.
  • Las plagas y hambrunas afectaban constantemente a la población, la cual cada vez se veía más desplazada hacia el campo, que significaba la despoblación de las ciudades.
  • La barbarización de los ejércitos romanos, que perdieron la disciplina militar y su incomparable equipamiento militar, además de la escasez de líderes militares competentes.
  • Los mismos factores climáticos que pudieron impulsar a numerosos pueblos bárbaros a presionar sobre las fronteras del imperio, pudo haber producido una disminución de las cosechas agrícolas dentro del imperio.

División del imperio

Pese a que generalmente se considera que el derrocamiento de Rómulo Augústulo determinó el fin del Imperio romano, en sentido estricto esto es inexacto: el Imperio romano de Oriente sobreviviría casi 1000 años más.

Los territorios comprendidos en el antiguo Imperio romano de Occidente fueron gobernados por distintas tribus bárbaras, incluidas las responsables de su caída. A grandes rasgos, la distribución de los pueblos de origen bárbaro que gobernaron territorios dentro de las antiguas fronteras del Imperio de Occidente sería la siguiente:

Véase también

Notas

  1. El Estado romano, a diferencia de los Estados modernos, no disponía de un solo nombre. Algunas formas empleadas para referirse al Imperio que eran utilizadas son Res publica Populi Romani e Imperium Romanorum. Res publica, concepto latino utilizado tanto en la época republicana como en la imperial, cuyo significado literal es ‘cosa pública’, es el origen de la palabra «república» y, conceptualmente, de la inglesa «commonwealth», cuyo uso se vincula generalmente con los conceptos actuales de sector público y Estado, y con los conceptos tradicionales de bien común y procomún. Imperium Romanum (o Romanorum) se refiere a la extensión territorial de la autoridad romana. Populus Romanus (o Romæ; ‘el pueblo romano’ o ‘de Roma’) fue a menudo utilizado para referirse al Estado romano en los asuntos relacionados con las demás naciones.

Bibliografía

  • Henning Börm: Das weströmische Kaisertum nach 476. In: Josef Wiesehöfer et al. (eds.), Monumentum et instrumentum inscriptum. Stuttgart 2008, pp. 47–69.
  • Sandberg, K., The So-Called Division of the Roman Empire. Notes On A Persistent Theme in Western Historiography, Arctos 42 (2008), 199-213.


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