Diferencia entre revisiones de «Akenatón»

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Tras la muerte del faraón Amenhotep III, la reina viuda Tiye, que vivió muchos más años, vio el ascenso al trono de su hijo Ajenatón y los momentos cruciales de la quiebra del orden establecido en torno al clero de Amón y la posterior fundación de la nueva capital del reino, la ciudad de Ajetatón, situada en un paraje jamás consagrado a divinidad alguna hasta ese momento. Los historiadores opinan que en Ajenatón construyó en dicha ciudad un palacio para residencia de su madre, quién pasó los últimos días de su vida en él.
Tras la muerte del faraón Amenhotep III, la reina viuda Tiye, que vivió muchos más años, vio el ascenso al trono de su hijo Ajenatón y los momentos cruciales de la quiebra del orden establecido en torno al clero de Amón y la posterior fundación de la nueva capital del reino, la ciudad de Ajetatón, situada en un paraje jamás consagrado a divinidad alguna hasta ese momento. Los historiadores opinan que en Ajenatón construyó en dicha ciudad un palacio para residencia de su madre, quién pasó los últimos días de su vida en él.


La reina madre Tiye falleció en Ajetatón y fue sepultada allí, pero al despoblarse la ciudad, y probablemente durante el reinado de su supuesto nieto, [[Tutankamón]], se ordenó el traslado de sus restos a la necrópolis de Tebas, donde fueron posteriormente hallados en la tumba [[KV55]].
La reina madre Tiye falleció en Ajetatón y fue sepultada allí, pero al despoblarse la ciudad, y probablemente durante el reinado de su supuesto nieto, [[Tutanjamón]], se ordenó el traslado de sus restos a la necrópolis de Tebas, donde fueron posteriormente hallados en la tumba [[KV55]].


=== Familia ===
=== Familia ===
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Los datos que se poseen posibilitan tener un adecuado conocimiento de Nefertiti, quien era hija de un noble muy enraizado en la corte que jugaría un rol de primer orden en los años venideros de finales de la dinastía: [[Ay]]. Está confirmado que Nefertiti era hija de Ay y una primera esposa, que se estima falleció prematuramente dejando a la niña Nefertiti huérfana a temprana edad.<Ref>Cyril Aldred, obra cit. Pág.223.</ref> También se puede afirmar que con posterioridad Ay volvió a desposar a una nueva mujer con quien tuvo otra niña: [[Mutnedymet]]. Esta hermanastra de Nefertiti llegaría a ser consorte de un nuevo faraón que rompería la conexión con la línea sanguínea de la Dinastía XVIII, [[Horemheb]], legalizando así su subida al trono.<Ref>Cyril Aldred, obra cit. Pág. 223 y 224.</ref>
Los datos que se poseen posibilitan tener un adecuado conocimiento de Nefertiti, quien era hija de un noble muy enraizado en la corte que jugaría un rol de primer orden en los años venideros de finales de la dinastía: [[Ay]]. Está confirmado que Nefertiti era hija de Ay y una primera esposa, que se estima falleció prematuramente dejando a la niña Nefertiti huérfana a temprana edad.<Ref>Cyril Aldred, obra cit. Pág.223.</ref> También se puede afirmar que con posterioridad Ay volvió a desposar a una nueva mujer con quien tuvo otra niña: [[Mutnedymet]]. Esta hermanastra de Nefertiti llegaría a ser consorte de un nuevo faraón que rompería la conexión con la línea sanguínea de la Dinastía XVIII, [[Horemheb]], legalizando así su subida al trono.<Ref>Cyril Aldred, obra cit. Pág. 223 y 224.</ref>


Nefertiti acompañó en todas las obras que emprendió el faraón Ajenatón, ya que se la puede ver no sólo en las conmemoraciones religiosas entorno al nuevo dios Atón, sino también en múltiples ceremonias como la recepción de embajadores extranjeros, en funerales e incluso su imagen aparece grabada en las estelas fundacionales de la nueva capital Ajetatón. Desafortunadamente, no pudo aportar herederos varones al trono, y el destino de sus hijas sería el de desposar al pretendiente masculino al trono para darle legitimidad, fuera del mismo linaje sanguíneo (como era muy probablemente Tutankamón) o un presunto usurpador (Ay).
Nefertiti acompañó en todas las obras que emprendió el faraón Ajenatón, ya que se la puede ver no sólo en las conmemoraciones religiosas entorno al nuevo dios Atón, sino también en múltiples ceremonias como la recepción de embajadores extranjeros, en funerales e incluso su imagen aparece grabada en las estelas fundacionales de la nueva capital Ajetatón. Desafortunadamente, no pudo aportar herederos varones al trono, y el destino de sus hijas sería el de desposar al pretendiente masculino al trono para darle legitimidad, fuera del mismo linaje sanguíneo (como era muy probablemente Tutanjamón) o un presunto usurpador (Ay).


Las hipótesis apuntan a que el deceso de Nefertiti ocurrió probablemente antes del de su esposo, lo que implicó que Ajenatón eligiese a una de sus hijas para ocupar el puesto de [[Gran Esposa Real]] a efectos de poder oficiar los rituales que demandaba la presencia femenina real.<ref>Mientras el egiptólogo Nicholas Reeves (Rita E. Freed y otros.Pharaohs of the Sun - Akhenaten-Nefertiti-Tutankhamen páginas 88 y 89) expone la mutación de Nefertiti como faraona y la explica por su cambio de [[nomen]] en los [[cartucho egipcio|cartuchos]], otro egiptólogo [[Cyril Aldred]] concluye que muy probablemente Nefertiti murió alrededor del año 14 del reinado de Ajenatón.</ref>
Las hipótesis apuntan a que el deceso de Nefertiti ocurrió probablemente antes del de su esposo, lo que implicó que Ajenatón eligiese a una de sus hijas para ocupar el puesto de [[Gran Esposa Real]] a efectos de poder oficiar los rituales que demandaba la presencia femenina real.<ref>Mientras el egiptólogo Nicholas Reeves (Rita E. Freed y otros.Pharaohs of the Sun - Akhenaten-Nefertiti-Tutankhamen páginas 88 y 89) expone la mutación de Nefertiti como faraona y la explica por su cambio de [[nomen]] en los [[cartucho egipcio|cartuchos]], otro egiptólogo [[Cyril Aldred]] concluye que muy probablemente Nefertiti murió alrededor del año 14 del reinado de Ajenatón.</ref>

Revisión del 22:34 9 ago 2009

Ajenatón (Amenhotep IV)
Faraón de Egipto

Escultura de Ajenatón, parte de estatua colosal. Museo Nacional de Alejandría.
Reinado
c. 1352 a 1335 a. C.
Predecesor Amenhotep III
Sucesor Semenejkara
Información personal
Nombre completo

Nefer Jeperu Uaen Ra (de Trono) Amenhotep Necher heka Uaset (de Nacimiento antes del 5° año de reinado)

Ajenatón (posterior al 5° año de reinado)
Nacimiento c. 1372 a. C.
Fallecimiento c. 1335 a. C.
Ajetatón
Sepultura Tumbas Reales en Ajetatón, Egipto, probablemente trasladado a KV55 en el Valle de los Reyes
Familia
Dinastía Dinastía XVIII
Padre Amenhotep III
Madre Tiye
Consorte Nefertiti como Gran Esposa Real, Kiya
Hijos Anjesepaatón, Tutanjamón, entre otros.

Neferjeperura Amenhotep,[1]Neferjeperura Ajenatón,[2]Ajenatón,[3]​ o Akenatón,[4]​ fue el décimo faraón de la dinastía XVIII de Egipto.

Célebre por impulsar radicalmente una reforma religiosa que lo convirtió en el primer reformador[5]​ religioso del que se tenga registro histórico. Fue el iniciador de un período que abarcó varios reinados y que culminó con la extinción de la casa reinante, originada en los príncipes tebanos que liberaron a Egipto de la dominación de los hicsos instaurando el Imperio Nuevo. El cambio radical que sometió a Egipto es conocido entre los historiadores como Período de Amarna[6]​ por el nombre actual del sitio donde inauguró la nueva capital del país: Ajetatón, traducida comúnmente como Horizonte de Atón. Dicho período de Amarna involucró no solo cambios religiosos, sino también políticos y artísticos. Es considerado un período de los más fértiles y oscuros por los historiadores y arqueólogos de todos los tiempos.

Reinó de c. 1353/2 a 1338/6 a. C.[7]​ También es conocido como Akhenatón, Ecnatón, Ijnatón, Amenhotep IV, o Amenofis IV, nombre helenizado.[8]​ La transcripción de los jeroglíficos de su primer nombre de Trono y de nacimiento es Nefer-Jeperu-Ra Amen-Hotep.

El nombre del faraón

Ajenatón llegó al trono con el mismo nombre de nacimiento que su padre: Amenhotep, transcrito Amen-Hotep, que en el antiguo idioma egipcio significa "Amón está satisfecho" o "hágase la voluntad del dios Amón". Posteriormente, el nombre Amenhotep fue transcrito por los escritores griegos como Amenofis[9]​)

Como consecuencia de su reforma religiosa, tras cuatro o cinco años de reinado cambió su nombre: Amenhotep («Amón está satisfecho») por el de Aj-en-Aten (Ajenatón) «útil a Atón» o «agradable a Atón».[10]

Nefertiti. Altes Museum.

Parentescos

Progenitores

Fue hijo de Amenhotep III y de la reina Tiye, que era la Gran Esposa Real. Se tuvo conocimiento de las relaciones familiares de la Reina Madre de Ajenatón cuando se descubrió casi intacta la tumba de sus padres, los nobles Yuya y Tuyu. Dicho descubrimiento fue considerado el más valioso en términos arqueológicos hasta el hallazgo de la tumba de Tutanjamón (Tutankamon).

Los vestigios de los familiares de la reina Tiye llegan hasta la ciudad de Ajmin.[11]​ Ajenatón sucede a su padre tras la prematura muerte del príncipe Thutmose,[12]​ sucesor por orden de primogenitura, prácticamente a la vez que la de Amenhotep. De hecho, Ajenatón no figura como heredero en ningún documento ni monumento de la época. No obstante, los egiptólogos afirman que el joven príncipe Amenhotep fue ascendido a corregente del rey Amenhotep III en los años finales de reinado de éste. Es más, se estima que la localización de la residencia del corregente era en la ciudad de Tebas, donde en sus primeros años contribuyó en la construcción de diversos templos.[13]

Tras la muerte del faraón Amenhotep III, la reina viuda Tiye, que vivió muchos más años, vio el ascenso al trono de su hijo Ajenatón y los momentos cruciales de la quiebra del orden establecido en torno al clero de Amón y la posterior fundación de la nueva capital del reino, la ciudad de Ajetatón, situada en un paraje jamás consagrado a divinidad alguna hasta ese momento. Los historiadores opinan que en Ajenatón construyó en dicha ciudad un palacio para residencia de su madre, quién pasó los últimos días de su vida en él.

La reina madre Tiye falleció en Ajetatón y fue sepultada allí, pero al despoblarse la ciudad, y probablemente durante el reinado de su supuesto nieto, Tutanjamón, se ordenó el traslado de sus restos a la necrópolis de Tebas, donde fueron posteriormente hallados en la tumba KV55.

Familia

El cargo de Gran Esposa Real (Ta hemet nesu) fue ocupado por Nefertiti, quien era de una gran belleza y posiblemente tenía grandes dotes, pues con ella la figura de la Gran Esposa Real alcanzó cotas nunca vistas. Cabe mencionar que no existen registros de un faraón reinante y su principal esposa portando ambos cartuchos reales. Una teoría sostiene que llegó a ser corregente junto a su marido con el nombre de Neferneferuatón. Incluso se creyó que a la muerte de su marido se convirtió en Reina-Faraón durante un corto período de tiempo con el nombre de Semenejkara, teoría abandonada en la actualidad.[14]

Los datos que se poseen posibilitan tener un adecuado conocimiento de Nefertiti, quien era hija de un noble muy enraizado en la corte que jugaría un rol de primer orden en los años venideros de finales de la dinastía: Ay. Está confirmado que Nefertiti era hija de Ay y una primera esposa, que se estima falleció prematuramente dejando a la niña Nefertiti huérfana a temprana edad.[15]​ También se puede afirmar que con posterioridad Ay volvió a desposar a una nueva mujer con quien tuvo otra niña: Mutnedymet. Esta hermanastra de Nefertiti llegaría a ser consorte de un nuevo faraón que rompería la conexión con la línea sanguínea de la Dinastía XVIII, Horemheb, legalizando así su subida al trono.[16]

Nefertiti acompañó en todas las obras que emprendió el faraón Ajenatón, ya que se la puede ver no sólo en las conmemoraciones religiosas entorno al nuevo dios Atón, sino también en múltiples ceremonias como la recepción de embajadores extranjeros, en funerales e incluso su imagen aparece grabada en las estelas fundacionales de la nueva capital Ajetatón. Desafortunadamente, no pudo aportar herederos varones al trono, y el destino de sus hijas sería el de desposar al pretendiente masculino al trono para darle legitimidad, fuera del mismo linaje sanguíneo (como era muy probablemente Tutanjamón) o un presunto usurpador (Ay).

Las hipótesis apuntan a que el deceso de Nefertiti ocurrió probablemente antes del de su esposo, lo que implicó que Ajenatón eligiese a una de sus hijas para ocupar el puesto de Gran Esposa Real a efectos de poder oficiar los rituales que demandaba la presencia femenina real.[17]

También destacó la figura de Kiya, mencionada como «La amada esposa», esposa secundaria de Ajenatón. Kiya posiblemente cobró relevancia por dotar de un hijo varón al rey, el príncipe Tut-anj-Atón, el futuro Tut-anj-Amón (Tutankamon), pues se sabe que Nefertiti únicamente tuvo hijas del rey.[18]

Como era costumbre en los reyes de la dinastía XVIII, Ajenatón heredó de su padre Amenhotep III el «harén real» (Casa Jeneret), que incluía a la princesa mitannia Taduhepa, fruto de un tratado diplomático, enviada para fortalecer aún más las relaciones entre Egipto y Mitanni durante el reinado de su padre Amenhotep III a fin de poder mantener el status quo internacional.

  • Hijas nacidas de Nefertiti (Fechas referidas al año de comienzo del reinado de Ajenatón):
Ajenatón tuvo una numerosa prole de su unión con Nefertiti.
    • Meritatón: durante el año 1-2. Fue gran esposa real de Ajenatón y de Semenejkara.
    • Meketatón: durante el año 2-3. Murió en el año 14.
    • Anjesenpaatón: durante el año 4-5. Fue gran esposa real de Ajenatón y de Tutanjamón.
    • Neferneferuatón-Tasherit: durante el año 7-8. Murió entre el año 14 y el 17.
    • Neferneferura: durante el año 8-10. Murió entre el año 12 y el 17.
    • Setepenra: durante el año 10-12. Murió entre el año 12 y el 17.
  • Hijas nacidas de Meritatón:

Reinado

El período histórico que comprende a la Dinastía XVIII envuelve a Egipto en un contexto histórico de excepcional importancia. Liberado del yugo de los gobernantes hicsos, la tierra de los faraones se proyecta como potencia militar dominando los territorios aledaños: por el sur en la lejana Nubia, rica en minas de oro y como puerta de acceso al interior de África con su oferta de marfil, pieles y maderas. Por el norte, pasando por Gaza, Canaán, Fenicia y Siria, la tierra de los faraones se podía aprovisionar de telas, maderas y diversos minerales.[19]

Escena íntima entre el faraón Tutankamón y su Gran Esposa Real Anjesenamón, hija sobreviviente de Ajenatón y Nefertiti. La herencia artística de Amarna sobrevivió a su instaurador. Las imágenes y el motivo artístico son típicos de la época de Amarna. Detalle del respaldo del trono ceremonial de Tutanjamón.

Este carácter de «potencia mundial», que alcanzó su cenit con el faraón Tutmosis III, posibilitó el dominio no solo de amplias zonas territoriales, sino también de profusos recursos mineros y alimenticios. De resultas de esto, Kemet sería un país sumamente opulento y los sucesivos faraones se volcaron en promover grandes construcciones y embellecer el país. Muchos estudiosos estiman que durante el reinado de Amenhotep III, padre de Ajenatón, Egipto alcanzó su cenit en términos económicos.[20]

Ajenatón recibió un estado en muy buena posición financiera y económica, que el faraón no desaprovechó para sus fines políticos: la construcción de una nueva ciudad en un paraje inhóspito como fue la ciudad de Ajetatón o nuevos templos al gran dios único.

Duración del reinado

Se deduce de los restos encontrados en los yacimientos arqueológicos que comprenden este período, que el reinado de Ajenatón tuvo una duración aproximada de 17 años. Después del decimoséptimo año de reinado cesan todas las etiquetas de las ánforas y demás enseres de los palacios y almacenes reales; es decir, que no se han encontrado hasta el momento, referencia alguna al reinado de Ajenatón pasado dicho año en ningún utensilio o cerámica. El sistema cronológico egipcio se basaba normalmente en el año de reinado del faraón. Los sucesos registrados por los escribas se databan de esta manera: (...) el año tercero de rey del Alto y Bajo Egipto (...)[21]

Inicios y la cuestión de la corregencia

Existe una duda, todavía no resuelta por los historiadores y egiptólogos, en cuanto a si la duración del reinado incluye o excluye el período de corregencia. Mientras algunos estudiosos consideran que el periodo de 17 años es de reinado en solitario de Ajenatón, otros historiadores ponen en duda tal afirmación, ya que consideran el período de corregencia de Ajenatón con su padre como parte integrante del lapso de 17 años.[22]

Talata (del italiano Tagliata) provenientes del templo de Atón en Karnak. Edificado en los comienzos del reinado de Amenhotep IV. Los pequeños bloques de piedra caliza resultó ser una innovación en las técnicas de construcción de su tiempo.

El destino quiso que el joven príncipe Amenhotep ascendiera como sucesor designado. Se conoce la existencia de un joven príncipe llamado Tutmose, quién aparentemente era el sucesor natural, el Principe de la Corona.[23]​ Las evidencias son escasas y no se poseen más referencias para poder determinar si tal vástago era hijo real de la reina Tiye o de alguna otra reina de menor rango.[24]

El padre de Ajenatón realizó varias fiestas Heb Sed cuya principal función era la de regenerar la fuerza del faraón. Amenhotep III realizó algunas celebraciones en la actual Malkata, en el nomo de Tebas, donde se hallaban unas residencias reales. Una en especial recibía la denominación Palacio del deslumbramiento de Atón, lo que atestigua una temprana mención al Atón.[25]

Durante los primeros cinco años de su reinado no hubo rupturas con el orden establecido, aunque se estaba gestando el cambio. Se mantuvo en Tebas, y levantó varias construcciones. Pero la persecución a que fue sometido todo lo relacionado con el rey hereje, en especial por los gobernantes de la dinastía XIX, dificulta el hallazgo y seguimiento de los rastros.

En los primeros años de reinado, Amenhotep IV efectuó numerosas obras edilicias en la zona de Tebas, innovando las técnicas de construcción, ya que sustituyó los grandes bloques por pequeños mampuestos de caliza, a modo de ladrillos, fácilmente manejables y trasportables por los trabajadores. A dichos bloques se los denomina Talata, pues los obreros de las excavaciones los denominaban Tagliata, término proveniente del italiano. Esos bloques fueron descubiertos como material de relleno en los pilonos de los templos de Amón en Karnak, construidos por los reyes siguientes.[26]​ Entre las obras edificadas en este período ya surgen algunas dedicadas a Atón, simbolizado por el disco solar.

Los historiadores estiman que la duración del primer período del reinado del rey Amenhotep IV no fue más allá del cuarto o quinto año. En este lapso, los primeros cambios en las representaciones artísticas pueden ser rastreados, aunque con dificultad. Asimismo, la figura de Nefertiti cobra importancia como Gran Esposa Real y el matrimonio posiblemente hubiera dado sus frutos con, al menos, las dos hijas mayores.

La radicalización religiosa a favor del nuevo dios Atón no operó a comienzos del reinado. La prohibición del culto a Amón fue ejercida con posterioridad, así como la eliminación de toda mención del dios en documentos, esculturas y monumentos. Más aún, el propio nombre de nacimiento del rey Amenhotep conlleva mención al dios. Según los historiadores, alrededor del quinto año de reinado en solitario «muere» Amenhotep y «nace» Ajenatón.[27]

Radicalización

Todas las evidencias apuntan a que alrededor del quinto o sexto año de reinado, el rey Amenhotep IV, profundiza el cambio radicalizando las reformas. Abandona su nombre de nacimiento en honor al dios Amón adoptando el de Ajenatón conjuntamente con modificaciones en los distintos títulos como los nombres de Horus, Nebty y Horus Dorado.

La radicalización del régimen puede observarse en la prohibición del culto de Amón, que en los comienzos podían coexistir libremente. La irrupción del dios Atón puede datarse desde finales del reinado de Amenhotep III, pasando a convivir con el resto del panteón egipcio durante los inicios de Amenhotep IV y, finalmente, imponerse sobre todos los dioses con la elevación de Ajenatón.[28]

No se tiene conocimiento de cuando comenzó la construcción de la nueva capital faraónica en la actual Tell-Amarna. El lugar fue bautizado como Ajetatón cuya traducción literal es Horizonte de Atón. Se erigieron varias estelas delimitando el terreno, y se marcaron las rocas limítrofes del lugar. En las Estelas de demarcación se declara la pertenencia del paraje al nuevo dios Atón. Hacia el quinto año de reinado, el faraón, la familia real y la corte se trasladaron a la nueva ciudad.: la ruptura con el pasado quedó totalmente consumada.

Reforma religiosa

Antecedentes

Desde los inicios del Egipto faraónico, la religión había variado amoldándose a diversos factores de carácter histórico que tanto social como culturalmente influenciaban la vida espiritual de los antiguos egipcios.

Conforme se sucedían las distintas dinastías egipcias, los centros de poder e influencia sufrieron cambios y desplazamientos, originando variaciones en las prácticas religiosas y en el panteón egipcio. Así, con una dinastía con sede en Menfis, la residencia del dios Ptah, este se elevaba en las preferencias sobre el resto de las deidades del panteón egipcio. Esto presuponía también privilegios en la asignación de recursos (tierras, ganado, siervos, etc.) sobre el resto de los dioses (y sus respectivos templos y clero). Y así ha existido en toda la historia egipcia una sucesión de preferencias de un dios sobre el resto de los dioses.

A finales de la Dinastía XVII, estando el país todavía dividido por la dominación de los gobernantes hicsos, los príncipes tebanos toman la iniciativa expandiendo las fronteras bajo su mando hasta «liberar» completamente el territorio egipcio. La reunificación del reino del Alto y Bajo Egipto en una sola corona se efectuó bajo el comando de los príncipes de Tebas, guiados espiritualmente bajo la tutela del dios Amón de Tebas, con sus centros espirituales en Luxor y Karnak.

Así, el culto y el clero de Amón, toman su sitial dorado de preeminencia en el panteón egipcio y se transforma en el Dios de la Victoria. El impulso guerrero no se acabó con la expulsión de los hicsos, sino que continuó con al expansión de fronteras con la conquista de Palestina, Fenicia y Siria, surgiendo el denominado Imperio Nuevo.

Los gobernantes de la Dinastía XVIII, con Amón a la cabeza, convirtieron a Egipto en un gran imperio. Con cada nueva conquista, sea de Nubia, Fenicia, o Palestina, el agradecimiento a Amón se traducía en nuevos templos y obras, como son las sucesivas ampliaciones de los templos de Karnak, y en nuevas prebendas económicas. Claro está que el culto y el clero de Amón recibieron un trato preferencial como nunca hasta entonces había recibido algún dios o diosa egipcios.

Durante los reinados de Amenhotep III y Thutmose IV, la tendencia se invierte paulatinamente, pues el clero de Amón había sido desplazado por el de Ra y se había introducido el culto a Atón, aunque como un dios secundario.[29]

Su padre (Amenhotep III) había protegido el culto solar, y fue deificado en vida. Ajenatón llevó al límite el sentido religioso de adoración del símbolo solar, convirtiendo a Atón en el dios personal del faraón y por ende, en el de todos y cada uno de sus súbditos.

El décimo año de su reinado, Ajenatón ordenó borrar el nombre de Amón y el de su esposa Mut de todos los monumentos, hasta de los cartuchos con nombres teóforos de todos los faraones, incluido el de su padre[30]​ y confiscar las tierras de los templos de otros dioses. Esto traía consigo una consecuencia económica: los beneficios materiales que disfrutaban los sacerdotes desaparecían, y las tierras asignadas y sus rentas revertían a la corona, dejando a los sacerdotes sin las inmensas riquezas que acumulaban cada año.

Motivos

Como resulta sumamente dificultoso poder determinar cual o cuales fueron los motivos que indujeron a Amenhotep IV o Ajenatón a realizar la reforma religiosa, por carecer de registros históricos, se debe reconstruir el universo espiritual, social, económico y político del Egipto de finales de la Dinastía XVIII.

Altar hogareño para la adoración familiar o individual de Atón y la familia real. Bajorrelieve de la familia real bajo los rayos dadores de vida del único dios: Atón. Museo Egipcio de El Cairo.

Analizando el contexto de Egipto en esa época, muchos estudiosos afirmaron que la nueva religión apuntaba no solo en el plano espiritual sino también en el plano político.

«Por los restos encontrados en la abandonada ciudad de Amarna, es clara la intención de Ajenatón de posicionarse entre el dios Atón y el simple adorador, sin intermediarios, sin sacerdotes en medio, sin clero. Por ende el refuerzo de la autoridad real, ya no en el plano espiritual sino eminentemente político, es un objetivo palpable en los distintos restos encontrados en las tumbas o los altares de los templos.»[31]

Esta hipótesis se ve reforzada por el hecho de que no es cierto que se encerrase en Amarna abandonando totalmente el mundo, ya que mantuvo cierto interés en la política. Aunque la destrucción de su memoria no ha dejado muchos documentos de política exterior, la correspondencia con otros reyes coetáneos guardada en los archivos de éstos, muestra su actividad, aunque posiblemente delegó muchas de sus obligaciones en sus colaboradores: La imagen de Ajenatón abandonando total o parcialmente su cargo debido a una religiosidad extrema y llevando a Egipto al declive (sobre todo en el exterior) ha ido perdiendo fuerza: mantuvo el status quo en Canaán y Libia.

Revolución religiosa

Ajenatón impulsó una reforma religiosa en torno a un nuevo culto alrededor de un dios único preexistente en el panteón egipcio,[32]​ el atonismo, (como lo era anteriormente Ra), llamado Atón. Atón se representaba como un gran disco solar, del que salían brazos en disposición radial, que terminaban en manos con el signo anj de la vida, para recoger las ofrendas, dando a cambio luz y vida.

No existen imágenes antropomórficas, tan comunes en la religión egipcia, del dios Atón sean esculturas, pinturas o bajorrelieves. Sólo se observan múltiples relieves del disco solar.

El faraón era el único profeta del dios y su intermediario ante los hombres. Para Flinders Petrie y otros antiguos egiptólogos, éste fue el comienzo de la primera religión monoteísta. En palabras del eminente egiptólogo Cyril Aldred, parafraseando el Corán: Existe un solo Dios, y el faraón es su profeta.

Todo el panteón egipcio completo fue barrido como religión del estado, desapareciendo del culto oficial y las festividades religiosas imperantes. Las representaciones antropomórficas fueron dejadas de lado y en su lugar, como íconos de adoración y de culto oficial, se impuso el disco solar y la familia real.

El concepto de unión familiar se pone en el centro de atención, y en el altar de los templos donde antes se encontraban las estatuas de los dioses, en el reinado de Ajenatón se verá a la familia real, a veces en pareja, otras veces con todas sus hijas, siempre con el dios Atón, el disco solar, oficiando como protector y dador de vida.[33]

A su vez, existe un cambio radical en las formas y los modos de oficiar las ceremonias religiosas. Los templos cerrados, oscuros, donde lo primordial es el ocultamiento de la divinidad y el acceso restringido dan paso a templos abiertos, al aire libre, donde la observación de la divinidad está al alcance de cualquier neófito.[34]

Busto del faraón Ajenatón. Museo de El Cairo.

Ordenó construir una nueva capital en el desierto, Ajetatón, que significa "el horizonte de Atón" o "próxima a Atón" (actualmente sus ruinas son conocidas con el nombre árabe de la región: Tell el-Amarna). La ciudad quedó consagrada al dios Atón. Allí se retiró Ajenatón para adorar a su dios. Hizo construir templos con grandes patios, ya que el culto solar debía hacerse al aire libre.

Para dotar de recursos que permitieran construir su nueva capital en Amarna, confiscó todas las tierras que poseían los templos, quitó privilegios a los sacerdotes, ocasionando su ruina, y buscó el apoyo del clero de Heliópolis. Como sumo sacerdote de Atón, no aceptaba la autoridad del sumo sacerdote de Amón, que tenía el título de Jefe de los sacerdotes de todos los dioses y un gran poder político.

A pesar de que Ajenatón pudo diseñar el culto oficial a gusto, la reforma de los cultos personales es dificultosa, sea en ámbitos familiares o sencillamente individuales. Sabido es que en la cultura egipcia, la multitud de deidades tutelaba cada faceta de la vida: la concepción, la fertilidad, el nacimiento, el matrimonio, la muerte, etc. Así, el egipcio común vivía en un entorno de prácticas y ceremonias religiosas íntimamente unidas: la invocación a Min para la cosecha, la protección de Osiris en la muerte, etc.

La revolución religiosa que propuso Ajenatón, supuso generar un vacío en el culto religioso individual y familiar, vacío que se pretendió llenar desde el trono con la adoración de la familia real aunque vanamente. Los múltiples hallazgos de altares familiares en las viviendas de la ciudad de Amarna atestiguan un esfuerzo por parte del estado faraónico de imponer el culto a la familia real y a Atón en el ámbito doméstico del súbdito egipcio.[35]

Muchos estudiosos creen que el abandono y olvido en que cayó la religión de Ajenatón una vez acaecido el deceso de éste, se debe al no haber llenado las necesidades espirituales en el plano individual y familiar del egipcio. Así, la religión de Ajenatón nunca dejó de ser una religión del aparato del estado, ya que en el plano individual, el egipcio siguió encomendándose a las antiguas deidades.

Declinó el culto a Amón, y también a Osiris, ya que el destino en el Más Allá dependía de la lealtad al faraón. Pero el pueblo seguía adorando a los viejos dioses, los artesanos, trabajadores y pueblo común parecían seguir apegados a sus antiguos dioses y supersticiones.[36]​ Atón era un dios universal, creador de todas las cosas y anterior al mundo. Su culto no enraizó en el pueblo ya que incluso en la propia capital se han hallado estatuas de otros dioses erigidas en esa época.

Con el cambio religioso se promovió también un cambio en los cánones artísticos, donde las representaciones de figuras humanas se tornaron más realistas, y se abandonaron muchas convenciones usadas hasta entonces. Pero volvieron a utilizarse después de la muerte de Ajenatón.

Relaciones Exteriores

Del Segundo Período Intermedio, Egipto sale sumamente fortalecido, ya que a la expulsión de los hicsos le sigue un período de conquistas que alcanza su máxima expansión durante el reinado del faraón Tutmosis III. El equilibrio de poderes se alcanza en la confrontación con el reino de Mitanni. Dicha rivalidad abarcaría casi dos siglos de historia y llegaría a un fin con el tratado de paz celebrado por Amenhotep III y el rey Shuttarna II. Para ratificarlo, el rey de Mitanni envió a su hija, la princesa Giluhepa, para ser desposada con el faraón. El tratado fue reafirmado con el envío de otra princesa mitannia (Taduhepa) durante el reinado del rey Tushratta al harén real del faraón.[37]​ Todo esto está documentado en las Cartas de Amarna.

Así, el sistema de alianzas entre los estados de Babilonia, Mitanni, Asiria, Hati y Egipto implicaba un mantenimiento del status quo internacional, posibilitando de un gran entramado de relaciones diplomáticas que ha podido ser desvelado mediante el descubrimiento del archivo egipcio en la ciudad de Amarna. En estas relaciones diplomáticas, el trato que se dan entre los reyes es el de hermano. En los estados vasallos o dentro de la esfera de influencia egipcia, el trato era mucho más servil, siendo el faraón tratado como Mi Señor de forma habitual.[38]

La correspondencia diplomática indica que Ajenatón mantuvo el sistema de alianzas heredado de su padre. Los reyes aliados ofrecían amistad y alianza a cambio del oro faraónico. Los estados vasallos imploraban atención de parte del faraón para recibir recursos o ser beneficiados y conservar el poder.[39]

Este equilibrio se mantendrá durante el reinado de Ajenatón, aunque con tendencia a desestabilizarse por la belicosidad y poderío que estaba adquiriendo Hati: primero atacaría al reino de Mitanni, que inútilmente pidió auxilio a Egipto. El liderazgo que alcanzó el reino hitita llevaría a una serie de confrontaciones bélicas entre Egipto y Hatti que se prolongarían desde el gobierno de Tutanjamón hasta el de Ramses II, quien firmaría una paz duradera estableciendo un nuevo status quo internacional.[40]

Fin de un reinado

Es el capítulo más oscuro del período histórico conocido como Amarna. No se sabe a ciencia cierta como terminó el reinado del reformador religioso Ajenatón ya que no se cuenta con documentos ni crónicas. Además fue decretada la maldición de su memoria por los posteriores faraones de la Dinastía XIX.

Tabla con escritura cuneiforme del rey Tushratta de Mitanni al faraón Amenhotep III, padre de Ajenatón, sellando alianza entre los países mediante el casamiento real de la princesa mitanni Tadukhipa. Es uno de los primeros registros históricos de las relaciones diplomáticas de la humanidad, pertenece a las tabletas que conforman las Cartas de Amarna.

Toda mención a la reina Nefertiti cesa en el año 14º de reinado de Ajenatón.[41]​ No se ha encontrado rastro alguno con fecha posterior, lo que ha llevado a muchos historiadores a afirmar que Nefertiti tuvo que haber fallecido en esas fechas. Esta hipótesis se potencia además con el ascenso al cargo de Gran Esposa Real de dos de sus hijas,[42]​ dato importante, ya que dicho cargo implicaba influencia religiosa y de política de estado.

Paralelamente, se puede datar los decesos de 4 de las 6 hijas de Nefertiti con el faraón, quienes fallecieron entre los años 12º y 17º del reinado del faraón. Esta sucesión de muertes dentro de la familia real ha abierto el campo de la especulación entre los estudiosos.

Dos hipótesis se abren respecto: la primera es la de una enfermedad congénita y hereditaria que padecerían las hijas de Nefertiti, y la otra, la más consensuada dentro del mundo académico, es la de una epidemia que azotó Egipto y afectó particularmente a la familia real. Ésta última teoría tiene un sustento histórico, ya que en un lapso de tiempo de menos de cinco años, muchos miembros de la familia real fallecieron, teniendo en cuenta a la Reina madre Tiye, la Gran Esposa Real Nefertiti, la 'Favorita' Kiya, las hijas Meketatón y Meritatón. Todas ellas murieron antes de Ajenatón y más aún, su sucesor Semenejkara no perduraría más de tres años.[43]​ La falta de identificación o hallazgo de las momias de los protagonistas de este período histórico imposibilitan avanzar más en dilucidar este enigma.

Lo cierto es que la sucesión no se encuentra debidamente registrada, más aún cuando los faraones posteriores pretendieron borrarlos de los registros tendiendo un puente entre Amenhotep III y el usurpador Horemheb.

La muerte de Ajenatón en el decimoséptimo año de su reinado da una edad probable del deceso de entre los 30 a los 36 años de edad del faraón. Su inmediato sucesor, el ignoto Semenejkara le sucedió por un breve período de tiempo, que algunos estudiosos estiman entre menos de un año a no más de tres años de reinado. A su fin, asciende al trono de Egipto un niño de no más de diez años de edad: Tutankamón.

La revolución de Amarna

Además del aspecto religioso (intento de monoteísmo), el gobierno de Ajenatón intentó debilitar el poder de los diversos grupos sacerdotales a lo largo del Alto Egipto y Bajo Egipto, que habían acaparado grandes riquezas, el control de extensas propiedades y un gran poder político. Para esto se valió del monoteísmo y de la creación de una nueva capital, huyendo de la cercanía del templo de Amón.

Aunque efímera, la llamada «revolución amarniana» significó un periodo muy interesante en el arte egipcio, se pasó del hieratismo monumental a un curioso y descarnado naturalismo en el cual se notan destellos de ternura (tal cual se aprecia en la estela que representa a Nefertiti con sus hijos pequeños, o en el famoso busto que representa a la célebre soberana). Tal naturalismo llega a lo descarnado hasta el punto que parece exceder el naturalismo aunque sin volver a las idealizaciones hieráticas. Esto es patente en las pocas representaciones que de Ajenatón nos han llegado. Allí vemos a un personaje bastante deforme, aunque tales deformidades han sido atribuidas a que posiblemente Ajenatón padeciera de una enfermedad genética y hereditaria llamada síndrome de Marfan.[44]

En el plano político

Indudablemente se afianzó el poder real. Por los rastros encontrados en las ciudades de Tebas y Ajetatón, todo demuestra que la preeminencia del faraón por sobre el resto del aparato del estado es evidente. Ni la clase sacerdotal, ni los principales referentes del engranaje burocrático del estado (virreyes, chatys, supervisores del tesoro, etc.) lograron aparentemente trascendencia con las solas excepciones de Ay y Horemheb, aunque ambos fueron sumisos al poder del faraón. Los principales funcionarios del estado, han pasado a la posteridad más como seguidores incondicionales del faraón y su nueva ideología que por obras, hechos o documentos como queda mostrado en los relieves que muestran sus tumbas en el cementerio de la nueva ciudad, Ajetatón. En esas imágenes, se esfuerzan en mostrar su devoción hacia el rey, la familia real y obviamente a la nueva religión.

Todo hace suponer que, en el manejo de las relaciones internacionales, el faraón mantenía el conocimiento y la toma decisiones en los tratos con las potencias extranjeras, como bien lo atestiguan las Cartas de Amarna. Algunas de esas tablillas de barro cocido estaban dirigidas a la reina madre Tiyi, aunque se supone que fue durante un breve período de tiempo inmediatamente posterior a la muerte del anterior rey Amenhotep III, cuando el nuevo rey Ajenatón no estaba del todo familiarizado con las relaciones diplomáticas. Los problemas inherentes de datación de las Cartas de Amarna complican dilucidar estas cuestiones.

El alejamiento del clero (en especial el de Amón) de las cuestiones terrenales puede ser una inferencia válida si consideramos no solo el abandono de las dos principales ciudades donde residían los faraones: Menfis la sede política del reino y Tebas la sede religiosa y lugar de origen de la dinastía reinante.

En el plano religioso

Se barrió por completo el panteón egipcio dando lugar a un solo dios: Atón, creador de todas las cosas. El cambio se tradujo en múltiples facetas, quitando toda manifestación animalista de la deidad. Atón se representa solamente de una única manera: el disco solar, sea en bajorrelieves, dibujos e incluso en los jeroglíficos.

Templo de Atón en Ajetatón. Ajenatón secundado por Nefertiti y sus hijas realiza una ofrenda al dios en un altar al aire libre. Dibujo extraído del relieve en la tumba de Meryre en Ajetatón (Amarna).

Surge de este modo la nueva religión, apoyada fuertemente desde el máximo nivel político del estado faraónico.[45]​ con una característica central en su fuerte abstracción y conceptualización de la deidad. Esta conclusión se llega si consideramos que la adoración de una deidad solar ofrecía oportunidades de eventos festivos en momentos determinados del calendario, como son los días de solsticio y los de equinoccio, que Ajenatón no utilizó determinadamente en su reforma religiosa. Más aún, la orientación de los edificios en la nueva ciudad dedica a Atón no sigue ningún patrón solar o cósmico, sino que se adecua a la topografía del terreno donde se asentaba. Esto lleva a afirmar que la nueva religión entorno a Atón se basaba más en una fuerte abstracción en detrimento de otras manifestaciones religiosas.[46]

Se eliminaron por completo las imágenes de humanizadas de dioses en esculturas, relieves, muebles y otros enseres, donde el viejo panteón egipcio proveyó de motivos artísticos para su construcción. La fuerte abstracción en torno al nuevo dios Atón originó un importante problema en el sistema de creencias del egipcio, ya que éste no concebía a los dioses sin forma e imagen, sino que necesariamente se corporizaba ya sea en una imagen antropomorfa o de un animal asociado.

El nuevo culto ya no se ejerce en templos en penumbra sino en espacios abiertos, altares al aire libre protegidos únicamente con doseles.

Quedan igualmente muchos interrogantes en lo relativo al culto de la nueva religión que se centran en dos temas: el culto individual o familiar y el culto del más allá.

La religiosidad del egipcio demandaba una serie de prácticas y deidades que intentaban contener y dar sentido a las necesidades espirituales sean del campesino, artesano o ciudadano medio del Antiguo Egipto. La cantidad de esculturas, amuletos y textos referidos a cultos particulares han mostrado que la religión tenía un profundo impacto en la vida cotidiana. Así existían una multitud de deidades menores a quienes el egipcio rendía culto, bien a diario, mensualmente o en festividades anuales por diversos motivos, como la cosecha de cereales, la fertilidad, la salud, etc. Por tal motivo, en arqueología, es muy común hallar en las viviendas del Antiguo Egipto pequeños altares, esculturas etc. La antigua ciudad de Ajetatón muestra variados restos de altares con la imagen de Aton con el faraón o la familia real, y restos de las antiguas deidades egipcias, las cuales estaban prohibidas en el nuevo culto oficial. Por tal motivo, algunos historiadores apuntan a que en algún punto, Ajenatón observó que la religión que implantaba generaba un vacío no podía cubrir determinadas necesidades espirituales de sus súbditos, y pretendió suplir esas necesidades con la adoración de la familia real, por intermedio de la cual se llegaba a Atón.[47]

En lo referente al culto del más allá, en la religión egipcia este culto recaía en el dios Osiris, donde su epopeya de resurrección era un ejemplo a tener en cuenta en el momento del deceso del súbdito egipcio. El culto de la resurrección puede ser el hilo conductor que lleva desde el período predinástico hasta la época romana en la historia del Antiguo Egipto. Con diferentes desarrollos, las prácticas religiosas crearon textos tan elaborados como el Libro del Amduat, los rituales de embalsamamiento, la arquitectura de las necrópolis, etc. No se sabe todavía como Ajenatón como reformador religioso reemplazó o modificó el culto del más allá a pesar de que en la ciudad de Ajetatón hay dos grupos de tumbas, con relieves y pinturas murales, pero dichas tumbas no hacen referencia alguna al culto osiríaco.[48][49]

En el plano artístico

En términos artísticos, existía un canon tradicional de representación en relieves y pinturas murales. La escuela artística tradicional del Antiguo Egipto no utilizaba la perspectiva en las imágenes murales pues el tamaño determinaba el grado de importancia del personaje respecto del resto de los componentes.

Princesas del período de Amarna. Cuellos estilizados y cráneos alargados.

Las imágenes antropomórficas se dibujaban de la siguiente forma: la cabeza, los brazos y las piernas de perfil, pero los ojos y el torso de frente. Este método de representación se modulaba con una cuadrícula de cuatro unidades de ancho por nueve de alto. En el período del reinado de Ajenatón, también llamado período de Amarna, este canon se modifica trazándose una cuadricula de cuatro unidades de ancho por doce de alto —que continuará bajo sus inmediatos sucesores.

Una de las principales características del nuevo arte que nace con la nueva religión es el cambio en el estilo de representación. Las imágenes son más naturalistas, llegándose a extremos descarnados. Se deja de lado la representación idealizada, sin faltas o defectos físicos, y se remarcan algunos rasgos extremadamente: poseen cabezas alargadas en su parte posterior, ojos rasgados, labios gruesos, mandíbulas prominentes, cuellos largos y estilizados, vientres pronunciados —tanto en personajes masculinos como femeninos— y contornos redondeados que en muchos casos dificultan la identificación del sexo del personaje representado.

Esto ha hecho pensar a muchos estudiosos del siglo XIX y principios del siglo XX que las esculturas del faraón Ajenatón describían malformaciones físicas producto de supuestas enfermedades crónicas que padecería el faraón. Las esculturas halladas del faraón herético describen una imagen nunca vista antes en cualquier otro rey: cuello alargado, hombros y torso estrecho, caderas protuberantes, labios gruesos y mentón alargado. Hoy en día, los historiadores y arqueólogos estiman que las imágenes del rey son representaciones artísticas y no son elementos suficientes para suponer que padecía enfermedades crónicas.

Escultura encontrada en el taller del escultor Thutmose en Amarna. Ojos rasgados, labios gruesos, mandíbula prominente y cuello estilizado y cráneo alargado. El estilo artístico de Amarna.

Otro de los innovadores cambios de la revolución de Amarna es el motivo de las representaciones.[50]​ Eliminados los motivos religiosos, ya que Atón era una deidad abstracta simbolizada por el disco solar, en el universo artístico egipcio surgen las escenas íntimas, familiares y personales. Las imágenes tradicionales del faraón destrozando a sus enemigos, interiores o exteriores, son reemplazadas por escenas íntimas del faraón, mostrando veneración por su dios, con su familia, o con su Gran Esposa Real: Nefertiti.

Surgen piezas excepcionales, donde el faraón es mostrado en una faceta más humanista, sea compartiendo un momento con su amada, jugando con su hijas en el regazo, o en momentos penosos, como la fúnebre despedida de una de sus hijas. En todos los casos, se muestra a un Ajenatón desde una arista humanista, distante de la iconografía oficial de faraón, que desde tiempos inmemoriales era la forma habitual de propaganda del aparato del estado egipcio alrededor de la figura del faraón como por ej. el rey destrozando a sus enemigos exteriores.

Gracias a las excavaciones en la ciudad de Ajetatón salieron a la luz importantes obras de arte del período. Precisamente, en el taller de Thumose, el escultor real, se encontraron dos docenas de piezas escultóricas, incluido el conocido busto de la reina Nefertiti.

De los legados del período instaurado por Ajenatón, solamente el artístico era el llamado a perdurar y sobrevivir a su forjador. Si el legado político se extinguió con su muerte —ya que el sucesor mejor conocido (el faraón niño Tutanjamón) estuvo virtualmente sometido a Ay y Horemheb—, el legado religioso virtualmente se extinguió con la muerte de su profeta, solamente el caudal artístico de la revolución de Amarna logró sobrevivir a su progenitor, pudiendo encontrarse rastros de tan importante legado aún durante los reinados de Tutanjamón, Ay y Horemheb. Pero, los nuevos gobernantes de la Dinastía XIX impulsarán la vuelta a la ortodoxia artística.

Himno a Atón

Himno a Atón. Transcripción de una tumba en Amarna.

En algunas tumbas de los funcionarios de Ajenatón, particularmente en el de Aya, se encontraron fragmentos del Himno a Atón donde el propio faraón expresó los conceptos de la nueva religión, y es sorprendente su parecido con el salmo 104 de la Biblia. Dice así:

Eres tú quien desarrolla el embrión en la hembra,
tú quien crea la simiente en el varón,
tú quien da vida al hijo en el seno de la madre,
tú quien le mandas el consuelo que apacigua sus lágrimas,
tú, la nodriza de quien aún esté en el vientre materno,
tú el que no deja de dar aliento a la vida de cada criatura.
Cuando salen del seno materno para respirar, el día de su nacimiento,
tú abres al instante su boca y les das lo necesario.
(traducción de G. Fatás)

Sucesores

Una costumbre que se impuso durante la Dinastía XVIII era la de nombrar un corregente, donde el faraón reinante delegaba algunas funciones políticas y religiosas en el heredero al trono, quien una vez acontecida la muerte del rey, accedía al trono. En los casos en que la posición del príncipe heredero era indiscutible (como ser el hijo del rey y la Gran Esposa Real), la corregencia era vista como un marco de continuidad y formación del joven príncipe. En otras ocasiones, la instauración de un corregente era de improbable realización ya que no existía el potencial príncipe heredero, ya sea porque no existían hijos varones o porque el príncipe provenía de una esposa real pero de menor estirpe o rango que la Gran Esposa Real.[51]

La sucesión de princesas en la relación de Ajenatón y Nefertiti debe de haber planteado el problema sucesorio en forma prematura, ya que el trono egipcio era privilegio del hijo varón.

El período de sucesión de Ajenatón es muy oscuro. Se sabe que existió a finales de su reinado un personaje denominado Anjjeperura-Semenejkara, quien portaba cartuchos reales, dando la apariencia que, si no fue corregente, seguramente fue el sucesor inmediato del faraón Ajenatón. La duración del reinado del rey Anjjeperura-Semenejkara no es clara, aunque los egiptólogos concluyen en que su lapso de tiempo fue sumamente breve, estimándose un intervalo que va de menos de un año a un máximo de tres años. Se desconoce por completo cuál era el vínculo sanguíneo o político con el faraón hereje.[52][53]

Estela, mostrando algunos de los títulos del faraón Ajenatón, hallada en el gran templo de Atón, en Ajetatón.

Existen varias hipótesis:

  • Semenejkara era hijo de Ajenatón y una reina de menor rango que Nefertiti (probablemente Kiya).
  • Era hermano o hermanastro de Ajenatón (o sea hijo real del faraón anterior Amenhotep III).
  • Era un alto noble en la corte del faraón quien desposó a la princesa Meritatón y por su vinculación e influencia accedió primero a la corregencia en las postrimerías del período de Amarna y después alcanzó el trono en solitario.
  • Era Nefertiti que emuló a su antecesora Hatshepsut convirtiéndose en faraona asumiendo rasgos masculinos.[54]

La sucesión del faraón Semenejkara recayó en un joven príncipe de sangre real: Tutanjatón, quien desposándose con una de las hijas de Nefertiti, Anjeseepatón, asciende al trono. Los historiadores opinan que el lento período de restauración comenzó durante este reinado. El mismo faraón modifica su nombre de nacimiento en favor del anterior dios Amón, llamándose de ahora en adelante Tut-anj-Amón. El abandono de la ciudad de Ajetatón se da en forma paulatina, donde se mudan no solo las oficinas administrativas y políticas del reino sino también la necrópolis con las momias reales, como bien lo atestiguó el descubrimiento de KV55. La pronta e inesperada muerte del faraón niño quiebra la línea sucesoria extinguiéndose la Dinastía XVIII que liberó a Egipto del yugo de los hicsos y convirtió a las Dos Tierras en un gran imperio.

El misterio de la tumba KV55

La tumba KV55 fue descubierta el 6 de enero de 1907 en el Valle de los Reyes por Edward Ayrton en una expedición promovida por Theodore Davies. Se pensó que era un lugar de entierros múltiples, ya que en un primer momento se identificó como la morada de la momia de la reina madre Tiyi, quien fue posteriormente relocalizada en la tumba KV35. Los restos encontrados, en muchos casos destrozados, hacen muy dificultosa su interpretación.

Sarcófago encontrado en KV55. La peluca de estilo nubio hace pensar de que fue diseñado primeramente para una mujer de la realeza y contiene menciones a la favorita real Kiya. El añadido de la barba faraónica hace pensar en un posterior reacondicionamiento muy probablemente para una momia real. ¿Fue de Ajenatón? El misterio continúa hasta nuestros días.

Por ejemplo, las puertas tienen los cartuchos de Tutanjamón, el sarcófago encontrado porta el nombre de la favorita real Kiya, el altar roto contiene los jeroglíficos de Tiyi y existen ladrillos mágicos con el nombre de Ajenatón. Una de las hipótesis es que el lugar haya funcionado como un lugar de entierros múltiples en distintos momentos dentro del lapso de tiempo de finales del reinado de Ajenatón hasta el de Ay.

Horemheb y sus sucesores destruyeron sistemáticamente todo lo relacionado con Ajenatón y su familia, incluyendo lo referente a Tutanjamón y Ay, para aparentar continuidad con Amenhotep III, por lo que no queda constancia de su enterramiento, aunque se estima que fue sepultado en la Tumba real de Amarna.[55]

Sin embargo, tras descubrir la tumba KV55 con un santuario en su interior dedicado a la reina Tiyi y por los estudios realizados a la momia allí enterrada, que arrojaron como resultado que la momia correspondía a un varón de unos 35 años, con el mismo grupo sanguíneo que Tutanjamón, supuesto hijo del faraón, y que tiene el cráneo proporcionalmente más grande que el cuerpo, guardando cierto parecido con las estatuas esculpidas durante su reinado; todo ello hace suponer que se trata, posiblemente, de la momia de Ajenatón, o la de su sucesor, Semenejkara.

Mientras algunos historiadores se inclinan a afirmar que la momia pertenece a Ajenatón, basándose en que el sarcófago contiene los jeroglíficos del nombre borrados, al igual que los atributos de realeza (uraeus) y que junto con los ladrillos mágicos que portan el nombre de Ajenatón de la tumba, todo indicaría la pertenencia de Ajenatón; otros estudiosos le adjudican la momia al ignoto sucesor Semenejkara basándose en recientes estudios forenses donde la edad probable de deceso de la momia es cercana a los veinte años, dato que excluye terminantemente a Ajenatón.[56]

Testimonios de su época

Además de ordenar construir la nueva capital, Ajetatón el «Horizonte de Atón», en la actual zona de Amarna, se han descubierto restos de antiguas construcciones de su época en:

  • Karnak, bloques pétreos reutilizados (Sethe 1957: 1990-1995),
  • Asiut, bloques pétreos (Gabra 1931),
  • Menfis, varios bloques y objetos (Lohr 1970).

Titulatura

Titulatura Jeroglífico Transliteración (transcripción) - traducción - (referencias)
Nombre de Horus:
G5
E2
D40
X7A28S9
k3 nḫt q3y šuty (Kanajt Qayshuty)
Toro potente, grande de Amón
(K. Sethe - W. Helck)
Nombre de Nebty:
G16
G36
r
M23t
n
iimip
t
Q1t
Z2ss
Usr nsyt m ipt sut (Usernesytem Iputsut)
Gran majestad en Karnak
(K. Sethe - W. Helck)
Nombre de Hor-Nub:
G8
U39M40N28
Z2ss
mO28W24
O49
M27
uṯs ḫˁu m iunu šmˁ (Udyesjauem Iunushema)
El que surge con gran majestad en Iunu (Heliópolis Sur)
(K. Sethe - W. Helck)
Nombre de Nesut-Bity:
N5nfrL1Z3N5
T21
n
nfr ḫpru rˁ uˁ n rˁ (Neferjeperura Uaenra)
Hermosas son las manifestaciones de Ra, el Único de Ra
(K. Sethe - W. Helck)
Nombre de Sa-Ra:
imn
n
R4
X1 Q3
R8S38R19
imn ḥtp nṯr ḥq3 u3st (Amenhotep Necherheqauaset)
Amón está satisfecho, Señor de Tebas
(Inscripción en su templo)

Cuando cambió de titulatura:

Titulatura Jeroglífico Transliteración (transcripción) - traducción - (referencias)
Nombre de Horus:
G5
it
n
N5
mr
mry itn (Mery Atón)
Amado de Atón
(K. Sethe - W. Helck)
Nombre de Nebty:
G16
G36
r
M23iit
Z2ss
Aa15
N27
it
n
N5
usr nsyt m 3ḫt itn (Urnesytem Ajetatón)
La Gran majestad de Ajetatón
(K. Sethe - W. Helck)
Nombre de Hor-Nub:
G8
U39r
n
V10it
n
N5
uṯs rn n itn (Udyesrenen Atón)
El que exalta el nombre de Atón
(K. Sethe - W. Helck)
Nombre de Nesut-Bity:
C2nfrL1Z3N5
T21
n
nfr ḫpru rˁ uˁ n rˁ (Neferjeperura Uaenra)
Hermosas son las manifestaciones de Ra, el Único de Ra
(C. R. Lepsius)
Nombre de Sa-Ra:
it
n
N5
G25Aa1
n
3ḫ n itn (Ajenatón)
Agradable a Atón, Útil a Atón o Resplandor de Atón
(British Museum)


Véase también

Notas

  1. Neferjeperura Amenhotep es la transcripción de su primer nombre de trono y de nacimiento, según las convenciones académicas.
  2. Neferjeperura Ajenatón es la transcripción de su nombre de trono y de nacimiento, después de adoptar el culto preferente a Atón, según las convenciones académicas.
  3. Ajenatón es la transcripción de los jeroglíficos del segundo nombre de nacimiento del faraón, muy utilizado en textos académicos.
  4. Akenatón es la denominación más usada en español. Proviene de la errónea traducción literal de su nombre desde el idioma francés: Akhenaton, pero la transliteración correcta al español es Ajenaton)
  5. Barry Kemp. El Antiguo Egipto - Anatomía de una civilización. Ed. Crítica Trad. Mónica Tussell. .1996 Capítulo VII pág. 332
  6. ver Jacobus van Dijk en The Oxford history of Ancient Egypt Capítulo 10 - Oxford University - Editado por Ian Shaw.
  7. Cronología según Grimal, Shaw, Krauss, Murnane y Málek.
  8. Otras grafías de su nombre: Aamakhaf, Achantaji, Achnaton, Akhnaton, Amenhotp, Amenhotpe, Amenofis, Amenophis, Anjenmaat, Ankhenmaat, Imenhotep, Khanakhtqaishuti, Naapkharriya, Naapkhurariya, Naapkhururia, Neferkheperure, Niipkhuurririya, Uaenre, Waenre.
  9. Amenofis es el nombre griego dado en los epítomes de Manetón a Amenhotep I y Amenhotep III, que por simplicidad y error se asignó a este faraón, aunque ningún egipcio o griego lo denominase así.
    Nombre del faraón según los epítomes de Manetón:
    Horus (Flavio Josefo, Contra Apión)
    Horus (Flavio Josefo, de Teófilo)
    Horus (Julio Africano, versión de Sincelo)
    Horus (Eusebio de Cesarea, versión de Sincelo)
    Horus (Eusebio de Cesarea, versión armenia)
  10. Valiente Molla, J.: Diccionario de religiones comparadas. p. 104. [1]
  11. Cyril Aldred, Akhenaten, King of Egypt, Pág. 145, 220, 221 y 222.
  12. Según Cyril Aldred el príncipe primogénito era Alto Sacerdote de Ptah en Menfis, un cargo oficial, preparatorio para la sucesión real. Cyril Aldred, obra cit. Pág. 259.
  13. Ver en especial el capítulo 16 La cuestión de la Corregencia en Akhenaten, King of Egypt. Thames & Hudson.
  14. Allen, James P. (1994). «The Amarna succession» (en inglés). Consultado el 28 de febrero de 2009. 
  15. Cyril Aldred, obra cit. Pág.223.
  16. Cyril Aldred, obra cit. Pág. 223 y 224.
  17. Mientras el egiptólogo Nicholas Reeves (Rita E. Freed y otros.Pharaohs of the Sun - Akhenaten-Nefertiti-Tutankhamen páginas 88 y 89) expone la mutación de Nefertiti como faraona y la explica por su cambio de nomen en los cartuchos, otro egiptólogo Cyril Aldred concluye que muy probablemente Nefertiti murió alrededor del año 14 del reinado de Ajenatón.
  18. Cyril Aldred, obra cit. Capitulo 19 Las Reinas de Amarna.
  19. Jacobus van Dijk en obra cit. páginas 282 y 273.
  20. La encuesta del año 2008 de Forbes ubica a Amenhotep III en el puesto número 12 dentro de 200 personajes más ricos de todos los tiempos.
  21. Para un conocimiento más profundo del tema ver Cyril Aldred, obra cit. Capítulo 24 Los últimos años de Ajenatón.
  22. Jacobus van Dijk en obra cit. página 275.
  23. Dodson: op. cit., pág. 88.
  24. Aldred: op. cit., pág. 259. Los hallazgos arqueológicos con menciones al príncipe Thumose son escasos, pero los pocos que existen hacen referencias a cargos oficiales en la capital política del reino: Menfis.
  25. Aldred: op. cit. Capítulo 22 El reinado de Amenofis III.
  26. Aldred: op. cit., Capítulo 7 Los Talatas de Karnak.
  27. Aldred: op. cit., pp. 267 y 268.
  28. Para profundizar, ver Aldred: op cit., Capítulo 21 La herejía.
  29. Jacobus van Dijk en obra cit. páginas 273 y 274.
  30. Jacobus van Dijk obra cit. página 277.
  31. Barry Kemp. Obra citada. Véase página 336.
  32. Algunos académicos consideran este culto a Atón más próximo al henoteísmo que al monoteísmo
  33. Barry Kemp. Obra citada. Capítulo VII. Páginas 382-383.
  34. Jacobus van Dijk en obra cit. páginas 281, 282 y 283.
  35. Barry Kemp Obra citada. Véase las páginas 335 a 337 donde rebate dicho postulado entorno al monoteísmo. Es interesante la alternativa de pensamiento que explaya el autor entorno a la dicotomía Monoteísmo - Politeísmo.
  36. Cyril Aldred, 1989, Akhenaton, Faraón de Egipto. p. 254.
  37. Cyril Aldred. Obra cit. Para conocer en profundidad ver Capítulo 11 Egipto en la Dinastía XVIII: Relaciones Exteriores.
  38. Cyril Aldred. Obra cit. Capítulo 17 Las Cartas de Amarna.
  39. vease Rita Freed. Pharaos of the Sun. Capítulo Foreign Relations.
  40. Jacobus van Dijk obra cit. páginas 277 y 278.
  41. Cyril Aldred. Obra cit. Páginas 287, 288 y 289.
  42. Cyril Aldred. obra cit. Al deceso de Nefertiti, Ajenatón eleva al cargo de Gran Esposa Real a su hija Meritatón, quién luego pasa a ser esposa del ignoto corregente Semenejkara y por lo tanto Ajenatón desposa nuevamente a su siguiente hija Anjesenpaatón. Página 288
  43. Para un mejor conocimiento ver Cyril Aldred, Obra cit. Capítulo 24 Los últimos años de Ajenatón.
  44. descripción del síndrome de Marfan
  45. Barry Kemp. Obra citada. Capítulo VII Página 358 a 360. El autor arriesga una idea donde Ajenatón refuerza su posición de poder mediante la adoración del gobernante.
  46. Barry Kemp. Obra citada Capítulo VII.
  47. Para un mejor conocimiento ver Cyril Aldred, obra cit. Capítulo 21 La Herejía.
  48. John L. Foster en Pharaohs of the Sun Akhenaten - Nefertiti-Tutankhamen página 108.
  49. Jacobus van Dijk refiere a la decoración del sarcófago en la tumba destinada originariamente a Ajenatón en la necrópolis real de la ciudad de Ajetatón; más precisamente al reemplazo de las habituales imágenes de diosas aladas que decoraban los cuatro ángulos del sarcófago de piedra por imágenes de Nefertiti. En obra cit. páginas 284 y 285.
  50. Jacobus van Dijk en obra cit. páginas 281, 282 y 283.
  51. Para un conocimiento más profundo ver Cyril Aldred, obra cit. Capítulo 16 La cuestión de la corregencia.
  52. Jacobus van Dijk. obra cit. páginas 280 y 281.
  53. Nicholas Reeves en Pharaohs of the Sun Akhenaten - Nefertiti-Tutankhamen en capítulo Royal Family.
  54. Nicholas Reeves abona esta teoría fundamentándola en el análisis de los jeroglíficos que componen los cartuchos del ignoto Semenejkara. La existencia de un determinativo femenino dentro de los jeroglíficos del nombre abre la puerta a la suposición de el tal Semenejkara pudo haber sido una mujer, imponiéndose en tal forma la imagen de Nefertiti.
  55. Tumba real en Amarna, en digitalegypt
  56. Para un mejor entendimiento ver Cyril Aldred, obra cit. Capítulo 18 Tumba n° 55 en el Valle de los Reyes.

Bibliografía

Histórica

  • Barry J. Kemp; tr. Tusell, Mónica (1989). 'El Antiguo Egipto. Barcelona, edit. Crítica. ISBN 84-8432-485-0. 
  • * Ian Shaw y otros (2007). Historia Del Antiguo Egipto. La Esfera De Los Libros, S.L. 
  • Manetón (2008). Historia de Egipto. Madrid: Akal Ediciones. ISBN 978-84-460-2551-1. 
  • Oconnor, Forbes, Lehner y otros (1996). Egipto: Tierra de los Faraones, Segunda parte. Barcelona: Ediciones Folio, S.A. ISBN 84-413-0155-7. 
En inglés
  • Ian Shaw y otros (2002). The Oxfor history of Ancient Egypt. Oxford University Press. ISBN 0-19-815034-2. 
  • Rita E. Freed, Yvonne J. Markowitz, and Sue H. D'Auria (1999). Pharaohs of the Sun: Akhenaten - Nefertiti - Tutankhamen.. Bulfinch Press. ISBN 0-8212-2620-7. 
  • Cyril Aldred (1991). Akhenaten: King of Egypt. Thames & Hudson. ISBN 0-500-27621-8. 
  • Dodson, Aidan (1990). «Crown Prince Djhutmose and the Royal Sons of the Eighteenth Dynasty». Journal of Egyptian Archaeology. vol 76. 
  • Dodson, Aidan y Hilton, Dyan (2004). «The Complete Royal Families of Ancient Egypt». Ed. Thames & Hudson. ISBN 0-500-05128-3. 

Ficción

Son múltiples las menciones en obras de ficción del faraón Ajenatón, las más importantes publicadas en lengua española:

  • Naguib Mafuz; (2006). Akenatón. El País. ISBN 84-9815-231-3. 
  • Mika Waltari; (2006). Sinuhé el egipcio. El País. ISBN 84-9815-220-8. 
  • Wood, Bárbara; Traducción de Carme Geronés y Carlos Urritz (diciembre de 1996). «Los dioses guardianes (The Watch Gods)» (Rústica). Colección «Libro de mano». Barcelona: Grijalbo Mondadori S.A. ISBN 84-253-2994-9. 

Enlaces externos

Predecesor:
Amenofis III
Faraón
Dinastía XVIII
Sucesor:
Semenejkara