Diferencia entre revisiones de «Antonio José de Sucre»
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Revisión del 02:17 15 dic 2007
Antonio José de Sucre y Alcalá, conocido como el Gran Mariscal de Ayacucho (n. Cumaná, Venezuela, 3 de febrero de 1795; m. Colombia, 4 de junio de 1830), fue un político y militar venezolano, prócer de la independencia y presidente de Bolivia y Perú. General en Jefe del Ejército de Venezuela, Colombia y Ecuador y Comandante del Ejército del Sur. Era hijo de una familia acomodada de tradición militar, siendo su padre Coronel del Ejército realista.
Los primeros años
La familia Sucre, aristócrata, tiene su orígenes en Bélgica y su asentamiento en Venezuela fue por Carlos de Sucre Garrido y Pardo, un noble flamenco, hijo de Charles Adrián de Sucre, Marques de Preux, (Flandes) y Buenaventura Carolina Isabel Garrido y Pardo, originaria de España. Carlos de Sucre Garrido y Pardo, sirvió como soldado en Cataluña en 1698, llegando ser administrador colonial español como gobernador de Cartagena de Indias y Capitán General de Cuba. El 22 de diciembre de 1779, los Sucres arriban a Venezuela. Siendo Sucre Garrido y Pardo designado Gobernador Nueva Andalucía, antigua provincia venezolana donde es el núcleo de la historia de los Sucres en Venezuela. Antonio José de Sucre nace en el seno de una familia de gran riqueza y distinción dentro de la sociedad, de ascendencia franco-belga por vía paterna y española por vía materna, hijo de un coronel de los Ejércitos Reales. A los quince años se alistó en el ejército patriota y participó en la campaña del Generalísimo Francisco de Miranda en 1812 contra los realistas, durante la cual ascendió a teniente. Tras el fracaso de este primer intento libertador se refugió en la isla de Trinidad. Luego, en 1813, regresó a Venezuela.
Independencia de Ecuador, Perú y Bolivia
Al año siguiente marchó al frente de un ejército en apoyo de la sublevación de Ecuador. Comenzó entonces la campaña de liberación de Ecuador, que tuvo su culminación en la batalla de Pichincha librada el 24 de mayo de 1822. Con esta victoria de Sucre se consolidó la independencia de la Gran Colombia, se consumó la de Ecuador y quedó el camino listo para la liberación del Perú, tras el retiro de San Martín. Sucre entró en Lima en 1823, precediendo a Bolívar. El 1 de diciembre de 1823 llegó a Yungay, estableciéndose en él por ser el punto céntrico del acantonamiento. Acomodó en sus inmediaciones a los batallones "Voltigeros" y "Pichincha" a los que la población avitualló y pertrechó hasta ponerlos en condiciones de marchar el 25 de febrero hacia Huánuco. Participó junto a Bolívar el 6 de agosto de 1824 en la batalla de Junín y, el 9 de diciembre del mismo año, venció al virrey La Serna en Ayacucho, acción que significó el fin del dominio español en el continente sudamericano. El Parlamento peruano lo nombró Gran Mariscal y General en Jefe de los Ejércitos. Al frente de éstos se marchó al Alto Perú, donde proclamó la República de Bolivia en homenaje al Libertador, a quien encargó la redacción de su Constitución, la cual fue promulgada en 1828. Al frente del Gobierno boliviano, Sucre promulgó leyes progresistas; hizo la división política del país de acuerdo con el sistema francés, en departamentos, provincias, cantones y vicecantones. Impulsó la instrucción pública, organizó el aparato administrativo, liberalizó las costumbres y encaminó ambiciosos programas para la recuperación económica. El 18 de abril de 1828, estalló un motín en Chuquisaca, El Mariscal Sucre fue herido de dos balazos. Este incidente lo hizo tomar la decisión de abandonar el cargo, para evitar rencillas y contribuir a la pacificación de la República. La Asamblea local lo nombró presidente vitalicio, pero dimitió en 1828 a raíz de los motines y la presión de los peruanos opuestos a la independencia boliviana. Se retiró entonces a Ecuador acompañado de su hija y de su esposa, la marquesa de Solanda.
La Toma de Valencia
El 11 de julio de 1811, seis días después de la Declaración de la Independencia, estallan dos insurrecciones: la de los isleños canarios en Caracas que es controlada con rapidez, y la insurrección de Nuestra Señora de la Anunciación de la Nueva Valencia del Rey. Los mantuanos, que no toleraban a los patriotas, nombran comandante al Marqués del Toro para enfrentar la sublevación valenciana, pero el 15 de julio es derrotado. Entonces, Francisco de Miranda a los 61 años es nombrado Comandante en Jefe del Ejército y sale con sus tropas hacia Valencia (Venezuela) el día 19.Las acciones de calles y plazas fueron reñidas. Francisco de Miranda ordena atacar las posiciones más fuertes de los rebeldes. El 23 de julio los republicanos toman la ciudad. Fueron varios combates nada fáciles, pero el Generalísimo contaba con grandes piezas entre sus hombres:
Simón Bolívar de 27 años era coronel de las fuerzas republicanas. Fue la primera campaña en la que participó y fue a su vez su primera victoria militar. Antonio José de Sucre, de sólo 16 años, era un oficial que había llegado como refuerzo para esta campaña y ya empezaba a dar muestras de su talento. Ambos, el coronel y el joven oficial, sirvieron a las órdenes de Miranda y triunfaron. Fue así como el artífice de la independencia, el futuro Libertador y el futuro Gran Mariscal de Ayacucho unen sus fuerzas en las primeras batallas por la libertad de la patria, alcanzando la victoria.
El Armisticio de Santa Ana
Luego que fue Libertada Nueva Granada y creada la República de Colombia, Bolívar firma con el general español Pablo Morillo, el 26 de noviembre de 1820, un Armisticio, así como un Tratado de Regularización de la Guerra. Sucre redactó este Tratado, considerado por Bolívar como "el más bello monumento de la piedad aplicada a la guerra". La importancia de los documentos redactados por Sucre, en lo que significo su primera actuación diplomática, fue la paralización temporal de las luchas entre los patriotas y los realistas, y el fin de la guerra a muerte iniciada en 1813.El Armisticio de Santa Ana le permitió ganar tiempo a Bolívar para preparar la estrategia de la Batalla de Carabobo, que aseguró la independencia venezolana. El documento, marcó un hito en derecho internacional, pues Sucre, fijó mundialmente el trato humanitario que desde entonces empezaron a recibir los vencidos por los vencedores en una guerra. De esta forma se convirtió en pionero de los derechos humanos. Fue de tal magnitud la proyección del tratado que Bolívar en una de sus cartas escribió: "...este tratado es digno del alma de Sucre"...El Tratado de Armisticio tenía por objeto suspender las hostilidades para facilitar las conversaciones entre los dos bandos, con miras a concertar la paz definitiva. Este Tratado se firmó por seis meses y obligaba a ambos ejércitos a permanecer en las posiciones que ocupaban en el momento de su firma. El Tratado de Armisticio fue "Por el cual desde ahora en adelante "se hará la guerra entre España y Colombia como la hacen los pueblos civilizados".
La Batalla del Pichincha
La Batalla del Pichincha ocurrió el 24 de mayo de 1822, en las faldas del volcán Pichincha, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Quito, en el Ecuador actual. El encuentro, que ocurrió en el contexto de las Guerras de Independencia Hispanoamericana, enfrentó al ejército independentista bajo el mando del General Venezolano Antonio José de Sucre y al ejército realista comandado por el Mariscal de Campo Melchor De Aymerich. La derrota de las fuerzas realistas leales a España condujo a la liberación de Quito y aseguró la independencia de las provincias que pertenecían a la Real Audiencia de Quito, también conocida como la Presidencia de Quito, la jurisdicción administrativa colonial española de la que eventualmente emergió la República del Ecuador.
"Cuando amaneció, sin que Sucre lo supiera, los centinelas posicionados cerca de Quito avistaron a las tropas Patriotas ascendiendo por las laderas del Pichincha. Aymerich, entonces consciente de la intención de Sucre de flanquearlo por medio del ascenso al volcán, ordenó a su ejército de 1 894 hombres ascender la montaña lo más pronto posible, para enfrentar ahí a Sucre.
Al haberse encontrado en un campo de batalla tan improbable, los dos comandantes no tuvieron otra opción más que enviar gradualmente sus tropas a la batalla. Existía poco espacio para maniobrar en las empinadas laderas del Pichincha, entre profundos barrancos y densos matorrales. Los hombres del Paya, tras recuperarse de la conmoción inicial, se reposicionaron bajo el fuego enemigo, esperando la llegada del batallón Trujillo. El sobresaltado Sucre, sólo esperando que los españoles estén más cansados que sus propias tropas, envió al batallón Yaguachi, conformado por ecuatorianos. El batallón Alto Magdalena trató de hacer un movimiento de flanqueo, pero sin éxito, pues el terreno no se lo permitió. Pronto, los batallones Paya, Trujillo y Yaguachi, sufriendo muchas bajas y con pocas municiones, comenzaron a replegarse.
Para entonces el destino de la batalla para los Patriotas parecía depender del Albión, que transportaba las municiones tan necesitadas; y sin embargo se desconocía su paradero. A medida que el tiempo pasaba, los Realistas parecían ganar el control de la batalla. El Trujillo fue obligado a retroceder, mientras que el batallón peruano Piura huyó antes de enfrentar al enemigo. En medio de la desesperación, a los hombres de reserva del batallón Paya se les ordenó cargar contra el enemigo con sus bayonetas. Ambos bandos sufrieron grandes bajas, pero la situación más o menos se estabilizó para los Patriotas.
A pesar de esto, Aymerich, como parte de su estrategia, durante el ascenso al Pichincha separó de su fuerza principal al batallón Aragón, ordenándole avanzar hasta la cúspide del volcán, para así luego atacar a los Patriotas por la retaguardia, rompiendo sus líneas en el momento indicado. El Aragón era el mejor batallón del ejército realista; estaba conformado por veter. Cuando amaneció, sin que Sucre lo supiera, los centinelas posicionados cerca de Quito avistaron a las tropas Patriotas ascendiendo por las laderas del Pichincha. Aymerich, entonces consciente de la intención de Sucre de flanquearlo por medio del ascenso al volcán, ordenó a su ejército de 1.894 hombres ascender la montaña lo más pronto posible, para enfrentar ahí a Sucre.
Al haberse encontrado en un campo de batalla tan improbable, los dos comandantes no tuvieron otra opción más que enviar gradualmente sus tropas a la batalla. Existía poco espacio para maniobrar en las empinadas laderas del Pichincha, entre profundos barrancos y densos matorrales. Los hombres del Paya, tras recuperarse de la conmoción inicial, se reposicionaron bajo el fuego enemigo, esperando la llegada del batallón Trujillo. El sobresaltado Sucre, sólo esperando que los españoles estén más cansados que sus propias tropas, envió al batallón Yaguachi, conformado por ecuatorianos. El batallón Alto Magdalena trató de hacer un movimiento de flanqueo, pero sin éxito, pues el terreno no se lo permitió. Pronto, los batallones Paya, Trujillo y Yaguachi, sufriendo muchas bajas y con pocas municiones, comenzaron a replegarse.
Para entonces el destino de la batalla para los Patriotas parecía depender del Albión, que transportaba las municiones tan necesitadas; y sin embargo se desconocía su paradero. A medida que el tiempo pasaba, los Realistas parecían ganar el control de la batalla. El Trujillo fue obligado a retroceder, mientras que el batallón peruano Piura huyó antes de enfrentar al enemigo. En medio de la desesperación, a los hombres de reserva del batallón Paya se les ordenó cargar contra el enemigo con sus bayonetas. Ambos bandos sufrieron grandes bajas, pero la situación más o menos se estabilizó para los Patriotas.A pesar de esto, Aymerich, como parte de su estrategia, durante el ascenso al Pichincha separó de su fuerza principal al batallón Aragón, ordenándole avanzar hasta la cúspide del volcán, para así luego atacar a los Patriotas por la retaguardia, rompiendo sus líneas en el momento indicado. El Aragón era el mejor batallón del ejército realista; estaba conformado por veteranos españoles que habían actuado tanto en Guerra de la Independencia Española como en otras batallas en América del Sur, y en ese momento se hallaba sobre los Patriotas y listo para atacar. Afortunadamente para los Patriotas, cuando el Aragón estaba por cargar sobre la alicaída línea Patriota, fue detenido en seco por el Albión, que entró inesperadamente en la batalla. Resulta que el Albión consiguió avanzar a una posición más alta que la de los españoles. Pronto, el Magdalena se unió a la batalla, y el Aragón tras sufrir fuertes bajas, se desintegró. Entonces el Magdalena avanzó hasta la línea Patriota para reemplazar al Paya, y cargó contra la línea Realista, que terminó por romperse".
La Capitulación de Pichincha
A las doce del día bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad en la cima del Pichincha a mas de 3000 metros de Altura dieron el grito de victoria. La victoria fue de Sucre, la cual fue completada con la capitulación que el jefe patriota concedió al Mariscal Aymerich el 25 de mayo del mismo año. Con las operaciones cuyas acciones finales se produjeron en las faldas del Pichincha y en la ciudad de Quito, Sucre decidió a su favor la vacilante y delicada situación de Guayaquil; dio libertad al territorio que conforma hoy la República de Ecuador, y facilitó su incorporación a la Gran Colombia. El 18 de junio de ese año, Bolivar le asciende a general de división y lo nombra intendente del departamento de Quito. Al frente de los destinos de Ecuador desarrolla una positiva obra de progreso: funda la Corte de Justicia de Cuenca y en Quito el primer periódico republicano de la época: El Monitor. Instala en esa ciudad la Sociedad Económica. De su actividad personal es buena prueba que, el 6 de septiembre de 1822 expidió y firmó en Quito 52 comunicaciones. Interesado por la educación puede afirmar que halló en Cuenca 7 escuelas y dejó 20.
Perú solicita ayuda a la Gran Colombia
Tras la retirada de José de San Martín, el Congreso Constituyente nombro al Presidente de la Junta de Gobierno al general José de La Mar. Este comprometió buena parte del ejército en campañas ambiciosas que fracasaron en las batallas de Torata y Moquehua, dejando al gobierno peruano en una delicada condición militar. Las derrotas militares y las pugnas políticas entre los patriotas peruanos debilitaron las fuerzas independentistas peruanas. El gobierno de Riva Agüero fue presionado por la opinión pública para que solicitara la intervención de Bolívar. El Libertador, que se encontraba en Guayaquil vigilando los acontecimientos en Perú, envió a las primeras solicitudes peruanas los 6.000 hombres que ya tenía preparados en Ecuador en dos expediciones sucesivas de 3.000 hombres, con el general Sucre al mando de las fuerzas y encargado de negociar con el Perú los términos en que La Gran Colombia intervendría en la guerra.
La Batalla de Junín
La batalla de Junín, fue uno de los últimos enfrentamientos que sostuvieron los ejércitos realistas e independentistas, en el proceso de la independencia del Perú. La batalla se desarrolló en la pampa de Junín en el actual departamento de Junín, el 6 de agosto de 1824; la victoria de los independentistas, aumentó la moral de las tropas independentistas. En el año 1824 los realistas mantenían en su poder la sierra central y el Alto Perú. Simón Bolívar, Libertador y Presidente de la Gran Colombia continuó la guerra de emancipación con el Perú. Bolívar tenía un ejército de 8.000 hombres, equivalente en número al realista, pero las fuerzas realistas estaban dispersas entre el valle del Mantaro y Alto Perú. Esto fue debido a la sublevación en el Alto Perú del General Realista Olañeta que fracturo la defensa del virreinato y obligó al virrey a mandar sobre el Alto Perú parte importante de sus ejércitos, unos 5.000 regulares, bajo el mando de Jerónimo Valdez que tenían su base en Puno. Bolívar conocedor de esta ventaja aprovechó la oportunidad para aislar a las solitarias fuerzas realistas situadas en el norte. En junio de 1824, Bolívar enfila su ejército hacia la sierra central del Perú para enfrentarse con el general realista José de Canterac.El Ejército Libertador contaba con seis mil grancolombianos y cuatro mil peruanos que tenían rumbo hacia el sur del continente. En Junín, el 6 de agosto de 1824, chocan ambos ejércitos. No se disparó un sólo tiro. La lucha fue con Espadas y Lanzas. Junín se convirtió en una gran Victoria para el Libertador. El héroe chileno Bernardo O’Higgins había cruzado las cordilleras para acompañar a Simón Bolívar y a Sucre en aquel decisivo encuentro. Mientras las tropas grancolombianas desembarcaban en el puerto del Callao bajo el mando del general Antonio José de Sucre, el general Andrés de Santa Cruz, que hasta poco tiempo antes había luchado en las filas realistas, llegó a compartir las ideas libertarias de José de San Martín y fue enviado a engrosar las tropas de Sucre, iniciando su marcha hacia el Alto Perú. En agosto de 1823 ingresó en la ciudad de La Paz, y forzado a librar combate, Santa Cruz sale victorioso en la batalla de Zepita contra una división del general Valdez, el 25 de agosto de 1823.
El panorama no podía ser más sombrío para los patriotas. La independencia del Perú no estaba consolidada, ya que el 29 de febrero de 1824 los realistas lograron ocupar nuevamente Lima. Pero esta vez, las conmociones políticas que vivía en España influyeron decididamente para el fraccionamiento de las tropas españolas en América. El general Pedro Antonio Olañeta, absolutista recalcitrante, se rebeló contra el virrey La Serna, que era de tendencia liberal y constitucionalista, porque le atribuía a este el deseo de separarse de la monarquía para liberar a Perú del absolutismo que quería imponer Olañeta. Bolívar, encontró a los realistas divididos y organizó prontamente un ejército formado por colombianos. La batalla de Junín del 6 de agosto de 1824 levantó la moral del ejército patriota, fue decisiva en la siguiente batalla de Ayacucho. El general Sucre, que marchaba al frente de la infantería, cuando llegó al campo de Junín escuchó los gritos de alegría por el triunfo. Todo el enfrentamiento duró aproximadamente cuarenta y cinco minutos a una altura de 4.100 metros sobre el nivel del mar. El triunfo en la Pampa de Junín haría renacer la moral entre el ejército unido. Gracias a las lanzas de los llaneros Grancolombianos (Colombianos y Venezolanos), que brillaron en los Nevados Andes peruanos.
"General Sucre... Diga usted Libertador... La oportunidad que yo esperaba se ha presentado. El general español Pedro Olañeta y su ejército de cuatro mil hombres desconoce la autoridad del Virrey. Por mucho tiempo Olañeta ha gobernado el alto Perú y resiente la autoridad de la Serna. Ya el Virrey no tiene doce mil soldados, como tenía antes, sino apenas ocho mil, que luchan ahora contra los otros cuatro. ¡Llegó la hora!." (Dialogo de Bolívar con Sucre antes de la Batalla).
Sucre Jefe Militar Supremo
Al llegar la primera expedición Grancolombiana al puerto de El Callao, Santa Cruz y Gamarra se encontraban en una ofensiva cerca de La Paz con casi todas las fuerzas peruanas. Lima había sido dejada casi desguarnecida por el ejército peruano, situación que aprovecho el Brigadier Canterac para organizar un ejército de 8.000 hombres en Jauja con el que marchó sobre la capital, entrando en Lima el 18 de junio. El congreso nombro a Sucre general en jefe, quien contando el 18 de junio con solo 3.700 hombres, evacuo la ciudad para El Callao. Los días siguiente hubo varios encuentros entre las avanzadas de ambas fuerzas, incluyendo un sangriento combate en el Carrizal y la Legua el 1 de julio. El 21 de junio el congreso peruano proclamo a Sucre Jefe Supremo Militar.
La Batalla de Ayacucho
La Batalla de Ayacucho, no sólo fue una demostración de pericia bélica, sino también de humanidad y cortesía. Escribió al respecto el cronista peruano Niko Cisneros: "Las tropas alistábanse para la batalla decisiva, cuando llegó a las avanzadas de los libertadores, el general hispano Monet acompañado por dos subalternos y amparado por la bandera de parlamento. Llevaba el sentir de su gente que tenían familiares y amigos en las tropas patriotas, y que deseaban visitar antes de que la muerte cerrara sus ojos. Sucre apoyó la solicitud manifestando que los suyos también habían acariciado igual deseo. Así se reunieron un centenar de militares de ambos bandos, completamente desarmados, probando que la humanidad y la cortesía también cabían en el corazón de los soldados bravíos. Criollos sudamericanos y peninsulares departieron en medio de gran cordialidad. Y en un lado del campo se situaron a conversar los generales Monet y Córdoba, como si se tratara de una tertulia fijada, interrumpida tan sólo para contestar los respetuosos saludos de los militares de uniforme u otro. La desusada entrevista duró media hora, más o menos, y después de abrazarse los que más tarde buscarían que destrozarse, se retiraron hacia sus líneas agitando las manos en señal de despedida. La emoción se hizo presente y algunas lágrimas rodaron por las mejillas de los recios soldados, mientras el viento de la pampa llevaba el toque metálico llamando a rancho. Y los integrantes de ambos ejércitos almorzaron tranquilamente, como si se hallaran protegidos por la muralla más poderosa del mundo. Eran ya cerca de las diez de la mañana cuando comenzaron a agitarse las grandes masas peninsulares, que dieron un prolongado y compacto: "Viva el Rey" que el eco estrelló contra las laderas de las moles cordilleranas. Y en respuesta un sonoro "Viva la Patria" estalló en las filas bolivarianas que ascendió raudo hacia el cielo azul bordado de gris. Luego, Sucre como un iluminado por la justicia de Dios, se irguió sobre los estribos de su caballo overo y con voz tronante lanzó su formidable y bella arenga, que terminó con la frase de"... “Otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia".A la una de la tarde, la batalla de Ayacucho había terminado con el rotundo triunfo del ejército de la libertad. El telón colonial había cardo para siempre en la pampa de la Quinua, escenario de uno de los momentos estelares de la humanidad. Pero siguieron sucediéndose los duelos de cortesía y de humanidad".Cuando el Virrey La Serna, herido y apresado entregó su espada, el General Sucre la rechazó diciéndole: "Honor al vencido. Que continué en manos del Valiente". Luego, los términos de la Capitulación no pudieron ser más generosos ni caballerosos. Así se mostró que la nobleza y la hidalguía era tan sudamericana como española.
A raíz de la victoria de Ayacucho Sucre entra triunfante en el Cuzco y liberta después las provincias del Alto Perú. En 1825 convoca a los representantes de dichas provincias para reunirse en asamblea, y con la aquiescencia de Bolívar ésta decide la creación de Bolivia. Es significativa la obra cumplida por el mariscal Sucre en Bolivia, especialmente en la organización de la Hacienda Pública y de la administración general. Se empeñó en promover la libertad de los esclavos y el reparto de tierras a los indios, y sobre todo en beneficio de la educación y la cultura. Ante el Congreso fue categórico al declarar que: "Persuadido de que un pueblo no puede ser libre, si la sociedad que lo compone no conoce sus deberes y sus derechos, he consagrado un cuidado especial a la educación pública". En el transcurso de las 13 semanas que van del 3 de febrero al 5 de mayo de 1826, dio a Bolivia 13 decretos referentes a la creación de colegios de ciencias y artes, más institutos para huérfanos y huérfanas en todos los departamentos, y a establecer escuelas primarias en todos los cantones de la República. La historia recoge la cuenta de su orgullo: "La educación pública es lo que ha hecho más progresos. Los colegios quedan establecidos y marchan bien en todas las capitales de los departamentos, donde también se han abierto escuelas de enseñanza mutua que adelantan rápidamente. En 1829 la República requiere sus servicios para mandar el ejército que debe enfrentar la ofensiva peruana en el sur del Ecuador. Triunfa en la batalla de Tarquí y ofrece a los vencidos una capitulación que es modelo de generosa fraternidad americanista, fiel a su lema que "Nuestra justicia era la misma antes y después de la batalla". Su hija Teresita, que vivirá sólo 2 años, nació el 10 de julio de 1829. En La Paz había nacido un hijo natural suyo y de Rosalía Cortés, José María, el 13 de enero de 1826. La provincia de Cumaná, a la que guardó permanente afecto lo escogió como su representante al Congreso. En camino a Bogotá tiene conocimiento de la agitación separatista que José Antonio Páez fomenta en Venezuela. En la difícil circunstancia de 1830, se destaca en el quehacer político por su consecuencia hacia la persona y la obra de Bolívar. El Congreso Admirable, reunido en Bogotá, lo elige su presidente en enero de ese año; en febrero, el mismo cuerpo le encarga una misión conciliadora ante el Gobierno de Venezuela.
La capitulación de Ayacucho
Es el tratado firmado por el jefe de estado mayor José de Canterac y Sucre después de la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824.Sus principales consecuencias fueron varias:
- 1º La Capitulación ínicamente del Ejército bajo su mando.
- 2º La permanencia Realista en el Callao.
- 3º Perú, nace a la vida independiente, con una deuda económica a los países que contribuyeron militarmente a su independencia.
"Don José Canterac, teniente general de los reales ejércitos de S. M. C., encargado del mando superior del Perú por haber sido herido y prisionero en la batalla de este día el excelentísimo señor virrey don José de La Serna, habiendo oído a los señores generales y jefes que se reunieron después que, el ejército español, llenando en todos sentidos cuanto ha exigido la reputación de sus armas en la sangrienta jornada de Ayacucho y en toda la guerra del Perú, ha tenido que ceder el campo a las tropas independientes; y debiendo conciliar a un tiempo el honor a los restos de estas fuerzas, con la disminución de los males del país, he creído conveniente proponer y ajustar con el señor general de división de la República de Colombia, Antonio José de Sucre, comandante en jefe del ejército unido libertador del Perú. La Batalla de Ayacucho fue la última batalla del proceso emancipador. Bajo las órdenes de Sucre combatió una efectiva representación de la unidad continental en oficiales provenientes de Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Argentina, Perú, Bolivia, Paraguay, Brasil, Chile, Uruguay, Curazao, Puerto Rico, Guatemala y México; además de otros procedentes de distintas naciones de Europa.
Reconocimientos por la Victoria de Ayacucho
Bolívar, quien redacta y publica en 1825 su Resumen sucinto de la vida del general Sucre, único trabajo en su género realizado por el Padre de la Patria, no escatima elogios ante la hazaña culminante de su fiel lugarteniente:
"La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del general Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina".Las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los americanos el ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la naturaleza".
"Usted. está llamado a los más altos destinos, y yo preveo que Usted. es el rival de mi Gloria.(Bolíivar, Carta a Sucre, Nazca, 26 de abril de 1825) ".
"El Congreso de Colombia hizo entonces a Sucre General en Jefe, y el Congreso del Perú le dio el grado de Gran Mariscal de Ayacucho,".
Entrada del Mariscal Sucre al Alto Perú
Luego del triunfo de Ayacucho, y siguiendo precisas instrucciones de Bolívar, el general Sucre entró en territorio boliviano el 25 de febrero de 1825. Su papel se limitó a dar visos de legalidad a un proceso que los mismos bolivianos ya habían puesto en marcha. El general Olañeta permaneció en Potosí, en donde recibió al batallón "Unión" procedente de Puno al mando del coronel José María Valdez, convocó a un Consejo de Guerra que acordó continuar la resistencia. Olañeta distribuyó sus tropas entre la fortaleza de Cotagaita con el batallón "Chichas" al mando de Medinacelli, Valdez con el "Unión" fue enviado a Chuquisaca y él marchó a Vitichi, con 60.000 pesos de oro de la Casa de la Moneda de Potosí. En Cochabamba se sublevó, con el Primer Batallón "Fernando VII" el coronel José Martínez; seguido en Vallegrande, por el Segundo Batallón "Fernando VII", deponiendo al brigadier Francisco Aguilera el 12 de febrero. El coronel José Manuel Mercado ocupó Santa Cruz el 14 de febrero, Chayanta quedó en manos del teniente coronel Pedro Arraya, con los escuadrones "Santa Victoria" y "Dragones Americanos" y en Chuquisaca el batallón "Dragones de la Frontera" del coronel Francisco López se pronunció por los independentistas el 22 de febrero.El coronel Medinacelli con trescientos soldados se sublevó en contra de Olañeta y el 2 de abril de 1825 se enfrentaron en la batalla del Tumusla que culminó con la muerte de Olañeta. El 7 de abril, el general José María Valdez se rindió en Chequelte, ante el general Urdininea, poniendo fin a la guerra en el Alto Perú.
Congreso de Chuquisaca
El 9 de febrero de 1825, el Mariscal Antonio José de Sucre y Casimiro Olañeta, abogado de Chuquisaca y sobrino del mencionado general, convocaron a todas las provincias altoperuanas para reunirse en un congreso que debía decidir el destino de la nación. Pero, el destino de la nueva república estaba sujeto a tres posibilidades que se abrían en el seno de la asamblea, proseguir la unidad con Buenos Aires, incorporándose al conjunto de las Provincias Unidas, mantener la adhesión al Perú reconociendo las medidas de incorporación dictadas por el virrey Abascal como resultado de la revolución del 16 de julio de 1809 en La Paz, o sostener con decisión la independencia absoluta del Alto Perú, no sólo con relación a España, sino también con referencia al Provincias Unidas del Río de la Plata y al Perú. Tanto como el gobierno de Buenos Aires y el Perú admitían esta tercera alternativa, en cambio, Bolívar, si bien no desautorizó públicamente a Sucre le reprochó en carta privada esta iniciativa, pues entendía que alentar en ese momento un acto de soberanía de esa naturaleza, conspiraba contra los intereses de la Gran Colombia, ya que el territorio de la Real Audiencia de Quito podría pretender el mismo trato que la de Charcas. El Congreso General Constituyente de Buenos Aires, por decreto de 9 de mayo de 1825, declaró que "aunque las cuatro provincias del Alto Perú, han pertenecido siempre a este Estado, es la voluntad del congreso general constituyente, que ellas queden en plena libertad para disponer de su suerte, según crean convenir a sus intereses y a su felicidad", despejando el camino a la independencia altoperuana. Sucre, un tanto molesto por el reproche que le hacía Bolívar, después de demostrar sus razones, anunció que obedecería lo mandado, pero que también abandonaría el país, porque lo que se le ordenaba no compartía con su criterio, más al contrario, chocaba con su conciencia y comprometía la fe de su palabra.
Declaración de la independencia de Bolivia
Convocada nuevamente la Asamblea Deliberante en Chuquisaca por el Mariscal Sucre, el 09 de julio de 1825, y concluida se determinó la completa independencia del Alto Perú, bajo la forma republicana, por soberana de sus hijos. Finalmente, el presidente de la Asamblea José Mariano Serrano, junto a una comisión, redactó el "Acta de la Independencia" que lleva fecha del 6 de agosto de 1825, en honor a la Batalla de Junín ganada por Bolívar.La independencia fue declarada por 7 representantes de Charcas, 14 de Potosí, 12 por La Paz, 13 por Cochabamba y 2 por Santa Cruz. El acta de independencia, redactada por el presidente del Congreso, José Mariano Serrano, en su parte expositiva dice en tono vibrante:
El mundo sabe que el Alto Perú ha sido en el continente de América, el ara donde vertió la primera sangre de los libres y la tierra donde existe la tumba del último de los tiranos. Los departamentos del Alto Perú, añade en su parte resolutiva, protestan a la faz de la tierra entera, que sus resolución irrevocable es gobernarse por sí mismos.
El Nacimiento de Bolivia
Mediante un decreto se determinó que el nuevo estado llevaría el nombre de Bolívar, en homenaje alLibertador, quien a la vez fue designado "Padre de la República y Jefe Supremo del Estado". Bolívar agradeció estos honores, pero declinó la aceptación de la Presidencia de la República, para cuyo cargo designó al Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.Pasado un tiempo se volvió a debatir el nombre de la joven nación, y un diputado potosino llamado Manuel Martín Cruz, dijo que al igual que de Rómulo viene Roma de Bolívar vendrá Bolivia.
"Si de Rómulo, Roma; de Bolívar, Bolivia".
Bolívar al enterarse de esta noticia se sintió alagado con la joven nación. Bolívar hasta ese momento no aceptaba de buen grado la independencia de Bolivia, debido a que le preocupaba su futuro, debido a que la situación geográfica de Bolivia la sitúa en el centro America del sur, y esto según Bolívar supondría que sería una nación acosada y que afrontaría futuras guerras, cuestiones que curiosamente se cumplieron.Bolívar deseaba que Bolivia formara parte de otra nación preferentemente Perú, pero lo que le convenció profundamente fue la actitud de las masas populares. El 18 de agosto, a su llegada a La Paz hubo una manifestación de regocijo popular. La misma escena se repitió cuando el Libertador llego a Oruro, después a Potosí y finalmente a Chuquisaca. Esta expresión tan ferviente de la población, conmovió a Bolívar, quien llamó su "Hija Predilecta" a la nueva Nación.
La batalla de Tarqui
La Batalla del Portete de Tarqui se libró el 27 de febrero de 1829 en el llamado Portete de Tarqui, a pocos kilómetros de Cuenca en Ecuador, entre tropas de la Gran Colombia, comandadas por Antonio José de Sucre, y tropas peruanas comandadas por José de La Mar.Tras la independencia definitiva del Perú, el país estaba en buena parte bajo el protectorado de la Gran Colombia por ordenes de Simón Bolívar, que controlaba estrechamente sus asuntos. Además, todavía estaba acantonada en Lima la 3ª División del ejército Grancolombiano que había colaborado en la independencia. Bolívar hubo de abandonar Lima en 1826, para intentar solucionar los graves problemas que se planteaban en la Gran Colombia. Este hecho fue aprovechado por destacados miembros del gobierno y el ejército peruano para eliminar la influencia colombiana, y poder incluir dentro del territorio nacional a la nueva República de Bolivia (el antiguo Alto Perú), así como el departamento colombiano de Azuay (correspondiente a la actual parte meridional del Ecuador, con capital en Cuenca), y la ciudad de Guayaquil, donde una parte influyente de la burguesía apoyaba la incorporación al Perú.En junio de 1827 las elecciones legislativas proclamaron presidente del Perú al general José de La Mar que, residiendo inicialmente en Guayaquil, tenía fuertes intereses comerciales. La Mar organizó dos ejércitos, uno que se dirigió a Bolivia y otro hacia el actual Ecuador. Las negociaciones diplomáticas con Bolívar fracasaron, y en julio de 1828 comenzó oficialmente la guerra. El 28 de noviembre de 1828 La Mar penetró en territorio grancolombiano y ocupó todo el departamento de Azuay, La Mar ocupó también Guayaquil, evacuada por el general Grancolombiano Juan Illingworth a la espera de refuerzos.
Ante la situación el Mariscal Sucre, entonces ya de vuelta a Quito tras renunciar a la presidencia boliviana, concentro el ejército del Sur de la Gran Colombia cerca de Cuenca para presionar a las tropas peruanas, que el 10 de febrero de 1829 habían ocupado Cuenca. Después de un breve encuentro cerca de la población de Saraguro, donde la vanguardia grancolombiana derrotó a un destacamento peruano, el 27 de febrero tuvo lugar el encuentro principal entre los dos ejércitos.Al ejército peruano lo integraban 8.000 soldados y al Grancolombiano tan sólo 4.200. El combate duró media hora en el Portete de Tarqui, donde se cubrió de gloria el ejército colombiano, el 27 de Febrero de 1829.La victoria grancolombiana se debió en buena parte al enfrentamiento por separado contra cada batallón del ejército peruano, que en ningún momento actuó de forma unitaria y dejó sus batallones aislados los unos de los otros. El resultado de la batalla obligó a La Mar a aceptar las condiciones de Sucre, establecidas en el Tratado de Girón
La capitulación de Tarqui
Los objetivos del General Peruano nacido en Cuenca, Ecuador, fue la anexión del Departamento de Guayaquil y el Departamento de Azuay a la Republica del Perú por medio de un bloqueo naval de Guayaquil, invasión y conquista del Distrito del Sur de la Gran Colombia. Ante la invasión del ejército peruano, el Mariscal Gran Colombiano Sucre se aprestó a combatir, deseando hasta el último conseguir por medios pacificos el arreglo limitrofe. Sus gestiones no tuvieron resultados favorables debido a que el General de Perú La Mar no aceptó en ningún momento tales proposiciónes. Cuando fue derrotado en la Batalla del Portete de Tarqui por el Mariscal Sucre. La Mar firmo el Tratado de Girón el 28 de febrero, pero lo violó al no desocupar Guayaquil aduciendo para esto que el Tratado celebrado no era válido, ya que sólo al Congreso le tocaba decidir. El Tratado de Guayaquil que fue firmado el 22 de septiembre de 1829 trato de arreglar los puntos pendientes del Tratado de Girón sin exito completo. el Tratado de Girón, contenia los siguientes puntos:
- 1º El ejército invasor deberá desocupar todos los territorios del Estado de Quito.
- 2º En el Tratado definitivo que deberá celebrase en Guayaquil, se resolverán todos los reclamos de la Gran Colombia.
- 3º Para los asuntos limitrofes, se tomará como base el principio del UTIS POSSIDETIS JURIS de 1809.
La Gran Colombia
Después que acudió en ayuda de la Gran Colombia, invadida por el peruano nacido en Cuenca, Ecuador, José de la Mar, a quien derrotó en Batalla del Portete de Tarqui.Tras la firma del tratado de Piura, marchó a Bogotá en un momento en que la Gran Colombia se encontraba ya en proceso de desintegración, fundamentalmente por movimientos separatistas como la Cosiata en su natal Venezuela. En la reforma constitucional de 1830 en la Gran Colombia, sus enemigos logran poner la norma que para ser presidente o vicepresidente se debían tener 40 años (Sucre tenía 35). Y también es muy probable que esto haya sido la causa de su asesinato. Con Sucre vivo, continuaría la visión política de Bolívar y la unidad de la Gran Colombia. Simón Bolívar, el cual describió la grandeza de Sucre con una bibliografía en la cual quedan plasmadas citas como ésta:
El General Sucre es el Padre de Ayacucho: es el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas. La posteridad representará a Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac y contemplando las cadenas del Perú rotas por su espada.
Última Carta a Bolívar
Escrita en Bogotá el 8 de mayo de 1830:
"El dolor de la más penosa despedida. No son palabras las que pueden fácilmente explicar los sentimientos de mi alma respecto a Vd.: Vd. los conoce, pues me conoce mucho tiempo y sabe que no es su poder, sino su amistad la que me ha inspirado el más tierno afecto a su persona. Lo conservaré, cualquiera que sea la suerte que nos quepa, y me lisonjeo que Vd. me conservará siempre el aprecio que me ha dispensado. Sabré en todas circunstancias merecerlo. Adiós, mi general, reciba Vd. por gaje de mi amistad las lágrimas que en este momento me hace verter la ausencia de Vd. Sea Vd. feliz en todas partes y en todas partes cuente con los servicios y con la gratitud de su más fiel y apasionado amigo".
Últimos Días
Sucre era conocido en el ejército con los apodos de “Mulei” o “Mulengue”, alusión que hace el general Luis Urdaneta, cuando escribe a Juan José Flores desde Tocaima 19 días antes del asesinato: “... A García, el diputado por Cuenca, le instruí de todo lo que debía decir a Ud. y ahora le añado que es preciso que Ud. redoble su vigilancia con el M...” Tres días antes del crimen, el periódico "El Demócrata" de Bogotá publicó el siguiente artículo: “Acabamos de saber con asombro, por cartas que hemos recibido por el correo del Sur, que el general Antonio José de Sucre ha salido de Bogotá... Las Cartas del Sur aseguran también que ya este general marchaba sobre la provincia de Pasto para atacarla; pero el valeroso general José María Obando, amigo y sostenedor firme del Gobierno y de la libertad, corría igualmente al encuentro de aquel caudillo y en auxilio de los invencibles pastusos. Puede que Obando haga con Sucre lo que no hicimos con Bolívar...” Como se ve, el asesinato de Sucre fue como una “Crónica de una muerte anunciada”, ya que el mismo fue planificado y ejecutado con alevosía, ensañamiento, ventaja y premeditación. Si el mariscal se hubiese ido por Buenaventura, allí lo esperaba el general Pedro Murgueitio para darle muerte; si optaba por la vía de Panamá lo acechaba el general Tomás Herrera, y desde Neiva lo vigilaba el general José Hilario López. El Libertador, que rara vez se equivocaba en sus sentencias, exclamó: “...Yo pienso que la mira de este crimen ha sido privar a la patria de un sucesor mío...”Bolívar que estaba enfermo en la costa del Atlántico, al conocer el luctuoso suceso, exclamó: "¡Santo Dios! ¡Se ha derramado la sangre de Abel!... La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida".
Durante mucho tiempo se corrió la noticia que fue el general Juan José Flores, compatriota y compañero de gestas independentistas quien había ideado el crimen, debido a la simpatía del pueblo quiteño al Mariscal y la posibilidad de éste, al radicarse en Quito con su esposa, la quiteña Mariana de Carcelén (Marquesa de Solanda y de Villarocha) y su hija, de convertirse en el primer presidente del Ecuador – como ocupó las presidencias de Bolivia y Perú –, cargo que ocupó Flores desde 1830.El Libertador Simón Bolívar le escribe una carta a la viuda del Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, doña Mariana Carcelén, agradeciéndole el ofrecimiento de conservar la espada de su esposo el 5 de noviembre de 1830. De esta manera la Marquesa de Solanda cumplió con una de las cláusulas del testamento de Sucre, sin embargo Bolívar en su propio testamento ordenó que la espada del prócer cumanés fuese devuelta a su esposa Doña Mariana Carcelén. Los restos Mortales del Mariscal Sucre fueron llevados a Quito por su esposa, la marquesa de Solanda, y mantenidos en secreto en su hacienda en el Valle de los Chillos. En 1832 y cumpliendo la voluntad de Sucre, que deseaba ser enterrado en la capital ecuatoriana, son depositados en el Convento del Carmen Bajo, y posteriormente fueron llevados a la Catedral Metropolitana de Quito, donde ocupa una capilla. Se ha planteado repatriar sus restos a su patria, Venezuela, para ser colocado en altar que para él está diseñado en el Panteón Nacional, en Caracas. En su honor fue bautizada una ciudad de Bolivia, el estado donde nació y varios municipios en Venezuela, un departamento de Colombia y la moneda del Ecuador.
Predecesor: Simón Bolívar |
Presidente de Bolivia 1825–1826 |
Sucesor: José María Pérez de Urdininea |
Predecesor: José de la Riva Agüero |
Presidente del Perú 1823–1823 |
Sucesor: José Bernardo de Torre Tagle |
Referencias
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