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Elementos de la naturaleza

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Los cuatro elementos sublunares: fuego, agua, aire y tierra, según un grabado de 1472.

Los cuatro o cinco elementos de la naturaleza —habitualmente, el agua (ὕδωρ, ὕδατος), la tierra (γῆ, γῆς), el fuego (πῦρ, πυρός) y el aire (ἀήρ, ἀέρος), a los que suele añadirse la quintaesencia o éter (αἰθήρ, αἰθέρος )— eran, para muchas doctrinas antiguas, los constituyentes básicos de la materia y explicaban el comportamiento del mundo físico. El modelo estuvo vigente hasta que la ciencia moderna empezó a desentrañar los elementos y reacciones químicas.

En la cultura occidental, el origen de la teoría de los cuatro elementos se encuentra en los filósofos presocráticos y perduró a través de la Edad Media hasta el Renacimiento, influyendo profundamente en la cultura y el pensamiento europeo. Los estados de la materia, según la ciencia moderna y, en menor grado, también la tabla periódica de los elementos y el concepto de combustión (fuego) pueden considerarse sucesores de aquellos primeros modelos.[cita requerida]

China, por su parte, enunciaba elementos ligeramente diferentes y todavía usados en la medicina china tradicional: tierra, agua, fuego, metal y madera, entendidos más como diferentes tipos de energía en un estado de constante interacción y flujo entre unos y otros, en oposición a la noción occidental que los relaciona con las diferentes manifestaciones de la materia.[cita requerida]

En Occidente

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Los cuatro elementos de los griegos. Diagrama común con dos cuadrados, donde el más pequeño se sobrepone. Las esquinas del más grande muestran los elementos, y las esquinas del menor representan las propiedades.

El filósofo griego Tales de Mileto propuso que el principio de todas las cosas (o arché) era el agua.[1]

Después Anaxímenes consideró que el principio era el aire, Heráclito creyó que el fuego era el principio, y Jenófanes la tierra. Aecio y Sexto Empírico comentan un fragmento de un texto de Jenófanes (B27) en el cual Jenófanes dice que la tierra es principio y fin de todas las cosas. Pero Aristóteles había dicho que ningún pensador había atribuido a la tierra el carácter de elemento primordial.

Para Aristóteles el éter o quinto elemento es la quintaesencia, razonando que el fuego, la tierra, el agua y el aire eran terrenales y corruptibles, y que las estrellas no podían estar hechas de ninguno de estos elementos, sino de uno diferente, inmutable, de una substancia celestial.

Los pitagóricos utilizaban las letras iniciales de los cinco elementos para nombrar los ángulos de su pentagrama, y los identificaban con los sólidos platónicos.

La teoría de las cuatro raíces de Empédocles (cerca del 450 a. C.) es mencionada por Aristóteles:

  • El 'agua' es a la vez fría y húmeda.
  • La 'tierra' es a la vez seca y fría.
  • El 'fuego' es a la vez caliente y seco.
  • El 'aire' es a la vez húmedo y caliente.

De acuerdo con Galeno, los elementos fueron usados por Hipócrates cuando describía el cuerpo humano, asociándolos con los cuatro humores:

El término «éter» fue recuperado por físicos del siglo XIX para denominar el medio invisible que llenaba el universo, el éter luminoso.[2]

En 1987, el compositor Robert Steadman escribió una sinfonía en la cual cada movimiento representaba las características de los elementos clásicos de la Antigua Grecia: aire, agua, tierra y fuego. De un modo más tópico se han tratado en corrientes de la música contemporánea, como la New Age.

Resulta evidente que el concepto/término «elemento» utilizado por los antiguos no se refiere a los elementos químicos de la ciencia moderna. Estudiosos más recientes han razonado que los elementos de la naturaleza se refieren a los estados de la materia, es decir: líquido (agua), sólido (tierra), plasma (fuego), gas (aire).

La astrología y los elementos griegos

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Representación de los cuatro elementos en el contexto astrológico, en un manuscrito inglés del siglo XI.

La astrología continúa usando el concepto de los cuatro elementos desde la Antigüedad, aplicando a las técnicas de interpretación y cálculo astrológico los cuatro elementos de la antigüedad griega, en el contexto de la carta astral.

Según Pierre Riffard, en su Diccionario de esoterismo, el orden estratigráfico de los elementos es:

  1. tierra
  2. agua
  3. aire
  4. fuego
  5. éter

Y el orden genérico de los elementos es:

  1. éter
  2. fuego
  3. aire
  4. agua
  5. tierra

Para algunos sectores del ocultismo, los cuatro elementos representados en la esfinge egipcia se relacionan con la astrología babilónica:

  • el rostro humano corresponde a Acuario (aire),
  • las alas al águila de Escorpio (agua),
  • las garras de león a Leo (fuego) y
  • las patas de toro a Tauro (tierra).

Shakespeare y Calderón

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En la literatura europea, en especial en el teatro del Barroco, pueden encontrarse referencias a los cuatro elementos.[3]

Por ejemplo, en La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca:

En quien un mapa se dibuja atento,
pues el cuerpo es la tierra,
el fuego, el alma que en el pecho encierra,
la espuma el mar, y el aire es el suspiro,
en cuya confusión un caos admiro;
pues en el alma, espuma, cuerpo, aliento,
monstruo es de fuego, tierra, mar y viento.[4]

Otro ejemplo se encuentra en Hamlet, de William Shakespeare:

Yo he oído decir que
el gallo, trompeta de la mañana,
con la alta y aguda voz de su garganta sonora
despierta al dios del día, y que a su anuncio,
todo extraño espíritu errante en el mar o el fuego, en la tierra o el aire, huye
hasta su confín.[5]

Tradición nativa americana

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La rueda medicinal es un símbolo sagrado en muchas culturas indígenas americanos que representa el límite de la Tierra y todo el conocimiento del universo. Representa los cuatro puntos cardinales, el camino del sol, las cuatro estaciones y las cuatro medicinas sagradas. Cada elemento también está representado por un color que significa cuatro razas de humanos.[6][7]

  • La Tierra (Sur) representa el ciclo de la juventud, el verano, la raza Indígena, y la medicina del cedro.
  • Fuego (Este) representa el ciclo de nacimiento, la primavera, la raza asiática y la medicina del tabaco.
  • Viento/Aire (Norte) representa el ciclo mayor, el invierno, la raza europea y la medicina de la hierba dulce.
  • Agua (Oeste) representa el ciclo de la edad adulta, el otoño, la raza africana, y la medicina de la salvia.

El símbolo de la rueda de la medicina es una invención moderna que data de aproximadamente 1972, y estas descripciones y asociaciones son una adición posterior. Las asociaciones con los elementos clásicos no se basan en las enseñanzas indígenas tradicionales y el símbolo no ha sido adoptado por todas las naciones indígenas americanas.[8][9][10][11][12]

En Oriente

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Los cinco elementos en el hinduismo

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Los pancha maja-bhuta (cinco grandes-elementos), del hinduismo y budismo temprano son:

  1. pritiví o bhumi (tierra).
  2. ap o yala (agua).
  3. agni (fuego).
  4. vaiu o pávana (aire o viento).
  5. akasha (éter).

Los cuatro elementos en el budismo temprano

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En la literatura pali, los maja bhuta (‘grandes elementos’) o chatu dhatu (‘cuatro elementos’) son:

  • agua
  • tierra
  • fuego
  • aire

En el budismo temprano, los cuatro elementos son las bases del entendimiento del sufrimiento y para liberarse a uno mismo de él.

Los cinco elementos de la antigua China

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El círculo de los elementos.

En el taoísmo hay un sistema similar al de los griegos, que incluye metal y madera, pero excluye al aire.

Los cinco planetas mayores están asociados con el nombre de los elementos:

La Luna representa el yin y el Sol representa el yang.

El yin, el yang y los cinco elementos figuran en el método najia de interpretación I Ching, el más antiguo de los textos chinos, que describe la cosmología y filosofía china.

Los cinco elementos en Japón

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Las tradiciones japonesas usan un grupo de elementos llamados el 五大 (godai, literalmente ‘los cinco grandes’). Estos cinco son:

Estos procedían de las creencias budistas. Los elementos clásicos chinos también son importantes en la cultura japonesa.

Historia moderna

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Artus Wolffort, Los Cuatro Elementos, antes de 1641

Elemento químico

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La tradición aristotélica y la alquimia medieval finalmente dieron origen a la química moderna, teorías científicas y nuevas taxonomías. En la época de Antoine Lavoisier, por ejemplo, una lista de elementos ya no se referiría a los elementos clásicos.[13]​ Algunos científicos modernos ven un paralelo entre los elementos clásicos y los cuatro estados de la materia: sólido, líquido, gas y el plasma débilmente ionizado.[14]

La ciencia moderna reconoce clases de partículas elementales que no tienen subestructura (o más bien, partículas que no están hechas de otras partículas) y partículas compuestas que tienen subestructura (partículas hechas de otras partículas).

Astrología occidental

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🜂
Fuego
🜁
Aire
🜄
Agua
🜃
Tierra
Los cuatro elementos y colores comúnmente asociados

La astrología occidental utiliza los cuatro elementos clásicos en relación con las cartas astrológicas y los horóscopos. Los doce signos astrológicos del zodíaco se dividen en los cuatro elementos: signos de fuego son Aries, Leo y Sagitario, signos de tierra son Tauro, Virgo y Capricornio, los signos de aire son Géminis, Libra y Acuario, y los signos de agua son Cáncer, Escorpio y Piscis.[15]

Crítica

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El historiador holandés de la ciencia Eduard Jan Dijksterhuis escribe que la teoría de los elementos clásicos "tenía que ejercer una influencia realmente dañina. Como ahora está claro, Aristóteles, al adoptar esta teoría como base de su interpretación de la naturaleza y al nunca perder la fe en ella, tomó un rumbo que prometía pocas oportunidades y muchos peligros para la ciencia".[16]Bertrand Russell dice que el pensamiento de Aristóteles se imbuyó de una autoridad casi bíblica en siglos posteriores. Tanto es así que "Desde principios del siglo XVII, casi todo avance intelectual serio ha tenido que comenzar con un ataque a alguna doctrina aristotélica".[17]

En la pintura

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Las alegorías eran un motivo del gusto del Manierismo italiano y flamenco de finales del siglo XVI.

En la pintura barroca flamenca la representación de "Los cuatro elementos" era un tema pictórico habitual en el siglo XVII (Jan Brueghel el Joven y otros). En esta época, las alegorías de tierra, fuego, agua y aire eran motivos propicios para explayarse en paisajes y celajes.[18]

Véase también

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Referencias

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  1. Padilla, Juan Raez (18 de marzo de 2015). «1.1.2». Manual de simbología. Septem Ediciones. p. 23. ISBN 9788416053438. Consultado el 30 de marzo de 2018. 
  2. Por extensión, las más exóticas fases de la materia (como la condensación de Bose-Einstein) son algunas veces vistos como formas representativas del quinto elemento (éter).
  3. Entre la ciencia y el sueño: notas sobre la fortuna de los cuatro elementos en las letras españolas, por Javier Salazar Rincón. UNED. La Seu d'Urgell (Lérida) Edición de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
  4. La vida es sueño, jornada I, escena II. Calderón de la Barca. [1]
  5. Horacio, personaje de Hamlet, Prince of Denmark, de Shakespeare.
    I have heard
    The cock, that is the trumpet to the morn,
    Doth with his lofty and shrill-sounding throat
    Awake the god of day, and at his warning,
    Whether in sea or fire, in earth or air,
    Th' extravagant and erring spirit hies
    To his confine.
  6. «Medicine Wheel – CPN Cultural Heritage Center» (en inglés). Consultado el 7 de mayo de 2023. 
  7. «The Medicine Wheel (U.S. National Park Service)». www.nps.gov (en inglés). Consultado el 7 de mayo de 2023. 
  8. Shaw, Christopher (August 1995). «A Theft of Spirit?». New Age Journal. Consultado el 28 de abril de 2021. 
  9. Thomason, Timothy C (27 de octubre de 2013). «The Medicine Wheel as a Symbol of Native American Psychology». The Jung Page. The Jung Center of Houston. Consultado el 28 de abril de 2021. 
  10. Chavers, Dean (15 de octubre de 2014). «5 Fake Indians: Checking a Box Doesn't Make You Native». Indian Country Today. Consultado el 28 de abril de 2021. 
  11. Beyer, Steve (3 de febrero de 2008). «Selling Spirituality». Singing to the Plants. Consultado el 28 de abril de 2021. 
  12. Bear Nicholas, Andrea (April 2008). «The Assault on Aboriginal Oral Traditions: Past and Present». En Hulan, Renée; Eigenbrod, Renate, eds. Aboriginal Oral Traditions: Theory, Practice, Ethics. Halifax, NS: Fernwood Pub Co Ltd. pp. 7-43. ISBN 9781552662670. 
  13. Lavoisier, Antoine. «Elements of Chemistry». En Giunta, Carmen, ed. Classic Chemistry. 
  14. Kikuchi, Mitsuru (2011), Frontiers in Fusion Research: Physics and Fusion, London: Springer Science and Business Media, p. 12, ISBN 978-1-84996-411-1, «Empedocles (495–435 BC) proposed that the world was made of earth, water, air, and fire, which may correspond to solid, liquid, gas, and weakly ionized plasma. Surprisingly, this idea may catch the essence.» .
  15. Tester, 1999, pp. 59–61, 94.
  16. Dijksterhuis, 1969, p. 71.
  17. Russell, 1991, p. 173.
  18. Ed. Sheila D. Muller (1958). The Val A. Browning Collection: A Selection of Old Master Paintings. Salt Lake City: The Utah Museum of Fine Arts, University of Utah.
  19. La obra de Kessel es réplica de una versión de comienzos del XVII, con otras muchas: Jan Brueghel el Joven y Ambrosius Francken el Joven (ca. 1625-1632 ficha en Commons). Jan Brueghel el Joven y Hendrik van Balen el Joven (mismas fechas ficha en Commons). Gerard Hoet (sin datar, finales del XVII o comienzos del XVIII ficha en Commons).

Bibliografía

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  • Riffard, Pierre (1987). Diccionario de esoterismo. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-0237-X. 
  • Cirlot, Juan-Eduardo (1991). Diccionario de Símbolos. Barcelona: Editorial Labor. ISBN 9788433535047. 
  • Dijksterhuis, Eduard Jan (1969). The Mechanization of the World Picture. Princeton, NJ: Princeton University Press. 
  • Wilson, E.M. (1976). Los cuatro elementos en la imaginería de Calderón, Calderón y la crítica: historia y antología. Madrid: Editorial Gredos. 
  • Böhme, Gernot y Hartmut, Pierre (1998). Fuego, agua, tierra, aire: una historia cultural de los elementos. Barcelona: Editorial Herder. 
  • Russell, Bertrand (1991). History of Western Philosophy (2nd edición). Londres: Routledge. ISBN 0-415-07854-7. OCLC 221108071. 
  • Tester, S. J. (1999). A History of Western Astrology. Boydell & Brewer. 

Enlaces externos

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