Relaciones España-Reino Unido

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Relaciones España - Reino Unido
España Reino Unido
     España      Reino Unido

Las relaciones anglo-españolas o hispano-británicas son las relaciones internacionales bilaterales habidas entre el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y el Reino de España, y entre las naciones que las antecedieron.

Introducción

La historia de las relaciones anglo-españolas se complica por la herencia política de los dos países. Ni el Reino Unido ni España tiene un único ancestro constitucional: el Reino Unido fue creado originalmente por una unión de los reinos de Inglaterra y Escocia (al que más tarde se sumó Irlanda), mientras que España fue creada inicialmente por la unión de los reinos de Castilla y Aragón. También se han complicado por el hecho de que tanto el Reino Unido y España fueron las dos potencias imperiales, en ocasiones reclamando los mismos territorios, una situación que aún hoy día se está barajando en la disputa por la propiedad de Gibraltar.

Historia

Durante siglos, el papel de Inglaterra en la península ibérica estuvo marcado por la alianza luso-británica de 1373. Las relaciones británicas con Portugal fueron siempre más fluídas que con España. Durante el siglo XIV ambos países se vieron enfrentados en la Guerra de los Cien Años. En 1384, durante la crisis sucesoria portuguesa ocurrida tras la muerte de Fernando I, el regente Juan de Gante y el rey Ricardo II de Inglaterra se alinearon del lado portugués con Juan I de Portugal contra la Corona de Castilla.

Siglo XVI

En 1559 Felipe II buscó la posibilidad de casarse con Isabel I, a condición de que ésta acatase la religión católica, pero la reina inglesa rechazó la propuesta.[1]

Ruptura

En la década de 1560 - 1570 concurrieron una serie de desavenencias comerciales, políticas y religiosas que deterioraron gravemente las relaciones entre ambos países.

La publicación del Acta de Supremacía por la que Isabel I era declarada cabeza de la Iglesia, la prohibición de la misa católica y la persecución de los religiosos católicos fue motivo de quejas por parte de España, de la misma manera que Inglaterra reclamaba que la Inquisición española respetara la libertad religiosa de ciudadanos ingleses residentes en España; las presas que los corsarios bajo bandera inglesa como François le Clerc, John Hawkins o Francis Drake entre otros, hacían sobre los navíos españoles en las Indias dieron lugar a reclamaciones españolas[2]​ que raramente se resolvían; los gravámenes impuestos por Felipe II a la exportación de mercancías de los puertos españoles y la prohibición a los extranjeros de comerciar en las Indias; las simpatías españolas para con María I de Escocia, encarcelada en Inglaterra; la situación en los Países Bajos españoles, donde Inglaterra apoyaba militar y económicamente a los rebeldes holandeses en la guerra de Flandes contra las autoridades españolas, y donde el duque de Alba ordenó el embargo de las propiedades inglesas, en represalia por la detención de súbditos españoles.[3]

En 1570, con Isabel excomulgada por el papa Pío V en su bula Regnans In Excelsis, España dio su apoyo en secreto a la conspiración de Ridolfi para asesinar a Isabel I,[3]​ y se contemplaba seriamente la posibilidad de invadir militarmente Inglaterra.[4]​ La formación de la Liga Santa, originalmente concebida para enfrentarse al Imperio otomano, fue vista como una amenaza contra Inglaterra. El apoyo de ésta al pretendiente al trono portugués Don Antonio tras la anexión de Portugal a España vino a sumarse al cúmulo de desencuentros habidos entre ambos países.

En 1585 estalló la Guerra anglo-española (1585-1604), en el transcurso de la cual se produjeron el ataque a Cádiz de 1587, el fallido intento de invasión a Inglaterra por la Armada Invencible, el también fracasado ataque inglés a La Coruña o el saqueo de Cádiz. La paz no llegaría hasta 1604, tras la muerte de Felipe II e Isabel I y su sucesión por Felipe III y Jacobo I respectivamente; ambas potencias pactaron el tratado de Londres, poniendo fin a la guerra y restaurando sus relaciones comerciales.[5]

Siglo XVIII

Gibraltar ha sido un conflicto continuo en las relaciones entre ambos países, ya que España no reconoce la soberanía británica sobre el peñon.
La frontera

Durante todo el siglo XVIII las relaciones entre ambos países estarían marcadas por una sucesión de conflictos militares y políticos, condicionadas por el Pacto de Familia que las coronas española y francesa mantenían.

En 1707, con el Acta de Unión, Inglaterra y Escocia se unieron formando el Reino de Gran Bretaña.

En 1700, tras la muerte sin descendencia de Carlos II de España y su sucesión por Felipe V de España (nieto de Luis XIV de Francia), se planteó en Europa la posibilidad de que ambos países se unieran en una única potencia, cuyo poder excesivo amenazaría a los restantes países del entorno. Para oponerse a ello, Inglaterra, las Provincias Unidas de los Países Bajos y el Sacro Imperio Romano Germánico formaron la Gran Alianza, partidaria de la ocupación del trono español por Carlos de Austria. En 1702 declararían la guerra a la coalición franco-española,[6]​ dando inicio a la guerra de sucesión española. El conflicto terminaría en 1713 con la firma del tratado de Utrecht, mediante el cual España cedió a Gran Bretaña Gibraltar y Menorca y se comprometió a otorgarle el asiento de negros,[7]​ lucrativo negocio basado en el comercio de esclavos africanos hacia las colonias españolas en América.

Descontento con las cesiones territoriales hechas por la paz de Utrecht, Felipe V mandó ocupar Sicilia y Cerdeña, lo que dio lugar en 1718 a la Guerra de la Cuádruple Alianza,[8]​ que terminaría en 1720 con la firma del tratado de La Haya.

En 1727 ambos países entrarían nuevamente en conflicto en la guerra anglo-española de 1727 - 1729, ocasionada por el intento español de recuperar Gibraltar. En 1729 la firma del Tratado de Sevilla volvería a dejar las cosas como estaban antes de la guerra.

En 1739 estallaría la guerra del Asiento, librada en las colonias americanas, y al año siguiente ambos países se verían nuevamente en bandos opuestos durante la Guerra de Sucesión Austriaca, que el tratado de Aquisgrán de 1748 terminaría.

En 1761 España entró en la guerra de los Siete Años y en 1779 en la Guerra de independencia de los Estados Unidos[9]

Con el fin de contener la expansión de la Revolución francesa, en 1793 se formó la Primera Coalición, una alianza de varios países europeos entre los que se encontraban España y el Reino Unido. Forzado por el avance de las tropas francesas en territorio español, Manuel Godoy firmó con Francia la Paz de Basilea en 1795, y al año siguiente el tratado de San Ildefonso, mediante el cual España y Francia pactaban mantener una política militar conjunta frente a terceros países. La Paz de Amiens de marzo de 1802 se vería rota en 1804, cuando el ataque británico a la flota española en la batalla del Cabo de Santa María provocaría una nueva declaración de guerra de España a Gran Bretaña. La derrota de Trafalgar al año siguiente sería el episodio más renombrado de este nuevo enfrentamiento.

Siglo XIX

En 1800, con el Acta de Unión, Gran Bretaña e Irlanda se unieron formando el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda.

La alianza hispano francesa se rompió en 1808 debido a las pretensiones de Napoleón de elevar al trono español a su hermano José Bonaparte. Durante la guerra de independencia que siguió, Gran Bretaña y España estuvieron unidos.

Referencias

Enlaces externos