Discusión:Bética

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Aunque estoy de acuerdo en que la Baetica es el origen de Andalucía como concepto territorial definido en el sur de la península Ibérica, este articulo me parece algo tendencioso. Mas adelante trataré lo que creo que es parcial, pero de momento voy a rectificar algunos pasajes incorrectos, como lo de su extensión territorial y su correspondencia en territorios actuales.

Baetica[editar]

He cambiado el artículo de Bética a Baetica por los mismos motivos por los que el artículo Gallaecia, aparece con dicho término y no como Gallecia: Por respetar la nomenclatura clásica y el diptongo latino /ae/ (en pleno uso en el momento del comienzo del uso de dichos términos).

--Cahli 00:41 14 sep 2006 (CEST)

Traslado[editar]

Procedo a trasladar aquí información proveniente del artículo bueno Historia de Andalucía, que puede ser útil para la mejora de este artículo:

=== La Bética romana ===
Anfiteatro de Itálica, uno de los mayores del Imperio.
Primera división romana de Hispania, donde puede verse la Hispania Ulterior.
Hispania según la división provincial romana del 27 a. C., donde pueden apreciarse los límites de la Bética.
Hispania en época de Diocleciano.

En el año 218 a. C., el general romano Publio Cornelio Escipión desembarcó en Ampurias para cortar los abastecimientos a los cartagineses. Tras derrotarlos en algunas batallas, en 210 a. C. es nombrado cónsul, momento en el que empezó la Segunda Guerra Púnica y la conquista de la península ibérica por parte de los romanos. Tras la guerra los cartagineses abandonan Andalucía y su presencia fue sustituida por la de los romanos, que tuvieron que hacer frente a algunos focos de resistencia.

Como consecuencia de la victoria romana se creó la provincia de Hispania Ulterior, que abarcaba casi todo el territorio andaluz, salvo la parte norte de las provincias de Jaén y Granada y la parte de la provincia de Almería al este del río Almanzora, que quedaron bajo la administración de la provincia Tarraconense y posteriormente de la Cartaginense. Posteriormente, en época de Augusto se creó una nueva división administrativa, la provincia Bética con capital en Corduba.

El territorio se articulaba a través de una red de calzadas dispuestas en base a tres grandes ejes de paso naturales: La depresión Bética, el surco Intrabético y la costa. En torno a estos ejes se disponían importantes núcleos de población, como Corduba (la capital), Hispalis, Ostippo, Gades, Iliberris, etcétera, que monopolizaban la recaudación de impuestos, el comercio y la explotación del ager, además de ser grandes focos de penetración de la cultura romana y de su distribución por sus áreas de influencia rural. El caracter divisorio de grandes ríos como el Guadiana y el Guadalquivir, la importancia de los grandes distritos mineros como Almadén, la frontera natural que supone Sierra Morena, la importancia de grandes núcleos poblacionales y la facilidad de comunicación por el mar, son elementos que hacían de frontera y que a la vez configuraban un espacio territorial con distintas realidades pero con cierta cohesión.

[...] resultado de una percepción que establece diferencias. La principal finalidad es la explotación de los recursos, de tal manera que el inicio de Andalucía como territorio conocido, ya indica algo que será constante en ciertas épocas: la colonización [...]
Cano García, G.: Evaluación de los límites de Andalucía y percepción del territorio

La Bética tuvo una importante aportación al conjunto del Imperio Romano, tanto económica como cultural y política. En el terrero económico continuó siendo muy significativa la extracción de minerales (oro, plata, cobre y plomo) y la agricultura, con la producción y exportación sobre todo de cereales, aceite y vino, éstos dos últimos especialmente famosos en todo el Imperio junto con el garum. En el terreno político, la Bética fue durante mucho tiempo una provincia senatorial que, debido a su alto grado de romanización, dependía del poder político del Senado, no del poder militar del Emperador. En ella se libró la decisiva batalla de Munda entre populares y optimates, partidarios de César y Pompeyo respectivamente. Además dio a Roma los emperadores Trajano y Adriano, naturales de Itálica, y al filósofo cordobés Séneca.

La conquista romana, tanto económica como política, y la profunda romanización de la Bética puso fin en gran medida a la cultura autóctona [...] perdiéndose la existencia de una remota conciencia de la tierra andaluza como un sutil vapor [...].[1]​ Sin embargo, propició una temprana cristianización, que a arraigó fuertemente en las costas andaluzas y que fue marcando un nuevo desarrollo cultural en toda la Península Ibérica. En el siglo IV el Cristianismo pasó a ser tolerado en el Imperio y después proclamado religión oficial y única permitida, celebrándose en tierras béticas el Concilio de Elvira, hito fundamental en la Historia del Cristianismo en España, al que asistieron once obispos béticos, de un total de diecinueve asistentes.[2]

Edad Media

Primeras Invasiones Bárbaras

La Hispania visigoda hacia el año 700.
Presencia bizantina en la Península Ibérica.

En el 411, en virtud de un foedus pactado con el Imperio Romano de Occidente, los suevos, vándalos y alanos se establecieron en la península Ibérica. Los vándalos silingos (dirigidos por Fridibaldo), más poderosos que sus hermanos asdingos, recibieron la fértil provincia de la Bética, donde permanecieron poco tiempo antes de pasar al Magreb. No es posible especificar en qué zonas de Andalucía se asentaron, debido a su corta permanencia y a la falta de hallazgos arqueológicos.[3]

La Bética visigoda y la presencia bizantina

Con la irrupción de los visigodos en el escenario político de la península Ibérica el 418, los vándalos fueron expulsados. El carácter meridional de Andalucía y su fuerte romanización y afianzamiento de una oligarquía territorial, capaz de tener auténticos ejércitos propios, dio a la Bética un carácter especial. Fue el último territorio controlado de facto por los visigodos, y el que mayor inestabilidad política presentaba. Muestra de ello es que en el año 521 el pontífice nombró vicario para la Lusitania y la Baetica al obispo metropolitano de Sevilla (Salustio), dando a entender que la jurisdicción eclesiástica de Tarragona no controlaba de facto los territorios del sur peninsular.

A partir del año 531 el rey visigodo Teudis llevó a cabo una rápida expansión hacia el sur, llegando a instalar su corte en Sevilla, para tener un mejor control de sus operaciones en el sur peninsular. Incluso llegó a dirigir una ofensiva, fracasada, contra el poder bizantino establecido en Settem (Ceuta). La Bética quedó definitivamente integrada en el reino visigodo de Toledo, si bien cuando los intereses de la oligarquía terrateniente hispano-romana peligraban, se producían rebeliones, como las de Atanagildo y Hermenegildo.[4]

La rebelión de Atanagildo, con apoyo de la oligarquía de la Bética, supuso la entrada en acción del poder bizantino, en expansión bajo Justiniano I. La importancia del litoral andaluz para el comercio en el Mediterráneo hizo que se incorporara a la provincia bizantina de Spania. Sin embargo, la presencia bizantina en Andalucía fue fugaz, ya que el poder visigodo de Toledo siempre quiso recuperar el litoral perdido. Las campañas, primero de Leovigildo y luego de Suintila, hicieron que se creara un poder unificado en la península Ibérica.

Durante el periodo visigodo, en lo religioso y cultural San Leandro y San Isidoro fueron personalidades fundamentales, que desempeñaron su labor principalmente en Sevilla.[5]

  1. CUENCA TORIBIO, J.M. (1979). Andalucía, una introduccion histórica. Cordoba: Caja de Ahorros de Córdoba. 
  2. MARÍA BLÁZQUEZ, José (diciembre de 1978). «La Bética en el Bajo Imperio». Fuentes y Metodología. Andalucía en la Antigüedad. Actas del I Congreso de Historia de Andalucía, vol. 1, Córdoba, 1976. p. 260. Consultado el 24 de agosto de 2008. 
  3. ORLANDIS, José (1988). Historia del reino visigodo español, 78-84. Madrid: Rialp. ISBN 84-321-2417-6. 
  4. FUENTES HINOJO, Pablo (1996). «La obra política de Teudis y sus aportaciones a la construcción del reino visigodo de Toledo». En la España medieval. (19). ISSN 0214-3038, pp.9-36. 
  5. ORLANDIS, José (1966). «El elemento germánico en la Iglesia española del siglo VII». Anuario de estudios medievales (3). ISSN 0066-5061 , pp.27-65. 

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Elvisor (discusión) 18:12 24 nov 2015 (UTC)[responder]

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