Ir al contenido

Combustión espontánea humana

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Esta es una versión antigua de esta página, editada a las 05:19 26 oct 2020 por SeroBOT (discusión · contribs.). La dirección URL es un enlace permanente a esta versión, que puede ser diferente de la versión actual.

Se utiliza el término combustión espontánea humana (en inglés: Spontaneous Human Combustion[1]​) o CHE[2]​ o CEH (en ing. SHC[3][4][1]​) o Ignición espontánea humana y combustibilidad humana extraordinaria,[5][6]combustibilidad humana preternatural[7][5]​ menos común autocombustión humana[8]​, para describir los supuestos casos de incineración de personas vivas sin una fuente externa de ignición, y cuyos cuerpos quedan reducidos casi en su totalidad a cenizas.[9]​ Aunque existen multitud de hipótesis sobre la combustión espontánea, la posición mayoritaria es de escepticismo sobre la propia existencia del fenómeno.

Los defensores de la existencia de este fenómeno contabilizan alrededor de 200 casos desde el siglo XVIII.[10]​ Sin embargo, en la mayoría de los casos apenas hubo una investigación sobre las circunstancias que lo rodearon, y muchos de ellos se basan en testimonios de segunda o tercera mano y se carece de datos tan básicos como el nombre de la víctima o la fecha del incidente.

La explicación más probable de la mayoría de los casos es el efecto mecha, en el que la ropa o algún tipo de tela que cubre un cuerpo empieza a arder lentamente por efecto de una chispa o llama tenue. Mientras la tela arde, la grasa corporal se derrite y es absorbida por la misma ropa o tela ya carbonizada, lo que actúa como la mecha de una vela, produciendo así una llama suave y estable. Este tipo de llama puede arder por horas y carbonizar las partes del cuerpo en contacto con la tela sin llegar a afectar el resto del cuerpo.[11][12]

Descripción del fenómeno

La combustión espontánea humana es un supuesto fenómeno donde el cuerpo de una persona arde por completo sin exposición a fuentes de calor externas. La creencia en el fenómeno se basa en algunos casos raros en los que se han encontrado los restos incinerados del cuerpo de una víctima en circunstancias donde no se puede determinar fácilmente la causa de la combustión. En la mayoría de los casos, las víctimas han sido encontradas totalmente reducidas a cenizas en su vivienda, aunque la habitación y los objetos a su alrededor presentan poco o ningún daño causado por fuego. En ocasiones, el fuego ha consumido completamente la mayor parte del cuerpo a excepción de algunas partes, quedando entre los restos fragmentos de hueso e incluso pies o brazos.[9][13]

El estado de los restos de estas personas es muy diferente al en el que comúnmente se encuentran los restos de personas víctimas de incendios domésticos, cuyos cuerpos no se reducen a cenizas sino que permanecen completos, si bien carbonizados, y presentando incluso tejidos.[13]

En la mayoría de los casos de alegaciones de combustión espontánea no se cuenta con datos forenses o investigaciones detalladas y se carece de información tan básica como el nombre de la víctima o la fecha del suceso. En los casos en los que sí se cuenta con descripciones detalladas aparecen una serie de elementos comunes:

  1. El fuego suele estar localizado en el cuerpo de la víctima. Los muebles y electrodomésticos cercanos a la víctima suelen quedar intactos. Los alrededores de la víctima sufren poco o ningún daño.
  2. La zona alrededor de la víctima y, a veces el resto de la habitación, se encuentra cubierta de un hollín grasiento.
  3. Casi siempre las víctimas tienen algún problema de movilidad (invalidez, sobrepeso...) o se encuentran incapacitadas (consumo de alcohol, barbitúricos...).
  4. En todos los escenarios hay alguna posible fuente externa de ignición.
  5. Nunca hay testigos oculares del momento del suceso.
  6. Las víctimas tienden a ser adultos mayores.

Historia

Una de las primeras menciones del fenómeno de la que se tiene registro es en un artículo escrito por Paul Rolli en el siglo XIX en The Philosophical Transactions of the Royal Society of London, from Their Commencement in 1665 to the Year 1800. El autor recoge algunos casos de víctimas que perdieron la vida por incineración sin que se pudiera encontrar la fuente del incendio. Rolli explora también la explicación propuesta por el autor John Henry Cohausen, quien sugiere que algunas sustancias contenidas en el cuerpo humano y diferentes procesos de fermentación en el estómago podrían crear una llama desde el interior del cuerpo al combinarse con bebidas alcohólicas y los movimientos internos del cuerpo durante la noche. Rolli concuerda con la teoría de Cohausen y sugiere otros procesos químicos y emanaciones del cuerpo que podrían estar involucrados en el fenómeno.[14]

Explicaciones científicas

Las explicaciones racionales de estos sucesos se engloban en dos categorías básicas: accidentes donde un incendio tipo efecto mecha tuvo lugar, o bien crímenes que se pretendieron encubrir mediante alegaciones de combustión espontánea.

El efecto mecha

A pesar del nombre de “espontánea”, lo cierto es que nunca ha habido testigos presenciales del momento de la ignición y en todos los casos con suficiente información transcurrieron varias horas desde que la víctima fue vista por última vez y el descubrimiento del cadáver. El efecto mecha fue propuesto por D. J. Gee en 1965 como explicación de la muerte de una mujer.[15]

El efecto mecha (o efecto vela) se produce cuando la ropa de la víctima se prende con alguna fuente de ignición externa. Si se dan las condiciones adecuadas, este primer fuego quema la piel y empieza a derretir la grasa corporal. Esta grasa es absorbida por la ropa, que actúa como la mecha de una vela, alimentando el fuego de forma constante durante horas. La grasa humana arde a 215 °C aunque, si está embebida en una mecha puede arder a una temperatura menor.[16]

Experimentos de J.D. De Haan.

Si bien el efecto mecha logra explicar el origen de la fuente de combustión, el hecho de que los huesos se reduzcan a cenizas presentaba un misterio. Incluso en los modernos crematorios, que trabajan con temperaturas de 870-980 °C, los huesos no se consumen completamente y tienen que ser molidos. Los experimentos de J.D. De Haan, del Instituto Criminalista de California, lograron demostrar que aunque esta temperatura es mucho menor que la utilizada en hornos crematorios, en estos la temperatura está optimizada para incinerar un cuerpo en poco tiempo, y temperaturas menores pueden conseguir el mismo efecto si actúan durante bastante tiempo.[12]

J. D. De Haan, experto forense en incendios y autoridad sobre el efecto mecha, ha estudiado, explicado y reproducido el efecto con éxito y divulgado sus experimentos en documentales para la BBC y National Geographic Channel.[17][18]

En el experimento de De Haan, un cerdo fue envuelto en una manta y situado en una habitación simulada. Se vertió una pequeña cantidad de gasolina sobre la manta para iniciar el fuego. Tras prender la gasolina, los investigadores dejaron arder la manta por sí misma. La temperatura del fuego fue medida regularmente y era de solo unos 800 °C. A medida que el fuego quemaba la piel del cerdo, su grasa subcutánea se derretía, fluyendo hasta la manta. La médula ósea, que contiene gran cantidad de grasa, también contribuyó al fuego. El mobiliario de alrededor no sufrió daños, aunque se fundió la carcasa de plástico de un televisor situado sobre un aparador. El fuego hubo de ser apagado manualmente después de siete horas, cuando la mayor parte del cuerpo del cerdo había sido reducida a cenizas.[12][11][13]

Con este experimento, los investigadores de la BBC explicaron las siguientes características de la combustión espontánea:

  • El fuego está altamente localizado: las llamas tenían menos de 50 cm de alto, por lo que el fuego normalmente no se propaga a los muebles cercanos.
  • El cuerpo resulta severamente quemado: el fuego, relativamente no muy caliente, puede arder durante un largo periodo de tiempo, como ocurrió, al ser alimentado por la propia grasa corporal de la víctima, lo que explica por qué el cuerpo puede arder durante tanto tiempo.
  • Los electrodomésticos situados sobre aparadores o similares no se incendian: el fuego calentó continuamente el aire y produjo una corriente de convección, pero los objetos circundantes no se quemaron, fueron solamente afectados como en los escenarios conocidos: derretimientos de plásticos, etc.

Crímenes

No es extraño que un criminal intente quemar a su víctima con la intención de encubrir el asesinato. Así, por ejemplo, en el caso de Nicolle Millet, su marido fue detenido y condenado en primera instancia. Al parecer, la policía sospechó inmediatamente de él al saber que mantenía una relación amorosa con una criada. Además, parte del cuerpo se encontró en la cocina, donde parte del suelo también había sido quemado.

El caso de la condesa von Görlitz también se engloba en esta categoría. En 1847, el conde Gorlitz llegó a casa (vivía en la región de Darmstadt) y no pudo encontrar a su esposa. Cuando se forzó la puerta de su habitación privada se halló su cuerpo parcialmente incinerado. La habitación había sufrido daños por el fuego y estaba desordenada, con una puerta y las ventanas rotas. También se halló que el escritorio se había quemado y su espejo se había roto. Las velas de la habitación también se habían fundido. Surgió la cuestión de si esta muerte (en una habitación aparentemente cerrada) había sido provocada por la combustión espontánea.

Tres años después un hombre llamado Stauff, antiguo sirviente de la condesa, fue acusado de su asesinato. Fue arrestado, juzgado y condenado. Stauff confesó que había ido a la habitación de la condesa y que al ver joyas y dinero allí sintió tentaciones. La condesa regresó inesperadamente y le sorprendió con las manos en la masa. En la subsiguiente pelea, Stauff la estranguló. Para encubrir su crimen, amontonó objetos combustibles sobre el escritorio y les prendió fuego. Su intención fue destruir toda la habitación.[19]

Explicaciones paranormales

Existen multitud de explicaciones de diversa índole que son rechazadas por la ciencia, bien por recurrir a elementos mágicos o por estar en contradicción con los conocimientos actuales. Estas engloban desde la intervención divina, ampliamente difundida en los siglos XVIII y XIX, el aumento de combustibilidad por consumo de alcohol, partículas exóticas, energías místicas, intervenciones de espíritus, etcétera.

Fuego por descarga estática

Esta teoría afirma que bajo ciertas circunstancias la electricidad estática sube hasta niveles tan peligrosos en el cuerpo humano que una descarga en forma de chispa puede prender las ropas.

El límite inferior para que una descarga eléctrica pueda ser percibida por un ser humano es de 3000 V. Los fenómenos de descarga de electricidad estática son a veces la causa de averías en componentes electrónicos, cuando estos son manipulados por un operario con carga electrostática. Caminar por una alfombra puede crear una diferencia de potencial de 1500 a 35 000 V.[20]

Las descargas de electricidad estática pueden prender los gases de hidrocarburos en las gasolineras, y son una de las posibles causas de explosiones en las mismas que popular pero erróneamente se creen causadas por las radiaciones de los teléfonos móviles. El 70% de estos sucesos ocurren en un clima frío y seco, que favorece la carga de electricidad estática.

El fenómeno de enormes cargas estáticas en cuerpos humanos fue advertido por primera vez por el profesor Robin Beach del Instituto Politécnico de Brooklyn. El profesor Beach creía que alguna persona podía llegar a acumular la suficiente carga estática como para prender materiales inflamables al contacto con su cuerpo. Aunque propuso esto como una posible causa para los casos de combustión espontánea, Beach no creía que hubiera una relación con la presunta combustión espontánea genuina, puesto que ninguna forma conocida de descarga electrostática podría hacer que los tejidos de cuerpo humano ardiesen. Sí creía que una descarga estática lo suficientemente fuerte podía provocar la ignición de polvo o pelusa en la ropa.

John E. Heymer da en su libro The Entrancing Flame dos ejemplos de supervivientes de descargas estáticas potencialmente fatales, ambos con testimonios oculares. Los testimonios aparecen como declaraciones escritas y firmadas, omitiendo algunos detalles para preservar la intimidad de los testigos. Dichos casos son:

  • Debbie Clark,[21]​ quien en septiembre de 1985 observó que ráfagas de luz azul emanaban ocasionalmente de su cuerpo.
  • Susan Motteshead,[22]​ quien en el invierno de 1980 sufrió un incendio espontáneo de sus ropas, según el testimonio de su hija.

John E. Heymer y su libro The Entrancing Flame

Descrito por Joe Nickell como un «minero inglés convertido en guardia», John E. Heymer escribió en 1996 un libro titulado The Entrancing Flame (en inglés «La llama fascinante» o «La llama encantadora», que en realidad es un juego de palabras).

El libro se titula así por la conclusión deductiva a la que el autor ha llegado tras examinar varios casos: que las víctimas de combustión espontánea son personas solitarias que caen en trance inmediatamente antes de la incineración

Heymer sugiere que en estas personas con desequilibrios emocionales, un proceso psicosomático puede disparar una reacción en cadena liberando hidrógeno y oxígeno dentro del cuerpo, detonando una reacción en cadena de explosiones mitocondriales. Las teorías de Heymer han encontrado muy poco apoyo. A su vez, han llevado a confusión: Ian Simmons, en una crítica del libro The Entrancing Flame, criticó a Heymer de la siguiente manera: «Parece estar bajo la ilusión de que el hidrógeno y el oxígeno existen como gases en la mitocondria celular y por lo tanto vulnerables a la ignición, que de hecho, no es el caso.»[23]

Larry Arnold y el pyroton

Larry Arnold es un investigador privado, que ha dedicado una gran parte de su tiempo a la controversia de la combustión espontánea. Es el director de una organización llamada Parascience International.

En su libro de 1995 sobre la combustión espontánea titulado Ablaze! (¡En llamas!) especula con la existencia de una partícula subatómica aún desconocida a la que se refiere como pyroton, que sería emitida en los rayos cósmicos. Normalmente esta partícula pasaría a través del cuerpo sin interactuar con él, como un neutrino, pero ocasionalmente, al colisionar con un núcleo celular podría desatar una reacción en cadena que destruye el cuerpo por completo.

Las reacciones frente a su teoría son casi unánimemente negativas.

En 1996, en un artículo de Fortean Times, Ian Simmons dijo: «No hay, sin embargo, ninguna evidencia para tal partícula e inventarla simplemente para explicar la combustión espontánea no es buen candidato para explicar el fenómeno.»[23]​Existen alrededor de 200 muertes que se han atribuido en algún momento, o se siguen atribuyendo al fenómeno de combustión humana espontánea. La mayoría, sin embargo, están escasamente documentados.[24]

Uso en la ficción

La combustión espontánea humana se usa ocasionalmente en las obras de ficción. Charles Dickens la usó como un recurso argumental en su novela la Casa desolada (1853), lo que atrajo la atención sobre el fenómeno. La serie de televisión Picket Fences incluyó un episodio en el que un personaje habitual moría de esta forma. El experimento del efecto mecha fue reconstruido en el episodio Face Lift de la serie de televisión CSI: Las Vegas. La película This Is Spinal Tap incluye varias referencias a la combustión espontánea humana, pues dos de los baterías de la banda ficticia «explotaron sobre el escenario», en palabras de la propia banda.

La película Combustión espontánea (1990) protagonizada por Brad Dourif hace referencia a muchos hechos que han sido advertidos en casos de combustión espontánea. Por razones relevantes para la trama, la causa del fenómeno se atribuye en la película a envenenamiento por radiación.

En el 2º episodio de la 3ª temporada de South Park, titulado Combustión espontánea, algunos de los vecinos de la ciudad mueren por combustión espontánea al prolongar en exceso sus flatulencias.

En la novela de Madison Smart Bell Esperando el fin del mundo el protagonista muere por combustión espontánea.

En el episodio Confianza y paranoia de la telecomedia de la BBC Enano Rojo se informa al protagonista, Dave Lister, que un comandante anterior de Varsovia ardió espontáneamente. Dave se contagia entonces de un virus que materializa sus pensamientos inconscientes, lo que provoca que el comandante de Varsovia aparezca en la nave y luego explote.

También en la serie de televisión Expediente X la combustión espontánea es una de las especulaciones propuestas en diversos casos que investigan, sin acertar en ninguno de ellos.

En el 10º capítulo de la 3ª temporada de Padre de Familia Peter Griffin es víctima de una combustión espontánea en la imaginación de Stewie.[25]

La letra de la canción Pardon Me de la banda Incubus hace referencia a la combustión espontánea. La canción Fire of Unknown Origin de Blue Öyster Cult y Principio de ignición de Rohiov también se refiere a este fenómeno.

En la serie de televisión Fringe, capítulo 19 de la primera temporada una chica arde. Inicialmente se considera la combustión espontánea, pero otra opción es la piroquinesis.

En la tercera entrega del videojuego Los Sims, los personajes pueden sufrir una combustión espontánea y morir.

En el falso documental This Is Spinal Tap mencionan que el anterior baterista de la banda, "Peter James Bond", murió por una combustión espontánea durante un concierto.

El episodio tres de la secuela del anime Kuroshitsuji, Kuroshitsuji II trata sobre casos de combustión espontánea.

En el anime Nanbaka el prisionero 634 Musashi sufría de combustión espontánea.

En el manga y anime Rurouni Kenshin, el antagonista Makoto Shishio muere de combustión espontánea.

Casos conocidos

Referencias

  1. a b Cornwell, Patricia (1 de octubre de 2002). Isle of Dogs (en inglés). Penguin. ISBN 9781101204023. Consultado el 25 de enero de 2019. 
  2. SIPSE, Grupo (17 de noviembre de 2013). «Arden en llamas sin explicación: ¿Castigo divino?». SIPSE.com. Consultado el 25 de enero de 2019. 
  3. Walton, Bill (20 de agosto de 2014). Shc (en inglés). Lulu.com. ISBN 9781312450394. Consultado el 25 de enero de 2019. 
  4. Michaels, Susan H. (1996). Sightings (en inglés). Simon and Schuster. ISBN 9780684823690. Consultado el 25 de enero de 2019. 
  5. a b «DeCS Server - List Exact Term». decs.bvs.br. Consultado el 28 de enero de 2019. 
  6. «Combustión espontánea; Combustibilidad Humana Extraordinaria». lookfordiagnosis.com. Consultado el 28 de enero de 2019. 
  7. «Combustión humana espontánea - ARP-SAPC». www.escepticos.es. Consultado el 28 de enero de 2019. 
  8. 7 [i.e. siete] días del Perú y del mundo. La Prensa. 1977. Consultado el 25 de enero de 2019. 
  9. a b Will Bradbury, ed. (1981). Into the Unknown (en inglés). The Reader's Digest Association. p. 165. ISBN 0895770989. 
  10. "Ablaze!: The Mysterious Fires of Spontaneous Human Combustion" Arnold, 2006
  11. a b «BBC Mundo - Noticias - ¿Qué causa la combustión espontánea humana?». www.bbc.com. Consultado el 1 de mayo de 2016. 
  12. a b c «New light on human torch mystery». BBC News. Monday, August 31, 1998. 
  13. a b c Kelly, Lynne (2005). The Skeptic's Guide to the Paranormal (en inglés). Basic Books; 1st Thunder's Mouth Press Ed edition. p. 2. ISBN 1560257113. Archivado desde el original el 12 de septiembre de 2014. 
  14. Rolli, Paul (1809). «An Extract, by Mr. Paul Rolli, F.R.S. of an Italian Treatise, written by the Reverend Joseph Bianchini, a Prebend in the City of Verona; upon the Death of the Countess Cornelia Zangari & Bandi, of Cesena». The Philosophical Transactions of the Royal Society of London, from Their Commencement in 1665 to the Year 1800. C. and R. Baldwin. p. 447. 
  15. Gee DJ (1965). «A case of 'spontaneous combustion'». Med Sci Law 5. PMID 14269669. 
  16. «Combustión humana espontánea». 
  17. JD DeHaan, SJ Campbell y S Nurbakhsh (1999): Combustion of animal fat and its implications for the consumption of human bodies in fires. Science & Justice. Vol. 39, pp. 27-38. 1999.
  18. BBC (1999): Combustión espontánea humana, cap. de la serie Ciencias sobrenaturales y National Geographic Channel (2005): Combustión espontánea humana, cap. de la serie Revelaciones.
  19. Bondeson, Jan. Siglo XXI Ediciones, ed. Gabinete de curiosidades médicas. ISBN 978-9682321580. 
  20. «Electrostatic Discharges (ESD)». Archivado desde el original el 23 de noviembre de 2014. Consultado el 21 de febrero de 2014. 
  21. John E. Heymer (1996): The Entrancing Flame, p. 202-3, Londres, Little, Brown, ISBN 0-316-87694-1
  22. John E. Heymer, op. cit., p. 204.
  23. a b Ian Simmons (1996). All Fired up With Spontaneity. En Fortean Times, p. 57, número 90 (septiembre de 1996).
  24. «Combustión humana espontánea». 
  25. «Combustión espontánea en Padre de Familia». 

Véase también

Enlaces externos