Cien Mil Hijos de San Luis

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Cent Mille Fils de Saint Louis
Cien Mil Hijos de San Luis

Episodio de la intervención francesa en España en 1823 (1828), por Hippolyte Lecomte (Palacio de Versalles).
Activa 1823
País Francia
Fidelidad Fernando VII de España y partidarios
Tipo guerra
Función Ayudar a Fernando VII de España a restablecer sus poderes absolutos perdidos tras el levantamiento del Coronel Riego y la posterior jura de la Constitución de 1812 (1820).
Tamaño 60 000 soldados y otros tantos mercenarios y civiles de apoyo cuya cifra exacta no se conoce
Parte de Guerra Realista
Alto mando
Comandante 2.º Luis Antonio de Angulema
Cultura e historia
Patrono/a San Luis Rey
Guerras y batallas
Guerra Realista
Batalla de Trocadero

Los Cien Mil Hijos de San Luis (conocida en Francia como "l'expédition d'Espagne") fueron un contingente francés con voluntarios españoles que combatió en España en 1823 en defensa del absolutismo borbónico, el Antiguo Régimen, que deseaba imponer Fernando VII de España, poniendo fin a la Guerra Realista y al Trienio Liberal.

Según el marqués de Miraflores, los Cien Mil Hijos de San Luis fueron recibidos por el pueblo español como libertadores al grito de «¡Viva el rey absoluto!» y «¡Viva la Religión y la Inquisición!».[1]​ El escritor Benito Pérez Galdós novelaría los hechos en Los cien mil hijos de san Luis, uno de sus Episodios nacionales.

Antecedentes

La Ilustración y la Revolución francesa de 1789 pusieron en el panorama político al liberalismo. Sin embargo, la situación política en Francia derivaría en el Imperio Francés de Napoleón que, conservando ciertas ideas liberales, proponía la expansión imperial francesa.

En 1808, Francia aprovecha su alianza con España en el Tratado de Fontainebleau (1807), para introducir tropas en el territorio español al mismo tiempo que invade Portugal. Napoleón terminará tomando toda la península ibérica provocando una sublevación de los españoles en Madrid que dio comienzo a la Guerra de la Independencia. En esta guerra, algunos españoles, aún enfrentándose a los invasores franceses, abrazarían las ideas liberales del nuevo siglo, mientras que otros mantendrán las viejas posiciones proclives a que el retorno de Fernando VII, supuesto vástago y sucesor de Carlos IV y de María Luisa de Parma, que junto con su progenitor había abdicado de la monarquía en Bayona, se hiciese en calidad de monarca absoluto.

Las Cortes Españolas de la España libre aprobarían en 1812 en Cádiz una Constitución de orden liberal que, preservando el catolicismo del Estado y la Corona, traía consigo ciertas ideas de liberalismo político y económico tanto para España como para sus territorios en las Indias.

Ya dentro de las propias cortes gaditanas algunos miembros mostraron su oposición a implementar el liberalismo y se mostraron partidarios de conservar por completo las antiguas estructuras absolutistas. En las Cortes este grupo fue denominado los "serviles", aunque esa denominación no se popularizó y se fue sustituyendo por la de absolutistas o realistas.[2]

Sin embargo, cuando los franceses son derrotados y Fernando VII llega a España en 1814, el monarca derogará la Constitución liberal y reinstaurará la monarquía absoluta.

Levantamiento de Riego

El 1 de enero de 1820 el teniente coronel Rafael del Riego se pronunció y proclamó la restauración de la Constitución de Cádiz y el restablecimiento de las autoridades constitucionales, dando comienzo el Trienio Liberal, donde los liberales se impondrán en España.

Los países europeos, tras el fracaso de Napoleón, ya habían vuelto a reinstaurar las monarquías absolutas y veían con recelo este régimen liberal español. Estos países eran los que habían sido miembros de la Santa Alianza; Prusia, Rusia y Austria, a los que se sumó Francia cuando la monarquía fue restaurada en ese país.

Guerra realista

La resistencia absolutista entre algunos colectivos españoles era palpable y conseguía su apoyo social de aquellos que se habían visto perjudicados con el capitalismo liberal y el liberalismo político, como eran algunas partes del campesinado, el artesanado antiguo de las ciudades, el aparato clerical eclesiástico, la vieja hidalguía y algunos elementos de la nobleza titulada que habían encontrado una buena posición en el Antiguo Régimen.[3]

Desde agosto de 1822 la tensión política fue aumentando en España. Las insurrecciones en el campo tomaban la forma de "partidas" encabezadas por algunos mandos que habían sido combatientes en la guerra de la Independencia (1808-1814) y en algunos casos por militares en activo. También fue habitual en muchos sitios la participación del clero rural o regular, a veces en la cabeza de las partidas o bien instigando a los ideólogos del movimiento. Las partidas tuvieron su máxima extensión en Cataluña, Navarra, el levante interior (Maestrazgo) y menos en algunas zonas de Valencia, Castilla, Aragón, Murcia, Galicia, etc. Esto coincidiría con lo que, posteriormente, sería el mapa de adhesión al carlismo.[4]

Desde 1821 estaban tomando cierta fuerza los grupos de españoles absolutistas que se encontraban exiliados en el sur de Francia, con el apoyo del monarca francés Luis XVIII.[4]

Estos realistas se reunían en una Junta formada en Bayona en torno a la figura del anciano general Eguía. Bernardo Mozo de Rosales, marqués de Mataflorida, llegó a constituir una regencia absolutista en Urgel el 15 de agosto de 1822 cuando este lugar fue ocupado por los realistas. Fernando VII había aprobado secretamente la creación de esta regencia, de la que también fueron fundadores el obispo de Tarragona, Jaime Creux, y el barón de Eroles, Joaquín Ibáñez Cuevas.[4]

Sin embargo la Regencia no logró el apoyo de los realistas más veteranos como Eguía, Balmaseda, Calderón, Erro y otros, ni de los realistas más jóvenes como Quesada, O'Donnell, etcétera. Tampoco lograron el apoyo de las principales potencias absolutistas. Existían discrepancias entre los que querían el absolutismo a ultranza y los que querían un absolutismo con algunas reformas como había hecho Francia.[4]

El movimiento insurrecto absolutista llegó a reunir un ejército de 30.000 hombres al que se denominó Ejército de la Fe. En él había personas de diversa índole: desde guerrilleros que habían luchado contra el francés, pasando por curas armados, caudillos populares y militares retirados. La insurrección tuvo un desarrollo irregular, con combates más intensos en Navarra y Cataluña, y se constituyeron juntas por España en apoyo a la causa realista entre las que destaca la Junta Apostólica de Santiago de Compostela.[4]

La insurrección ya estaba casi totalmente controlada por el gobierno cuando se produjo la entrada en España de las tropas de duque de Angulema y el movimiento realista casi derrotado acabó como auxiliar de las tropas francesas.[4]

El 26 de enero de 1823, Francia retira a su embajador en Madrid. El 28 de enero, el francés autodenominado Luis XVIII pronunció un discurso en la apertura de las Cámaras diciendo que "Cien mil franceses estaban dispuestos a marchar invocando al Dios de San Luis para conservar en el trono de España a un nieto de Enrique IV".[5]​ Con "nieto de Enrique IV" se refería a Fernando VII, descendiente del rey navarro del siglo XVI Enrique III de Navarra (Albret) (luego Enrique IV de Borbón, de Francia). Fernando VII solicitó dicha intervención.

Se produjo una polémica que duró hasta el mes de febrero, pero el ejército francés comenzaba a prepararse. Para evitar pillajes similares a los que se habían llevado a cabo en la invasión napoleónica, el gobierno francés encargó al negociante Gabriel Ouvrard encargarse de toda la operación de aprovisionamiento, que gestionaba con proveedores españoles a los que se les pagaba al contado.[5]

La entrada de los Cien Mil Hijos de San Luis

El duque de Angulema.

Francia intervino militarmente en España el 7 de abril de 1823 para apoyar a Fernando frente a los liberales y restablecer el absolutismo, en virtud de los acuerdos de la Santa Alianza. El ejército francés, denominado con el nombre de los Cien Mil Hijos de San Luis, fue encabezado por el duque de Angulema, hijo del futuro Carlos X de Francia. Otro de los mariscales al mando de parte del ejército fue Bon Adrien Jeannot de Moncey y también participó el príncipe Carlos Alberto de Saboya-Carignano. Era gobernador de Cádiz en 1823 José Aimerich, que suspendió los carnavales para garantizar la seguridad, posteriormente aumentó los efectivos del ejército español de 75 000 a 150 000.

El ejército lo formaban 95 062 soldados, formados en cuatro cuerpos y uno de reserva.[6]​ El ejército español constitucional que se formó para hacerle frente lo formaban unos 130 000 hombres, divididos en cuatro cuerpos de unos 18 000 o 20 000 cada uno y 52 000 hombres apostados en las plazas fuertes. Estaban desmoralizados y mal organizados, solo ofrecieron resistencia con Riego en Málaga, Granada y Jaén, con Francisco Espoz y Mina en Cataluña y las Cortes mismas en Cádiz.[5][7]

El objetivo fundamental de la intervención francesa era terminar con el gobierno liberal que estaba en el poder desde hacía tres años. Las fuerzas españolas leales se enfrentaron con los franceses en Cataluña al mando de Espoz y Mina, pero no hubo apenas reacción popular de apoyo y debieron retirarse.

Con el avance de las tropas de Angulema, el Gobierno y las Cortes en Madrid decidieron trasladarse a Sevilla, e instaron a que Fernando VII les acompañase. El ejército francés ocupó Madrid sin resistencia y siguió hacia Andalucía en persecución de los liberales.

Una vez en Madrid, los absolutistas decidieron nombrar una nueva regencia. Se reunieron el Consejo de Castilla y el Consejo de Indias y acordaron una regencia en los siguientes términos:

El presidente sería el duque del Infantado Pedro Alcántara de Toledo y Salm-Salm. Existírían cuatro vocales: Antonio Ponce de León Dávila, duque de Montemar, Joaquín Ibáñez Cuevas, barón de Eroles, Juan Cavia González, obispo de Osma y Antonio Gómez Calderón. El Gobierno estaba formado por las carteras de Estado, Hacienda, Guerra, Gracia y Justicia, Marina e Interior de la Península y Ultramar.[8]

El 10 de abril de 1823 llegó la familia real española a Sevilla, y al día siguiente la Comisión Permanente de las Cortes. Hasta el 11 de junio Sevilla fue la capital de España de facto, pero la llegada de las tropas francesas obligó a trasladar la capital a Cádiz, llevándose al monarca con ellos.[5]

Cádiz fue sitiada y bombardeada. La resistencia fue muy fuerte y los franceses no pudieron tomar la ciudad, aunque acabaron con las fortalezas que la protegían, como el fuerte de Trocadero. La situación de los sitiados era desesperada, pues no llegaban refuerzos de parte alguna. Al final se llegó a un pacto: Fernando VII saldría y prometería defender la libertad alcanzada por los españoles con la Constitución de 1812 y a cambio se rendiría la plaza.

Acordado con los franceses, Fernando VII salió de la ciudad, pero de forma inmediata se unió al invasor y el mismo 1 de octubre decretó la abolición de cuantas normas jurídicas que habían sido aprobadas durante los tres años anteriores, dando fin al Trienio Liberal.

Entre las reacciones internacionales a la intervención en España podemos citar por ejemplo a James Monroe, presidente de los Estados Unidos:

Los últimos acontecimientos en España y Portugal demuestran que Europa no se ha tranquilizado. De este hecho importante no hay prueba más concluyente que aducir que las potencias aliadas hayan juzgado apropiado por algún principio satisfactorio para ellas mismas, el interponerse por la fuerza en los asuntos internos de España. Hasta qué punto pueden extenderse, por el mismo principio, estas interposiciones es una cuestión en la que están interesados todos los países independientes, aun los más remotos, cuyas formas de gobierno difieren de las de estas potencias, y seguramente ninguno de ellos más que los EEUU.
James Monroe, América para los americanos, 2 de diciembre de 1823 (fragmento)[9]

Referencias

  1. Marqués de Miraflores (1834). Apuntes histórico-críticos para escribir la historia de la revolucion de España, desde el año 1820 hasta 1823. Londres: en la oficina de Ricardo Taylor. p. 191. 
  2. Aróstegui y otros, op. cit., p. 31
  3. Aróstegui y otros, op. cit., p. 20
  4. a b c d e f Aróstegui y otros, op. cit., p. 35-37
  5. a b c d Arte e Historia. «Los Cien Mil Hijos de San Luis». Archivado desde el original el 27 de septiembre de 2013. 
  6. Sánchez Mantero, Rafael (1981). Los Cien Mil Hijos de San Luis y las relaciones franco españolas. Sevilla: Universidad de Sevilla, pp. 51-52. El autor cifra en 95 062 hombres, «cifra que sustancialmente coincide con la registrada por el corresponsal de la Gaceta de Madrid en lrún y que ascendía a 95.780», pero alcanzaba «107.521 si se incluye la reserva, y unos 17.500 realistas españoles».
  7. Lozano Allueva, Francisco Javier (2013). "Días de violencia en 1823. Hechos casi olvidados durante el Trienio Liberal". Blesa, un lugar en el mundo. Originalmente publicado en marzo de 2011, no. 40, pp. 16
  8. Historia de España Nivel Medio. «2.2.10. Regencia de Infantado en 1823.». Archivado desde el original el 27 de septiembre de 2013. 
  9. Rivera, Antonio (2016). Antología de discurso político (Primera edición). Madrid: Catarata. pp. 87-88. ISBN 978-84-9097-117-8. 

Bibliografía

  • Varios Autores. Horitzó Història. Segundo de Bachillerato. Editorial Vicens Vives. Quinta reimpresión. (2008)
  • Julio Aróstegui, Jordi Canal y Eduardo González Calleja. El carlismo y las guerras carlistas. Editorial La Esfera de los Libros. Primera edición (2003)