Incienso

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Incienso en vara, granulado y en cono para uso doméstico.
Incienso de copal de uso tradicional en México y partes de Centroamérica.

El incienso (del latín incensum, participio de incendere, ‘encender’) es una preparación de resinas aromáticas vegetales, a las que a menudo se añaden aceites esenciales de origen animal o vegetal, de forma que al arder desprenda un humo fragante con fines religiosos, terapéuticos o estéticos.

En el pasado, las sociedades china y japonesa usaron el incienso como parte integral de la adoración de deidades . De igual forma las civilizaciones en Mesoamérica como la purepecha, maya, azteca etc., lo implementaban pero bajo la denominación de copal (copalli en lengua nahuatl), el cual era quemado en anafres y el humo que se desprende al quemarse era usado por ellos como una ofrenda a sus deidades y como terapia para diferentes males físicos y espirituales, aún en la actualidad dichos usos son comunes dentro de la tradición indígena. Además, tiene un uso importante en el budismo, en la Iglesia Católica (para la Adoración eucarística, procesiones, etc.), en la Divina Liturgia de la Iglesia Ortodoxa y, en menor grado, en otras confesiones cristianas.

Presentaciones y uso

Varas de incienso quemadas en un lugar de culto budista en China.
Espiral de incienso usada típicamente en China y Japón como repelente de mosquitos.
Incienso granulado antes de la quema para uso doméstico, en templos religiosos y procesiones (modalidad tradicional de Semana Santa cristiana católica).
Sahumeras del Señor de los Milagros.
Incensario: o pebetero quemador de incienso.
Sahumera decorativa.

El incienso está disponible en numerosas presentaciones y grados de preparación. Sin embargo, generalmente se clasifica en dos tipos, dependiendo del uso: incienso para quema directa y para quema indirecta.

En general, el incienso grande y basto tiende a arder más tiempo que el más procesado, y el incienso de quema directa exige menos preparación para su uso pero requiere un mayor procesado previo. Aparte de esto, la preferencia por una u otra presentación depende en buena parte de la cultura, las tradiciones y los gustos personales. El incienso en barra es la forma más común y preferida usada en las culturas china y japonesa, por lo que la mayoría del incienso producido en estos países se fabrica con esta forma. En occidente, debido a los lazos del cristianismo con el judaísmo, el incienso se suele quemar en forma de polvo o en trozos completos.

Quema directa

El incienso para quema directa es colocado generalmente en un receptáculo denominado incensario en el cual se prende el incienso y se hace ventilar para propagar su aroma.

También se le llama incienso combustible cuando es prendido y abanicado; la brasa así obtenida se consumirá sin llama hasta quemar todo el incienso, sin necesidad de aplicar más calor. Esta clase de incienso se elabora típicamente con materiales de incienso fragante finamente molidos, que se unen mediante un combustible aglutinante.

Las formas más comunes en las que se comercializa son:

  • Espiral: es capaz de arder durante mucho tiempo, desde horas hasta días.
  • Cono: arde relativamente rápido. Los conos que incluyen artemisia se usan en la medicina tradicional china para tratamientos de moxibustión.
  • Varas huecas: esta forma de incienso en vara tiene un centro de bambú. Las variedades de mayor calidad incluyen un centro de sándalo fragante. El centro se cubre de una gruesa capa de incienso que se quema junto con él. Esta presentación se produce frecuentemente en China y la India. Cuando se usa para el culto en la religión tradicional china, las varas huecas de incienso se conocen a veces como «varas joss».
  • Varas macizas: este incienso en vara no tiene un núcleo de apoyo, siendo macizas. Al ser fácilmente divisible en trozos, permite determinar la cantidad concreta de incienso que se desea quemar. Esta es la forma más común de incienso en Japón.

Para usar el incienso de quema directa, debe ser prendido y acto seguido apagado, de forma que el incienso continúe brillando y humeando mientras se consume.

Quema indirecta

También llamado incienso no combustible, el uso de este tipo de incienso requiere una fuente externa de calor ya que no produce ascuas cuando se consume. El calor se consigue normalmente mediante carbón vegetal o ceniza caliente. El incienso se quema colocándose directamente sobre los carbones ardientes o sobre una placa de metal caliente en el incensario.

Es la forma más común de incienso usada tradicionalmente en Oriente Medio o en la cultura cristiana. Se dan formas parecidas de la quema indirecta del incienso en el Kōdō, la ceremonia japonesa del incienso (香道). El incienso mejor conocido de este tipo son las resinas brutas de franquincienso y mirra, probablemente debido a las numerosas menciones que aparecen en la Biblia cristiana. De hecho, la palabra franquincienso suele ser sinónimo de cualquier forma de incienso en muchas lenguas europeas.

  • Entero: el material es quemado directamente en su forma bruta no procesada sobre ascuas de carbón.
  • Pulverizado o granulado: el material se parte en trozos más pequeños. El incienso se quema así rápidamente, proporcionando un corto periodo de olores intensos.
  • En pasta: el incienso pulverizado o granulado se mezcla con un aglutinante pegajoso, como fruta seca, miel o resina blanda, formando pequeñas bolas o tartaletas, una práctica muy utilizada entre las culturas que utilizan el incienso. Gran parte del incienso arábigo, llamado bukhoor o bakhoor, es de este tipo.

Manufactura

Históricamente, el incienso que se ha utilizado en cada lugar se ha compuesto de diferentes elementos: resinas y maderas sobre todo. Se ha usado desde resina de árboles de la familia de la Boswellia, hasta resina de cedro del Líbano Cedrus libani hasta sabina real (Juniperus lycia o Juniperus thurifera) proveniente de África, que por poseer trementina exhala un agradable perfume. Asimismo, se le llamó incienso a otras gomorresinas en algunas partes del mundo: al ajenjo en Andalucía, a la Artemisia aragonensis en las islas Canarias, a la Grindelia glutinosa o palaucupatli en México, o a la Thuaria chilensis en Chile.

La obtención de la gomorresina del incienso se realiza haciendo una incisión en los troncos de los árboles de la Boswellia, de esta manera la resina fluye, se seca al contacto con el aire y se forman entonces pequeños granos redondeados de una coloración amarilla pálida y opaca, de textura quebradiza y cuyo diámetro no pasa de los 2 cm. Cuando los granos entran en contacto con el fuego se derriten, exhalando así su exquisito aroma.

El incienso pertenece al género botánico Boswellia; así, tenemos en China el uso de Boswellia sacra, en Abisinia, Boswellia papirifera, en la India, Boswelia serrata, y en Oriente Medio y África del Norte, Boswelia carterii.

Historia

Acerca del nombre del incienso, los hebreos le llamaban lebonah, los griegos libanos, los árabes luban, los romanos olibanum y los aztecas copalli; en todos los idiomas excepto por los aztecas significa ‘leche’, por el aspecto de la resina al brotar del árbol mientras que en la lengua de los mexicanos significa "resina". Sin embargo en la actualidad se le llama incienso, nombre que deriva del vocablo latino incendoere, es decir, ‘encender’, ‘quemar’, ‘incendiar’, ‘prender fuego’, iluminar’.

Los datos arqueológicos que poseemos sobre el incienso se remontan al Valle del Nilo: en los templos de Deir el-Bahari se pueden observar inscripciones con dibujos de rituales donde son más que evidentes las nubecillas del humo del incienso. Hace alrededor de quince siglos, los egipcios viajaban al país de Ta-Necher (incienso en egipcio se escribía snTr, que significaría lo que causa divinidad) para buscar incienso.

Las historias narran que el rey Rama-Ka llevó a su tienda arbolitos pequeños de incienso, los sembró cuidadosamente a la hora precisa, bajo los augurios estelares y logró de esta forma perfectos y esbeltos árboles de excelente madera y gomorresina. Los fenicios, por su parte, siendo grandes navegantes y comerciantes, llevaban siempre en sus navíos leños de incienso para comerciar con el mundo conocido. Más datos históricos sobre el incienso se tienen a partir de los relatos de Alejandro Magno: se cuenta que al tomar la ciudad de Gaza, acumuló entre los preciosos objetos del botín de guerra 500 talentos de incienso y 100 de mirra.

Por su lado, Estrabón nos narra cómo se hacían las transacciones comerciales con Arabia, la zona del Mar Rojo y hasta China, en búsqueda del tan preciado incienso. También Dioscórides y Plinio el Viejo citan en sus obras acerca del auge que tuvo el incienso en los templos de los tiempos de la Roma Imperial. Uno de los datos más notables proviene de Nerón: se dice que habría quemado impresionantes cantidades de incienso ante el sepulcro de Popea.

En la mitología grecorromana también está presente el incienso: Leucótoe, la hija de Arcamo y de Eurinoma, se entregó en amores al bello y codiciado Apolo. Cuando Arcamo supo de tal deshonroso acontecimiento, la enterró viva llevado por la mayor ira. Pero el dios Sol, para honrar a la infeliz criatura enterrada viva, la convirtió en un frondoso árbol de incienso. Por esto, se tiene también que, astrológicamente, los planetas que rigen a este sagrado árbol son el Sol y su hijo predilecto, Júpiter; por lo tanto el signo zodiacal que le corresponde es Leo.

Referencias bíblicas

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento aparecen gran cantidad de menciones sobre el incienso. Así, tenemos que en Éxodo se le indica a Moisés que debe hacer un altar separado, de madera de acacia, para quemar incienso. Más adelante, en Éxodo se dice textualmente: «y Aarón quemará incienso aromático sobre él (el altar); cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará». Y hasta existe una gran advertencia o sentencia en Éxodo «No ofrecerás sobre él incienso extraño».

Antes se han mencionado las falsificaciones y el uso de Juniperus Lycia o Juniperus Thurifera para remplazar al incienso; hay que agregar además que los adulteradores siempre han tratado de abaratar costos y se han valido aun del uso de resinas de coníferas a tal efecto, pero así también se contamina el incienso. Hoy en día se le llama «incienso macho» al que destila el árbol naturalmente, y se considera el de mejor calidad, el más puro, mientras que el «incienso hembra» es el que se hace destilar del árbol mediante una incisión, y se considera de menor calidad.[1]​ Este último carece absolutamente de funciones mágicas y sólo sirve para aromatizar un ambiente, de la misma manera que lo hace un desodorante ambiental en aerosol.

Volviendo al Antiguo Testamento, encontramos en el Salmo 141:2 una comparación entre el ascenso del humo de incienso y la elevación de las plegarias: «Suba mi oración delante de ti como el incienso». De igual forma, aparece el incienso en Deuteronomio 33:10, cuando Moisés bendice las doce tribus de Israel: «...pondrán delante de ti y en holocausto sobre el altar». Otro dato, acerca del incienso en el Antiguo Testamento, lo podemos leer en Levítico 16, 12-13, durante el día de la expiación: «Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Yahveh, y sus puños llenos de perfume aromático molido, y lo llevará detrás del velo. Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Yahvé, y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no se muera».

En esta cita hay una descripción muy interesante, ya que se dice «perfume aromático molido»: muchas son las técnicas que utilizaban (y aun hoy utilizan) los balsameros, perfumistas y ungüentarios; algunos términos usados por ellos, a causa de la vulgaridad y así, por ejemplo, cuando hablamos de pócima (lo cual significa estrictamente «cocimiento» de sustancias vegetales para ser ingeridas y que posee efectos medicinales curativos), se suele imaginar de inmediato a algún hechicero preparando algo terrible. Pero en el Antiguo Testamento bien se nombra el polvo de incienso. En realidad la pulverización de hojas, tallos, raíces, cortezas o gomorresinas, como en nuestro caso, sirve para fines terapéuticos, para facilitar la ingesta y normalmente se lo encapsula, de modo tal que pase a través del estómago sin afectarlo y se difunda en el intestino al disolverse la cápsula, cuya función es la de proporcionar un vehículo al polvo.

Pero en el texto bíblico, la pulverización no significa la labor medicinal, sino ritual, a tal efecto, pulverizar una gomorresina implica que ésta será utilizada en perfectas y correctas proporciones. En el Nuevo Testamento también aparece el incienso en notables acontecimientos: cuando la visita de los Reyes Magos a Jesús recién nacido: «Y al entrar a la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra». Incienso, el símbolo del Sol y del hijo del Sol, Júpiter, el esplendor de la Luz Mayor, y la mirra, pariente cercano del incienso, es el perfume de Hermes Trimegisto.[cita requerida]

Una ofrenda similar a la de los Reyes Magos, hizo el rey selúcida Seleuco II Calinico, cuando obsequió al templo de Apolo de Mileto mirra y más de diez talentos de incienso. Al igual que el incienso, la mirra debe ser recolectada y preparada según los ritmos astrales, como explica Escribonio. Tan importante ha sido considerado el incienso, que Heródoto, padre de la Historia, nos cuenta sobre la gran derrota de los árabes frente a Darío I, y que como tributo de guerra, obligó a éstos a que pagasen anualmente mil talentos de incienso. [cita requerida]

Retornando al Nuevo Testamento, en el Libro de las Revelaciones o Apocalipsis de San Juan (8:3-5), el Séptimo Sello, leemos: «Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra, y hubo truenos y voces, relámpagos, y un terremoto».

El benjuí, llamado por Ibn Battuta «el incienso de Java y Sumatra», es un aroma típico del Cuatrocento y del Renacimiento: en el año 1461 el sultán de Egipto, Melech Elmaydi, despachó al dux de Venecia, Pascual Malispiero, un cargamento del preciado benjuí, entre otros regalos. Otra anécdota, pero del año 1476, nos habla de un obsequio realizado por el sultán Kaitbei de Egipto, que constaba de 15 libras de benjuí, a la bella Catarina Cornaro, de Venecia. También del sultán Kaitbei recibiría Lorenzo el Magnífico, de Florencia, un cargamento de benjuí como presente. Fray Zuambatista nos dice sobre el benjuí que es uno de los sahumerios más codiciados. Y en una antigua apotheca o botica de Brunswick se mantiene la antigua tradición de llamar al benjuí como Asa Dulcis.[cita requerida]

Incienso y cáncer

Algunos estudios recientes llevados a cabo en los templos budistas de Taiwán han relacionado la quema de incienso con el riesgo de contraer cáncer, debido a los elevados niveles de benzopireno (hidrocarburo aromático policíclico) en el humo del incienso.[2]​ Hay que tener presente que la cantidad de benzopireno que se puede llegar a concentrar en un hogar donde se quemen algunas varitas o bastoncitos no tiene nada que ver con la que se produce en un templo como el que se describe en el estudio (templo budista con mucha gente en su interior, muy mala ventilación y donde se están quemando grandes cantidades de incienso que llegan a impedir la visibilidad) por lo que no es posible extrapolar el caso y serían necesarios más estudios para llegar a conclusiones más concretas y adaptadas al uso doméstico.[3]

En contraste, un estudio realizado por varios centros asiáticos Cancer Research mostró: "Si se encontró asociación entre la exposición a la quema de incienso y los síntomas respiratorios como tos crónica, expectoración crónica, bronquitis crónica, goteo nasal, sibilancias, asma, rinitis alérgica, o neumonía en tres poblaciones estudiadas, es decir, los niños de primaria, sus madres no fumadoras, o un grupo de adultos mayores no fumadores que quema incienso, no afectó el riesgo de cáncer de pulmón entre los no fumadores, pero redujo significativamente el riesgo entre los fumadores, incluso después de ajustar para la cantidad de tiempo de vida de fumar". Sin embargo, los investigadores calificaron los hallazgos al señalar que la quema de incienso en la población estudiada fue asociado con ciertas personas de bajos cáncer de riesgo los hábitos alimenticios, y concluyó que "la dieta puede ser un factor de confusión importante de estudios epidemiológicos sobre la contaminación del aire y la salud respiratoria".

Aunque varios estudios no han demostrado una relación entre el incienso y el cáncer de pulmón, muchos otros tipos de cáncer han estado directamente vinculados a la quema de incienso. Un estudio publicado en 2008 en la revista médica Cancer encontró que el uso de incienso se asocia con un riesgo significativamente mayor de cáncer del tracto respiratorio superior, con la excepción del cáncer de la nasofaringe. Los que usaron el incienso en gran medida también tenían tasas más altas de un tipo de cáncer llamado carcinoma de células escamosas, que se refiere a los tumores que surgen en las células que revisten las superficies internas y externas del cuerpo. El vínculo entre el uso de incienso y mayor riesgo de cáncer a cabo cuando los investigadores pesaron otros factores, como los hábitos de fumar cigarrillos, la dieta y el alcohol. El equipo de investigación observó que "ésta asociación es consistente con un gran número de estudios de identificación de carcinógenos en el humo del incienso, y dada la amplia exposición involuntaria a veces y al humo de la quema de incienso, estos resultados llevan importantes implicaciones de salud pública." Se ha demostrado que causa comportamiento antidepresivo en ratones. Se activan los canales iónicos poco conocidos en el cerebro para aliviar la ansiedad y la depresión.

El incienso es una fuente común de contaminación del aire en interiores, especialmente en los hogares asiáticos donde se quema por motivos religiosos. En estudios previos en Hong Kong, se encontró que la principal fuente de cancerígenos en el aire del hogar, y un importante contribuyente a las exposiciones personales de dióxido de nitrógeno entre mujeres. Para evaluar sus efectos sobre la salud respiratoria, los datos de contaminación del aire en un estudio transversal de 346 niños de las escuelas primarias y de sus 293 madres no fumadoras ING, y un estudio de cáncer de pulmón caso-control de 189 pacientes del sexo femenino y 197 controles emparejados distritales que habían estado casados fueron analizados.

Referencias

Véase también

Enlaces externos