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Códice de un libro de horas parcialmente abierto (a la derecha, un estuche diseñado para su conservación).
Corán del periodo abbasí, abierto.
Códice abierto sobre un atril, para su lectura.
Monje erudito consultando un códice.
Códice con notación musical abierto sobre un facistol, para su interpretación por un coro.
Codex Glazier[1]​ (siglo IV o V), abierto.
Codex Aubin[2]​ (siglo XVI), abierto.
Notación musical en el Codex Robertsbridge, siglo XIV.

Códice ( del latín codex, -icis) es uno de los formatos del libro. Se compone de cuadernos plegados, cosidos y encuadernados. Habitualmente, se puede escribir en ambos lados de cada hoja, denominadas páginas, que pueden numerarse. Aunque técnicamente cualquier libro moderno es un códice, el término se utiliza comúnmente para libros escritos a mano (manuscritos) en el periodo previo a la imprenta (es decir, hasta el fin de la Edad Media), y para los documentos producidos por los indígenas mesoamericanos, en la época precolombina, durante la conquista y los virreinatos. El significado lo recoge el DRAE.[a]​ El diminutivo de "códice", "codicilo", se emplea únicamente en contextos testamentarios. Derivada de esta es la palabra "código".[3]

Etimológicamente, la palabra latina codex parece proceder de la contracción del diptongo de la también latina caudex, -icis ('tronco' -de la que se ha propuesto su origen caldeo-). Este nombre, que dieron los romanos a la tablilla de cera para escribir, por desplazamiento semántico terminó designando a los libros con páginas,[4]​ diferenciados de los rollos empleados hasta entonces.[5]

Formato, materiales e historia

El códice está formado por un conjunto de hojas rectangulares de pergamino, de papiro o de papel que se pliegan formando cuadernillos para escribir sobre ellos, los cuales se protegen mediante la encuadernación. En Roma los cuadernillos se denominaban duerniones, terniones, cuaterniones o quinterniones según el número de hojas contenidas antes de plegarlas. Como lo regular era que se formaran cuatro (ocho plegadas) ha quedado el nombre de cuadernos (quaterni) para designar los ejemplares pequeños, aunque dispongan hoy de mayor número de páginas.

El papiro, producido en Egipto desde hacía miles de años, se utilizó esporádicamente para la confección de códices en los siglos IV y V d. C, aunque se continuó usando como "material venerable" para algunos documentos solemnes durante la Alta Edad Media. Cuando se fabricaban códices de papiro, éste necesitaba reforzarse por el lomo para evitar su fácil ruptura; las hojas de papiro sólo se escribían en una de sus caras (textos anapistógrafos).

En su Historia Natural, Plinio cuenta que el pergamino se originó en la ciudad de Pérgamo en época de Eumenes II (195-158 a. C.), de donde habría tomado el nombre, aunque hallazgos como los de Dura-Europos hacen dudar de esta afirmación. Los especialistas consideran que la aportación de Pérgamo debió consistir más bien en el perfeccionamiento de las técnicas de fabricación.[6]​ El formato del codex tenía su antecedente en los polípticos o tabillas de cera. El pergamino era más caro que el papiro debido a que se necesitaban varias pieles para un solo libro, lo que suponía el sacrificio de varios animales. Sin embargo, el pergamino poseía muchas ventajas: era menos quebradizo y más resistente, podía doblarse (lo que hacía los libros más manejables), podía lavarse y podía rasparse (lo que facilitaba las enmiendas de errores), podía coserse (lo que permitía la encuadernación y su mejor conservación) y podía escribirse por las dos caras en hojas opistógrafas(lo que ahorraba espacio). Estas ventajas técnicas y prácticas acabarían por imponerse sobre el papiro y los tradicionales libros copiados en forma de rollo. Además, algunos de los ejemplares más lujosos se hallaban teñidos de oro o púrpura y sus encuadernaciones podían tener incrustaciones de materiales preciosos, como joyas engarzadas o tapas de oro, plata o marfil trabajadas con relieves.

Durante los siglos I y V d.C convivieron las dos formas de libro (el rollo y el códice). Durante los primeros siglos de dicha convivencia, los códices de pergamino que se vendían en Roma solían ser libros de pequeño formato o cuadernos de pergamino mal preparados que transmitían textos menores o de carácter efímero, a excepción de algunos textos literarios, como los Epigramas de Marcial, pero a partir del siglo IV los cristianos adoptarán el códice de pergamino para transmitir su nueva literatura religiosa, siendo ésta otra de las causas que explican el éxito del códice de pergamino frente al tradicional rollo de papiro.[7][8]​ El formato del codex se inspiró en los polípticos o tabillas de cera de la Antigua Roma: varias tablillas de madera, unidas mediante argollasque estaban recubiertas por una capa de cera sobre la que se podía escribir con ayuda de un punzón llamado stilus (estilo o estilete).

Durante la Edad Media la forma de libro por excelencia fue la del códice de pergamino o de papel y tras la invención de la imprenta en el siglo XV se siguió utilizando hasta la aparición de los libros electrónicos en la era digital.

Actualmente, se reserva el término códice para referirse a los libros manuscritos de este formato anteriores a la invención de la imprenta y a los libros lujosos o de buena factura que siguieron copiándose a mano tras la difusión del arte tipográfico en el mundo occidental. La ciencia que estudia los códices se llama Codicología.[9]

Códices precolombinos

Códice mixteca
Lámina del Códice Nuttall

Una variedad de libros antiguos son los llamados códices pre-cortesianos, cuyo formato difiere notablemente de lo anteriormente descrito para los códices del Viejo Mundo. Los libros americanos de procedencia indígena, especialmente mayas, se fabricaban con tiras de piel de ciervo o con papel amat o amate,[10]​ cuya superficie se pintaba de blanco para salvar el color oscuro del papel de pita y, a continuación, se escribía con pincel. Aparte de utilizarse un soporte distinto, también era diferente el formato, ya que en lugar de formarse con cuadernos doblados y cosidos entre sí, las hojas de papel amatl se plegaban en forma de acordeón o, como decían los cronistas de la época,al modo de los pendones de Castilla.

Tras la llegada de los españoles se empezaron a confeccionar los códices conocidos como post-cortesianos, principalmente mexicas, bajo la forma del códice europeo. Estos libros estaban hechos con papel europeo importado, distribuido en cuadernos plegados, cosidos entre sí y encuadernados, que fueron copiados por manos indígenas en lenguas y escrituras castellana e índigenas, o solo en lengua y escritura indígena.[11]

Los códices pre-cortesianos (anteriores a la llegada de Hernán Cortés) se dividen principalmente en tres grupos:

Mexicas
Hechos de piel y correspondientes a la cultura mexica del centro de México.
Mayas
Fabricados en papel ágave y pito procedentes de Yucatán y América Central.
Mixtecas
Hechos en piel y pertenecientes a la cultura mixteca, ubicada principalmente en el estado mexicano de Oaxaca.

Estos códices presentan una escritura pictográfica que al contrario que en la escritura occidental, se lee empezando por la derecha. Normalmente se escribían por ambas caras, como en el caso de los códices occidentales.

Guerreros aztecas en el Codex Mendoza.

Denominación de los códices

Página del Codex Argenteus (siglo IV).
Detalle del Codex Gigas (siglo XIII).
Detalle de una ilustración del Codex biblicus legionensis o Biblia mozárabe de León (siglo X), con una representación del símbolo del evangelista Lucas, de un primitivismo semejante al del toro del Guernica de Picasso.

Los códices más importantes o famosos se denominan habitualmente con una expresión latina en la que a la palabra Codex sigue otra que lo caracteriza, como puede ser el nombre de la biblioteca o la ciudad donde se conserva (o conservaba históricamente), o el de algún personaje con el que esté relacionado. También se utilizan esas expresiones para diferenciar las diferentes copias de una obra conservadas en distintas bibliotecas del mundo (Codex Vaticanus -Biblioteca Vaticana-, Codex Vindobonensis -Biblioteca Nacional de Austria, Viena-, Codex Matritensis -Biblioteca Nacional de España y otras de Madrid-, Codex Parisinus -Biblioteca Nacional de Francia y otras de París-, Codex Londinensis -Londres-, Codex Basilensis -Biblioteca de la Universidad de Basilea-, Codex Leningradensis, Petersburgensis o Petropolitanus -Biblioteca Nacional Rusa, San Petersburgo-, Codex Washingtonianus -Washington-) y cuya comparación es la base de la crítica textual.[12]​ Algunas denominaciones se refieren a su riqueza, como la de Codex Aureus (en referencia al oro, denominación aplicada a varios manuscritos medievales),[13]​ o la de Codex Purpureus (aplicada a los que tienen sus páginas teñidas de púrpura y sus letras escritas con tinta de oro o plata -uno especialmente importante, la traducción de los Evangelios a la lengua goda por el obispo Ulfilas, es denominado Codex Argenteus-).

Las obras literarias medievales a veces se han conservado en un sólo códice, que puede no tener nombre más específico que el de la obra que incluye (como ocurre con el Cantar de Mio Cid o el Beowulf) o en muy pocos (como los cuatro códices de las Cantigas de Santa María o los nueve de la Chanson de Roland), o son tan importantes que todos ellos reciben denominación específica (como los llamados Beatos -que reproducen los Comentarios al Apocalipsis de Beato de Liébana con extraordinarias ilustraciones-).

Entre los códices más importantes están:[b]

Códices americanos

Codex como "código"

No debe confundirse el uso bibliográfico de la palabra codex ("códice") con el uso en contextos jurídicos o legislativos ("código"), que se refiere al contenido de la obra jurídica, no al ejemplar bibliográfico que la contenga (y que muy a menudo no existe en su original, sino en una multiplicidad de copias posteriores, dada su gran difusión,[c]​ además de en su paso a la imprenta): Codex Theodosianus, Codex Euricianus, Codex Iustinianus -o Codes Vetus o Codex Primus-, Codex Revisus -o de Leovigildo-, Codex Runicus -en este caso, un ejemplar único de la Ley de Escania-,[33]Codex Maximilianeus Bavaricus Civilis,[34]Codex Napoleonicus, Codex Alimentarius, Codex Alimentarius Austriacus, Codex Iuris Canonici, etc.

Notas y referencias

  1. Junto con una acepción más genérica (libro manuscrito de cierta antigüedad) y una acepción más específica en contextos eclesiásticos: Parte del misal y del breviario que contiene los oficios concedidos a una diócesis o corporación particularmente. Real Academia Española. «códice». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  2. Un ejemplo de listado de fuentes, en las que no se distingue el uso de codex como "código" del de codex como "códice", en la pg. 731 de The Visigoths in Gaul and Spain: A.D. 418-711 : a Bibliography, Partes 418-711 (Alberto Ferreiro): Codex Compostelanum, Codex Emilianensis, Codex Euricianus, Codex Gothicus [o Codex Gothicus Legionensis, o Biblia leonesa de San Isidoro -[1], [2]-], Codex Holkhamensis [- por Holkham Hall-], Codex Iustinianus, Codex Parisinus, Codex Revisus, Codex Rotensis [o Códice de Roda -RAH-], Codex Silensis, Codex Theodorici, Codex Theodosianus, Codex Toletanus, Codex visigothicus legionensis [sic, debe ser el mismo que el llamado Gothicus], Códice Lucense [sic -Codex Lucensis-].
  3. Excepto en algunos casos, como el Codex Rossensis que recogería las leyes (en sajón) de Ethelberto de Kent. Parece haber una traducción al latín impresa en 1640 como Haec sunt Judicia quae Ethelbertus Rex constituit Augustini diebus, junto con las de Hlotarius y Eadricus (A history of English councils and convocations: And of the clergy's sitting in Parliament. In which is also comprehended the history of Parliaments. With an account of our ancient laws, R. Clavell, 1701, pg. 284).

Referencias

  1. T. C. Petersen, An Early Coptic Manuscript of Acts: An Unrevised Version of the Ancient So-Called Western Text, CBQ 26 (1964), pp. 225–241. Fuente citada en en:Codex Glazier.
  2. catalogue record at the British Museum. Reference number AN237162001. Fuente citada en en:Aubin Codex.
  3. Real Academia Española. «codicilo». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). Real Academia Española. «código». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  4. Vandendorpe, 1999.
  5. Soca, Ricardo. «“Códice”. La fascinante historia de las palabras y Nuevas fascinantes historias de las palabras». elcastellano.org. 
  6. Reed, 1975, pp. 43, 89.
  7. Turner, 1977.
  8. Cavallo, 1995, pp. 111-121.
  9. Agati, 2003.
  10. Ostos, Pardo y Rodríguez, 1997, 2011, pp. 66.
  11. León-Portilla, 2003, pp. 12-20.
  12. véase un ejemplo para los ejemplares de la obra de Avicena
  13. Véanse en la página de desambiguación Codex Aureus
  14. European Library
  15. C. Schmidt, Die alten Petrusakten im Zusammenhang der apokryphen Apostelliteratur nebst einem neuntdekten Fragment untersucht Leipzig, 1903. Fuente citada en en:Berlin Codex
  16. Scrivener, Frederick Henry Ambrose; Edward Miller (1894). A Plain Introduction to the Criticism of the New Testament. 2 (4 ed.). London: George Bell & Sons. p. 72. Fuente citada en en:Codex Legionensis
  17. Tumbo A, Tumbo B Tumbo 'A' de Santiago Archivado el 26 de octubre de 2014 en Wayback Machine.
  18. Schmieder, Felicitas et Schreiner, Peter (eds.), Il Codice Cumanico e il suo mondo. Atti del Colloquio Internazionale, Venezia, 6-7 dicembre 2002. Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 2005, XXXI-350 p., ill. (Centro Tedesco di Studi Veneziani, Ricerche, 2). Fuente citada en en:Codex Cumanicus
  19. Hull, Jeffrey, with Maziarz, Monika and Żabiński, Grzegorz. Knightly Dueling: The Fighting Arts of German Chivalry. Boulder, CO: Paladin Press, 2007. ISBN 1-58160-674-4. Fuente citada en wiktenauer.com
  20. tresfornteras.es, artículo de Fernando Marías).
  21. Williamson, Craig (1977), "Manuscript, Authorship, Date", The Old English Riddles of the Exeter Book, Chapel Hill: The University of North Carolina Press, pp. 3–28, ISBN 0-8078-1272-2. Fuente citada en en:Exeter Book
  22. The Development of the Canon of the New Testament: Codex Hierosolymitanus. Fuente citada en en:Codex Hierosolymitanus
  23. ejemplos citados en Actas del VI Congreso Internacional de Historia de la Cultura Escrita (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última)..
  24. Metzger (1977, p. 303) Fuente citada en en:Codex Mediolanensis
  25. Enrico Spagnesi, Le Pandette di Giustiniano: storia e fortuna della 'Littera Florentina': mostra di codici documenti, (exhibition catalogue) June-August 1983 (Florence: Olschki) 1983. Fuente citada en en:Littera Florentina
  26. Codex Parisiensis i.e. Fol. 258v-271v of Manuscrit Néerlandais 45. Bewerkt Door P. Gerbenzon. With Plates. Oudfriese taal-en rechtsbronnen. dl. 9., Bibliothèque nationale. Département des manuscrits, Pieter Gerbenzon, 1954, 87 páginas.
  27. J. Durand (éd.), Byzance dans les collections françaises, RMN, 1992, 346-348. Fuente citada en fr:Codex Parisinus Graecus 510
  28. Metzger (1977, pp. 527, 531). Fuente citada en en:Codex Usserianus Primus
  29. Literature in Ireland, by James Carney, in A New History of Ireland, volume, two, p. 527, 531. Fuente citada en en:Garland of Howth. T. K. Abbott, Evangeliorum Versio antehieronymiana ex codice Usseriano, vol. II (Dublin, 1884), pp. 819-963. Fuente citada en en:Codex Usserianus II
  30. Metzger (1977, p. 339) Fuente citada en en:Codex Toletanus
  31. Biblioteca digital Archivado el 4 de marzo de 2015 en Wayback Machine. de la Biblioteca Nacional de Colombia.
  32. Mémoire sur le Codex Martinez Compañon et son contexte, fuente citada en fr:Codex Martínez Compañón.
  33. Jørgensen. Merete K. (1999). "Det danske sprog i den middelalderlige bog". In Levende Ord & Lysende Billeder - Den middelalderlige bogkultur i Danmark. Det Kongelige Bibliotek, 1999, pp. 185-192. Fuente citada en en:Scanian Law
  34. Ulrich Eisenhardt: Deutsche Rechtsgeschichte. 4. Auflage. Verlag C. H. Beck, München 2004, ISBN 3-406-51996-2. Fuente citada en de:Codex Maximilianeus Bavaricus Civilis

Bibliografía

  • Agati, María Luisa (2003). Il libro manoscrito. Introduzione alla Codicologia. Roma: Erma di Bretschneider. 
  • Cavallo, Guglielmo (1995). Libros, editores y público en el Mundo Antiguo. Guía histórica y crítica. Madrid: Alianza Editorial. pp. 111-121. ISBN 84-206-2815-8. 
  • León-Portilla, Miguel (2003). Códices. Los antiguos libros del Nuevo Mundo. México: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara. pp. 12-20. 
  • Metzger, Bruce Manning (1977). The Early Versions of the New Testament. Oxford: Clarendon Press. ISBN 9780198261704. 
  • Ostos, Pilar; Pardo, M.Luisa; Rodríguez, Elena E. (1997, 2011). Vocabulario de Codicología. Madrid: Arcos Libros. p. 66. ISBN 84-7635-267-0. 
  • Reed, Ronald (1975). The Nature and Making of Parchment. Leeds: Elmete Press. pp. 43, 89. 
  • Turner, Eric G. (1977). The Typology of the Early Codex. University of Pensilvania Press. 
  • Vandendorpe, Christian (1999). Du papyrus à l'hypertexte - Essai sur les mutations du texte et de la lecture (pdf) (en francés). La découverte. ISBN 978-2707-13135-5. Archivado desde el original el 8 de marzo de 2009. 
  • Walter, Ingo F.; Wolf, Norbert (2003). Obras maestras de la iluminación. Los manuscritos más bellos del mundo desde el año 400 al 1600. Madrid: Taschen. 

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