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Artículo 231 del Tratado de Versalles

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El artículo 231, más conocido como la cláusula de culpabilidad de la guerra, fue el primer artículo de la sección dedicada a las reparaciones dentro del Tratado de Versalles, que puso el punto final a la Primera Guerra Mundial, en la que se enfrentaron el Imperio alemán y las potencias aliadas y asociadas. No se empleó la palabra «culpabilidad» para la redacción del artículo, pero este sirvió como base legal para obligar a Alemania a pagar en concepto de reparaciones de guerra.

El artículo fue uno de los puntos más polémicos del tratado. Especificaba lo siguiente:

Los gobiernos aliados y asociados declaran, y Alemania reconoce, la responsabilidad de Alemania y sus aliados por haber causado todos los daños y pérdidas a los cuales los gobiernos aliados y asociados se han visto sometidos como consecuencia de la guerra impuesta a ellos por la agresión de Alemania y sus aliados.

Alemania se tomó esta cláusula como una humillación nacional, ya que la obligaba a asumir la responsabilidad total del inicio de la guerra. Los políticos alemanes expresaron su rechazo al artículo en un intento de granjearse simpatías internacionales, mientras que los historiadores de ese mismo país trabajaron para minar el artículo con el objetivo de desvirtuar el tratado en su conjunto. A los líderes aliados les sorprendió la reacción de los alemanes, puesto que ellos veían el artículo como la mera base legal para conseguir una compensación de manos de Alemania. El artículo, tras un cambio en el nombre de los firmantes, se incluyó también en los tratados firmados por las Potencias Centrales, que no veían la cláusula con el mismo desprecio que los alemanes. El diplomático alemán John Foster Dulles —uno de los dos autores del artículo— se arrepintió más tarde de haber usado tales términos, ya que creía que agraviaban a la población alemana en demasía.

En general, los historiadores están de acuerdo en el hecho de que ni responsabilidad ni culpa iban adjuntas al artículo. En cambio, la cláusula era un prerrequisito para permitir, con base legal, los pagos en concepto de reparaciones que se iban a exigir. Los historiadores también subrayan el daño que la cláusula provocó de manera inintencionada, ya que impregnó de rabia y rencor a la población alemana.

Contexto

El 28 de junio de 1914, el serbobosnio Gavrilo Princip asesinó al heredero al trono del Imperio austrohúngaro, el archiduque Francisco Fernando.[1]​ El crimen desató una crisis diplomática, que resultó en la declaración de guerra a Serbia por parte de Austria-Hungría y la Primera Guerra Mundial.[2]​ Por varios motivos, las potencias más importantes de Europa —divididas en dos alianzas conocidas como las Potencias Centrales y la Triple Entente— se lanzaron a la guerra. Según el conflicto fue avanzando, más países del todo el mundo se sumaron a la contienda, de parte de una u otra alianza.[3]

Durante los cuatro años siguientes, los combates se expandieron a lo largo y ancho de Europa, Oriente Próximo, África y Asia.[4]​ El 8 de enero de 1918, Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos, emitió un comunicado que dio en conocerse como los Catorce Puntos. En parte, el discurso instó a las Potencias Centrales a retirarse de los territorios que habían ocupado, a la creación de un Estado polaco, a la reconsideración de las fronteras europeas de acuerdo con parámetros étnicos («nacionales») y a la formación de la Liga de Naciones.[5]​ En el otoño —en el hemisferio norte— de ese mismo año, las Potencias Centrales comenzaron a derrumbarse.[6]​ El ejército alemán sufrió una derrota decisiva en el Frente Occidental, mientras que, dentro de sus fronteras, la Marina Imperial alemana se amotinó, lo que dio lugar a levantamientos en Alemania, que se conocieron como la Revolución de Noviembre.[7][8][9]​ El Gobierno alemán trató de conseguir una paz basada en los Catorce Puntos, y sostuvo que esa era la base para su rendición. Tras las negociaciones, los Aliados y Alemania firmaron un armisticio, que entró en vigor el 11 de noviembre, cuando las tropas alemanas mantenían aún sus posiciones en Francia y Bélgica.[10][11][12]

La Conferencia de Paz de París comenzó el 18 de enero de 1919.[13]​ Su principal objetivo consistía en el restablecimiento de la paz entre las potencias que habían tomado partido en la guerra y que esta fuera duradera en el mundo de la posguerra. El Tratado de Versalles que resultó de la conferencia tan solo abordaba los asuntos que concernían a Alemania.[14]​ Cada uno de los tratados que se firmaron a lo largo de la conferencia, incluido este, tomó su nombre del suburbio de París en que fue firmado.[15]​ En las negociaciones de París participaron setenta delegados procedentes de veintiséis naciones; a los representantes de Alemania, sin embargo, se les negó la participación, puesto que, teóricamente, una delegación Alemana intentaría enfrentar a unos países con otros con el único fin de influir injustamente en los procesos.[15][16]

Redacción del artículo

Existían diferencias entre estadounidenses, británicos y franceses en lo relativo al asunto de la fijación de las reparaciones. Las batallas del Frente Occidental se libraron en su mayor parte en Francia, por lo que este país sufrió los efectos más devastadores de la guerra. La región más industrializada del país galo, situada al noreste, quedó inservible tras el paso de las tropas alemanas a su retirada. Estas destruyeron cientos de minas y fábricas, así como líneas de ferrocarril, puentes y pueblos. Georges Clemenceau, primer ministro francés, consideró apropiado que, fuera cual fuese el acuerdo de paz adoptado, se le exigiese a Alemania el pago de reparaciones por los daños que había causado. Además, veía este pago como una forma de asegurarse de que Alemania no volvería a amenazar a Francia, así como de mermar la capacidad de los germanos de competir con su industrialización.[17]​ El dinero obtenido por estas reparaciones se destinaría también a sufragar el coste de las reparaciones de otros territorios asolados por la guerra, como, por ejemplo, Bélgica.[18]​ El primer ministro británico, David Lloyd George, propuso, en detrimento de estas duras reparaciones, unas menos agresivas, de modo que Alemania pudiera mantener su viabilidad económica y seguir siendo así un socio comercial de Reino Unido. Sostuvo, además, que en la cuantía de las reparaciones se incluyeran pensiones de guerra para los veteranos inválidos y subsidios que se pudieran pagar a las viudas, de tal manera que el Imperio británico se haría con una mayor parte de las reparaciones.[19][20][21]​ Wilson se mostró en desacuerdo con estos puntos y fue inflexible en lo concerniente a la indemnización que se impondría a Alemania: no habría ninguna.[22]

Durante la conferencia de paz, se creó la Comisión sobre la Responsabilidad de los Autores de la Guerra y sobre la Aplicación de Sanciones[nota 1]​ para examinar los hechos que condujeron al inicio de la contienda. La Comisión arguyó que «las Potencias Centrales premeditaron la guerra [... y esta] fue el resultado de actos deliberados cometidos [por ellas] para hacerla inevitable», y llegó a la conclusión de que Alemania y Austria-Hungría habían «trabajado deliberadamente para tumbar las muchas propuestas lanzadas por las potencias de la Entente y sus repetidos esfuerzos por evitar la guerra». Clemenceau y Lloyd fueron los responsables de que esta conclusión se incorporara como tal al Tratado de Versalles;[23]​ ambos insistieron en llegar a tal conclusión, a una declaración inequívoca de la responsabilidad total de Alemania. Así, Wilson quedó en desacuerdo con los otros líderes de la conferencia. En cambio, propuso que se enviase una copia de la nota que Robert Lansing, secretario de Estado estadounidense, había dirigido al Gobierno alemán el 5 de noviembre.[22][24]​ En ella, se podía leer lo siguiente: «Los Gobiernos aliados entienden que Alemania los compensará por todo el daño que su agresión ha causado a la población civil de los Aliados y sus propiedades».[22][24]

Los gobiernos aliados y asociados declaran, y Alemania reconoce, la responsabilidad de Alemania y sus aliados por haber causado todos los daños y pérdidas a los cuales los gobiernos aliados y asociados se han visto sometidos como consecuencia de la guerra impuesta a ellos por la agresión de Alemania y sus aliados.
—Artículo 231

La redacción del artículo corrió a cargo de los diplomáticos estadounidenses Norman Davis y John Foster Dulles.[25]​ Se comprometieron a alcanzar un punto medio que satisficiera tanto las aspiraciones anglofrancesas como las estadounidenses; así, redactaron los artículos 231 y 232 de tal manera que quedase reflejado que Alemania «debía pagar moralmente por todos los costes de la guerra, pero, dado que no podría permitírselo, se le exigiría únicamente el pago por los daños causados a civiles».[22]​ El artículo 231, en el que Alemania aceptaba su responsabilidad y la de sus aliados por los daños resultantes de la Primera Guerra Mundial, sirvió, por consiguiente, como base legal para que los artículos que lo siguieron en el capítulo de reparaciones obligasen al país germano a compensar por los daños causados a civiles.[26]​ Se incluyeron cláusulas similares, con leves modificaciones en la redacción, en los tratados de paz firmados por otros miembros de las Potencias Centrales.[nota 2]

Reacciones

Interpretación alemana

El ministro de Exteriores Ulrich von Brockdorff-Rantzau encabezó la delegación alemana, compuesta por más de 180 miembros. Partieron de Berlín el 18 de abril de 1919, ya que habían anticipado que las negociaciones comenzarían pronto y que tanto ellos como los Aliados negociarían una solución pactada. Dos meses antes, en febrero de ese mismo año, Brockdorff-Rantzau había informado a la Asamblea Nacional de Weimar de que Alemania tendría que pagar en concepto de reparaciones por la devastación que había causado durante la guerra, pero que no pagaría por los costes reales que esta había tenido.[27]​ El Gobierno alemán convino en que sería «desaconsejable [...] elevar la cuestión de la culpabilidad de la guerra».[28]​ El 5 de mayo, se le informó a Brockdorff-Rantzau de que no habría negociaciones. Una vez la delegación alemana recibiera las condiciones para la paz, tendría quince días para enviar su respuesta. Tras la redacción del tratado, las delegaciones alemana y aliada se reunieron el 7 de mayo. El Tratado de Versalles se puso a disposición de los que se iban a encargar de traducirlo, de manera que los alemanes pudiesen dar una respuesta. En esta reunión, Brockdorff-Rantzau declaró lo siguiente: «Somos conscientes de la intensidad del odio existente hacia nosotros y ha llegado a nuestros oídos que los victoriosos reclaman con fervor que nosotros, como vencidos, paguemos y que, como culpables, hemos de ser castigados». Sin embargo, aprovechó también para negar que Alemania fuera el único responsable de la guerra. Tras la reunión, la delegación alemana se retiró a traducir el documento, compuesto de unas 80 000 palabras. En cuanto los miembros de la delegación fueron conscientes de las condiciones que se habían incluido para la paz, acordaron no aceptarla sin llevar a cabo una revisión antes. Convenido esto, enviaron a sus homólogos aliados un mensaje tras otro atacando cada una de las partes del tratado.[29]​ El 18 de junio, habiendo hecho caso omiso de las decisiones explícitas del gobierno, Brockdorff-Rantzau aseguró que el artículo 231 obligaría a Alemania a aceptar su responsabilidad total por la fuerza.[28][30][31]Max Weber, que acompañaba a la delegación alemana en calidad de asesor, coincidió con Brockdorff-Rantzau en cuestionar a los Aliados en lo relativo al tema de la culpabilidad de la guerra. Prefería rechazar el tratado antes que adherirse a lo que, en sus propias palabras, era una «paz podrida».[32]

El 16 de junio, los Aliados exigieron a Alemania que firmara el tratado incondicionalmente en los siete días siguientes, dado que, de lo contrario, se enfrentaría a la reanudación de las hostilidades. Los miembros del Gobierno alemán estaban divididos y no se ponían de acuerdo en si firmar o rechazar el tratado de paz. El 19 de junio, el canciller Philipp Scheidemann optó por dimitir para no tener que firmar el tratado, y tanto Brockdorff-Rantzau como otros miembros del gobierno siguieron sus pasos, de modo que Alemania se quedó sin gabinete ni delegación de paz. Después de que el mariscal de campo Paul von Hindenburg asegurara que Alemania no estaba en condiciones de reanudar la guerra, el presidente Friedrich Ebert y el nuevo canciller, Gustav Bauer, instaron a la Asamblea Nacional de Weimar a ratificar el tratado. La Asamblea aceptó estas indicaciones por una amplia mayoría, y se informó a Clemenceau tan solo diecinueve minutos antes de que el plazo expirara. Alemania firmó el tratado de paz de manera incondicional el 22 de junio.[33][34]

En un principio, el artículo no se tradujo correctamente. En vez de aseverar que «Alemania acepta la responsabilidad de Alemania y sus aliados por haber causado todos los daños y pérdidas...», la edición en alemán decía lo siguiente: «Alemania admite que Alemania y sus aliados, como autores de la guerra, son responsables de todos los daños y pérdidas...».[35]​ Los alemanes sintieron que el país había renunciado a todo su honor, y se extendió un sentimiento de humillación, dado que se vio el artículo, en su conjunto, como injusto.[32][36]​ El historiador Wolfgang Mommsen apuntó que, pese a la ira de la población, los oficiales del Gobierno alemán eran conscientes de que «la posición alemana en este asunto no era tan favorable como el gobierno imperial había incitado a la población alemana a creer durante la guerra».[28]

Opinión de los Aliados acerca del artículo

La delegación aliada consideraba en un principio que el artículo 231 era un complemento mundano del tratado, concebido para limitar la responsabilidad alemana en relación a las reparaciones, de modo que quedaron sorprendidos por la vehemencia de las protestas de los germanos.[37]​ Georges Clemenceau desairó las alegaciones proferidas por Brockdorff-Rantzau arguyendo que «la interpretación legal [del artículo] era la correcta» y que eso no era una cuestión política.[30]​ Lloyd George apuntó: «la población inglesa, como la francesa, cree que los alemanes, deben, por encima de todo, reconocer la obligación de compensarnos por las consecuencias que su agresión ha tenido. Llegamos entonces a la cuestión de la capacidad de Alemania para pagar; todos creemos que será incapaz de pagar más que lo que este documento le exige».[37]

Antes de la entrada de los estadounidenses en la guerra, Woodrow Wilson había reclamado una «paz de reconciliación con Alemania», lo que llamaba una «paz sin victoria». Durante la guerra, en cambio, su discurso cambió, se deshizo de estas nociones y adoptó una postura cada vez más beligerante contra Alemania.[38]​ Una vez concluida la contienda, el 4 de septiembre de 1919, en el marco de su campaña púbica para conseguir el apoyo de los estadounidenses al Tratado de Versalles, Wilson apuntó que el tratado buscaba «castigar uno de los mayores agravios de la historia, el que Alemania había intentado infligir al mundo y a la civilización, y que, por tanto, no debía adoptarse una postura débil a la hora de aplicar el castigo. Alemania intentó algo intolerable y debe pagar por ello».[39]​ Al margen de la retórica, la posición de los estadounidenses consistía en redactar un tratado equilibrado, que apaciguara a todos. Gordon Auchincloss, secretario de Edward Mandell House, uno de los consejeros de Wilson, envió una copia de la cláusula al Departamento de Estado y señaló lo siguiente: «Percibirán que los principios del presidente se han protegido en esta cláusula».[40]

El historiador William Keylor comentó que, en un principio, los dos diplomáticos estadounidenses creían que «habían pergeñado una brillante solución para el dilema de las reparaciones», una solución que satisfacía tanto a los británicos como a los franceses, así como a la opinión pública en los países aliados, independientemente del hecho de que los líderes aliados eran conscientes de las inquietudes existentes acerca de si Alemania pagaría y la decepción que todo esto podía provocar.[40]Vance C. McCormick, asesor de Wilson en materia económica, hizo hincapié en este punto, y comentó: «[...] el preámbulo es útil. Estamos empleando un método inusual al no definir una suma fija. El preámbulo tiende a explicar esto y, además, predispone a la opinión pública a decepcionarse por lo que realmente se puede asegurar».[41]​ En 1940, Dulles afirmó que le sorprendía que el artículo «podría ser plausiblemente, y de hecho fue, considerado como un juicio de la responsabilidad de la guerra».[42]​ Añadió que la «profunda significación de este artículo [...] se dio por accidente y no de manera planeada».[42]​ Dulles se tomó a pecho el hecho de que el Tratado de Versalles no consiguiera fomentar, como se había previsto, una paz duradera, de tal manera que lo consideraba una de las causas del estallido de la Segunda Guerra Mundial. En 1954, al tiempo que el secretario de Estado estadounidense negociaba con la Unión Soviética los términos en los que debía llevarse a cabo la reunificación alemana, comentó que «los esfuerzos por llevar a la bancarrota a una nación y humillarla tan solo incitan a la gente a romper, con vigor y coraje, las cadenas que se le han impuesto. [...] De esta manera, las prohibiciones fomentan los actos que prohíben».[43]

Impacto

Reparaciones

Era habitual que los tratados de paz exigiesen el pago de sumas de dinero en concepto de compensaciones a la parte derrotada.[44]​ La carga financiera del Tratado de Versalles se catalogó como «reparaciones», de modo que se pudieran diferenciar de otras figuras legales como las indemnizaciones de perjuicios. El objetivo que se perseguía con la imposición de estas reparaciones era compensar a las familias mermadas por la guerra.[18]​ Sally Marks subrayó que el artículo «fue diseñado para establecer una base legal que permitiera [que] las reparaciones» se pagasen. El artículo 231 «estableció —según ella— una responsabilidad teórica ilimitada» por la que Alemania tendría que pagar, mientras que los siguientes artículos «redujeron la responsabilidad alemana a los daños civiles».[26][nota 3]​ Cuando la figura de la reparación se estableció en 1921, se fundamentó en una valoración de la capacidad de Alemania para pagar, no en las afirmaciones de los Aliados.[26]

Referencias

Notas

  1. La comisión la integraron dieciséis miembros procedentes de diez países. Todos ellos eran doctos en leyes. Se enumeran a continuación:
  2. El Tratado de Saint-Germain-en-Laye establecía lo siguiente:
    «[...] Austria acepta su responsabilidad y la de sus aliados por haber causado todos los daños y pérdidas a los cuales los gobiernos aliados y asociados y sus nacionales se han visto sometidos como consecuencia de la guerra impuesta a ellos por la agresión de Austria-Hungría y sus aliados».
    En el Tratado de Trianon, por otra parte, podía leerse lo siguiente:
    «Los gobiernos aliados y asociados declaran, y Hungría reconoce, la responsabilidad de Hungría y sus aliados por haber causado todos los daños y pérdidas a los cuales los gobiernos aliados y asociados se han visto sometidos como consecuencia de la guerra impuesta a ellos por la agresión de Alemania y sus aliados.»
    Artículo 161 del Tratado de Trianon
    En el Tratado de Neuilly-sur-Seine:
    «Bulgaria reconoce que, al entrar en la guerra impuesta por la agresión de Alemania y Austria-Hungría a las potencias aliadas y asociadas, ha provocado a estas últimas daños y les ha obligado a hacer sacrificios de todo tipo, por los cuales debe hacer una reparación completa».
    Por último, el Tratado de Sevres establecía la siguiente cláusula:
    «Turquía reconoce que, al entrar en la guerra impuesta por la agresión de Alemania y Austria-Hungría a las potencias aliadas y asociadas, ha provocado a estas últimas daños y les ha obligado a hacer sacrificios de todo tipo, por los cuales debe hacer una reparación completa».
    Artículo 231 del Tratado de Sevres
  3. «Los gobiernos aliados y asociados reconocen que los recursos de Alemania no son suficientes [...] para hacer una reparación completa de tantos daños y pérdidas. Los gobiernos aliados y asociados exigen, sin embargo, y Alemania asume, que compensará los daños provocados a la población civil de las potencias aliadas y asociadas y a la propiedad durante el periodo bélico».

Citas

  1. Tucker y Roberts, 2005, pp. XXV y 9.
  2. Tucker y Roberts, 2005, p. 1078.
  3. Tucker y Roberts, 2005, pp. 11-13.
  4. Simkins, Jukes y Hickey, 2003, p. 9.
  5. Tucker y Roberts, 2005, p. 429.
  6. Beller, 2007, pp. 182-195.
  7. Simkins, 2002, p. 71.
  8. Tucker y Roberts, 2005, p. 638.
  9. Schmitt, 1960, p. 101.
  10. Schmitt, 1960, p. 102.
  11. Weinberg, 1994, p. 8.
  12. Boyer et al., 2009, p. 526.
  13. Slavicek, 2010, p. 37.
  14. Osmańczyk, 2003, p. 1898.
  15. a b Schmitt, 1960, p. 103.
  16. Phillips, 2007, p. 152.
  17. Slavicek, 2010, pp. 41-43 y 58.
  18. a b Weinberg, 1994, p. 14.
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  21. Yearwood, 2009, p. 127.
  22. a b c d Martel, 2010, p. 272.
  23. Neff, 2005, p. 289.
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  25. Immerman, 1998, pp. 8-10.
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  31. Craig y Gilbert, 1994, p. 141.
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  33. Shirer, 1990, p. 59.
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  43. Immerman, 1998, p. 10.
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Bibliografía

Libros
Enciclopedias
  • Osmańczyk, Edmund Jan (2003). Encyclopedia of the United Nations and International Agreements 1 (A–F) (3rd edición). Londres: Routledge. ISBN 978-0-415-93921-8. 
  • Tucker, Spencer C. & Roberts, Priscilla (2005). The Encyclopedia of World War I : A Political, Social, and Military History. Santa Barbara: ABC-CLIO. ISBN 978-1-85109-420-2. 
Publicaciones

Enlaces externos