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En 2006, el ex presidente de Brasil, [[Fernando Henrique Cardoso]], quien realizara en su país reformas desrregulatorias, en un artículo titulado "El populismo amenaza con regresar a América latina", sostiene que entre los elementos que hacen que un gobierno no sea populista, se encuentran tener «políticas públicas prudentes y sensatas», así como ''un mayor acercamiento a Estados Unidos''.
En 2006, el ex presidente de Brasil, [[Fernando Henrique Cardoso]], quien realizara en su país reformas desrregulatorias, en un artículo titulado "El populismo amenaza con regresar a América latina", sostiene que entre los elementos que hacen que un gobierno no sea populista, se encuentran tener «políticas públicas prudentes y sensatas», así como ''un mayor acercamiento a Estados Unidos''.

Aqui es populista todo dios, no se libra nadie. Bueno Aznar se libra, que es sinonimo de libertad y democracia.


=== Populismo en Estados Unidos ===
=== Populismo en Estados Unidos ===

Revisión del 14:54 2 oct 2009

El populismo (del latín populus "pueblo") es un término político usado para designar corrientes heterogéneas pero caracterizadas por su aversión discursiva o real a las élites económicas e intelectuales, su rechazo de los partidos tradicionales (institucionales e ideológicas), su denuncia de la corrupción política por parte de las clases privilegiadas y su constante apelación al "pueblo" como fuente del poder.

La aparición del populismo como fenómeno social se liga a procesos de rápida modernización o cambio como una postura crítica ante los distintos grados de desarrollo que estos procesos pueden generar en las diversas clases o regiones de un país y en consecuencia una desigualdad en varios ámbitos de la sociedad. El término populismo se ha usado en política con dos acepciones diferentes; una de ellas tiene un significado positivo, pero principalmente se usa aquella con una connotación peyorativa.

En algunos casos se identifica erróneamente el populismo con la demagogia: mientras ésta última está referida al discurso del político buscando influir en las emociones de los votantes, el populismo está referido a la medidas que toma un político, buscando la aceptación de los votantes.

Significados de populismo

Vale aclarar las posibles dos acepciones. El populismo en sentido positivo, lo que define es un sistema en el que el poder recaiga más en el pueblo que en sí mismo, no en que los políticos profesionales gobiernen para la mayor comodidad del pueblo. Son dos cosas distintas, no es lo mismo que los ciudadanos puedan tener más poder y menos las élites de tal manera que puedan darse cosas a sí mismos, a que sea el gobierno el que tenga el poder y ese gobierno favorezca medidas que les puedan venir bien a los ciudadanos, quienes luego recompensen con el voto. En sentido general, socialistas y comunistas han utilizado el término "populista" para definir a los gobiernos que, aún favoreciendo a los "sectores populares" (principalmente a la clase obrera), no pretenden terminar con el sistema capitalista.

Desde un punto de vista opuesto, los sectores conservadores han utilizado el término "populista" para definir a los gobiernos que están poco dispuestos a dejarse influir por los grandes grupos económicos y buscan atenerse estrictamente a las reglas de juego democráticas.

Populismo en sentido negativo

El populismo con una significación peyorativa, que es la principalmente usada (y que se usará mayormente a lo largo de éste artículo), es el uso de "medidas de gobierno populares", destinadas a ganar la simpatía de la población, particularmente si ésta posee derecho a voto, aún a costa de tomar medidas contrarias al Estado democrático. Sin embargo, a pesar de las características anti-institucionales que pueda tener, su objetivo primordial no es transformar profundamente las estructuras y relaciones sociales, económicas y políticas (en muchos casos al contrario los movimientos populistas planean evitarlo) sino el preservar el poder y la hegemonía política a través de la popularidad entre las masas.

De acuerdo, con esta significación algunos movimientos populistas habrían dado a amplias capas de la población beneficios limitados o soluciones a corto plazo que no ponen en peligro el orden social vigente ni le otorgan a los ciudadanos capacidades reales de autodeterminación a los pueblos, pero que sirven para que eleven o mantengan la popularidad de los caudillos o del régimen reforzando su poder. En muchos casos a pesar del discurso contra ellas, las clases sociales estratificadas, los sectores económicos estratégicos (industriales, bancarios, etc.), los intereses eclesiásticos y militares, la función pública, se mantienen vigentes o en el mayor de los casos cambian de manos, pero el poder de tales estructuras sobre la población no desaparece.

Los discursos oficiales de estos regímenes y movimientos deben ser digeribles y del buen agrado de la población en general (para darle seguridad y satisfacción) por lo que no apelan a ideologías definidas e incluso pueden tener tintes más o menos conservadores y hasta reaccionarios, pero siempre carismáticos. Se diferencia de la demagogia porque se refiere no sólo a discursos, sino también a acciones. Así, se la puede entender como una táctica de uso limitado, o bien como una forma permanente de hacer política y permanecer en el poder.

Ahora bien, la definición abstracta de lo que es el bienestar general del "pueblo" así como de corto plazo, orden social instituído u autodeterminación permiten manipular el uso del término y aplicarlo eventualmente contra los adversarios políticos. Por ejemplo algunas veces grupos conservadores o neoliberales lo aplican erradamente a movimientos o partidos socialistas, sin embargo el populismo no aboga por ideologías precisas o por la concientización y el debate o consenso de tesis políticas o económicas claras sino que aboga por los sentimientos de aceptación masiva de un grupo en el poder y de una ideologización superficial pero intensiva. Por lo cual el populismo no es de "izquierda" o de "derecha" (si es que tal cosa puede ser diferenciable), puesto que es una práctica del grupo en el poder y no un movimiento ideológico propiamente dicho.

Tanto la economía keynesiana, como una posición crítica de la política exterior de los Estados Unidos.[1]​ han sido consideradas como prácticas sustanciales del populismo.

Populismo en sentido positivo

El populismo se refiere a algún movimiento social, el cual pretende que el poder recaiga más en el pueblo llano, es decir, promueve una especie de proto-democratización y anti-elitismo buscando favorecer a los granjeros, los obreros, pequeños emprendedores, bajo clero, sindicatos, burgueses radicales, capitalistas populares (sin contactos con las oligarquías), las clases media y baja;[2]​ y menos poder para las élites políticas y económicas corporativistas y caudillistas. El populismo se basa en el apoyo voluntario, las ideas políticas de la cultura autóctona sin necesariamente caer en el nacionalismo, se opone a los imperialismos. Pueden por consecuencia rechazar el desplazamiento social masivo que pueden producir los grandes movimientos de capital o tecnología, así como el rechazo a medidas en torno a reforzar la institucionalidad (excesiva) del Estado unitario o las burocracias profesionales.

Ejemplos de este tipo de populismo pueden ser el populismo ruso y el populismo norteamericano del siglo XIX (éste último llamado también productivismo), el cantonalismo español, el agrarismo mexicano o los carbonarios italianos. Pueden estar influenciados (o no) por una o varias ideologías o proyectos políticos claros y definidos, sin embargo normalmente no se adhieren a ellos de forma explícita.

Estéban Hernández analiza la relación entre populismo y aristocracia, al analizar la novela Todos los hombres del rey, del premio Pulitzer Robert Penn Warren. Hernández sostiene que, mientras en los países menos desarrollados, el populismo va de la mano con la lucha contra el hambre, en los países más desarrollados el populismo se relaciona con la centralización del poder, el aumento de impuestos y la supeditación del mundo empresarial a la política, tal como fue planteado por Franklin Delano Roosevelt en los Estados Unidos con el New Deal. Hernández señala que el "populismo" definiría una alternativa a la aristocracia, mucho más probable que el comunismo, y que por esa razón fue denostado por los sectores conservadores.[3]

Origen del término en la Antigua Roma

En el período de la última república romana, aparecieron una serie de líderes llamados populares (o factio popularium 'partido de los del pueblo') que se opusieron a la aristocracia tradicional conservadora y apostaron por el uso de las asambleas del pueblo para sacar adelante iniciativas populares destinadas a la mejor distribución de la tierra, el alivio de las deudas de los más pobres y la mayor participación democrática del grueso de la población. Entre sus líderes están varios de los Gracos, Publio Clodio Pulcro, Marco Livio Druso, Sulpicio Rufo, Catilina, Cayo Mario o Julio César.

Este grupo (factio) contó con la oposición acérrima del partido aristocrático de los optimates encabezado por Cicerón, que usó su poder político y su retórica para eliminar el poder político (y a veces la vida) de los líderes de los populares.

Populismo a partir del siglo XX

Populismo en América Latina

En América Latina los primeros ejemplos de gobierno considerados populistas fueron Álvaro Obregón en México, José María Velasco Ibarra en Ecuador, e Hipólito Yrigoyen en la Argentina.[4]​ En la Argentina, en particular, las dictaduras que derrocaron sistemáticamente a los gobiernos democráticos surgidos desde la aprobación del voto universal y secreto en 1912, lo hicieron con el argumento de que se trataba de gobiernos populistas. En la segunda posguerra, un corrimiento hacía la democracia da lugar en Brasil y Argentina a una respuesta de los que han dominado la escena hasta recién en un marco autoritario: nacen así los 2 ejemplos más puros de populismo: Getúlio Vargas en Brasil desde 1946 hasta 1954 y Juan Domingo Perón en Argentina entre 1946 y 1955.

Luego de la era de las dictaduras en los años 1970 y 1980, y de la recuperación de la democracia, virtualmente todos los gobiernos o medidas de gobierno que han contado con apoyo popular en elecciones libres, han sido definidos por los opositores a los mismos, como populistas, al punto que "populismo" y "democracia" han llegado casi a identificarse.

En esta linea de crítica política, han sido cuestionados como populistas, tanto gobiernos de derecha como de izquierda: los primeros identificados con un sistema mercantilista y el liderazgo de los Estados Unidos, y los segundos, identificados con sistemas desarrollistas y una posición desligada de los Estados Unidos.

Se han calificado como exponentes de la primera tendencia a los gobiernos de Carlos Menem en Argentina, Alberto Fujimori y actualmente Alan García en Perú y Álvaro Uribe en Colombia; y de la segunda a Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Lula en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina y Tabaré Vázquez en Uruguay, así como corrientes políticas como las lideradas por Ollanta Humala en Perú y Andrés Manuel López Obrador en México.[5]

En 2006, el ex presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, quien realizara en su país reformas desrregulatorias, en un artículo titulado "El populismo amenaza con regresar a América latina", sostiene que entre los elementos que hacen que un gobierno no sea populista, se encuentran tener «políticas públicas prudentes y sensatas», así como un mayor acercamiento a Estados Unidos.

Populismo en Estados Unidos

En Estados Unidos, al igual que en América Latina, se ha recurrido al término "populismo" para calificar las características de los candidatos tanto de derecha como de izquierda. En la campaña para las elecciones presidenciales de 2008, tanto Hillary Clinton como Obama, han sido calificados de populistas.[6]​ Por su parte, el Presidente George W. Bush, también ha sido considerado como populista.[7]

Históricamente, la BBC ha calificado el gobierno de Ronald Reagan como «populismo conservador»,[8]​ mientras que tanto el New Deal de Franklin Delano Roosevelt como "La Nueva Frontera" de John F. Kennedy han sido considerados iniciativas del populismo progresista.

En 2007, el economista Paul Krugman sostuvo que los Estados Unidos precisaban un «contragolpe populista» (populist backlash) para revertir el aumento de la desigualdad social.[9]

Populismo en Europa

Ejemplos de populismo los encontramos en el general Charles de Gaulle, con sus constantes alusiones a armar Francia nuclearmente, o advertir del pacifismo en Francia cuando en Argelia se libraba una guerra cruenta. En menor grado, Margaret Thatcher, cuando se obsesionaba con recuperar Malvinas, en lugar de esperar negociaciones en las Naciones Unidas.

En España el presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha sido considerado como populista, debido a sus decisiones aparentemente "populares", como retirar las tropas españolas de Irak,[10]​ mientras que en Italia Silvio Berlusconi ha sido identificado como cabeza de una «derecha populista» arraigada en la popularidad que brindan los medios de comunicación de masas.[11]

Notas

  1. «El populismo amenaza con regresar a América latina», en Diario Clarín de Buenos Aires, 18 de junio de 2006, Henrique Cardoso, Fernando (2006)
  2. El verdadero rostro del populismo, por Larry Gambone
  3. Hernández, Estéban. "Populismo y aristocracia", en El Confidencial, 4 de noviembre de 2006.
  4. Laria, Alfredo L. (2007). La Argentina populista, Río Negro, 9 de diciembre de 2007.
  5. El populismo está de regreso en América Latina, Apuntes sobre México, 19 de abril de 2006.
  6. A.C. "La carrera hacia la Casa Blanca: Hillary Clinton y Obama recurren al populismo ante unas primarias clave", Diario El País de España, 20 de febrero de 2008.
  7. Musse Torres, José (2004). "El populismo de Bush", Analística de Venezuela, 12 de enero de 2004.
  8. BBC. "El Partido Demócrata", BBC, 20 de octubre de 2000.
  9. Krugman, Paul (2007). "The consciense of a Liberal", The New York Times, 18 de septiembre de 2007.
  10. Porta Perales, Miguel (2007). "Yo, Rodríguez Zapatero", ABC, 7 de julio de 2007.
  11. Gallego, Ferran. «Berlusconi y el proceso constituyente de la derecha populista: una jornada particular»,El Viejo topo, ISSN 0210-2706, Nº. 221, 2006, pags. 26-32.

Bibliografía adicional

  • Enkvist, Inger (2008). Iconos latinoamericanos. 9 mitos del populismo del siglo XX. Ciudadela. ISBN 978-84-96836-45-7. 

Enlaces externos