Diferencia entre revisiones de «Misoginia»
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En los últimos cinco años, las ideas de Garbocci han sido adoptadas por un sector muy amplio de la juventud, llamados éstos ''garbóginos''. |
En los últimos cinco años, las ideas de Garbocci han sido adoptadas por un sector muy amplio de la juventud, llamados éstos ''garbóginos''. |
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== Manifestaciones de misoginia == |
== Manifestaciones de misoginia == |
Revisión del 01:20 24 jun 2009
La misoginia del griego μισογυνία, 'odio a la mujer', es la aversión u odio a las mujeres o la tendencia ideológica o psicológica que consiste en despreciar a la mujer como género y con ello todo lo considerado como femenino.
Características
Comúnmente se confunde a la misoginia con una forma extrema de sexismo y aun de machismo. Esta concepción es errada: la misoginia no consiste en ser partidario del predominio del hombre sobre la mujer, sino en pensar que el hombre debe liberarse de cualquier tipo de dependencia del género femenino. La mujer, y como consecuencia la concepción y la familia, son consideradas como aberrantes y rechazables, o, en todo caso, tal vez buenas o necesarias para otros, pero no para uno mismo.
Esta aversión no es exclusiva de los hombres. La escritora española Anna Caballé (véase bibliografía) ha demostrado que muchas mujeres también han sido y son misóginas.
La misoginia ha sido considerada como un atraso cultural arraigado al concepto de superioridad masculina, según el cual el rol de la mujer es dedicarse exclusivamente al hogar y la reproducción. Arthur Schopenhauer, uno de los más grandes filósofos del siglo XIX, expresa su misoginia de esta manera:
Cuanto más noble y perfecto es un ser, más tardado y lento es en llegar a la madurez. Un hombre difícilmente llega a la madurez de su potencia razonadora y sus facultades mentales antes de los veintiocho años, mientras que una mujer lo hace a los dieciocho
La misoginia en la Historia
Algunas épocas de diversas civilizaciones han sido más misóginas que otras; pero la raíz de la misoginia moderna es doble; por un lado, griega, a través de mitos como el de Pandora y de monstruos femeninos altamente simbólicos como las Sirenas, las Arpías, Escila y Caribdis o la Esfinge, o de filósofos como Aristóteles, quien escribió que las mujeres eran biológicamente inferiores al varón, y, por otro lado, la tradición semítica contenida en la Biblia, que consideró a las mujeres inferiores al varón a causa del pecado original de Eva y por castigo divino (Génesis, III, 16-17):
A la mujer le dijo: "Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará. Al hombre le dijo: "Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida.
Juicios negativos que se reiteran en la historia de las mujeres de Salomón (I Reyes, XI, 1-27 y en muchos comentarios negativos de Proverbios, Eclesiastés etcétera. Por demás, los exegetas de la Biblia, sin excepción masculinos, interpretaban las figuras femeninas positivas de la Biblia no como mujeres, sino como símbolos de la Iglesia o del alma humana, como por ejemplo la Esposa del Cantar de los Cantares, ó las ejemplares Judith y Esther.
La Edad Media en Europa asimiló ambas doctrinas y en ella se llegó a discutir incluso si las mujeres tenían alma; la Santísima Trinidad del Cristianismo concebía Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero no madre; Dios es hombre y creó al hombre a su imagen y semejanza, no a la mujer, que fue una creación inferior desde el hombre, de una costilla suya; Eva hizo pecar a Adán; los Evangelios hablan más de los apóstoles masculinos que de los femeninos, que también los hubo; San Pablo dice que "las mujeres en la iglesia, callen". En el Mediovevo el cuerpo desnudo de la mujer era contemplado en el arte como sinónimo de Eva y el pecado original, mientras que en el Renacimiento aparecía como Venus o representante del goce epicúreo de la vida. Alfonso X el Sabio consideraba a la mujer "la confusión del hombre, bestia que nunca se harta, peligro que no guarda medida".
La tradición cristiana asumió por lo general la misoginia contenida en el Antiguo Testamento, pero también la tradición contraria que Jesucristo intentó predicar en el Nuevo Testamento, que destacó el papel de su madre, María, "Madre de Dios" y el de otras mujeres, y cuando la cultura se secularizó -por ejemplo en el Prerrenacimiento y en el Renacimiento- la misoginia decayó un tanto no sólo a causa de la tradición romana, un tanto feminista, sino a causa del Cristocentrismo y la imitación de la actitud respetuosa de Cristo con las mujeres. Por otra parte, otras religiones, que no han conocido algo semejante al Renacimiento pagano y racionalista, se muestran en general mucho más misóginas, como el Islam, en cuyo Corán se lee "cuelga el zurriago donde la mujer pueda verlo" y "el dominio masculino es indispensable para que los hombres puedan apropiarse del producto de la fecundidad femenina"; según la sharia o ley musulmana el testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre; por otra parte, el Corán autoriza la poligamia de hasta cuatro mujeres y permite el concubinato.
Grandes misóginos han sido Semónides de Amorgos, Giovanni Boccaccio, Juan Manuel, Alfonso Martínez de Toledo, Jaume Roig, Francesc Eiximenis, Pere de Torroellas, Hernán Mexía, Íñigo de Mendoza, Marqués de Santillana, Ambrosio de Montesino, Rodrigo de Reinosa, Francisco de Quevedo, Pío Baroja, Camilo José Cela, Francisco Umbral, Pilar Primo de Rivera, Carmen Martín Gaite, Esther Vilar y Elvira Lindo. También ha sido calificada de misógina la propia filóloga Anna Caballé, autora de un manual sobre la misoginia en la literatura.
La misoginia está relacionada con el pesimismo y la misantropía filosófica, pues la aversión a las mujeres suele ser sólo un síntoma de un desprecio más general hacia todo lo humano, hacia la humanidad en general.
Garbocismo
El garbocismo es una corriente de pensamiento fundada a principios del siglo XXI por el sociólogo, filósofo, filólogo y psicólogo Guillermo Garbocci. La premisa fundamental de la obra de este pensador radica en estas pocas palabras: Las mujeres sólo quieren coger.
Según Garbocci, el instinto sexual femenino es el motor de todo su sistéma físico y emocional, ligados ambos constantemente. Lo único capaz de satisfacer la voluntad de una mujer es estimulándola sexualmente, ya que su voluntad misma radica en su miembro reproductor. Las tendencias de Garbocci se han visto inclinadas siempre hacia la misoginia, ya que la emocionalidad y espiritualidad del sexo masculino son posicionadas por encima de la simple pulsión sexual del género femenino, siendo el hombre considerado el sexo fuerte o Esencial y la mujer sexo débil o escoria
En los últimos cinco años, las ideas de Garbocci han sido adoptadas por un sector muy amplio de la juventud, llamados éstos garbóginos.
Manifestaciones de misoginia
En español, el morfema de género femenino denota frente al masculino connotaciones semánticas despectivas en oposiciones como zorro / zorra, hombre público / mujer pública, gallo / gallina etcétera. Por otra parte, en formaciones del folklore tradicional como el Refranero hay un abundante apartado que refleja la mentalidad misógina tradicional: "La mujer, la pata quebrada y en casa" "Llantos no se han de creer / de viejo, niño y mujer", etcétera.
Frases célebres de misoginia
Aristóteles (384-322 a.C), filósofo Griego.
La hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades
El silencio es el mejor adorno de la mujer
Erasmo de Rotterdam (1466-1536), filósofo y teólogo holandés.
La mujer es, reconozcámoslo, un animal inépto y estúpido aunque agradable y gracioso
Pitágoras (580-500 a. C.), filósofo griego.
Hay un principio bueno, que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo, que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer
Severo Catalina (1832-1871), político y escritor español.
Desde la edad de seis años, la mujer no crece más que en dimensiones
François Marie Arouet Voltaire (1694-1778), escritor francés.
Las mujeres son como las veletas: sólo se quedan quietas cuando se oxidan
Johann Wolfgang Goethe (1749-1832), escritor alemán.
Al envejecer, el hombre construye su rostro y la mujer lo destruye
El dominio masculino es indispensable para que los hombres puedan apropiarse del producto de la fecundidad femenina
Francisco de Quevedo (1580-1645), escritor español.
¡Oh, qué plaga, qué aburrimiento, qué tedio es tener que tratarse con ellas mayor tiempo que los breves instantes en que son buenas para el placer!
Molière (1622-1673),dramaturgo francés.
Por muchas razones no es bueno que la mujer estudie y sepa tanto
Noel Clarasó (1905-1985), escritor español.
El hombre que a los 20 años no cree en la mujer no tiene corazón, y el que sigue creyendo en ella a los 40 ha perdido la razón
Sacha Guitry (1885-1957) Dramaturgo francés
Si la mujer fuera buena, Dios tendría una
Stendhal (1783-1842), escritor francés.
Apenas han encontrado marido, se convierten en máquinas de fabricar niños, en perpetua adoración por el fabricante
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952), escritor español.
El secreto del alma de las mujeres consiste en carecer de ella en absoluto
Honoré de Balzac (1799-1850), escritor francés.
Emancipar a las mujeres es corromperlas
José Hernández (1834-1886), poeta argentino.
Es un bicho la mujer
que yo aquí no lo destapo.
Siempre quiere al hombre guapo.
mas fijáte en la eleción
porque tiene el corazón
como barriga de sapo
José María Vargas Vila (1860-1933), escritor colombiano
La mujer es el niño doce veces impuro de que habla el Poeta. Ser ondeante, móvil, inasible, el olvido está en su temperamento, como la flexibilidad en el cuerpo de la víbora. Y hace el mal con la inocencia en los ojos y la paz en el corazón. El mal está en su naturaleza, como el veneno en el jugo de ciertas plantas.
Jack Nicholson (1937- ), actor estadounidense.
La mujer castra al hombre y lo transforma en cordero
Oscar Wilde (1854-1900), escritor irlandés.
Las mujeres nos inspiran a hacer las más grandes obras, pero son ellas mismas quienes nos impiden hacerlas
Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame
Bigamia es tener una mujer de sobra. Monogamia es lo mismo.
Hay dos tipos de mujeres: las feas y las que se pintan.
Las mujeres son un sexo decorativo. Nunca tienen nada que decir, pero lo dicen deliciosamente
Bibliografía
- Anna Caballé, Una breve historia de la misoginia. Antología y crítica. Barcelona: Editorial Lumen, 2006.
- VV. AA. Feminismo y misoginia en la literatura española. Fuentes literarias para la historia de las mujeres, C. Segura Graíño, coord., Narcea Ediciones, 2001.
- Bonnie Anderson; Esperança Bosch Fiol; Margarita Gili Planas; Victoria A. Ferrer Pérez, Historia de la Misoginia, Barcelona: Ed. Anthropos, 1999.