José Ignacio Rucci

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José Ignacio Rucci

Secretario General de la CGT
11 de junio de 1970-25 de septiembre de 1973
Predecesor Ninguno (gobierno militar)
Sucesor Lorenzo Miguel

Información personal
Nacimiento 5 de marzo de 1924 Ver y modificar los datos en Wikidata
Alcorta (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 25 de septiembre de 1973 Ver y modificar los datos en Wikidata (49 años)
Buenos Aires (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Herida por arma de fuego Ver y modificar los datos en Wikidata
Sepultura Cementerio de la Chacarita Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentina
Información profesional
Ocupación obrero metalúrgico y sindicalista
Partido político Partido Justicialista

José Ignacio Rucci (Alcorta, Santa Fe, 15 de marzo de 1924Buenos Aires, 25 de septiembre de 1973) fue un dirigente sindical y político argentino.

Su ascenso en la militancia sindical

En 1946 comenzó a formarse en la tarea sindical y pasó a cobrar relevancia luego de la autodenominada Revolución Libertadora que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón en 1955, como miembro activo de la llamada Resistencia Peronista. Tras el nacimiento de las 62 organizaciones, rama política de la CGT, Rucci comenzó a escalar posiciones rápidamente junto al dirigente Augusto Timoteo Vandor dentro de la UOM Unión Obrera Metalúrgica a la que pertenecían y del movimiento sindical en general.

Fue dirigente gremial en la importante fábrica siderúrgica SOMISA (Sociedad Mixta Siderurgia Argentina, actual Ternium Siderar), de San Nicolás de los Arroyos-Ramallo; en 1960 asumió la Secretaría de Prensa de la Unión Obrero Metalúrgica, acompañando a Vandor, Paulino Niembro, Avelino Fernández y Lorenzo Miguel, y en 1964 fue designado interventor en la seccional San Nicolás, donde luego fue secretario general. Mantuvo una fuerte polémica, incluso con solicitadas en los diarios, con Agustín Tosco, que representaba una posición más combativa y de izquierda que la de Rucci.

Tosco consideraba que nada ni nadie podía sustituir a las asambleas, que ellas eran superiores a los cuerpos directivos, y que la lucha no debía abarcar únicamente las condiciones salariales. Podría calificarse a su ideología como antiimperialista, antipatronal y antiburócrata. Su lucha contra lo que llamaba burocracia sindical era constante y uno de sus enemigos más notorios fue José Ignacio Rucci. Tosco afirmaría sobre éste: "Rucci y sus discípulos son prisioneros por sus compromisos con los detentadores del poder, presos de la custodia que les presta el aparato policial; presos de una cárcel de la que jamás podrán salir: la de la claudicación, indignidad y participacionismo". Tosco y Rucci tuvieron varios cruces mediáticos (al respecto puede verse un reportaje a Rucci: https://www.youtube.com/watch?v=p5bw2tV2tTY).

Su actuación como secretario general de la CGT

En 1970 fue designado secretario general de la CGT y desde allí fue uno de los impulsores del regreso de Juan Domingo Perón al país, enfrentándose al sector colaboracionista de Rogelio Coria, que en ese momento presidía las 62 organizaciones sindicales peronistas.

Cuando se produce el primer regreso de Perón al país, el 17 de noviembre de 1972, había una fuerte lluvia; y Rucci sostuvo el paraguas para proteger a Perón cuando descendió del avión. Junto a Perón y Rucci se encontraba también Juan Manuel Abal Medina (un video sobre este hecho puede verse en http://www.youtube.com/watch?v=dT0QJCwKwEM).

Perón permaneció durante casi un mes en una residencia de la calle Gaspar Campos de la localidad de Vicente López y regresó luego a España. Proscripto Perón por los militares, Rucci y Lorenzo Miguel (de la Unión Obrera Metalúrgica) propiciaban la candidatura a presidente de Antonio Cafiero para las próximas elecciones. Sin embargo, el candidato elegido por Perón fue Héctor J. Cámpora.

Juan Manuel Abal Medina, secretario general del peronismo en esa época, se refiere a Rucci como: "Un tipo absolutamente pasional, muy mal político, de muy poca formación, un peronista absoluto pero con un pensamiento fascistoide. Y de una enorme lealtad al general: eso era el punto de coincidencia que nos permitía trabajar juntos. Con don Héctor (Cámpora) nunca se quisieron mucho. Eran los dos extremos. Cuando el general decidió que Cámpora sea su delegado, Rucci se puso como loco y se produjo un enfrentamiento que no terminó a los tiros de milagro. Cuando estábamos haciendo el congreso para elegir candidato a Cámpora en el hotel Crillón, Rucci quería levantarlo a balazos. Después pidió perdón de mil maneras, reconoció que había estado mal, pero el episodio fue muy duro." (entrevista en diario Página 12, http://www.pagina12.com.ar/1999/99-01/99-01-18/pag12.htm, consultada el 9 de junio de 2014).

Durante la campaña electoral, en febrero de 1973, mientras Rucci participaba como orador en un acto público en la ciudad bonaerense de Chivilcoy, se produjeron incidentes e intercambios de disparos con armas de fuego, perdiendo la vida Osvaldo Bianculli, secretario privado de Rucci .[1]

Perón vivió en España hasta su retorno definitivo, producido el 20 de junio de 1973, ya durante el gobierno de Héctor J. Cámpora.

Consigna de la UES

En la edición de la revista "El Descamisado" del día 31 de julio de 1973, se vinculaba a un custodio personal de Rucci en el asesinato de un militante de la juventud peronista en la ciudad de San Nicolás. En la misma revista se hace una fuerte crítica a la trayectoria sindical de Rucci y se le asigna también responsabilidad en el asesinato de ese militante, Benito Spahn. [2]

En el acto de Montoneros en la cancha de Atlanta, el 22 de agosto -a un año de la Masacre de Trelew-, se lanzaron duras consignas contra Rucci, acusándolo de "burócrata sindical". [3]

En el único acto público de la campaña a la presidencia de Perón, el 31 de agosto, se realizó un "desfile" de todo el activismo disponible, unas 400.000 personas que tardaron tres horas en pasar delante del balcón de la central obrera. Los organizadores del desfile consiguieron que la Tendencia —la mitad de los efectivos, en ese recuento— marchara al final, y convencieron a Perón de que se retirara "cansado" al llegar esa parte. Así que las estructuras de superficie de Montoneros desfilaron delante de un balcón ocupado sólo por Isabel Perón, José López Rega, Raúl Lastiri, Otero, Lorenzo Miguel y Rucci, todos satisfechos con el desaire del general. Una de las consignas de la UES, con la música del jingle del dentífrico Odol, decía[4]

«Que lindos que son tus dientes»
le dijo Rucci a Perón.
Perón contestó sonriente:
«¡Ja, ja!, morirás como Vandor.»

Luego del asesinato, la militancia montonera coreaba: “Rucci traidor, saludos a Vandor”[4]

El asesinato de Rucci

A principios de septiembre de 1973 la organización Montoneros comenzó a analizar la posibilidad de matar a Rucci. Por casualidad las FAR habían descubierto a Rucci en el momento de salir de una casa en la calle Avellaneda 2953, del barrio de Flores, en la Capital Federal.

Roberto Perdía contó que después de la masacre de Ezeiza se reunió con Lorenzo Miguel: “Lorenzo explicó que el sindicalismo no había tenido nada que ver con la masacre: de hecho, sus militantes al igual que los nuestros, acudieron a recibir al General armados con palos, cadenas y algunos «fierros» cortos, sin otro ánimo de enfrentamiento más allá de los tumultos ocasionales que pudieran producirse debido al indeseado pero estrecho contacto al cual nos obligaba la movilización. A partir de este encuentro, entre montoneros y sindicalistas, se integró una comisión no sólo destinada a prevenir potenciales enfrentamientos sino, además, para llegar a acuerdos políticos entre ambos sectores.

“Observo hoy —escribe Perdía— que las fuerzas que empujaron hacia el desarrollo de la confrontación eran más poderosas que aquellas otras que, dentro de la confusión, buscábamos el acuerdo (...) Cada gesto conciliador del jefe metalúrgico se correspondía con reacciones altisonantes por un sector de su propio entorno. Cada intento nuestro por establecer puntos de acuerdo despertaba en muchos las sospechas de traición”.

No obstante, a partir de los hechos de Ezeiza del 20 de junio existían en la organización dos enfoques políticos que decantaron en dos sectores internos: "movimientistas" y "militaristas"

El asesinato de Rucci marcó el predominio político del sector militarista dentro de la conducción montonera, que en ese momento estaba integrada por ocho miembros. De ellos, cuatro (Firmenich, Hobert, Perdía y Yager) provenían de Montoneros. Tres (Quieto, Roqué y Osatinsky), de Fuerzas Armadas Revolucionarias y, por último, Horacio Mendizábal, de Descamisados. No existe confirmación de que “orgánicamente" la totalidad de la conducción haya autorizado la ejecución. La ex militante de Montoneros y luego funcionaria durante los gobiernos de Carlos Menem y Néstor Kirchner, Alicia Pierini, afirmó que la fusión de FAR y Montoneros, que se hizo pública en octubre, no estaba concluida y no había una dirección conjunta para la fecha del asesinato por lo que Roqué habría tomado la decisión de actuar "por la libre".[5]

En su libro: "Militancia sin tiempo. Mi vida en el peronismo" (Buenos Aires, Planeta, 2011, pág. 288); Antonio Cafiero recoge lo que escribió esos días de setiembre de 1973, a dos días del triunfo electoral de Perón a la presidencia: "Martes 25 al mediodía: José Ignacio Rucci asesinado. Un manto de tragedia y catástrofe oculta la alegría de la víspera. Y llegó el paro general, las amenazas de venganza, el cortejo fúnebre (...). Pienso en lo que Rucci me dijera una tarde en la CGT: "Mi error fue no irme inmediatamente después del retorno".".

Preparativos

De acuerdo a una investigación publicada por Ceferino Reato, periodista y asesor del ex-embajador argentino en el Vaticano Esteban Caselli durante el gobierno de Menem,[6]​ Roqué se habría instalado en un departamento de barrio de Floresta, Juan B. Justo 5781, a diez cuadras del domicilio de Rucci y habría mandado a traer al departamento las armas necesarias para el operativo: las habría llevado Gustavo Laffleur, camufladas como máquinas de coser Knittax y en un auto oficial del gobierno de la provincia de Buenos Aires, aunque esto no implica que dicho gobierno participara o estuviera en conocimiento de la acción o del uso del automóvil. Ha sido señalado que en Juan B. Justo 5781 no existía ni existe actualmente ningún edificio y en la nueva edición del libro Reato da su explicación al respecto.[5]

Roqué convocó al equipo operativo, nueve combatientes, la mayoría provenientes de las FAR, si bien no había acuerdo general sobre la oportunidad ni la necesidad política del operativo. El "gordo" Fernando Saavedra había sido designado inicialmente como jefe del mismo, las versiones mencionan que se oponía por razones políticas y una semana antes durante un entrenamiento se rompió un tobillo (supuestamente adrede para no participar).

Según otras fuentes, el atentado fue ejecutado por siete Oficiales de la organización armada, entre los que se encontraban Eduardo Tomás Miguel Molinete (alias el “Gallego Guillermo”), Horacio Antonio Arrue (“Pablo Cristiano”), hijo de un legislador justicialista, y Marcelo Daniel Kurlat, (“Monra”) [7]​. Entre los participantes se encontraría también Mario Lorenzo Koncurat, casado con una hija de Paco Urondo, que más adelante participaría en la toma del Regimiento 29 de infantería en la provincia de Formosa.

El asesinato

A las 12:11 del 25 de septiembre de 1973, el grupo conducido por Juan Julio Roqué asesinó a Rucci cuando éste salía de la casa de calle Avellaneda 2953 en el barrio de Flores.

Posteriormente, cuando en Montoneros conocieron (por los medios de difusión) que el dirigente obrero peronista tenía 23 impactos de bala, denominaron a la operación “Operativo Traviata”, porque el comercial de las galletitas Traviata decía: “Las de los veintitrés agujeritos”.

El asesinato no fue reivindicado por sus autores, y la conducción de Montoneros, que no tomó ninguna medida interna contra los responsables, negó enfáticamente la autoría del hecho. Todavía en 1997, Roberto Cirilo Perdía escribió: "Las balas que segaron su vida pudieron haber partido desde diferentes trincheras. Pero la mayor parte de las miradas apuntaron hacia nosotros. Más allá de quien haya sido el ejecutor material de este hecho, nosotros pagamos su costo político (...) Desde todo punto de vista la muerte de Rucci favoreció el avance de las políticas opuestas a nosotros (...) La actividad paramilitar del Estado contra nosotros encontró una excusa para fortalecer su accionar".

Pero pese a las palabras de Perdía, dos años después de la muerte de Rucci, en junio de 1975, Montoneros reinvindicó su asesinato y se lo adjudicó públicamente en su órgano oficial, la Revista "Evita Montonera", en el número 5 de la misma, página 18, bajo el apartado de "Justicia Popular"[8]​ donde expresa que fue "ajusticiado" junto a Félix Navazzo, Martín Salas, Víctor Sánchez, Juan Carlos Mariani, entre otros, a quienes señala como participantes en la "Masacre de Ezeiza" contra esa organización.

En dos libros publicados en fecha reciente, los principales dirigentes de Montoneros vuelven a negar la autoría del hecho (ver el libro de Felipe Celesia y Pablo Waisberg; "Firmenich. La historia jamás contada del jefe montonero". Editorial Aguilar, agosto de 2010, pp. 161-164; y el libro de Roberto Perdía; "Montoneros, el peronismo combatiente en primera persona". Editorial Planeta, mayo de 2013, pp. 316-318).

El último mensaje

El 25 de septiembre de 1973, en nombre de lo que denominaban movimiento obrero organizado, José Ignacio Rucci iba a leer por canal 13 de televisión un mensaje que entre otras cosas decía:

"Ahora el fragor de las luchas ha pasado a convertirse en historia. La realidad de nuestros días es la unión, el trabajo y la paz. Por primera vez en 18 largos y sacrificados años se ha expresado sin limitación alguna, con absoluta soberanía, la voluntad popular. Ninguna sombra del pasado podrá interponerse ahora para que los argentinos marchemos unidos y solidarios, hasta la construcción de la Argentina potencia. Los trabajadores han contribuido al proceso de liberación y a la modificación de las estructuras caducas y la destrucción se ha operado no sólo en los aspectos materiales de lo que fuera una nación próspera y libre, sino en la conversión en una colonia empobrecida, dependiente, opresora e injusta."

"Hubo un proceso distorsionador en el ámbito espiritual y cultural, cuyas consecuencias no han podido ser erradicadas del todo y aún las se­guimos viviendo y soportando. Significa esto que a la recuperación plena del poder adquisitivo de los salarios, a la valorización del trabajo a la creación de nuevas riquezas, es necesario agregar la pacificación de los espíritus, requisito indispensable para encarar un proceso de recons­trucción y la reconquista de los valores nacionales, cuya vigencia absoluta asegurará la elección de los mejores caminos para arribar al objetivo común."

"Sólo por ignorancia o mala fe se pueden exigir soluciones inmediatas para problemas que fueron profundizados durante tantos, años; no se puede apelar a la violencia rayana en lo criminal, en un clima de amplias libertades e igualdad de posibilidades; no se puede seguir abrigando ambiciones y privilegios, creando condiciones injustas, burlando las leyes, impidiendo o saboteando la consolidación de un proceso que ha sido aprobado por la mayoría del país."

"En este aspecto, las delincuentes comunes que se resisten a amalga­marse en una sociedad productora, son parangonables con los delincuentes políticos y económicos, empeñados en defender un estado de cosas que no puede seguir ya en vigencia."

"También en este aspecto resulta tan perniciosa para la Nación la subsistencia de pretensiones liberales injustas, como la acción dé los grupos de ultraizquierda o derecha, que en los países hermanos contribuyen entre sí para abortar las posibilidades de una política popular. Nadie podrá negar que ahora las leyes se apoyan indiscutiblemente en el consenso mayoritario y, por tanto, no existe argumento alguna que justifique su incumplimiento. Sólo el acatamiento estricto de la ley nos hará realmente libres, pero el acatamiento deberá ser parejo, como parejas habrán de ser las sanciones, a quienes pretenden seguir imponiendo sus convivencias sectoriales por encima de las necesidades auténticas de la comunidad."

"Las leyes emanadas del gobierno del pueblo, elaboradas por los representantes del pueblo, habrán de regir la convivencia argentina, asegurar los derechos de todos para frenar a cualquier acción ilícita y por lo tanto antinacional y antipopular. Sólo de esa manera se garantizará la paz y la unidad de los argentinos, y se cimentan las bases sobre las cuales las nuevas generaciones, nuestra maravillosa juventud, irá produciendo el indispensable trasvasamiento que la acercará al futuro y el logro de sus mejores destinos."

"Esa juventud comprende que la etapa de la lucha ha sido superada, y hoy el campo de batalla se centra en la reconstrucción hacia la liberación de la patria y la realización integral del pueblo. Este es el pensamiento de la clase trabajadora organizada."

"Debemos lograr el robustecimiento de la unidad latinoamericana y del Tercer Mundo, contra toda forma de imperialismos, la subordinación a las centrales continentales o internacionales, quienes sirven a la política imperialista de cualquier signo."

"La reconstrucción de la Patria es una tarea común para todos los argentinos, sin sectarismos ni exclusiones. La liberación será el destino común que habremos sabido conquistar, con patriotismo, sin egoísmos, abiertos mentalmente a una sociedad nueva, para una vida más justa, para un mundo mejor."

Puede también escucharse una breve entrevista efectuada a Rucci ese mismo día en http://www.youtube.com/watch?v=h5vAFUXjhIM

Repercusiones

  • Juan Domingo Perón lloró por primera vez en público y dijo: "Me cortaron las patas..."[9]
  • Carlos Hobert, llamado "Pingulis", uno de los dirigentes de Montoneros más antiguo y respetado, se enteró del asesinato de Rucci por la radio.
  • Juan Carlos Dante Gullo estaba haciendo antesala en la casa de Gaspar Campos para reunirse con Perón. Alguien, un tal Esquerra, entró a la pieza donde Dante Gullo esperaba y gritó: "Asesinaron a Rucci". En ese momento, Dante Gullo pensó (y lo contó después): lo mató la CIA[cita requerida].
  • Francisco "Barba" Gutiérrez –dirigente de la Juventud Trabajadora Peronista en los años setenta y dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica en el 2002- decía suponer que Rucci había sido asesinado por la CIA[cita requerida].

Homenajes a Rucci

Afiche de la CGT La vida por Perón de 1974, en conmemoración del asesinato de Rucci

En su homenaje llevan su nombre un barrio de la ciudad de Rosario, un barrio en la ciudad de Bahía Blanca y otro de la de Córdoba, calles en los barrios de Villa Lugano de la ciudad de Buenos Aires; calles en la localidad de Isidro Casanova (Buenos Aires), Ciudadela y en la localidades de Valentín Alsina y San Nicolás de los Arroyos, ambas de la provincia de Buenos Aires; calles en la localidad de Gualeguay y en la localidad de Gualeguaychú, en la provincia de Entre Ríos.

Las consecuencias políticas

Dijo Oscar Anzorena:

“Este hecho establece un lugar de no retorno en las relaciones de Perón con los Montoneros. Esta metodología de apretar a Perón no sólo genera el efecto político contrario al esperado sino que franquea una frontera ética sustentada hasta ese momento por las organizaciones revolucionarias, ya que esta muerte al no ser asumida políticamente adquiere más características de asesinato mafioso que de ajusticiamiento revolucionario”.

Según el escritor Juan Gelman, que pertenecía a la organización Montoneros, no se pensó en la clase obrera sino en presionar a Perón:

“Lo de Rucci no se hizo para despertar la conciencia obrera: se hizo en la concepción de tirarle un cadáver a Perón sobre la mesa, para que equilibrase su juego político entre la derecha y la izquierda. Atención a esto. Lo que quiero decir es que eso no formó parte de una concepción política con relación a las masas, sino de una estrategia cupular: hay concepciones políticas con relación a la masa que, por cierto, conducen al acto equivocado. Pero no es el caso de la muerte de Rucci, que no partió de ninguna concepción política de trabajo con la masa y, en verdad, sólo fue una jugada que nada tuvo que ver con la forma acertada de plantear la lucha. (...) El asunto era trabajar estrechamente con las masas ya que de ellas dependía el cambio de política y de programas”.

En 2013, en su libro "Montoneros. El peronismo combatiente en primera persona" (Editorial Planeta, Buenos Aires), Roberto Perdía afirma: "Desde todos los puntos de vista la muerte de Rucci favoreció el avance de las políticas opuestas a nosotros" (pág. 318).

En el artículo de Rostica, Julieta: "Apuntes sobre la “Triple A”. Argentina, 1973-1976." (Desafíos, Bogotá, (23-2), semestre II de 2011, Pág. 43) se afirma: "La competencia entre Rucci y López Rega por liderar la derecha peronista terminó el 25 de septiembre de 1973, cuando Rucci fue asesinado. La acreditación del asesinato por Montoneros fue utilizada en beneficio de López Rega porque legitimó la propuesta para la creación de los “escuadrones de la muerte”." (Consultado el 8 de enero de 2014 en http://revistas.urosario.edu.co/index.php/desafios/article/view/1801/1606).

El asesinato de Rucci no puede entenderse sin considerar lo relatado por Juan Manuel Abal Medina, una figura política clave del peronismo en esa época: "El primer aliado que busca López Rega no fue la derecha, fue la izquierda peronista. Nadie le hizo caso. Me buscó a mí, porque yo estaba situado más a la izquierda, y me comenzó a hablar mal de Cámpora (...) “Nos quieren dejar afuera”, decía. ¿A quiénes?, me preguntaba yo. López no era nadie, servía el café. Yo no me lo tomaba en serio. Pero López hablaba por Isabel. Me decía: “Los verdaderos leales somos nosotros, usted, la señora que quiere tanto a los Montoneros...”. Y tuvieron algunos contactos con los Montoneros, algunas reuniones. Obviamente no llegaron a nada." (http://www.pagina12.com.ar/1999/99-01/99-01-18/pag12.htm, consultada el 11 de junio de 2014). Esto podría abonar la hipótesis de que el asesinato fue un intento de sectores vinculados a López Rega para dejar clara su voluntad de "jugar fuerte" y su interés en lograr un acuerdo con los sectores de izquierda, al haber eliminado un enemigo político común.

Juan Manuel Abal Medina afirma: "Fue la provocación más grande contra el general. Nunca dudó de que habían sido los montoneros y lo vivió así. Fue una etapa donde decía cosas muy fuertes contra Montoneros." (entrevista en el diario Página 12, http://www.pagina12.com.ar/1999/99-01/99-01-18/pag12.htm, consultada el 9 de junio de 2014).

En testimonio de Miguel Bonasso, en su libro "El presidente que no fue" (Ed. Planeta, Buenos Aires, 1997, pág. 594): "Aunque la operación no fue firmada, la autoría montonera del atentado (...) nos fue confirmada, en una reunión del equipo que preparaba el matutino Noticias, por el propio Firmenich.".

En su libro: "Militancia sin tiempo. Mi vida en el peronismo" (Buenos Aires, Planeta, 2011, pág. 289), Antonio Cafiero escribe: "Perón sufrió un fuerte impacto por la muerte de Rucci. Algunos afirmamos que aquel hecho sangriento aceleró el proceso de su enfermedad y muerte".

En perspectiva histórica, el asesinato de Rucci parece marcar un cierre de la etapa de mayor crecimiento de Montoneros y la izquierda a partir del asesinato de Aramburu. Antiguos miembros se distanciaron de la conducción de Montoneros y surgió la JP Lealtad.

Reactivación de la causa

En octubre de 2008 se reactivó la investigación del asesinato de Rucci. El periodista Ceferino Reato presentó su libro Operación Traviata en la que sostiene que el hecho fue realizado por la organización Montoneros. Afirmó que entre las fuentes que confirman esa hipótesis se contó la de una persona, cuya identidad mantiene en reserva, que había tenido un alto cargo en esa organización y que, según la misma fuente, todavía se encuentran vivas dos de las personas que intervinieron en el hecho. Luego de aparecer el libro dos personas que en su momento pertenecieron a Montoneros, Alejandro Peyrou que fue también funcionario del gobernador bonaerense Oscar Bidegain y Emiliano Costa, que perteneció a la organización llamada Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que luego se fusionó con Montoneros admitieron públicamente la responsabilidad de dicha organización en el hecho, en tanto que Dante Gullo, que fue diputado nacional por el partido Frente para la Victoria y que fue el máximo dirigente de la Juventud Peronista en la década del 70 y miembro de la Tendencia Revolucionaria, culpó a la CIA y a un complot contra las democracias latinoamericanas y vinculó el hecho al golpe militar contra Salvador Allende ocurrido en Chile el 11 de septiembre de 1973 o sea 14 días antes del asesinato de Rucci.[10]

Indemnización abonada a la familia

El 1 de noviembre de 1999 el Estado argentino dispuso por decreto 2511/99 que se abonara a la familia de Rucci un resarcimiento de 224 mil dólares en bonos del Estado, considerando el hecho encuadrado en la ley 24.411 que habilitó el pago de indemnizaciones justamente a víctimas de "cualquier grupo paramilitar", si bien usualmente este último término identifica más el accionar de la Triple A que el de Montoneros. En el dictamen en que se fundamentó el decreto se expresa que "se trató de un atentado llevado a cabo por una organización de tipo militar, que actuó con impunidad, con uniformes iguales a los de la fuerza policial no siendo los hechos debidamente investigados en el momento oportuno".[11]

En junio de 2009, un hijo de desaparecidos inició una acción legal por estafas a la familia Rucci. Según la denuncia cobraron la indemnización alegando que Rucci había sido asesinado por la Triple A o la dictadura, no por grupos civiles como Montoneros.[12]

Calificación del hecho

La reapertura de la investigación permitió que la familia Rucci reabriera el debate sobre los alcances de los crímenes de "lesa humanidad", imprescriptibles, y si éstos pueden involucrar también a los cometidos por la guerrilla y no sólo a cometidos desde el Estado.

Para sostener que el delito no prescribió los hijos de Rucci argumentan que "algunos de los asesinos pertenecían a Montoneros, y muchos integrantes de éstos tenían a su vez cargos de diputados" y que además “hay algunas versiones sobre que (el crimen) fue apoyado por el gobernador de la provincia de Buenos Aires[13]Oscar Bidegain (...) se dice que los automóviles con armas salieron de la gobernación”.[14]​ Otro argumento adicional expresado por los Rucci son las versiones de que en la labor de inteligencia previa al hecho operarios pertenecientes a la empresa de teléfonos ENTEL que en ese momento era estatal, habrían intervenido en forma ilegal la línea de teléfono ubicada en el domicilio. Según Luis Moreno Ocampo, el asesinato de Rucci podría ser calificado como crimen de lesa humanidad.Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; nombres no válidos, p. ej. demasiados Ocampo agrega que "el Tratado de Roma no distingue quién cometió el crimen" y que "si se cometieron crímenes de lesa humanidad, no hay amnistía, indulto o prescripción que valga".[15]

En una resolución difundida el día 10 de agosto de 2012, el juez federal Ariel Lijo sostuvo lo contrario::[16][17]

«Se logró descartar la participación de miembros de la denominada 'Triple A' y, además, se estableció la posible responsabilidad de miembros de Montoneros en el homicidio del secretario general de la Confederación General del Trabajo.»
«Las evidentes deficiencias de las etapas iniciales de la investigación impidieron establecer la materialidad concreta del hecho.»
«La hipótesis de investigación en la cual el homicidio de José Ignacio Rucci fue llevado a cabo por miembros de la Organización Montoneros no cumple las propiedades de los delitos de 'lesa humanidad' y, por lo tanto, no puede quedar sujeto a la cláusula de imprescriptibilidad.»

Según el mismo, los indicios de la participación de Montoneros en el ataque a Rucci no alcanzan para llamarlos a prestar declaración indagatoria.

«Dicha verificación llevó a plantear la necesidad de profundizar la investigación ya sea para constatar o bien para descartar la hipótesis denominada 'Montoneros'; por lo que, en razón del lapso temporal que separó a esta investigación del hecho concreto –38 años– se evaluó si era válido continuar una investigación frente al posible obstáculo legal a la persecución penal de que la acción penal no se encuentre vigente.»

Notas

  • Garbely, Frank: El viaje del arco iris. Buenos Aires: El Ateneo, 2003.

Referencias

  1. [1] Consultado 26-09-2014
  2. [2] Consultado 26-09-2014
  3. [3] Consultado 26-09-2014
  4. a b «Cantitos de los 70». 
  5. a b Un Duelo por Rucci revista Veintitrés del 19-09-2009
  6. http://blogs.perfil.com/ceferino/author/ceferinoreato/ blog personal del autor
  7. http://www.contracultura.com.sv/quienes-mataron-a-aramburu-y-rucci/page-4/ consultado el 3 de enero de 2014
  8. «Justicia Social» (pdf). Evita Montonera 1 (5): 18. 1975. Consultado el 11/08/2012. 
  9. Emilia Delfino. «Rucci: sindicalistas debaten si debe ser de lesa humanidad». Consultado el 15 de diciembre de 2009. 
  10. Luis Laugé, Según ex montoneros. a Rucci lo asesinó esa organización en diario La Nación del 9-10-2008
  11. http://www.clarin.com/diario/2008/10/08/elpais/p-01776893.htm diario Clarín del 8-10-2008
  12. Denuncian a Rucci por cobrar la indemnización que el Estado concede a las víctimas de la dictadura
  13. Reato, Ceferino (30 de septiembre de 2011). «Rucci, Moreno Ocampo, el periodismo argentino y la Justicia». Diario Perfil. Consultado el 11 de noviembre de 2011. 
  14. «"La hija de Rucci pedirá que no prescriba la causa"». Crítica Digital. 15 de agosto de 2010. Consultado el 11 de agosto de 2012. 
  15. Fontevecchia, Jorge (26 de junio de 2011). «"En el caso de Videla, son crímenes de lesa humanidad; y lo mismo Firmenich, que mató civiles en forma indiscriminada y organizada"». Diario Perfil. Consultado el 11 de noviembre de 2011. 
  16. «Para la Justicia, el crimen de Rucci no fue un delito de lesa humanidad». 2012. Consultado el 11 de agosto de 2011. 
  17. «Archivaron la causa por el crimen de Rucci». 2012. Consultado el 11 de agosto de 2011. 

Enlaces externos