Guerra de Independencia cubana

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Guerra de Independencia de Cuba
Parte de Guerra hispano-estadounidense
Fecha 24 de febrero de 1895-12 de agosto de 1898
Lugar Cuba
Resultado Tratado de París
Consecuencias Fin del Imperio español
Cambios territoriales Independencia de Cuba
Beligerantes
1895-1898
Rebeldes cubanos
Imperio español
1898
Estados Unidos
Comandantes
Bandera de la República Dominicana Máximo Gómez
Calixto García
José Martí
Antonio Maceo
Valeriano Weyler
Patricio Montojo
Pascual Cervera
Arsenio Linares
Manuel Macías
Ramón Blanco
Nelson A. Miles
William Shafter
George Dewey
William T. Sampson
Guerra Chiquita Guerra de Independencia de Cuba guerra hispano-estadounidense

La Guerra de Independencia de Cuba (o la Guerra de 1895) es el nombre con el que se conoce a la última guerra por la independencia de los cubanos contra el dominio español y se trata de una de las últimas guerras americanas contra el Reino de España. La guerra se inició el 24 de febrero de 1895 en un levantamiento simultáneo de 35 localidades cubanas, en el Grito de Oriente (antes conocido como Grito de Baire) y terminó en 1898 con la rendición del ejército colonial español ante el avance militar estadounidense, con la asistencia y el apoyo de los mambises (miembros del ejército independentista cubano) en la conocida generalmente como Guerra hispano-estadounidense (llamada «Guerra hispano-cubano-estadounidense» dentro de la isla).

Antecedentes

El envío de reclutas peninsulares para sofocar la revuelta supuso una fuente añadida de ingresos para la industria textil catalana, gracias a "las remesas considerables que se hacían para el vestuario de los batallones que sosteníamos en combatir la insurrección".[1]

Los proyectos de autonomía para Cuba redactados por los políticos de la metrópoli (Maura, Abarzuza, Cánovas del Castillo) cristalizaron durante el gobierno de Práxedes Mateo Sagasta, con Segismundo Moret en el Ministerio de Ultramar, en una Constitución para la isla que le otorgaba autonomía plena (25 de noviembre de 1897) con la sola reserva del cargo de Gobernador General, más los reales decretos por los que se establecía la igualdad de derechos políticos de los españoles residentes en las Antillas y los penisulares, y se hizo extensivo a Cuba y Puerto Rico el sufragio universal (25 de noviembre de 1897).

El primer gobierno autónomo estuvo presidido desde el 1 de enero de 1898 por José María Gálvez Alonso. Ninguna de las iniciativas emprendidas desde el Gobierno central tuvieron éxito a pesar de los claros avances, ya que para los intereses de la oligarquía criolla como los de los intervencionistas de los Estados Unidos de América, la presencia española era un obstáculo a eliminar.

José Martí, los preparativos

José Martí, alma incansable y poética del patriotismo cubano, ausente de la isla desde su deportación a la península en 1871, organiza en los Estados Unidos el Partido Revolucionario Cubano cuyo principal objetivo era lograr la independencia de Cuba. Más tarde patriotas puertorriqueños se unieron con el compromiso de que una vez liberada Cuba, las fuerzas independentistas hicieran lo mismo con Puerto Rico. Conocedor de las razones del fracaso de la Guerra de los Diez Años, Martí preparó las condiciones para que las mismas no se repitieran, dándole a la fuerza militar un poder ilimitado en cuanto a estrategia y táctica, pero dejando al poder civil solamente la tarea de sustentar diplomática, financiera y legalmente la guerra y de gobernar en los territorios liberados. Martí viajó a Costa Rica, en donde vivía Antonio Maceo, para convencerlo de la necesidad de su aporte a la gesta de independencia. Lo mismo hizo con Máximo Gómez, quien vivía en la República Dominicana. Fue en este último país en donde se firmó el Manifiesto de Montecristi que expresa la necesidad de la Independencia de Cuba. Embarcando desde Haití al frente de una reducida fuerza militar, desembarcaron en Playitas de Cajobabo para coincidir con el Grito de Baire y los levantamientos en varias zonas del oriente de Cuba.

La guerra

El 24 de febrero de 1895, por órdenes de Martí se levantan 35 aldeas en el Oriente de Cuba en lo que se ha dado en llamar el Grito de Oriente. Las autoridades coloniales lograron descabezar la insurrección en las cuatro provincias occidentales, con la detención de Julio Sanguily y José María Aguirre Valdés. La metrópoli envía a la isla 9 000 hombres, suspende las garantías constitucionales y aplica censura a la prensa. El 21 de marzo Antonio Cánovas envía otros 7 000 hombres y nombra a Arsenio Martínez Campos, artífice de la Paz de Zanjón, Capitán General de Cuba.

Con la experiencia de la Guerra de los Diez Años, un mayor apoyo de las fuerzas políticas y una mayor conciencia nacional, los libertadores concibieron la campaña "Invasión al Occidente" que tenía el fin de tomar ese sector de la isla. No fue fácil someter el Oriente de Cuba, en donde las fuerzas realistas tuvieron grandes aprietos para contener a los libertadores. Sin embargo, José Martí y Antonio Maceo murieron en la contienda: Martí casi al inicio de la guerra (19 de mayo del 1895). Maceo pudiera ser que muriera en una emboscada, pero que él mismo tenía preparada al ejército español, según se desprende de la hoja de servicios del subteniente D. José Muñoz Gutiérrez, sargento en aquella época, y cuyas operaciones desde el 22-10-1896 en Artemisa y Heras, y posteriormente en la trocha de Mariel a Majama hasta el 23-12-1896 en Pinar del Río, incluyendo la derrota de Maceo, y que le valieron al citado sargento, la consecución de dos cruces de plata al mérito militar con distintivo rojo.

Entre las victorias obtenidas por los soldados cubanos se destaca el cruce de Trocha de Júcaro a Morón en lo que actualmente es la provincia de Ciego de Ávila, casi al centro del país con el objetivo de impedir el cruce de las tropas libertadoras hacia el occidente.

La primera era una cadena de fuertes y tropas realistas que se extendía de El paso de dicha trocha representaba no sólo una necesidad para el cumplimiento de la Campaña de liberación del Occidente, sino además una victoria que demostraría el desarrollo militar de los insurgentes. Generalizada la rebelión en toda la isla, el gobierno central de Madrid destituyó al general Martínez Campos y decidió enviar a la isla al general Valeriano Weyler. Este último llevaría a cabo una guerra atroz en su afan de derrotar a los independentistas cubanos. Con un cuarto de millón de hombres, el general Weyler se propuso acabar la guerra en un periodo de 24 meses. Una de sus medidas sería colocar a los habitantes rurales en campos de concentración para de esta manera privar a los patriotas del apoyo del campesinado. Se calcula que murieron unos cien mil cubanos en dichos campos de concentración debido al hambre y las enfermedades, en su mayoría ancianos, mujeres y niños. Pero a pesar del incremento constante de tropas españolas, la política de reconcentración y la abrumadora superioridad de su ejército, Weyler fue incapaz de derrotar a los rebeldes cubanos. Estos, conocedores del terreno y movidos por el espíritu independentista llevaron a cabo una eficiente guerra de guerrillas consistente en operaciones ofensivo-defensivas que fueron desgastando al ejército español paulatinamente sin que este pudiera obtener resultados favorables, a pesar de contar con los mejores medios militares como líneas de fortificación, ferrocarriles, vigilancia de las costas y el armamento más moderno de la época. Para finales de 1897, el gobierno español se encontró con las arcas vacías y con un ejército agotado por las enfermedades tropicales y la resistencia de los rebeldes. El presidente Sagasta decidió finalmente destituir a Weyler en favor del general Ramón Blanco y Erenas, tanto por el costo político de su modo de hacer la guerra, como por su fracaso militar al no poder derrotar a los rebeldes.

Para comienzos de 1898 el gobierno de los Estados Unidos reclamaba que la guerra afectaba sus intereses y le exigió a España reformas para lograr la paz. El gobierno colonial le otorgó a Cuba la autonomía, e inició una serie de reformas políticas y declaro un armisticio, pero los patriotas cubanos declararon que ya era demasiado tarde para un arreglo pacífico y aseguraron que solo se detendrían hasta lograr la independencia. El acorazado estadounidense Maine, que estaba de visita en la Bahía de la Habana, explotó. Ante esta situación Estados Unidos acusó a España de agresión y anunció una guerra inminente. Ante la amenaza, el Capitán General de Cuba, Ramón Blanco, le propuso al General Máximo Gómez, líder de los rebeldes, una alianza para enfrentar a los norteamericanos[cita requerida]. El general Gómez se negó rotundamente y recibió órdenes del gobierno rebelde de apoyar al ejército estadounidense para lograr finalmente la expulsión de los españoles de Cuba.

La Guerra Cubano-Hispano-Estadounidense

La explosión del acorazado estadounidense Maine significó el ingreso de los Estados Unidos en la contienda. La declaración de guerra a España no se dejó esperar y los combates que antes se centraron en tierra, se trasladaron al mar: Las flotas realistas no pudieron responder a los modernos acorazados estadounidenses. La toma de Santiago de Cuba y la superioridad militar de las tropas norteamericanas,apoyadas en todo momento por las fuerzas cubanas al mando del General Calixto García (jefe cubano del departamento oriental) obligaron a los españoles, que ya estaban virtualmente acabados a rendirse en 1898. El suceso abrió paso a la ocupación estadounidense de Cuba hasta 1902.

Por el Tratado de París, España renunciaba a su soberanía sobre Cuba, Puerto Rico y Filipinas, lo que realmente significó dejar el campo expedito a su intervención y ocupación por los Estados Unidos. La exclusión de los representantes de las tres colonias en mención, evidenció el ánimo colonialista de los Estados Unidos, aunque las fuerzas independentistas de esos países llevaran el mayor peso de las guerras. El 24 de febrero de 1899, justo cuatro años después del inicio de la guerra, hacia su entrada triunfal a La Habana el Generalisimo Máximo Gómez al frente de su ejército. El viejo general Dominicano había guiado a los patriotas cubanos a la victoria en su guerra de emancipación contra el ejército español con la ayuda norteamericana.[2]​ Miles de personas salieron a recibir al ejército libertador y Gómez sorprendido le dijo a uno de sus hombres: "Si toda esta gente hubiese peleado con nosotros habríamos derrotado a España hace muchísimo tiempo".

Transición democrática

El descontento de los libertadores al ver cambiar su tierra de amo, no se dejó esperar. Si bien Puerto Rico y Filipinas continuaron por más décadas como colonias, ya no de España sino de Estados Unidos, las presiones cubanas por constituir su propio país hicieron que bien pronto Estados Unidos preparara su retirada. Ese descontento propició las condiciones necesarias para ello, aunque dejando abierta la posibilidad de una nueva intervención como garantía de independencia (redacción de una constitución conforme a la llamada Enmienda Platt aprobada por la Asamblea Constituyente cubana el 12 de junio de 1901): el 20 de mayo de 1902 nacería la República de Cuba con la toma de posesión de su primer presidente, don Tomás Estrada Palma. Sin embargo, no será hasta 1909 con la presidencia de José Miguel Gómez (del partido liberal) que termine el Gobierno de Intervención norteamericano y no sin antes (2 de julio de 1903) firmar el arrendamiento de la base de Guantánamo aún hoy poseída por los EE. UU.

La independencia no mejoró la situación de los más desfavorecidos (recalquemos de nuevo que los movimientos independentistas obedecieron mansamente a los intereses de la oligarquía plantadora dominante), produciéndose después de la secesión colonial levantamientos del sustrato poblacional negro, que en 1912 propició otra intervención estadounidense.

La Crisis del 98 en España

La pérdida de las colonias, y muy especialmente de Cuba, provocó una profunda crisis identitaria, social, política y cultural en España, dando paso a una época en la que manifestaciones culturales, como la Generación del 98 o el Regeneracionismo, se vieron marcados por la crisis y el contexto histórico, tratando entre otros temas la "Pérdida de personalidad histórica" de España.

La independencia de Cuba constituyó un factor clave de la aparición de nacionalismos contemporáneos en España como el vasco, el catalán y el español.[3]

La burguesía catalana asociada al textil comenzó a apoyar el sentimiento antiespañol derivado de culpar a España de la perdida de su ventajoso monopolio textil.

Referencias

  1. P. Alzola: "La política económica mundial y nuestra relación arancelaria". Bilbao, 1906, pág. 209 (en J. Nadal: El fracaso de la revolución industrial en España, 1814-1913. Barcelona: Ariel, 1980, pág. 216).
  2. http://www.artehistoria.jcyl.es/histesp/contextos/7129.htm
  3. Ucelay Da Cal, 1997, pp. 151-152.

Bibliografía

Enlaces externos