Francisco de Paula González Vigil

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Francisco de Paula González Vigil


Diputado de la República del Perú
por Arequipa
29 de julio de 1853-17 de noviembre de 1853


Presidente de la Convención Nacional del Perú
12 de septiembre de 1833-12 de octubre de 1833
Predecesor Inicio
Sucesor José Freyre Rodríguez

12 de julio de 1834-11 de agosto de 1834
Predecesor Rufino Macedo Béjar
Sucesor Fin


Diputado convencional de la República del Perú
por Arica (Arequipa)
12 de septiembre de 1833-11 de agosto de 1834


Diputado de la República del Perú
por Arica, (Arequipa)
29 de julio de 1832-22 de diciembre de 1832


Diputado constituyente de la República del Perú
por Arequipa
4 de junio de 1827-16 de junio de 1828

Información personal
Nacimiento 13 de septiembre de 1792
Tacna, Bandera del Imperio español Virreinato del Perú
Fallecimiento 9 de junio de 1875
Lima, Perú Perú
Sepultura Cementerio Presbítero Maestro
Nacionalidad Peruana
Familia
Padres Joaquín González Vigil y María Micaela Yáñez
Información profesional
Ocupación Clérigo, político, educador, escritor

Francisco de Paula González-Vigil Yáñez (Tacna, 13 de setiembre de 1792-Lima, 9 de junio de 1875) fue un clérigo, político e intelectual peruano. Fue uno de los más tenaces representantes del liberalismo político en medio de la anarquía y el caudillismo en que se debatía la naciente república peruana, lo cual no fue óbice para que no dejara de creer en la democracia representativa como el mejor sistema de gobierno. Representó igualmente a una corriente liberal e ilustrada dentro de la Iglesia católica. Fue elegido ocho veces diputado y una vez senador ante el Congreso de la República del Perú. Destacó por sus dotes de orador. Como vicepresidente de la Cámara de Diputados se hizo célebre por su famoso discurso titulado «Yo acuso»,[1]​ pronunciado el 2 de noviembre de 1832 en la sede legislativa, denunciando al presidente de la República Agustín Gamarra por haber violado la Constitución. Fue también director de la Biblioteca Nacional del Perú de 1836 a 1838 y de 1845 hasta su muerte en 1875. Escribió obras muy extensas defendiendo la separación de la Iglesia del Estado. Llegó a sufrir la excomunión papal en tres ocasiones sin retractarse jamás de sus ideas, incluyendo la Santa Sede varios de sus escritos en el Índice de Libros Prohibidos por la Iglesia católica en vida del autor.[2]

Biografía

Según el historiador Jorge Basadre, la vida de este personaje puede dividirse en cuatro etapas:

  • La primera, hasta 1825, estuvo dominada por su vocación religiosa.
  • La segunda, que abarca hasta 1834, estuvo dominada por la actividad política que desarrolló en Lima.
  • La tercera etapa, hasta 1836, que puede calificarse de errática y provinciana.
  • La cuarta etapa, hasta su muerte en 1875, es la más larga y polémica, por ser la del doctrinario que difunde ideas y polemiza. Se divide a la vez en dos momentos: el de preparación y el de discusión pública.

Primera etapa

Pertenecía a una familia radicada en Tacna. Sus padres fueron el asturiano Joaquín González Vigil y la tacneña María Micaela Yáñez, que poseían, entre otros bienes, el fundo Piedra Blanca.

Fue el primogénito y como tal se le consagró a la Iglesia. En 1803 fue enviado a Arequipa para cursar estudios de Teología, Filosofía, Gramática y Matemáticas en el Seminario de San Jerónimo, que dirigía el célebre obispo Pedro José Chávez de la Rosa. También recibió enseñanzas del clérigo Francisco Xavier de Luna Pizarro — más tarde importante figura de la política peruana como líder de los liberales y presidente de los primeros congresos constituyentes del Perú— y de Mariano Melgar, el poeta fusilado en 1815 por involucrarse en la rebelión del Cuzco.

En el Seminario de San Jerónimo se le hizo la primera tonsura en 1804 y recibió los cuatro grados menores en 1810. En ese mismo centro de estudios asumió como catedrático de Gramática, así como la prosecretaría (1811). Asimismo, se graduó de doctor de Teología en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (1812) y regresó a Tacna donde pronunció una celebrada arenga al establecerse el primer ayuntamiento en la casa consistorial (1813).

Quiso ordenarse como sacerdote ante el ofrecimiento del obispo de Arequipa del vicerrectorado del seminario. Pero él mismo cuenta que huyó en víspera de la ordenación, al darse cuenta del trajín que le esperaba. Luego regresó donde el obispo quien le recibió con los brazos abiertos y le concedió la cátedra de Filosofía y Matemáticas en San Jerónimo (1815).

En 1817 enfermó y le vino otra vez la inquietud de ordenarse como sacerdote. Se ordenó de subdiácono en diciembre de 1818, de diácono en marzo de 1819 y de presbítero en setiembre del mismo año. Luego recibió la cátedra de Teología y el vicerrectorado del Seminario.

Fueron pues años en los que se volcó, más que a la vida conventual, a la enseñanza, preparándose en el ejercicio oratorio, en el que luego brillaría. Eran también los años previos a la independencia, aunque como él mismo confesó no participó entonces de las ideas emancipadoras, pues estuvo dedicado enteramente a los estudios.

En 1823 se retiró del seminario y retornó a Tacna.

Segunda etapa

Grabado que representa a Francisco de Paula González Vigil en su etapa juvenil, cuando fue diputado por Tacna.

Una nueva etapa en su vida se inició tras el triunfo de Ayacucho, cuando decidió lanzarse a la política, según él mismo, para contribuir de algún modo con la formación del edificio llamado República Peruana.

En 1825 fue elegido, junto a Hipólito Unanue, diputado por Arica al Congreso de 1826 que no llegó a instalarse. Eran los días de la dictadura de Simón Bolívar. Formó parte del grupo liberal que se opuso a las pretensiones de Bolívar y sus acólitos, defendiendo los fueros del Congreso en las juntas preparatorias del frustrado Congreso General que debía reformar la Constitución de 1823, en una época en que la actitud común de la mayoría de los peruanos era rendir reverencia al Libertador. Publicó en El Patriota Chileno una Relación histórica de las juntas preparatorias del Congreso de 1826.

En 1827 fue ratificado como representante por Arica y se integró al Congreso General Constituyente, que dio la Constitución Liberal de 1828. En esa época dirigió el periódico El Eco de la Opinión del Perú. Luego viajó a Chile para atender su salud, pues sufría de una tuberculosis crónica.

En 1830 retornó a Tacna. Volvió a ser elegido como representante parlamentario en 1831, pero antes de viajar a Lima, pasó a Arequipa, pues el presidente Agustín Gamarra lo había nombrado rector del Colegio de la Independencia Americana. Fue entonces cuando recibió en la Universidad de San Agustín de Arequipa el grado de doctor en Derecho, por haber sido de los miembros fundadores de la Academia Lauretana. Pero abandonó la carrera docente para reintegrarse a las labores parlamentarias.

Llegó a ser vicepresidente de la cámara de Diputados (1832) donde acusó, en famoso discurso del 7 de noviembre, al poder ejecutivo (el presidente Agustín Gamarra y sus ministros de Estado) por haber infringido la Constitución, pero al mismo tiempo expresaba su confianza en el régimen representativo. Su discurso finalizaba así:

Por lo que hace a mí, habiéndome cabido la honra, por no decir la desgracia, de presidir la Cámara en este día, y debiendo quedar por esto privado de sufragio conforme al reglamento, me apresuro a emitir mi opinión en la tribuna, para que sepa mi Patria, y para que sepan también todos los pueblos libres, que cuando se trató de acusar al Ejecutivo por haber infringido la Constitución, el diputado Vigil dijo: ¡Yo debo acusar y yo acuso!

La última frase se hizo célebre, y su acusación, si bien no pasó a mayores, desacreditó bastante a Gamarra. Su enfermedad pulmonar le impidió seguir cultivando la oratoria. Consagróse entonces al periodismo, fundando El Constitucional (1833-1834), desde donde hizo oposición a Gamarra. En años posteriores fundó los periódicos El Arequipeño (1835), El Constitucional (1858) donde compartió labores con Francisco Javier Mariátegui, Benito Laso, José Gálvez, entre otros. Colaboró en El Correo, La América, El Hijo del Pueblo, La Democracia y El Correo del Perú.

Luego fue elegido diputado por Arica y Arequipa a la Convención Nacional (1833) y estuvo entre los que firmaron la Constitución de 1834, de corte liberal. De esta nueva experiencia como constituyente se recuerda también su aprobación de la confiscación de bienes y el destierro del obispo de Arequipa, monseñor Goyeneche, su antiguo protector.

El presidente provisorio Luis de Orbegoso llegó a ofrecerle una canonjía en la Catedral de Lima, que rechazó.

Tercera etapa

En 1834 volvió a Tacna, después de haber renunciado su cargo de rector en el Colegio de la Independencia de Arequipa.

En 1835 fue elegido diputado por tres provincias: Tacna, Arequipa y Tarapacá, pero el Congreso no se reunió por la agitación política que se desató a raíz de la sublevación de Felipe Santiago Salaverry y la invasión boliviana. Ese mismo año volvió a ser nombrado rector del Colegio de la Independencia, por lo cual viajó a Arequipa, a donde llegó a fines de mayo, pero no pudo hacer nada por falta de rentas. Retornó entonces a Tacna.

En su tierra natal se opuso a las pretensiones de un grupo de tacneños que querían que su provincia se separase del Perú y se pusiese bajo la protección del presidente de Bolivia Andrés de Santa Cruz. Vigil habló en la junta pública del 14 de marzo de 1836 contra tan alarmante proyecto y bastó su palabra para mantener a Tacna bajo la jurisdicción peruana.

Por esta época publicó artículos donde proponía avanzadas reflexiones sobre la forma de confederar el Perú y Bolivia en el periódico El Arequipeño (1835), aunque no era un decidido partidario de la confederación; tras el establecimiento de la Confederación Perú-Boliviana pasó a Lima aceptando la dirección de la Biblioteca Nacional del Perú en 1836.

Cuarta etapa

Aunque sin abandonar del todo la política coyuntural, Vigil, como liberal radical, se consagró al estudio y la defensa de las doctrinas regalistas (derechos y prerrogativas del Estado frente a la Iglesia). Propugnando la autonomía del Estado y la sociedad civil respecto a la Iglesia, se abocó en escribir un libro sobre la defensa de la autoridad del gobierno y los obispos contra la pretensión de la curia romana.

A principios de 1838 renunció la dirección de la Biblioteca Nacional y retornó a Tacna para continuar la preparación de su libro, pero se le consideró partidario de la Confederación y fue desterrado en 1839, ya bajo el mandato provisional de Gamarra. Se ha atribuido este hecho a una venganza de dicho presidente por la acusación constitucional de 1832.

Pasó a Chile, pero volvió al cabo de pocos meses, aunque se mantuvo en el retiro hasta 1845 cuando el presidente Ramón Castilla lo reintegró a la dirección de la Biblioteca Nacional, donde permaneció por tres décadas, hasta su fallecimiento.

Poco después publicó su monumental estudio titulado Defensa de la autoridad de los gobiernos contra las pretensiones de la curia romana (1848-1849, 6 tomos), cuya segunda parte salió a luz algunos años después: Defensa de la autoridad de los obispos contra las pretensiones de la curia romana (en 4 tomos, 1856). En total suma casi 5000 páginas, una de las más vastas empresas bibliográficas que autor alguno haya llevado a cabo de manera orgánica.

El obispo de Colombia, Manuel José Mosquera, denunció la obra ante la Santa Sede y Vigil fue excomulgado por Pío IX el 10 de junio de 1851. Pero Vigil nunca se retractó y al contrario prosiguió con fanatismo su labor, escribiendo una «Carta al Papa» (1851), donde negó la infalibilidad del Sumo Pontífice en asuntos de doctrina y defendió la existencia de iglesias nacionales supeditadas a la autoridad civil. Ello le valió otras dos bulas de condenación papales: la del 2 de marzo de 1853 y la del 8 de diciembre de 1854.

Al mismo tiempo sostuvo polémicas periodísticas con los defensores del catolicismo tradicional, entre ellos el sacerdote catalán Pedro Gual, el obispo de Arequipa José Sebastián de Goyeneche y Barreda, el deán Juan Gualberto Valdivia y el célebre Bartolomé Herrera.

Este enfrentamiento con las autoridades de la Iglesia Católica no fue obstáculo para que el pueblo tacneño le renovara su confianza reeligiéndolo como su representante parlamentario en las legislaturas de 1851 y 1853, así como en la Convención Nacional de 1855-1857. Pero asistió a muy pocas sesiones. En 1866 fue elegido senador, pero se negó a asumir esta representación, sin duda por cansancio y mala salud. En total, llegó a ser elegido ocho veces diputado y una senador.

No obstante, nunca decayó su deseo de servir a la patria «trabajando del modo que podía».

Fallecimiento

A pesar de su precaria salud, tuvo una larga vida, algo que no era común en aquellos años. Murió a la edad de 82 años, y fue enterrado el 11 de junio de 1875.

Como González Vigil era un excomulgado impenitente, pues rechazó el perdón del obispo de Arequipa, ninguna iglesia en Lima quiso recibir sus restos. Pero el presidente Manuel Pardo decretó duelo nacional el día del entierro y ordenó que le diesen sepultura en el Cementerio General de Lima (aunque Vigil había escogido la isla San Lorenzo como su última morada). A pesar de ser el peruano un pueblo devotamente católico, no tuvo reparos en rendirle homenaje, arremolinándose hasta hacer colapsar un balcón. En hombros de la gente del pueblo fue llevado hasta el camposanto.

En 1975 la Santa Sede levantó su excomunión. Entonces el gobierno peruano ordenó la inhumación de sus restos del cementerio de Lima y su traslado a Tacna.

Opiniones

Figura cumbre del liberalismo peruano, varios escritores han tratado la figura del insigne tacneño. Manuel González Prada escribió de él:

Pocas vidas tan puras, tan llenas, tan dignas de ser imitadas, como la vida de Vijil. Puede atacarse la forma i el fondo de sus escritos, puede tacharse hoi sus libros de anticuados o insuficientes, puede, en fin, derribarse todo el edificio levantado por su intelijencia; pero una cosa permanece invulnerable i de pie, el hombre (sic).

Por su parte, Jorge Guillermo Leguía ha escrito:

Vigil es uno de los orgullos más legítimos del Perú. Como un Mariscal Domingo Nieto nos redime de las vergüenzas del caudillaje militar, y como el heroísmo de los próceres de Angamos y de Arica nos hace olvidar el bochorno de los infames traidores y cobardes que nos condujeron al desastre del 79, el gran tacneño reivindicó el honor de nuestra política y la dignidad de nuestra iglesia…

Menos amablemente lo ha tratado el historiador jesuita Rubén Vargas Ugarte:

El estilo farragoso e indigesto ha sepultado en el olvido sus libros. No había de sobrevivir y el tiempo lo ha confirmado.

El historiador tacneño Jorge Basadre fue más comprensible con su ilustre paisano:

El pensamiento de Vigil venía del progresismo confiado del siglo XVIII, absolutamente seguro de los atributos benéficos invívitos de la razón. Basábase esta idea en la premisa de que el don más grande de cualquier individuo es su capacidad para formular, expresar, comprender y criticar ideas y de que el uso ilimitado de esa facultad, es decir, el pleno desarrollo de la habilidad intelectual crítica, es lo único capaz de perfeccionar la condición humana. Este racionalismo tuvo en el polígrafo tacneño, por las características de su biografía, curiosamente fuentes teológicas y escolásticas que él trató de superar; pero no llegó a ser balanceado en ningún momento por el cientificismo y el materialismo que también son notas diferenciadas en el siglo XIX.

Publicaciones principales

  • Defensa de la autoridad de los gobiernos contra las pretensiones de la curia romana (6 vols., 1848-1849).
  • Defensa de la autoridad de los obispos contra las pretensiones de la curia romana (4 vols., 1856).
  • Los jesuitas presentados en cuadros históricos, sobre las correspondientes pruebas y con reflexiones al caso, especialmente en sus cosas de América (1863, 4 tomos), dedicado al papa Clemente XIV.

En atención a la complejidad y densidad de esas obras hizo también compendios de cada una de ellas.

También escribió obras destinadas para la enseñanza del pueblo:

  • Catecismo patriótico para uso en escuelas municipales en forma de diálogos (1858); que redactó por especial pedido de la municipalidad del Callao.
  • Opúsculos sociales y políticos, sobre diversos temas, entre los que destacan:
    • "Paz perpetua en América o Federación Americana" (1856), proponiendo una confederación de todas las naciones independientes de Latinoamérica, sin excluir a los Estados Unidos.
    • "Roma", contra el poder temporal del romano pontífice (1871)
    • "Impugnación de un folleto defensor de la monarquía" (1867).

En otros opúsculos se ocupa sobre diversos temas, como la guerra, la soberanía nacional, el gobierno republicano, importancia y utilidad de las asociaciones, la educación popular y de la mujer, la tolerancia y la libertad de cultos, la pena de muerte (era opuesto a este tipo de castigo), el matrimonio y el divorcio, manifestando en todo un pensamiento liberal.

Dejó, además, una vasta obra inédita.

Como todo liberal consecuente, Vigil confió en los frutos de la razón. Se dice que el primer ministro británico William Gladstone conoció y aplaudió sus ideas.

Notas

  1. Tiempo después, en 1898 el escritor francés Émile Zola usaría la misma expresión a raíz del sonado caso Dreyfus, sin conocer este antecedente peruano.
  2. Martínez de Bujanda, Jesús; Richter, Marcella (2002). Index des livres interdits: Index librorum prohibitorum 1600-1966 (en francés). Université de Sherbrooke. Centre d'études de la Renaissance. pp. 395-396. ISBN 2-89420-522-8. 

Bibliografía

  • Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada. Tomos 2, 3 y 4. Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
  • Pérez Pimentel, Rodolfo: Diccionario Biográfico del Ecuador. Francisco González Vigil.
  • Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Octavo Tomo. Primera Edición. Editor Carlos Milla Batres. Lima, Perú, 1971.
  • Varios autores: Grandes Forjadores del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-50-8
  • Varios autores: Historia del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-35-4
  • Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 17. VAC-ZUZ. Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-166-9